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Si todos tenemos la misma Biblia ¿Por qué
algunos viven bajo la gria y otros bajo la ley? ¿Por qué algunos veneran
imágenes y otros no? ¿Por qué algunos se bautizan apenas creen y otros no? ¿Por
qué unos pocos viven para Cristo y la gran mayoría viven para sí mismos?
Solamente hay una respuesta: hay ceguera espiritual. En tiempos que se
supone son tiempos de iluminación, los creyentes están ciegos, los pastores evangélicos
están ciegos, los sacerdotes católicos están ciegos, el Papa está ciego; “guías de ciegos, y si el ciego guiare al
ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mateo
15:14).
Eso es lo que está sucediendo en las
iglesias, ciegos guiando a ciegos y
todos con un mismo destino: el hoyo del
infierno. Compara lo que dice la Biblia con lo que estos guías ciegos enseñan
y te darás cuenta de su ceguera.
De acuerdo con la biblia hay dos tipos de hombres, los naturales y los espirituales. Muchos
creen que un hombre espiritual es aquel
que es más bueno o menos pecador que los otros, pero no es así, la diferencia se da en que el hombre espiritual
ha sido sanado de su ceguera.
Todos, absolutamente todos, nacemos siendo
hombres naturales y en esa condición nacemos ciegos, no podemos entender las cosas
de Dios porque esas cosas se han de discernir espiritualmente (1
Corintios 2:14).
Dice la palabra de Dios, que El
dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les
resplandezca la luz del evangelio
(2 Corintios 4:4)
“Este
siglo”, no se refiere a un lapso de cien años, se refiere a la vida aquí en
la tierra. Y la palabra “incrédulo”
hace referencia al hombre natural que
no cree en las cosas de Dios ni lo obedece. Todos los hombres naturales son incrédulos. El ejemplo lo podemos
ver en la veneración a las imágenes. Los
hombres naturales dicen creer en Dios pero idolatran imágenes. No le creen a Dios que ha dicho que todos los idólatras tendrán su parte en el
lago de fuego que arde con azufre (Apocalipsis
21:8). Es decir, creen en Dios,
pero no lo creen a Dios, son creyentes incrédulos. La ceguera
mental los hace razonar de una u otra forma para justificar su idolatría. En
ellos, el espíritu es esclavo de sus
mentes.
El hombre natural siempre le busca una razón o
lógica a las cosas sobrenaturales, y eso le impide ver la verdad de Dios. Entre
más estudiemos, más incrédulos nos hacemos.
Todo aquel que haya recibido cursos de filosofía en la universidad, por
ejemplo, no puede negar que su incredulidad y su rebelión aumentaron luego de
esos cursos. Para Dios es más fácil tratar con una persona que no ha ido a la
escuela que con un intelectual.
El hombre es espíritu, alma y cuerpo (1
Tesalonicenses 5:23) y Dios espera que en ese orden interactúen. Es decir,
que el espíritu tenga el control del alma y el alma el control del cuerpo. Así era
en el Jardín del Edén. Pero Satanás tentó a la mujer y le dijo que si comía del
fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, sería igual a Dios sabiendo
el bien y el mal (Génesis 3:5). Satanás
no le dijo que sería tan poderosa como Dios, solamente le dijo que al igual que
Dios sabría el bien y el mal. Tal vez ella interpretó lo primero. Lo cierto es
que ese era el plan del diablo para que los papeles ser invirtieran.
La mujer comió y dio a su marido y ambos se
hicieron sabios en el sentido que su
raciocinio se despertó y la mente le quitó el control al espíritu.
Antes de comer del fruto del árbol del bien y
del mal, ellos eran inocentes, el espíritu tenía el control de sus vidas, como
niños confiaban plenamente en el Padre Celestial y hacían su voluntad. Pero una
vez que comieron del fruto prohibido, comenzaron a razonar, a desconfiar del
Padre, adquirieron sabiduría humana,
sus espíritus fueron controlados por la mente del alma y comenzaron a hacer su
propia voluntad y no la voluntad de Dios.
Pero la
sabiduría humana es insensatez para con Dios (1 Corintios 3:19); porque los
caminos y los pensamientos del hombre no son los caminos ni los pensamientos de
Dios (Isaías 55:8).
