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Unos incrédulos presentaron una demanda para
probar: 1) que no hay un Dios, 2) que la Biblia no es su palabra, y 3) que
Jesús no existió ni resucitó. Ya ha habido un veredicto que ha dicho: “Dios
existe, Jesús ha resucitado y la Biblia es la palabra de Dios”. He aquí los
detalles de la sentencia:
HECHOS
PROBADOS
1.- DIOS EXISTE: Porque las cosas invisibles de
él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación
del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no
tienen excusa (Romanos 1:20).
Este tribunal ha dictaminado, que no hay excusa
para no creer en Dios. La creación habla de Dios, de su poder y de su deidad.
Todo lo que vemos es perfecto, hecho con sumo detalle y cuidado por un Dios
maravilloso. Tanta perfección no pudo surgir de la nada.
Los científicos que se presentaron como testigos
hablaron del “big bang” y de la “evolución” no aportaron una sola prueba, ni
siquiera una acerca de sus teorías. ¿Por qué? Porque su “sabiduría es
insensatez para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la
astucia de ellos” (1 Corintios 3:19), en otras palabras “los atrapa en su
propia ingenuidad”.
Les hemos preguntado a esos testigos: “¿Quién
ordenó las medidas de la tierra? ¿Quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué
están fundadas sus bases? ¿Quién puso su piedra angular? ¿Quién encerró
con puertas el mar? ¿Has mandado tú a la mañana en tus
días? ¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar, Y has andado escudriñando el
abismo? ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte, Y has visto las
puertas de la sombra de muerte? ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la
tierra? Declara si sabes todo esto. (Job 38:5-18).
Ellos han callado, han enmudecido, no han podido
contestar. Así que en este punto, tenemos que decir que la creación prueba que
Dios existe. Y los incrédulos no han podido probar lo contrario.
2.- JESUS ES REAL. Se ha probado en este juicio,
que Jesús existió. Hay un calendario antes y otro después de Jesus, eso prueba
su existencia. Nadie iba a confeccionar un calendario que inicie con la vida de
alguien que no existió. ¿Cómo negarlo? No tiene sentido, además, se ha probado
en este juicio, que Jesús no fue un simple predicador. Cuando Juan el Bautista
tuvo dudas acerca de si Jesús era el hijo de Dios, mandó a dos de sus discípulos
a preguntarle. La respuesta de Jesús fue: “Id, y haced saber a Juan las cosas
que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados,
los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el
evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí” (Mateo 11:4-6).
Eso solo podía hacerlo el hijo de Dios.
Ha sido probado que Jesús murió por la salvación
de todos los hombres, fue resucitado y ascendido al cielo en donde fue sentado
a la diestra del Padre (Efesios 1:20).
Los testigos Mateo, Marcos y Juan, quienes
convivieron con Jesús durante tres años antes de que fuera crucificado, han
dado testimonio de que Jesús resucitó y estuvo con ellos enseñándoles acerca
del reino de Dios por cuarenta días. (Hechos 1:3). No solamente ellos lo
vieron, sino que más de quinientas personas fueron testigos de ello (1
Corintios 15:6). El testigo Lucas, quien fue comisionado por Téofilo para
investigar los hechos ha manifestado:
“Puesto
que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre
nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo ensenaron los que desde el
principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha
parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las
cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, 1:4
para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido”
(Lucas 1:1.4).
“En el primer tratado, oh Teófilo, hable acerca
de todas las cosas que Jesus comenzó a hacer y a ensenar, hasta el día en que
fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a
los apóstoles que había escogido; a quienes también, después de haber padecido,
se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y
hablándoles acerca del reino de Dios” (Hechos 1:1-3).
El doctor Lucas es una persona seria, reconocido
médico, no convivió con Jesús, no fue un apóstol de Jesús, pero investigó los
hechos correctamente, recopiló cientos de testimonios de personas que vivieron
en carne propia la muerte y resurrección de Jesús y no tenemos por qué dudar de
su informe.
El testigo Josefo, historiador altamente
reconocido, también ha dado fe de la existencia del Señor Jesús. Por su parte,
el testigo que dijo ser el apóstol Pedro ha manifestado:
Porque no
os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo
siguiendo fabulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios
ojos su majestad. 1:17 Pues cuando el recibió de Dios Padre honra y gloria, le
fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado,
en el cual tengo complacencia. 1:18 Y nosotros oímos esta voz enviada del
cielo, cuando Estábamos con él en el monte santo (2 Pedro 1:16-17)
Hechos
10:39 Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesus hizo en la tierra
de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero. 10:40 A este
levanto Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; 10:41 no a todo el
pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que
comimos y bebimos con el después que resucito de los muertos. 10:42 Y nos mandó
que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto
por Juez de vivos y muertos. 10:43 De este dan testimonio todos los profetas,
que todos los que en el creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.
