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Cuando vemos las noticias en la tele, parece que estamos viendo una película de
terror: un estudiante dispara contra sus
compañeros y las asesina, un joven viola a un niño y luego lo mata, una madre
la emprende a golpes contra su hijo porque llora y no la deja dormir, pandillas
se matan entre sí, las personas se drogan en las esquinas de las calles ¿Qué
está pasando allá afuera? ¿Alguien nos está haciendo la guerra?
Sí, estamos en guerra, pero no es una guerra
contra las personas, es una guerra contra los
principados, los gobernadores de las tinieblas de este siglo, las huestes
espirituales de maldad (Efesios
6:11-12) que están detrás de las
personas y las manipulan a su antojo, es una
guerra invisible. Aprende como hacerle frente.
Ezequiel
28:12 Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha
dicho Jehová el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y
acabado de hermosura. 28:13 En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda
piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito,
berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus
tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación.
28:14 Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios,
allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. 28:15 Perfecto
eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en
ti maldad.
En este pasaje vemos que Dios le envía un
mensaje al “Rey de Tiro”, pero en
realidad se lo está enviando a un ex
arcángel que manipula y que está detrás del rey de Tiro. Dios le dice: “tú eras el sello de la perfección, en el
Edén estuviste, tú querubín, grande protector, que perfecto eras en todos los
caminos desde el día en que fuiste creado hasta que se halló en ti maldad”.
Ese no era el rey de Tiro sino Lucero,
el bello arcángel que fue transformado en un espanto por causa de su rebelión.
Lucas 22:3
Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número
de los doce; 22:4 y éste fue y habló con los principales sacerdotes, y con los
jefes de la guardia, de cómo se lo entregaría.
En este otro pasaje vemos como Satanás influyó
en Judas para que entregara al Señor Jesús.
Algunos líderes religiosos niegan esta realidad,
dicen que cada persona toma sus propias decisiones, y es cierto, pero esas
decisiones las toma, ya sea influenciado por el espíritu Santo o por el
diablo.
No podemos negar que Satanás y sus ángeles están
detrás de todo acto de maldad, influyendo, provocando, buscando la caída, y están
organizados para atormentar, para controlar, para usar a las personas,
motivando en ellas todo tipo de maldad.
Romanos
7:18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer
el bien está en mí, pero no el hacerlo. 7:19 Porque no hago el bien que quiero,
sino el mal que no quiero, eso hago. 7:20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo
hago yo, sino el pecado que mora en mí.
Cuando el hombre comió del fruto prohibido,
Satanás inyectó en él un espíritu de pecado que lo hace cometer
pecados. A esa mezcla del hombre con el espíritu de pecado, la Biblia le llama:
“carne” (Génesis 6:3). Debido a esa mezcla, la naturaleza del hombre se
convirtió en una “naturaleza pecaminosa”
(Colosenses 2:11) que lo hace ir en
contra de la voluntad de Dios y en contra de la misma voluntad del hombre.
Desde su nacimiento el hombre está siendo
influenciado desde su interior por
ese espíritu de pecado. Y a medida que crece se ve influenciado desde el exterior por Satanás y sus demonios.
Juan 10:10
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
El ladrón, o sea satanás, conjuntamente con sus
ángeles, están en el mundo provocando robo, muerte y destrucción. El mundo es el
campo de batalla, donde día a día mueren miles de personas, por causa de la
droga, el asesinato, el aborto, los accidentes, desórdenes atmosféticos y las
plagas que provocan estos seres invisibles.
Isaías
14:15 Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo. 14:16 Se
inclinarán hacia ti los que te vean, te contemplarán, diciendo: ¿Es éste aquel
varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos; 14:17 que puso
el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades, que a sus presos nunca abrió
la cárcel?
Lucero, el ex arcángel, es el que trastorna los reinos, asola las ciudades y esclaviza a
las personas. Él utiliza el licor y la droga, y las combina con la ira, con la
envidia, con la ambición para llevar muerte y destrucción. Además, provoca muchas
de las enfermedades:
Lucas 3:11
y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de
enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. 13:12
Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad.
13:13 Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y glorificaba a
Dios.
Jesús liberó a una mujer de un espíritu de enfermedad. Ella no se podía
curar con las medicinas naturales porque el
origen de su padecimiento era espiritual. Jesús le dijo: “mujer eres libre”, no le
dijo “eres sana” porque ella no tenía
ninguna enfermedad natural, lo que tenía era un espíritu demoniaco que le
provocaba su mal.
