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¿Qué es un mayordomo? Es alguien a quien un propietario le confía
sus bienes para que los administre fielmente, y a quien se le pedirá cuenta
periódica de ellos. Por lo tanto, un mayordomo infiel es aquel que no
administra fielmente los bienes de su amo. Tú y yo somos mayordomos, y quizás
infieles ¿Lo sabías?
Nada de lo que tenemos es nuestro, del Señor es la tierra y su plenitud (1 Corintios 10:26), “Mía es la plata, y mío es el oro”, ha
dicho Jehová de los Ejércitos (Hageo 2:8).
1 Corintios 6:20 Porque habéis sido comprados por
precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los
cuales son de Dios.
Ni siquiera nuestros cuerpos son
nuestros, Dios los ha comprado con la sangre preciosa de Jesús. Dios nos ha
dado un cuerpo y un espíritu en mayordomía, también talentos y bienes
materiales, y de todo ello tendremos que
dar cuenta.
Los que sean fieles oirán a su Señor
decir: "Bien, buen siervo y fiel;
sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor "(Mateo 25:21). Por su parte, el siervo inútil será echado en las
tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes (Mateo 25:30).
En cierta ocasión, el Señor Jesús contó
la historia de un mayordomo infiel, historia que nos sirve para ilustrar lo que
es la mayordomía del creyente. Seamos sabios y prestemos atención a lo que
Jesús enseñó:
Lucas 16:1 Dijo también a sus discípulos: Había un
hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador
de sus bienes. 16:2 Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca
de tí? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo.
No conocemos los detalles exactos, pero
de alguna manera el amo despidió al
mayordomo porque éste estaba "despilfarrando"
o haciendo mal uso de las posesiones de su amo. A la vez, le solicitó un
informe para saber cuál era la realidad financiera de sus posesiones.
En algún
momento, estaremos ante el Señor y él, al igual que ese amo nos dirá “da cuenta de tu mayordomía”, toma muy en
cuenta este mensaje ¿Estás preparado? ¿Estás cumpliendo correctamente con tus
responsabilidades?
Lucas 16:3 Entonces el mayordomo dijo para
sí: ¿Qué haré? Porque mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar,
me da vergüenza.16:4 Ya sé lo que haré para que cuando se me quite de la
mayordomía, me reciban en sus casas. 16:5 Y llamando a cada uno de los deudores
de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? 16:6 El dijo: Cien barriles
de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, siéntate pronto, y escribe cincuenta.
16:7 Después dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Y él dijo: Cien medidas de
trigo. El le dijo: Toma tu cuenta, y escribe ochenta.
El mayordomo de manera muy astuta llamó
a los deudores de su amo para disminuirles
la deuda a cada uno de ellos, con el propósito de que lo recibieran en sus
casas en el momento de dejar su trabajo. Lo sorprendente es que el mayordomo
era tan mal administrador, que ni siquiera sabía las cantidades que los
deudores debían. Por eso les fue preguntando uno a uno la cantidad de la deuda.
El mayordomo redujo significativamente
las deudas de cada uno de los deudores de su amo, con la complicidad de ellos.
Después de presentar la contabilidad falsa al maestro, el mayordomo desempleado
silbó en su camino.
Lucas 16:8 Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente;
porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes
que los hijos de luz.
Cuando el amo descubrió la astucia de
su mayordomo, lo elogió, no por su infidelidad, sino por su astucia. Y es que los
hijos de “este siglo” son más “sagaces” que los hijos “de luz” y lo son por causa de su maldad.
Los hijos de este siglo son aquellos,
cuyo corazón está en donde están las riquezas materiales. Los hijos de Luz son aquellos
cuyo corazón está puesto en las cosas espirituales y no en las cosas materiales.
Que los hijos de este siglo sean más
sagaces que los hijos de Luz, es porque previenen lo que puede venir si son
descubiertos, entonces se anticipan para de alguna manera ocultar sus robos y
estafas.
¿Qué nos enseña esta historia? ¿Cuál es
su aplicación para la iglesia de hoy día?
