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Hay una canción de Jesús
Adrián Romero que dice: “Ya no quiero
luchar, ya no quiero pelear, hago a un lado las armas en las que confiaba y te
dejo ganar…, he venido a rendirme a tus pies y decirte te doy el control”.
Esa canción resume lo
que es la verdadera vida cristiana. Recordemos que en el principio, Dios sembró
dos árboles en el jardín del edén: el árbol
de la vida y el árbol de la ciencia del bien y
del mal. Si Adán y Eva comían del árbol de la vida, era porque estaban de
acuerdo que el Señor tomará el control de sus vidas y los llevara a buen puerto;
era aceptar el señorío de Dios en sus vidas; era reposar en el Señor, era dejarse ganar lo que les daría paz y gozo,
y la gloria de Dios se reflejaría en sus vidas.
Pero, si comían del árbol
de la ciencia del bien y del mal, era porque querían tener el control de sus propias
vidas para hacer su voluntad y no la de
Dios; eso era ganarle a Dios, rechazando
su señorío y ser ellos sus propios señores; consecuentemente, el pecado
entraría en sus vidas, perderían la paz y el gozo y serían destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23), tal y como sucedió.
Los dos árboles siguen
estando allí, Dios quiere de nosotros, que le entreguemos el control de nuestras
vidas. Pero sucede lo que sucedió a Adán y Eva; una gran mayoría de creyentes quieren
tener el control de las finanzas, de
la salud, de las circunstancias. Lógicamente que no lo logran y como no lo logran, entran en ansiedad, en
depresión, y muchos en su desesperación acaban suicidándose o perdiendo su fe.
La Biblia nos enseña que
cuando nosotros tenemos el control, le impedimos
a Dios hacer su buena voluntad agradable y perfecta. El Señor es como un
salvavidas, mientras estemos aleteando para salir del agua, él no intervendrá,
lo hará únicamente cuando dejemos de aletear.
Queremos tener el
control por dos cosas 1) temor a lo que viene y 2) falta de fe. El hombre nos vende la idea de que tenemos que tener un buen
plan de pensión, que tenemos que hacer riquezas para lo que viene, mientras que
el Señor nos dice: “reposa en mí” y
vive un día a la vez.
Santiago 4:13 ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal
ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; 4:14 cuando no
sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina
que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.4:15 En lugar de lo
cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.
La palabra de Dios nos
enseña que no podemos gloriarnos del
mañana porque la vida es como neblina que se desvanece. El pasado no existe
y el mañana es incierto, lo único real
es el presente. Tenemos 24 horas de
un día para afanarnos ¿Por qué sumar más afanes?
1 Corintios 10:11 Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están
escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los
siglos. 10:12 Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.
Dios tomó al pueblo de
Israel, un pequeño pueblo de entre todos los pueblos de la tierra para
enseñarnos a través de ese pueblo como quiere que hagamos las cosas.
Éxodo 16:4 Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del
cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá
diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o
no. 16:5 Mas en el sexto día prepararán para guardar el doble de lo que suelen
recoger cada día.
Los judíos eran esclavos
en Egipto, pero aunque eran esclavos no les faltaba el pan diario ni un techo
donde guarecerse. A través de Moisés Dios liberó a su pueblo de la esclavitud y
lo primero que hizo fue llevarlos al desierto donde no tenían agua ni podían
sembrar para cosechar sus alimentos. Dios lo hizo así porque quería que confiaran plenamente en él, que le
dejaran el control a él.
Dios les daba el maná diario para que entendieran que
cada día tiene su propio afán. Si ellos guardaban maná para el día siguiente,
éste se llenaba de gusanos.
Dios quiere lo mismo
contigo él no quiere que acumules riquezas, él quiere que estés conforme con sustento y
abrigo, porque nada hemos traído a este mundo y nada podremos sacar. Y gran ganancia es la piedad acompañada de
contentamiento (1 Timoteo 6:6-8).
¿Qué es la piedad? La piedad
es la compasión, la clemencia, la misericordia que se tiene hacia alguien: “un hombre piadoso es un hombre que hace
buenas obras”.
