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A veces tenemos que
enfrentar alguna circunstancia, hacemos nuestro mayor esfuerzo y no logramos la
solución, entonces nos echamos a morir y sentimos que el mundo se nos cae
encima. Eso sucede porque se nos olvida que
hay un gigante que gana las batallas por nosotros. Para recordarnos ese “pequeño detalle”, la Biblia nos cuenta
la historia de 300 valientes que se enfrentaron a un ejército de 135.000
hombres y salieron victoriosos; de esa historia hablaremos hoy:
Josué, tomado de la mano de Dios, guió al pueblo de Israel en
la conquista de la tierra prometida. Pero, una vez muerto Josué, los hijos de Israel dejaron a Jehová el Dios de sus padres,
que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron tras otros dioses, a los cuales adoraron. Y se encendió contra Israel el furor de Jehová, el cual los entregó en manos de robadores que los despojaron, y no pudieron
ya hacer frente a sus enemigos.
Por dondequiera que salían, la mano de Jehová
estaba contra ellos para mal, como Jehová había dicho, y como Jehová se lo había
jurado; y tuvieron gran aflicción. Y Jehová levantó
jueces que los librasen de mano de los que les despojaban; Y cuando Jehová les levantaba
jueces, Jehová estaba con el juez,
y los libraba de mano de los enemigos todo el tiempo
de aquel juez; porque Jehová
era movido a misericordia por sus gemidos
a causa de los que los oprimían y afligían. Mas acontecía que al morir
el juez, ellos
volvían atrás, y se corrompían más que sus padres, siguiendo
a dioses ajenos para servirles, e inclinándose delante
de ellos; y no se apartaban de sus obras,
ni de su obstinado camino. Y la ira de Jehová se encendió
contra Israel, y dijo: Por cuanto este pueblo traspasa
mi pacto que ordené
a sus padres, y no obedece a mi voz, tampoco yo volveré más a arrojar de delante
de ellos a ninguna de las naciones
que dejó Josué cuando murió; para probar con ellas
a Israel, si procurarían o no seguir el
camino de Jehová, andando en él, como
lo siguieron sus padres. (Jueces 2:11-23).
Si abrimos los ojos, podemos ver que el tiempo de los jueces pareciera
ser nuestro tiempo, las personas proclaman
amar a Dios, pero tienen sus casas llenas de imágenes de “santos” y “vírgenes” ante las cuales
se inclinan y les dan honra, contradiciendo totalmente los mandamientos de Dios
(Éxodo 20:1-6) y encendiendo su ira.
Jueces 6:1 Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová
los entregó en mano de Madián por siete años. 6:2 Y la mano de Madián
prevaleció contra Israel.
Y los hijos de Israel,
por causa de los madianitas, se hicieron cuevas
en los montes, y cavernas, y lugares fortificados. 6:3 Pues sucedía que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente
contra ellos; subían
y los atacaban. 6:4 Y acampando contra
ellos destruían los frutos de la tierra,
hasta llegar a Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos. 6:5 Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en grande multitud
como langostas; ellos y sus camellos eran innumerables; así venían a la tierra para devastarla. 6:6 De este modo empobrecía Israel
en gran manera
por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová.
En este pasaje podemos
ver que por esa idolatría, Jehová entregó a los judíos
en manos de Madián;
los israelitas sembraban y cosechaban, pero los
madianitas les quitaban las cosechas, los israelitas criaban
ganado pero los madianitas venían a la tierra como langostas y todo lo devastaban. De esta manera Israel conoció
la frustración de trabajar sin aprovechar lo trabajado.
Así sucedió durante siete años, hasta que en su desesperación, Israel se acordó de Dios y clamó en busca de una nueva oportunidad
Jueces 6:11 Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los
madianitas.
