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¿Por
qué estamos aquí? ¿Cuál es el propósito de nuestra creación? ¿Hay vida en otros
planetas? Esas son preguntas que todos nos hemos hecho. No sabemos si hay vida
en otros planetas, lo que sí podemos afirmar es que a pesar de que nuestro
planeta es tan solo un pequeño punto en el universo, Dios lo ha escogido como
el centro de ese universo y a la vez como su morada definitiva. Además, de
entre todos los posibles habitantes del universo, ha escogido al hombre para
que viva con Él (Apocalipsis 21:3), ¡Que privilegio!
En el libro de Ezequiel se dedican más de 70 versículos
para hablar del reino de Tiro ¿Por qué? ¿Qué tiene ese reino de especial? Lo cierto es que el reino
de Tiro simboliza el reino de las
tinieblas y debemos saber todo acerca de ese reino para poder confrontarlo,
y porque de esa manera sabremos la verdadera razón por la que estamos aquí.
Ezequiel 28:12 Hijo de hombre, levanta endechas
sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de
la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura.
Este
versículo no está hablando del rey de Tiro, el cual ni era el sello de la
perfección, ni estaba lleno de sabiduría, ni acabado de hermosura, está
hablando de un ángel caído llamado Satanás:
Ezequiel 28:13 En Edén, en el
huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de
cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo,
esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados
para ti en el día de tu creación.
Este ángel caído se
paseaba en el huerto del Edén y su vestidura era de piedras preciosas, al igual que las vestiduras de los
sacerdotes levitas (Éxodo 39:9-14),
lo que nos indica que posiblemente tenía un “ministerio sacerdotal”.
Se agrega, que los primores de sus tamboriles y flautas
estuvieron preparados para
él en el día de tu creación”,
y siendo que esos instrumentos se usaban para anunciar a los gobernantes,
es una señal de que este ángel fue creado para gobernar.
Ezequiel 28:14 Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo
monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.
Dios le llamó “querubín grande”, porque no era cualquier querubín, era un querubín de querubines con un poder sobre los demás. Y
era el encargado de proteger la creación, la cual estaba a su
cargo. Lo deducimos porque Dios lo llama “protector”
y lo puso en su santo monte, que es un
símbolo del reino de Dios. En Daniel 2:35
por ejemplo, se habla de un monte que
llenó toda la tierra y ese monte es el reino de Dios, lo que significa que si Satanás fue puesto en el santo monte de Dios, es
porque le fue encargado el gobierno sobre los
reinos de ese mundo.
Se relata, que
Satanás se paseaba “en medio de
las piedras de fuego”, o sea entre los
ángeles o luminarias (Lea el libro de Enoc); aunque las piedras de fuego también simbolizan la gloria de Dios.
Ezequiel 28:15 Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que
fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. 28:16 A causa de la multitud de
tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché
del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín
protector.
Satanás era perfecto, porque Dios todo lo hace
perfecto, y lo fue hasta que se halló en él maldad. A causa de “sus
contrataciones” fue lleno de iniquidad y pecó,
introduciendo de esa manera el pecado en
el universo. Las contrataciones son en realidad “sobornos
engañosos”, como lo que hizo Satanás con Eva, a quien le
ofreció que comiera el fruto prohibido a cambio de volverse como Dios.
Dios echó
a Satanás del Santo monte, es decir, lo despojó de su alto puesto y lo arrojó
de entre las piedras del fuego, lo que implica 1) que ya no conviviría con los otros ángeles, y 2) que
fue destituido de la gloria de Dios. Eso no significa que Satanás no puede entrar al cielo, todavía se le
permite la entrada, según se nos revela en el libro de Job, (Job 1:6), puede ir como visita, lo hace
para acusarnos, pero ya no puede vivir allí.
Ezequiel 28:17 Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura,
corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra;
delante de los reyes te pondré para que miren en ti.
Debido
a su hermosura y a su esplendor, Satanás se llenó de soberbia y “corrompió su sabiduría”. Eso
de corromper su sabiduría le sucedió a Salomón, que terminó adorando los dioses
falsos de sus esposas.
También lo vemos en muchos
pastores y maestros evangélicos, los cuales adquieren un poco de conocimiento
de la palabra de Dios, entonces se envanecen y corrompen esa sabiduría mezclándola
con sus propios pensamientos y pervirtiendo de esa manera el evangelio de
Cristo (Gálatas 1:7).