Dios quiere que
practiquemos la piedad con contentamiento, que le demos a los pobres, que demos
para la edificación de la Iglesia, él ama
al dador alegre, “y hará que abunde toda
gracia en el dador alegre, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas
todo lo suficiente, le abunde para toda buena obra” (2 Corintios 9:7-8).
¿Por qué no somos
dadores alegres? Por temor y falta de fe;
una cosa lleva a la otra. No damos
por temor a quedarnos sin suficiente para enfrentar el mañana, y no damos
porque precisamente no tenemos fe, creemos en Dios pero no creemos en su palabra.
¿Por qué no dar y dejar
que Dios tome el control? Y el auto control, el querer ganarle a Dios puede ser nuestro peor enemigo. Hay
personas que trabajan 40 años durante 12 horas para acumular riquezas y resulta que en una negociación lo pierden todo.
O se mueren de un infarto provocado por esa presión que les ocasiona el temor de perder lo que tienen.
Algunos quieren
controlar a sus parejas y a sus hijos, por temor a que alguien se los quite, y éstos terminan
abandonándolos porque no soportan la presión de sentirse controlados.
Otros quieren controlar sus cuerpos, solo comen nueces y vegetales
por temor a enfermarse e
irónicamente son los que más se enferman y hasta mueren de cáncer. Pero si yo
comía sano ¿Por qué me dio cáncer? Por causa del temor.
Recordemos a Job, él vivía en temor por causa de sus
hijos y el temor le abrió la puerta al diablo: “Porque el temor que me espantaba
me ha venido, Y me ha acontecido lo que yo temía. No he tenido paz, no me
aseguré, ni estuve reposado; No obstante, me vino turbación” (Job 3:25-26).
Dios había puesto una cerca de protección para Job y su casa,
pero el temor fue el portillo por el cual el Señor permitió que el diablo le
hiciera daño. Job perdió sus bienes, perdió sus hijos y perdió la salud.
El temor no viene de
Dios, lo que viene de Dios es el amor y “en el amor no hay temor, sino que el
perfecto amor de Dios echa fuera el
temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido
perfeccionado en el amor” (1
Juan 4:18).
Recordemos que el amor
perfecto “es benigno, no busca lo suyo,
no se irrita, no tiene envidia, no guarda rencor, no es jactancioso, no se
envanece, no hace nada indebido, no se
goza de la injusticia, se goza de la verdad, todo lo sufre, todo lo cree (en
especial le cree a Dios), todo lo espera (en
Dios por supuesto) y todo lo soporta”
(1 Corintios 13:4-7).
1 Timoteo 4:7 Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para
la piedad; 4:8 porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la
piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la
venidera. 4:9 Palabra fiel es esta, y digna de ser recibida por todos.
Otros, por temor a perder su figura, gastan mucho dinero y horas de su vida un una rutina
diaria de ejercicios, pero eso no les van
a impedir que envejezcan, que se arruguen ni que se mueran, de allí que el
ejercicio es poco provechoso.
Mejor “ejercítate para piedad”, ese es el
consejo divino. Algo que a mucho no les gusta porque supone darle el control a nuestro Señor de su vida y
de sus bienes materiales.
El que nosotros tengamos
el control, es lo que muchos suelen
llamar “la carrera de las ratas” (hámters), esos animalitos que
corren y corren en una rueda sin llegar a ningún lado.
Y es que solamente
tenemos dos opciones: 1) nos
alimentamos del árbol de la vida y reposamos
en el Señor o 2) nos
alimentamos del árbol de la ciencia del
bien y del mal y corremos la carrera de
las ratas.
Romanos 12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios,
que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios,
que es vuestro culto racional.
El mandato divino, es
que le entremos el control de nuestras vidas al Padre Celestial, en sacrificio
vivo, agradable a Dios ¿Por qué un sacrificio vivo? Porque todo sacrificio
significa la muerte de algo, y al
entregarle el control de nuestras vidas al Padre Celestial, le damos muerte al
“yo”.
