Descagar pdf
Hay un salmo maravilloso, es el salmo 23, el cual dice que el Señor es
nuestro pastor ¿Sabes lo que eso significa? Cuando lo sepas tu vida cambiará
para siempre y levantarás tus ojos al cielo en señal de agradecimiento y
alabanza.
Salmo 23:1
Jehová es mi pastor; nada me faltará.
Porque el Señor es mi pastor, no me falta nada.
Eso es lo que Dios quiere para nosotros, él quiere que no nos falte nada y eso
sucede cuando dejamos que él sea nuestro pastor.
Existen solamente dos
opciones, que el Señor sea nuestro pastor o que no lo sea. Los dos árboles
que Dios sembró en el jardín del Edén nos reflejan esa verdad. El árbol de la vida significa que el hombre se sometería al Señor como una
oveja, el Señor sería su pastor y el hombre dependería totalmente de él,
mientras que el árbol de la ciencia del
bien y del mal significa que el hombre sería una oveja y a la vez su propio pastor sin depender para nada
de Dios.
Adán y Eva escogieron la segunda opción y ya
sabemos lo que pasó. El hombre tuvo que ver cómo se las arreglaba y la escases
y la pobreza hicieron su presencia hasta el día de hoy.
Si el
Señor es nuestro pastor, entonces no
nos faltará nada, pero si el Señor no
es nuestro pastor, es posible que nos falten muchas cosas, es así de sencillo.
Si existen en nuestra vida el vacío, la soledad,
la desesperación y la frustración, la desilusión, la decepción y el vacío, es
porque el Señor no es nuestro pastor.
Si quieres que las cosas caminen bien en tu
vida, lo primero que tienes que reconocer es que “eres como una oveja” tal y como lo
declara el salmo. Francamente no es agradable que nos comparen con las ovejas
porque éstas son tontas, sucias, tímidas,
indefensas, desvalidas y no saben ni
siquiera ponerse a resguardo de la lluvia.
Pero, si somos honestos, tenemos que reconocer
que somos como las ovejas, no en vano así lo declara Isaías: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,
cada cual se apartó por su camino” (Isaías
53:6). El apóstol Pablo también revela lo que somos: “no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron,
a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno”
(Romanos 3:11-12).
Estos versículos demuestran que somos verdaderas ovejas, descarriadas, tenemos la tendencia a satisfacer nuestro propio
individualismo, a seguir nuestro propio camino y a hacer las cosas como nosotros
queremos.
Si queremos vivir una vida cristiana normal, es aquí
en donde debemos empezar, admitiendo que
somos como ovejas, que nos extraviamos y que necesitamos que el Señor sea
nuestro pastor.
Salmo 23:2
En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me
pastoreará. 23:3 Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor
de su nombre.
El pastor lleva a las ovejas a lugares de
delicados pastos para que se alimenten y
junto a aguas de reposo para que beban y
luego descansen. Piense por un momento
en una escena de ovejas recostadas en los campos, habiendo comido hasta
quedar satisfechas y siendo guiadas a las aguas de reposo.
Las ovejas le temen al agua que corre, ellas
prefieren beber agua de un estanque
tranquilo. Por eso el pastor debe llevarlas a un lugar donde las aguas sean muy
tranquilas, para que tomen agua sin asustarse. Un buen pastor guía a sus ovejas
a lugares donde pueden descansar, alimentarse y beber en paz.
Mateo 4:4
Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios.
La mayoría de las personas se preocupan por
conseguir el alimento diario, sin embargo Jesús dijo que el alimento principal
de nosotros debe ser la palabra de Dios.
Mateo 6:33
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas.
Si relacionamos Mateo 4:4 con Mateo 6:33,
podemos sacar a conclusión que si
alimentamos nuestro espíritu con la palabra de Dios, Dios procurará nuestro
sustento diario para el cuerpo y nuestras otras necesidades básicas como vestido
y un techo donde guarecernos.
Todo creyente debe tener claro que la palabra de Dios es el acceso directo
al Dios proveedor. El Señor
confortará nuestra alma y también nuestro cuerpo. Todo lo que necesitamos
relacionado con la vida está disponible en Él.
