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Romanos
5:20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado
abundó, sobreabundó la gracia;
La palabra de Dios
enseña que la ley se introdujo para que
el pecado abundase, más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia ¿Quiere
decir esto que la gracia es un permiso para pecar? Claro que no, la gracia es la absolución del pecado.
Lo que dice el anterior versículo es que no hay un pecado por más grande y
horroroso que sea, que no pueda ser perdonado por la gracia de Dios. La gracia de Dios es mayor que
cualquier pecado que pudiésemos cometer.
Dios otorga perdones
inmerecidos a los pecadores, los absuelve de toda culpa, olvidándose de sus
pecados (Hebreos 10:17). Como un favor,
Dios envió a su hijo a pagar en la
cruz por el perdón de los pecados de toda la humanidad, eso es gracia.
En esto Dios actúa por amor, y no porque exista razón alguna
en el hombre para perdonarlo. Desde
el principio hasta el fin, desde la "A" hasta la "Z" del
alfabeto celestial, todo es por gracia y solamente por gracia.
Efesios
2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
Ese perdón inmerecido lo obtenemos por medio de la fe, no es
algo que nosotros podemos ganarnos a través de nuestro comportamiento o a
través de buenas obras, es lo que Dios
no da sin que lo merezcamos, para
que nadie se gloríe.
Pero, tan pronto como enseñamos
la gracia, Satanás usa la religión para oponerse usando la lógica carnal. Entonces dirán: ¿Cómo es posible que un criminal y
uno que no es criminal sean perdonados igualmente? Por eso dividen los pecados
por categorías: pecados leves, pecados graves y pecados mortales. Como les
cuesta entender que los pensamientos y los caminos de Dios no son los nuestros (Isaías 55:8). Nos debe quedar claro que
para Dios no hay diferencia, todos son pecados y el pecado más pequeño te
condena.
Mateo
20:1 Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia,
que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. 20:2 Y habiendo
convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. 20:3
Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza
desocupados; 20:4 y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que
sea justo. Y ellos fueron. 20:5 Salió otra vez cerca de las horas sexta y
novena, e hizo lo mismo. 20:6 Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a
otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día
desocupados? 20:7 Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: Id
también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo. 20:8 Cuando llegó la
noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales
el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. 20:9 Y al venir
los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.
20:10 Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero
también ellos recibieron cada uno un denario. 20:11 Y al recibirlo, murmuraban
contra el padre de familia, 20:12 diciendo: Estos postreros han trabajado una
sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el
calor del día. 20:13 El, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago
agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? 20:14 Toma lo que es tuyo, y
vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti. 20:15 ¿No me es lícito hacer
lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?
Este pasaje nos da una
gran revelación espiritual acerca del pensamiento y el corazón de Dios. Aquí podemos
ver que algunos obreros trabajaron más horas que otros y a todos se les pagó lo
mismo. Entonces, los que trabajaron más
horas se molestaron, no porque no les pagaron lo justo, sino porque
consideraron que a los que trabajaron menos debió pagárseles menos. Esa es la
lógica del hombre, pero la lógica de Dios es pagar a todos por igual.
O sea que el que menos peca es tan culpable como el que más peca, ambos pecaron
y ambos están destituidos dela gloria de Dios (Romanos 3:23), pero Dios decidió condenarlos a ambos por igual,
pero también decidió salvarlos a ambos por igual:
Juan
3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Dios envió a su hijo,
para que todo aquel que en él cree, por igual, sin importar la calidad ni
cantidad de sus pecados, obtenga la vida eterna, eso es gracia.
Los religiosos creen que
porque en toda su vida hicieron un par de cosas buenas, o porque quizás dejaron
de pecar por algunas horas, ya obtuvieron el derecho a la vida eterna. Esto no
es así, pecamos toda una vida y no merecemos el perdón. Pero el Padre Celestial
decidió perdonarnos por gracia y por eso toda la gloria es para Él.
