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El señor Jesús fue crucificado, muerto y
sepultado, pero resucitó al tercer día.
Fue sepultado un viernes, ese es el primer
día, estuvo en la tumba todo el sábado, que es el segundo día, y resucitó el domingo que es el tercer día. Dios nos muestra a través de diferentes pasajes de su
palabra que eso es un patrón en nuestras vidas, que siempre hay tres días para
nosotros, el segundo día es un día aflicción, pero el tercer día es un día de resurrección
y victoria.
En estos días he estado experimentado ese segundo día, las cosas no han salido como
yo esperaba y entonces me preguntaba si será o no la voluntad de Dios que yo
esté en este ministerio. Por su parte, el diablo me ha hecho ver a través de
otras personas, que no soy lo suficientemente digno para enseñar la palabra de
Dios.
Y es cierto, no
soy nada digno, soy quizás el primero
de los pecadores como dijo Pablo (1
Timoteo1:15). Sin embargo, cuando he
estado a punto de tirar la toalla, Dios me ha recordado otra escritura:
1
Corintios 1:27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los
sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 1:28 y
lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer
lo que es, 1:29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.
Dios me recordó que él escogió a necios como yo para avergonzar a los
sabios, que no escogió a los sabios ni a los fuertes de este mundo; escogió a los débiles como yo, a los viles como yo, a fin de que nadie se jacte
en su presencia.
También me recordó, que hay un tercer día, un día de victoria
y de resurrección, en que todo lo negativo será positivo y que toda tristeza se
convertirá en alegría. Así que no me maquillaré con una falsa careta y le seguiré
sirviendo al Señor tal como soy, dependiendo
totalmente de su gracia, a la espera de ese tercer día.
Corintios 15:3
Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por
nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 15:4 y que fue sepultado, y que
resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.
El segundo
día no es el viernes, no es el día en que sepultaron a Jesús, tampoco es el domingo de resurrección; de
hecho, se acostumbra recordar y celebrar
el viernes santo y el domingo de resurrección, pero el sábado,
el día de en medio nadie lo celebra, pareciera que no hay nada que recordar ni
celebrar de ese día.
Fue ese día sábado, en que los apóstoles se
dispersaron, no sabían que creer, se llenaron de dolor, de temor y de
incertidumbre, fue un día entre la desesperanza y el gozo, entre la confusión y
la claridad, un día entre las malas y las buenas noticias porque Jesús estaba muerto.
Puede ser que de pronto ya no tienes trabajo, tu
economía se vino al suelo. O quizás es
un inconveniente dentro del matrimonio, con tu esposa o con tus hijos. Podría ser algún problema legal, por una deuda
o algo semejante. Lo cierto es que ese problema, sea el que sea, no te dejará
dormir tranquilo durante ese segundo día, y Jesús no responde, pareciera que
está muerto.
Como ya lo dije, lo del “tercer día” es un patrón que se repite constantemente y es algo que
puedes ver en la Biblia:
Ester 5:1
Aconteció que al tercer día se vistió Ester su vestido real, y entró en el
patio interior de la casa del rey, enfrente del aposento del rey; y estaba el
rey sentado en su trono en el aposento real, enfrente de la puerta del
aposento.
El primer día, mediante un decreto real, el pueblo
judío había sido condenado a muerte, y al
tercer día la reina Ester se presenta ante el Rey para confrontar el
problema y evitar esa muertes. Pero ese segundo día fue un día de desesperación, de lloro, de angustia.
2 Reyes 20:5
Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de
David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo
te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.
Ezequías tenía una enfermedad de muerte que Dios
había decretado, pero al tercer día
Dios lo sanaría, pero antes que llegar ese tercer día, Ezequías tuvo que sufrir terriblemente.
Génesis 2:4
Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos. 22:5 Entonces
dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos
hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.
Dios le ordenó a Abraham que sacrificara a su
hijo. Al tercer día le dio la
contraorden, pero imagine usted la angustia de Abraham en ese día de en medio.
Génesis 40:9
Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que
veía una vid delante de mí, 40:10 y en la vid tres sarmientos; y ella como que
brotaba, y arrojaba su flor, viniendo a madurar sus racimos de uvas. 40:11 Y
que la copa de Faraón estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas y las exprimía en
la copa de Faraón, y daba yo la copa en mano de Faraón. 40:12 Y le dijo José:
Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días.40:13 Al cabo de
tres días levantará Faraón tu cabeza, y te restituirá a tu puesto, y darás la
copa a Faraón en su mano, como solías hacerlo cuando eras su copero.
El copero del rey fue destituido de su puesto y enviado
a la cárcel, pero Dios le reveló a través de un sueño (que José interpretaría),
que al
tercer día sería restituido.