Mira lo que el salmo dice: “Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
La palabra hebrea traducida como “senda” significa “un sendero bien definido”. Eso indica de nuevo lo tontas que son
las ovejas, porque incluso cuando el sendero está bien marcado, sin el pastor
se desvían y toman otro camino.
Juan 14:6
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre,
sino por mí.
Jesús es el camino correcto en nuestras vidas,
es el sendero de justicia bien delineado, sin embargo como tontas ovejas,
muchos de nosotros tomamos otros caminos, nos descarriamos y terminamos
sufriendo y hasta perdiendo la vida eterna.
Romanos
Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como
está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
La senda de justicia es la fe. Muchos buscan ser justificados por su
comportamiento, por su sacrificio, por su esfuerzo y eso no vale nada, solamente
hay una senda de justicia y esa senda es la fe, el justo por la fe vivirá, no por otra cosa.
Mateo 6:31
No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué
vestiremos? 6:32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro
Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
Las gentes vive angustiadas y se preguntan ¿Qué comeremos,
que beberemos o que vestiremos? Esto es así porque al igual que los gentiles buscan esas cosas en lugar de buscar el
reino de Dios y su senda de justicia.
Nos matan las decisiones, nos vemos obligados a
tomar una serie de decisiones día tras día que tienen que ver con la vida de nuestra
familia, eso es desgastante y al final no nos lleva a nada.
Debemos darnos cuenta que la única decisión que
tenemos que tomar es la de confiar en el
Señor, él es nuestro pastor que nos guiará por senderos de justicia y nos
llevará a descansar junto a las agua de reposo. “Descansa” es la palabra clave, sí, descansa en el Señor.
Romanos
12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro
culto racional.
Presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo no
significa ni más ni menos que rendirnos
al Señor, no significa ni más ni menos que poner nuestras vidas en sus
manos para que él las dirija. Someterse al Señor como las ovejas al pastor, eso
es lo que significa presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo.
Romanos
8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Dice la escritura que no hay ninguna condenación
para los que están en Cristo Jesús, y éstos son los que no andan conforme a la carne,
sino conforme al Espíritu Santo, es decir, no se guían a sí mismos,
sino que se rinden ante el Espíritu Santo para que los guíe.
Deberíamos orar: “Padre, Tú has prometido dirigirme por senderos de justicia. Ayúdame a
estar dispuesto a seguirte, a confiar en ti en toda circunstancia, incluso
cuando no lo entiendo”.
Salmo 23:4 Aunque ande en
valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu
vara y tu cayado me infundirán aliento.
Imagina esta escena, el pastor está guiando a
las ovejas a que regresen al hogar por la noche. Al pasar por un desfiladero
estrecho, las largas sombras se proyectan a lo largo del sendero. Las ovejas, debido a que son tan tímidas e
indefensas, se sienten asustadas pero
confían en el pastor y por lo tanto lo siguen sin temor porque el pastor está
con ellas.
Hebreos
13:5 Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora;
porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; 13:6 de manera que podemos
decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer
el hombre.
Yo no sé cuáles son tus costumbres, si estás o
no contento con lo que tienes. En mi caso he aprendido a través de los años a
confiar en el Señor. De joven y cuando no conocía a Cristo, quería conquistar
el mundo, quería una gran casa, un buen carro, muchos lujos y dinero en el
banco. Quería una profesión, tenía aspiraciones políticas y muchas otras
ambiciones.
Pero cuando conocí a Cristo, todo cambió, mis
aspiraciones se esfumaron, aprendí a estar contento con lo que tengo y a
confiar en que el Señor no me desamparará ni me dejará porque el prometió ser
mi ayudador, y no tengo que tener temor alguno porque él siempre promete lo que
cumple (2 Corintios 1:20).
Cuando las cosas se ponen negras, debemos
recordarnos que él ha prometido nunca abandonarnos ni dejarnos, que siempre
estará allí para nosotros. Por lo tanto, no tenemos ningún motivo para temer, y
eso es un gran consuelo.