Sólo Dios es exaltado en
la soberanía de su misericordia; y el pecador no puede hacer otra cosa más que aceptar
el favor inmerecido de Dios. Esto no es aceptable para las “grandes mentes” de los filósofos ni para
las “anchas mentes” de nuestros religiosos, y por ello se oponen
a la enseñanza de la gracia.
Romanos
6:1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia
abunde? 6:2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo
viviremos aún en él? 6:3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados
en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?
La mente carnal dice: “pecamos para que abunde la gracia”, pero
Dios contesta que las cosas no son así, porque hemos muerto al pecado ¿Cómo vamos a pecar si estamos muertos? Aquí
es donde Pablo muestra la necesidad del bautismo y dice:
Romanos
6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a
fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos en vida nueva.
En
el bautismo
somos sepultados con Cristo, allí y para los efectos del cielo le damos muerte al hombre pecador. A
partir de ese momento la gracia de Dios empieza a trabajar en nosotros.
En las aguas del
bautismo somos perdonados de todos
nuestros pecados y recibimos el don del
Espíritu Santo (Hechos 2:38), o
sea que el Espíritu Santo es puesto en nuestro espíritu renovado para que podamos
andar en los estatutos de Dios, guardar sus preceptos y ponerlos por obra. No es algo de nosotros, es la obra del
Espíritu Santo.
Y es que la
gracia no solamente te justifica sino que te da poder contra el pecado. Esto implica que la gracia de Dios jamás te va a conducir al libertinaje, es todo lo
contrario, te va a hacer andar en nueva
vida, una vida en la que el pecado irá disminuyendo poco a poco en
nosotros, pero no es algo de nosotros, es la obra del Espíritu Santo, así que
no te gloríes, y si lo vas a hacer, hazlo en Cristo Jesús.
Romanos
8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
La mente carnal dice que
si los pecadores son salvados inmerecidamente, entonces serán más pecadores porque no pagaron un precio por esa salvación,
que lo que no cuesta no se valora.
En segundo lugar dice
que si antes pecaban con temor a ser condenados, cómo no van a pecar ahora que
ya no hay temor a ser condenados, que si abunda el pecado, entonces sobreabunda
la gracia.
Bueno, porque el
Espíritu Santo que Dios pone en tu espíritu y en el mío, poco a poco va tomando
el control de nuestras vidas. Vuelvo a repetirlo, no es algo de nosotros, es la
obra del Espíritu Santo en nosotros.
Ahora, tome en cuenta
que el versículo dice que los que están en Cristo son los que andan
conforme al Espíritu y no conforme a la carne.
Si tú andas en la carne
es porque no estás en Cristo, y si no estás en Cristo entonces estás bajo
condenación ¿Cómo entender esto?
Vayamos al libro del Génesis
para ilustrar este tema. En Génesis 13:4-5
vemos que Dios le prometió un hijo a Abraham quien era casado con una mujer
estéril. Cuando Abraham llegó a los 86 años y no había tenido el hijo, entonces
se procuró un hijo con su esclava Agar, este hijo es Ismael y es un hijo en la
carne, algo que Abraham consiguió
por sí mismo con la ayuda de su esclava.
Pero el hijo que Dios le
prometió a Abraham era es un hijo por
gracia, era un hijo con su esposa Sara que era estéril, algo que era
imposible que Abraham lograra por sí mismo.
Aquí vemos que la gracia es algo
imposible de conseguir por nosotros mismos, la gracia es un milagro de Dios.
Por eso se dice que Sara representa la gracia, porque el
nacimiento de su hijo Isaac fue un
milagro de parte de Dios.
Abraham mezcló la fe con la carne y el nacimiento de Ismael trajo muchos problemas al pueblo de Dios, de tal manera que
hasta el día de hoy, el nacimiento de Ismael ha repercutido, trayendo grandes
problemas a Israel con sus vecinos, descendientes de Ismael. Y es que la fe que
no descansa sobre la gracia y se mezcla
con la carne, en parte sobre la
gracia y en parte la carne, carece de
valor y solo nos trae problemas.
