Descargar pdf
Muchos creyentes se preguntan si existe alguna
oportunidad para los parientes que murieron sin Cristo. Nunca he escuchado a
ningún hombre de Dios hablar al respecto, y teniendo por cierto que la
salvación es algo personal, la respuesta pareciera ser un NO definitivo. No obstante
existen algunos textos bíblicos que parecen darnos una esperanza. En primer
lugar aclaremos lo que es morir sin Cristo:
1 Juan 5:11
Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en
su Hijo.5:12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de
Dios no tiene la vida.
Este versículo dice que el que tiene al Hijo tiene
la vida, es decir ha obtenido la vida eterna porque la vida eterna está en
Cristo Jesús. El que no tiene al hijo no
tiene la vida eterna, lo que tiene es la condenación eterna. Tener al hijo es tener a Cristo morando en
nuestro espíritu en la persona del Espíritu Santo.
Juan 14:20
En aquel día vosotros conoceréis que
yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
Cuando Cristo llega a estar en nosotros, en ese momento recibimos
la vida eterna. Entonces, morir sin Cristo es morir sin la vida de Cristo en
nosotros.
La pregunta que sigue es ¿Cómo hacer que la vida
de Cristo esté en nosotros y de esa manera adquirir la vida eterna?
Cada religión y denominación religiosa tiene una
respuesta diferente para esto. La mayoría de las denominaciones evangélicas
enseñan que en el momento en que “confesamos
que Cristo es el Señor y creemos en el corazón que Dios lo resucitó de los
muertos” (Romanos 10:9), en ese
momento somos salvos, recibimos al Espíritu Santo y la vida eterna. Pero esta es una media verdad, un versículo aislado no puede ser la verdad, “la
suma de la palabra de Dios es la verdad” nos dice el Salmo 119:160. Eso indica, que a
Romanos 10:9 hay que sumarle otros versículos para llegar a la verdad, y es lo
que haremos.
El día de Pentecostés, el apóstol Pedro predicó
por primera vez y acusó a los judíos de crucificar al Señor. Ellos creyeron en
su palabra y muy compungidos preguntaron ¿Qué haremos? (Hechos 2:37) a lo que Pedro respondió: “Arrepentíos, y bautícese cada uno
de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis
el don del Espíritu Santo” (Hechos
2:38).
Note usted que la respuesta de Pedro fue clara y
contundente: “arrepentíos” ¿De qué? De
haber crucificado al Señor. Y Pedro agregó: “y bautícese” ¿Para qué? Para
que se les perdonen todos los
pecados y para que reciban el
Espíritu Santo, es decir, para que reciban
la vida de Cristo y con ello la vida
eterna.
Por más que creamos en Cristo y en el Padre
Celestial, si no nos bautizamos, no somos perdonados de nuestros pecados y no recibimos
la vida del Hijo de Dios, ni tampoco la salvación.
Marcos 16:15
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.16:16
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será
condenado.
Estas fueron las últimas palabras que el Señor
Jesús dirigió a sus apóstoles antes de ser ascendido a los cielos. Note que él
dice claramente, el que crea y fuere
bautizado ¿El que crea qué? Que Jesús es el Señor, lógicamente. Hay que creer y
bautizarse para ser recibir la vida del Hijo de Dios.
Todos somos hijos
de Adán, todos somos descendientes de Adán y ningún hijo de Adán puede
ingresar al cielo. Debemos convertirnos en hijos
de Dios y para ello se necesita el bautismo porque en el bautismo le damos
muerte al hijo de Adán y vida al hijo de Dios. Es lo que Jesús llamó un nuevo nacimiento (Juan 3:3). El apóstol Pablo lo explica de la siguiente manera:
Romanos 6:3
¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos
sido bautizados en su muerte? 6:4 Porque somos sepultados juntamente con él
para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos
por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
Pablo dice que al bautizarnos somos bautizados
en la muerte de Cristo y resucitados en
su resurrección, con el propósito de poder andar en nueva vida. Hay más
versículos que podría mencionar, pero creo que esos son suficientemente
aclaratorios.
