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¿Podemos bendecir o solo
Dios puede hacerlo? Algunos estudiosos de la Biblia enseñan que solamente Dios
puede bendecir, que ninguna persona tiene el poder de hacerlo. Otros sostienen
que cualquier persona está en condiciones de bendecir y de maldecir ¿Usted qué
piensa?
De acuerdo con el
diccionario de la Real Academia Española, el verbo “bendecir” significa “desear
o traer el bien” a una persona.
La palabra “bendición”
usada en la Biblia se deriva del arameo “tuba”
que significa bien, beatitud,
bienaventuranza. ¿Será que podemos bendecir a alguien o eso es
un derecho exclusivo de Dios?
1 Pedro 3:8 Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos,
amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; 3:9 no devolviendo mal por
mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo
que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.
El apóstol Pedro dice
que “podemos maldecir” o que “podemos bendecir”. De acuerdo con las
palabras de Pedro, no solamente podemos bendecir, sino que debemos bendecir. Lo que nunca
debemos hacer es maldecir porque fuimos llamados
para heredar bendición, lo que eso significa es que fuimos bendecidos para
que pasemos o heredemos esa bendición a
otros.
Lucas 6:28 bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os
calumnian.
Lo que hizo el apóstol
Pedro fue ratificar las palabras de Jesús. Él dijo que bendijéramos a los que nos maldicen.
El bendecir es un mandato divino que
trae resultados, de no ser así, Jesús no hubiera dicho que bendijéramos.
Debemos bendecir porque
la bendición trae resultados positivos de parte de Dios, la bendición es en sí una
oración indirecta mediante la cual le pedimos a Dios que actúe sobre esa persona para bien.
Nosotros no podemos hacer que obre el bien sobre esa persona, pero Dios sí
puede hacerlo, él se complace en hacerlo desde el momento mismo en que
pronunciamos palabras de bendición.
Cuando Israel dejó el
desierto para ir a conquistar la tierra prometida, hubo un momento en que se
dirigía a los campos de Moab, éste tuvo gran temor porque sabía que el poder de Israel no era natural sino
que era un poder espiritual:
“Por tanto, Moab envió mensajeros a Balaam hijo de Beor, en Petor, que
está junto al río en la tierra de los hijos de su pueblo, para que lo llamasen,
diciendo: Un pueblo ha salido de Egipto, y he aquí cubre la faz de la tierra, y
habita delante de mí. Ven pues, ahora,
te ruego, maldíceme este pueblo, porque es más fuerte que yo; quizá yo pueda
herirlo y echarlo de la tierra; pues yo sé que el que tú bendigas será bendito,
y el que tú maldigas será maldito. Fueron los ancianos de Moab y los ancianos de Madián con las dádivas de
adivinación en su mano, y llegaron a Balaam y le dijeron las palabras de Balac.
El les dijo: Reposad aquí esta noche, y yo os daré respuesta según Jehová me
hablare. Así los príncipes de Moab se quedaron con Balaam. Y vino Dios a
Balaam, y le dijo: ¿Qué varones son estos que están contigo? Y Balaam respondió
a Dios: Balac hijo de Zipor, rey de Moab, ha enviado a decirme: He aquí, este
pueblo que ha salido de Egipto cubre la faz de la tierra; ven pues, ahora, y
maldícemelo; quizá podré pelear contra él y echarlo. Entonces dijo Dios a
Balaam: No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es. (Números 22:5-12)
Este era el mismo
Balaam, viejo enemigo de Israel, que en otro tiempo, siendo consejero del
Faraón, lo aconsejó a tirar al río a todos los hijos varones recién nacidos de
los Hebreos, para acabar con el libertador de Israel que era Moisés.
Lo que podemos rescatar
de esta historia es que podemos bendecir
o podemos maldecir, es un poder
del ser humano que trae resultados positivos o resultados negativos. Si no produjera
resultados, Dios no le hubiera prohibido a Baalam maldecir a Israel. Sí eran
simples palabras ¿Por qué Dios le impediría pronunciarlas?
Proverbios 18:21 La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el
que la ama comerá de sus frutos.
La vida y la muerte
están en poder de la lengua, la cual la podemos usar para bendecir o para maldecir. Cuando maldecimos, estamos autorizando
al diablo para que haga su obra de destrucción, pero cuando bendecimos estamos autorizando al Señor para que haga su buena voluntad.
Podríamos decir que toda maldición es una invocación al demonio,
mientras que toda bendición es una
invocación al Señor todopoderoso.
