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Las parábolas son
historias reales que sirven de comparación. El Señor Jesús las usó para
enseñarnos las verdades del reino de Dios. En la primera de ellas, nos enseña
que habrá una Gran Cena al final de los tiempos, es la cena de las bodas del
Cordero, pero a pesar de que todos hemos sido invitados, solamente unos pocos
gozarán de ella. Los demás se estarán lamentando, ¡ese será el lloro y el crujir de dientes!
Mateo
22:2 El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su
hijo; 22:3 y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas
estos no quisieron venir. 22:4 Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a
los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales
engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas. 22:5 Mas
ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios;
22:6 y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. 22:7 Al
oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyo a aquellos
homicidas, y quemo su ciudad.
El Señor Jesús dijo que
el reino de los cielos, era semejante a un rey que hizo una fiesta de bodas a
su hijo. Lógicamente que el Rey es el Padre celestial, el hijo es Cristo y los primeros invitados son el pueblo judío. Sin
embargo, los judíos no solamente rechazaron la invitación sino que terminaron matando a los siervos (profetas)
que el Señor envió (1 Tesalonicenses 2:15).
Lucas
14:17 Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid,
que ya todo está preparado. 14:18 Y todos a una comenzaron a excusarse. El
primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me
excuses. 14:19 Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a
probarlos; te ruego que me excuses. 14:20 Y otro dijo: Acabo de casarme, y por
tanto no puedo ir.
Por una u otra razón,
los invitados empezaron a excusarse. Las excusas ofrecidas son de dos clases; la primera tiene que ver con las posesiones materiales: Uno dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a
verlo. Te ruego que me disculpes”;
el otro dijo: “Acabo de comprar
cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlas. Te ruego que me disculpes”.
Estaban tan apegados a los bienes
materiales, que rechazaron la invitación.
Lucas
12:16 También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico
había producido mucho. 12:17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré,
porque no tengo dónde guardar mis frutos? 12:18 Y dijo: Esto haré: derribaré
mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis
bienes; 12:19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para
muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. 12:20 Pero Dios le dijo: Necio,
esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién
será?12:21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.
Mediante otra parábola,
nuestro Señor Jesús explicó el problema de los ricos. Las riquezas no son el
problema, el problema es que los ricos están tan ocupados cuidando sus bienes o disfrutando sus tesoros en la tierra, que se
olvidan de hacer tesoros en el cielo (Mateo 6:19-20), se olvidan que hay otra vida después de la muerte. Y es que la gran mayoría de ellos ponen su fe en
su cuenta bancaria y no en Dios, y el
dinero termina convirtiéndose en su dios.
La segunda excusa que dieron los invitados fueron los lazos terrenales, aquel dijo: “Acabo de casarme y por eso no puedo ir”.
Nuestra esposa, nuestros padres y nuestros hijos son las bendiciones más grandes que Dios nos
ha podido conceder y debemos amarlos; pero ellos pueden ser un impedimento para
nuestra salvación.
Lucas
14:26 Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e
hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi
discípulo.
Cristo Jesús quiere
ocupar el primer lugar en nuestros corazones, por encima de nuestros seres
queridos. Jesús ha dicho: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu
primer amor”, por lo tanto arrepiéntete (Apocalipsis 2:4).
No es que debemos
aborrecer a nuestros parientes, pero ellos no deben ser un obstáculo en nuestra
vida espiritual. Muchos de nosotros
nacemos en hogares que profesan una religión y se vuelve todo un conflicto
cuando nos convertimos a Cristo. Muchos familiares dejan de hablarnos y por esa
razón algunos rechazan el evangelio con tal de quedar bien con sus parientes y
no con Cristo. Si una persona ama más a
su esposa, a sus padres o a sus hijos más que a Cristo, no es digno del reino de Dios.
El amor por el
Señor no acepta rivales de ninguna índole. Razón por la cual, Jesús nos
enseña que el amor a su persona debe ser tomado como prioridad sobre el amor a
los familiares; inclusive, nuestra propia vida no puede estar en competición
con el amor de Cristo.