Como resultado,
Satanás fue arrojado a la tierra
delante de los reyes (los otros
querubines) que gobernaban con él,
pero que permanecieron fieles a Dios.
A esos reyes, el profeta Enoc les
llama vigilantes, porque son los
encargados de vigilar y proteger el universo para que todo funcione correctamente.
Ezequiel 28:18 Con la multitud
de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones profanaste tu
santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te
puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran. 28:19
Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti;
espanto serás, y para siempre dejarás de ser.
Dios hizo que el mismo
fuego que salía de Satanás, lo consumiera y lo convirtiera en un espanto.
Isaías 14:12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por
tierra, tú que debilitabas
a las naciones.
“Lucero” era el nombre de Satanás, y la expresión
“hijo de la mañana” se puede referir al hecho de que es
posible que Satanás fuera el primer ángel creado por Dios. Los siguientes ángeles fueron creados para ayudar a
Satanás y para estar bajo su mando.
Isaías 14:13 Tú que decías en tu corazón:
Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono,
y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; 14:14 sobre las
alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.
14:15 Mas tú derribado eres hasta el Seol, a
los lados del abismo.
Satanás se la creyó y dijo: “subiré al cielo y pondré allí mi
trono me sentaré en el mismo lugar donde está
Dios y seré como él”. El diablo tenía
el gobierno del mundo, pero quería también el gobierno del cielo y esa fue
la causa de su caída. Su
posición era mucho más elevada
que la de todos los demás ángeles del cielo, sin embargo, eso
no
lo satisfizo.
En Génesis 1:1 dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”, y sabemos que Dios todo lo llena y lo hace
perfecto. Sin embargo, en el versículo 2 dice que la tierra
estaba desordenada
y vacía (Génesis 1:2).
No sabemos que lapso de tiempo pasó entre el verso 1 y 2, lo que sí es cierto,
es que al llegar al verso 2, la tierra estaba desordenada y vacía. Es posible
que Dios enviara un juicio sobre la tierra por causa de Satanás, que la había
corrompido. Sucedió lo mismo en la época de Noé y volverá a sucederé al final
de los tiempos, Dios mandará un juicio, para posteriormente hacerlo todo nuevo
(Apocalipsis 21:1).
A
partir de Génesis 1:3 Dios inició una
reconstrucción del planeta y creó al hombre para que lo cuidara y fuera el nuevo gobernador del mismo:
Génesis 1:26 Entonces dijo Dios: Hagamos al
hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces
del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en
todo animal que se arrastra sobre la tierra. 1:27 Y creó Dios al hombre a su
imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Génesis 2:15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre,
y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
Dios creó al hombre con el
propósito que ejerciera dominio sobre
la creación, y que la cuidara, en especial del animal que se arrastra sobre
la tierra (la serpiente antigua que se llama diablo y Satanás).
La
autoridad que le pertenecía a Satanás
pasó a ser del hombre y éste se convirtió momentáneamente en el príncipe
de este mundo.
Hebreos 2:6 pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el
hombre, para que te acuerdes de él, O el hijo del hombre, para que le visites?
2:7 Le hiciste un poco menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y de
honra, Y le pusiste sobre las obras de tus manos; 2:8 Todo lo sujetaste bajo
sus pies.
Aunque el hombre fue creado un poco menor que
los ángeles, fue coronado de gloria y de
honra, toda la creación fue puesta en
sus manos, y todas las potestades fueron sujetas a sus pies.
Pero Dios debía probar la fidelidad del hombre y
plantó dos árboles en el jardín del Edén. El árbol de la vida simboliza que el
hombre estaba dispuesto a hacer la voluntad de Dios, a depender de él y de su
sabiduría. El árbol del conocimiento del bien y el mal
simboliza que el hombre haría su propia voluntad, no dependería de Dios ni de su sabiduría, sino de su
limitada sabiduría humana y se independizaría de Dios.
Satanás quiso ser como
Dios, no lo logró y en su venganza, hizo
al hombre desear lo mismo (Génesis
3:5) para procurar su caída.
La voluntad de
Dios debía llevarse a cabo en el
cielo y en la tierra, pero el hombre decidió hacer su propia voluntad y al
igual que Satanás, fue destituido de su
gloria (Romanos 3:23) ¿Qué paso?