Dice la Escritura que un
hombre llamado Gedeón sacudía el trigo en el lagar y
no en la era; la era es el lugar donde se sacude el trigo
y el lagar es donde se exprime la uva, pero
Gedeón sacudía el trigo en el lagar, para esconderlo de sus enemigos, porque la
era no ofrecía ninguna seguridad. Y un día, Dios le envió un ángel:
Jueces 6:12 Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo,
varón esforzado y valiente. 6:13 Y Gedeón le respondió:
Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas,
que nuestros padres nos han contado,
diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto?
Y ahora Jehová
nos ha desamparado, y nos ha entregado
en mano de los madianitas. 6:14 Y mirándole Jehová, le dijo:
Ve con esta tu fuerza,
y salvarás a Israel de
la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?
El ángel le dice a
Gedeón que Dios está con él, pero Gedeón le contestó que si Dios estuviera con
él, no estaría viviendo esas circunstancias (sin hacer conciencia de que todo era consecuencia de la idolatría de su pueblo).
El ángel no discute, solamente le dice que Dios está con él y que va a librar
a su pueblo a través de él.
El Señor
insta a Gedeón
a que use su fuerza
y que vaya en su nombre,
ese es un camino seguro. Generalmente se nos olvida ir
en el nombre de Jesús y nuestra
batalla es una batalla perdida.
Jueces 6:15 Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel?
He aquí que mi familia es pobre en Manasés,
y yo el menor en la casa de
mi padre.
Aunque Dios ha visto alguna fuerza en Gedeón, éste no ve nada en sí mismo; además, dice que su familia
es pobre y que él es el menor de sus hermanos. Al igual
que Gedeón, somos dados a ver la apariencia externa, pero Dios lo que ve es el corazón del hombre:
Como sucedió
con Gedeón sucedería
luego con David, Dios escogería al menor de los hermanos, porque Dios no ve la edad, no
ve nuestra apariencia, ni los bienes
o títulos que poseemos, lo que ve es nuestro corazón
(Samuel 6:7).
Jueces 6:17 Y él respondió: Yo te ruego que si he hallado
gracia delante de ti, me des señal de que tú has hablado conmigo. 6:18 Te ruego que no te vayas de aquí hasta que vuelva a ti, y saque mi ofrenda y la ponga delante de ti.
Y él respondió: Yo esperaré
hasta que vuelvas.
Gedeón desconfía
de si en realidad está hablando con un ángel,
por eso pide una señal.
Así también nosotros
debemos probar los espíritus, y someter nuestras
percepciones al juicio de Dios pidiendo una señal. Lo más probable es que Dios nos confirme a través de los hermanos
aunque él tiene miles de formas de hacerlo.
Jueces 6:19 Y entrando Gedeón, preparó un cabrito,
y panes sin levadura
de un efa de harina;
y puso la carne en un canastillo, y el caldo en una olla, y sacándolo se lo presentó debajo de aquella
encina. 6:20 Entonces el ángel de Dios le dijo: Toma la carne y los panes sin levadura,
y ponlos sobre esta peña, y vierte el caldo. Y él lo hizo así. 6:21 Y extendiendo el ángel de Jehová el báculo que tenía en su mano, tocó con la punta la carne y los panes sin levadura; y subió fuego de la peña, el cual consumió
la carne y los panes sin levadura. Y el
ángel de Jehová desapareció de su vista.
Entonces Gedeón presentó
una ofrenda por el pecado
de su pueblo. Él la ofrece debajo de la encina, pero el ángel
le corrige, diciéndole que la ofrezca sobre la peña. Entonces
–y sólo entonces–, el ángel
tocó la punta de la carne con su báculo e hizo subir fuego de la peña, que consumió la carne y los panes sin levadura.
Esta es una revelación de que cualquier ofrenda
que se le hacía a Dios tenía
que
ser sobre la roca que es Cristo (1 Corintios 3:11), solo y entonces, el fuego podía subir
de ella.
En la era de la gracia,
nosotros no tenemos absolutamente nada que ofrendar
por el pecado (Hebreos 10:18) porque Jesús fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá
por segunda vez, sin relación
con el pecado, para salvar a los que le esperan (Hebreos 9:28). Lo que tenemos
que hacer es creer en Jesús y bautizarnos.