Resumimos entonces que para obtener la vida de
Cristo y ser salvos, necesitamos creer y
bautizarnos, es decir, necesitamos estar en Cristo y Cristo en nosotros.
Aclarado este punto, volvamos al inicio ¿Qué esperanza hay para nuestros parientes
que murieron sin Cristo? Es un hecho que no están en el cielo porque sus
pecados no fueron perdonados, es lo que enseña la Biblia, no es lo que yo pienso
¿Dónde están? De acuerdo con lo Jesús enseñó en el capítulo 16 del Evangelio de Lucas, deben estar en el Hades o lugar
de tormento. Pero hay una esperanza:
Romanos
11:25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis
arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel
endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;
11:26 y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el
Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad. 11:27 Y este será mi pacto con
ellos, Cuando yo quite sus pecados
En este pasaje, el apóstol Pablo revela un
misterio. Dice que una vez que haya entrado la plenitud de los gentiles en la
gracia, todo Israel será salvo. Dice
que Dios perdonará los pecados de todo
Israel, y toda familia judía será salva. Esto sucederá en la segunda
venida de Cristo.
“Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de
Jacob la impiedad y perdonará sus pecados”. Dios hace un pacto con
Israel, que consiste en salvar a todo el pueblo.
Recordemos que Dios siempre cumple sus pactos, porque
las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la
gloria de Dios (2 Corintios 1:20).
Entonces, millones se judíos que ahora
se encuentran en el Hades serán perdonados en la segunda venida de Cristo. Sigamos
leyendo:
Romanos
11:28 Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero
en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres.
Las frases “en
cuanto al” y “por causa de”
señalan dos situaciones paralelas, que a la vez están unidas por un “pero”. “En cuanto” al evangelio, los judíos son enemigos de Dios. Ellos rechazaron el evangelio y por eso Dios los
ve como enemigos, que no pueden alcanzar la salvación; “pero”, “por causa de” los
padres de ellos, son amados por Dios
y Dios les va a permitir su salvación.
La situación que los convierte en enemigos de
Dios es pasajera, mientras que la
causa por la cual Dios los ama y los perdona, es eterna.
Los judíos, aunque son infieles, son elegidos para
salvación por causa de la fidelidad de sus padres. Y la elección no es para
unos pocos, es para todo Israel.
Romanos
1:29 Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.
El verso que sigue dice que irrevocables son los
dones y el llamamiento. Si Dios los llamó, ese llamamiento es irrevocable. Si
Dios les ofreció la salvación por gracia, esa salvación es irrevocable.
En su segunda venida, Jesús perdonará a los
millones de judíos que lo rechazaron.
Ellos son elegidos, son amados por causa de sus padres. ¿Será
perdonado Esaú por amor a Isaac? Claro que sí. Depende de él, que acepte o
rechace nuevamente a Cristo.
Romanos
11:12 SI su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de
los gentiles, ¿cuánto más su plena restauración?
En otras palabras, sí por las transgresiones y
defectos de los judíos, los gentiles, que no éramos los llamados, hemos sido
llamados. ¿Por qué no serán los judíos restaurados, ellos que fueron la causa
de nuestra salvación?
Romanos
11:15 Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su
admisión, sino vida de entre los muertos?
Si ellos fueron excluidos, para que los gentiles
fuéramos salvos, qué será su admisión, sino que Dios los resucitará en su segunda venida.
Romanos
1:16 Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz
es santa, también lo son las ramas.
Este es un versículo de gran revelación. Si las primicias
(los primeros creyentes) son santos, también lo será la masa
restante, o sea las ramas o
descendientes.
Santos significa, apartados para Dios. Los
judíos han sido apartados, han sido escogidos, han sido llamados aún antes de
nacer. Esa es su herencia.
Romanos
11:23 Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues
poderoso es Dios para volverlos a injertar.
