LA BIBLIA
DE ADÁN a JOSUÉ
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Hemos preparado una serie de estudios sobre los “hombres más importantes” de la Biblia, sus
hechos, y lo que podemos aprender acerca de sus vidas. La mejor manera de empezar una historia es
desde el principio; así es como la Biblia comienza y es allí donde iniciaremos
nuestro estudio.
“En el principio Dios creó los cielos y la
tierra” (Génesis 1:1).
Dice el versículo que “En el principio Dios creó los cielos y la tierra”, dando por un
hecho la existencia de Dios. El escritor del Génesis supone que cualquier
persona medianamente inteligente debe creer en Dios al ver la obra de sus manos,
de tal manera que no es necesario probar su existencia.
El salmo
19:1 da la razón al decir: “Los
cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos”
(Salmo 19:1).
Romanos
1:19-20 Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo
manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se
hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por
medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.
No hay excusa nos dice el libro de Romanos, lo
invisible se hizo visible, para que a través de las maravillas de Dios,
creyéramos en él. Queda claro que no hay que probar la existencia de Dios,
porque la creación necesitó de un creador, tanta perfección no se pudo formar
de la nada.
Génesis
1:2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la
faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Génesis 1:3 Y dijo Dios:
Sea la luz; y fue la luz.
En
el primer día dijo Dios que se hiciera la luz y se separara de las tinieblas.
Nótese que el texto dice “dijo Dios”,
poniendo de manifiesto el poder creador
de la palabra de Dios. La orden divina se cumple y el efecto coincide con
el pensamiento y la voluntad de Dios.
La
Biblia nos revela el poder que tiene la palabra de Dios, poder con el cual
Dios hizo los cielos y la tierra de lo
que no se veía. Esa es la primera enseñanza que podemos adquirir. Que hay poder
en la palabra de Dios y que ese poder ha sido transferido al creyente (Marcos 11:23).
Entonces, el primer día Dios ordenó que se
hiciera la luz y creó el día y la
noche. En el segundo día, Dios hizo una división, para separar las aguas,
dejando unas arriba y otras debajo de la bóveda celeste que llamó cielo. Las aguas que están arriba de
esa división son las nubes. En el tercer día, separó la tierra del agua, lo que
hace suponer que toda la tierra estaba llena de agua; a la parte de la tierra
cubierta de aguas, llamó “mares” y a la parte seca, llamó “tierra”. Durante los
siguientes días él creó los cuerpos celestiales y la vegetación y el reino
animal, de tal manera que cada especie de animal y planta diera fruto o semilla
de su mismo género (vea Génesis 1:4-25).
En el día sexto Dios creó al hombre.
ADÁN
Génesis
1:26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las
bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y
hembra los creó.
Note que dijo Dios “Hagamos”, en singular, revelándonos desde el principio, que Dios no
estaba solo, sino que hay una trinidad divina: el Padre, el hijo y el Espíritu
Santo. En Génesis 1:2 dice que el
Espíritu de Dios se movía sobre las
aguas en Juan 1:3, la palabra de Dios,
hablando de Jesús dice: “Este era en el principio con Dios. Todas
las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue
hecho”. Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, siempre han existido y no han sido creados, han existido
por siempre, en compañerismo entre
ellos.
Dios hizo al hombre del polvo de la tierra y
luego le sopló en su nariz el espíritu
para darle vida (Génesis 2:7). El espíritu es el que da la vida (Juan 6:63). En esta ocasión no dijo que la tierra
produjera al hombre, como lo hizo con los animales, sino que de su propia mano,
formó al hombre y lo hizo a su imagen y semejanza. Dios dijo en Génesis 1:26 “hagamos al
hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”, en forma plural y Génesis 1:27 dice “Y creo Dios al hombre a su imagen” en forma singular, no dice a “nuestra
imagen”; esto es así, porque Adán fue hecho a la imagen de Jesús, por eso la
escritura dice “a su imagen” y no “a sus imágenes”. Y tiene la semejanza interna de Dios porque Dios es espíritu (Juan 4:25) y el hombre
también es un espíritu, que tiene un alma y que vive en un cuerpo (1 Tesalonicenses 5:23). Los otros seres creados solamente tienen
cuerpo y alma, no tienen espíritu.
Entonces, el primer hombre de esta historia es “Adán” (Génesis 2:19), a quien Dios
colocó, en el bello jardín del Edén.