Jueces 6:22 Viendo entonces
Gedeón que era el ángel de Jehová, dijo: Ah, Señor Jehová,
que he visto al ángel de Jehová
cara a cara. 6:23 Pero Jehová
le dijo: Paz a ti; no tengas temor, no morirás. 6:24 Y edificó
allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová-salom; el cual permanece
hasta hoy en Ofra de
los abiezeritas.
Gedeón se da cuenta de que lo
que
tiene al frente es en realidad un ángel,
cuando éste toca con su báculo la peña y sale fuego de ella. Entonces se llena de temor,
pero el ángel Dios le dice que tema, que no morirá. Entonces, Gedeón edifica allí altar a Jehová,
y lo llama "Jehová-salom" que significa “Jehová es paz”
porque a través de la ofrenda por el
pecado se hace la paz con Dios.
Jesús nos reconcilió con Dios, hizo la paz mediante la sangre de su cruz
(Colosenses 1:20), por eso nosotros
no necesitamos ofrendar nada, la sangre
de Jesús es la única ofrenda que Dios acepta para el perdón de nuestros
pecados.
Jueces 6:25 Aconteció
que la misma noche le dijo Jehová: Toma un toro del hato de tu padre, el segundo toro de siete años, y derriba el altar de Baal que tu padre tiene, y corta
también la imagen
de Asera que está junto
a él;
A llegar la noche, Jehová le dijo a Gedeón que tomara un toro para que derribara la imagen
de Baal y de Asera que tenía su padre. Esto nos revela, que si una persona
pide el favor de Dios, lo primero
que tiene que hacer es destruir las imágenes de otros dioses, arrepentirse y reclamar el sacrificio de Cristo para salvación.
Si no destruimos las imágenes, no podremos quitarnos de encima las maldiciones ni el poder de Satanás
sobre nuestras vidas,
tómalo muy en cuenta.
La idolatría era la causa de qué el pueblo estuviera en opresión, ellos tenían ídolos en sus propias casas. ¿Cómo podían ser librados
así? ¿Acaso no sabían que fue Dios el que les dijo que no debían tener otros dioses ni inclinarse ante las imágenes
ni darles honra? (Éxodo 20: 1-5)
Gedeón 6:26 y edifica
altar a Jehová tu Dios en la cumbre de este peñasco
en lugar conveniente; y tomando el segundo toro, sacrifícalo en holocausto con la madera de la imagen
de Asera que habrás cortado.
6:27 Entonces Gedeón tomó diez hombres
de sus siervos, e hizo como Jehová
le dijo. Mas temiendo
hacerlo de día, por la familia de su padre y por los hombres de la ciudad, lo hizo de noche.
Seguidamente Dios le dice a Gedeón que sacrifique otro toro, para que edifique
un altar en el lugar en donde estaban los dioses falsos. Esto nos
revela que una vez que somos perdonados de nuestros pecados, lo que sigue es la ofrenda por el servicio.
Bajo el nuevo Pacto no
tenemos que ofrecer ningún toro en sacrificio, lo que tenemos que hacer es ofrendar
sobre
el
altar
nuestros
miembros (Romanos 6:13) como sacrificio vivo, para instrumentos
de justicia en el servicio
de Dios; lo que se conoce como
consagración. Muchas personas
no
ven cambios en sus vidas porque no han
puesto
sus
cuerpos
sobre
el
altar para el servicio
de Dios.
Y note que Dios le dice a Gedeón que use la madera de esos falsos ídolos para
encender el fuego, demostrando con ello, que las imágenes no tienen ningún valor espiritual, sino que serán
quemadas juntamente con los que se inclinen ante ellas.