Como vemos, Pedro ha dicho claramente que junto
con otros apóstoles fue testigo ocular de la resurrección de Jesús. Dijo que
cuando Jesus se transfiguró estaba presente y él mismo escuchó a Dios decir
desde los cielos, que Jesús era su hijo amado. Eso no fue una fábula, un mito o
una leyenda que le contaron, fue una realidad de la cual él fue testigo. .
Un mito es una hipótesis científica o
imaginativa para explicar un fenómeno real o supuesto. Pero un mito siempre
será un mito porque no es algo que se puede probar. Nadie puede ir a una corte
a contar un mito que no puede probar. Los testigos que se han presentado en
esta corte, no se han fundamentado en un mito sino en una realidad viviente
porque Cristo está vivo.
Los hechos prueban que Jesus vivió y sigue
viviendo. Hubo testigos oculares de esos hechos. Jesus no es el personaje de
una novela ficticia, sino el hijo de Dios que estuvo en la tierra, Jesús es
real. Sus enseñanzas, sus milagros y su resurrección principalmente, son la
prueba indubitable de que eso es así.
El testigo Bertrand Russell, un ateo reconocido
ha rehusado aceptar los hechos concernientes al nacimiento, vida, enseñanzas,
milagros, muerte y resurrección de Jesus de Nazaret. Simplemente se ha negado a
aceptar los hechos pero no ha podido probar que esos hechos no se dieron.
Otro testigo, el ateo C. S. Lewis dijo que la
evidencia era tan convincente que ha debido aceptar que Jesucristo es el hijo
de Dios y el salvador de la humanidad.
3.- LA BIBLIA: UN LIBRO DE HISTORIA. A esta
Corte le ha quedado claro, que un hombre medianamente inteligente, que quiera conocer
realmente la historia, debe leer la Biblia. La Biblia es un libro de historia
que prueba la existencia de Dios y la existencia de Jesús. Es una prueba de la cual no tenemos la menor
duda.
Un incrédulo dijo que un libro aguanta lo que se
escriba en él. Pidió que se presentara un testigo viviente de que Cristo
existió. Le hemos dicho al incrédulo, que si no cree en la Biblia, entonces no
cree en los libros de historia, y tampoco puede creer que existió George
Washington ni que existió Mahoma ni Buda, porque no hay un testigo viviente de
que eso así sucediera. Que si rechazamos la Biblia, también debemos rechazar
otros libros de historia, y otros libros que hablen de esos personajes.
4.- LA BLIBIA ES LA PALABRA DE DIOS. Para este
tribunal, también ha quedado demostrado, que la biblia es la palabra de Dios.
Nadie ha podido probar como
desaparecieron los dinosaurios, en cambio la Biblia nos dice que hubo un
diluvio que acabo con todas las criaturas (Génesis 6). Nadie ha podido probar
como fue la creación. Sin embargo la Biblia nos relata la creación con lujo de
detalles (Génesis 1). Nadie puede explicar una serie de sucesos paranormales,
sin embargo la Biblia los explica claramente y los atribuye a los ángeles o a
los demonios. Nadie sabe de dónde vinieron los gigantes. Sin embargo la Biblia
nos dice que los gigantes nacieron de la unión entre los hijos de Dios (ángeles
caídos) y las hijas de los hombres, eran mitad ángeles y mitad hombres.
(Génesis 6:2).
Además, la mayoría de los hechos históricos de
la Biblia, han sido ratificados por la arqueología. Muchas personas han
cambiado su perspectiva con respecto a la Biblia como resultado de la
investigación arqueológica. Algunos testigos incrédulos dijeron que no puede
ser la palabra de Dios porque fue escrita por hombres. Todos los libros de
historia fueron escritos por hombres. La Biblia es uno de ellos, la diferencia
es que la Biblia no nos cuenta solamente la historia, sino también el futuro:
Isaías
46:9-10 Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos, porque yo soy
Dios; y no hay otro Dios, ni nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir
desde el principio, y desde la
antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: "Mi plan permanecerá y haré
todo lo que quiero.
Que la Biblia nos cuente el futuro, aunque fue
escrita por hombres, es una muestra que fue inspirada por Dios, porque
solamente Dios conoce el pasado remoto y el futuro.
Por ejemplo, el testigo Moisés relató lo que
había sucedido en el pasado
antediluviano. Eso lo escribió en su declaración
jurada llamada Génesis.
