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Hay un problema que está carcomiendo las
familias. Ese problema es “la conversión”. Resulta que en un
matrimonio la esposa se “convierte” a
Cristo y todo se “convierte en un caos”.
Antes de convertirse, ella iba a bailar con su esposo, pero luego de convertida
ya no lo hace, porque bailar es pecado, y además al salón de baile solamente
van los pecadores. Antes de convertirse, sus hijos podían escuchar la música
que quisieran, pero después de convertirse solo se les permite escuchar música
cristiana pues la otra música los contamina. “No
tomes, no comas, no cantes, no bailes, no veas tele, no compartas” es lo
que sale de la boca de la recién “convertida”. Su casa es la casa del “NO”.
Si otros creyentes siguen una “vida normal”,
ella los va a señalar como “falsos
cristianos o cristianos carnales” que se burlan de Dios. Para su familiares,
ella no se convirtió en nada bueno, sino en un “verdugo” que los acusa y los condena de día y de noche. En lugar de
atraerlos al evangelio, se ha convertido en una piedra de tropiezo, pues ellos no quieren saber nada del evangelio
por causa de su comportamiento. Esto es solo un ejemplo, pero hay miles de
ejemplos y miles de familias destruidas por causa de la “conversión”.
Romanos
14:1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. 14:2
Porque uno cree que se ha de comer de
todo; otro, que es débil, come legumbres. 14:3 El que come, no
menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque
Dios le ha recibido.
En el capítulo 14 de la carta a los Romanos, el
apóstol Pablo trata acerca de este tipo de creyentes y les llama “débiles
en la fe”. Pablo dice que no contendamos con ellos sobre opiniones ni
los menospreciemos ni los juzguemos, sino que simplemente los aceptemos. Pero, para los que conviven con ellos,
es un asunto de muy difícil tratamiento, porque los débiles en la fe viven en
un constante señalamiento.
Juan 3:17
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que
el mundo sea salvo por él.
Jesús no vino a condenar al mundo sino a
salvarlo. Si Jesús no condena a nadie ¿Por qué el débil en la fe condena a
todos? Porque, al igual que los fariseos de la época de Jesús, no ha entendido la gracia.
Mateo 23:4
Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros
de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
Los fariseos se consideraban santos,
mientras que para ellos, los
demás eran unos pecadores. Vivían
señalando a los demás y dándoles cargas
que ellos no cargaban. Jesús los desenmascaró y les llamó sepulcros blanqueados, porque eran
blancos por fuera pero por dentro estaban llenos de gusanos.
Y es que todos, absolutamente todos, estamos llenos de inmundicia. La palabra de
Dios dice que no hay justo ni aún uno
(Romanos 3:10). Los débiles en la fe no son la excepción, por el contrario, son más pecadores que los demás porque viven juzgando.
El fuerte
en la fe tiene claro que no hay
ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1), tiene paz en su corazón y
no siente que haya nada en su caminar
ni en el ambiente en el que se desenvuelve, que
lo condene ni que lo haga perder su salvación. Pero el débil en la fe duda ve
la condenación por todo lado, hasta siente las llamas del infierno a todo lugar
que llega, solamente su casa es santa.
Romanos
14:23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con
fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.
El fuerte en la fe come y bebe sin preocupación
alguna porque todo lo que hace, lo hace confiado en que nada lo condena, por su
fe en Cristo. Pero el débil en la fe pone en duda si lo que come o bebe lo
puede condenar. Y es precisamente esa duda lo que lo condena, porque el que duda, duda porque no tiene fe de que ya fue perdonado.
Para el débil en la fe, los creyentes no debemos juntarnos con los pecadores, entendiendo
por éstos a “los que no están en Cristo”
¿Qué dice la palabra de Dios?
1
Corintios 5:9 Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios;
5:10 no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o
con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario
salir del mundo. 5:11 Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que,
llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o
borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. 5:12 Porque ¿qué razón tendría yo
para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro?
En esa carta a los Corintios, el Apóstol Pablo
dice, que no podemos dejar de juntarnos
con los fornicarios, ni con los avaros, ni con los ladrones, ni con los
idólatras, porque para ello tendríamos
que dejar el mundo.