Lucas
14:21 Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el
padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la
ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.
Ante el rechazo de los
primeros invitados, el amo se molestó y envió al siervo a invitar a los que
estaban en las plazas, en las calles, ya fueran mancos, pobres, cojos o ciegos.
Esto ha sido una
realidad, el pueblo de Israel rechazó a
Jesús y entonces la invitación se extendió a los gentiles. No obstante, muchos de los gentiles también han rechazado
la invitación.
Lucas
14:24 Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados,
gustará mi cena.
Aquí vemos el pago de
rechazar a Cristo. Todo el que lo rechace no
gustará de la cena de las bodas del Cordero, no ingresará jamás al cielo.
Lucas
14:27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.
Este pasaje muestra la verdadera sinceridad de Jesús al llamar a sus seguidores. Mientras
que el mundo ofrece el oro y el moro, y los
falsos maestros ofrecen riquezas materiales y una vida sin problemas, el Señor no oculta que el camino del creyente
está lleno de espinas, pero “las
aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que
en nosotros ha de manifestarse” (Romanos
8:18).
Debemos tener claro que la vida en este mundo es transitoria
y efímera, mientras que lo
que sigue después de la muerte es una vida
eterna al lado de Dios, o una vida eterna en el infierno. Y, no habrá otra
oportunidad. Muchos rechazan la invitación, y otros se tomarán su tiempo para aceptarla.
Siendo la vida tan corta, esa podría ser la última oportunidad.
2
Corintios 6:2 Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, Y en día de
salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el
día de salvación.
Los creyentes dicen
que todo es en el tiempo de Dios ¿Y cuándo es ese tiempo? La palabra de Dios nos
enseña que el tiempo de Dios es ahora,
ella dice: “¡Vamos ahora! los que decís: Hoy
y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y
ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida?
Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se
desvanece” (Santiago 4:13-14.
El tiempo de Dios no es mañana, el mañana no existe, el tiempo de Dios es ahora porque nuestra
vida es como neblina que aparece y de pronto se desvanece.
Mateo
22:11 Y entro el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no
estaba vestido de boda. 22:12 Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar
vestido de boda? Mas el enmudeció. 22:13 Entonces el rey dijo a los que
servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí
será el lloro y el crujir de dientes. 22:14 Porque muchos son llamados, y pocos
escogidos.
Pero no solamente
estarán presentes en la boda los que acepten la invitación, sino aquellos
que estén vestidos con el vestido de boda.
Los que no lo porten serán echados fuera
y esto es algo que tenemos que tomar muy en cuenta, porque allí será el lloro y
el crujir de dientes.
Apocalipsis
19:7 Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del
Cordero, y su esposa se ha preparado. 19:8 Y a ella se le ha concedido que se
vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las
acciones justas de los santos.
La esposa del Cordero es
la iglesia y la iglesia está
compuesta por todos los creyentes salvos. Solamente los que forman parte de la
iglesia podrán estar en la boda y para ello deben portar el traje bodas, que es
de “lino
fino” y está confeccionado con “las
acciones justas de los santos”. ¿En qué consisten esas acciones? Lo
veremos más adelante. Por el momento concentrémonos en la boda:
En la época de Jesús, la
costumbre respecto a las bodas constaba de tres etapas: La primera etapa consistía en hacer un contrato de matrimonio; era el periodo de los esponsales o de compromiso. En la actualidad, cuando creemos y nos bautizamos (Marcos 16:16), nos comprometemos con
Cristo y cumplimos así la primera fase.
La segunda etapa ocurría un año después,
cuando el novio en un desfile, acompañado por sus invitados, iba a la casa de
la novia a media noche. La novia debía tener la lámpara encendida y unirse al
desfile que terminaba en una cena en la casa del novio. Si no estaba preparada,
eso se consideraba un desaire y la novia
podía ser desechada.
