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Muchos cristianos no salen a bailar con sus esposas, ni cantan karaoke, ni se divierten
sanamente de vez en cuando, porque ven pecado y condenación en todo lo que
hacen. Viven encadenados, no se han dado cuenta que son libres de la
condenación, libres del pecado, libres de la ley, limitados tan solo en lo que
sea necesario, para vivir en armonía con los propósitos de Dios. El legalismo los tiene atrapados.
Colosenses
2:20 Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo,
¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales
como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos
y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? Tales cosas
tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en
humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los
apetitos de la carne.
La palabra de Dios nos enseña que fuimos
crucificados con Cristo en el bautismo, y que no estamos sujetos a ninguna ley ni mandamiento de hombre, y que esos
mandamientos no tienen ningún valor contra los apetitos de la carne. ¿Por qué?
Porque la carne siempre va a ceder y al final se sentirán peor de lo que estaban.
Los legalistas creen que agradan a Dios, pero en
lugar de agradarlo lo desagradan porque lo único que agrada a Dios es la fe (Hebreos 11:6).
Estas personas ven satanismo en la música, en
los juegos electrónicos y hasta en la comida. Hacen un gran esfuerzo para
cumplir con los mandamientos de la ley de Moisés y con los mandamientos humanos
de su religión. Eso hace que en su sistema abunde la amargura, la hipocresía, la
crítica y el señalamiento. Y
eso impide que otros vengan a Cristo
porque nadie quiere ser como ellos.
Pero eso no es nuevo, viene desde los tiempos de
la iglesia primitiva. Esa es la razón por la cual apóstol Pablo escribió la
carta a los Gálatas, la cual es considerada como la “Proclama de emancipación” para el creyente.
Gálatas
1:6 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por
la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 1:7 No que haya otro,
sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de
Cristo.
El apóstol Pablo estaba maravillado de lo que
sucedía en Galacia. Él les había enseñado el evangelio de la gracia, pero alguien los habían perturbado, enseñándoles
un evangelio
pervertido. No era otro evangelio, era el mismo evangelio de Jesús, pero
cargado de legalismos. Ese evangelio enseñaba que además de creer en Jesús,
era preciso que “guardasen la ley de
Moisés” y los rituales del Antiguo Testamento como el circuncidarse. No era un evangelio que de manera
directa negara la gracia, pero si lo
hacía de manera indirecta al colocarla en un segundo plano, porque lo más
importante para este evangelio “manoseado” era cumplir la ley.
Gálatas
1:8 Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio
diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 1:9 Como antes hemos dicho,
también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que
habéis recibido, sea anatema.
El apóstol Pablo levanta la voz y expresa una y
otra vez que el que enseña un evangelio diferente es un maldito.
Pablo no lo dice con la intención de ofender a nadie, lo que está es
advirtiendo que Dios va a maldecir y a
condenar al que enseñe ese tipo de evangelios.
Gálatas
3:10 Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición,
pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas
escritas en el libro de la ley, para hacerlas.
Aquí se aclara el concepto, todos los que se tratan de justificar cumpliendo la ley, si no la cumplen se ponen bajo maldición
porque la ley bendice al que la cumple, pero maldice al que la incumple.
Gálatas
1:10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de
agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo
de Cristo.
Pablo aclara que no hay que buscar quedar bien
con nadie cuando se trata de defender la verdad del evangelio. El que haga eso
no es un verdadero siervo de Dios.
Pablo se moriría de pena o de rabia si viviera
en nuestra época, porque en el 99% de
las iglesias cristianas lo que se enseña
actualmente es la palabra del hombre adornada con algunos pocos versículos
de la biblia.
Gálatas
1:11 Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es
según hombre; 1:12 pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino
por revelación de Jesucristo.
Por eso Pablo hace la aclaración en el sentido
de que lo él enseña es la palabra de Dios
y no la palabra del hombre. Que lo que enseña no lo aprendió de ningún hombre,
sino que le fue revelado por Jesucristo.
En 2 Corintios 12:2-5 y 1 Corintios
22:23, el apóstol Pablo cuenta que fue
arrebatado al tercer cielo y que fue enseñado directamente por nuestro
Señor Jesús.
Gálatas
1:18 Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí
con él quince días; 1:19 pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a
Jacobo el hermano del Señor.
Y Pablo no miente, porque no fue sino hasta tres años después de estar predicando el evangelio, que fue a
Jerusalén a conocer al apóstol Pedro. De
paso también conoció a Jacobo el hermano del Señor. ¿Si no conocía a los
apóstoles, de dónde sacó su enseñanza?
Gálatas
2:1 Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé,
llevando también conmigo a Tito. 2:2 Pero subí según una revelación, y para no
correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta
reputación el evangelio que predico entre los gentiles. 2:3 Mas ni aun Tito,
que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; 2:4 y
esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban
para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a
esclavitud, 2:5 a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que
la verdad del evangelio permaneciese con vosotros.
Catorce
años después,
Pablo fue nuevamente a Jerusalén junto con Bernabé y Tito (dos colaboradores) y
expuso en privado a los que tenían “cierta
reputación” (posiblemente los apóstoles), el evangelio que él predicaba. ¿Y
que encontró? Que había entre ellos algunos legalistas que obligaron a Tito a
circuncidarse, y que espiaban a escondidas la libertad del Evangelio que Pablo
predicaba para reducirlo a esclavitud. Pero no lo lograron porque Pablo
defendió esa verdad sin importar las consecuencias.
Gálatas
2:9 y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que
eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en
señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la
circuncisión.
A Pedro, a Jacobo y a Juan, “las tres columnas de la iglesia primitiva”,
no les quedó más que reconocer el
apostolado de Pablo y la verdad que defendía. Entonces le dieron el visto
bueno para que fuera a predicar a los gentiles.
Gálatas
2:14 Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del
evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los
gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?
Pero antes de partir, Pablo no se quedó
callado, sino que le dijo a Pedro
públicamente que no estaba enseñando la
verdad del evangelio. Lo malo de la enseñanza de Pedro, es que ocultaba u opacaba una gran verdad.
Gálatas 2:16
sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la
fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser
justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por
las obras de la ley nadie será justificado.
La verdad
que era opacada
es la que revela que “el hombre no es justificado por las obras de
la ley sino únicamente por la fe en Jesús”. En otras palabras, que el
hombre es justificado por lo que Jesús hizo en la cruz, no por
lo que el hombre pueda hacer o dejar de hacer.
Imagine a usted a un desconocido reprendiendo
a “una de las columnas de la Iglesia”, aquel
a quien Jesús le entregó las llaves del Reino, por estar ocultando la verdad.
Al escribir esto recuerdo a un pastor amigo, el
cual enseña que la salvación se recibe
por la fe, pero hay que hacer obras de justicia para mantenerse salvo. Un día
le dije que él era legalista y se molestó conmigo. Me dijo que le mostrara cuál
mandamiento de la ley él enseñaba que había que cumplir. Su vanidad no le
permitía ver que el legalismo no se
resume en cumplir con algún mandamiento de la ley de Moisés sino que el legalismo se manifiesta cada vez que
hacemos cualquier cosa para justificarnos ante Dios. El legalismo procura hacer algo que ya Cristo hizo y es por lo
tanto es el gran enemigo de la gracia.
Al igual que Pablo, cuando alguien esté
ocultando alguna verdad del evangelio, no
puedes quedarte callado, no importa que tenga “prestigio” o que sea
considerado “columna de la iglesia”, debes ir con la Biblia en la mano y confróntalo.
No puedes ignorarlo o tolerarlo, no puedes permitir que alguien continúe su
obra destructora, es como que una enfermedad infecciosa comience a matar a tu
familia sin que hagas nada al respecto. Pablo es el gran ejemplo a seguir.
Gálatas
2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo
en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 2:21 No desecho la gracia de Dios;
pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.
La segunda
verdad que se ve opacada ante el engaño legalista, es que el viejo hombre ha sido crucificado con Cristo, que ya no vive, sino que ahora es Cristo el que vive por él. ¿Cómo entender esto? Que para poder vivir una
vida cristiana normal, lo primero que un creyente debe saber es que su viejo hombre fue crucificado con Cristo en el
bautismo (Romanos 6:6). Si no sabe
eso, nunca llevará una vida cristiana normal y eso es lo que sucede con los
legalistas. Pero no solamente debe saberlo, una vez que lo sepa, debe considerarse como tal (Romanos 6:11) o sea debe comportarse
como un muerto.
Lo que esto quiere decir es que no tiene que
hacer nada para mantenerse salvo, no tiene que hacer nada para dejar de pecar, no
tiene que hacer nada contra la tentación porque está muerto y un muerto no hace nada. Ahora Cristo vive por él y Cristo se encarga de esas cosas.
Si el creyente hace algo al respecto, estaría
negando que su viejo hombre está muerto y con ello desechando la gracia de Dios. Entonces por demás murió Cristo. El tercer paso consiste en entregarle sus miembros a Dios para que
tome el control (Romanos 6:13). Y que la nueva criatura en Cristo Jesús (2 Corintios 5:17) no vive por su propio esfuerzo, sino que vive por la fe en el hijo de Dios,
creyendo que ya Jesús lo hizo todo.
Cualquier enseñanza que desafíe estas verdades es un evangelio
pervertido que causará a sus víctimas sufrimiento, esclavitud, dolor, y
finalmente les conducirá a una muerte
espiritual.
Gálatas 3:1
¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a
vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros
como crucificado? 3:2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el
Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3:3 3:3 ¿Tan necios
sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?
“Ustedes
son unos insensatos, son unos necios” dice Pablo “¿Quién los fascinó para que no obedezcan la verdad?” Y
Seguidamente hace la pregunta del millón. “¿Recibieron
el Espíritu Santo por sus obras o por la fe? ¿Comenzaron por el Espíritu y
ahora acaban por la carne?” En otras palabras: “Empezaron por recibir el Espíritu Santo y la salvación por gracia,
mediante la fe y ahora quieren acabar haciendo las cosas por ustedes mismos”.
Gálatas 3:7 Sabed, por tanto, que los que son de fe,
éstos son hijos de Abraham. 3:8 Y la Escritura, previendo que Dios había de
justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham,
diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.3:9 De modo que los de la fe
son bendecidos con el creyente Abraham.
Sepan dice Pablo, que los hijos de Abraham son
los de la fe, sepan que Dios justifica por la fe, porque
así lo prometió, no por cumplir con la ley. Dios nos da la salvación porque
así lo había prometido, no porque cumplamos con ninguna ley.
Gálatas
3:17 Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con
Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para
invalidar la promesa. 3:18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la
promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.
Esa promesa
de salvación fue hecha cuatrocientos años antes de que fuese dada la Ley.
Por lo tanto, la ley no puede dejar sin
efecto la promesa que está primero. Y Cristo ratificó la promesa a través del nuevo pacto.
Gálatas
3:11 Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque:
El justo por la fe vivirá; 3:12 y la ley no es de fe, sino que dice: El que
hiciere estas cosas vivirá por ellas.
El justo
por la fe vivirá. El
justo no es aquel que no comete injusticias o que no peca, el justo es aquel que tiene
la fe y a través de esa fe obtiene la vida eterna. Y la ley no es de fe sino que dice “el que haga estas cosas vivirá”. La ley exige cumplir sus
mandamientos y condena al que no
los cumple. Mientras que la gracia
lo único que exige es fe en la obra de Cristo y no te condena sino que te justifica.
Romanos 8:1
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los
que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 8:2 Porque la ley
del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la
muerte.
Ya no hay ninguna condenación para los que están
en Cristo Jesús, los que no procuran la salvación por ellos mismos, sino que viven por fe, porque la ley del
Espíritu de vida en Cristo (la ley de la
fe) los ha librado de la ley del pecado y de la muerte (la ley de Moisés).
Romanos
8:33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 8:34
¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también
resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por
nosotros.
El único que nos puede acusar es Dios y Dios no
nos acusa sino que nos justifica por la fe. El único que nos puede condenar es
Cristo pero en lugar de condenarnos intercede por nosotros para nuestro perdón.
Eres libre, gózate, vive la vida, no
permitas que nada ni nadie te señale ni te condene.
Gálatas
3:13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición
(porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),3:14 para
que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de
que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.
Cristo cumplió la ley por nosotros y nos redimió
de las maldiciones de la misma. Pero, si tratas de cumplir la ley, todas las
maldiciones te alcanzarán. Por eso es que el legalismo trae tanto dolor y
sufrimiento, porque niega y revierte
las cosas que Cristo hizo.
Gálatas
3:19 Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las
transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y
fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador.
La ley fue añadida por causa del pecado, pero
era una medida temporal, hasta que viniese Cristo.
Gálatas 3:24
De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que
fuésemos justificados por la fe.
El hombre pecaba aún sin ley. Lo que la ley hizo
fue tipificar los pecados para que
el hombre se diera cuenta de lo pecador que era y buscara una solución a sus
pecados. Esa solución es Cristo y la ley es la guía que lo lleva a Cristo
en procura del perdón, el cual alcanza por medio de la fe.
Gálatas 3:25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, 3:26 pues todos sois
hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 3:27 porque todos los que habéis sido
bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.
Venida la fe, ya no se necesita la ley, porque
al creer y bautizarnos, somos liberados de la ley, somos liberados
del pecado, y somos liberados de la condenación, porque todos los que hemos
sido bautizados, hemos sido envueltos
con las vestiduras blancas de Cristo.
Ya Dios no ve nuestros pecados
porque nos ve en Cristo y Cristo no tiene pecado.
Esta verdad fue la que liberó el alma de Lutero y lo llevó a desafiar el sistema
de indulgencias y el resto de los conceptos legalistas del Catolicismo romano, e
hizo que clavase 90 tesis o
argumentos en contra de las enseñanzas del Vaticano.
Todas las
religiones conocidas
por el hombre, dependen de las obras
humanas para la salvación: El hinduismo
dice que si renunciamos al mundo y nos relacionamos con el espíritu del
universo encontraremos por fin el camino de la paz. El budismo expone ocho principios según los cuales el hombre debe de
actuar y de ese modo, encontrar la salvación. El judaísmo dice que debemos de guardar la Ley, cumpliéndola total e
inflexiblemente, y entonces seremos salvos. Según el islam el hombre debe orar cinco veces al día, dar limosnas, ayunar
en el mes de Ramadan y obedecer los mandamientos de Allah. El unitarianismo afirma que el hombre se
salva teniendo un buen carácter. El humanismo
moderno dice que la salvación se consigue sirviendo a la humanidad.
Pero nosotros no creemos en las religiones, no
creemos en la palabra del hombre, creemos
únicamente en la palabra de Dios, que enseña que ya Cristo lo hizo todo por nosotros. Lo único que tenemos que hacer
es creerlo. En eso se resume el
evangelio.
Gálatas
4:21 Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? 4:22
Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de
la libre. 4:23 Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre,
por la promesa. 4:24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos
pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste
es Agar. 4:25 Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la
Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. 4:26 Mas
la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. 4:27
Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en
júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de
las desolada, que de la que tiene marido. 4:28 Así que, hermanos, nosotros,
como Isaac, somos hijos de la promesa. 4:29 Pero como entonces el que había
nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así
también ahora. 4:30 Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su
hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. 4:31 De
manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.
“¿Quieren
estar bajo la ley, entonces les voy a contar una historia” dice Pablo. Es la historia de los dos hijos de Abraham, el
que tuvo con la esclava Agar, y el que tuvo con su esposa Sara. Dice que Agar
la esclava simboliza la ley de
Moisés, por lo tanto su hijo esclavo de
la ley. En cambio Sara simboliza la gracia, y su hijo es
libre de la ley. Luego agrega que el
hijo de la esclava no podía heredar con el hijo de la libre, razón por la
cual Agar y su hijo fueron echados fuera. Esto nos revela que el que mezcla la gracia con la ley no heredará el reino de Dios.
Gálatas
5:4 De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia
habéis caído.
Y viene la advertencia, el que quiere
justificarse a través del cumplimiento de la ley, cae de la gracia porque la
está desechando.
Gálatas
5:13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no
uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a
los otros. 5:14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo.
Hemos sido llamados a ser libres, no a ser
esclavos, que no usemos confundamos libertad con libertinaje ni para el mal, porque
la ley se resume en amar al prójimo, y el que ama al prójimo no le hace ningún
daño.
Gálatas
5:16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
5:17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es
contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que
quisiereis. 5:18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
El llamado es que debemos andar conforme al
Espíritu, esto es haciendo la voluntad del Espíritu Santo y no nuestra
voluntad, porque nuestra voluntad y la voluntad del Espíritu se oponen entre
sí.
Cuando hacemos nuestra voluntad terminamos en
las obras de la carne (hechicerías,
enemistades, pleitos, borracheras y cosas semejantes) (Gálatas 5:20-21), pero si hacemos la voluntad del Espíritu,
entonces veremos en nosotros el fruto
del Espíritu (amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza) y contra tales cosas no hay ley (Gálatas 522-23).
Pablo concluye su carta con un capítulo 6, en el
cual enseña que el andar conforme al Espíritu dará como resultado el que
llevemos los unos las cargas de los otros, restaurándonos unos a otros en
humildad, con espíritu de mansedumbre, no juzgando con severidad, dando libremente para las necesidades de los demás y haciendo partícipe de toda cosa buena al
que los instruye en el evangelio (Gálatas 6:1-10).
Antes había dicho: "Ojalá se mutilasen los que os perturban" (Gálatas 5:12), aquellos que con sus malas enseñanzas nos pueden
quitar la libertad que tenemos en Cristo para que caigamos de la gracia. No los escuches, no te dejes engañar, vive
la libertad que Cristo te ha dado y goza de la vida.
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