El gobierno del mundo cayo nuevamente en
las manos de Satanás, el cual inició su reinado, el mundo se convirtió en el reino de las tinieblas y Satanás se
convirtió en el príncipe de este mundo
(Juan 12:31).
El
hombre pasó a estar bajo el dominio satánico y de momento, los planes de Dios
parecían llegar a su fin. Pero lo que estaba predestinado desde antes de la
fundación del mundo sucedió, Dios envió a
su hijo unigénito en forma de hombre a recuperar el dominio del mundo.
2 Corintios 5:21 Al que no conoció pecado, por
nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en
él.
Un
hombre le entregó el dominio a Satanás y era un hombre el que debía
recuperarlo, pero tenía que ser un hombre sin pecado, que no estuviera bajo el
dominio del diablo. Jesús nunca pecó, cuando la escritura dice que “Jesús se hizo pecado”, lo que está
diciendo es que se hizo “pasar como un
pecador”.
Mateo 3:13 Entonces Jesús vino de Galilea a
Juan al Jordán, para ser bautizado por él. 3:14 Mas Juan se le oponía,
diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? 3:15 Pero Jesús
le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia.
Entonces le dejó.
El
bautismo de Juan era para los pecadores. Como Jesús no tenía pecado, Juan no
quería bautizarlo. Entonces Jesús le
dijo: “deja que se cumpla toda justicia”.
Era necesario que Jesús se bautizara, para que todos los pecados de la humanidad fueran pasados a él y la humanidad
fuera justificada.
Si
usted lee el Viejo Testamento, se dará cuenta que los sacerdotes levitas
sacrificaban un animal para que pagara por los pecados del pueblo. A ese animal
el sacerdote le ponía las manos en la
cabeza como símbolo de que le estaba traspasando toda la culpa del pueblo.
Eso
fue lo que sucedió con Jesús cuando fue bautizado, Juan le puso las manos sobre
la cabeza y le traspasó toda la culpa de los pecados de los hombres y Jesús fue
a pagar esa culpa a la cruz.
La
culpa por el pecado fue lo que hizo que el hombre perdiera el gobierno sobre
los reinos de este mundo y el pago por esa culpa, es lo que le devolvería ese
gobierno al hombre.
Hebreos 2:9 Pero vemos a aquel que fue hecho un
poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del
padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por
todos. 2:10 Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por
quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la
gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.
Adán,
el primer hombre fracasó al pecar, pero Jesús, el segundo
hombre venció al pagar esa culpa. Jesús era un poco inferior a los ángeles
porque era hombre, y es que debía ser hombre para poder morir y como hombre resucitar, y de esa manera
recuperar el dominio sobre la creación.
Efesios 1:22 y
sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las
cosas a la iglesia, 1:23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo
llena en todo.
Nuevamente, Satanás y
todos sus príncipes fueron puestos bajo los pies de un hombre: Cristo Jesús. Y
siendo que la iglesia es el cuerpo de
Cristo, eso significa que Satanás y todos sus príncipes están bajo los pies
de la iglesia. Pero, la iglesia no está compuesta por todos los hombres, sino únicamente
por aquellos que están en Cristo
Jesús y que son parte de su cuerpo.
Génesis 3:14 Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste,
maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo;
sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
Cuando Satanás hizo caer
al hombre, Dios lo maldijo y le dijo que comería
polvo, refiriéndose al hombre. La
comida de Satanás es el polvo, es decir el
hombre (Génesis 3:19). Aunque Satanás no se comió a Adán, lo convirtió en
pecador, lo desvió de la verdad, lo
despojó de la gloria de Dios, y lo llevó a la muerte para convertirlo en polvo.
Y todos los hombres terminaron en polvo, porque todos pecaron (Romanos 3:23).
Romanos 5:17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte,
mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la
abundancia de la gracia y del don de la justicia.
Por culpa de un hombre
(Adán) reinó la muerte, y el hombre se convirtió en polvo. Pero, un segundo hombre (Cristo Jesús) se levantó
y el polvo tomó vida. Dios estableció entonces, que si también queremos
levantarnos del polvo, debemos unirnos a Cristo en su muerte y resurrección.