Jueces 6:28 Por la mañana, cuando los de la ciudad se levantaron, he aquí que el altar de Baal estaba derribado, y cortada la imagen de Asera
que estaba junto a él, y el segundo toro había sido ofrecido en holocausto sobre el altar edificado. 6:29 Y se dijeron
unos a otros: ¿Quién ha hecho esto? Y buscando e inquiriendo, les dijeron: Gedeón
hijo de Joás lo ha hecho.
Entonces los hombres de la ciudad dijeron a Joás: 6:30 Saca a tu hijo para que muera, porque ha derribado el altar de Baal y ha cortado la imagen
de Asera que estaba junto a él.
Derribar los ídolos significa
barrer con todo lo que reclama nuestra atención
o nuestro amor por encima
del Señor. Esto significa entrar
en conflicto con otras
personas y hasta recibir amenazas
de muerte, y así sucedió
con Gedeón, vea que los de la ciudad pidieron
su muerte.
Jueces 6:31 Y Joás respondió a todos los
que
estaban
junto
a
él:
¿Contenderéis vosotros por Baal? ¿Defenderéis su causa? Cualquiera que contienda por él, que muera esta mañana. Si es un dios, contienda
por sí mismo con el que derribó
su altar. 6:32 Aquel día Gedeón fue llamado Jerobaal, esto es: Contienda Baal
contra él, por cuanto derribó
su altar.
Pero el padre de Gedeón salió en su defensa y los increpó. ¿No me digan que van a pelear
por Baal, no me diga que van a defender su causa? Entonces
se calmaron. Y Gedeón en adelante fue llamado
Jerobaal que significa
“el que contiende con Baal”.
Yo quiero ser un Jerobaal, quiero ser conocido
como “el que contiende con los ídolos”. No me importa lo que diga
mi familia ni lo que digan mis amigos, me importa lo que diga Dios. Eso es
lo que deben hacer todos aquellos que se proclamen
cristianos, deben ser firmes y hablar en contra de la idolatría.
NO hay un pecado
que irrite más al Señor que la idolatría,
Dios llama adúlteros a quienes la practican
y rameras a las religiones que profesan la idolatría (Apocalipsis 17:5). ¿Quieres ser enemigo de Dios? Entonces pon una imagen de algún santo o de alguna virgen en tu
casa.
Jueces 6:33 Pero todos los madianitas y amalecitas y los del oriente
se juntaron a una, y pasando acamparon en el valle de Jezreel.
6:34 Entonces el Espíritu
de Jehová vino sobre Gedeón, y cuando éste tocó el cuerno,
los abiezeritas se reunieron con él.
Los enemigos de Israel
se prepararon para ir en su contra, entonces el Espíritu Santo vino sobre
Gedeón y cuando éste tocó el cuerno,
toda su familia se le unió. Su testimonio había sido eficaz, primero atrajo a su padre, luego atrajo a toda su familia,
y más adelante habría de ser notorio a todo Israel.
Jueces 7:1 Levantándose, pues, de mañana Jerobaal, el cual es Gedeón, y todo el pueblo que estaba con él, acamparon
junto a la fuente de Harod; y tenía el campamento de los madianitas al norte, más allá del collado
de More, en el valle. 7:2 Y Jehová dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe
Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado.
7:3 Ahora, pues,
haz pregonar en oídos del pueblo, diciendo: Quien tema y se estremezca, madrugue y devuélvase desde el monte de Galaad.
Y se devolvieron de los del pueblo veintidós mil, y quedaron diez mil.
Gedeón logró conjuntar
un ejército de 32.000 hombres y ya estaba
listo para enfrentar a los madianitas, pero Dios le dijo que eran muchos hombres,
que
si derrotaba a los madianitas con esa cantidad
de hombres, la gloria sería para ellos y no para Dios. No es que con esa cantidad de hombres iban a ganar la batalla,
pero es lo que ellos iban a creer;
entonces Dios le dijo que se deshiciera de los que tenían miedo. Así lo hizo Gedeón y
le quedaron tan solo 10.ooo hombres.