Esa segunda fase es la cena de las bodas del Cordero. Es
un evento futuro que se describe en Apocalipsis 19. Esta cena ocurrirá durante la gran tribulación, poco antes
del milenio. Mientras en la tierra se sufre, los escogidos serán arrebatados e irán
a la casa del novio en el cielo a celebrar la cena de las bodas del Cordero (1 Tesalonicenses 4:16-17; 1 Corintios
15:51-52).
La tercera fase es la boda misma, y también es un evento futuro, ocurrirá cuando
la novia que es iglesia se complete. Esto sucederá después del gobierno milenario de Cristo. En estos momentos la novia, se encuentra en una fase de preparación y espera:
Mateo
25:1 Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando
sus lámparas, salieron a recibir al esposo. 25:2 Cinco de ellas eran prudentes
y cinco insensatas. 25:3 Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron
consigo aceite; 25:4 mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas,
juntamente con sus lámparas. 25:5 Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se
durmieron. 25:6 Y a la medianoche se oyó un clamor: Aquí viene el esposo; salid
a recibirle! 25:7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron
sus lámparas. 25:8 Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro
aceite; porque nuestras lámparas se apagan. 25:9 Mas las prudentes respondieron
diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id mas bien a los que
venden, y comprad para vosotras mismas. 25:10 Pero mientras ellas iban a
comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las
bodas; y se cerró la puerta. 25:11 Después vinieron también las otras vírgenes,
diciendo: Señor, Señor, ábrenos! 25:12 Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os
digo, que no os conozco. 25:13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora
en que el Hijo del Hombre ha de venir.
Las diez vírgenes,
representan a todos los creyentes que se han comprometido con Cristo. El 50% serán prudentes y estarán
preparados. El otro cincuenta por ciento lo componen los insensatos.
Mateo
24:40 Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será
dejado. 24:41 Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y
la otra será dejada. 24:42 Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir
vuestro Señor.
Jesús vendrá por los “invitados”, pero los que tengan “la lámpara sin aceite”, “no serán escogidos”. Uno será tomado, el otro será dejado. Aquí
podemos ver que hay una relación directa
entre las lámparas y el vestido de boda. Únicamente el que tenga la lámpara encendida será vestido con el
vestido de bodas.
Éxodo
27:20-21 Y mandaras a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas
machacadas, para el alumbrado, para hacer arder continuamente las lámparas. En
el tabernáculo de reunión, afuera del velo que está delante del testimonio, las
pondrá en orden Aarón y sus hijos para que ardan delante de Jehová, desde la
tarde hasta la mañana, como estatuto perpetuo de los hijos de Israel por sus
generaciones.
Dios ordenó a Moisés,
que la lámpara del tabernáculo de reunión, ardiera constantemente como estatuto
perpetuo. La lámpara no se debía apagar bajo ninguna circunstancia. Y entre las
lámparas y el lugar santísimo había un velo.
La lámpara debía estar encendida para que
cuando el velo se rompiera, se pudiese ver claramente el camino al lugar
santísimo. El aceite que
mantiene la lámpara encendida simboliza al
Espíritu Santo y su palabra.
Lucas
23:45 Y el sol se oscureció, y el velo
del templo se rasgó por la mitad.
Hebreos
10:19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo
por la sangre de Jesucristo, 10:20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió
a través del velo, esto es, de su carne.
Lo que impedía la
entrada al lugar Santísimo era el velo. Cuando Jesús murió, el velo, que
simbolizaba su carne, se rompió, dándonos libre acceso al lugar Santísimo, en donde se encuentra el Padre.
2
Corintios 3:14 Pero el entendimiento de ellos se emboto; porque hasta el día de
hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el
cual por Cristo es quitado. 3:15 Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a
Moisés, el velo esta puesto sobre el corazón de ellos.
El camino al lugar
Santísimo está abierto; sin embargo los judíos y muchos que no son judíos, no pueden ver el camino hacia el lugar
santísimo porque tienen el entendimiento
embotado, en otras palabras, tienen ceguera
espiritual.
