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La palabra de Dios enseña que no hay iglesia,
cristianismo, redención, ni salvación sino es “en Cristo Jesús”, porque todo lo que Dios hace en nosotros, lo hace
“en Cristo”. ¿Pero qué significa “en Cristo”? El asunto es que Dios no te ve a ti
ni a mí de manera individual sino que nos ve a todos los hombres en Adán o a
todos los hombres en Cristo. De acuerdo con este principio, para Dios solamente hay dos hombres:
1
Corintios 15:45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma
viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. 15:46 Mas lo espiritual no es
primero, sino lo animal; luego lo espiritual. 15:47 El primer hombre es de la
tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.
El primer hombre es Adán y es terrenal. El segundo hombre es Cristo y es celestial. A
los ojos de Dios, “toda la humanidad” es parte
de uno de estos dos hombres, para Él no hay un tercer hombre.
Ilustremos con un ejemplo para entenderlo.
Suponga que usted entra a un supermercado, allí puede ver una caja que dice “galletas” y otra que dice “confites”. En la caja de galletas no hay
confites y en la caja de confites no hay galletas. Ahora, si usted abriera una caja no haría diferencia
entre un confite y otro, tampoco haría diferencia entre una galleta y otra,
todas las ve iguales.
Así es como Dios ve las cosas, para él todos los
hombres terrenales son iguales y todos los celestiales también son iguales,
Dios no ve las diferencias individuales, lo
que ve es la posición, lo que ve es, digámoslo de esa manera, si están en
la caja de Adán o están en la caja de Cristo,
Dios establece dos lugares en el mundo: el lugar
de Cristo y el lugar de Adán. Si
estás en Adán estás condenado, pero si
estás en Cristo, eres salvo. Dios no hace nada fuera de Adán o fuera de Cristo.
Usted no necesita robar, asesinar, o cometer
algún crimen muy serio para ir al infierno, lo que necesita es estar en Adán. Tampoco necesita ser muy
bueno para ir al cielo, lo que necesita es
estar en Cristo.
Todos los hombres
terrenales somos descendientes de Adán, por lo tanto estamos en Adán, somos de la familia de Adán y si estamos en Adán
estamos condenados. Para salvarnos, necesitamos cambiar de familia, necesitamos
ser de la familia de Cristo, necesitamos ser hombres celestiales.
Existe el concepto de que todos los hombres
somos hijos de Dios, pero ese es un concepto totalmente equivocado, todos los hombres somos hijos de Adán no de
Dios, todos estamos en Adán.
Juan 1:12
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios;
Si todos los hombres fuésemos hijos de Dios, la
escritura no diría que todos los que reciben a Jesús adquieren el derecho de
convertirse en hijos de Dios. Ahora, la escritura no dice que se convierten en
hijos de Dios al creer, lo que dice es que al creer adquieren el derecho de
convertirse en sus hijos.
Efesios
1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo
con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
Si estás en Adán no has recibido ninguna
bendición espiritual, porque todas las
bendiciones espirituales nos han sido dadas
en Cristo, no en Adán. Ya sea la
salvación, la vida victoriosa, el poder sobre las potestades espirituales y
todo lo demás nos han sido dadas en
Cristo.
Romanos
8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…
¿Para quién no hay ninguna condenación? Para el
que está en Cristo Jesús. Cristo pagó en
la cruz por todos los pecados de la humanidad, Dios no puede juzgarte ni
castigarte por ellos, porque ya Cristo hizo el pago, lo que necesitas es estar en Cristo.
Si te
miras a ti mismo,
encontrarás celos, ira, envidia, borracheras, lujuria, mal genio, vanidad,
mentira orgullo y cosas semejantes a estas. Pero si te miras en Cristo, entonces encontrarás amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza, porque todo lo que Cristo
es, eso eres tú al estar en él.
1
Corintios 1:30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido
hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;
En Cristo has sido hecho sabio, justo, santo y
redimido. No es algo que te mereces ni es algo que te has ganado, es lo que has
obtenido al estar en Cristo. Esa es la gracia de Dios.