Romanos 6 6:3 ¿O no sabéis que todos los que
hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 6:4
Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de
que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en vida nueva. 6:5 Porque si fuimos plantados juntamente con
él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su
resurrección;
Por
medio del bautismo, el polvo que somos nosotros es sepultado, y
por medio del bautismo el polvo deja de ser polvo y se convierte en una nueva criatura (2 Corintios 5:17) que Satanás no puede dañar. Esta es la razón por la cual Satanás aborrece
el bautismo y no quiere que
las personas sepan lo que el bautismo significa.
Todo lo que había en Adán es eliminado por el agua
del bautismo. El que sale
de las aguas del bautismo está
en resurrección, ya no
es polvo y, por ende, Satanás no tiene ninguna autoridad sobre él.
Por medio de la muerte, el Señor
Jesús destruyó a aquel
que tenía el imperio de la muerte, esto es al diablo (Hebreos 2:14).
El Señor
Jesús fue sentado en lugares celestiales,
a la diestra del Padre (Efesios 1:20),
que era lo que quería Satanás. Los que hemos
muerto y resucitados a través del bautismo, también hemos sido sentados al lado de Jesús en lugares celestiales
en Cristo (Efesios 2:6), ocupando
una
posición superior al diablo, donde él no puede tocarnos ni tener autoridad sobre nosotros.
Romanos 1:4 que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu
de santidad, por la resurrección de entre los muertos,
El Señor Jesús
fue el primer hombre en ser declarado
hijo de Dios, luego de su resurrección. De igual manera, todos los que los que hemos resucitados a través del bautismo,
también hemos sido declarados hijos de
Dios, y “podemos sentir en nuestros corazones
el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!” (Gálatas 4:6)
En Apocalipsis 12:4 se nos dice que una tercera parte de los ángeles
se unió a la rebelión
de Satanás, el cual vino a la tierra y organizó el reino de tinieblas.
Esos ángeles son “los gobernadores, los principados, las potestades y
huestes de maldad de Satanás” (Efesios 6:12).
Daniel 10:13-21 menciona a dos príncipes
perversos, los cuales son ángeles que gobiernan, es decir, son los principados y potestades que están bajo el mando de Satanás. Este
pasaje revela que
detrás de cada nación hay un ángel
que manipula la política encubiertamente
de parte de Satanás.
Además, hay una gran cantidad
de demonios, y a diferencia de los ángeles que
pueden tomar cualquier forma, ellos no tienen cuerpo, por lo que procuran
introducirse en algún cuerpo. La única explicación del origen de los demonios
la da Enoc. Él dice que son los espíritus
de los gigantes, los hijos que procrearon los ángeles con las mujeres (Génesis 6:4). Dios envió un diluvio y
acabó con sus cuerpos, pero sus espíritus se quedaron vagando en la tierra.
Mientras que los ángeles
caídos manipulan a las personas, los
demonios las atormentan,
las llevan a la locura y los inducen a adorar ídolos. Cuando los demonios
se unen a los ídolos, incitan a los hombres a que los adoren,
y los privan así de adorar
al Dios
verdadero para que no se unan a Cristo.
La meta constante de Satanás
es llegar
a ser Dios y ser
adorado como tal. A fin de lograr
esto, estableció su reino cuando fue enviado a la tierra.
Cuando
Jesús se levantó de la muerte, en ese momento estableció el reino de Dios en la tierra.
Cuando
el apóstol Pedro predicó por primera
vez, ese día más de 3.000 personas creyeron y se bautizaron y fueron añadidas
al reino de Dios (Hechos 2:38-42). A
partir de ese momento, existen dos reinos
espirituales en la tierra, el reino de Dios y el reino de las tinieblas, que
es a la vez su iglesia y el cuerpo de Cristo.
Todos
los seres humanos, como descendientes de Adán, somos polvo y pertenecemos al
reino de las tinieblas, pero a través del bautismo, podemos ser librados de la potestad de las
tinieblas, y trasladados al reino del amado Hijo de Dios, en quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de pecados (Colosenses 1:13-14).
El hombre fue predestinado para ser hijo de Dios,
no tiene que permanecer en el reino de las tinieblas. El hombre fue creado
para estar unido a Cristo, y su responsabilidad es seguir
peleando la guerra
que Cristo peleó en la tierra.
Cristo, la
Cabeza, ascendió, pero la iglesia,
su Cuerpo, todavía
está en la tierra. La iglesia
es la extensión de Cristo y como tal
debe expulsar al diablo de todo territorio que él esté habitando ilegalmente.