Y yo os digo: Ganad amigos por medio de
las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas
eternas. (Lucas 16:
9).
La primera enseñanza de Jesús es que hagamos amigos por medio de las riquezas injustas, como hizo el
mayordomo infiel. Jesús no nos está
alentando a pecar como el mayordomo infiel, ni a ganarnos el dinero
deshonestamente, no lo malinterpretemos, lo que nos está diciendo es que
hagamos un buen uso de las riquezas injustas, ayudando al más necesitado.
De esa manera, cuando "falten las riquezas injustas", algo
que sucederá el día de nuestra muerte (porque nada podremos sacar de este mundo), aquellos a quienes
hemos asistido y que han ido al cielo
antes que nosotros, pueden recibirnos en sus moradas eternas.
1 Timoteo 6:10 Porque raíz de todos los males es el
amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron
traspasados de muchos dolores.
El amor al dinero y a las riquezas materiales, en general, pueden
extraviarnos de la fe. “El justo por la
fe vivirá”, dice Romanos 1:17, sin
embargo las riquezas hacen que dejemos de vivir por la fe, esto es así porque
ponemos nuestra confianza en ellas y no en nuestro Padre Celestial.
¿Cuáles son las riquezas injustas? Todas
las riquezas materiales son injustas;
en primer lugar porque nos roban la fe;
y en segundo lugar porque casi siempre se
obtienen injustamente.
Muchas riquezas vienen del
narcotráfico, de la evasión de impuestos, de la estafa, o del abuso y maltrato
de los patronos a sus empleados. Lo
cierto, es que son muy pocos los ricos que se han hecho ricos trabajando
justamente.
Ahora, tome en cuenta que un billete de mil colones que demos como ofrenda
en la iglesia, puede ser el mismo billete que viene de la ganancia de un
narcotraficante, de tal manera que el dinero no tiene moralidad.
Somos nosotros lo que le damos la moralidad al dinero, cuando hacemos buen uso del mismo, por lo tanto, cuando
el Señor nos dice que hagamos amigos con
las ganancias injustas, lo que nos está diciendo es que, según
tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de
la fe (Gálatas 6:10).
Lo que Jesús nos está diciendo es que
ayudemos a los demás con las riquezas materiales, que de hecho son injustas,
pero pueden ser utilizadas para una causa justa.
Lucas 16:10 El que es fiel en lo muy poco, también
en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es
injusto.
La confianza es algo que generalmente
debe ganarse. Los padres observan cómo sus hijos manejan pequeñas
responsabilidades antes de confiarles responsabilidades más grandes.
Los patronos leen los currículos y las
referencias para determinar si se puede confiar en un empleado potencial.
Antes de que los bancos presten dinero,
verifican el historial crediticio de una persona. Todos han aprendido que
pueden predecir el futuro de alguien estudiando su pasado.
En la historia que contó Jesús, se
descubrió que el mayordomo era infiel. Perdió así la confianza de su amo,
quien se dio cuenta de que si continuaba empleando a su mayordomo, solo
sufriría mayores pérdidas. Y el amo tenía razón en su suposición, su
mayordomo demostró ser aún más infiel después de le hizo ver que sería
despedido, robándole más al amo, astuta e
injustamente.
"El que es injusto en lo muy poco,
también es injusto en lo mucho".
Aunque todos sabemos esta verdad, lo
cierto es que la gran mayoría de creyentes somos
infieles a Dios en el mal uso que hacemos de lo poco que él nos da en administración
aquí en la tierra.
Y es que nada de lo que recibamos aquí
en la tierra, sea bueno o sea malo, es comparado con la gloria venidera que ha de manifestarse (Romanos 8:18).
Somos infieles en la administración de nuestro cuerpo, lo enfermamos comiendo
lo que no debemos, lo embriagamos y lo llenamos de nicotina y otras drogas.
A veces veces acumulamos ropa que nos usamos, pero preferimos
mantenerla en el closet que regalarla.