Santiago 1:17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo
alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
Este pasaje nos revela
que toda bendición viene de Dios, en
el cual no hay sombra de variación, es decir Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos, y su voluntad ha sido, es, y será bendecirnos.
Jacob y Esaú se disputaron entre sí, la bendición de su padre
Isaac porque sabían que la bendición dada por su padre Dios traía los
resultados esperados. Y, en efecto, fue Jacob quien recibió las bendiciones
correspondientes al primogénito. Podemos bendecir o ser una bendición para
otros pero, en realidad, insisto, es Dios la fuente de toda bendición:
Efesios 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que
nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
Ahora, si bien es cierto
que alguien pude maldecirnos, esa
maldición no es permitida por Dios, como lo vimos en el caso de Balaam,
porque los que estamos en Cristo Jesús
hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual, y si hemos sido bendecidos no podemos ser maldecidos por nadie. Los que no están en Cristo sí pueden ser
maldecidos porque no cuentan con la protección divina.
Gálatas 3:13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por
nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un
madero), 3:14 para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los
gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.
Además, Cristo redimió
de la maldición de la ley a los que estamos en Él, para que la bendición de Abraham cayese sobre nosotros y
recibiésemos la promesa del Espíritu Santo.
Dios siempre está atento a las bendiciones que declaramos,
razón por la cual, debemos siempre bendecir a nuestros seres queridos para que
el mismo Dios derrame esas bendiciones.
Génesis 12:2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y
engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 12:3 Bendeciré a los que te
bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas
las familias de la tierra.
Ponga mucha atención a
este pasaje. Dios le dijo a Abraham que traería bendición sobre los que lo
bendijeran y maldición sobre los que lo maldijeran.
Vemos a través de la
historia, que las naciones que han maldecido a Israel han sido maldecidas o
destruidas: lo fue el imperio persa, el imperio babilónico, el imperio egipcio,
el imperio romano, los alemanes nazis. En cambio, por milenios, la nación judía
que es el pueblo escogido de Dios permanece vigente.
Esa bendición de Abraham se extendió primero al pueblo
de Israel y ahora se ha extendido al pueblo de Dios, que es la iglesia, compuesta por todos los que
están en Cristo, note usted que la
bendición es una herencia de Dios. Hemos
sido llamados a bendecir (1 Pedro 3:9),
Dios bendecirá a quienes nosotros bendigamos.
Lamentablemente, al
parecer es parte de la naturaleza humana
maldecir o desear el mal a aquellos que tienen éxito o alcanzaron un logro
en la vida, ya sea por celos, envidia o insania mental. Pero, las Escrituras
son precisas al decirnos que Dios nos
maldecirá si maldecimos a los demás así que no nos expongamos tontamente a
la ira de Dios;
por el contrario, si vemos a una persona bendecida por Dios, sigámosla
bendiciendo, de ese modo, su bendición
también nos alcanzará. Ojo, esta es una promesa de Dios y sus promesas aún
hoy, siguen vigentes.
De acuerdo con la
tradición, los primogénitos recibían la mayor bendición entre los hermanos.
Jacob le había comprado la primogenitura a su hermano Esaú por una comida, sin
embargo Esaú no le diría eso a su padre, por lo cual Jacob se hizo pasar por
Esaú:
Génesis 27:27 Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus
vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, Como el olor del
campo que Jehová ha bendecido; 27:28 Dios, pues, te dé del rocío del cielo, Y
de las grosuras de la tierra, Y abundancia de trigo y de mosto. 27:29 Sírvanle
pueblos, Y naciones se inclinen a ti; Sé señor de tus hermanos, Y se inclinen
ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, Y benditos los
que te bendijeren.
Las bendiciones de Isaac
sobre Jacob se cumplieron en su totalidad. Todos los pueblos que habitaban la
tierra prometida cayeron hincados a sus pies porque Dios hizo que esas
bendiciones se llevaran a cabo.
Ahora, cuando Esaú se
presentó ante su padre para recibir la bendición, se enteró que Jacob había
tomado su lugar y le preguntó si no había guardado bendición para él:
Génesis 27:37 Isaac respondió y dijo a Esaú: He aquí yo le he puesto por
señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus hermanos; de trigo y de vino
le he provisto; ¿qué, pues, te haré a ti ahora, hijo mío? 27:38 Y Esaú
respondió a su padre: ¿No tienes más que una sola bendición, padre mío?