2
Corintios 4:3 Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se
pierden esta encubierto; 4:4 en los cuales el dios de este siglo cegó el
entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
El evangelio esta
encubierto entre los que se pierden porque el diablo les tiene cegado el
entendimiento y los mantiene a oscuras. Para ello, hace uso de las religiones, las cuales enseñan un
evangelio pervertido (Gálatas 1:7). Ese velo será quitado, cuando resplandezca
en ellos la verdadera luz del evangelio.
Los creyentes salvos son
los encargados de cargar las lámparas encendidas para alumbrar a los que no
encuentran el camino al lugar santísimo; ellos cargan la lámpara y el Espíritu
Santo es el aceite que da la luz.
En 1 Samuel 4:2-11 se relata que los filisteos invadieron Israel.
Cuatro mil hombres habían muerto; entonces los judíos recordaron que cuando
llevaban el Arca a la batalla ganaban, así que la mandaron traer, pero siempre
perdieron la batalla, porque la lámpara
se había apagado. En 1 Samuel 3:1 se dan las razones por las
cuales la lámpara de Dios se apagó: 1)
“la palabra de Jehová escaseaba”, 2)
No había visión y 3) menospreciaban
las ofrendas (1 Samuel 2:17).
Desgraciadamente, esa es
una realidad actual. En la mayoría de las iglesias hay escases de la palabra de
Dios, los cultos dejaron de ser cultos de enseñanza y se convirtieron en cultos
de motivación. Tampoco hay visión de parte de Dios, sino falsa profecía. Y nadie toma
en serio las ofrendas.
Juan
8:12 Otra vez Jesus les hablo, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me
sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Jesus es el velo que se
rompió para que se abriera el camino al lugar santísimo, y es también la luz que se encendió para alumbrar ese camino. Desde
entonces, los creyentes debemos mantener las lámparas encendidas hasta que él
venga nuevamente, no podemos permitir que las lámparas se apaguen.
Si queremos estar en la
cena de las bodas, debemos andar con las
lámparas encendidas, llevando el evangelio a toda criatura,
como fue ordenado (1 Timoteo 2:3-4).
Romanos
10:13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. 10:14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el
cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo
oirán sin haber quien les predique?
Las personas necesitan
invocar al Señor para ser salvos, pero ¿cómo lo harán sino les llevamos el
mensaje de salvación? ¿Cómo se van a salvar si nuestras lámparas están apagadas
y ellos no pueden ver el camino al lugar santísimo? La luz de una lámpara solo
puede brillar mientras ésta permanezca encendida. El evangelio se detendrá
cuando la lámpara se apague.
Cristo vendrá por
su novia (la iglesia) para llevarla a la cena de bodas. Y la novia está compuesta por todos los que visten el traje de bodas,
aquellos que tengan las lámparas
encendidas.
Apocalipsis
3:3 Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete.
Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré
sobre ti… 3:5 El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré
su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y
delante de sus ángeles.
Jesus dice que nos acordemos
de lo que hemos recibido, dice que si no velamos y permitimos que las lámparas
se apaguen, no nos daremos cuenta de su venida. Y agrega, que únicamente el que venciere, se ganara el
derecho de ser vestido con las vestiduras blancas de las bodas. Si todos
nos fuésemos en el arrebato, no estaría esta advertencia. Aquí vemos claramente
la relación entre las lámparas y los trajes de boda. Se dice que únicamente el
que tenga la lámpara encendida será vestido con vestiduras blancas. Incluso,
Jesús amenaza con borrar del libro de la vida, los nombres de los que no
tengan las lámparas encendidas. Lo que quiere decir que muchos no irán a la cena y que otros muchos tampoco irán a la boda,
esto es algo serio.
Dice Apocalipsis 19:8 que el vestido de lino
fino que se usa en la cena de las bodas del Cordero simboliza las acciones justas de los santos. Que
sean acciones, nos hablan de actividad,
nos hablan de hacer algo, no de permanecer inactivos.