Hechos
10:37 Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde
Galilea, después del bautismo que predicó Juan: 10:38 cómo Dios ungió con el
Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo
bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con
él.
Note usted que Jesús anduvo haciendo bienes y
sanando “a todos los oprimidos por el
diablo”; todos esos males y enfermedades eran provocados por el
enemigo invisible.
Si tiene alguna duda, lea el libro de Job, allí
podrá enterarse que Satanás usó a los sabeos para robar las asnas,
los bueyes y matar a los criados de Job. Seguidamente, hizo que cayera fuego del cielo y acabó con las ovejas y los
pastores. Posteriormente utilizó a los
caldeos para robar los camellos y matar a otros criados. Luego envió un viento que destruyó la casa del
primogénito y mató a los demás hijos de Job.
En Job podemos aprender, que el
diablo está detrás de todos aquellos que nos atacan sin motivo. También
podemos aprender que Satanás puede manipular la atmósfera para
causarnos algún mal.
Mateo 6:13
Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y
el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
La traducción correcta de este versículo es “no nos dejes caer en la tentación, más
líbranos del mal”. Jesús dijo que al orar pidiéramos la protección divina,
para no caer en las tentaciones que provoca el maligno.
1
Corintios 4:3 Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se
pierden está encubierto; 4:4 en los cuales el dios de este siglo cegó el
entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
La palabra de Dios nos revela que el evangelio
está encubierto entre los que se pierden, porque aunque lean las escrituras no
las entienden, ya que el dios de este siglo, es decir Satanás, les tiene cegado
el entendimiento para que no les resplandezca la luz del evangelio.
Lo primero que Satanás ataca es la mente, cegándoles el entendimiento para que no
puedan ver la verdad ni entender la voluntad de Dios. Y esto está sucediendo
incluso, con los pastores de las mismas iglesias cristianas,
El ORIGEN
DEL CONFLICTO
Isaías
14:12 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por
tierra, tú que debilitabas a las naciones. 14:13 Tú que decías en tu corazón:
Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono,
y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; 14:14 sobre las
alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. 14:15 Mas tú
derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo.
Todo se originó en el cielo, allí Dios creó un
hermoso arcángel llamado Lucero, el cual, con el tiempo se envaneció en su
corazón y quiso ocupar el trono de Dios.
Ezequiel
28:18 Con la multitud de tus maldades y con la iniquidad de tus contrataciones
profanaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te
consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te
miran. 28:19 Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán
sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser.
Por causa de sus maldades y de su iniquidad,
Satanás fue convertido en un espanto y expulsado del cielo. Entonces se vino a
la tierra a hacerle la guerra al hombre, al único ser creado a imagen y
semejanza de Dios.
¿POR QUE
DIOS LO PERMITE?
Job 1:8 Y
Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro
como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del
mal? 1:9 Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde?
1:10 ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al
trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado
sobre la tierra. 1:11 Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y
verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia.
Satanás insiste en el que el hombre es incapaz
de serle fiel a Dios y de obedecerlo por su propia voluntad. Entonces, Dios le puso a Job de ejemplo para
hacerle ver que estaba equivocado. Satanás mantuvo su filosofía y le dijo a
Dios: “quítale lo que tiene a ver si no
blasfema contra ti”.
Allí es donde Satanás nos atacará primeramente,
en nuestros bienes, y Dios lo permitirá en la medida en que vea lo apegados que
estamos a ellos.
Job 1:12
Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no
pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.
Dios tenía un vallado alrededor de Job, pero lo
quitó para probarle a Satanás que Job era un hombre íntegro. De pronto, Job pasó
a ser el campo de pruebas en una guerra
invisible entre el bien y el mal.
Dios permitió que eso sucediera, para que le
quedara claro al diablo que Job no le era fiel solamente porque lo había
bendecido en gran manera. Y la enseñanza que nos deja, es que en “cada
prueba” a que nos veamos sometidos, “nuestra
fidelidad glorifica a Dios”, pero, nuestro
fracaso le da razón a Satanás.
Dios permitió que Job fuera probado, y Satanás lo
atacó sin misericordia. En un momento, el rico Job se volvió pobre y además
perdió a todos sus hijos. Sin embargo, con el infierno encima, Job no blasfemó
contra Dios, por el contrario lo bendijo y superó la prueba.
El diablo se debe haber quedado desconcertado,
es posible que no creyera lo que estaba sucediendo. Pero no se rindió y le
pidió a Dios una segunda prueba, que consistía en atacar a Job en su cuerpo.
Job 2:6 Y
Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.
