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Hay creyentes que saben de Jesús, pero no son
salvos porque desconocen el evangelio; lo poco que saben lo aprendieron de
sus líderes religiosos, ellos nunca han escrudiñado las escrituras, y en su
fanatismo religioso se niegan a escuchar la verdad, creen que todo lo saben y acabarán
perdiendo lo poco que recibieron.
De ellos Jesús dijo: “Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no
tiene, aun lo que tiene le será quitado, porque viendo no ven, y oyendo no
oyen, ni entienden” (Mateo 13:12).
Lo que Jesús estaba diciendo es que el humilde de corazón entendería sus
parábolas y su revelación aumentaría, pero no sería así con los de corazón
altivo, éstos más bien perderían lo poco
que habían recibido.
Mateo
13:14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído
oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis. 13:15 Porque el
corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han
cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con
el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane.
Se cumple en ellos la profecía de Isaías, dijo Jesús, porque su orgulloso corazón les impide ver la verdad. Jesús dio su vida para darnos vida eterna, por
consiguiente, no acepta que permanezcamos neutrales
o indiferentes.
Mateo 25:14
Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus
siervos y les entregó sus bienes. 25:15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos,
y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.
Jesús compara el reino de los cielos con un
hombre que yéndose lejos llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. En el
reino de los cielos, ese hombre que se fue lejos es nuestro Señor Jesús y esos talentos no son materiales, son los dones espirituales que el Espíritu Santo reparte para la edificación del cuerpo de Cristo (1
Corintios 12:7-11, Romanos 12:6-8).
Y es que hay dos grupos de
creyentes, el primer grupo lo componen los creyentes salvos y el segundo grupo los creyentes que no han alcanzado la salvación.
Los segundos no han alcanzado la salvación porque
la salvación no se alcanza con solamente “creer
que Jesús es el Señor que fue levantado de los muertos y confesarlo con nuestra
boca” (Romanos 10:9), esa es una
media verdad o una verdad relativa.
A esa media verdad hay que sumarle otras
verdades porque “la suma de la palabra de Dios es la verdad”, y no un trozo de
ella (Salmo 119:160). De hecho, los demonios creen en Dios (Santiago 2:19) y tiemblan, porque saben lo que les espera.
Los demonios también creen en
Jesús y lo confiesan: en Lucas
4:34 un demonio le dice: “yo te
conozco quien eres, el Santo de Dios”; y en Mateo 8:28 una legión de demonios exclamó: “Qué tienes con nosotros, Jesús,
Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?”
Noten que los demonios creen en que Jesús es el
hijo de Dios y lo confiesan con su boca, sin embargo no son salvos, porque no
basta creer y confesar a Jesús, se necesita algo más y ese algo más consiste en
ser sepultados con Cristo en el bautismo para
resucitar con él y servirle (Romanos
6:3-5).
Juan 12:24
De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y
muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. 12:25 El que ama su vida,
la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la
guardará.
Jesús comparó al creyente con un grano de trigo.
Dijo que para poder dar fruto, primero debemos ser sepultados como el grano. De
allí la necesidad del bautismo. Únicamente al ser sepultados mediante el
bautismo, podemos andar en nueva vida y
podemos dar fruto.
No se trata solamente de meterse al agua por
meterse, hay que meterse con el compromiso de que estamos renunciando a nuestra
vida.
Y cuando salimos de las aguas del bautismo,
salimos para vivir una nueva vida, la cual hay
que vivirla
para aquel que murió por todos nosotros:
2
Corintios 5:14 Porque el amor de Cristo
nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;
5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para
aquel que murió y resucitó por ellos.
Los creyentes bautizados se dividen en tres grupos, en el primero están todos aquellos que no parecen ser constreñidos para vivir para Cristo, aquellos que no
experimentan la mínima constricción. Éstos siguen viviendo para ellos mismos sin
importarle que sus prójimos se vayan al infierno.