Más bien dijo, que no debemos juntarnos con aquellos
que “diciéndose
hermanos”, practican el pecado.
Todos los que están en Cristo pecan, si
decimos que no hemos pecado, hacemos a Dios mentiroso y su palabra no está en
nosotros (1 Juan 1:10), pero el que practica el pecado es del diablo
(1 Juan 3:8). Una cosa es pecar y
otra es practicar el pecado, o sea hacer del pecado una forma de vida. A esto se
refería Pablo. Pero en ninguna manera se
refiere a que no podemos juntarnos con los que no están en Cristo.
Lucas 7:33
Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio
tiene. 7:34 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un
hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. 7:35 Mas
la sabiduría es justificada por todos sus hijos.
Juan el
bautista
no comía pan ni bebía vino y decían que estaba endemoniado. Por su parte el Señor Jesús se juntaba con los
pecadores y comía y bebía con ellos y lo señalaban como comelón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores.
Si Jesús nunca pecó ni hizo nada malo, esto
implica de manera indubitable que el
juntarse con pecadores o incrédulos y compartir con ellos, no es pecado, no
está prohibido en la palabra de Dios y no tiene nada de malo. No olvidemos que
nosotros también nos revolcamos en el polvo. Si hemos sido salvos es por la
gracia de Dios, no porque lo merezcamos o seamos mejor que otros.
Y ponga atención al verso 35: “Más la sabiduría
es justificada por los hijos”. ¿Qué es lo que nos quiere decir esto? Que lo
que importa es que tengamos hijos
espirituales. Hay personas que no bailan, no karaokean, no beben, no fuman, no
comparten, pero tampoco tienen hijos espirituales.
Siempre te
van a señalar,
te dirán que tienes demonio o te dirán comilón y bebedor de vino, no importa lo
que digan si eso lo aprovechas para llevar personas a Cristo. Eso es sabiduría, sabiduría no es encerrarse
en un convento toda una vida.
Lucas 6:43
No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto.
6:44 Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los
espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. 6:45 El hombre bueno, del buen
tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su
corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca
No es buen árbol el que da malos o buenos frutos
sino el que da frutos. No es un asunto de comportamiento sino de producción.
No se cosechan higos de los espinos ni
de las zarzas se vendimian uvas. De la higuera se cosechan higos, de la zarza
las zarzas y del cristiano se cosechan cristianos. El cristiano al igual que
el árbol, se conoce por su fruto, entonces dar
fruto es llevar personas a Cristo.
Muchos creyentes creen que dar testimonio es “dejar de
hacer algo” (como no fumar o no beber),
para
que los demás vean un cambio en sus vidas. Quienes así piensan no han
entendido el evangelio, “la vida cristiana es una vida por gracia”. Por gracia somos salvos (Efesios 2:8), por gracia Dios nos da sabiduría, por gracia nos
justifica, por gracia nos santifica y por gracia nos redime en Cristo Jesús, no es algo que nosotros podemos conseguir fuera de Cristo, esa es una obra exclusiva del Espíritu Santo en nosotros
los que estamos en Cristo, Como está escrito: “El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1:30-31).
Gálatas 5:17
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra
la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. 5:18
Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
Note usted que el deseo de la carne es contra el
Espíritu (en mayúscula), o sea que es
contra el Espíritu Santo, no es contra usted. Usted no puede vencer los deseos
de la carne, eso es un trabajo del Espíritu Santo. Si usted se esfuerza por vencer
los deseos de la carne, se pone bajo
la ley, y si se pone bajo la ley, se
pone bajo condenación. Lo que tiene que hacer es confiar en que el Espíritu Santo vencerá por usted.
No te estoy diciendo que vayas a pecar porque gracia no es pecar, pero divertirse tampoco es pecar. Usted no
encontrará un mandamiento de la ley que así lo diga. A su debido tiempo, el
Espíritu Santo te quitara el gusto por algunas cosas que no convienen.
Dar
testimonio
no significa abstenerse de hacer algo o dejar de hacer algo, dar testimonio es dar una declaración. Eso es lo que
hace un testigo en un tribunal, no llega a decir que ha dejado de fumar, llega
a “hablar de lo que sabe” en un caso.