Se nos puede podrir la comida, pero no la compartimos con
nadie. Criticamos a los ricos avaros y
nuestra avaricia es igual que la de ellos.
No estamos administrando correctamente
los bienes de Dios. Nos alegramos que nos digan que ya no hay que diezmar, que
solamente tenemos que ofrendar como proponemos en nuestro corazón,
pero, la propuesta de nuestro corazón no llega ni a un uno por ciento ¿Por qué?
Porque nuestro corazón está apegado a las cosas materiales.
NO damos y si damos, lo hacemos con
tristeza y por necesidad, porque no somos dadores alegres (2 Corintios 9:7) y no lo somos, porque creemos en Dios pero no le creemos a Dios.
Se nos olvida que todo lo que tenemos
no es nuestro, que todo es de Dios, que nosotros solamente somos
administradores, y ya tendremos que dar
cuenta.
¿Qué
nos hace pensar que seremos fieles a Dios en el Cielo o en el Reino milenario
de Cristo? No nos engañemos, somos
infieles en lo poco y si somos
infieles en lo poco, seremos infieles en lo mucho. Y Dios lo sabe!
Santiago 4:2 Codiciáis, y no tenéis; matáis y
ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo
que deseáis, porque no pedís. 4:3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para
gastar en vuestros deleites. 4:4 ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad
del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del
mundo, se constituye enemigo de Dios.
Codiciamos y no tenemos, somos
envidiosos y no tenemos lo que queremos, entonces se lo pedimos a Dios, pero
Dios no contesta nuestras oraciones porque son codiciosas. Somos amigos del
mundo porque amamos las cosas del mundo y por lo tanto, sin quererlo nos
constituimos en enemigos de Dios.
Santiago 4:5 ¿O pensáis que la Escritura dice en
vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? 4:6
Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da
gracia a los humildes. 4:7 Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá
de vosotros.
El Espíritu Santo que mora en nosotros
nos anhela celosamente, pero nosotros no lo escuchamos, no lo consultamos, es
un Dios ignorado. Pero, recuerda que
Dios resiste a los soberbios y da gracia a los que se humillan.
Sométanse a Dios, resistan al diablo para que huya de vosotros, nos dice el apóstol
Santiago y en el contexto no está hablando de otros pecados que no sean la codicia y la avaricia, pecados que nos llevan administrar de mala manera los
bienes de Dios.
Lucas 16:11 Pues si en las riquezas injustas no
fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?
¿Qué es lo verdadero? Las riquezas de la gloria de Dios que ha de
manifestarse ¿Qué más podrían ser
las "verdaderas riquezas" sino las riquezas de la Gloria de Dios? Si
no le somos fieles a Dios en el uso de "riquezas injustas", Él no nos confiará las "verdaderas riquezas"
Lucas 6:12 Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es
vuestro?
En el caso nuestro, lo ajeno es lo que es de Dios, y todo lo que es
de Dios es todo lo que poseemos, incluyendo nuestro cuerpo. Nosotros solamente
somos administradores de los bienes de Dios, no lo olvides.
Si somos infieles en la administración
de los bienes de Dios, Dios no nos dará
ninguna herencia, que es lo nuestro,
porque sabe que haríamos mal uso de ella.
Efesios 5:5 dice que ningún avaro, que es idólatra,
tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.
La avaricia y la codicia impedirán que
tengamos herencia en el reino de
Dios. El amor a las cosas del mundo nos convierten en avaros, en personas que
no compartimos lo que Dios nos da.
Lucas 6:13 Ningún siervo puede servir a dos
señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y
menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Finalmente, con una frase, Jesús
resumió todo lo que estaba tratando de transmitir sobre la administración: “nadie puede servir a dos amos; porque o
aborrecerá a uno y amará al otro, no
puedes servir a Dios y a las riquezas”.
Nuestras acciones revelan a quien le
servimos; aunque la mayoría de nosotros afirmamos servir y amar a Dios, nuestro
diario vivir revela realmente a quien estamos sirviendo.