Josué 2:16
Y les dijo: Marchaos al monte, para que los que fueron tras vosotros no os
encuentren; y estad escondidos allí tres días, hasta que los que os siguen
hayan vuelto; y después os iréis por vuestro camino.
Rahab la ramera les dijo a los
tres espías que Josué envió a la tierra prometida, que se escondieran por tres
días, al tercer día ya no habría
peligro para ellos y podrían seguir su camino.
Josué 1:11
Pasad por en medio del campamento y mandad al pueblo, diciendo: Preparaos
comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a poseer la
tierra que Jehová vuestro Dios os da en posesión.
Prepárate le dijo Dios a Josué porque en tres días pasarás el Jordán para ir a
conquistar la tierra prometida.
Hay un día en nuestras vidas en que algo nos
sucede, luego viene el silencio y el
tercer día llegan las buenas noticias,
es el día de la victoria.
Juan 6:33
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis
aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
La vida es un relato de tres días, siempre hay
un segundo día de aflicción, pero sabemos que al tercer día vendrá la victoria por medio de Jesús, el que ha vencido
al mundo.
El problema es ese día de en medio es ¿Cómo sobrellevar
esa aflicción? Y es que la palabra de Dios
no nos dice lo que sucederá “en el durante” de ese segundo día.
Y ese
segundo día puede alargarse por
meses e incluso por años, pero no por causa de Dios, sino por causa del hombre. Recordemos que Dios esperaba que el
pueblo judío conquistara la tierra prometida a los tres días de haber llegado
al desierto (luego de su liberación de la esclavitud), pero por la incredulidad
de su pueblo, el segundo día se alargó
por cuarenta años.
Lo que sucede, es que cuando avanza el tiempo
sin que las cosas se resuelvan, Satanás anida la duda en nuestras mentes, entonces
nos preguntamos si en realidad vamos a salir victoriosos, y la angustia nos
abraza.
Por ejemplo, Dios le dijo a Moisés que fuera a pedirle al Faraón que liberara a su pueblo. Pero
el Faraón se negó una y otra vez, y
entre la primera visita de Moisés al Faraón y la liberación, el pueblo comenzó
a dudar que esa liberación sucedería.
Dios te ordena hacer algo, inicias la obra, pero
las cosas no funcionan como esperabas, no hay crecimiento, entonces piensas que
Dios no te envió, que tú te invitaste, que lo mejor es que renuncies y le des
el campo a otro. En ese día de en medio, nadie te dice nada, nadie te resuelve
nada, y hasta Dios permanece en silencio.
Entonces piensas que no puedes vivir del viernes,
y aceptas la realidad que estás viviendo
como si esa realidad fuera el domingo cuando en realidad es el sábado. No te
percatas que si hay un ayer, también hay
un mañana y lo que estás viviendo no es el domingo sino el sábado, que es
el día de en medio y que el domingo pronto vendrá.
Génesis 28:15
He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré
a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he
dicho.
Si Dios nos ha dicho que iniciemos algo, debemos confiar que él
terminará la obra, que la obra no es
nuestra, es de Dios y él sabrá como terminarla, lo que tenemos que hacer es
confiar ciegamente en él. Como hizo con Jacob, al igual hará Dios con nosotros y
no nos dejará hasta que haya hecho lo
que ha dicho.
Dios planta un sueño en nosotros, un viernes
cualquiera, y en el cumplimiento de esos sueños habrá muchas dificultades, eso es
durante el sábado, pero nunca
debemos renunciar a nuestros sueños porque un domingo de victoria nos espera.
Jacob fue
el culpable
de que un segundo día de su vida se convirtiera en muchos años, porque quiso hacer las cosas en la carne. No
entendió que Dios obra por gracia. Primero le compró la primogenitura a su hermano,
luego le robó la bendición engañando tanto a su hermano como a su padre. Cuando
iba de regreso a su casa, aunque Dios le había prometido la victoria, Jacob
insistía en tramar la manera de hacer las cosas en la carne.
Al igual que Jacob, hay personas que no
entienden la gracia, entonces se
esfuerzan por lograr la victoria por sí mismos, muchos tratan de vivir una
vida de santidad sin entender que esa vida esforzada es una vida de falsa
santidad, porque se fundamenta en la
carne, por ello caerán una y otra vez.
1
Corintios 1:30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido
hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; 1:31 para
que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.
Debemos tener en claro, que todo en la vida
cristiana es por gracia, la sabiduría, la justicia, la santidad y la
redención no es algo que podamos alcanzar en la carne, esas cosas Dios nos las
da por gracia.