Los deseos de la carne se avivaron en ellos, la
carne subyugó al alma que subyugó al espíritu y el hombre se hizo carne (Génesis
6:3). Es decir, se vio dominado por los deseos de la carne. Ese es el hombre natural, el cual perdió toda
sensibilidad espiritual y quedó cegado
por la mente, la cual le impidió conocer las cosas de Dios.
Para sanarse de la ceguera espiritual el hombre
debe convertirse en un hombre espiritual,
lo que les estoy diciendo es que existen 2 etapas: 1) la etapa terrenal y 2) la etapa espiritual. Todos los hombres están en la etapa natural, si quieren
sanarse de su ceguera, debe evolucionar a la etapa espiritual.
LA ETAPA
TERRENAL
Esta etapa
tiene a la vez varias fases: el
nacimiento, la niñez, la edad adulta, la madurez, la vejez, la muerte y la condenación
eterna. Toda persona pasa por esta evolución en donde se es feliz a ratos,
pero el estrés, las preocupaciones y el
pecado de este mundo, van minando al hombre, de tal manera que solo vive un promedio de 80 años, de los 120
que podría alcanzar. Y al dejar esta vida, la morada de su espíritu será el
hades.
Por más
éxitos logrados, y riquezas acumuladas, el hombre natural siempre sentirá que
algo le falta; dirá que “no hay felicidad
completa”. En esta etapa el hombre puede adquirir mucha sabiduría humana,
pero con toda esa sabiduría, aunque crea en Dios, siempre será un creyente incrédulo, porque esa sabiduría humana acumulada en su
mente le impide ver la verdad de Dios
y hacer su voluntad.
LA ETAPA
ESPIRITUAL
La segunda etapa también tiene varias fases: el nuevo nacimiento, la niñez espiritual, la
madurez espiritual y la vida eterna. Cuando se complete el ciclo, encontramos
el verdadero amor, la santidad, la perfección la paz y la felicidad completa.
Desdichadamente, la gran mayoría de los hombres
no logran evolucionar a la etapa espiritual. Al que lo logra, la Biblia le
llama “el hombre espiritual” y el que
no lo logra seguirá siendo “un hombre
natural”.
Dios no excluye de ninguna manera a la mujer; “hombre” incluye a ambos sexos, la
palabra hombre es usado en la Biblia para referirse tanto al varón como a la
mujer. Génesis 1:27 dice:” Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen
de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.
La
sabiduría de este mundo, es la sabiduría del hombre natural. Las verdades de Dios,
no se obtienen mediante el conocimiento intelectual del hombre natural, sino
mediante el conocimiento que el hombre espiritual recibe de Dios.
Jesús dijo: “si quieren ver el reino de Dios”,
en otras palabras si quieren disfrutar de las maravillas de Dios y obtener la
vida eterna, “deben nacer de nuevo”
(Juan 3:3). Es decir, deben
evolucionar a la etapa espiritual a través del nuevo nacimiento.
Los que crucificaron al Señor no habían
evolucionado a la etapa espiritual; no conocían la sabiduría de Dios, eran religiosos con sabiduría humana; si hubiesen conocido la sabiduría
Divina, no lo habrían crucificado.
Antes
bien, Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los hombres
espirituales, porque Dios las revela por su Espíritu que deposita en el
espíritu del hombre que evoluciona a la etapa espiritual (1 Corintios 2:9-10).
Al evolucionar a la etapa espiritual, el
Espíritu de Dios viene a morar al espíritu del hombre (Hechos 2:38, 1 Corintios
3:16), y de esa forma le abre los ojos espirituales y le da revelación.
El hombre
natural,
puede ser un gran intelectual, pero no
puede entender la Palabra de Dios, porque no tiene el espíritu de Dios, para
entenderla. Pero cuando evolucione a la etapa espiritual podrá entenderla
claramente.
Dios ha nombrado a todos aquellos que han
evolucionado a la etapa espiritual para que sean sus embajadores (2 Corintios 5:20) y le ayuden a los
hombres naturales a evolucionar a la etapa espiritual por medio de la
predicación del evangelio.
Porque ¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído?
¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? (Romanos 10:14-15), y aquí
es donde está el problema.
La gran mayoría de hombres naturales no
evolucionan a la etapa espiritual por dos razones: 1) no hay quien les predique el evangelio. Y 2) los que sí predican, lo hacen enseñando una versión
adulterada del evangelio (Gálatas
1:7).
