jueves, 17 de marzo de 2016

CASO CERRADO


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Unos incrédulos presentaron una demanda para probar: 1) que no hay un Dios, 2) que la Biblia no es su palabra, y 3) que Jesús no existió ni resucitó. Ya ha habido un veredicto que ha dicho: “Dios existe, Jesús ha resucitado y la Biblia es la palabra de Dios”. He aquí los detalles de la sentencia:

HECHOS PROBADOS

1.- DIOS EXISTE: Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa (Romanos 1:20).

Este tribunal ha dictaminado, que no hay excusa para no creer en Dios. La creación habla de Dios, de su poder y de su deidad. Todo lo que vemos es perfecto, hecho con sumo detalle y cuidado por un Dios maravilloso. Tanta perfección no pudo surgir de la nada.
Los científicos que se presentaron como testigos hablaron del “big bang” y de la “evolución” no aportaron una sola prueba, ni siquiera una acerca de sus teorías. ¿Por qué? Porque su “sabiduría es insensatez para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de ellos” (1 Corintios 3:19), en otras palabras “los atrapa en su propia ingenuidad”.
Les hemos preguntado a esos testigos: “¿Quién ordenó las medidas de la tierra? ¿Quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿Quién puso su piedra angular? ¿Quién encerró con  puertas  el mar? ¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar, Y has andado escudriñando el abismo? ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte, Y has visto las puertas de la sombra de muerte? ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra? Declara si sabes todo esto. (Job 38:5-18).
Ellos han callado, han enmudecido, no han podido contestar. Así que en este punto, tenemos que decir que la creación prueba que Dios existe. Y los incrédulos no han podido probar lo contrario.

2.- JESUS ES REAL. Se ha probado en este juicio, que Jesús existió. Hay un calendario antes y otro después de Jesus, eso prueba su existencia. Nadie iba a confeccionar un calendario que inicie con la vida de alguien que no existió. ¿Cómo negarlo? No tiene sentido, además, se ha probado en este juicio, que Jesús no fue un simple predicador. Cuando Juan el Bautista tuvo dudas acerca de si Jesús era el hijo de Dios, mandó a dos de sus discípulos a preguntarle. La respuesta de Jesús fue: “Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí” (Mateo 11:4-6). Eso solo podía hacerlo el hijo de Dios.
Ha sido probado que Jesús murió por la salvación de todos los hombres, fue resucitado y ascendido al cielo en donde fue sentado a la diestra del Padre (Efesios 1:20).
Los testigos Mateo, Marcos y Juan, quienes convivieron con Jesús durante tres años antes de que fuera crucificado, han dado testimonio de que Jesús resucitó y estuvo con ellos enseñándoles acerca del reino de Dios por cuarenta días. (Hechos 1:3). No solamente ellos lo vieron, sino que más de quinientas personas fueron testigos de ello (1 Corintios 15:6). El testigo Lucas, quien fue comisionado por Téofilo para investigar los hechos ha manifestado:

“Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo ensenaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, 1:4 para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido” (Lucas 1:1.4).

“En el primer tratado, oh Teófilo, hable acerca de todas las cosas que Jesus comenzó a hacer y a ensenar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas     pruebas     indubitables,     apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios” (Hechos 1:1-3).
El doctor Lucas es una persona seria, reconocido médico, no convivió con Jesús, no fue un apóstol de Jesús, pero investigó los hechos correctamente, recopiló cientos de testimonios de personas que vivieron en carne propia la muerte y resurrección de Jesús y no tenemos por qué dudar de su informe.
El testigo Josefo, historiador altamente reconocido, también ha dado fe de la existencia del Señor Jesús. Por su parte, el testigo que dijo ser el apóstol Pedro ha manifestado:

Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fabulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. 1:17 Pues cuando el recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. 1:18 Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando Estábamos con él en el monte santo (2 Pedro 1:16-17)

Hechos 10:39 Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesus hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero. 10:40 A este levanto Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; 10:41 no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con el después que resucito de los muertos. 10:42 Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. 10:43 De este dan testimonio todos los profetas, que todos los que en el creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.