Hechos
22:15 Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y
oído.
Ananías le dijo a Pablo que había sido escogido
por Dios para ser testigo de lo que había visto y oído de Cristo Jesús. Pablo
no iba a hablar de los cambios en su vida, sino de Cristo. Dar testimonio no es maquillarse y
mostrar otra cara al mundo, con eso no se ganan almas.
Hechos 1.8
8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y
me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último
de la tierra.
La orden de Jesús a los discípulos no fue que
fueran a hablar de ellos, sino que fueran a hablar de Cristo.
La bandera
del débil
en la fe es la abstención. Para él,
el creyente debe abstenerse de todas las cosas del mundo y dejar de compartir
con los mundanos; sin embargo, nuestro Señor Jesús enseñó todo lo contrario:
Mateo 9:10
Y aconteció que estando él sentado
a la mesa
en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores,
que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.
9:11 Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come
vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? 9:12 Al oír esto Jesús, les
dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 9:13 Id,
pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque
no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.
En este pasaje podemos ver que los fariseos eran
tan débiles en la fe que criticaron a
Jesús porque compartía con los pecadores y publicanos. Al oírlos Jesús les dijo
que los sanos no tenían necesidad de médico sino los enfermos. Jesús dejó claro
que si no compartimos con los pecadores,
no vamos a ganar almas para él. Y agregó: “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no
sacrificio”.
La palabra sacrificio
tiene dos significados: el primer significado es ofrendar o dar algo a cambio. Esto lo podemos ver en el Viejo Testamento,
donde los sacerdotes sacrificaban animales
a cambio del perdón provisional de pecados. Pero, en el nuevo Testamento dice:
Hebreos
10:17 Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 10:18 Pues donde
hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.
Bajo el nuevo pacto no tenemos nada que ofrendar, porque Jesús se ofrendó por nosotros
y obtuvo eterna redención con su sangre (Hebreos 9:12).
El segundo
significado de sacrificio es abstenerse
voluntariamente de hacer algo con un
fin. El débil
en la fe
quiere sacrificarse o abstenerse de comer, de beber, de
divertirse porque para él todas esas son cosas del mundo. A este segundo significado de sacrificio fue al que se refirió nuestro
Señor Jesús cuando dijo que no quiere sacrificios, que lo que quiere es
misericordia.
Misericordia
es un
término que proviene del latín y hace referencia a una virtud que lleva a los
seres humanos a compadecerse del mal ajeno. Las personas tienen muchos males
pero hay uno que está por encima de todos y es el pecado que los tiene destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). El hombre necesita
conocer la verdad del evangelio para ser perdonado y ser restituido a la gloria de Dios. No es
absteniéndonos de hacer algo, que ayudamos a esas personas, sino llevándoles el
evangelio.
La fe es
por el oír la palabra de Dios (Romanos
10:17). Ellos deben oír para obtener la fe, pero si los aislamos, si los
evitamos no les ayudamos en nada.
Dios se refleja en nosotros a través del amor, no
se aleje de los pecadores, no los critique, deles amor y entonces querrán saber
lo que tienes que decirles. Recordemos el ejemplo que usamos al inicio de este
estudio, acerca de la señora que se “convirtió”.
Ella no reflejaba a Cristo, porque Cristo es amor y perdón y ella reflejaba a Satanás porque el diablo es el acusador de nuestros hermanos.
El débil en la fe ve la condenación por todo lado y vive pregonando que divertirse, que escuchar música secular, que ver
televisión, que participar de las actividades sociales son cosas del mundo como
si él no viviera en el mundo. ¿Qué dice la palabra de Dios?
1
Corintios 6:12 Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas
las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.
1
Corintios 10:23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito,
pero no todo edifica.
La palabra de Dios enseña que todo
es lícito para el creyente, pero éste no se debe dejar dominar o enviciar
por nada, porque no todo conviene y no todo edifica. Por eso Dios nos dio
al Espíritu Santo, para que nos guíe, su luz se encenderá, entonces metemos el
freno y damos marcha atrás.
Romanos
14:3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al
que come; porque Dios le ha recibido.
14:4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor
está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.