2
Corintios 5:19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la
palabra de la reconciliación. 5:20 Así que, somos embajadores en nombre de
Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de
Cristo: Reconciliaos con Dios.
Dios nos encargó la
palabra de reconciliación, somos embajadores en nombre de Cristo y debemos
salir con las lámparas encendidas para alumbrar a muchos, llevándoles la
palabra de verdad acerca de la salvación. Esas
son las acciones justas de los santos.
Son “justas”, porque a través de ellas, las
personas podrán ser “justificados de sus
pecados” y alcanzar la salvación.
Muchos hacen milagros, echan fuera demonios,
profetizan, hacen obras de misericordia, y aun así son llamados “hacedores de maldad” (Mateo 7:21-23). ¿Por qué? Porque enseñan
un evangelio pervertido. Esas son acciones de maldad que favorecen al
maligno ¿De qué le sirve a una persona que saquen un demonio si después se le
van a meter diez? ¿O de que le sirve a
una persona que la levanten de una silla de ruedas, si al morir va para el
infierno?
Gálatas
3:27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis
revestidos.
La Biblia menciona dos vestiduras blancas. Cuando creemos
y nos bautizamos, somos revestidos de
Cristo. Ese es un vestido de lana
que simboliza nuestra salvación. Es de lana porque es el vestido de Cristo y él es
el Cordero que fue trasquilado para
nuestra salvación (Isaías 53:7). Ese
vestido simboliza la gracia y la gracia es lo que Cristo hace por nosotros.
Todos los creyentes bautizados han sido vestidos con el vestido de lana de
Cristo.
El otro vestido no es de
lana sino de lino fino y simboliza el
fruto del creyente, es lo que el creyente hace por Cristo. Ese
vestido no lo gana Cristo para ti, sino que tú tienes que ganarlo y tiene como
accesorio una corona.
Salmo
45:13 Toda gloriosa es la hija del rey en su morada; De brocado de oro es su
vestido. 45:14 Con vestidos bordados será llevada al rey.
En el salmo 45 se
mencionan los dos vestidos. En el verso 13 se dice que la hija del Rey tiene un
vestido con brocado de oro. El oro simboliza a Jesús. Todos los hijos de Dios
llevamos puestos el vestido de lana con brocado de oro. El verso 14 nos habla
de otro vestido, del que hay que ponerse para ser llevado ante el Rey. Este
vestido es bordado punto a punto. Cada
persona que llevamos a Cristo es un punto de bordado en el vestido. No
todos los creyentes salvos se pondrán ese vestido sino únicamente los que
participen en las acciones justas de los santos.
Efesios
2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe. 2:10 Porque
somos hechura suya, creados en Cristo Jesus para buenas obras, las cuales Dios
preparo de antemano para que anduviésemos en ellas.
Los versos 8 y 9 del
anterior pasaje indican que somos salvos
por gracia, por medio de la fe, no por
obras, porque el vestido de lana
con brocado de oro, es el que recibimos por
gracia, sin obras de justicia. Pero el verso 10 menciona otro tipo de obras, las cuales Dios
preparo de antemano para que andemos en ellas, son las
acciones justas de los santos, las obras que hacemos como embajadores del
reino de Dios y que simbolizan el
vestido de lino fino.
Podemos concluir que todos los creyentes bautizados somos
revestidos con el vestido de lana,
que nos garantiza que no iremos al infierno, pero que no nos garantiza que seremos
arrebatados.
En cambio, el vestido de lino fino sí nos garantiza que seremos
arrebatados para participar en la cena de las bodas del Cordero. Este
vestido lo portarán únicamente aquellos
que han ido bordando con sus acciones
justas.
Los demás, aunque
salvos, serán pasados por fuego (1
Corintios 3:15) y se quedarán a la gran tribulación porque se durmieron y
dejaron que la lámpara se quedara sin aceite. Recuerden que Jesús dijo que “muchos serán llamados, mas pocos escogidos”
(Mateo 20:16). La recomendación es
que mantengas la lámpara encendida.
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