Como vemos, Pedro ha dicho claramente que junto con otros apóstoles fue testigo ocular de la resurrección de Jesús. Dijo que cuando Jesus se transfiguró estaba presente y él mismo escuchó a Dios decir desde los cielos, que Jesús era su hijo amado. Eso no fue una fábula, un mito o una leyenda que le contaron, fue una realidad de la cual él fue testigo. .
Un mito es una hipótesis científica o imaginativa para explicar un fenómeno real o supuesto. Pero un mito siempre será un mito porque no es algo que se puede probar. Nadie puede ir a una corte a contar un mito que no puede probar. Los testigos que se han presentado en esta corte, no se han fundamentado en un mito sino en una realidad viviente porque Cristo está vivo.
Los hechos prueban que Jesus vivió y sigue viviendo. Hubo testigos oculares de esos hechos. Jesus no es el personaje de una novela ficticia, sino el hijo de Dios que estuvo en la tierra, Jesús es real. Sus enseñanzas, sus milagros y su resurrección principalmente, son la prueba indubitable de que eso es así.
El testigo Bertrand Russell, un ateo reconocido ha rehusado aceptar los hechos concernientes al nacimiento, vida, enseñanzas, milagros, muerte y resurrección de Jesus de Nazaret. Simplemente se ha negado a aceptar los hechos pero no ha podido probar que esos hechos no se dieron.
Otro testigo, el ateo C. S. Lewis dijo que la evidencia era tan convincente que ha debido aceptar que Jesucristo es el hijo de Dios y el salvador de la humanidad.

3.- LA BIBLIA: UN LIBRO DE HISTORIA. A esta Corte le ha quedado claro, que un hombre medianamente inteligente, que quiera conocer realmente la historia, debe leer la Biblia. La Biblia es un libro de historia que prueba la existencia de Dios y la existencia de Jesús. Es  una prueba de la cual no tenemos la menor duda.
Un incrédulo dijo que un libro aguanta lo que se escriba en él. Pidió que se presentara un testigo viviente de que Cristo existió. Le hemos dicho al incrédulo, que si no cree en la Biblia, entonces no cree en los libros de historia, y tampoco puede creer que existió George Washington ni que existió Mahoma ni Buda, porque no hay un testigo viviente de que eso así sucediera. Que si rechazamos la Biblia, también debemos rechazar otros libros de historia, y otros libros que hablen de esos personajes.

4.- LA BLIBIA ES LA PALABRA DE DIOS. Para este tribunal, también ha quedado demostrado, que la biblia es la palabra de Dios. Nadie  ha podido probar como desaparecieron los dinosaurios, en cambio la Biblia nos dice que hubo un diluvio que acabo con todas las criaturas (Génesis 6). Nadie ha podido probar como fue la creación. Sin embargo la Biblia nos relata la creación con lujo de detalles (Génesis 1). Nadie puede explicar una serie de sucesos paranormales, sin embargo la Biblia los explica claramente y los atribuye a los ángeles o a los demonios. Nadie sabe de dónde vinieron los gigantes. Sin embargo la Biblia nos dice que los gigantes nacieron de la unión entre los hijos de Dios (ángeles caídos) y las hijas de los hombres, eran mitad ángeles y mitad hombres. (Génesis 6:2).
Además, la mayoría de los hechos históricos de la Biblia, han sido ratificados por la arqueología. Muchas personas han cambiado su perspectiva con respecto a la Biblia como resultado de la investigación arqueológica. Algunos testigos incrédulos dijeron que no puede ser la palabra de Dios porque fue escrita por hombres. Todos los libros de historia fueron escritos por hombres. La Biblia es uno de ellos, la diferencia es que la Biblia no nos cuenta solamente la historia, sino también el futuro:

Isaías 46:9-10 Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos, porque yo soy Dios; y no hay otro Dios, ni nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio,  y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: "Mi plan permanecerá y haré todo lo que quiero.

Que la Biblia nos cuente el futuro, aunque fue escrita por hombres, es una muestra que fue inspirada por Dios, porque solamente Dios conoce el pasado remoto y el futuro.
Por ejemplo, el testigo Moisés relató lo que había sucedido en el pasado
antediluviano. Eso lo escribió en su declaración jurada llamada Génesis.
El testigo Isaías, quien vivió  muchos años antes de que Jesús naciera, relató detalles de su crucifixión (Isaías 53) que se cumplieron a cabalidad. Un testigo que dijo ser el Rey David, quien vivió 1.00o años antes de Jesús, dio también una descripción de esa crucifixión (Salmo 22:12-18). Después de leer sus testimonios, no pudimos dudar de que se trataba "De la crucifixión de Jesús". Y como si eso fuera poco, la crucifixión como medio de ejecución ni siquiera se había inventado en esa época. ¿Cómo cree usted que pudo David dar una descripción como ésta?
El testigo Daniel quien vivió 500 años antes de Jesús, profetizó lo que sucedería en un periodo de 434 años. Todo ello se cumplió en  un 100%. Daniel vivió en tiempos de esclavitud y el escribió:

“Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones (Daniel 9:25-26.”