Y por cuanto no era bueno para Adán
estar solo, Dios le mandó un sueño profundo y le quitó una costilla, de la cual
hizo a una mujer. Adán la llamó Eva por cuanto ella sería la madre de todos los vivientes (Génesis 3:20).
Dios le dio a la primera pareja la
responsabilidad de enseñorear sobre la creación (Génesis 1:28) y les dio una sola prohibición - ellos no podrían
comer del árbol de la ciencia del bien y del mal para que no murieran (Génesis 2:17).
Un día, sin embargo, la serpiente antigua que se
llama diablo o Satanás (Apocalipsis 12:9), le dijo a Eva que si
comía del fruto de ese árbol no moriría, sino que sería igual a Dios. Eva le
creyó al diablo, y alargó su mano, comió del fruto prohibido y luego le dio
también a su marido.
Así fue el primer pecado del hombre, fue un
pecado de incredulidad en la palabra de Dios, que los llevó a desobedecer.
Ellos le creyeron al diablo y no a Dios.
Por cuanto ellos pecaron, Dios los echó del Edén;
a la mujer la castigo con dolores de parto y al varón lo castigo forzándolo a trabajar para traer el sustento a su
hogar.
Romanos 5:12
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
Y el pecado trajo la muerte tal y como Dios lo
había advertido. Y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. A
su tiempo, Eva y Adán tuvieron dos hijos: Caín
y Abel. Un día Caín tuvo celos de Abel y lo mató. Por su pecado Caín fue
desterrado de su gente.
Adán y Eva tuvieron muchos otros hijos (Génesis 5:4) y naturalmente ellos se
casaron entre ellos mismos para formar las familias. En esos días los hombres
podían vivir muchos años. El hombre más viejo que menciona la Biblia es Matusalén el cual vivió 969 años (Génesis 5:27).
Cuenta el libro del Génesis que los ángeles
bajaron a la tierra y tuvieron hijos con las mujeres (Génesis 6:2), procreando los gigantes
de la antigüedad. Con la llegada de estos ángeles, la maldad del hombre aumentó
a tal punto que Dios decidió enviar un castigo sobre la tierra para acabar con
todas las criaturas que había creado, incluyendo al hombre.
NOE
Pero, había un hombre llamado Noé, que halló
gracia ante los ojos de Dios (Génesis
6:8), y el Señor decidió salvarlo juntamente con su familia. Este es el
segundo personaje de nuestra historia. Dios
le mandó a Noé construir un arca y le dio las especificaciones exactas. Cuando
el arca fue terminada Dios le dijo que metiera en ella siete parejas de cada
animal limpio y una pareja de cada animal impuro. Cuando todo estaba listo,
Noé, su esposa, sus tres hijos Sem, Cam
y Jafet y sus esposas, entraron al arca y esperaron ahí siete días. Empezó
a llover y las lluvias continuaron por cuarenta
días, cubriendo la tierra con un gran diluvio.
Antes de ello, Dios había arrebatado a Enoc, quien era el abuelo de Noé, (Génesis 5:24). Enoc es un símbolo de la iglesia que será arrebatada
antes de la gran tribulación, mientras que Noé
simboliza a la iglesia que deberá pasar por esa gran tribulación y salir a
flote.
El agua estuvo sobre la tierra por 150 días (Génesis 7:24). Por fin, el arca vino a
descansar en los montes de Ararat
(Génesis 8:4). Este monte es el más
alto de Turquía, con 5165 metros de
altura, está localizado en la parte oriental del país, muy cerca de la frontera
con Irán y Armenia. Se trata de un volcán inactivo cuya cima se encuentra
cubierta de nieve durante todo el año.
Finalmente salieron los ocho del arca, un año y
diez días después de que empezó el diluvio. Entonces Dios prometió que nunca más enviaría un diluvio sobre la tierra, y como señal de su
pacto colocó el arco iris en el
cielo (Génesis 9:13).
Después del diluvio, los descendientes de Noé quisieron
construir una ciudad con una torre que los llevara al cielo para hacerse un
hombre y para evitar ser esparcidos por toda la tierra (Génesis 11:4). Esto no agradó a Dios, por lo que él confundió su
lenguaje para que no se pudieran entender entre sí. “Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió
Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de
toda la tierra” (Génesis 11:9).