Jueces 7:4 Y Jehová dijo a Gedeón: Aún es
mucho el pueblo; llévalos
a las aguas, y allí te los probaré; y del que yo te diga: Vaya éste contigo,
irá contigo; mas de
cualquiera que yo te diga:
Este no vaya contigo, el tal no irá. 7:5 Entonces
llevó el pueblo a las aguas; y Jehová dijo a
Gedeón:
Cualquiera que lamiere las aguas con su lengua
como lame el perro, a aquél
pondrás aparte; asimismo
a
cualquiera que
se doblare sobre
sus rodillas para beber. 7:6 Y fue el número de los que lamieron llevando
el agua con la mano a su boca, trescientos hombres; y todo el resto del pueblo se dobló sobre sus rodillas para beber las aguas. 7:7 Entonces Jehová dijo a Gedeón: Con estos trescientos hombres que lamieron
el agua os salvaré,
y entregaré a los madianitas en tus manos; y váyase
toda la demás gente
cada uno a su lugar. 7:8 Y habiendo
tomado provisiones para el pueblo,
y sus trompetas, envió a todos los israelitas cada uno a su tienda, y retuvo a aquellos trescientos hombres; y tenía
el campamento de Madián
abajo en el valle. 7:9 Aconteció
que aquella noche Jehová
le dijo: Levántate, y desciende al campamento; porque
yo lo he entregado en tus manos. 7:10 Y si tienes temor de descender, baja tú con Fura tu criado al campamento, 7:11 y oirás lo que hablan; y entonces
tus manos se esforzarán, y descenderás al campamento. Y él descendió
con Fura su criado hasta los puestos avanzados de la gente
armada que estaba
en el campamento. 7:12 Y los madianitas, los amalecitas y los hijos del oriente estaban tendidos
en el valle como langostas
en multitud, y sus camellos
eran innumerables como la arena que está a la ribera del mar en multitud.
Dios le dijo a Gedeón que hiciera un nuevo filtro, los que doblaran
sus rodillas al beber agua quedarían fuera. Al final quedaron solo 300 hombres
que debían enfrentar a 135.000 madianitas
(Jueces 8:10).
Por cada israelita
había 450 madianitas y nadie puede ganar una batalla en esas condiciones, pero la batalla no
es de nosotros, la batalla es de Dios,
y esa es otra de las enseñanzas:
Romanos 8:31 ¿Qué, pues,
diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
Es Dios quien vence por nosotros,
lo que tenemos que hacer es reposar en Él. Era imposible que Gedeón y sus 300
hombres vencieran al enemigo, pero Dios pelearía por ellos y ellos solamente iban a ser testigos de cómo Dios vencía
a sus enemigos. De esta manera, no habría ninguna posibilidad de que se
vanagloriaran.
Jueces 7:13 Cuando
llegó Gedeón, he aquí que un hombre estaba
contando a su compañero un sueño, diciendo: He aquí yo soñé un sueño:
Veía un pan de cebada
que rodaba hasta el campamento de Madián, y llegó a la tienda,
y la golpeó de tal manera que cayó, y la trastornó de
arriba abajo, y la tienda cayó. 7:14 Y su compañero
respondió y dijo: Esto no es otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joás, varón de Israel. Dios ha entregado
en sus manos a los madianitas con todo el campamento. 7:15 Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, adoró; y vuelto al campamento de Israel, dijo: Levantaos, porque
Jehová ha entregado el campamento de Madián en vuestras manos.
7:16 Y repartiendo los trescientos hombres en tres escuadrones,
dio a todos ellos trompetas
en sus manos, y cántaros
vacíos con teas ardiendo
dentro de los cántaros. 7:17 Y les dijo: Miradme a mí, y haced como hago yo; he aquí que cuando yo llegue al extremo
del campamento, haréis vosotros como hago yo. 7:18 Yo tocaré la trompeta, y todos los que
estarán conmigo; y vosotros tocaréis
entonces las trompetas alrededor de todo el campamento, y diréis: ¡Por Jehová y por Gedeón! 7:19 Llegaron, pues, Gedeón y los cien hombres que llevaba consigo, al extremo
del campamento, al principio de la guardia
de la medianoche, cuando acababan
de renovar los centinelas; y tocaron las trompetas, y quebraron los cántaros
que
llevaban
en
sus
manos.