Difícilmente un creyente, esté
dispuesto a compartir sus riquezas materiales para hacer riquezas en el cielo,
como Jesús se lo ordenó al joven rico (Lucas
18:22).
Apocalipsis 3:17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me
he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un
desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Podemos ver reflejada la iglesia de Laodicea en miles de congregaciones, en
donde se creen ricos porque tienen bienes materiales, pero son unos
desventurados, pobres ciegos y desnudos, hablando espiritualmente.
Ese es el problema de la mayoría de los
que tiene mucho, creen que no tiene necesidad de nada, porque su vida depende
de los bienes que poseen.
Apocalipsis 3:18 Por tanto, yo te aconsejo que de
mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para
vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con
colirio, para que veas.
“De
mi” compren oro y vestiduras blancas que simbolizan la salvación, les dice
el Señor, para que no se descubra la vergüenza de su desnudez.
“Y
unjan sus ojos colirio para que puedan ver” ¿Qué necesitan ver? Que la vida
no depende de las cosas materiales.
El dinero es realmente nuestro amo y
como Jesús lo declaró, nadie puede servir a dos amos, o amaremos a uno y
odiaremos al otro o viceversa. El mejor ejemplo lo podemos ver en el Rey Salomón:
Dios había ordenado que “los reyes no debían aumentar los caballos, tampoco
debían tomar para sí muchas mujeres, para que sus corazones no se desviara; ni amontonar
ni plata ni oro para sí en abundancia” (Deuteronomio 17:14-20).
Dios le dijo a Salomón que lo haría
rico porque Salomón no le pidió riquezas,
sino sabiduría para servir al pueblo de
Dios (2 Crónicas 1:11-12).
Dios quería que Salomón usara su
riqueza para servirlo a Él y a los demás, pero una vez que Salomón se
enriqueció, hizo todo lo contrario, se hizo codicioso y su codicia lo llevó a tener 40.000 caballos y 12.000 jinetes (1 Reyes 10:26-27), 700 esposas reinas y
trescientas concubinas (1 Reyes 11:1-3),
que finalmente alejaron su corazón de Dios para terminar siendo idólatra (1
Reyes 11: 4-10).
Salomón no podría haber tenido tantas mujeres
si no hubiera sido tan rico, y entonces se puede decir que su riqueza fue su perdición. Él no utilizó su riqueza para
amar a su prójimo como a sí mismo. Por el contrario, se amaba a sí mismo y
efectivamente robó a mil hombres la alegría del matrimonio. El hombre más
sabio del mundo se convirtió en el tonto más grande del mundo, gracias a su
amor por las cosas de este mundo.
1 Reyes 11:11 Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto
ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te
mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo.
Salomón no administró los bienes de
Dios y por su causa el reino llegó a su fin, Dios hizo las cuentas y cobró la
factura, si el reino no fue bien administrado, entonces que deje de existir.
Lucas 16:14 Y oían también todas estas cosas los
fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él.
Los fariseos que escucharon la parábola
de Jesús y su aplicación se burlaron porque eran avaros y no estaban dispuestos
a compartir nada de lo que tenían.
Lucas 16:15 Entonces les dijo: Vosotros sois los
que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros
corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es
abominación.
"Ustedes se justifican a los ojos de los hombres, pero Dios conoce sus
corazones". El mundo admira a aquellos que "llegan a la cima", embobados por sus lujosas posesiones y
costosos estilos de vida. Felicitan a sus amigos cuando "ascienden" o exhiben su última
adquisición.
Posición, poder, prestigio y riqueza:
esto es lo que los hombres valoran y anhelan.
Pero Dios contempla en esos hombres el
egoísmo, el orgullo, la envidia, la codicia y la ambición. Lo que
para los hombres es una mansión, para Dios es una pocilga de cerdos.
Lo que los hombres tienen por sublime, esto es el apego
a las cosas materiales, para Dios es abominación, por eso ningún avaro que es
idólatra tiene herencia en el reino de Dios. Concluyo preguntándote ¿Estás cumpliendo a
cabalidad con tu mayordomía?
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