Los hijos de Jafet fueron al norte. La mayoría de las personas de Europa y
América son descendientes de Jafet. Los hijos de Cam se establecieron en Canaán y Egipto y otros países en esa
región, mientras que los hijos de Sem
vinieron a ser los padres de los semitas los cuales incluyen a los judíos.
De Sem descienden Abraham, Isaac y Jacob, llamados
los patriarcas, por cuanto son
considerados los padres del pueblo judío Abraham es décimo de Sem.
ABRAHAM
Génesis 2:1 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu
tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te
mostraré. 12:2 Y haré de ti una nación
grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 12:3
Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán
benditas en ti todas las familias de la tierra.
Abraham es nuestro tercer
personaje en esta historia. Este señor nació en Ur de los Caldeos, en la parte
sur donde hoy queda el país de Iraq.
Dios lo escogió para hacer de él su
pueblo escogido y le ordenó dejar su tierra e ir a la que él le mostraría,
Le prometió hacer de él una nación grande, bendecirlo y bendecir en él a todas las naciones de la tierra. Esto se cumpliría
en Jesucristo, descendiente de
Abraham, quien bendeciría al mundo al hacer posible la salvación de todo el
género humano.
Dios
le daría una tierra, la tierra prometida
que Abraham conoció como Canaán y a la cual nosotros llamamos Palestina. En obediencia al divino
llamamiento, Abraham dejó Ur de los Caldeos y se estableció en la tierra de
Canaán. Génesis 12-25 relata muchos
interesantes eventos acerca del viaje de Abraham a esa tierra. Ahí, Lot, su sobrino, lo dejó para ir a establecerse a la impura ciudad de Sodoma.
Abraham
le suplicó a Dios tener misericordia de esa ciudad, para que no la destruyera a
causa de la presencia de Lot, pero había tan pocos justos dentro de ella que
Dios llevó a cabo su intención de quemarla juntamente con la ciudad de Gomorra. Lot fue liberado, pero su
esposa desobedeció a Dios mirando hacia atrás, y por eso fue convertida en
estatua de sal.
Como
pasaron varios años y el hijo prometido no llegaba, Abraham se procuró un hijo
con su esclava Agar; este hijo se
llamó Ismael. Luego le nació Isaac, su segundo hijo, de Sara su esposa y nació cuando Abraham tenía 100 años y Sara
90. Este fue un hijo según la promesa, porque Sara era estéril y estaba muy
mayor para tener hijos, lo mismo que Abraham.
Ismael vino a ser el padre del
pueblo árabe, mientras Dios completó su promesa a través de Isaac y
sus descendientes. Quizás no haya un ejemplo más grande de fe que aquél cuando
Abraham ofreció en sacrificio a Isaac en obediencia al mandamiento de Dios.
Cuando Dios vio la fe de este gran hombre de Dios, le detuvo la mano a Abraham
y salvó la vida de Isaac. Esta absorbente historia puede leerse en (Génesis 22).
Abraham
murió a los 175 años de edad y fue sepultado en la cueva de Macpela al lado de
Sara su esposa.
ISAAC
El
segundo de los patriarcas y tercero en importancia en nuestro estudio fue Isaac
quien vivió 180 años. Dios le repitió su promesa que antes le había hecho a
Abraham, que en su simiente todas las naciones de la tierra serían bendecidas.
Isaac se casó con Rebeca su prima,
de la cual nacieron gemelos, Jacob y
Esaú. Fue a través del más joven de éstos, Jacob, que la promesa de Dios
fue cumplida.
JACOB
Nuestro
cuarto personaje en importancia es Jacob, el tercer patriarca, a quien Dios le
cambió el nombre por Israel.
La expresión "los hijos de Israel"
se refiere a todos los descendientes de Jacob. De Esaú, Jacob compró su
primogenitura por un plato de lentejas (Génesis
25). El también engañó a su padre para obtener su bendición, la cual
pertenecía a su hermano Esaú (Génesis 27).
Habiendo así incurrido en la ira de Esaú, huyó a Harán, donde se encontró con Raquel por la cual él trabajó siete
años con el fin de hacerla su esposa. Pero su suegro lo engañó y le dio a Lea, la hermana mayor de Raquel. Por
eso Jacob se casó con ambas, con Lea y Raquel. Pero tuvo que trabajar otros
siete años por Raquel (Génesis 28 y 29).