Durante más de 20 años asistí a diferentes
congregaciones y en ninguna se predicaba el verdadero evangelio, sino un
evangelio adulterado, en donde la palabra del “falso profeta” estaba por encima de la palabra de Dios. Y eso se
sigue dando, estamos llenos de falsos profetas que engañan a la gente con sus
mentiras.
El apóstol Pedro dijo que como niños recién nacidos, debemos desear la leche espiritual que es la
palabra de Dios, pero ésta no debe estar adulterada, o sea, mezclada con la
palabra del hombre, para que por ella crezcamos para salvación (1 Pedro 2:2).
Es un hecho establecido por Jesús el que el hombre nace ciego, espiritualmente
hablando. Él dijo: “Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no
permanezca en tinieblas” (Juan
12:46).
Cualquiera
que enseñe
la palabra de Dios, tiene que tener registrado el milagro de haber recibido la
vista en su historia personal, porque de lo contrario seguirá siendo un hombre natural y se va a convertir en
ciego guía de ciegos. A no ser que hayamos evolucionado a la etapa espiritual, nuestra
predicación será totalmente vana y Dios nos llamará hacedores de maldad:
Mateo 7:21
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino
el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 7:22 Muchos me
dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre
echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 7:23 Y entonces
les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
No todo el que dice Señor, Señor, ni todos los
que hacen milagros, profetizan o echan fueron demonios, entrarán en el reino de
los cielos sino únicamente aquellos que hacen la voluntad del Padre ¿Cuál es
esa voluntad? Que lleven la verdad a
todos los hombres para que sean salvos (1 Timoteo 2:3-4). Está pasando lo contrario, lo que le está
llegando a los hombres es una mentira.
Los púlpitos están siendo ocupados por personas
que el Señor no mandó, por personas que
Jesús no conoce y si no los conoce es porque no han evolucionado a la etapa
espiritual y no son hijos de Dios.
Los hijos
de Dios
son únicamente aquellos que han evolucionado a la etapa espiritual y han
recibido el Espíritu Santo en su espíritu. Usted puede ser católico, puede ser
evangélico, asambleísta de Dios, testigo
de Jehová, bautista, mormón o de cualquier denominación religiosa, pero si no
ha nacido evolucionado de etapa, no es hijo de Dios y su religiosidad no le
vale de nada.
Lo que sucede es que muchos pastores creen que son hijos de Dios sin serlo porque
ellos mismos recibieron una media verdad, no la verdad absoluta de Dios. No fueron
sanados de su ceguera.
Esa media verdad es lo que enseñan a los fieles
y la media verdad va de generación en generación, ciegos y guías de ciegos,
todos de la mano.
Esa media verdad termina siendo una mentira, porque no hay peor mentira que la que se
fundamenta en una media verdad, porque todos la van a creer y van a
permanecer ciegos.
Marcos
8:23 Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y
escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo.
8:24 El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan.
Además de los ciegos de nacimiento, está el
grupo de los que han recibido un poco de luz. Éstos son la mayoría,
son católicos o evangélicos, han escuchado algo de Dios, pero ven a los “hombres como árboles que andan” porque
reciben medias verdades, que como dije se convierten en mentiras.
No solamente son los fieles, son también sus
pastores, sus sacerdotes y hasta el Papa ¿Por qué lo digo? Por sus falsas
enseñanzas. Ellos ven un poco, tanto en profundidad como en alcance, y de manera imperfecta.
Apocalipsis
3:18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para
que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la
vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.
Hay iglesias donde los maestros y los alumnos quizás
ven un poco, pero creen que ven correctamente. Esta era la tragedia de la
iglesia de Laodicea y es la tragedia
de la mayoría de iglesias cristianas de la actualidad y del propio catolicismo
romano.
Perder la
visión
espiritual es perder el carácter sobrenatural de la vida espiritual y ello
conduce al estado de la iglesia de Laodicea.
Si no eres
ni frío ni caliente
(Apocalipsis 3:15) Jesús te
vomitará, porque no soporta a los tibios. Un tibio es aquel que cree la palabra de Dios,
pero también cree la palabra del hombre o lo religioso, y mezcla ambas
palabras, adulterando por completo la verdad. Esa mezcla le impide sanar de su ceguera espiritual.
Dios lo ha dicho claro: “Maldito el varón que confía en el
hombre, y pone carne por su
brazo, y su corazón se aparta de Jehová”.