El testigo Isaías, quien vivió muchos años antes de que Jesús naciera,
relató detalles de su crucifixión (Isaías 53) que se cumplieron a cabalidad. Un
testigo que dijo ser el Rey David, quien vivió 1.00o años antes de Jesús, dio
también una descripción de esa crucifixión (Salmo 22:12-18). Después de leer
sus testimonios, no pudimos dudar de que se trataba "De la crucifixión de
Jesús". Y como si eso fuera poco, la crucifixión como medio de ejecución
ni siquiera se había inventado en esa época. ¿Cómo cree usted que pudo David
dar una descripción como ésta?
El testigo Daniel quien vivió 500 años antes de
Jesús, profetizó lo que sucedería en un periodo de 434 años. Todo ello se
cumplió en un 100%. Daniel vivió en
tiempos de esclavitud y el escribió:
“Sabe,
pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a
Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos
semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y
después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por
sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario;
y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las
devastaciones (Daniel 9:25-26.”
Daniel estaba hablando de semanas de años. Serían 7 semanas más 62 semanas, un
total de 69 semanas o sea 483 años. Él dijo que una vez que saliera una orden
para restaurar Jerusalén (que había sido destruida), pasarían siete semanas (49
años) en la reconstrucción. Luego de la reconstrucción hasta el Mesías pasarían
62 semanas (434 años).
Y Daniel no
mintió, él es un testigo verdadero, ya que hemos comprobado que el rey
Artarjerjes emitió el decreto para la reconstrucción (Nehemías 2:1-8) en el año
444 A.C., concretamente en el mes de Nisán, que es el primer mes en el
calendario Judío y equivale a Marzo/Abril. Según los entendidos, el decreto se
dio el 5 de marzo del año 444 A.C. Efectivamente la reconstrucción se terminó
49 años después y se cumplió así el primer periodo de la profecía. El segundo
periodo de 62 semanas (434 años) se iniciaría al terminar el primer periodo y
se extendería “hasta el Mesías príncipe”. Sumados los dos primeros periodos
obtenemos 69 semanas o sea 483 años. Como en aquella época eran años lunares de
360 días y no de 365 como lo es actualmente, entonces debemos multiplicar esos
483 años por 360 días. El resultado es de 173.880
días y según los incrédulos científicos, esto nos lleva al día 30 de marzo del
año 33 d.C.
¿Qué sucedió ese día? Ese día, nuestro señor
Jesucristo, entró a Jerusalén, montado sobre un asno y los judíos lo aclamaron
como el Mesías (Juan 12:12-16).
“Hasta el Mesías príncipe”, de la profecía, no
apuntaba ni al nacimiento ni a la muerte de Jesús, sino al día en que nuestro
Señor fue aclamado por los judíos como su Mesías. Entonces, el segundo periodo
de la profecía terminó con la proclamación de Jesús como Mesías.
La profecía continúa diciendo, que después de
finalizado el segundo periodo, se sucederían dos eventos importantes: 1) se le
quitaría la vida al Mesías y 2) Jerusalén y el Templo serían destruidos por el
pueblo de un príncipe que ha de venir.
A Jesús le quitaron la vida, el 3 de abril del
año 33 D.C, cuatro días después de que fue aclamado como el Mesías. Jerusalén y
el templo fueron destruidos en el año 70 D.C. Como pueden ver, estos dos
sucesos de la profecía también se cumplieron al pie de la letra.
Con predicciones tan exactas no podemos dudar ni
por un instante del testimonio de Daniel, ni de que la Biblia es la palabra de
Dios.
Esas profecías cumplidas son una evidencia
indiscutible de que Dios es el autor de la Biblia, porque cuando uno considera
las probabilidades matemáticas de que las profecías se cumplan, es posible
percibir prontamente detrás de la Biblia un diseño, un propósito, y una mano
que guía los acontecimientos. Si solamente una profecía no se cumpliese,
entonces sabríamos que Dios no es el Dios verdadero, porque el creador de todas
las cosas, incluido el tiempo, no erraría al predecir el futuro.
Isaías
46:9-10 dice, "Acordaos de las cosas pasadas desde tiempos antiguos, porque yo soy Dios; y
no hay otro Dios, ni nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el
principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo „Mi plan
permanecerá y haré todo lo que quiero."
Dios anunció a través de Daniel cosas que ya
sucedieron, pero también anunció a través de él cosas que sucederán. La misma
profecía dice:
Daniel
9:27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana
hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las
abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que
está determinado se derrame sobre el desolador.