Jacob tuvo doce hijos varones y una
hembra llamada Dina. Los hijos de
Jacob llegaron a ser las tribus de
Israel. Por fin Jacob a su tierra y se reconcilió con su hermano.
JOSÉ
Jacob
engañó a su hermano para robarle la primogenitura y luego a su padre para que
lo bendijera en lugar de su hermano. Y al final de sus años, el mismo termina
siendo engañado por sus propios hijos. Ellos
venden a su hermano José como esclavo a unos mercaderes y le dicen a su
padre que un animal lo devoró. Hicieron esto porque estaban celosos por el
favoritismo de Jacob hacia José. Luego José fue vendido por los mercaderes a Potifar, capitán de guardia del Faraón de Egipto. Pero a causa de una
falsa acusación de violación que le hizo la esposa de Potifar, José terminó en prisión.
En la cárcel José le interpretó un sueño al copero del Rey. Años más tarde, el
Faraón tuvo un sueño que ningún sabio del reino se lo pudo esclarecer. Entonces
el copero del Rey se acordó de José y lo mandaron llamar. José pudo interpretar
los sueños del Faraón, pronosticando ese sueño como siete años de abundancia y
siete de escasez. Entonces el faraón lo convirtió en Gobernador de Egipto.
José
manejó muy bien los asuntos del rey y pudo salvar a Egipto de los años de
carestía. Mientras tanto, la escasez llegó a Palestina e hizo que Jacob enviara
diez de sus once hijos a Egipto a comprar grano. Ahí ellos encontraron por
primera vez en muchos años a su hermano a quien habían vendido a esclavitud. La
historia del encuentro de estos hermanos es una de las más conmovedoras que
puede leerse. Todos fueron perdonados y José, con la venia del Faraón, los
instruyó para que trajeran a su padre y a toda la familia a vivir a Egipto (Génesis 42-46).
Éxodo 1:7 Y los hijos de Israel fructificaron y se
multiplicaron, y fueron aumentados y
fortalecidos en extremo, y se llenó de ellos la tierra 1:8 Entretanto, se
levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José; y dijo a su pueblo:
1:9 He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que
nosotros. 1:10 Ahora, pues, seamos sabios
para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo
guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se
vaya de la tierra.
Pasaron
los años y murió José. Los hijos de Jacob se multiplicaron y llegaron a ser más
fuertes que los egipcios y el nuevo
Faraón que no conoció a José, en vez de continuar favoreciendo a los
israelitas, más bien los convirtió en
esclavos. Pero el temor del Faraón creció, entonces ordenó echar al río a
todos los varones egipcios que nacieran:
Éxodo 1:22 Entonces Faraón mandó a todo su pueblo,
diciendo: Echad al río a todo hijo que nazca,
y a toda hija preservad la vida.
MOISÉS
Entonces
Dios decidió levantar a un libertador en la persona de Moisés, nuestro sexto personaje en importancia. La historia de
Moisés es maravillosa, se cuenta que fue colocado en una canasta sobre el río
cuando estaba recién nacido, para que no lo mataran, fue descubierto por la
hija del Faraón y criado como un príncipe. Pero dejó la casa real y aceptó el
liderazgo de su pueblo para liberarlos de la esclavitud.
Moisés
y su hermano, Aarón, quien llegó a
ser su vocero, aparecieron ante Faraón para intentar persuadir al rey que les
permitiera a los israelitas salir de Egipto. Faraón se negó a ello, y no fue
sino hasta que Dios trajo diez plagas sobre la tierra, que él se ablandó, y les
permitió salir. La última plaga fue la más terrible de todas, pues todo
primogénito de Egipto murió, aún el hijo mayor del Faraón. Por causa de esta
última plaga, el pueblo de Israel fue dejado en libertad.
Éxodo 12:37 Partieron los hijos de Israel de Ramesés a
Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. 12:38
También subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y
muchísimo ganado. 12:39 Y cocieron tortas sin levadura de la masa que habían
sacado de Egipto, pues no había leudado, porque al echarlos fuera los egipcios,
no habían tenido tiempo ni para prepararse comida. 12:40 El tiempo que los
hijos de Israel habitaron en Egipto fue cuatrocientos treinta años.