(Jeremías 17:5-6). Cuando confiamos en lo que dicen los
pastores evangélicos, los sacerdotes católicos o el mismo Papa, sin confirmar
lo dicho por ellos con la Biblia, para Dios, somos unos malditos que nos
apartamos de él. Por el contrario, Bendito
es el varón que confía plenamente en Jehová y no en lo dicho por el hombre (Jeremías 17:7).
Números
22:23 Y el asna vio al ángel de Jehová, que estaba en el camino con su espada
desnuda en su mano; y se apartó el asna del camino, e iba por el campo.
Entonces azotó Balaam al asna para hacerla volver al camino.
Los hay como el profeta Balaam, quien cegado por la ganancia, o la
perspectiva de ganancia, fue incapaz de ver lo que sí vio el asna: al ángel en
el camino.
Hay muchos Baalames, cegados
por consideraciones personales, que anteponen sus propósitos, casi siempre
materiales, a los propósitos de Dios.
Si alguna vez, por un momento, permitimos que
nuestros propósitos y pensamientos sustituyan a los pensamientos de Dios,
estaremos siendo como Balaam.
Hechos 9:8
Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así
que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, 9:9 donde estuvo tres días
sin ver, y no comió ni bebió.
Saulo de Tarso es el mejor ejemplo de lo que es
la ceguera ocasionada por la tradición religiosa. Era tan celoso de su
religión, que ese celo lo tenía ciego y perseguía a los cristianos para
matarlos, acerca de lo cual tuvo que decir más adelante: “Yo ciertamente había creído mi
deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret” (Hechos 26:9).
Cuando Saulo pudo ver, descubrió que lo que
había creído y considerado como la verdad, era
completa y diametralmente opuesto a Dios y a su verdad.
Dios quiera que todos aquellos que están ciegos
por la religión, puedan ver este ejemplo y se despojen de su religiosidad, la
cual les ciega el entendimiento.
Pablo dijo de sí mismo: “circuncidado al octavo día, del
linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la
ley, fariseo; en cuanto a celo,
perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley,
irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como
pérdida por amor de Cristo” (Filipenses
3:5-7).
Pablo tuvo que renunciar a todo aquello de lo
que se sentía orgulloso, para poder servir al Señor. Cuando sus ojos fueron
abiertos, pudo ver que había vivido un completo engaño.
Como lo dije, Saulo es un ejemplo para todos
aquellos que tienen celo de su religión, porque lo correcto es lo que enseña la
palabra de Dios, no lo que enseña el sacerdote ni el pastor, los cuales en su
mayoría distorsionan el espíritu de la Palabra.
Para que los ojos espirituales de Pablo fueran
abiertos, Dios tuvo que cegar sus ojos
naturales. En las cosas de Dios el uso excesivo de los ojos naturales puede
ser una indicación de cuan ciegos estamos; y puede ser que Dios se vea obligado
a tomar medidas drásticas, tal y como lo hizo con Pablo.
El ver
demasiado
con nuestra mente, pero en una dirección equivocada es un gran impedimento para ver la verdad. Es muy difícil convencer a
alguien que ha estado en la religión católica o en alguna denominación religiosa
por muchos años, de que ha vivido un engaño. El ejemplo de Pablo nos dice que a
veces, para ver realmente es necesario que seamos cegados.
Hechos
2:14 Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su
voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca. 22:15 Porque serás
testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. 22:16 Ahora,
pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados,
invocando su nombre.
Una vez que quedó ciego, Pablo creyó en el
evangelio. Pudo ver a medias, entonces se le dijo: “levántate y bautízate” para que laves tus pecados y puedas llevar
el evangelio a todos los hombres.
Y esta es una verdad inmutable. Hay muchas
medias verdades o mentiras en las iglesias, pero la peor de todas es la que
tiene que ver con la salvación, la que tiene que ver con evolucionar a la etapa
espiritual.
A Pablo se le dijo claramente: bautízate ¿Para qué? Para que fuera perdonado
de sus pecados y pudiera ser testigo a las naciones.
Jesús dijo: el
que creyere y se bautizare será salvo, el que no creyere será condenado (Marcos 16:16). El que creyere puede ver a medias, pero si quiere
ver claramente y ser testigo ante las
naciones, debe bautizarse.