El tercer y último periodo de la profecía, es un
periodo de una semana (7 años), que se iniciaría con la aparición del “príncipe
que habría de venir” y culminaría con la desolación del planeta y la segunda
venida de Cristo. El príncipe que habría de venir, se destacaría por
“confirmar” un “pacto de paz”, entre Israel y sus enemigos. Esto es sumamente
importante. Cuando se firme la paz entre Israel y sus enemigos, sabemos que el
reloj profético ha reanudado su andar. Ese tercer periodo quedó en suspenso,
porque no se podía firmar un pacto con un país inexistente. Recordemos que
Israel, como nación, dejó de existir en el año 70 D.C. En ese entonces, como ya
dijimos, Jerusalén fue destruida por los romanos y los judíos fueron
dispersados por todo el mundo. El reloj profético se detuvo. La última semana
de la profecía quedó pendiente. Pero hoy día, las cosas pintan diferente. El 18
de mayo de 1948 las Naciones Unidas declararon a Israel como nación y le
otorgaron parte de la tierra prometida como territorio. Israel existe y el
tercer periodo dará inicio en cualquier momento, específicamente cuando se
confirme un pacto de paz con esta nación.
Ese príncipe no es otro que el que todos llaman
el “anticristo”, el último gobernador mundial que habrá sobre la tierra antes
que venga Cristo por segunda vez. Ya todo está preparado para ello, pero eso es
otro tema que dejaremos para otro día.
El Testigo llamado el apóstol Juan, quien vivió
500 años después de Daniel, en su libro el Apocalipsis da testimonio detallado
de todo lo que sucederá en esos últimos siete años del gobierno del hombre
sobre la tierra (a los que se refiere Daniel) y confirma lo que Daniel ha
escrito.
No tenemos por qué dudar de Juan. La Biblia
nunca se ha equivocado en el pasado, y no se equivocará en el futuro. Ella
misma Afirma ser inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16). Como Dios es el creador
de todas las cosas (Isaías 44:24), sin duda el tiempo está bajo su control, es
lo que ha dictaminado este tribunal.
Este tribunal ha dado por demostrado que otras
profecías, más de trescientas en relación a Jesús se han cumplido. Por ejemplo,
el lugar de nacimiento de Jesús (Miqueas 5:2), que El nacería de una virgen
(Isaías 7:14), o que su costado sería traspasado (Zacarías 12:10).
El testigo llamado Peter Stoner en su libro
“Science Speaks” dice: “Hallamos que la probabilidad de que cualquier hombre
que hasta ahora haya vivido pudiese haber cumplido ocho profecías es de 1 en
1017”. Para ayudarnos a comprender lo abrumadoramente bajo de esta
probabilidad, Stoner la ilustra suponiendo que "tomamos 1017 dólares de
plata y los repartimos sobre el estado de Texas. Cubrirían todo el estado con una
profundidad de 60 centímetros. Ahora marcamos una sola de las monedas y la
mezclamos bien con las otras, en todo el estado. Cubrimos los ojos de un hombre
y le decimos que puede viajar tan lejos como quiera, pero tiene una sola
oportunidad para levantar una moneda y que sea la marcada. ¿Qué probabilidad
tendría de acertar? Exactamente la misma probabilidad que hubiesen tenido los
profetas de escribir estas ocho profecías y que todas ellas se cumpliesen por
azar en un mismo hombre cualquiera.
En Jesús se cumplieron más de 300 profecías y es
muy evidente que Jesús no cumplió las profecías por accidente. Y es evidente
entonces, sin ningún lugar a dudas, que la Biblia es la palabra de Dios.
5.- LA BIBLIA CAMBIA VIDAS: Pero la Biblia no
solamente prueba que es la palabra de Dios por el cumplimiento una y otra vez
de sus profecías, sino porque cambia vidas. Ningún libro te cambia la vida. La
Biblia si lo hace, te la cambia, te santifica (Juan 17:17).
Si alguien dice que la Biblia no es la palabra
de Dios, entonces que lo pruebe. ¿Cómo probarlo? Solo hay una manera:
leyéndola. Debe leerla para que demuestre que no es la palabra de Dios. Una vez
que la lea, su vida será transformada y con esa transformación quedara probado
que la Biblia es la palabra de Dios. No se trata de leer un versículo o un
capítulo de la Biblia. Sino de leerla totalmente.
Romanos
1:16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para
salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.
1:17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe,
como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
La palabra de Dios tiene poder. La palabra de
Dios tiene el poder de salvarte a través de la fe que se aumenta en quien la
lee. Porque la fe viene por el oír (o leer) (Romanos 10.17) la palabra de Dios.
Hebreos
4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada
de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y
los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. 4:13
Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas
las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar
cuenta.
La biblia no es un libro cualquiera. Es un libro
que da vida. Es una espada que separa el alma del espíritu, separa lo que el
hombre piensa de lo que piensa Dios. Hay una mezcla que debe ser separada para
que podamos ver la verdad y eso es lo que hace la palabra de Dios y no ningún
otro libro.
1 Corintios
1:18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los
que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. 1:19 Pues está escrito:
Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desechare El entendimiento de los
entendidos.
El evangelio es locura para los que se pierden,
pero para nosotros es poder de Dios, han dictaminado los miembros de este digno
tribunal. Caso cerrado.
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