Después
de las diez plagas, el Faraón convino en dejarlos salir. 600.000 hombres, más
las familias dejaron Egipto. Cuando llegaron al Mar Rojo miraron hacia atrás, y
para su sorpresa vieron que el Faraón había enviado su ejército para hacerlos
volver a la esclavitud. Viendo su angustia, Dios instruyó a Moisés para que
extendiera su mano sobre el mar. Así lo hizo Moisés, y el agua se dividió, e
Israel pasó por tierra seca, con agua a ambos lados:
Éxodo 14:21 Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e
hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella
noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. 14:22 Entonces
los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su
derecha y a su izquierda. 14:23 Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras
ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, sus carros y su
gente de a caballo.
Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando
amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza, y los egipcios al huir se
encontraban con el mar; y Jehová derribó a los egipcios en medio del mar. 14:28
Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el
ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni
uno.
De
esta manera Dios salvó a los judíos y todos los hombres del ejército egipcio
que entraron al mar, perecieron ahogados.
Pablo
dice que los judíos en Moisés fueron bautizados
en la nube y en el mar (1 Corintios 10:2)
y esto es de suma importancia. Egipto
simboliza a la esclavitud del pecado
en que estamos sometidos los hijos de Adán. Los egipcios le creyeron a Dios y
siguieron a Moisés, pero allí no llegó su
liberación, ésta se dio hasta después de que salieron de las aguas
del mar. Y Del otro lado del mar, una nube comenzó a guiarlos por el
desierto, esa nube simboliza a Jesús en la persona del Espíritu Santo.
Eso
es lo que tiene que suceder con todos los creyentes. Al creer en Dios no somos
liberados del pecado, pero obtenemos el derecho a escapar del mismo, ese es
solo el primer paso. Luego de creer, debemos dirigirnos a las aguas y ser sepultados por ellas para salir
de las mismas y poder andar en nueva vida. (Romanos 6:3-5). En esas
aguas somos perdonados de todos nuestros
pecados y recibimos el Espíritu Santo (Hechos
2:38).
Después
de 400 años de esclavitud, los
israelitas fueron libres al fin. Por varias semanas marcharon hacia el sureste
en el desierto. Durante este período ellos murmuraron contra Moisés por cuánto
querían agua y comida. En respuesta, Dios les dio codornices y una clase de pan
llamado maná, para satisfacer su hambre (Éxodo
16). Para saciar su sed, Moisés golpeó una roca de la cual salió agua (Éxodo 17). De esta manera nos hallamos
con un ejemplo del cuidado que Dios tiene para con sus hijos.
Finalmente,
el pueblo llegó al Monte Sinaí, a la
parte sur de la Península del Sinaí. Moisés subió al monte para recibir de
parte de Dios, la ley, la cual
guiaría a Israel hasta la muerte de Cristo. Dios le dio a Moisés dos tablas de
piedra, en las cuales él escribió, con su propia mano, los diez mandamientos. Cuarenta días después que Moisés había subido a
la montaña, descendió y descubrió que su hermano Aarón, por insistencia del
pueblo, había hecho un becerro de oro para que el pueblo lo adorara. Este es un
pueblo que regresó a la idolatría sólo
a unas pocas semanas después que Dios lo había salvado de la esclavitud. Tan
enojado se puso Moisés que quebró las tablas de piedra, y obligó al pueblo a
beberse el agua en la que ellos habían fundido el becerro de oro. Tres mil
israelitas fueron muertos ese día por su idolatría.
Una
vez más, Moisés subió al Monte Sinaí para comunicarse con Jehová por otros
cuarenta días. Se renovaron las tablas de piedra; y porciones adicionales de la
ley de Dios fueron reveladas a Moisés. A su regreso Moisés comunicó al pueblo
esta ley que nosotros conocemos como La
Ley de Moisés.
La
ley de Moisés fue dada para gobernar a Israel durante 1500 años, desde su proclamación hasta la muerte de Jesucristo.
Este período es conocido como la Edad
Mosaica. La edad antes de Moisés se conoce como la Edad Patriarcal. La que sigue después de la muerte de Cristo, en la
cual estamos nosotros, es la Edad de la
gracia.
La
ley, la cual es relatada en porciones de Éxodo, Levítico, Números y
Deuteronomio, cubre virtualmente cada fase de la vida de los israelitas. Esta ley
tenía regulaciones civiles, penales y judiciales. Gobernó las actividades
religiosas de los sacerdotes y del pueblo, y estableció las regulaciones
morales, por las cuales debían regirse.