Además, estos creyentes creen que
ellos son los señores y el Señor es el siervo, solamente le piden al
Señor, pero no le dan nada, se bautizaron
para ser salvos, pero no tenían
ninguna intención de renunciar a sus vidas, es posible que salieron ilesos
de las aguas del bautismo, pero no saldrán ilesos de la condenación, “porque todo el que quiera salvar su vida, la
perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará” (Mateo 9:24).
Al final, lo poco que tienen les será quitado. En
realidad, a este tipo de creyentes no se les puede llamar siervos porque no
pareciera que recibieron ningún talento.
Mateo
25:26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que
siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 25:27 Por tanto, debías
haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es
mío con los intereses.
En el segundo grupo están aquellos que quieren servirle al Señor, pero son vagos o se
sienten incapaces y por ello no hacen nada, entonces esconden el talento en la tierra y dicen. “yo no nací para predicar, yo no nací para servir”, pero en realidad
lo que tienen es pereza espiritual.
Para Dios, estas personas son siervos, esa es la razón por la cual recibieron su talento. Si
no hubieran sido siervos, el Señor no les habría dado el talento. Y no pueden
decir que no estaban capacitados, ya que el señor le dio a cada uno conforme
a su capacidad (Mateo 25:15).
Vemos que el siervo reconoció la autoridad de su
Señor al comparecer ante él para rendirle cuentas. Esto hace que el tema nos
lleve a escudriñar los corazones de todos aquellos que profesamos ser siervos
del Señor nuestro Dios, porque el juicio ha de comenzar por la casa de Dios, “por
lo tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos
oído, no sea que nos deslicemos” (Hebreos
2:1).
Mateo
25:30. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el
lloro y el crujir de dientes.
Aquí vemos la sentencia de Dios contra el hombre
que no usó el don que recibió. Dios lo cataloga de “siervo inútil” por holgazán y por inepto. Este siervo no le generó
a su señor ningún interés; no respondió fielmente a la confianza depositada en
él por parte del Señor. Y además de inútil es señalado de malo y negligente (verso 26).
Mateo
25:24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te
conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no
esparciste; 25:25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la
tierra; aquí tienes lo que es tuyo.
Este siervo dijo: “Aquí tienes lo que es tuyo,” pero no movió un dedo por él. Ese siervo
no era la excepción, la mayoría de congregaciones están llenas de este tipo de
siervos, que reconocen que son siervos, que todo lo que tienen le pertenece a
nuestro Señor, que están obligados a vivir para Él pero no hacen nada al
respecto.
Este siervo miraba a su Señor como alguien que segaba donde nunca había sembrado, y que solía recoger
donde nunca había esparcido; quería decir quizás que el Señor es duro,
exigente, injusto y difícil de agradar, y que espera más de sus siervos de lo
que tiene que esperar.
Esos pensamientos vienen de Satanás, él acusa al
Señor de injusto, de obligarnos a lo que no queremos, haciendo que muchos
creyentes vean el servir a Dios como una obligación y no como un deleite.
Si tú asistes al culto o al estudio bíblico por
obligación o por el que dirán, estás mal.
Si das una ofrenda por el que dirán o por obligación estás mal.
Un siervo que no esté contento con su situación
sería mejor que se fuera; si no está contento con su Señor sería bueno que
encontrara otro, pues su relación mutua será desagradable e inútil.
Deberíamos revisarnos a nosotros mismos, cuando
notamos lo que hizo este siervo inútil, o, más bien, lo que no hizo. Este siervo se limitó a esconder el talento y allí terminó su servicio.
Pero este siervo es mejor que muchos
evangelistas o pastores evangélicos que usan los talentos que Dios les dio para
enriquecerse ellos mismos, no para producir ningún beneficio al Señor.
Son muchas las congregaciones en donde vemos
hombres con el don de la palabra, con un discurso elocuente, tal vez hombres
que tienen el don de sanidad, pero no usan esos dones para Cristo.
Usan sus dones para darse un nombre, para alcanzar
una respetable posición o para enriquecerse; el único propósito es llevar más
grano a su propio molino, y mayores ganancias para su propio peculio.