Pablo nos llama a no menospreciar al prójimo por
causa de lo que come o no come, de lo que bebe o no bebe, porque solamente Dios
tiene potestad para juzgar, pero Dios lo mantendrá firme. Este asunto no se limita únicamente a la
comida o a la bebida sino a las demás actividades de la vid diaria. Por ejemplo, si a una persona le gusta ir a
bailar con su esposa, para el débil, esa persona es un mundano
pecador; y para esa persona el débil
en la fe es un amargado, un fariseo que
no vive ni deja vivir.
Los débiles en la fe deben ser aceptados sin ser
criticados y ellos, a su vez deben aceptar a los que ejercen su libertad en
Cristo, sin tampoco hacer señalamientos. El débil en la fe es una piedra de tropiezo para
que otros alcancen la salvación y la libertad de los fuertes puede ser una piedra de tropiezo para ellos;
no es un asunto fácil de manejar.
Romanos
14:13 Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien
decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. 14:14 Yo sé, y confío
en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que
algo es inmundo, para él lo es. 14:15 Pero si por causa de la comida tu hermano
es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya
se pierda aquel por quien Cristo murió. 14:16 No sea, pues, vituperado vuestro
bien; 14:17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz
y gozo en el Espíritu Santo.
Nada es
malo en sí mismo,
no es malo comer, no es malo beber, nada es malo, pero para el que piensa que
algo es malo, para él lo es porque su
conciencia lo condena.
El reino de Dios no es comida ni bebida, en
otras palabras éstas cosas no son de importancia en el Reino de Dios, lo que es
importante es la justicia, la paz y el gozo en
el Espíritu Santo.
Romanos
14:20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la
verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que
come. 14:21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano
tropiece, o se ofenda, o se debilite. 14:22 ¿Tienes tú fe? Tenla para contigo
delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que
aprueba. 14:23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo
hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.
Este es el pasaje preferido del débil en la fe
porque dice que resulta bueno no comer carne ni beber vino ni hacer algo para
que un “hermano” no tropiece, no se ofenda o se debilite, esto es para con los neófitos. La escritura dice que “Bienaventurado el que no se condena a sí
mismo en lo que aprueba”, aquel que vive en la completa libertad que Cristo
le dio. “Pero el que duda sobre lo
que come, o sobre cualquier otra cosa que haga, es condenado porque no lo
hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado”, estos son los
débiles en la fe.
Fundamentados en la palabra de Dios, podemos
afirmar que la persona que está equivocada es el débil en la fe y no los demás
creyentes El débil en la fe debe madurar y cambiar de actitud.
El problema es que el cristiano fuerte, se puede
convertir en un hipócrita, haciendo cosas o dejando de hacer cosas en las que
no cree para que sus hermanitos no se pierdan, pero eso es un arma de doble filo, porque el nuevo creyente cree que eso es lo
correcto y se puede iniciar con los fundamentos equivocados. Veamos un ejemplo
real:
Gálatas
2:11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de
condenar. 2:12 Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con
los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía
miedo de los de la circuncisión. 2:13 Y en su simulación participaban también
los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la
hipocresía de ellos.
De acuerdo con la ley de Moisés, los judíos no
podían comer junto con los gentiles porque eran inmundos. Pedro sabía que bajo el nuevo pacto ya no había nada inmundo,
él había recibido una revelación de parte de Dios en ese sentido (Capítulo 10 del libro de los Hechos) y
comía con los gentiles cuando no habían judíos. Pero cuando habían judíos
presentes, se apartaba de los gentiles porque tenía miedo de lo que dirían los
judíos. Además, por causa de los judíos
obligaba a los gentiles a circuncidarse y andar conforme a la ley. No era
lo correcto, pero Pedro lo hacía por
hipocresía, para quedar bien con los judíos, lo malo es que los gentiles estaban creyendo que
circuncidarse era lo correcto.
Gálatas
2:14 Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del
evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los
gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? 2:15
Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, 2:16
sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la
fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser
justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por
las obras de la ley nadie será justificado.
Pablo reprendió a Pedro porque no andaba
conforme a la verdad del evangelio y le recordó que el hombre no es justificado por las obras sino por lo que cree, por
cuanto por las obras nadie será justificado.