Efesios
5:31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,
y los dos serán una sola carne. 5:32 Grande es este misterio; mas yo digo esto
respecto de Cristo y de la iglesia.
El apóstol Pablo compara el matrimonio con la
unión entre Cristo y la iglesia. Cuando te unes a Cristo eres una sola carne
con Cristo porque pasas a ser parte de su cuerpo. Por eso Colosenses 1:18 y dice que Jesús
es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, la cual somos todos los que
estamos en Cristo. Cuando una mujer se casa, todo lo que es de su marido pasa a
ser también de ella. De igual manera, cuando nos unimos a Cristo, todo lo que
es de Cristo pasa a ser de nosotros, nos beneficiamos de todo lo que Cristo es.
Cuando estás unido a Cristo, el amor, la paz, el gozo, la paciencia, la
fe, la benignidad, la bondad, la
mansedumbre y la templanza irán fluyendo de ti. Pero ese es el fruto del Espíritu Santo, no es tu
fruto.
Estar en Cristo es como estar conectado
a una tubería por medio de la cual recibes agua potable. Estar en Adán es como estar conectado a una cañería de agua sucia.
Mientras estás en Adán, estás siempre sucio. Lo que te hace diferente es estar
en Cristo. Solamente estando en Cristo serás cambiado.
1 Juan
5:11 Y este es el testimonio: que Dios
nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.
Dios nos da vida eterna en Cristo. La vida
eterna no es algo que podemos obtener a través de nuestro comportamiento. Lo
que necesitamos es estar en Cristo.
Romanos
7:22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 7:23 pero
veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me
lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.7:24 ¡Miserable de
mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
Esa es la experiencia de todo cristiano que
quiere vencer el pecado y la tentación por sí mismo, termina sintiéndose
miserable y bueno para nada.
Si pudiéramos comprender que ya no hay ninguna condenación en Cristo (Romanos 8:1), y que el vencer el pecado
y la tentación es obra del Espíritu Santo, y no obra del hombre, entonces
descansaríamos en Cristo, y dormiríamos como verdaderos bebés. Esa es la manera
en la cual expresamos la salvación de Dios.
Las religiones enseñan que debemos hacer algo
para ser salvos, pero Dios no requiere que hagamos nada para ser salvos, porque
es él quien lo hace todo y lo hace en
Cristo.
Efesios
2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe. 2:10 Porque
somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Somos salvos por gracia, por medio de la fe, es
una donación de Dios para nosotros, no por merecimiento, no por obras de
justicia, para que nadie se gloríe. Pero una vez en Cristo, hacemos buenas
obras, no obras de justicia sino obras de amor a las cuales somos llamados. Y
es que en Adán, Satanás nos induce a
hacer malas obras, pero en Cristo, el Espíritu Santo nos induce
a hacer buenas obras. Satanás obra en Adán y el Espíritu Santo obra en Cristo.
En Adán, pecar no te demanda esfuerzo alguno,
mientras que no pecar se hace imposible. Dice Romanos 5:12 que “el pecado entró en el mundo por un hombre”
y ese hombre es Adán. Todos los que estamos en Adán hemos heredado la naturaleza pecaminosa de Adán. De modo
que pecar es algo natural para nosotros.
Cuando Adán comió del fruto prohibido, Satanás
puso el veneno del pecado en ese fruto. Adán pecó, así que todos los que
pertenecen a Adán pecan de manera natural. Pecamos sin esfuerzo alguno, sin
premeditación y sin determinación. Mientras estemos en Adán pecaremos
naturalmente, porque hemos heredado la
naturaleza pecaminosa de Adán y su
poder de pecar. Como hemos nacido de Adán,
no es necesario que aprendamos a pecar, porque ya hemos heredado el
poder de pecar.
