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Muchos creyentes le
hacen peticiones a Dios y no reciben porque piden para sus deseos. Ellos creen erróneamente
que la oración es el método que Dios ha ideado para complacer sus deseos. Pero,
la oración es más bien el método que
Dios ha ideado para llevar a cabo sus propios deseos.
Es posible que nunca
hayas escuchado decir esto, porque las religiones nos han vendido un evangelio
tergiversado, centrado en el hombre,
como si Dios fuese el siervo y el hombre su señor.
La religión te dice: “pide, pide, pide, que Dios está esperando
que pidas para complacerte”, pero ¿Qué dice la palabra de Dios? “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para
gastar en vuestros deleites” (Santiago
4:3); es decir, “pides y no recibes
porque pides para que se cumplan tus
deseos y no los deseos de Dios”.
Esas oraciones no tienen
respuesta, no porque Dios no las escuche, sino porque Dios no las contesta. Las
oraciones contestadas son
únicamente aquellas que piden que se
cumplan los deseos de Dios.
2
Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí,
sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
La palabra de Dios nos
revela que Cristo murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, es decir
ya no vivan para hacer su voluntad, sino que vivan para aquel que murió y
resucitó por ellos, o sea, que vivan para hacer la voluntad de Cristo.
De acuerdo con este
principio, así debe ser la oración, para
que se cumplan los deseos de Cristo,
no para que se cumplan nuestros propios deseos.
La oración de la mayoría
de los creyentes es así: “Padre,
bendíceme, Padre, ayúdame, Padre, sáname,
Padre, sácame de esta situación…” Ese tipo de oraciones son típicas de la
carne, son “las oraciones del yo”,
las oraciones que piden complacer la voluntad del hombre y no la voluntad de
Dios.
En una ocasión escuché a
un pastor predicar que debemos pedirle a Dios lo que queremos y con lujo de
detalles. Él dijo: “pídele a Dios un
carro, pero no le pidas un carro viejo porque tú eres un hijo de un rey y como
un hijo de un rey debes tener lo mejor. Pídele a Dios un carro último modelo e
indícale la marca y hasta el color del carro que quieres”.
Pedirle a Dios un carro
último modelo revela una falta de desconocimiento total acerca de la oración
¿Será la voluntad de Dios complacer ese deseo carnal y egoísta? ¿Será que
necesitamos un carro último modelo para vivir para Cristo?
Mateo
6:31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué
vestiremos? 6:32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro
Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 6:33 Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas.
Jesús habló acerca de la
comida y del vestido como necesidades básicas del hombre, y dijo que el Padre
celestial sabe que tenemos necesidad de esas cosas, y que está dispuesto a cubrir esas necesidades, pero
no dijo nada acerca de cubrir nuestras “necedades”.
Jesús agregó que no
tenemos que pedir por esas necesidades, que lo que tenemos que hacer es buscar el reino de Dios y su justicia y
esas cosas serían añadidas, es decir, que mientras vivamos para Cristo, el
Padre no va a permitir que pasemos ninguna necesidad. Es como si dijera: “trabajen para mí y yo me encargo de sus
necesidades”.
La
oración
es el acto mediante el cual, el hombre
le pide a Dios que cumpla los deseos de Dios. Mediante ese acto, el hombre
le pide a Dios que ejecute en la tierra lo que ya ha planificado en el cielo,
eso es lo que significa “hágase tu voluntad así en la tierra como en
el cielo”.
La oración, no es pedirle
a Dios que cambie su voluntad, eso nunca va a suceder, es pedirle a Dios que
haga su voluntad. La oración no cambia
nada, solamente logra, lo que Dios ha determinado hacer de antemano.
Ejemplos: hay una
persona con cáncer, Dios quiere sanarla, pero no la sanará al menos que se lo
pidamos. Dios quiere que tu esposo, que tus hermanos, que tus padres sean salvos, pero él no hará nada si tú no lo pides.
Esto nos revela, que la falta de oración es un impedimento
para que la voluntad de Dios se cumpla.
Todas las acciones del cielo están limitadas, por las acciones de la iglesia de
Cristo en la tierra.
¿Cuál es la razón por la que Dios actúa así? Tenemos que ir al
principio de la creación, para entender el comportamiento divino:
Génesis
1:26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las
bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Dios creó al hombre a su
imagen y semejanza, para que señoreara sobre la tierra, en especial sobre el
animal que se arrastra sobre la tierra, esto es, la serpiente antigua que se
llama diablo y Satanás (Apocalipsis 12:9).
Dios quería, que el
hombre se uniera voluntariamente a
él, para impedirle a Satanás llevar a cabo sus malas obras. Dios quería que el hombre lo viera como un
padre, lo obedeciera y que los deseos de Dios fueran los deseos del hombre.
Por esa razón, Dios puso
dos árboles especiales en el huerto del Edén y le dijo a Adán que si comía del
árbol de la ciencia del bien y del mal moriría. Ése árbol simbolizaba independencia
de Dios y negación a hacer su voluntad.