Dios acepta la petición del diablo, pero le ordena
que no toque su vida.
Job 2:7
Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna
maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza.
Ni lerdo ni perezoso, Satanás atacó a Job
provocándole una sarna maligna, que le cubrió todo su cuerpo. Como lo decíamos,
el diablo puede provocar enfermedades, tal y como lo hizo con Job.
Posiblemente Job oró a Dios por su sanidad, pero
ésta no vino inmediatamente. ¿Cuántas veces nos ha pasado, que oramos por
sanidad y ésta no viene de inmediato? Creemos que nos falta fe, o que Dios no
nos escucha. Pero tal vez no es nada de eso, quizás estamos bajo prueba y debemos mantenernos firmes en la fe y dar
tiempo que la prueba pase. ¿Cómo reaccionó Job a esta segunda prueba?
Mientras se escuchaba la risa burlona del infierno, Job continuó aferrado al
Señor.
Si eras drogadicto, Satanás va a utilizar a
“algunos amigos” para hacerte caer nuevamente, si eres alcohólico hará lo
mismo, él buscará tu caída para que des marcha atrás en tu vida cristiana.
La duda en
cuanto a tu salvación o a las promesas de Dios, el temor a las circunstancias, el escuchar las acusaciones del
diablo, el pecado en todas sus facetas y la falta de perdón a los que nos
agravian, son algunos de los motivos, por los cuales Dios
puede permitir que Satanás nos ataque.
El temor de Job pudo ser la causa por la cual
Dios permitió el ataque del diablo. Job lo reconoció cuando dijo: “el
temor que me espantaba me ha venido, Y me ha acontecido lo que yo temía. No he
tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado” (Job 3:25-26).
1 Juan
5:18 Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues
Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.
La Biblia dice que el mundo está bajo el maligno (1
Juan 5:19), es decir, el diablo tiene el control del sistema del mundo. Si
has tenido un nuevo nacimiento y eres hijo de Dios, el diablo no puede tocarte,
estás bajo la protección de Dios, pero, si vives en temor, en incredulidad o en
rencor, renuncias a esa protección, y el diablo puede hacerte mucho daño. Y
Dios lo va a permitir, porque no es él,
sino tú, el que le abre la puerta al diablo.
Ahora, hay algo que no podemos pasar
desapercibido, es el hecho de que Dios le dio a Adán la responsabilidad de señorear sobre la creación (Génesis 1:28), pero al poco tiempo Adán
le entregó ese señorío a satanás. En Lucas
4:6-7 vemos como el diablo le dijo a Jesús: “A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me
ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos
serán tuyos”.
Satanás pasó a ser el príncipe de este mundo (Juan
12:31) y ha establecido jerarquías con diferentes funciones para oponerse a aquellos que quieren conquistar la tierra
para Cristo.
Cristo adquirió nuevamente ese señorío y se lo
entregó al hombre, pero el hombre debe
encargarse de conquistar la tierra prometida. Y digo tierra prometida,
porque Dios ha prometido esta tierra a
los mansos de corazón (Mateo 5:3),
aquellos que hacen su voluntad.
Recordemos que Dios les dio a los judíos la tierra
prometida, pero ellos tuvieron que ir a conquistarla. Así sucede con la iglesia
de Cristo, Jesús recuperó el señorío sobre la creación, pero la iglesia debe expulsar al diablo de ella.
Existen entonces dos reinos espirituales, el reino de este mundo o reino de las
tinieblas y el reino de Dios. El reino de las tinieblas existe desde que Adán
le entregó el señorío de la creación al diablo. Satanás se convirtió en el
príncipe de este mundo y esclavizó a la humanidad a través del pecado.
Pero Jesús vino a morir por el pecado de la
humanidad y estableció el reino de Dios
en la tierra. “Si por el Espíritu de
Dios echo fuera los demonios, es porque ha llegado a vosotros el reino de Dios”,
dijo Jesús (Mateo 12:28).
Todos los seres humanos nacemos dentro del reino
de las tinieblas. Necesitamos un nuevo nacimiento (Juan 3:3-5) para ser trasladados de reino (Colosenses 1:13). Tenemos que morir y volver a nacer y eso lo
hacemos al bautizarnos (Romanos 6:3-5),
eso es lo que enseña el evangelio. Al bautizarnos nos despojamos de la naturaleza
pecaminosa (Colosenses 2:11-12) y
del espíritu de pecado que nos impulsaba a pecar. Además Dios nos da su
Espíritu (Hechos 2:38), el cual nos
impulsa a no pecar.