Andar en la carne, es
hacer las cosas por nosotros mismos. Andar
en el espíritu es permitir que Dios haga las cosas por nosotros. No podemos andar en la carne y en el
espíritu a la vez porque ambas cosas se oponen entre sí.
Gálatas
4:28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. 4:29
Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había
nacido según el Espíritu, así también ahora. 4:30 Mas ¿qué dice la Escritura?
Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava
con el hijo de la libre.
La carne y la gracia no
pueden estar juntas. O somos solo gracia o somos solo carne, no puede haber
mezclas, por eso Ismael que representa la carne fue echado de la casa. Nadie
puede avanzar en la vida cristiana sino conoce como funciona la gracia. No
heredará la gracia con la carne.
Romanos 7:18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne,
no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 7:19
Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
Este pasaje nos presenta
un cuadro de un hombre que no entiende la
gracia, está siempre tratando de cumplir la ley y constantemente clama que
el querer el bien esta en él, pero no el hacerlo. Se siente derrotado porque no
puede por si mismo vencer al pecado. No
se ha dado cuenta, que la victoria sobre
el pecado no es por el ejercicio de la voluntad, es algo que no se logra,
sino que es algo que Dios nos concede.
Algunas personas se
esfuerzan para hacer cosas que no quieren hacer y para vivir una vida que no
pueden vivir, piensan que al hacer estos esfuerzos, son mejores cristianos. No
entienden que la vida cristiana se vive
cuando recibimos la vida de Cristo dentro de nosotros, por gracia, como un
regalo para vivir por nosotros esa vida.
Gálatas
2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo
en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 2:21 No desecho la gracia de Dios;
pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.
No tenemos que
esforzarnos para dejar de pecar, sino entender
que Dios ha provisto la naturaleza divina dentro de nosotros, tan solo debemos
dejar que esa naturaleza actúe por
nosotros.
Si tenemos que vencer el
pecado por nosotros mismos, entonces desechamos la gracia de Dios y por demás
murió Cristo ¿Puede entenderlo?
Romanos
7:24 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en
mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se
rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado
que está en mis miembros.
Somos impotentes para vencer el pecado, porque hay una ley que
nos hace pecar. Hay una ley dentro de nosotros, que se revela contra nuestra
mente y voluntad y nos hace pecar. Y nunca podremos vencer esta ley por nuestro
esfuerzo. ¿Por qué? Porque los que viven según la carne no pueden agradar a
Dios (Romanos 8:8) y vivir en la carne
es tratar de vencer esa ley mediante nosotros mismos, por lo que Dios permitirá
que fracasemos una y otra vez.
Romanos
7:25 ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará
de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.
Este hombre que sufre
por su pecado y pregunta como liberarse de su pecaminosidad, Dios le revela que
la respuesta está en Jesús. Este
hombre no puede liberarse de esta ley mediante su propio esfuerzo, la única
manera es mediante Jesucristo, por fe en su gracia;
Romanos
8:1-2 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley
del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la
muerte.
Este hombre era
impotente para cumplir la Ley y se sentía miserable,
estaba limitado y no podía agradar a Dios. Entonces Dios le revela, que él estableció
una nueva ley que dejó sin efecto esa ley que lo hace pecar, es la ley de vida en Cristo Jesús.
Lo único que este hombre
necesita es estar en Cristo y esta nueva ley entrará en operación y permitirá
que venza el pecado, porque la Ley del Espíritu es más fuerte
que la Ley del
pecado y de la muerte. Porque cuando
abunda el pecado, sobreabunda la gracia.
La
muerte es la debilidad llevada a su límite, la debilidad dice no
puedo. Al tratar de agradar a Dios no podemos porque hay una Ley que está
operando, no solo está en nosotros el pecado sino la Ley del pecado y de la muerte,
entonces por Ley siempre vamos a pecar. No hay voluntad humana que pueda
resistirla.