Daniel estaba hablando de semanas  de años. Serían 7 semanas más 62 semanas, un total de 69 semanas o sea 483 años. Él dijo que una vez que saliera una orden para restaurar Jerusalén (que había sido destruida), pasarían siete semanas (49 años) en la reconstrucción. Luego de la reconstrucción hasta el Mesías pasarían 62 semanas (434 años).
Y Daniel no  mintió, él es un testigo verdadero, ya que hemos comprobado que el rey Artarjerjes emitió el decreto para la reconstrucción (Nehemías 2:1-8) en el año 444 A.C., concretamente en el mes de Nisán, que es el primer mes en el calendario Judío y equivale a Marzo/Abril. Según los entendidos, el decreto se dio el 5 de marzo del año 444 A.C. Efectivamente la reconstrucción se terminó 49 años después y se cumplió así el primer periodo de la profecía. El segundo periodo de 62 semanas (434 años) se iniciaría al terminar el primer periodo y se extendería “hasta el Mesías príncipe”. Sumados los dos primeros periodos obtenemos 69 semanas o sea 483 años. Como en aquella época eran años lunares de 360 días y no de 365 como lo es actualmente, entonces debemos multiplicar esos
483 años por 360 días. El resultado es de 173.880 días y según los incrédulos científicos, esto nos lleva al día 30 de marzo del año 33 d.C.
¿Qué sucedió ese día? Ese día, nuestro señor Jesucristo, entró a Jerusalén, montado sobre un asno y los judíos lo aclamaron como el Mesías (Juan 12:12-16).
“Hasta el Mesías príncipe”, de la profecía, no apuntaba ni al nacimiento ni a la muerte de Jesús, sino al día en que nuestro Señor fue aclamado por los judíos como su Mesías. Entonces, el segundo periodo de la profecía terminó con la proclamación de Jesús como Mesías.
La profecía continúa diciendo, que después de finalizado el segundo periodo, se sucederían dos eventos importantes: 1) se le quitaría la vida al Mesías y 2) Jerusalén y el Templo serían destruidos por el pueblo de un príncipe que ha de venir.
A Jesús le quitaron la vida, el 3 de abril del año 33 D.C, cuatro días después de que fue aclamado como el Mesías. Jerusalén y el templo fueron destruidos en el año 70 D.C. Como pueden ver, estos dos sucesos de la profecía también se cumplieron al pie de la letra.
Con predicciones tan exactas no podemos dudar ni por un instante del testimonio de Daniel, ni de que la Biblia es la palabra de Dios.

Esas profecías cumplidas son una evidencia indiscutible de que Dios es el autor de la Biblia, porque cuando uno considera las probabilidades matemáticas de que las profecías se cumplan, es posible percibir prontamente detrás de la Biblia un diseño, un propósito, y una mano que guía los acontecimientos. Si solamente una profecía no se cumpliese, entonces sabríamos que Dios no es el Dios verdadero, porque el creador de todas las cosas, incluido el tiempo, no erraría al predecir el futuro.

Isaías 46:9-10 dice, "Acordaos de las cosas pasadas  desde tiempos antiguos, porque yo soy Dios; y no hay otro Dios, ni nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo „Mi plan permanecerá y haré todo lo que quiero."

Dios anunció a través de Daniel cosas que ya sucedieron, pero también anunció a través de él cosas que sucederán. La misma profecía dice:

Daniel 9:27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.