Todos aquellos que creen el evangelio de Cristo
y se bautizan (Marcos 16:16) reciben
la salvación y son añadidos a la
iglesia de Cristo y al reino de Dios
(Hechos 2:41).
Eso es lo que Satanás no quiere que suceda; por
eso, al predicar el evangelio se produce
un choque de poderes entre el reino
de las tinieblas y el reino de Dios.
El objetivo de la predicación del evangelio, no
es destruir a Satanás y sus huestes de maldad, sino, rescatar a aquellos que
están bajo su dominio y que están destinados
para ser arrojados en el lago de fuego que arde con azufre (Apocalipsis 20:14).
Satanás va a evitar a toda costa que las
personas sean salvas, los engañará con los deseos de este mundo para desviar su
atención, y si puede destruir sus vidas lo hará. A los que han logrado cambiar de reino, los
atacará de una o de otra forma para que desistan y regresen a sus filas.
En esa lucha de poder, Satanás infiltra las existentes estructuras humanas de autoridad para
tratar de gobernar a través de ellas. Ha establecido principados, potestades, gobernadores, y huestes espirituales de
maldad (Efesios 6:12), es decir
servidores suyos que influencian a los gobiernos nacionales, a los gobiernos regionales
y a los gobiernos locales, tanto civiles como religiosos y a las personas en
general.
Satanás tiene el control de los gobiernos del
mundo y de las denominaciones religiosas y no lo hace de manera desordenada,
sino muy bien organizada.
Los principados
tienen el control sobre los presidentes de los países. Se especializan en
oprimir a los gobernantes de mayor
jerarquía, esclavizándolos y sometiéndoles para que le sirvan, como lo hizo con el príncipe de Persia (Daniel 10:20). El caso de los líderes
de países como Cuba, Venezuela y Corea del Norte nos pueden servir de ejemplo.
Los principados impiden bendiciones, y ponen disensiones
y contiendas en los gobiernos y las iglesias
Las potestades
y oprimen a los de menor rango, a los
ministros, a los diputados, y a
los jueces de las cortes de justicia, es decir a los otros poderes de gobierno.
Los gobernadores
se encargan de influenciar a los gobernadores de los gobiernos locales como los
municipios. Y las huestes espirituales de maldad actúan sobre el resto de la
población.
Romanos
3:1 Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad
sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 13:2 De
modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y
los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.
Satanás no hace las cosas a lo loco, sino que
todo lo hace pensado y ordenadamente. Su labor empieza con las autoridades
superiores y allí va bajando de rango, con el propósito de eliminar todas las
autoridades que por Dios han sido establecidas.
Los
sindicatos son obra del diablo, él los usa
para desmoronar autoridades. A
través de los sindicatos, el diablo se opone a las autoridades para que resistan
a Dios. Al grado en que esas autoridades se van desmoronando, el diablo va tomando el control.
En las familias,
también podemos ver la obra del diablo. La palabra de Dios dice que la mujer debe estar sujeta al marido,
pero el diablo ha dicho que la mujer tiene que liberarse del hombre y ser igual
a él. Ha usado a los diputados para que legislen “supuestamente” en favor de
los derechos de la mujer y del niño, pero lo que ha hecho es quitarle la autoridad al varón con
respecto a la mujer y a los padres con respecto a sus hijos.
Leyes que
permiten el aborto, leyes que permiten el matrimonio entre personas del mismo
sexo, leyes que permiten el divorcio por cualquier cosa y leyes que prohíben
que se lea la Biblia en las escuelas, son la prueba de que es Satanás el que está
legislando.
Como consecuencia de esa legislación satánica, los divorcios aumentaron en un porcentaje
exagerado, y la delincuencia también. Ya los hijos no tienen una autoridad que
los pueda disciplinar y entonces andan por la libre, influenciados por el
diablo, provocando destrucción y muerte. Y para ellos, la Biblia, solamente es
un libro más.
Cuando los líderes no viven y gobiernan de
acuerdo con los principios bíblicos y de acuerdo con la voluntad de Dios,
Satanás gobierna por medio de ellos.
Ahora, los líderes pudieran ser malas personas, pero
la autoridad en sí impide o retarda el aumento de la maldad. Un país que tenga
una fuerte estructura de autoridad, aunque no sea cristiana, limitará la
maldad. Una familia que se sostenga por principios familiares retardará e
impedirá la maldad.
¿COMO ENFRENTAR
AL DIABLO?