Pero Dios nos
libra de esta Ley al introducir otra Ley, la Ley del Espíritu de vida que es bastante fuerte
para librarnos de la Ley
del pecado y de la muerte. Jesús mora en nuestros corazones ahora en la persona
del Espíritu Santo y si le permitimos operar y nos encomendamos a él, nos
librará de la antigua Ley. Dios no nos
pide que nos libremos, no nos pide que nos esforcemos, lo que nos dice es que
dejemos que Cristo lo haga por nosotros ¿Por qué? Porque es por gracia y si es por gracia, no puede mediar la carne.
Si es por gracia, es por fe y no podemos tener una fe mezclada.
Este hombre dijo que era
carnal vendido al pecado (Romanos 7:14) porque a pesar de todos
sus esfuerzos siempre fallaba. Esa es la imagen de muchos cristianos, que creen que la vida cristiana es agotadora y
amarga, porque al igual que este hombre, tratan mediante sus esfuerzos por
agradar a Dios e intentar hacer algo que
no son, porque después de todo, lo más que pueden hacer es tener voluntad,
Mateo
26:41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad
está dispuesto, pero la carne es débil.
En cuanto el hombre
trata de esforzarse por agradar a Dios por si mismo anda en la carne, es carnal
porque si lo logra se glorificaría. Andar en la carne es eso, andar en el
Espíritu es dejar nuestro cuerpo, alma y Espíritu en manos de Dios para que el
haga las cosas por nosotros.
Los hombres utilizan su voluntad para agradar a
Dios por dos razones: 1) porque no han muerto con Cristo y no
pueden valerse de la nueva vida o 2)
porque aunque han muerto con Cristo, no
han aprendido a confiar en su nueva vida, porque no entienden la gracia. Esa falta de comprensión los lleva a
continuar sucumbiendo al pecado, produciendo el dejar de creer. Estas personas
no han sido reveladas de la obra de Jesús. Jesús no habla de una nueva
dádiva sino de una nueva vida.
La doctrina de la
confesión de pecados atenta contra la gracia, porque Dios nos perdonó los
pecados pasados, presentes y futuros. Podemos pedirle disculpas a Dios cuando
pecamos, pero no pedirle que nos perdone porque ya nos perdonó.
No
hace falta que estemos siempre pesando en como mantenernos limpios porque eso
sería no ser salvo, el salvo es salvo y no tiene pecado.
Nuestra
voluntad solo perturba la Ley
de la vida.
Dios jamás nos ha dichos que nos esforcemos en ser lo que no somos
naturalmente. Jesús dijo no os afanéis, mira las aves, considerad los
lirios, la vida espontánea es la vida cristiana verdadera. Se
manifiesta en el amor hacia los indeseables.
Hay demasiada hipocresía
en la vida de los cristianos, mucho teatro, y nada detrae tanto del testimonio
cristiano como la pretensión de algo que realmente no somos. Alguien nos
desenmascarará y se verá lo que en realidad somos. Veamos un último versículo:
Romanos
8:3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne,
Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado,
condenó al pecado en la carne; para que
la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la
carne, sino conforme al Espíritu.
Aquí nos damos cuenta de
dos cosas: 1) lo que Jesús ha hecho para nosotros y 2) lo que el Espíritu Santo
hace en nosotros
La carne es débil y por
consiguiente no podemos dejar de pecar por nuestro propio esfuerzo. Entonces
Dios tomó dos medidas para ello: en primer lugar intervino para tratar con la
raíz del problema, enviando a Jesús, quien murió por el pecado y cumplió la Ley por nosotros. En
segundo lugar, nos llevó con él en su muerte crucificando el Yo y quitando la
base del problema.
Pero, aun debía cumplir la justicia de la Ley en nosotros, entonces nos
dio el Espíritu Santo para que morara en nosotros. El Espíritu morador ha
sido enviado para atender este problema interior, está en nosotros para
ayudarnos a comprender las escrituras, para dirigir las oraciones, para
gobernar nuestra vida y para reproducir en nosotros el carácter del
Señor. Así que la gracia no es pecar ni es libertad para pecar, es todo lo
contrario. Espero que hayas comprendido estas grandes verdades.
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