7:20 Y los tres escuadrones tocaron las trompetas, y quebrando los cántaros tomaron en la mano izquierda
las teas, y en la derecha las trompetas con que tocaban,
y gritaron: ¡Por la espada de Jehová
y de Gedeón! 7:21 Y se estuvieron firmes
cada uno en su puesto en derredor del campamento; entonces
todo el ejército echó a correr dando gritos y huyendo. 7:22 Y los trescientos tocaban
las trompetas; y Jehová puso la espada
de cada uno contra su compañero
en todo el campamento. Y el ejército
huyó hasta Bet-sita,
en dirección de Zerera, y hasta la frontera de Abel-mehola
en Tabat.
Los madianitas se llenaron de temor y Dios
hizo que se mataran entre ellos.
Gedeón y sus hombres no tuvieron que pelear, solamente tuvieron que tocar trompetas y
romper cántaros y eso es lo mismo que Dios espera de nosotros: que toquemos
trompetas y rompamos cántaros.
Las armas de nuestra milicia
no son carnales sino poderosas en Dios (2 Corintios 10:4), no es en la carne
que podemos vencer al diablo ni las circunstancias sino reposando en Cristo.
Dios le dijo
a Gedeón que usaran trompetas y
teas ardiendo dentro de cántaros, lo que es muy
significativo, son las armas que Dios espera que usemos porque son símbolos de su poder.
1 Corintios 14:8 Y si la trompeta
diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?
14:9 Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire.
La trompeta
simboliza la Palabra
de Dios que anuncia la victoria sobre la batalla que se avecina.
Cuando anunciamos la palabra de Dios, estamos
anunciando la Victoria
de Cristo sobre el enemigo
y el enemigo está derrotado,
cada trompeta proclama una victoria. En el libro del Apocalipsis se habla de siete trompetas que son tocadas por 7 ángeles,
cada trompeta
simboliza un castigo
de Dios y a la vez una victoria sobre sus enemigos.
1 Corintios 15:51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 15:52 en un momento,
en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque
se tocará la trompeta, y los muertos
serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 15:53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. 15:54 Y cuando
esto corruptible se haya vestido
de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:
Sorbida es la muerte
en
victoria.
15:55
¿Dónde
está,
oh
muerte,
tu
aguijón?
¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?
La sétima trompeta del Apocalipsis anuncia la resurrección de los creyentes
y el arrebato de la iglesia,
anuncia la victoria de Jesús sobre
la muerte. Cada toque de trompeta es el cumplimiento de una promesa de Dios que asegura
nuestra victoria sobre el enemigo,
sobre el pecado y sobre la muerte.
Entonces, considerando que la batalla ya estaba ganada,
las trompetas del ejército de Gedeón
simplemente anunciaban la victoria.
2 Corintios 4:7 Pero tenemos
este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia
del poder sea de Dios, y no de nosotros
Las teas hablan del Espíritu Santo y los cántaros simbolizan al hombre. El hombre es un simple cántaro
o vaso de barro que contiene un tesoro, ese tesoro es el Espíritu Santo, es
el poder de Dios dentro
de nosotros para combatir al enemigo.
Ahora, note que los cántaros deben romperse para que El Espíritu Santo fluya y gane las batallas
por nosotros, en otras
palabras el yo debe morir. Mientras el yo esté vivo, el vaso no se ha quebrado, pero cuando el yo muere, el vaso se quiebra y el Espíritu Santo se manifiesta en nosotros. En ese momento estamos
listos para la batalla.
Note que cada combatiente
de los hombres de Gedeón debía quebrar su propio cántaro porque lo del yo es un asunto personal.