2
Corintios 10:4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino
poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, 10:5 derribando argumentos
y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando
cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
Al enemigo no podemos enfrentarlo en la
carne, nuestras armas no son carnales
sino poderosas en Dios. Nuestra labor consiste en llevar el evangelio a toda criatura para que las fortalezas sean
derribadas.
Los ángeles del Señor estarán cerca de nosotros
para socorrernos y el Espíritu Santo hará su obra. “Si Dios con nosotros, quién contra nosotros” (Romanos 8:31). Podemos enfrentar gigantes, pero a nosotros nos
acompaña el mata gigantes.
Hay cosas que todo guerrero debe saber, y es que
Satanás no es omnisciente, su conocimiento
es limitado, tampoco es omnipresente,
él no puede estar en todas partes a la misma vez. En cambio Dios es omnisciente
y omnipresente y Satanás es un enemigo derrotado. Además, el diablo no puede
tocarnos, para ello necesita el permiso
de nuestro comandante en jefe.
La palabra de Dios dice que hemos sido sentados en lugares celestiales a la par de
Cristo Jesús (Efesios 1:3), o sea en lugares de autoridad por encima de
Satanás y sus demonios. Lo que tenemos que hacer es usar nuestra autoridad y
reprenderlos.
Desdichadamente estamos perdiendo la batalla, ya que mientras Satanás tiene una
organización que trabaja 24 horas, con estrategias y delegaciones para las
madres solteras, los huérfanos, los taxistas, los abogados, los sindicatos, los
artistas, los educadores y hasta lo que no imaginamos; en el lado opuesto nadie se está ensuciando el uniforme.
Eso se debe, a que la mayoría de denominaciones
cristianas están cegadas por el diablo, Satanás ha tomado los púlpitos y ha cambiado el evangelio de la cruz por el
evangelio de la prosperidad, provocando que millones no se salven.
Nosotros somos embajadores en nombre de
Cristo (2 Corintios 5:20), somos los
representantes del reino de Dios y tenemos un compromiso con el Padre, de vivir para Cristo (2 Corintios 5:15). Ese vivir se resume en hacer la voluntad de Dios, que consiste en llevar el conocimiento de
la verdad a toda criatura (1 Timoteo
2:4), es la manera de hacerle la guerra al diablo y evitar su obra de
destrucción.
Efesios
6:10 Por lo demás, hermanos míos,
fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. 6:11 Vestíos de toda la
armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del
diablo.
Dios nos ha dado una armadura para protegernos
de las asechanzas del diablo. “Por
tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo,
y habiendo acabado todo, estar firmes” (Efesios 6:13)
“Estad,
pues, firmes,
ceñidos vuestros lomos con la verdad, y
vestidos con la coraza de justicia” (Efesios
6:14, Romanos 1:17). Mientras no
caigas en las mentiras de la religión y te mantengas firme en la verdad
absoluta de la palabra de Dios y en su justicia que es por fe, no tienes por
qué temer.
“Calza tus
pies con el apresto del evangelio de la paz” (Efesios
6:15), es decir, no te avergüences de hablar del evangelio a donde sea que
vayas, no te avergüences de compartir la palabra en todo momento y en toda
circunstancia que te encuentres, para que Jesús no se avergüence de ti y te
deje en manos del enemigo
“Sobre
todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos
de fuego del maligno” (Efesios 6:15),
no te dejes caer por una enfermedad o por una mala situación, recuerda que el
diablo está detrás de esas cosas para que te rindas, mantente firme en las
promesas de Dios, quien “hará que eso
malo obre para bien” (Romanos 8:28).
“Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:17); es decir, ponte el casco
protector de la salvación y no escuches las acusaciones del diablo. Usa la palabra
de Dios para contrarrestar sus ataques como lo hizo Jesús. Dile “escrito está”. Cuando el diablo te diga
que eres un pecador, dile que sí, que eres un pecador, pero que escrito está, que eres un pecador limpiado por la sangre de Jesús
y que Dios no se acordará nunca de tus pecados (Hebreos 10:17), porque Jesús pagó por todos ellos.
Y ora en
todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, por todos los santos (Efesios 6:18); es decir por aquellos que al igual que tú han nacido
de nuevo y están en esa lucha espiritual, ora por ellos para que Dios los
fortalezca y les de sabiduría.
Nunca te quites la armadura de Dios para que el
diablo no pueda hacerte ningún mal, no le temas, recuerda que estás en lugares
celestiales, que el diablo está sujeto a ti, y que tú tienes el Espíritu Santo
que es más poderoso que él.
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