Eso es lo que el apóstol
Pablo quiso decir cuando escribió: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y
ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo
en la fe del Hijo de Dios” (Gálatas
2:20)”
Esta frase es una verdadera
renuncia a tener el control, es aceptar
que fuimos sepultados con Cristo en el bautismo (Romanos 6:4), que estamos muertos y que ahora él tiene el control. Eso
es lo que significa “andar conforme al
Espíritu y no conforme a la carne” (Romanos
8:1).
Dios no quiere compartir el control de nuestras
vidas, él quiere todo el control, por ello nos pide que renunciemos al control
y dependamos de él, confiados en que todo va a estar bien.
Lucas 12:16 También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un
hombre rico había producido mucho. 12:17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo:
¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? 12:18 Y dijo: Esto haré:
derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis
frutos y mis bienes; 12:19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes
guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. 12:20 Pero Dios
le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de
quién será? 12:21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con
Dios..
El hombre rico de la
parábola corrió la carrera de las ratas porque vino la muerte por él y no se
pudo llevar nada a lo que había dedicado su vida, todo lo que hizo fue en vano.
Inmediatamente después de contar la parábola, el Señor dijo a sus discípulos:
Lucas 12:22 Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os
afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. 12:23
La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido. 12:24 Considerad los
cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios
los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? 12:25 ¿Y quién de
vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? 12:26 Pues si no
podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás? 12:27
Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni
aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. 12:28 Y si así
viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno,
¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? 12:29 Vosotros, pues, no os
preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis
en ansiosa inquietud. 12:30 Porque todas estas cosas buscan las gentes del
mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. 12:31 Mas
buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
El Señor dice que
dejemos de preocuparnos por la comida, por el cuerpo y por el vestido, que si
Dios les da de comer a las aves y viste de hermosos colores los lirios, cómo no
va a estar pendientes de nosotros. Él
sabe de las cosas que tenemos necesidad y nos pide que no nos afanemos por
nada, que busquemos el reino de Dios y él añadirá todo lo que
necesitamos.
Buscar el reino consiste quitar los ojos de
nuestras realidades y poner los ojos en
Jesús, el autor y consumador de la fe (Hebreos
12:2) y reposar en él. Deja de
luchar y ríndete al Señor, deja que él gane para que ganes tú.
No veas las
circunstancias que te rodean, levanta los ojos y ve a Jesús sentado en el trono
y entiende y confía que él puede hacer que todas las cosas malas que te están
sucediendo sean para bien (Romanos 8:28).
Hebreos 4:1 Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de
entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. 4:2
Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero
no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la
oyeron.
El reposo de Dios, es el
reposo que millones de creyentes no alcanzan, porque escuchan la palabra de
Dios, pero no les aprovecha porque no escuchan
con fe.
Eso fue lo que les
sucedió a los judíos, Dios les
prometió la tierra prometida para que reposaran, pero ellos no se atrevieron a
entrar por temor a los gigantes que la habitaban, ellos vieron las
circunstancias, no tenían fe y no pusieron los ojos en Dios.
Debido a su
incredulidad, caminaron la carrera de
las ratas durante 40 años en el desierto y no entraron en el reposo porque
el desierto se convirtió en su cementerio.
Al reposo se entra por fe pero los creyentes parecen negar su fe con su manera de
vida. Dicen que tienen fe, sin embargo tienen temor de cómo van a pagar la
renta, de cómo van a comprar comida, de cómo van a sobrevivir.
Lo que les da seguridad
es un trabajo fijo, una cuenta bancaria, pero nunca Dios. Acepten esa realidad, no se engañen, su
temor y ansiedad los ponen al descubierto y denotan su falta de fe.
Las personas que
trabajan en lo propio, experimentan con mayor regularidad lo que es vivir por
la fe que los que tienen trabajo fijo. Y hay personas que les sale una
espinilla y corren al médico porque puede ser un cáncer. No comen esto o
aquello por temor a que los afecte en su organismo, olvidando que si comen con
fe dando acción de gracias, no habrá nada que los enferme: “si
bebieren cosa mortífera, no les hará daño” (Marcos 16:18).