El
fundamento de la ley entera de Moisés fueron los diez mandamientos. Los primeros
cuatro tratan de las obligaciones
del hombre para con Dios y los otros
seis preceptos, tratan de las obligaciones del hombre para con su prójimo (Vea Éxodo 20)
Como
la paga del pecado es la muerte (Romanos
6:23) y el hombre no podía dejar de pecar, porque un espíritu de pecado
había sido sembrado en él y lo hacía cometer pecados, entonces Dios ordenó a
Moisés que construyera un tabernáculo,
una pequeña tienda portátil, para ser empleada como lugar de adoración durante
su vida en el desierto. Tenía dos partes: el lugar santo y el lugar santísimo.
Hebreos 9:6 Y así dispuestas estas cosas, en la primera
parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los
oficios del culto; 9:7 pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez
al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de
ignorancia del pueblo.
En
el lugar santo, solamente los sacerdotes podían entrar a ofrecer culto. Y al
lugar santísimo, solamente el sumo sacerdote entraba una vez al año, el día de
expiación para encontrarse con Dios y solicitarle el perdón de sus pecados y de
todo el pueblo. No sin sangre, o sea
que tenía que sacrificar un animal para que muriera en lugar de los pecadores. El primer sumo sacerdote fue Aarón, el
hermano de Moisés.
Cuando
llegaron a los límites de la tierra prometida, Moisés envió doce espías para que averiguaran si los
habitantes de esa tierra, a los que habían de despojar, eran poderosos. Los
doce espías reportaron que era una tierra que fluía leche y miel, pero que habían
gigantes en esa tierra, y que era
poco aconsejable tratar de conquistarla. Solamente Josué y Caleb dieron un pequeño reporte, urgiendo a la gente a
creer que Dios les ayudaría a conquistar
esta tierra. Allí hay gigantes, pero “nosotros
tenemos a Dios, el mata gigantes” dijeron ellos:
“Y se
quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo
toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto
ojalá muriéramos!” (Números 14:2).
“Lo que
han dicho, eso tendrán, todos morirán en el desierto, excepto Josué y Caleb que
si creyeron en mí”, dijo Jehová (Números
14:28-31) y los dejó vagando por el desierto por cuarenta años, hasta que murió el último de ellos. La incredulidad les impidió ver la tierra
prometida y el desierto se convirtió en un enorme cementerio.
Moisés
tampoco ingresó a la tierra prometida, porque golpeó la roca en vez de hablarle
como había mandado Dios, y al proceder así lo hizo para gloria personal,
asumiendo crédito por el milagro del agua que brotó de la roca. Por esto no
pudo entrar a la tierra prometida.
Dios
permitió a Moisés subir al Monte Nebo
para contemplar la tierra prometida, pero luego le quitó la vida. Acabada su
misión, murió a la edad de 120 años, y fue sepultado por el Señor.
JOSUÉ
Josué 1:1 Aconteció después de la muerte de Moisés siervo
de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo:
1:2 Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y
todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel.1:3 Yo os he
entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de
vuestro pie.
Muerto
Moisés, Dios le ordenó a Josué tomar
el mando e ir a conquistar la tierra
prometida. Irían con él todos los varones nacidos en el desierto durante
aquellos cuarenta años y que estuvieran aptos para la guerra. Josué terminó lo
que Moisés inicio pero que no pudo llevar a un final feliz: la conquista de la tierra prometida.
Tomó, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que
Jehová había dicho a Moisés; y la entregó Josué a los israelitas por herencia
conforme a su distribución según sus tribus; y la tierra descansó de la guerra
(Josué 11:23).
La
tierra prometida había sido conquistada y liberada de todos los enemigos.
Después de muchas guerras para la conquista, vino la paz por muchos años,
porque los enemigos de Israel tenían temor del Dios de los judíos.
Josué 24:29 Después de estas cosas murió Josué hijo de
Nun, siervo de Jehová, siendo de ciento diez años. 24:30 Y le sepultaron en su
heredad en Timnat-sera, que está en el monte de Efraín, al norte del monte de
Gaas. 24:31 Y sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo
de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todas las obras que
Jehová había hecho por Israel.
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