Los
débiles en la fe son consecuencia de las malas enseñanzas de las iglesias
legalistas,
es la razón por la cual Pablo se molestó, porque el legalismo nos puede quitar la gracia.
Gálatas
2:18 Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor
me hago. 2:19 Porque yo por la ley soy
muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. 2:20 Con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora
vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se
entregó a sí mismo por mí. 2:21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la
ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.
El problema del pecado ya está resuelto, el
creyente nacido de nuevo no debe de tratar
de resolverlo. Es
lo mismo que
encadenar la palabra
de Dios. El creyente está muerto para la ley y para el pecado. El creyente
fue crucificado
con Cristo en el bautismo (Romanos
6:3-6) y ya no vive, el que vive es
Cristo en él.
El débil en la fe no anda conforme al Espíritu sino conforme a la carne, y se expone
a toda condenación porque edifica lo destruido. Ya no hay condenación alguna
para el que está en Cristo Jesús, aquel que anda conforme al Espíritu, en fe,
no conforme a la carne, confiando en sí mismo (Romanos 8:1). Si tenemos que hacer
algo o dejar de hacer algo para no
ser condenados entonces por demás murió Cristo y estaríamos
desechando la gracia de Dios.
Satanás se encuentra en la
tierra para acusar a los hermanos
en Cristo (Apocalipsis 12:10), pero los vencedores lo vencen por la
sangre del Cordero que los ha limpiado de todo pecado, y por dar testimonio
de Cristo hasta la muerte (Apocalipsis
12:11), no por dejar de comer o de beber esto o aquello.
Romanos
8:33-34 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también
resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por
nosotros.
La palabra de Dios nos enseña que solo Dios nos
puede acusar, pero él no nos acusa, sino que nos justifica en Jesús. Dice que Cristo es
el que condena, pero Cristo intercede por nosotros en lugar de condenarnos. Cuando
el débil en la fe te señale, debes decirle “no me acuses Satanás”, porque toda acusación viene de él.
Colosenses
2:13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra
carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, 2:14
anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era
contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, 2:15 y despojando a
los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre
ellos en la cruz.
Estábamos muertos en nuestros pecados, pero
Jesús dio su vida por esos pecados y anuló
el acta de los decretos que había en contra nuestra, quitándola de en medio
y clavándola en la
cruz. ¿Qué es
el acta de los decretos? La palabra griega traducida
como "acta" es "Cheirografon" que quiere decir "contrato escrito" o "certificado de deuda” resultante de alguna transgresión. También "libro con registro de pecados"
usado para la condenación del
transgresor. O sea
que lo que fue clavado en la
cruz fueron los registros de
nuestros pecados que "estaban contra nosotros" condenándonos a
muerte". De este modo, destruyendo el "cheirografon", Cristo
despojó "a los principados y
potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz".
Por tal razón, no podemos permitir ninguna
acusación en nuestra contra, porque la deuda fue saldada, y el pagaré fue
destruido. Cuando nos bautizamos somos juzgados
y declarados inocentes y ya nadie nos puede juzgar por lo mismo.
Colosenses
2:16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de
fiesta, luna nueva o días de reposo, 2:17 todo lo cual es sombra de lo que ha
de venir; pero el cuerpo es de Cristo.
Nadie te juzgue por lo que comes o bebes o por
lo que haces, porque todo eso es sombra de lo que vendrá.
Colosenses
2:20 Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo,
¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos 2:21 tales
como: No manejes, ni gustes, ni aun toques 2:22 (en conformidad a mandamientos
y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? 2:23 Tales
cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en
humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los
apetitos de la carne.
El creyente está muerto con Cristo, en cuando a
los rudimentos del mundo. “No tomes, no toques, no gustes”, no son mandamientos
que vienen de Dios, son doctrinas de hombres que de destruyen con el uso. Esas
cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en
humildad y en duro trato del cuerpo, nos dice Pablo, pero ponga mucha atención.
“no
tienen ningún valor contra los apetitos de la carne”. Esto es así,
porque nadie, absolutamente nadie puede vencer la carne, sino únicamente el
Espíritu Santo.
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