Adán escogió desobedecer
a Dios y comió del árbol prohibido, le entregó el señorío de la creación al
diablo, éste se convirtió en el príncipe de este mundo y las consecuencias
fueron funestas: hambre, desolación, corrupción, muerte y destrucción.
Efesios
5:31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,
y los dos serán una sola carne. 5:32 Grande es este misterio; mas yo digo esto
respecto de Cristo y de la iglesia.
Ese mismo principio
sigue vigente hoy en día, Dios espera que la iglesia se una a él para impedirle
a Satanás causar muerte y destrucción. Por tal motivo Cristo vino a redimirnos,
Pero, Dios no nos va a obligar, él espera que el hombre voluntariamente se le una y sea una carne con Cristo, es decir que
la voluntad del hombre sea la misma voluntad de Dios y de Cristo, para así
combatir al diablo. Ese es el propósito
de la creación, es el propósito de la redención y es también el propósito de la oración.
Por más que Dios quiera
destruir la obra de Satanás, no lo hará, si el hombre no muestra interés en
ello. Jesús ya venció a Satanás, pero él espera que los creyentes también lo
venzan de manera voluntaria, y lo venzan por
el poder de la sangre de Jesús, por testificar de él y por menospreciar
sus vidas hasta la muerte (Apocalipsis
12:11), en otras palabras, por negarse a hacer su voluntad para hacer la
voluntad de Dios.
Debido a que los
creyentes, se ocupan demasiado de sus propios asuntos, fallan en trabajar
unidos con Dios. Muchos crímenes continúan efectuándose y millones de personas
van al infierno diariamente, por nuestra falta de oración. Esto implica además,
una falta de sensibilidad y amor hacia los demás y hacia Dios mismo.
¿Cómo sabemos cuál es la voluntad de Dios? Mucha de su voluntad, la
conocemos a través de la misma palabra de Dios. En otros casos, Dios nos habla
a nuestra mente, pone un sentir en nuestro corazón o utiliza las circunstancias.
Pero generalmente lo hace a través de la misma oración.
La oración no es
solamente hablar y que Dios escuche, es algo recíproco, debe
haber un momento en la oración, en que callemos, para escuchar a Dios. Una vez que lo escuchemos y que conocemos
su voluntad, entonces podemos orar por esa voluntad.
Desdichadamente, la
mayoría de creyentes no oramos para que se haga la voluntad de Dios, sino para
que se haga nuestra voluntad. Debemos
aprender a negarnos a nosotros mismos, debemos
aprender a servir a Dios y no a servirnos de Dios. Debemos vivir enteramente para él y no buscar
nada para nosotros mismos.
Mateo
26:39 Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo:
Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero,
sino como tú.
Jesús no quería ir a la
cruz. Él oró: “Padre mío, si es posible,
pase de mi esta copa”. En otras
palabras: “Padre mío, si existe alguna
posibilidad, de que yo no vaya a la
cruz, dímelo, pero que sea tu voluntad no la mía”.
Jesús oró tres veces por
lo mismo, quizás por su misma angustia, en su mente se mezclaba su voluntad y
la voluntad de Dios, estaba la carne de por medio, esa fue la razón por la cual
oró tres veces, para que no le quedara duda alguna de cuál era la voz que debía
escuchar.
Una vez que tuvo claro
cuál era la voluntad del Padre, entonces se negó a sí mismo y tomó la cruz.
Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24). En otras palabras: “si alguno quiere venir en pos de mí, deje de hacer su voluntad, haga la
voluntad del Padre y sígame”.
En la oración, no se
trata de repetir frases, se trata de tener muy en claro cuál es la voluntad de
Dios. Si no lo tenemos claro, porque la
carne se entromete, debemos orar una y otra vez hasta que haya claridad en
nosotros, no es porque Dios no nos escucha, es por nuestra causa, no
confundamos las cosas.
Mateo
6:5 Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en
pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los
hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.6:6 Mas tú, cuando ores,
entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto;
y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Hay personas que tienen
una gran retórica, les encanta orar en público para ser escuchados por los demás.
Jesús dijo que estas personas ya tenían su recompensa y esa recompensa se
limitaba a ser vistos y aplaudidos por los hombres. Pero tú no hagas eso,
agregó, ve y enciérrate en tu aposento y habla en lo secreto con el Padre y él
te recompensará en público.
Mateo
6:7 Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que
por su palabrería serán oídos. 6:8 No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis
necesidad, antes que vosotros le pidáis.
Y Jesús dijo que no
hiciéramos vanas repeticiones, que el Padre conoce nuestras necesidades, que no
tenemos que estarle repitiendo lo mismo. Somos nosotros los que no conocemos
las necesidades ni la voluntad del Padre. Si las conociéramos, nuestras
oraciones serían muy diferentes.
Mateo
6:9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre. 6:10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo,
así también en la tierra.
El Señor Jesús revela el
propósito de la oración y nos muestra los tres
aspectos más significativos de la misma, Jesús nos dice que la oración es
primordialmente: 1) para alabar y santificar a Dios; 2) para pedir el establecimiento del Reino de Dios en
la tierra y 3) para que se cumpla la voluntad de Dios.