Bendíceme también a mí, padre mío. Y alzó Esaú su voz, y lloró. 27:39 Entonces Isaac su padre habló y le
dijo: He aquí, será tu habitación en grosuras de la tierra, Y del rocío de los
cielos de arriba; 27:40 Y por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás; Y
sucederá cuando te fortalezcas, Que descargarás su yugo de tu cerviz.
Esaú no pudo ser
bendecido porque la misma bendición no podía ser para los dos. Todo sucedió como lo dijo Isaac, fue en Jacob
y no en Esaú que Dios levantó un pueblo que se mantiene hasta el día de hoy y
mediante el cual hemos sido bendecidos las naciones gentiles.
ES UN ASUNTO DE FE
Hebreos 11:21 Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos
de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón
Las bendiciones son un asunto
de fe. Bendecimos creyendo que esas bendiciones vendrán, bendecimos confiando
en que Dios es un dios de bendición. Si no hay fe en nuestras bendiciones, es
posible que las mismas no se cumplan.
Algunas personas cuando
oran dicen: “sí es tu voluntad”. Si
pedimos de esa manera, es porque no tenemos seguridad de cuál es la voluntad de
Dios.
Debemos tener claro que
la voluntad de Dios es que todos seamos salvos, que todos seamos sanados, que todos seamos bendecidos.
Si la voluntad de Dios
no se cumple en nosotros, es porque no tenemos suficiente fe, o porque no hemos
aprendido a tomar esas bendiciones.
Por ejemplo, la palabra
de Dios dice que pongamos las manos sobre los enfermos para que sanen (Marcos 16:17), esa es la voluntad de
Dios, pero las personas no sanan porque en lugar de poner las manos con fe
sobre las personas oramos para que Dios las sane. Dios no las sana porque ya
nos ha dicho lo que tenemos que hacer.
Veamos el ejemplo de la salvación. Que Dios haya bendecido a
todas las naciones en la simiente de Abraham, es que en Cristo, todos
absolutamente todos obtendríamos el perdón de pecados y la vida eterna. Sin
embargo millones de personas mueren sin tomar esa bendición porque hacen caso
omiso de los requerimientos de Dios que consisten en creer y bautizarse.
Dios quiere que todos
seamos arrebatados y que nadie se
quede para la gran tribulación, pero millones de creyentes se quedarán porque
no cumplen con las exigencias de Dios de vivir
para Cristo.
MANERAS DE BENDICION
La Biblia nos enseña que
nosotros no sólo hemos sido bendecidos para que podamos sentirnos bien, no sólo
para poder estar felices y cómodos, sino también para que podamos bendecir a otros. Dios le dijo a Abraham en Génesis 12:2, “Yo te bendeciré y serás una bendición”.
¿Cómo podemos bendecir a
otros? Con ayuda material, ya sea
con dinero o con otros bienes para cubrir las necesidades de otra persona. Si
Dios nos ha proveído materialmente, de la misma manera nosotros debemos proveer
a los que más necesitan. Cuando damos al
necesitado, recibiremos el pago multiplicado por Dios, porque al bendecir también somos re-bendecidos.
2 Corintios 9:7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza,
ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 9:8 Y poderoso es Dios para
hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en
todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; 9:9 como
está escrito: Repartió, dio a los pobres; Su justicia permanece para siempre.
9:10 Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y
multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia,
9:11 para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual
produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios. 9:12 Porque la
ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta,
sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; 9:13 pues por la
experiencia de esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que
profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución
para ellos y para todos;
Dios ama al dador alegre,
Dios ama al que bendice a otros,
bendiciéndole, para que abunde en todo y
siga bendiciendo a otros. Esto no se refiere solamente a ofrendar en la
iglesia como algunos lo enseñan, tiene un sentido más amplio, es dar ayuda a
los hermanos más necesitados, pues al bendecir con su ayuda material, glorifican a Dios por la obediencia al
evangelio y son bendecidos ¿No has escuchado la frase: “no me quites la bendición”?
Lucas 18:29 Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya
dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios,
18:30 que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero
la vida eterna.
La voluntad de Dios es que todos los hombres sean salvos llegando al
conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4) Esta no es una bendición material, es una bendición espiritual ¿Qué mayor
bendición que recibir la vida eterna? Y
esa es también una verdadera bendición para el que bendice con su conocimiento,
porque Dios lo bendecirá haciendo que
nada le falte. Cuando buscas el reino de Dios, él se encarga de tus necesidades
materiales (Mateo 6:33), pero además
te asegura la vida eterna.
También podemos bendecir
de
palabra, confiados en que Dios hará que se cumplan esas bendiciones, las cuales pueden ser materiales o espirituales.