Todos aquellos judíos incrédulos, tendrán una
oportunidad en la segunda venida de Cristo. Tanto los que estén vivos, como los
que estén muertos. Si no permanecen en incredulidad, serán injertados.
1 Pedro 3:18
Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los
injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero
vivificado en espíritu; 3:19 en el cual también fue y predicó a los espíritus
encarcelados, 3:20 los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez
esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el
arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.
En esta escritura, el apóstol Pedro nos revela
que cuando Cristo murió, su espíritu hizo una visita al Hades, para predicarles
a los incrédulos, para darles la oportunidad de que fueran salvos.
Jesús quería que viéndolo, creyeran. Y
Jesús volverá a hacer lo mismo en su segunda venida. Antes de venir, irá al
Hades a predicar a los que allí se encuentran, para que el que lo vea pueda
creer. El que se queda es porque permanece en incredulidad.
¿Por qué antes de venir? Porque el vendrá con
los suyos a gobernar en la tierra. Y los suyos son las familias completas.
Es posible que estés pensando, que esa promesa
es para Israel, que no es para los gentiles. Estás equivocado:
Romanos 9:6
No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de
Israel son israelitas, 9:7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos
hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. 9:8 Esto es: No los que son
hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la
promesa son contados como descendientes.
Lea con mucha atención, la palabra de Dios dice
que no son los israelitas los hijos de
Dios, que no son hijos de Dios los descendientes
de Abraham según la carne. Más bien dice que los hijos de Dios son los que según la promesa son contados como
descendientes. ¿Cuál promesa?
Génesis
26:4 Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu
descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán
benditas en tu simiente.
Abraham no podía tener hijos con su esposa
porque era estéril y además muy anciana. Sin embargo, Dios prometió darle una
descendencia como las estrellas del cielo y bendecir todas las naciones de la
tierra en su simiente.
Esa bendición consiste en ser adoptados hijos
de Dios. Diez años más tarde, Dios cumplió la primera parte de su promesa y Sara, la esposa anciana y estéril
tuvo un hijo, ese es Isaac.
Gálatas
3:16 Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No
dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu
simiente, la cual es Cristo.
La segunda
parte de la promesa que consiste en bendecir a todas las naciones de la
tierra, Dios lo haría a través de la simiente de Abraham, y esa simiente
no es Isaac sino un descendiente de Isaac: nuestro señor Jesucristo.
Jesús es la
simiente
que nos daría el derecho de ser adoptados hijos de Dios. Los bendecidos, no son
los descendientes de Abraham o de Isaac, según la carne, sino los creyentes
en Cristo de cualquier nación, que han sido justificados.
Efesios 2:12
En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y
ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. 2:13
Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis
sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. 2:14 Porque él es nuestra paz,
que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 2:15
aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en
ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo
la paz, 2:16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo,
matando en ella las enemistades.
Los gentiles no teníamos promesas ni esperanzas,
todo era para los judíos, Israel tenía ordenanzas y los gentiles no, entonces
Jesús abolió en su carne las ordenanzas de la ley, derribando así la pared que
nos separaba con ellos, para que no hubiera diferencia alguna entre ellos y
nosotros, creando en sí mismo un solo pueblo, que es la iglesia.
Efesios 2:18
porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo
Espíritu al Padre. 2:19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino
conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, 2:20 edificados
sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del
ángulo Jesucristo mismo,
Los hijos de Dios, no son los de ninguna
nacionalidad, sino los que creen en la simiente, a quien fue hecha la
promesa. ¿Entonces nuestros creyentes fallecidos que creyeron son salvos? No, ellos
creyeron pero no se bautizaron para completar su salvación.
Gálatas 3:28
Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer;
porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 3:29 Y si vosotros sois de
Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa..
La promesa
de que todo judío será salvo, es extensiva a los gentiles. Ya no hay diferencia
entre ellos y nosotros, porque todos somos uno en Cristo Jesús y si somos de
Cristo, linaje de Abraham somos. No son judíos los nacidos según la carne, sino
los de la promesa, así que ese pacto es para todos. Recordemos que Dios
no hace acepción de personas (Colosenses
3:25).