En el mismo momento en
que Jesús resucitó, una sentencia del Tribunal Celestial ordenó el desalojo del diablo, pero le corresponde a la iglesia
llevar a cabo ese desalojo.
Cristo llegó a
ser Cabeza de la iglesia,
la cual es su cuerpo, y fue puesto sobre todas las cosas (Efesios 1:22). La iglesia
y Cristo son inseparables,
la iglesia está llena de la plenitud
y la abundancia de Cristo.
La iglesia, como Cuerpo de Cristo, es la prolongación de él; así que, todo lo que pertenece a Cristo,
pertenece a la iglesia; la posición que Cristo alcanzó, es la posición de la iglesia,
y las obras que Cristo
efectuó son sustentadas y perpetuadas por medio de la iglesia.
La cruz de Cristo produjo
la iglesia, y ésta,
a su vez hará que Cristo venga a gobernar en la
tierra personalmente. La iglesia se halla entre la cruz y el gobierno milenario de Cristo.
La Cabeza ya venció; ahora el
Cuerpo también debe vencer. El Señor destruyó
al diablo en la cruz y con la vida de resurrección produjo la iglesia.
Hoy, por medio de la iglesia, Dios está estableciendo Su reino en la tierra.
La iglesia debe continuar
la obra victoriosa que Cristo efectuó contra Satanás y tiene la responsabilidad de hacer que la voluntad
de Dios se haga en
la tierra
como se hace en el cielo.
2 Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan
para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Cristo murió para que
nosotros vivamos para él, es decir para que continuemos su lucha en la tierra,
la cual consiste en quitarle almas al reino de las tinieblas para que sean
trasladas al reino de Dios.
Muchos creyentes creen
que Cristo murió para redimirnos, pero eso no es así, Cristo murió para vencer
al diablo y quitarle el dominio sobre la tierra. Y nos redimió para que
nosotros continuemos haciendo lo mismo.
Cristo no te redimió para que estés cómodamente en un sillón, te redimió para reclutarte para la guerra
espiritual contra Satanás y sus ángeles.
2 Corintios 5:20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si
Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos
con Dios.
Hemos sido redimidos
para ejercer como embajadores en nombre de Cristo, es como si Dios nos rogase
que hagamos nuestro trabajo de llevar el evangelio a toda criatura.
La iglesia tiene una gran responsabilidad hoy en la tierra. Por un lado, tiene que someter
el poder de las tinieblas
y continuar la guerra que Cristo sostuvo contra Satanás; por otro, trae la voluntad
de Dios a la tierra.
Todas las personas del mundo son cautivas
de Satanás. Sin embargo,
Dios quiere que los creyentes
rescaten a los cautivos
por medio de la predicación del evangelio. Cuando Dios recupera
una persona, Satanás pierde una más. En 1 Timoteo 2:4
dice
que Dios “quiere que
todos
los
hombres
sean
salvos
y vengan al pleno conocimiento de la verdad. Un creyente que no habla
por Dios ni testifica, no hace
valer la voluntad de Dios.
Muchos creen que un buen
creyente es el que deja de pecar, entonces critican al creyente que peca. Sin
embargo 1 Juan 1:17 al 9 dice que el
que niega que peca es un mentiroso, porque todos pecamos, pero la sangre de Jesús
nos limpia de todo pecado.
Claro que debemos de
dejar de pecar, pero dejar de pecar no le inflige daño alguno al Reino de las tinieblas, el buen creyente no es el que deja de pecar,
el buen creyente es el que lucha contra el reino de las tinieblas, por
medio del evangelio, el que ayuda a derribar
sus puertas para que muchos se liberen y sean trasladados al reino de Cristo.
1 Corintios 3:13 la obra de cada uno se hará
manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la
obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. 3:14 Si permaneciere la obra de
alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 3:15 Si la obra de alguno se
quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por
fuego.
Todos
debemos trabajar en la edificación de la iglesia, y la obra de cada uno será
probada. Si la obra de nosotros permanece recibiremos recompensa, caso
contrario sufriremos pérdida y aunque nos mantengamos salvos, seremos pasados por fuego.
Ya
sabes mi querido lector el motivo por el cual Dios te creó. Ahora te pregunto
¿Qué estás haciendo al respecto?
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