En esto podemos ver tres aspectos
de una consagración que nos
dan las victorias sobre el enemigo: 1) La Palabra de Dios, de la cual nos sostenemos y confesamos nuestra victoria 2) la obra del Espíritu Santo que gana las batallas por nosotros
y 3) el yo quebrantado
para que eso suceda.
Tres aspectos
que aseguran nuestra victoria, esa debe ser necesariamente nuestra experiencia espiritual y esta es la enseñanza
que nos da esta historia.
No importa el tamaño del enemigo,
con estas armas, el poder y el tamaño del enemigo será insignificante.
Jueces 8:22 Y los israelitas dijeron a Gedeón:
Sé nuestro señor, tú, y tu hijo,
y tu nieto; pues que nos has librado de mano de Madián. 8:23 Mas Gedeón respondió: No seré señor sobre
vosotros, ni mi hijo os señoreará: Jehová
señoreará sobre vosotros.
Concluida la victoria, los israelitas se acercaron
a Gedeón para pedirle que fuera su rey porque según ellos,
él les había librado de la mano de Madián.
Pero Gedeón les respondió que sería Jehová el que gobernaría sobre ellos,
que fue Dios y no su persona quien
ganó la batalla.
La palabra de Dios dice
que somos salvos por fe, no por obras, es por gracia, es un don de Dios, para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9). Cada logro que obtenemos
no es nuestro, es por gracia, debemos darle la gloria
a Dios y no a nosotros
mismos. Es Dios quien nos da los dones,
la sabiduría y la fuerza para salir adelante.
Gedeón lo tenía muy claro, pudo llegar a ser rey,
pero no aceptó ninguna gloria, toda se la dio a Jehová.
Que diferencia con los líderes espirituales de hoy día, se creen santos e inmaculados,
se vanaglorian y se proclaman
a sí mismos, apóstoles y
profetas.
Jueces 8:33 Pero aconteció que cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse yendo tras los baales, y escogieron por dios a Baal-berit. 8:34 Y no se acordaron los hijos de Israel de Jehová su Dios, que los había librado de todos sus enemigos en derredor;
8:35 ni se mostraron agradecidos con la casa de Jerobaal,
el cual es Gedeón,
conforme a todo el bien
que él había hecho a Israel.
Cuando se murió Gedeón,
los judíos se olvidaron
de su Dios y nuevamente fueron a los ídolos. Y todos
conocemos las consecuencias, fueron dominados por uno y por otro imperio, echados de su propia
tierra y esparcidos por el mundo;
millones murieron en manos de los romanos,
en manos de Hitler y muchos morirán
todavía en manos del anticristo.
RESUMEN
La historia
que hemos estudiado, nos enseña claramente la manera en que Dios actúa. Si nos asimos a él, no importa el tamaño del problema o de la circunstancia, Dios vencerá
por nosotros. Lo que nosotros tenemos que hacer es tocar las trompetas para anunciar la victoria de Cristo y romper los cántaros
para que el Espíritu
fluya.
Sin
embargo, hay tres cosas que pueden impedir la victoria: 1) la falta de fe, porque sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6), 2) el
yo, o sea el cántaro que no se rompe
y que le impide al Espíritu Santo hacer su obra, y 3) los ídolos que reemplazan a Dios. Las personas
que tienen otros ídolos y dioses falsos buscarán a Dios, pero Dios les dará la
espalda: “Cuando clames, que te libren tus ídolos; pero a todos ellos llevará
el viento, un soplo los arrebatará; mas el que en mí confía tendrá la tierra
por heredad, y poseerá mi santo monte” (Isaías 57:13), ha dicho
Jehová.
Dios quiere que confiemos en él, que reposemos
en él, que no tratemos de ganar las batallas por nosotros mismos, ni que nos
apoyemos en falsos dioses que no pueden hacer nada por nosotros.
Es, pues, la historia
de Gedeón una figura muy clara de nuestra época, que el Señor nos ayude para aprender
de aquí las lecciones que Él quiere darnos y podamos
servirle con fidelidad.
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