El salmo continúa diciendo: “tu
vara y tu cayado me infundirán aliento”.
La vara era
un garrote que se usaba para ahuyentar a los animales salvajes. No se usaba
nunca con las ovejas, sino que era un instrumento pesado que se utilizaba para proteger a las ovejas de animales
rapaces que merodeasen.
El Señor nos ha cubierto con su sangre, y nos ha
dado la armadura de Dios (Efesios 6:10)
para que el enemigo no pueda hacernos daño.
Esa es la vara con la cual le
hacemos frente al enemigo. Dentro de esa armadura tenemos un arma ofensiva, esa
arma es la espada del Espíritu que
es la palabra de Dios (Efesios 6:17)
con la cual espantamos al enemigo.
Cuando Satanás te ataque de una o de otra
manera, recuerda que tienes una vara para alejarlo, solamente menciona la
palabra de Dios, solamente usa el nombre de Jesús y Satanás desaparecerá de
inmediato.
El diablo está dispuesto a devorarnos; así que
el Señor usa la vara sobre él. Pero además del diablo, tenemos otro enemigo, el temor: “Nos hemos encontrado con el enemigo, y el enemigo somos nosotros”.
La vara del pastor no debe ser usada únicamente
para alejar al enemigo exterior, sino para subyugar al enemigo interior, la palabra
de Dios nos dice: “Qué, pues, diremos a
esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31). Si el Señor está con
nosotros ¿Quién podrá contra nosotros? Nadie podrá contra nosotros, así que no
debemos tener ningún temor.
El cayado
era un palo con un gancho en la punta que se podía usar para ayudar a las
ovejas. Este gancho se podía usar para colocarlo alrededor de la pata de una
oveja y tirar de ella para protegerla de una situación de peligro y se podía
usar como un instrumento para dirigir y ocasionalmente para disciplinar con “golpecitos” en el lado del cuerpo. Los
pastores ven a las ovejas como si fueran sus hijas y usan el cayado para
corregir su camino, y eso nos ayuda a entender el carácter de Dios.
Hebreos
12:5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige,
diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando
eres reprendido por él; 12:6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a
todo el que recibe por hijo. 12:7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata
como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? 12:8
Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes,
entonces sois bastardos, y no hijos.
El cayado
de Dios es la disciplina, pero él
nos disciplina siempre con amor. Él
reprende, corrige, anima e instruye en justicia, tratándonos con firmeza y con
delicadeza porque no quiere hacernos daño, lo único que quiere es llevarnos por
el camino correcto.
Bendita sea la disciplina de Dios, porque esa
disciplina nos confirma que somos sus hijos. Si nos deja sin disciplina es una
muestra de que no somos sus hijos, sino unos bastardos. No menosprecies la disciplina del Señor,
recuera que él disciplina al que ama y azota al que recibe por hijo.
Salmo 23:5
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza
con aceite; mi copa está rebosando.
La mesa nos
habla de un banquete, pero de un banquete en
medio de nuestros angustiadores que nos quieren robar, matar y destruir (Juan 10:10). Las ovejas son llevadas por el pastor a un banquete y
el enemigo asecha, pero no puede atacarlas porque el buen pastor está con
ellas.
Juan 10:11
Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
El Señor dio su vida por nosotros, él murió y
fue sacrificado por nuestro perdón.
Juan 10:
10 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas,
y las mías me conocen, 10:15 así como el Padre me conoce, y yo conozco al
Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
Jesús es el buen pastor y conoce sus ovejas y
las ovejas conocen a su pastor así como el Padre conoce a Jesús y Jesús conoce
al Padre. Si eres una oveja del redil de Jesús, entonces lo conoces y sabes que
dio su vida por ti, y sigue allí a tu
lado protegiéndote.
Cuando participemos en la Cena del Señor debemos recordar estos versículos. Jesús nos invitó
a que participáramos de la cena en su honor y él prometió acompañarnos, él
dijo: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo
en medio de ellos” (Mateo 18:20).