El día de pentecostés, los judíos creyeron el
evangelio que Pedro predicó, entonces preguntaron ¿Qué haremos? Es decir ¿Qué
sigue? Pedro les dijo: “Arrepentíos, y
bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los
pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo (Hechos 2:38)
Es maravilloso notar que la comisión recibida por
Pablo cuando fue cegado físicamente en el camino a Damasco estaba enteramente
relacionada con los ojos. Dios lo envió para que a
través de su predicación, los ojos de los gentiles fueran abiertos y fueran
trasladados de la potestad de las tinieblas al reino del hijo de Dios (Colosenses 1:13), o sea que
evolucionaran de la etapa terrenal a la etapa espiritual.
Los hombres
naturales que están predicando te dirán que no necesitas bautizarse, que
con solo creer en Cristo recibes el Espíritu Santo y evolucionas a la etapa
espiritual, pero esa es una media verdad
que te impide sanar de la ceguera espiritual.
Ellos te darán muchos argumentos humanos para
contradecir la verdad absoluta de Dios, y podríamos discutir todos esos argumentos
uno a uno, con la Biblia en la mano. Pero, mejor les menciono el siguiente
pasaje de la palabra de Dios:
1 Timoteo 6:3
Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro
Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, 6:4 está
envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras,
de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, 6:5
disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad,
que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales. 6:6 Pero
gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento;
La palabra de Dios que si alguno enseña otra
cosa y no se conforma a las palabras de Jesús y a su evangelio, está envanecid0.
Esa vanidad está en la mente, la sabiduría humana lo tiene cegado. Si Jesús dijo que para evolucionar a la etapa espiritual
hay que creer y bautizarte, el que diga otra cosa no sabe nada, es un corrupto
de entendimiento, un privado de la
verdad que usa el evangelio como fuente de ganancia. La orden de Dios es
que nos apartamos de este tipo de
elementos, que son los muchos.
Pregunta a tu pastor si es necesario el bautismo
para salvación. Si su respuesta es negativa, debes dejar esa congregación,
debes apartarte de él, porque Dios no quiere que seas contaminado. Si un pastor
no tiene esa verdad en cuanto a la salvación es porque sigue siendo un hombre natural que no entiende las verdades
de Dios. Si él no ha evolucionado a la etapa espiritual, tampoco lo harán sus
alumnos. Imagina las otras medias verdades o mentiras que podría enseñarte.
Efesios 4:17
Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros
gentiles, que andan en la vanidad de su mente,
La palabra de Dios dice que no andemos en la
vanidad de la mente, en otras palabras que no le creamos a nuestro raciocinio,
sino que le creamos a Dios. Ese es el problema, miles de hombres naturales,
cegados por la vanidad de su mente, han tomado los púlpitos, ciegos, guías de ciegos.
Apocalipsis
3:21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he
vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
Para los que han vencido y han logrado
evolucionar a la etapa espiritual,
“existe un lugar arriba junto a Jesús. Puedes
ser todo lo religioso que quieras, puedes asistir al culto todas las semanas,
puedes participar de todas las actividades de tu iglesia, pero si no has
evolucionado a la etapa espiritual, el Señor tiene sólo una palabra:
Apocalipsis
3:18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para
que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la
vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.
El Señor te dice que compres oro refinado en fuego de él, es decir,
que adquieras de él la verdad absoluta de la palabra de Dios, sin ninguna
mezcla de religiosidad.
Ese es el colirio
que te hará ver la verdad y te hará rico, espiritualmente. Solo y entonces
serás vestido con vestiduras blancas,
que simbolizan que eres un hijo de Dios.
Esto nos lleva entonces a la necesidad de todos los tiempos, la
necesidad de cada hora, de cada día y de cada época. Es la necesidad de que las
personas puedan decir: “Veo”.
Es una necesidad grande y terrible y no habrá
ninguna esperanza hasta tanto no se supla esta necesidad. La esperanza pende de
este hecho, de que se levanten personas en este mundo, en este oscuro, confuso,
caótico, trágico y contradictorio mundo, personas que estén dispuestas a pelear
por la verdad absoluta de Dios contra los ciegos,
guías de ciegos, sin importar lo que esto les pueda afectar.
Si ya evolucionaste a la etapa espiritual, debes
llevar la verdad a todos los que aún están ciegos. Si no has evolucionado
entonces por qué te detienes, levántate
y bautízate. El tiempo es hoy, puede ser que mañana ya no estés en este
mundo. ¿Qué harás al respecto?
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