Queda claro, que estas
personas no han entrado en el reposo de Dios. Se supone que la carrera de las
ratas es la carrera que corre “la gente del mundo”, no la gente de Cristo, sin embargo
una gran inmensa mayoría de los que están en Cristo viven esa carrera.
Es la carrera en la que
deben sacrificar su vida, su familia, su bienestar para vencer a sus
competidores. Vence el que obtiene más dinero, más posesiones, más poder, pero
en esa carrera, tarde o temprano terminan atrapados por el mundo.
Para Dios, estas
personas no son vencedoras sino perdedoras.
El vencedor es aquel que reposa en
Dios. Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”
(Mateo 11:28); esa es una invitación
a dejar la carrera de las ratas y reposar en Cristo, y cuando reposamos en Cristo,
no hay absolutamente nada que nos inquiete, que nos ocasione insomnio ni que
nos produzca mal carácter.
El cantautor Facundo Cabral decía que “rico no es el que más tiene sino
el que menos necesita”. También
decía que “el conquistador por cuidar su
conquista se convierte en esclavo de lo que conquistó”. Por su parte, Francisco de Asís decía “que deseaba poco y lo poco que deseaba lo
deseaba poco”.
También decía Cabral,
que él tenía un amigo llamado Diógenes, que cada vez que pasaba por el mercado
se reía porque le causaba mucha gracia y a la vez le hacía muy feliz ver tantas
cosas en el mercado que él no necesitaba.
Cada día tiene su propio afán, el creyente verdadero no se preocupa por el día de
mañana. El mañana no existe y el pasado
ya pasó. Debemos vivir el hoy ¿Quién podrá, por mucho que se afane, añadir
a su estatura un codo?
Efesios 5:14 Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate
de los muertos, y te alumbrará Cristo. 5:15 Mirad, pues, con diligencia cómo
andéis, no como necios sino como sabios, 5:16 aprovechando bien el tiempo,
porque los días son malos. 5:17 Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos
de cuál sea la voluntad del Señor.
Para Dios, muchos
creyentes están dormidos, más que dormidos están muertos en vida. “Levántense de los muertos para que los
alumbre Cristo”, es el consejo divino.
Mientras tengas el
control de tu vida, eres un muerto en vida porque los días son malos, y los
días son malos porque el mundo está gobernado por el maligno. Tienes que
entregarle el control a Dios, cuando eso hagas, el pondrá un vallado y el
maligno no podrá hacerte ningún daño.
Nuestras preocupaciones
son por nuestra percepción del caos que nos rodea, nos preocupamos por todo y
esas preocupaciones son una negación total de la fe. Ya no
niegues tu fe, créele a Dios y reposa en él.
Efesios 1:11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido
predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el
designio de su voluntad,
Que hemos sido
predestinados, significa que Dios tiene un destino para nosotros, él ha
planificado que todo sea para bien en nosotros, pero cuando le quitamos las
riendas al Señor para tomar nosotros el control, entonces nos desviamos y sufrimos innecesariamente.
Muchas personas están
preocupadas por el cambio de gobierno, pareciera que todo se salió de control,
la corrupción llegó a los tres poderes y queremos alguien que tome el control.
Eso le sucedió al
profeta Isaías; él vivió mientras gobernaba Uzías, y hubo paz, justicia y
seguridad durante los 52 años que gobernó Uzías. Pero cuando murió Uzías,
Isaías se preocupó porque todo pareció
fuera de control. Pero vean lo que sucedió:
Isaías 6:1 En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre
un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 6:2 Por encima de él
había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos
cubrían sus pies, y con dos volaban. 6:3 Y el uno al otro daba voces, diciendo:
Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su
gloria.
Dios le muestra a Isaías
que él está en su trono y tiene el control. Le hace ver que no debe preocuparse
por lo que venga porque él está por encima de todos los gobernantes.