Estos siervos son tan malos o quizás más malos
que los negligentes que no hacen nada. Todos en conjunto, serán echados en las
tinieblas de afuera, donde será el lloro y el crujir de dientes. Esto no quiere
decir que perderán la salvación, porque Dios los reconoce como siervos, pero serán
pasados
por fuego (1 Corintios 3:15).
Mateo
25:20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco
talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado
otros cinco talentos sobre ellos. 25:21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y
fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu
señor.
En el tercer
grupo están los que reciben talentos y sí los usan para servirle al Señor.
Son los que dan fruto, dan a luz muchos hijos espirituales. Sin
embargo, están expuestos al peligro de creer que son merecedores, que son dignos
de ser contados entre los príncipes de Israel.
Para evitar que se exalten, el Señor también les
llama siervos inútiles, “pues
lo que debían hacer, hicieron” (Lucas
17:10). Y es que es muy fácil
creerse digno, el problema es que una cabeza mareada provoca una caída.
Peor es el que se cree indigno o inútil, porque paraliza todo esfuerzo en el servicio de
Dios. Pero no solo eso, sino que para compensar su incapacidad y para sentirse
a nivel, los que no sirven viven buscando defectos en los que sí
están sirviendo.
Lo cierto es que los que cumplan con su trabajo
también serán llamados siervos inútiles, para que no se gloríen y entiendan que
todo lo que han hecho es por la
gracia de Dios.
Es Dios quien les dio los talentos para que
pudieran servirle, esos talentos no son de ellos, son talentos prestados que
vienen del altísimo y por los que deben dar cuenta.
Dios los llama siervos inútiles con el propósito de hacerles ver que no han hecho más allá de lo que debían de
hacer. A mi pasa, me siento un siervo inútil que no ha hecho nada
importante en el Ministerio de la Reconciliación.
2 Corintios
5:14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió
por todos, luego todos murieron; 5:15 y por todos murió, para que los que
viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Nosotros debemos vivir para Cristo porque él
murió por el perdón de nuestros pecados. Si no fuera porque Cristo murió,
nosotros estaríamos destinados al infierno. Lo menos que podemos hacer es
servirle en lo posible para pagar una
milésima parte de esa deuda.
Si usted fuese condenado a muerte, pero alguien
le pide a un juez que le permita morir por usted y el juez se lo concede ¿Qué
no haría usted por las personas que ese hombre ama? ¿Los dejaría desamparadas?
Juan 3:16
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Dios ama
al mundo
y por eso dio a su hijo unigénito, para que el que cree no se pierda, de tal
manera que debemos hacer algo por
aquellos a quien Dios ama y que aún no se han salvado; es lo menos que podemos
hacer para corresponder a tanta bondad.
Debemos tener en claro, que cualquier servicio
que prestemos como embajadores de Cristo (2
Corintios 5:20) es por causa de una deuda. Al servir, apenas estamos
haciendo un abono a la deuda que tenemos con el Señor.
Hay embajadores malos y negligentes que no hacen
uso de los talentos que Dios les dio, y lo peor de todo es que ni siquiera ofrendan para que otros trabajen
por ellos. “Ellos no trillan pero le ponen bozal al buey que trilla” (1 Timoteo 5:18).
Y si ofrendan, lo hacen con la idea de recibir
duplicada su ofrenda, no lo hacen por amor a Cristo, se olvidan que Dios ama al dador alegre (2 Corintios 9:7) y es al dador alegre
al que el Señor le duplicará la ofrenda; además se olvidan que están dando de
lo que Dios les dio.
Si damos por necesidad, por obligación, o con tristeza
en nuestros corazones, no esperemos que Dios nos devuelva lo que damos.
Ese es uno de los grandes errores de la doctrina de la prosperidad. Esa
doctrina enseña que hay que dar para
recibir. Si bien es cierto, que el
que no da no recibe, tampoco recibe el que da por necesidad o por obligación.