Nunca debemos gloriarnos, ya sea porque sabemos
mucho acerca de la palabra de Dios, o porque ya no pecamos como antes, porque eso es un logro del Espíritu Santo, no es tu logro, si te vas a gloriar, gloríate en el Señor.
Romanos 6:4
Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de
que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en vida nueva.
Debemos bautizarnos para ser sepultados con Cristo, y debemos ser sepultados con Cristo para poder andar en vida nueva. Y
esa vida nueva no es nuestra vida, es la
vida de Cristo:
Gálatas 2:20
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en
mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual
me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Si fuimos bautizados, entonces fuimos sepultados
con Cristo, y ya no vivimos, es Cristo el que vive por nosotros; es Cristo el que vence el pecado, y es Cristo
el que gana las victorias.
Nadie puede dejar de pecar, nadie puede adquirir
la sabiduría de Dios al menos que sea sepultado con Cristo en el bautismo. Y si has sido bautizado con Cristo en el
bautismo, no debes tratar de vencer la tentación y el pecado por tu propio
esfuerzo, porque eso es trabajo de Cristo.
Lo que tienes que hacer es “presentarte a Dios como vivo de entre los muertos, y vuestros miembros
a Dios como instrumentos de justicia, porque
el pecado no se enseñoreará de usted; pues no estás bajo la ley, sino bajo la
gracia” (Romanos 12:13-14).
No debes intentar el ser justificado porque ya
lo fuiste en Cristo, tampoco debes intentar ser santificado porque ya lo fuiste
en Cristo. Lo que tienes que hacer es andar
por fe, lo que significa que confiarás en que él vencerá por ti.
Gálatas 2:21
No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces
por demás murió Cristo.
Si tratas de justificarte, si te esfuerzas por
conseguir la justicia de Dios mediante tu propio esfuerzo, entonces estás
desechando la gracia de Dios, y por demás murió Cristo. Que necios somos, como
nos cuesta entender el evangelio.
Vivimos desechando la gracia de Dios, tratando
de resolver las cosas por nosotros mismos, ignoramos que estamos en un relato
de tres días y que viene un tercer día de victoria, no de
nuestra victoria, sino de la victoria de
Cristo.
Los discípulos de Jesús no hubieran llorado si
hubiesen creído en la resurrección de Jesús, pero ellos no estaban seguros que habría una resurrección.
Esa incredulidad
es la que nos hace vivir angustiados, si tenemos la seguridad de que hay una
resurrección, nunca tendríamos angustia y nos gozaríamos en la aflicción.
Debemos entender que la respuesta para el segundo día es la esperanza del tercer día. Tenemos que aprender a vivir por
fe y a confiar que el Señor nos va a llevar a puerto seguro, si perdemos la esperanza, estamos
derrotados.
Nunca debemos alterar la gramática de Dios,
nunca debemos poner un punto en donde Dios puso una coma. Si hay un tercer día,
es porque en la gramática de Dios no hay un punto sino una coma.
Hay personas que dicen que es la voluntad de
Dios que estén enfermas, ponen un punto en donde Dios puso una coma, no han
comprendido que “Jesús
llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando
muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuimos sanados”
(1 Pedro 2:24).
Jesús fue herido para que nosotros estemos
sanos, la enfermedad es un sábado, la sanidad es el domingo.
Además, nadie puede acusarnos por nuestros
pecados, porque estamos muertos a los pecados, eso sucedió un viernes, ahora
que es sábado vivimos a la justicia.
Durante el transcurso de nuestras vidas habrá
muchos viernes, muchos sábados y muchos domingos, es un proceso que se estará
repitiendo constantemente, ya sea por los propósitos de Dios o por nuestra
desobediencia:
Hebreos 12:5
y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo
mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres
reprendido por él; 12:6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo
el que recibe por hijo.
La palabra de Dios dice que Jesús por todos murió, para que los vivan ya no vivan para sí, sino
para aquel que murió y resucitó por ellos (2 Corintios 5:15).
Si no estás viviendo para Cristo, Dios deberá
disciplinarte tal y como un padre disciplina a sus hijos, con el único propósito
de que cumplas tu trabajo.
Jesús te compró con su sangre, ya no te perteneces,
ahora le perteneces a Jesús y debes
servirle. Si no lo haces, tendrás que vivir un viernes negro.
Dios permitirá que vivas muchos viernes para
llevarte a donde quiere llevarte, para que se cumplan sus propósitos, por las
razones que solamente él conoce, pero nunca debes de olvidar que eres su hijo y
como tal siempre habrá un domingo de
resurrección para ti.
Voy a repetirlo, la esperanza para el segundo día
es que hay un tercer día, la esperanza para el sábado es que hay un domingo, si no tienes esperanza, no podrás abrazar la
victoria, recuerda que al tercer día habrá resurrección.
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