Esta es una especie de palabra profética que Dios cumplirá,
esa palabra ha dicho que debemos
bendecir.
ES ALGO DEL CORAZÓN
Mateo 12:34 ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo
malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 12:35 El hombre
bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal
tesoro saca malas cosas. 12:36 Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que
hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. 12:37 Porque por
tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
De la abundancia del
corazón habla la boca, de ella pueden salir bendiciones o maldiciones. Muchas
veces bendecimos a alguien de palabra porque esa palabra la puso Dios en
nuestro corazón. No se trata de bendecir por bendecir, es un asunto del
corazón, es una palabra que Dios ha sembrado en nuestro corazón y de nuestro
corazón va a la boca.
Salmo 16:7 Bendeciré a Jehová que
me aconseja; Aun en las noches me enseña mi conciencia.
¿Cómo podemos bendecir a
Dios si Dios no necesita nada de nosotros? Algunos pensarán que tal vez hay una
mala traducción de este salmo, pero no es así. La noción de que el hombre puede y debe
bendecir a Dios no es una mala traducción
de un solo salmo, son muchos versículos bíblicos los que dicen que debemos
bendecir a Dios.
La palabra bendecir
tiene dos connotaciones principales, una es desear o traer el bien a una
persona como ya lo indicamos al inicio de este estudio, pero también significa
"bien decir", del griego "eulogeo", de donde viene nuestra palabra "elogio": "eu", bien, y "logeo" hablar.
Salmo 34:1 Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de
continuo en mi boca.
El salmista dice que
bendecirá al Señor "en todo tiempo" ¿Cómo lo bendecirá? A
través de la alabanza.
Salmo 103:1 Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo
nombre. 103:2 Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus
beneficios. 03:3 El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas
tus dolencias; 103:4 El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de
favores y misericordias; 103:5 El que sacia de bien tu boca De modo que te
rejuvenezcas como el águila. 103:6 Jehová es el que hace justicia Y derecho a
todos los que padecen violencia. 103:7 Sus caminos notificó a Moisés, Y a los
hijos de Israel sus obras. 103:8 Misericordioso y clemente es Jehová; Lento
para la ira, y grande en misericordia.
Debemos bendecir a Dios
con alabanza y acción de gracias. A través de la alabanza recordamos todos sus
beneficios, recordamos que él perdona todas nuestras iniquidades, que él sana
todas nuestras dolencias, que el rescató nuestras vidas del hoyo, que él nos
corona de favores y de misericordias y que él hace justicia ¿Cómo no vamos a
bendecirlo con nuestras alabanzas?
Debemos alabar al Señor
no sólo cuando todo va bien, sino, con mayor razón, cuando todo va mal. Cuando
se ríe y cuando se llora, en tiempo de guerra y en tiempo de paz; cuando se
está sano y cuando se está enfermo; cuando se tiene dinero y cuando no se
tiene; cuando se está bien comido y cuando se padece hambre; cuando se es feliz
y cuando se es desgraciado.
Alabar a Dios es bendecirlo,
es bien decir, o sea decir cosas buenas
de Dios. Alabar a Dios cuando la vida nos sonríe es fácil, pero alabarlo y
agradecerle cuando pasamos por días oscuros puede parecer locura a algunos y
algunos, en efecto, maldicen al Señor en esas circunstancias. La
alabanza produce más resultados que la oración, porque la oración
tiende a ser muy egoísta, mientras que la alabanza glorifica a Dios.
¿TE BENDIGO o DIOS TE BENDIGA?
Terminamos con la
pregunta: “Te bendigo” o “Dios te bendiga”. Hemos visto que la
bendición es un mandato divino. Debemos bendecir porque es la voluntad de Dios
que lo hagamos, además, al bendecir también somos bendecidos. Podemos hacerlo directamente
diciendo “yo te bendigo” o podemos
decir “Dios te bendiga”, o “te bendigo en el nombre de Jesús”, como
preferirían algunos.
La bendición en sí siempre
es una
oración indirecta que hacemos con fe al Señor para que se haga su
voluntad de bendecir. Recuerda que toda
fuente de bendición viene de lo alto, no viene de ti, y que su voluntad ha sido, es y será el bendecirnos.
Bendice directamente,
pide que Dios bendiga, o bendice en el nombre de Jesús, no importa la forma, lo
que importa es el deseo de bendición
que Dios ha puesto en tu corazón, el cual se
transforma en poder que trae gracia
sobre los bendecidos.
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