Con la
medida que midas serás medido, no se refiere a la cantidad de dinero,
sino a la cantidad de amor que hay en el corazón del dador. Esto lo
podemos ver en el siguiente pasaje.
Marcos
12:41 Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el
pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. 12:42 Y vino una
viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. 12:43 Entonces llamando a
sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que
todos los que han echado en el arca; 12:44 porque todos han echado de lo que
les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.
Aquí podemos ver que el Señor estaba sentado
delante del arca de la ofrenda mirando a los que ofrendaban. Muchos ricos
echaban mucho, de lo que les sobraba, sin embargo una viuda muy pobre echó dos
monedas, que era todo lo que tenía, tal era así su amor y su confianza en
Dios.
Yo iba a escribir de un tema que fuera del
agrado de los lectores, un tema motivacional, lo estuve preparando, pero Dios
puso en mi corazón que cambiara de tema.
Tampoco pensaba mencionar lo de la ofrenda, pero
Dios me dijo que no lo pasara por alto, porque es necesario recordarles que las ofrendas son para la edificación del
cuerpo de Cristo.
Quiero aclarar, eso sí, que no les estoy
diciendo que ofrenden en este ministerio, ofrenden en el ministerio que Dios les ponga en sus corazones, y ofrenden
porque lo sienten en su corazón, si no, mejor no ofrenden.
Y si ofrendan, recuerden que lo que están
haciendo es abonarle a Dios parte de la deuda, para que sea usada en la
edificación del cuerpo de Cristo.
Cuando hayamos perseverado en la dura tarea de
arar hasta que no quede ningún campo sin arar, cuando hayamos cumplido la tarea
más placentera de ofrendar debidamente, y cuando hayamos terminado de poner la
mesa de la comunión para nuestro Señor; cuando hayamos hecho todo eso no habríamos hecho más de lo que era
nuestro deber hacer.
Sin embargo, si hacemos todo lo que debemos
hacer, seguimos siendo inútiles. No
sé ustedes, pero yo no estoy contento
con nada de lo que he hecho hasta la fecha.
Si en realidad alguien ha sido capaz de hacer
todo lo que Dios le ha mandado hacer, debe entender que es un siervo inútil,
porque no habría hecho nada si Dios no
le hubiera dado los dones.
Debemos tenerlo bien claro, todo, absolutamente
todo lo que hagamos en el servicio es por
gracia. Si hay alguna virtud, si hay alguna alabanza, si hay alguna fe, si
hay algún ardor, se debe a la gracia de Dios, por lo tanto, no te atrevas a
gloriarte.
Mateo 25:21
Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre
mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor.
Vemos al Señor diciéndole a aquel que ha usado
los dones diligentemente: “Bien, buen siervo
y fiel.” Este es el veredicto de la
gracia.
El siervo es
bueno porque es fiel, no porque es brillante o porque trabaja más de la
cuenta. No es un siervo distinguido,
solamente es un siervo fiel, es posible que no sea conocido más allá de su
comunidad o de su congregación, pero nunca dejó de intentarlo.
Note usted que la misma calificación recibió el
siervo que recibió cinco talentos como el que recibió dos talentos. Su
recompensa fue la misma: “Bien, buen
siervo y fiel,” (Mateo 25:23) ¿Por
qué? Porque cada uno recibió talentos y los usó según su capacidad.
Dios no nos
premiará porque produzcamos más frutos que otro, porque él conoce nuestras
capacidades y nuestras limitaciones, él nos premiará por nuestra fidelidad.
Jesús exaltó a la viuda por encima de todos los
ricos que dieron más que ella, por su fidelidad, no por el monto de su ofrenda.
Es mejor ser fiel en una iglesia que se congrega en la cochera de una casa, que
ser infiel en un gran edificio donde se
congregan miles de personas.
Yo ruego que ustedes sean fieles en entregar
todo lo que son y todo lo que tienen para Dios. En tanto que vivan, por muchas
faltas que tengan, no sean negligentes, sino fieles en intención y en deseo,
eso es lo que Dios valora.