El tercer y último periodo de la profecía, es un periodo de una semana (7 años), que se iniciaría con la aparición del “príncipe que habría de venir” y culminaría con la desolación del planeta y la segunda venida de Cristo. El príncipe que habría de venir, se destacaría por “confirmar” un “pacto de paz”, entre Israel y sus enemigos. Esto es sumamente importante. Cuando se firme la paz entre Israel y sus enemigos, sabemos que el reloj profético ha reanudado su andar. Ese tercer periodo quedó en suspenso, porque no se podía firmar un pacto con un país inexistente. Recordemos que Israel, como nación, dejó de existir en el año 70 D.C. En ese entonces, como ya dijimos, Jerusalén fue destruida por los romanos y los judíos fueron dispersados por todo el mundo. El reloj profético se detuvo. La última semana de la profecía quedó pendiente. Pero hoy día, las cosas pintan diferente. El 18 de mayo de 1948 las Naciones Unidas declararon a Israel como nación y le otorgaron parte de la tierra prometida como territorio. Israel existe y el tercer periodo dará inicio en cualquier momento, específicamente cuando se confirme un pacto de paz con esta nación.
Ese príncipe no es otro que el que todos llaman el “anticristo”, el último gobernador mundial que habrá sobre la tierra antes que venga Cristo por segunda vez. Ya todo está preparado para ello, pero eso es otro tema que dejaremos para otro día.
El Testigo llamado el apóstol Juan, quien vivió 500 años después de Daniel, en su libro el Apocalipsis da testimonio detallado de todo lo que sucederá en esos últimos siete años del gobierno del hombre sobre la tierra (a los que se refiere Daniel) y confirma lo que Daniel ha escrito.
No tenemos por qué dudar de Juan. La Biblia nunca se ha equivocado en el pasado, y no se equivocará en el futuro. Ella misma Afirma ser inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16). Como Dios es el creador de todas las cosas (Isaías 44:24), sin duda el tiempo está bajo su control, es lo que ha dictaminado este tribunal.
Este tribunal ha dado por demostrado que otras profecías, más de trescientas en relación a Jesús se han cumplido. Por ejemplo, el lugar de nacimiento de Jesús (Miqueas 5:2), que El nacería de una virgen (Isaías 7:14), o que su costado sería traspasado (Zacarías 12:10).
El testigo llamado Peter Stoner en su libro “Science Speaks” dice: “Hallamos que la probabilidad de que cualquier hombre que hasta ahora haya vivido pudiese haber cumplido ocho profecías es de 1 en 1017”. Para ayudarnos a comprender lo abrumadoramente bajo de esta probabilidad, Stoner la ilustra suponiendo que "tomamos 1017 dólares de plata y los repartimos sobre el estado de Texas. Cubrirían todo el estado con una profundidad de 60 centímetros. Ahora marcamos una sola de las monedas y la mezclamos bien con las otras, en todo el estado. Cubrimos los ojos de un hombre y le decimos que puede viajar tan lejos como quiera, pero tiene una sola oportunidad para levantar una moneda y que sea la marcada. ¿Qué probabilidad tendría de acertar? Exactamente la misma probabilidad que hubiesen tenido los profetas de escribir estas ocho profecías y que todas ellas se cumpliesen por azar en un mismo hombre cualquiera.
En Jesús se cumplieron más de 300 profecías y es muy evidente que Jesús no cumplió las profecías por accidente. Y es evidente entonces, sin ningún lugar a dudas, que la Biblia es la palabra de Dios.

5.- LA BIBLIA CAMBIA VIDAS: Pero la Biblia no solamente prueba que es la palabra de Dios por el cumplimiento una y otra vez de sus profecías, sino porque cambia vidas. Ningún libro te cambia la vida. La Biblia si lo hace, te la cambia, te santifica (Juan 17:17).
Si alguien dice que la Biblia no es la palabra de Dios, entonces que lo pruebe. ¿Cómo probarlo? Solo hay una manera: leyéndola. Debe leerla para que demuestre que no es la palabra de Dios. Una vez que la lea, su vida será transformada y con esa transformación quedara probado que la Biblia es la palabra de Dios. No se trata de leer un versículo o un capítulo de la Biblia. Sino de leerla totalmente.

Romanos 1:16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. 1:17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

La palabra de Dios tiene poder. La palabra de Dios tiene el poder de salvarte a través de la fe que se aumenta en quien la lee. Porque la fe viene por el oír (o leer) (Romanos 10.17) la palabra de Dios.

Hebreos 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. 4:13 Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.

La biblia no es un libro cualquiera. Es un libro que da vida. Es una espada que separa el alma del espíritu, separa lo que el hombre piensa de lo que piensa Dios. Hay una mezcla que debe ser separada para que podamos ver la verdad y eso es lo que hace la palabra de Dios y no ningún otro libro.

1 Corintios 1:18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. 1:19 Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desechare El entendimiento de los entendidos.



El evangelio es locura para los que se pierden, pero para nosotros es poder de Dios, han dictaminado los miembros de este digno tribunal. Caso cerrado.


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