Cuando participamos de la cena, él Señor está
allí con nosotros, no debemos olvidarlo, ese es un momento único y de gran
respeto para aquel que adereza esa meza delante del diablo que como león
rugiente asecha, pero no puede arrimarse, no puede hacer nada contra nosotros
porque fue vencido en la cruz.
Jesús nos invita a cenar en presencia de
nuestros angustiadores para celebrar la victoria sobre el diablo. Eso es lo que significa la cena del Señor
y eso es lo que significa que adereza mesa.
Cada vez que participamos de ella, le recordamos
al diablo que ha sido vencido, que Jesús resucitó, que está sentado en su trono
a la derecha del Padre y que vendrá nuevamente para gobernar sobre el planeta y
que él será enviado a prisión por mil años (Apocalipsis 20:3) y luego al lago de fuego que arde con azufre por
los siglos de los siglos (Apocalipsis
20:10).
No debemos dejar de congregarnos ni de
participar en la cena del Señor, no solamente para recordarle al diablo su
estado, sino para recordarnos a nosotros mismos que somos más que vencedores en Cristo Jesús (Romanos 8:37).
Algunas historias
bíblicas pueden servirnos para entender lo que significa que Dios adereza mesa delante de nuestros
angustiadores. Una de ellas es la de David y Goliat. David fue a visitar a sus
hermanos que estaban peleando contra filisteos y se encontró con la sorpresa de
que un general llamado Goliat estaba amenazando al pueblo de Dios.
I Samuel 17:8
Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os
habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los
siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. 17:9
Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos;
y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y
nos serviréis. 17:10 Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de
Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. 17:11 Oyendo Saúl y todo Israel
estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo.
Los israelitas estaban petrificados del terror
ante las amenazas de Goliat; pero no así David, se llenó de ira al ver que un
incircunciso blasfemaba al pueblo de Dios. Consecuentemente David confrontó a
Goliat. ¿Cómo fue esto posible? Fue posible porque David tenía certeza que Dios estaba con él y prepararía un banquete ante el enemigo, tomó cinco piedras del y
tiró su honda con la piedra e hirió al filisteo en la frente, quien cayó al
suelo. Luego tomando la espada de Goliat le cortó la cabeza; al ver este
espectáculo los filisteos huyeron de temor (1 Samuel 17:40-51). Esto fue
el banquete que los israelitas recibieron de Dios ante sus angustiadores.
Importante es recordar las palabras que David le
dijo a Goliat: “Tú vienes a mí con espada
y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos,
el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado” (verso 45). Esto nos recuerdas que las
armas de nuestra milicia no son carnales sino poderosas en Dios.
Al igual que David, no debemos tener temor
alguno, al enemigo no lo enfrentamos en nuestro nombre sino en el nombre del
Señor y en su nombre siempre hay victoria.
Otra
historia
es la del rey Nabucodonosor quien levantó una estatua de oro de 30 metros de
altura en el campo de Dura y mandó a todos los sátrapas, los magistrados y
capitanes que al son de la bocina lo adorara. Pero Sadrac, Mesac y Abed-nego no
se postraron a adorarle.
Daniel
3:13 Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac,
Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey.
3:14 Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que
vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua de oro que he levantado?
3:15 Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la
flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo
instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si
no la adorareis, en la misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego
ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?
El rey lleno de ira mandó a echar a estos
hombres al horno de fuego ardiendo y calentó siete veces más el horno. Pero lo
sorprendente fue que dentro del horno estaban no tres, sino cuatro hombres tomados de las manos y
danzando. Y declararon que el cuarto hombre parecía al hijo de los dioses:
Daniel
3:24 Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y
dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego?
Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. 3:25 Y él dijo: He aquí yo veo
cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún
daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.
Jesús estaba con ellos e impidió que se
quemaran. Entonces el Rey mandó a sacar a estos jóvenes y descubrió que ni un
pelo de ellos olía a quemadura.
Esto es la
mesa que Dios había preparado a estos jóvenes ante sus angustiadores.