La gracia de Dios es igual para todos. El que
recibió dos talentos “fue puesto sobre mucho”, al igual
que el que recibió los cinco talentos.
En una ocasión estaba casi llorando, pidiéndole
a Dios comprensión, me sentía triste y
culpable porque la congregación nuestra no
crecía como yo quisiera. Yo soñaba con una congregación como la de
Guillermo Maldonado o la de Cash Luna. Mientras meditaba, Dios me habló y me
dijo: ¿De qué sirve una congregación como la de ellos, si son muy pocos los salvos de esa
congregación? En cambio en tu congregación, todos son salvos.
El veredicto no tiene que ver con la cantidad,
sino con la fidelidad que tenemos de acuerdo a la capacidad y a las
circunstanciases, no es conforme a nuestro servicio sino conforme a la ley de
la gracia.
Nuestro servicio es la prueba de nuestro amor,
y ese amor es el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado (Romanos 5:5). ¿Te das cuenta que todo
es por gracia? Si Dios no derramara su amor en nosotros, no moveríamos un dedo
a su servicio.
Filipenses
2:13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por
su buena voluntad.
Si algún día tenemos la dicha de que Dios nos
diga: “Bien, buen siervo y fiel;” debemos
humillarnos ante él y darle gracias porque eso es por causa de su gracia
abundante, y no por causa de nuestros méritos.
Por último, tome en cuenta que los incapaces
siempre buscarán fallas humanas en ti, te criticarán y hasta pedirán tu cabeza.
Ese será el veredicto de ellos, pero eso no debe de preocuparte, lo que
realmente te debe preocupar es el veredicto divino.
Los hombres siempre están malinterpretando
nuestras palabras y juzgando mal nuestros motivos, pero el Señor lo endereza
todo diciendo: “Bien, siervo bueno y fiel”.
Poco importa lo que todos los demás hayan dicho;
ni las palabras lisonjeras de amigos ni las severas condenaciones de los
enemigos tendrán peso alguno para nosotros cuando Él dicte la sentencia de
gracia sobre tí.
Recuerda que al que tiene poco, si no
sabe darle uso, le será quitado, para
dárselo al que tiene más.
Esto se puede aplicar a la revelación que Dios
nos da. Si tienes una pequeña revelación pero te conformas con esa revelación,
es posible que termines perdiendo lo poco que has recibido. Pero si no te
conformas y quieres seguir adelante, Dios te dará cada vez más revelación y te
dirá: “bien, siervo bueno y fiel”.
Filipenses
3:7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por
amor de Cristo. 3:8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por
la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo
he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, 3:9 y ser hallado
en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la
fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
El apóstol Pablo vivió para Jesús, renunció a su
propia vida para vivir para Cristo. Todo lo que tenía era basura, comparado con
la vida eterna. Pero “no es mi propia
justicia, sino la justicia de Dios
que es por fe” dijo Pablo.
Filipenses
3:14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo
Jesús.
Prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo, ha dicho
Pablo, y eso no tiene comparación con las cosas de este mundo.
Romanos
8:18 Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables
con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
Muchas personas no renuncian a sus vidas, quizás
podrían tener un trabajo de menor tiempo para poder dedicarle tiempo al Señor,
peo no lo hacen para no perder su estatus social.
No se involucran en compartir el evangelio por
el qué dirán, para no perder amistades, para no ser señalados de panderetas, ni
siquiera se animan a compartir un versículo bíblico en las redes sociales. Siguen viviendo sus propias vidas, sin
darse cuenta que las aflicciones que
pudiere ocasionarle el vivir para Cristo no son comparables con la gloria
venidera que en ellos habría de manifestarse, la cual van a perderse.
Vivan para Cristo, hagan lo que es posible con
sus capacidades y limitaciones, recuerden que están en deuda con Cristo. Y
cuando hayan hecho todo, díganle al Señor: “Soy un
siervo inútil.” El señor te dirá: “Bien,
buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu señor.”
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