Es más, la palabra de Dios dice que el pecado es una ley (Romanos 7:23), en otras palabras pecamos por ley. Para entenderlo mejor,
pongamos de ejemplo la ley de la gravedad. De acuerdo con esa ley todo lo que
sube tiene que bajar, es decir, todo lo
que soltamos cae a tierra. Usted podría
sostener una piedra de 10 kilos en su mano y vencer la ley de la gravedad por
un rato. Pero te vas a cansar y terminarás dejando caer la piedra, la ley de la
gravedad siempre te va a vencer. De igual manera, podrías vencer la ley del
pecado por un momento, pero al final terminarás pecando, la ley del pecado
siempre te vencerá.
La única manera de vencer la ley de la gravedad
es con otra ley que haga que todo suba. De igual manera, la única forma de
hacer que dejemos de pecar tan fácilmente es con otra ley que haga que no
pequemos.
Romanos
8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley
del pecado y de la muerte.
Dios ha establecido una nueva ley que puede
vencer la ley del pecado, esa ley es la ley
del Espíritu de vida en Cristo Jesús. Note que aquí se dice que la ley del
pecado es también la ley de la muerte ¿Por qué? Porque la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23). Note también que la ley del Espíritu de Vida trabaja
únicamente en Cristo Jesús. Si estás en Adán, la ley del pecado y de la muerte
opera en ti, pero si estás en Cristo, la ley de Vida es la que opera en ti.
He aquí, pues, la manera de derrotar la ley del
pecado y de la muerte: Se logra por la ley del Espíritu de vida. Porque la ley
del Espíritu de vida en Cristo nos libera de la ley del pecado y de la muerte.
El Señor Jesucristo usa al Espíritu Santo para
resistir el poder del pecado. No es debido a lo que nosotros hacemos, sino a
que en Cristo la ley del Espíritu de vida nos libera de la ley del pecado y de
la muerte. De esta manera somos salvos, y también, somos vencedores. Todo ha
sido hecho en Cristo. La manera por
medio de la cual Dios nos salva nos llega tan gratuitamente como el acto en el
que Adán nos hizo pecadores.
Romanos
5:17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más
reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la
gracia y del don de la justicia. 5:18 Así que, como por la transgresión de uno
vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de
uno vino a todos los hombres la justificación de vida.
Así como por la transgresión de Adán, a todos
nos llegó la muerte y la condenación; en Cristo, a todos nos llegó la justificación y la vida eterna.
Lo único que necesitamos es estar en
Cristo.
En Adán podemos pecar naturalmente y sin
esfuerzo alguno. De la misma manera, en Cristo estamos capacitados para ser humildes, pacientes,
gentiles, santos y victoriosos sin esforzarnos en absoluto.
Colosenses
2:11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al
echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal , en la circuncisión de Cristo;
Aquí dice que en Cristo, Dios quita de nosotros
el cuerpo pecaminoso carnal. Otras traducciones de la Biblia dicen que Dios
quita “la naturaleza pecaminosa”, esa es la traducción correcta. Y a
cambio nos da la naturaleza divina (2
Pedro 1:4).
2ª
Corintios 5:17: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Si alguno está en Cristo es una nueva criatura,
deja de ser un hombre terrenal para convertirse en un hombre celestial. Y ese
hombre celestial es un hombre sin pasado.
Por eso Hebreos 10:17 dice que Dios
nunca se acordará de los pecados del que está en Cristo, porque el que
está en Cristo no tiene pasado y por lo tanto no tiene pecado.
El llegar a ser una nueva criatura no depende de
cómo te comportes, ni de cómo te dispongas, ni de lo que hagas o no hagas. Más
bien, es porque ahora estás en Cristo. La cuestión final es ¿Estás en Cristo o
en Adán?
Pecar o vencer, perecer o vivir una nueva vida,
no depende de ti, sino de la persona en la cual estás. Dios nos salva
colocándonos en Cristo. Al obrar Dios en Cristo, obra simultáneamente en todos
nosotros.
La salvación, el perdón, la justificación, la
vida eterna, todo viene de cristo y por medio de Cristo, nada viene por medio
de nosotros.
¿CÓMO PASAR DE ADÁN A CRISTO?
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Romanos
6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a
fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos en vida nueva.
La única manera de pasarnos de la caja de Adán a
la caja de Cristo, para poder andar en nueva vida, es a través del bautismo. En la mayoría de las iglesias evangélicas enseñan que al
creer se hace ese cambio, pero esa es una media verdad, la verdad absoluta es
que tenemos que “creer y bautizarnos”, eso fue lo que dijo Jesús en Marcos 16:16.
Romanos dice que “somos sepultados en el bautismo”.
El bautismo no es una simple ordenanza, el bautismo es algo mucho más profundo,
es muerte y es vida. ¿Cómo entramos
en Adán? Al nacer ¿Cómo salimos? Por medio de nuestra muerte
Jesús dijo “Lo
que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu
es” (Juan 3:6). El nacido de la
carne, es el nacido de una madre terrenal. La vida que recibimos cuando nacimos
de nuestros padres es la vida de Adán. Debemos darle muerte a esa vida. Pero no
tenemos que suicidarnos, Dios estableció que al ingresar a las aguas del
bautismo le damos muerte al nacido en Adán.
Y cuando emergemos de esas aguas, nacemos de nuevo
(Juan 3:3) y somos nuevas criaturas
en cristo Jesús. Cuando te bautizas, termina
tu lugar en Adán, termina tu vida terrenal e inicias una vida en Cristo, una
vida celestial.
Ezequiel
36:26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y
quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
36:27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis
estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
Al bautizarte no sucederá ningún cambio en tu
cuerpo, porque Dios te deja el mismo cuerpo, lo que Dios te cambia es el espíritu
y el corazón. Y pone su Espíritu dentro de tu espíritu, para que tome el
control de tu vidas y puedas hacer su
voluntad. Esa es la ley de vida en
Cristo Jesús. Usted nunca debe verse a sí mismo en su propio ser. Debe usted
usar los ojos de la fe para verse muerto y resucitado en Cristo Jesús.
Entonces, entramos en Adán por medio de nuestro nacimiento y
salimos de Adán por medio de nuestra muerte a través del bautismo. Y por medio
del bautismo también entramos en Cristo. El camino es claro. Podríamos decir
que el
bautismo es el pasaje a la dimensión celestial.
Colosenses
2:11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al
echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;
2:12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados
con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
Dice Colosenses que en el bautismo somos
sepultados con Cristo y resucitados con él. Lo que quiere decir es que al
bautizarnos, hacemos nuestra la muerte y resurrección de Jesús. Dice también
que el bautismo es una circuncisión
espiritual mediante la cual Dios nos quita la naturaleza pecaminosa para darnos
su propia naturaleza.
En muchas
iglesias dicen: “Debes darle muerte a tu
orgullo, debes darle muerte a tu ira, debes darle muerte a esto y a aquello”.
Pero esa enseñanza riña con la palabra de Dios y lleva al fracaso a muchos
cristianos, que entonces buscan la muerte en sí mismos.
Nos debe quedar claro que la muerte está en
Cristo, no en nosotros, que en Cristo
estamos muertos y ya no vivimos
nosotros, sino que Cristo vive por nosotros (Gálatas 2:20).
Ya Cristo lo hizo todo, si tratamos de darle
muerte a algo, entonces negamos la eficacia de la sangre de Cristo, entonces por demás murió Cristo (Gálatas 2:23)
Nosotros los cristianos tenemos una «muerte» que nos saca de Adán. Tenemos
también un «nacimiento» que nos
lleva a estar en Cristo. Entre esa muerte y ese nacimiento tenemos un puente
colgante, ese puente es el bautismo.
Recuerda que todo, absolutamente todo es “en Cristo”. Nada logramos fuera de él.
Aunque todas las aguas del mundo no pueden lavar, siquiera, uno solo de
nuestros pecados, las aguas del bautismo testifican que «por medio de la muerte» salimos de Adán, y que, por medio de la
resurrección o nuevo nacimiento entramos en Cristo. Espero que puedas comprender estas grandes
verdades.
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