Alguno dirá: “si mi padre creyó y por amor
a él, yo seré salvo. Entonces para que creer?”
En primer lugar, para tener una vida en abundancia (Juan 10:10) sin temor al maligno ni al castigo. Una vida libre de
la religiosidad, del pecado y del temor a la muerte y por el contrario, tener
una vida en victoria.
En segundo lugar, para evitarnos el castigo de la gran tribulación, las
copas de la ira de que habla el Apocalipsis. En tercer lugar, si
morimos, no iremos al hades o infierno por un tiempo, sino que iremos
directamente al cielo. Y en cuarto lugar, para recibir
las coronas y la herencia, y poder así gobernar con Cristo en el milenio.
Romanos 1:28
Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en
cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. 11:29 Porque
irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.
Podemos afirmar, que todos aquellos que se
perdieron, tendrán una oportunidad. Dios lo hará, por amor a las primicias.
Así pues, si el endurecimiento de Israel, en parte, fue para la salvación de
los gentiles, Pablo anticipa el día brillante para la tierra cuando “todo
Israel”, como tal, será salvo. El culpable y castigado pueblo de Jehová,
creerá en el Señor, tal como lo hizo Tomás, cuando lo vio en su gloria.
Por amor a Abraham y a Isaac, Esaú será salvo si al ver a Cristo, cree.
El misterio revelado en su grandeza, es que los
dones y el llamamiento son irrevocables. Esto hace que veamos hacia
adelante y hacia atrás. Los llamados
antes y los llamados después, todos los llamados. No solamente
nuestros descendientes sino también nuestros ascendientes, ellos también fueron
llamados e irrevocable es el llamamiento.
Efesios
1:4-5 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado
para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de
su voluntad,
¿A quiénes escogió Dios antes de la fundación
del mundo para ser adoptados sus hijos. A Todos, la siguiente
escritura lo confirma.
1 Timoteo
2:3-4 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el
cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la
verdad.
Dios quiere que todos los hombres sean salvos,
no solamente algunos, así que la oportunidad es para todos. Dios ama la familia,
Él no quiere que en su segunda venida, estemos sufriendo por nuestros padres o
nuestros hijos que no fueron salvos en su momento. Ellos tendrán una segunda
oportunidad.
Dios entiende que tenían un velo, por culpa de la religión, por culpa de la época.
Por amor a nosotros, el Señor los visitará. Si no aceptan el llamado, luego de
estar recluidos en un lugar de tormento, ya Dios no puede hacer más nada.
Esta es la esperanza, para nuestros parientes
que rechazaron a Cristo, o que no lo rechazaron pero que tampoco completaron su
salvación en las aguas del bautismo. Dios les concederá una segunda
oportunidad, por amor a los que sí hemos
creídos y nos hemos bautizado y que
somos las primicias.
Hechos
16:31 Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.
Esta promesa es para muchos una promesa
exclusiva para el carcelero de Filipo, sin embargo, luego de lo estudiado,
podemos concluir sin temor a equivocarnos, que la promesa es para todos. Dios
salvará a toda nuestra familia.
Si bien es cierto, que la salvación es
personal, y no una herencia de familia, la alusión "tú y tu casa"
es un hecho comprobado de que Dios se complace en trabajar en el núcleo
familiar. En otras palabras, una vez que un miembro de la familia,
especialmente el padre, viene a los pies de Cristo, el Espíritu Santo, Dios
procurará la salvación del resto de la familia.
Dios desea que todos sean salvos, conjuntamente
con su familia. Todos, absolutamente todos hemos sido llamados y escogidos y
todos tendrán su oportunidad, antes o en la venida de Cristo.
Así que sí has creído, mantén la esperanza, de
que verás a los tuyos que partieron. Si
no has creído, cree y bautízate y serás salvo tú y tu casa. Si esa promesa
no se cumple ahora, se cumplirá en la segunda venida de Cristo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario