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La Biblia dice que Dios amó a Jacob pero
aborreció a Esaú desde que estaban en el vientre de su madre. Por tal razón,
los teólogos han dado a luz una doctrina que enseña que Dios ha predestinado el
destino de los seres humanos, que a unos los predestinó para salvarlos y a
otros los predestino para condenarlos. Como quien dice “el que nació para maceta no pasa del corredor”. ¿Qué tan cierta es
esta doctrina?
Romanos
8:30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos
también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
El anterior pasaje es uno de más usados por los
“maestros” de la doctrina de la predestinación. Basados en este pasaje, afirman
que únicamente a los que Dios predestinó
para ser llamados, serán justificados para ser sus hijos, los demás se irán
al infierno.
A simple vista pareciera que estos maestros tienen
razón, pero este pasaje es solo un pasaje de la Biblia, no es la biblia
completa. No podemos darle vida a una doctrina fundamentados en un solo pasaje.
La Biblia es como un rompecabezas, debemos tener el rompe cabezas armado para
poder ver y entender todo el panorama. Por algo la Biblia dice que la suma de la palabra de Dios es la verdad
(Salmo 119:160). Entonces sumaremos
versículos para llegar a la verdad.
PREDESTINACIÓN
Según el diccionario de la real academia
española, predestinación es: a) la concepción filosófica y religiosa, según la
cual la vida presente y futura del ser
humano está determinada o trazada previamente por fuerzas superiores. b) Se
dice de la escogencia previa por parte de
Dios, de las personas que lograrán la salvación o la condenación por toda
la eternidad.
Esta definición es un concepto totalmente humano, incondicional y niega la
libre voluntad del ser humano. ¿Por qué decimos que es humano? Porque eso
es lo que piensa el hombre, pero los pensamientos y los caminos del hombre no
son los pensamientos ni los caminos de Dios (Isaías 55:8).
El concepto de predestinación que utiliza la
palabra de Dios no es el mismo que utiliza el hombre. En la biblia, la palabra “predestinación” es “lo que Dios quiere para el hombre”. Voy
a repetirlo: “predestinación es lo que
Dios quiere para el hombre”. Vayamos al Génesis para comprender mejor las
cosas.
Génesis
1:26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las
bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Dios creó al hombre, lo cubrió de gloria y lo
nombró “señor” con toda autoridad sobre la creación. Ese era el destino
eterno que Dios quería para el hombre, pero no lo iba a obligar,
entonces le dio dos opciones a través de dos árboles especiales que plantó en
el huerto del Edén (Génesis 2:16-17).
Y para que no hubiera sorpresas, le advirtió al hombre que si comía de uno de
ellos moriría.
Si el hombre comía del árbol de
la vida, obtendría la vida
eterna. Eso sí, esto
implicaba que estaba dispuesto a depender de Dios y a obedecerlo de manera voluntaria.
Por su parte, si comía del árbol de la ciencia
del bien y del mal obtendría independencia total de Dios, pero
también obtendría la muerte. El hombre escogió
su destino.
Primero fue apartado
de Dios, ¿Es lo que el hombre quería, independencia no? Después vino la muerte del cuerpo. Y por último la condenación eterna por rechazar a
Dios.
El hombre se entregó en las manos de Satanás transfiriéndole
el poder y la autoridad que sobre la creación Dios le había dado (Lucas 4:6), y convirtiéndose en un súbdito del enemigo de
Dios. El hombre pasó de dominador a dominado, y de cabeza a cola. Dios había predestinado al hombre para que
tuviera vida eterna, pero el hombre
cambió su destino.
Romanos
9:10 Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac
nuestro padre 9:11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni
mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por
las obras sino por el que llama), 9:12 se le dijo: El mayor servirá al menor.
9:13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.
Este otro pasaje es el otro que sirve de
argumento a los maestros de la doctrina de la predestinación, para confirmar su
teoría. Allí dice literalmente que Dios amó a Jacob y aborreció a Esaú desde
que estaban en el vientre de su madre y eso es predestinación, según el
pensamiento del hombre..
1 Timoteo
2:3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, 2:4 el
cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la
verdad.
Sin embargo, la Biblia dice, que “Dios
quiere que todos los hombres sean salvos” y eso nos incluye a “todos”, te incluye a ti y me incluye a
mí. Este versículo contradice
totalmente la doctrina de la predestinación (según el concepto del hombre) y confirma la predestinación divina. Dios
quiere que todos los hombres sean salvos,
ese es el destino que Dios quiere
para todos, eso es predestinación divina.
El hombre falló, el hombre rechazó a Dios. Pero
Dios, en su infinita misericordia, mandó a su hijo unigénito a morir, para que lo que él tiene predestinado para el hombre
se cumpla:
Juan 1:12
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios; 1:13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad
de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
¿Cuál es la voluntad de Dios? Que todos los
hombres sean sus hijos. Todos los que
creen en su nombre, adquieren el
derecho de convertirse en sus hijos. Cuando dice “todos” se refiere a toda la humanidad. Pero no todos creen, no todos
escogen ese destino.
Mateo
22:14 porque muchos son los llamados y pocos escogidos.
¿Por qué dice que muchos son los llamados y no todos? Porque Dios no
llama a aquéllos que se consideran justos, a aquellos que creen que no necesitan el
perdón divino.
Juan 1:8
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad
no está en nosotros. 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Si decimos que no tenemos pecado, no somos
llamados, pero si “confesamos” que somos pecadores entonces somos llamados al
perdón. Aquí la palabra “confesamos”
significa que “aceptamos” que somos pecadores. Es la misma palabra usada en Romanos 10:9 cuando dice “si confesamos que Jesús es el Señor”. Dios
llama
a los que aceptan (confiesan) que son pecadores para justificarlos. Y no todos los
pecadores son escogidos porque muchos
ignoran el llamado. Eso es como que te llamen a formar parte de una
selección de futbol y no acudas a la convocatoria.
Efesios
1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo
con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 1:4 según
nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y
sin mancha delante de él, 1:5 en amor habiéndonos predestinado para ser
adoptados hijos suyos por medio de
Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,
Efesios dice que Dios nos escogió en él (en Cristo) antes
de la fundación del mundo para que fuésemos santos y sin mancha y nos
predestinó para ser sus hijos.
Los maestros de la predestinación insisten en
que Dios escoge a algunos y desecha a otros a través de la elección incondicional,
pero eso es totalmente falso. Dios escogió
absolutamente a todos los pecadores en Jesús.
Génesis
25:22 Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo
yo? Y fue a consultar a Jehová; 25:23 y le respondió Jehová: Dos naciones hay
en tu seno, Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; El un pueblo será
más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servirá al menor.
Con base en este otro pasaje, los maestros de la
predestinación sostienen que Dios predestinó a Esaú y a Jacob para hacer de
cada uno de ellos un pueblo. Y predestino a Esaú que era el mayor para que
sirviera a Jacob que era el menor. Esos dos pueblos son Israel y el resto de las naciones árabes. Pero Dios no lo
predestinó así, cada uno de ellos escogió
su destino.
Romanos
9:10 Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac
nuestro padre 9:11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni
mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por
las obras sino por el que llama), 9:12 se le dijo: El mayor servirá al menor.
9:13 Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.
Dice la escritura que Jacob y Esaú no habían
nacido y sin embargo ya Dios amaba a uno y aborrecía a otro. Esto parece darle
la razón a la doctrina de la predestinación. Sin embargo, no es lo que parece.
Hebreos
12:15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que
brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean
contaminados; 12:16 no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que
por una sola comida vendió su primogenitura. 12:17 Porque ya sabéis que aun
después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad
para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.
Aquí está la
razón por la cual Dios aborreció a Esaú. A Esaú no le interesaba ningún
Mesías. Para él era más importante una comida, que las cosas de Dios y le
vendió la primogenitura a Jacob por un plato de lentejas. Él se creía justo, no creía en la necesidad de
un Dios y escogió su destino. Y Dios que ve el futuro, sabía que eso pasaría.
Jacob era mentiroso, tramposo y engañador, mucho
más pecador que Esaú. Pero, Jacob siempre
reconoció lo que él era y su
necesidad de un Mesías perdonador. Por eso Dios amó a Jacob, quien también eligió su destino.
Cada uno de ellos escogió su propio destino. La condición fue creer en Dios, uno creyó y
el otro no.
Así sucede actualmente. Dios nos eligió a Todos.
A Todos nos dio la potestad de convertirnos en sus hijos. Eso sí, nos puso una doble condición.
Marcos 16:16
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será
condenado.
A Dios no le importa que seamos engañadores o
mentirosos como Jacob. Lo único que nos pide que creamos como lo hizo Jacob y nos
bauticemos. El que creyere y se bautizare será salvo, el que no creyere está condenado. No depende de Dios sino de
nosotros.
¿Acaso el
ladrón que Jesús perdonó en la cruz se bautizó? Ni Jacob ni el ladrón en la
cruz necesitaban bautizarse. Lo que ellos necesitaban era estar circuncidados:
Génesis 17:11
Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto
entre mí y vosotros. 17:12 Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón
entre vosotros por vuestras
generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier
extranjero, que no fuere de tu linaje.
Así que el ladrón, al igual que Jacob, eran
judíos y debieron estar circuncidados. Al creer fueron salvos. Si queremos ser
salvos, al igual que el ladrón debemos circuncidarnos a través del bautismo.
Colosenses
2:11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al
echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;
2:12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados
con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. 2:13
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra
carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados.
El
bautismo es una circuncisión espiritual mediante la cual nos despojamos de la naturaleza
pecaminosa. Eso es lo que significa el bautismo: un despojo de la carne.
Podemos resumir entonces, que existe la predestinación divina, pero no la predestinación
teológica o humana. Ambas son totalmente diferentes.
¿POR QUÉ
SE BAUTIZÓ JESÚS?
Algunos se preguntan, ¿Sí Jesús era judío y
estaba circuncidado, no necesitaba bautizarse, entonces por qué lo hizo?
Mateo 3:1
En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, 3:2
y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. 3:3 Pues
éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama
en el desierto: Preparad el camino del Señor, Enderezad sus sendas.
Juan el Bautista fue un descendiente del sumo
sacerdote Aarón y el último sumo
sacerdote levítico. En Lucas capítulo 1 al 14 se nos dice que Juan el
Bautista era hijo de un sumo sacerdote
llamado Zacarías,, por lo tanto era del linaje levítico y sacerdote por
sangre. ¿Por qué predicó en el desierto y no en los templos?
Mateo 15:7
Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: 15:8 Este pueblo de
labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. 15:9 Pues en vano me honran,
Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.
Lo que sucedía en la época de Jesús, es lo mismo
que sucede actualmente. En los templos se enseñaban doctrinas y mandamientos de hombres y no la verdad absoluta de
Dios. Además los sacerdotes de la época rechazarían a Jesús y no iban a
permitir que Juan Bautista testimoniara de él como el Mesías esperado. Entonces, Juan el Bautista no podía quedarse
con ellos, tuvo que independizarse.
Se alejó de la religión y se fue al desierto. Allí podía enseñar la verdad y no
las tradiciones de los hombres.
Juan 1:6
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 1:7 Este vino por
testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen
por él. 1:8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
Lo cierto del caso, es que una voz en el
desierto comenzó a enseñar que en el bautismo estaba el perdón en clara referencia al bautismo de Jesús.
Las personas se bautizaban para llevar sus pecados al agua, para el
Mesías prometido tomara esos pecados y
los llevara a la cruz.
Si leemos Levítico
4:22 al 31, podemos ver que de acuerdo con la ley, cuando una persona
pecaba traía un becerro o una cabra sin defecto, para que fuera degollada y
pagara por su pecado. Un animalito inocente pagaba con su sangre por los
pecados de la gente. Pero, antes de
sacrificar al animal,
el sacerdote le ponía
sus manos sobre la cabeza. Lo que esto simbolizaba
era que le traspasaba al animal los pecados de la persona. Eso fue lo
que sucedió con Jesús.
Mateo 3:13
Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él.
3:14 Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo
necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? 3:15 Pero Jesús le respondió:
Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia.
Juan el bautista no quería bautizar a Jesús
porque sabía que Jesús no tenía pecados.
Pero Jesús le dijo que lo bautizara para que se cumpliera toda justicia. Cuando
Juan el bautista puso las manos sobre Jesús, le transfirió todos los pecados de la humanidad.
Juan 1:29
El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita
el pecado del mundo.
Jesús era el
Cordero que sería sacrificado por todos los pecados de la humanidad. En el
Jordán Jesús tomó nuestros pecados y los cargó para llevarlos a la cruz para
así salvarnos de la condenación eterna.
2 Corintios 5:21 Al que no conoció pecado, por
nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en
él.
Jesús no tenía ningún pecado, pero al bautizarse se hizo pecado al cargar
con todos los pecados de la humanidad. Esa es la razón por la cual le dijo a
Juan el bautista que lo bautizara. En el
bautismo de Jesús, seríamos justificados
todos y así se cumpliría toda
justicia.
Colosenses
2:13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra
carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, 2:14
anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era
contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz.
El acta que contenía todos nuestros pecados fue
clavada en la cruz por nuestro Señor Jesús. Jesús hizo el pago de nuestros
pecados con su sangre preciosa. Ese es el
evangelio.
¿Entonces por qué debemos bautizarnos? Porque en el bautismo se hace efectivo el perdón que
Jesús efectuó en la cruz.
Hechos
2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre
de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu
Santo.
Al bautizarnos, el perdón de Jesús otorgado en
la cruz se hace efectivo en nosotros. Las personas que Juan el Bautista
bautizó, llevaron los pecados al agua para que posteriormente Jesús los perdonara. Nosotros llevamos al agua los
pecados que ya Jesús perdonó.
Dios nos
predestinó para ser sus hijos. Pero no podíamos lograrlo sin Jesús. Entonces
Jesús vino a morir por nosotros. Se bautizó y se llevó todos los pecados a la
cruz, para que el destino que Dios tiene para nosotros se cumpla. Jesús hizo su
parte y tú debes hacer la tuya: “Ahora, pues, ¿por qué te detienes?
Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22:16). Haz tu parte para que lo
que Dios tiene predestinado para ti se cumpla.
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