Dios todavía sigue allí
en su trono, el creyente no debe preocuparse, debe confiar en que Dios todavía
sigue en su trono, que “ha resucitado a
Jesús de entre los muertos y lo ha sentado a su diestra en los lugares
celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo
nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo
dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la
plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (Efesios 1:20-23).
Pongamos los ojos en
Jesús, autor y consumador de la fe y no en las circunstancias que nos rodean.
Recuerden al joven rico que quería seguir a Jesús.
Cuando Jesús le dijo que vendiera sus posesiones y se las diera a los pobres,
entonces dio un paso atrás y se alejó.
El joven rico tenía el
control de su vida a través de sus bienes materiales, pero sin ellos ya no
tendría el control y por eso no estuvo dispuesto a seguir al Señor.
La historia del joven
rico es la historia de muchos de nosotros, queremos seguir a Jesús pero siempre
aferrados a las cosas de este mundo. Nos
decimos creyentes y continuamos en la carrera de las ratas, una carrera con “metas
superficiales”; de éxito financiero y realización personal; una carrera por
la “vida bonita y cómoda”, pero que no da reposo.
Esta carrera es la que
millones de personas corren cada día, llenando los centros comerciales,
llenando las casas de cosas y más cosas innecesarias. Esta carrera es la que el creyente está
corriendo, para satisfacer su “yo”,
y dejando de lado la voluntad de Dios.
Mateo 10:39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida
por causa de mí, la hallará.
Jesús dijo, aquellos que
buscan su vida la perderán y aquellos que la pierdan la ganarán. Muchos de
nosotros, aunque lo neguemos, tratamos de salvar
nuestras vidas, porque aunque tenemos años de ser creyentes, seguimos
viviendo la misma vida que vivíamos antes de serlo, seguimos haciendo nuestra
voluntad, seguimos tratando de controlar
todo sin encontrar el reposo, a eso me refiero.
Tú no puedes vencer la
tentación, tú no puedes vencer el pecado, eso es obra del Espíritu Santo, Ve a
los pies de Cristo y entrégale el control, ya
no luches, deja que Cristo luche por ti.
Dios pone sueños en
nuestros corazones, esos sueños son visiones, y esos sueños nunca son pequeños,
pero se requiere seguir la carrera de la fe y no la carrera del mundo.
Hebreos 11:8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al
lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. 11:9
Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena,
morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 11:10
porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor
es Dios. 11:11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza
para concebir; y dio a luz aun fuera del
tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 11:12
Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas
del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.
Abraham estaba cómodo en
su casa. Pero Dios tenía una visión y le dijo que dejara su casa y Abraham
salió sin saber a dónde iba. Abraham ya
tenía 75 años y su esposa Sara era estéril. Sin embargo Dios le prometió no
solamente darle un hijo sino darle tantos descendientes las estrellas del
cielo. Abraham le creyó y el sueño se cumplió.
Dios tiene una visión
para nosotros, pero para que Dios lleve a cabo esa visión, debemos de dejar de
pensar como nosotros y aprender a pensar
como Dios. Para ello debemos alimentarnos diariamente de la palabra de Dios
para la renovación de nuestra mente.
Efesios 4:22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo
hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 4:23 y renovaos en el
espíritu de vuestra mente, 4:24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios
en la justicia y santidad de la verdad.
Se supone que el viejo
hombre quedó en las aguas del bautismo, sin embargo la mayoría de creyentes
bautizados lo siguen cargando. Deben despojarse del viejo hombre, lo que
significa perder su vida, y vestirse
del nuevo hombre en Cristo Jesús, con su nueva manera de pensar que los deje
vivir en el reposo de Dios.
Jesús dijo que fuéramos
a él, le entregáramos nuestra carga para
que nos haga descansar. En eso consiste el reposo de Dios, en entregarle todos
nuestros problemas al Señor y confiar que él se hará cargo.
Di conmigo: “Ya no quiero luchar, ya no quiero pelear,
hago a un lado las armas en las que confiaba y te dejo ganar…, he venido a
rendirme a tus pies y decirte te doy el control”.
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