Aunque el rey había deseado matarlos en horno de fuego, Dios los encaminó a
bien y les preparó el banquete como muestra de victoria. Arrodillado ante
Sadrac, Mesac y Abed-nego, el rey Nabucodonosor se convirtió en creyente de Dios.
Tenemos muchos otros ejemplos, pero creo que esos dos basta para entender que Dios
siempre está con nosotros y sigue aderezando mesa delante de los angustiadores.
“Unges
mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando”.
Ungir con
aceite
significa colocar en un nivel más alto y
de poder. En tiempos pasados, Dios ungiendo con aceite nombraba a los reyes
de Israel y a los sacerdotes. David después de confrontar a Goliat, Dios lo
ungió y fue rey de Israel. Si David no hubiese tenido encuentro con Goliat, tal
vez siga como pastor de ovejas en el campo. Pero por Goliat, Dios le ungió como rey. De modo que el
ataque de Goliat fue de bendición para Israel. Sin Goliat su copa no hubiese
rebosado.
De manera que tener un encuentro con enemigo puede ser de gran bendición para
nosotros. Después que Sadrac, Mesac y Abed-nego alimentaron del horno de fuego,
fueron nombrados para un puesto más alto.
Efesios
2:6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús, 2:7 para mostrar en los siglos venideros las
abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Si estás en Cristo, Dios te ha elevado a un
rango superior, te ha sentado en los lugares celestiales con Jesús, por encima
de todas las potestades celestiales. Él te ha ungido en la cabeza delante de
tus angustiadores.
Los pastores ungen a las ovejas con aceite, el aceite que un pastor usa para
ungir sus ovejas es un aceite especial que contiene una mezcla de hierbas y
especies medicinales y lo usan cuando alguna de sus ovejas se han lastimado o
herido. Además, antes de pasar por un campo con la hierba muy alta, el pastor les
pone aceite a todas sus ovejas, para que ningún insecto se suba en la lana de
ellas, como si fuese un repelente.
Debes entender que el salmo 23 es como una profecía que se ha cumplido para los que
estamos en Cristo.
Por su
herida fuimos sanados
(1 Pedro 2:24), el Señor nos ha sentado en lugares celestiales por encima
de nuestros angustiadores, con todo poder y autoridad sobre ellos, y nos ha bendecido con toda bendición
espiritual (Efesios 1:3), eso es
algo que ya sucedió, el Señor ha
aderezado tu mesa y te ha ungido delante de tus angustiadores.
Salmo 23:6
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y
en la casa de Jehová moraré por largos días.
El salmo termina diciéndonos que el bien y la
misericordia nos seguirán todos los días de nuestras vidas, y esto es así
porque cuando El Señor es el pastor de nuestros días, la gracia de Dios se hará manifiesta en nosotros a través del bien
y la misericordia que Dios nos da. Y por último la esperanza de gloria: En la casa de Jehová moraré por largos días.
Cuando te sientas angustiado, toma tu biblia y
lee cuidadosamente el salmo 23, acepta
que eres una oveja descarriada y que no sabes para dónde vas, pero que: 1) que El Señor es tu Pastor y que
siempre te guardará y te sustentará en todo tiempo; 2) que nada te faltará porque Él desea lo mejor para ti; 3) que siempre te guiará por caminos justos llenando
de fuerza tu alma, y si es necesario te disciplinará para tu bien, 4) Que el Señor adereza mesa delante del
diablo y sus ángeles y éstos no podrán actuar en tu contra porque el Buen
pastor no lo permitirá; 5) que si
Dios está contigo ¿Quién contra ti? No tienes que vivir en temor, el diablo es
un enemigo vencido; 6) que tú has
sido ungido y estás por encima de todas las potestades, tienes poder sobre
ellas en el nombre de Jesús y 6) que
la misericordia y el bien estarán contigo por el resto de tus días; y 7) Que el Señor ha preparado un lugar
para ti en la casa del Padre para que mores en ella por largos días. Bendigamos
al Señor por ser ese buen Pastor que tanto necesitamos!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario