jueves, 17 de marzo de 2016

EN CRISTO

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La palabra de Dios enseña que no hay iglesia, cristianismo, redención, ni salvación sino es “en Cristo Jesús”, porque todo lo que Dios hace en nosotros, lo hace “en Cristo”. ¿Pero qué significa “en Cristo”? El asunto es que Dios no te ve a ti ni a mí de manera individual sino que nos ve a todos los hombres en Adán o a todos los hombres en Cristo. De acuerdo con este principio, para Dios solamente hay dos hombres:

1 Corintios 15:45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. 15:46 Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. 15:47 El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.

El primer hombre es Adán y es  terrenal.  El segundo hombre es Cristo y es celestial. A los ojos de Dios,  “toda la humanidades parte de uno de estos dos hombres, para Él no hay un tercer hombre.
Ilustremos con un ejemplo para entenderlo. Suponga que usted entra a un supermercado, allí puede ver una caja que dice “galletas” y otra que dice “confites”. En la caja de galletas no hay confites y en la caja de confites no hay galletas.  Ahora, si usted abriera una caja no haría diferencia entre un confite y otro, tampoco haría diferencia entre una galleta y otra, todas las ve iguales.
Así es como Dios ve las cosas, para él todos los hombres terrenales son iguales y todos los celestiales también son iguales, Dios no ve las diferencias individuales, lo que ve es la posición, lo que ve es, digámoslo de esa manera, si están en la caja de Adán o están en la caja de Cristo,
Dios establece dos lugares en el mundo: el lugar de Cristo y el lugar de Adán. Si estás en Adán estás condenado,  pero si estás en Cristo, eres salvo. Dios no hace nada fuera de Adán o fuera de Cristo.
Usted no necesita robar, asesinar, o cometer algún crimen muy serio para ir al infierno, lo que necesita es estar en Adán. Tampoco necesita ser muy bueno para ir al cielo, lo que necesita es  estar en Cristo.
Todos los hombres terrenales somos descendientes de Adán, por lo tanto estamos en Adán, somos de la familia de Adán y si estamos en Adán estamos condenados. Para salvarnos, necesitamos cambiar de familia, necesitamos ser de la familia de Cristo, necesitamos ser hombres celestiales.
Existe el concepto de que todos los hombres somos hijos de Dios, pero ese es un concepto totalmente equivocado, todos los hombres somos hijos de Adán no de Dios, todos estamos en Adán.

Juan 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

Si todos los hombres fuésemos hijos de Dios, la escritura no diría que todos los que reciben a Jesús adquieren el derecho de convertirse en hijos de Dios. Ahora, la escritura no dice que se convierten en hijos de Dios al creer, lo que dice es que al creer adquieren el derecho de convertirse en sus hijos.

Efesios 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,

Si estás en Adán no has recibido ninguna bendición espiritual, porque todas las bendiciones espirituales nos han sido dadas en Cristo, no en Adán.  Ya sea la salvación, la vida victoriosa, el poder sobre las potestades espirituales y todo lo demás nos han sido dadas en Cristo.

Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…

¿Para quién no hay ninguna condenación? Para el que está en Cristo Jesús. Cristo pagó  en la cruz por todos los pecados de la humanidad, Dios no puede juzgarte ni castigarte por ellos, porque ya Cristo hizo el pago, lo que necesitas es estar en Cristo.
Si te miras a ti mismo, encontrarás celos, ira, envidia, borracheras, lujuria, mal genio, vanidad, mentira orgullo y cosas semejantes a estas. Pero si te miras en Cristo, entonces encontrarás amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, porque todo lo que Cristo es, eso eres tú al estar en él.

1 Corintios 1:30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;

En Cristo has sido hecho sabio, justo, santo y redimido. No es algo que te mereces ni es algo que te has ganado, es lo que has obtenido al estar en Cristo. Esa es la gracia de Dios.

Efesios 5:31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. 5:32 Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.

El apóstol Pablo compara el matrimonio con la unión entre Cristo y la iglesia. Cuando te unes a Cristo eres una sola carne con Cristo porque pasas a ser parte de su cuerpo. Por eso Colosenses 1:18 y dice que Jesús es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, la cual somos todos los que estamos en Cristo. Cuando una mujer se casa, todo lo que es de su marido pasa a ser también de ella. De igual manera, cuando nos unimos a Cristo, todo lo que es de Cristo pasa a ser de nosotros, nos beneficiamos de todo lo que Cristo es.
Cuando estás unido a Cristo, el amor, la paz, el gozo, la paciencia, la fe, la benignidad, la bondad, la mansedumbre y la templanza irán fluyendo de ti. Pero ese es el fruto del Espíritu Santo, no es tu fruto.
Estar en Cristo es como estar conectado a una tubería por medio de la cual recibes agua potable. Estar en Adán es como estar conectado a una cañería de agua sucia. Mientras estás en Adán, estás siempre sucio. Lo que te hace diferente es estar en Cristo. Solamente estando en Cristo serás cambiado.

1 Juan 5:11  Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.

Dios nos da vida eterna en Cristo. La vida eterna no es algo que podemos obtener a través de nuestro comportamiento. Lo que necesitamos es estar en Cristo.

Romanos 7:22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 7:23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.7:24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?

Esa es la experiencia de todo cristiano que quiere vencer el pecado y la tentación por sí mismo, termina sintiéndose miserable y bueno para nada.
Si pudiéramos comprender que ya no hay ninguna condenación en Cristo (Romanos 8:1), y que el vencer el pecado y la tentación es obra del Espíritu Santo, y no obra del hombre, entonces descansaríamos en Cristo, y dormiríamos como verdaderos bebés. Esa es la manera en la cual expresamos la salvación de Dios.
Las religiones enseñan que debemos hacer algo para ser salvos, pero Dios no requiere que hagamos nada para ser salvos, porque es él quien lo hace todo y  lo hace en Cristo.

Efesios 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe. 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Somos salvos por gracia, por medio de la fe, es una donación de Dios para nosotros, no por merecimiento, no por obras de justicia, para que nadie se gloríe. Pero una vez en Cristo, hacemos buenas obras, no obras de justicia sino obras de amor a las cuales somos llamados. Y es que en Adán, Satanás nos induce a hacer malas obras, pero en Cristo, el Espíritu Santo nos induce a hacer buenas obras. Satanás obra en Adán y el Espíritu Santo obra en Cristo.
En Adán, pecar no te demanda esfuerzo alguno, mientras que no pecar se hace imposible. Dice Romanos 5:12 que “el pecado entró en el mundo por un hombre” y ese hombre es Adán. Todos los que estamos en Adán hemos heredado la naturaleza pecaminosa de Adán. De modo que pecar es algo natural para nosotros.
Cuando Adán comió del fruto prohibido, Satanás puso el veneno del pecado en ese fruto. Adán pecó, así que todos los que pertenecen a Adán pecan de manera natural. Pecamos sin esfuerzo alguno, sin premeditación y sin determinación. Mientras estemos en Adán pecaremos naturalmente, porque hemos heredado la naturaleza pecaminosa de Adán y su poder de pecar. Como hemos nacido de Adán,  no es necesario que aprendamos a pecar, porque ya hemos heredado el poder de pecar.
Es más, la palabra de Dios dice que el pecado es una ley (Romanos 7:23), en otras palabras pecamos por ley. Para entenderlo mejor, pongamos de ejemplo la ley de la gravedad. De acuerdo con esa ley todo lo que sube tiene que  bajar, es decir, todo lo que soltamos cae a tierra.  Usted podría sostener una piedra de 10 kilos en su mano y vencer la ley de la gravedad por un rato. Pero te vas a cansar y terminarás dejando caer la piedra, la ley de la gravedad siempre te va a vencer. De igual manera, podrías vencer la ley del pecado por un momento, pero al final terminarás pecando, la ley del pecado siempre te vencerá.
La única manera de vencer la ley de la gravedad es con otra ley que haga que todo suba. De igual manera, la única forma de hacer que dejemos de pecar tan fácilmente es con otra ley que haga que no pequemos.

Romanos 8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Dios ha establecido una nueva ley que puede vencer la ley del pecado, esa ley es la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús. Note que aquí se dice que la ley del pecado es también la ley de la muerte ¿Por qué? Porque la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23). Note también que la ley del Espíritu de Vida trabaja únicamente en Cristo Jesús. Si estás en Adán, la ley del pecado y de la muerte opera en ti, pero si estás en Cristo, la ley de Vida es la que opera en ti.
He aquí, pues, la manera de derrotar la ley del pecado y de la muerte: Se logra por la ley del Espíritu de vida. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo nos libera de la ley del pecado y de la muerte.
El Señor Jesucristo usa al Espíritu Santo para resistir el poder del pecado. No es debido a lo que nosotros hacemos, sino a que en Cristo la ley del Espíritu de vida nos libera de la ley del pecado y de la muerte. De esta manera somos salvos, y también, somos vencedores. Todo ha sido hecho en Cristo. La manera por medio de la cual Dios nos salva nos llega tan gratuitamente como el acto en el que Adán nos hizo pecadores.

Romanos 5:17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. 5:18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.

Así como por la transgresión de Adán, a todos nos llegó la muerte y la condenación; en Cristo, a todos  nos llegó la justificación y la vida eterna. Lo único que necesitamos es estar en Cristo.
En Adán podemos pecar naturalmente y sin esfuerzo alguno. De la misma manera, en Cristo estamos  capacitados para ser humildes, pacientes, gentiles, santos y victoriosos sin esforzarnos en absoluto.

Colosenses 2:11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal , en la circuncisión de Cristo;

Aquí dice que en Cristo, Dios quita de nosotros el cuerpo pecaminoso carnal. Otras traducciones de la Biblia dicen que Dios quita “la naturaleza pecaminosa”, esa es la traducción correcta. Y a cambio nos da la naturaleza divina (2 Pedro 1:4).

2ª Corintios 5:17: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Si alguno está en Cristo es una nueva criatura, deja de ser un hombre terrenal para convertirse en un hombre celestial. Y ese hombre celestial es un hombre sin pasado. Por eso Hebreos 10:17 dice que Dios nunca se acordará de los pecados del que está en Cristo, porque el que está en Cristo no tiene pasado y por lo tanto no tiene pecado.
El llegar a ser una nueva criatura no depende de cómo te comportes, ni de cómo te dispongas, ni de lo que hagas o no hagas. Más bien, es porque ahora estás en Cristo. La cuestión final es ¿Estás en Cristo o en Adán?
Pecar o vencer, perecer o vivir una nueva vida, no depende de ti, sino de la persona en la cual estás. Dios nos salva colocándonos en Cristo. Al obrar Dios en Cristo, obra simultáneamente en todos nosotros.
La salvación, el perdón, la justificación, la vida eterna, todo viene de cristo y por medio de Cristo, nada viene por medio de nosotros.






¿CÓMO PASAR DE ADÁN A CRISTO?
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Romanos 6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

La única manera de pasarnos de la caja de Adán a la caja de Cristo, para poder andar en nueva vida,  es a través del bautismo. En la mayoría de las iglesias evangélicas enseñan que al creer se hace ese cambio, pero esa es una media verdad, la verdad absoluta es que tenemos que “creer y bautizarnos”, eso fue lo que dijo Jesús en Marcos 16:16.
Romanos dice que “somos sepultados en el bautismo”. El bautismo no es una simple ordenanza, el bautismo es algo mucho más profundo, es muerte y es vida. ¿Cómo entramos en Adán? Al nacer ¿Cómo salimos? Por medio de nuestra muerte
Jesús dijo “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6). El nacido de la carne, es el nacido de una madre terrenal. La vida que recibimos cuando nacimos de nuestros padres es la vida de Adán. Debemos darle muerte a esa vida. Pero no tenemos que suicidarnos, Dios estableció que al ingresar a las aguas del bautismo le damos muerte al nacido en Adán.
Y cuando emergemos de esas aguas, nacemos de nuevo (Juan 3:3) y somos nuevas criaturas en cristo Jesús. Cuando te bautizas, termina tu lugar en Adán, termina tu vida terrenal e inicias una vida en Cristo, una vida celestial.

Ezequiel 36:26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. 36:27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.

Al bautizarte no sucederá ningún cambio en tu cuerpo, porque Dios te deja el mismo cuerpo, lo que Dios te cambia es el espíritu y el corazón. Y pone su Espíritu dentro de tu espíritu, para que tome el control de tu vidas  y puedas hacer su voluntad.  Esa es la ley de vida en Cristo Jesús. Usted nunca debe verse a sí mismo en su propio ser. Debe usted usar los ojos de la fe para verse muerto y resucitado en Cristo Jesús.
Entonces, entramos  en Adán por medio de nuestro nacimiento y salimos de Adán por medio de nuestra muerte a través del bautismo. Y por medio del bautismo también entramos en Cristo. El camino es claro. Podríamos decir que el bautismo es el pasaje a la dimensión celestial.

Colosenses 2:11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; 2:12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.

Dice Colosenses que en el bautismo somos sepultados con Cristo y resucitados con él. Lo que quiere decir es que al bautizarnos, hacemos nuestra la muerte y resurrección de Jesús. Dice también que el bautismo es  una circuncisión espiritual mediante la cual Dios nos quita la naturaleza pecaminosa para darnos su propia naturaleza.
En  muchas iglesias dicen: “Debes darle muerte a tu orgullo, debes darle muerte a tu ira, debes darle muerte a esto y a aquello”. Pero esa enseñanza riña con la palabra de Dios y lleva al fracaso a muchos cristianos, que entonces buscan la muerte en sí mismos.
Nos debe quedar claro que la muerte está en Cristo, no en nosotros,  que en Cristo estamos muertos y ya no vivimos nosotros, sino que Cristo vive por nosotros (Gálatas 2:20).
Ya Cristo lo hizo todo, si tratamos de darle muerte a algo, entonces negamos la eficacia de la sangre de Cristo, entonces por demás murió Cristo (Gálatas 2:23)
Nosotros los cristianos tenemos una «muerte» que nos saca de Adán. Tenemos también un «nacimiento» que nos lleva a estar en Cristo. Entre esa muerte y ese nacimiento tenemos un puente colgante, ese puente es el bautismo.

Recuerda que todo, absolutamente todo es  “en Cristo”. Nada logramos fuera de él. Aunque todas las aguas del mundo no pueden lavar, siquiera, uno solo de nuestros pecados, las aguas del bautismo testifican que «por medio de la muerte» salimos de Adán, y que, por medio de la resurrección o nuevo nacimiento entramos en Cristo.  Espero que puedas comprender estas grandes verdades. 


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