La
alabanza
debe ocupar el primer lugar en toda
oración. No hay nada que agrade más a Dios que la alabanza. Eso es así, porque en la
alabanza hay una negación del yo
y un sentimiento profundo de agradecimiento a Dios por la creación, por su
justicia, por su misericordia, por su perdón, por sus bendiciones y por el
milagro de la vida, entre otras cosas. Además, la alabanza es una declaración de victoria sobre el
enemigo.
2 Crónicas 5:12 y los levitas cantores, todos los de Asaf, los de Hemán, y los de Jedutún, juntamente con sus
hijos y sus hermanos, vestidos de lino fino, estaban con címbalos y salterios y
arpas al oriente del altar; y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban
trompetas: 5:13 Cuando sonaban, pues,
las trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a Jehová: y a
medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos de música, y alababan a
Jehová, diciendo: Porque él es bueno, porque su misericordia es para siempre:
entonces la casa se llenó de una nube, la casa de Jehová. 5:14 Y no podían los
sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de
Jehová había llenado la casa de Dios.
Cierre sus
ojos e imagine
la escena anterior.
Las personas estaban
cantando alabanzas a Jehová y tocando instrumentos. De pronto una nube
llenó el templo, esa nube era la gloria
de Jehová.
Si queremos que la
gloria de Dios se haga presente, entonces todos reunidos debemos alabar al
Señor; esa alabanza hará que la gloria de Dios nos cubra, entonces se sucederán
los milagros. Si no hay alabanza, no espere milagros, debes negarte a ti mismo
y entregarte en alabanza si quieres ver milagros.
Es importante notar que
en el pasaje mencionado, las personas decían en su alabanza: “porque Dios es bueno, porque su misericordia
es para siempre”.
Este canto reconoce que
Dios sigue siendo bueno y misericordioso, por lo tanto, las circunstancias
negativas de nuestras vidas no son su culpa. Si algo malo sucede con nuestras
vidas, no es culpa de Dios. Lo malo puede ser ocasionado por decisiones
equivocadas que nosotros mismos tomamos. También puede ser la consecuencia de
nuestros pecados. Y lógicamente por el ataque del “enemigo”.
El diablo siempre va a atacar a los creyentes, máxime cuando
laboran para el reino de Dios.
Pero Dios jamás provoca cosas negativas en nuestra vida, porque su bondad y su misericordia
son para siempre.
Así, que cuando las
circunstancias nos sean adversas, lo que tenemos que hacer es alabar al Señor, recordar que él es
bueno y misericordioso y él vendrá en nuestro auxilio.
Lo
segundo
en importancia en una oración es la petitoria para que el reino de Dios venga a la
tierra, es decir, que Jesús
venga a gobernar sobre la tierra con justicia y equidad.
El reino de Dios no ha
sido establecido físicamente en la tierra por la falta de oración. Esto nos
lleva al tercer punto, es decir, que
Dios no actúa a menos que lo pidamos, y
lo que pidamos debe estar de acuerdo a su voluntad, es decir, solamente las
oraciones de los creyentes, hacen que la voluntad de Dios se cumpla.
Dios espera que todos
los creyentes pidamos por su segunda venida, no que repitamos la frase “venga tu reino” como una cuartilla, sino
que eso sea un verdadero deseo en los corazones de todos los miembros de la
iglesia.
Mateo
6:11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Después de alabar al
Padre, a su hijo Jesucristo y al Espíritu Santo, que también lo merecen, solo y
entonces, debemos pedir para nosotros.
Pero ojo, Jesús dijo que
pidiéramos por el pan de cada día, es decir, por las necesidades de “hoy”, no por las necesidades del
mañana, porque “no sabemos lo que será mañana. Porque ¿Qué es vuestra vida? Ciertamente
es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Santiago 4:14),
Durante el éxodo, Dios
alimentó a los judíos con maná que enviaba del cielo. Pero ellos debían recoger
maná para un día solamente.
Éxodo
16:19 Y les dijo Moisés: Ninguno deje nada de ello para mañana. 16:20 Mas ellos
no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron de ello para otro día, y crió
gusanos, y hedió; y se enojó contra ellos Moisés. 16:21 Y lo recogían cada
mañana, cada uno según lo que había de comer; y luego que el sol calentaba, se
derretía.
Dios estaba enseñándoles
a ellos y también a nosotros, que él quiere que vivamos por fe, día con día. Los judíos debían recoger maná para un día,
pero algunos recogieron para dos días y el maná crió gusanos y hedió.
El pasado ya pasó y el futuro no ha llegado.
Vivamos el presente, y vivámoslo por fe.
Y cuando Jesús dijo que
pidiéramos “por el pan de cada día”,
no quiso decir que solamente deberíamos comer pan, se refería a las necesidades
de cada día.
Muchos ven la oración,
como una oportunidad, para que Dios supla sus
deseos, pero eso no va a suceder, eso es orar en la carne, la oración
siempre debe ser para que se cumplan los deseos de Dios. He escuchado
innumerables predicas, acerca de que “somos
hijos de un rey”, y que debemos pedirle a
Dios un carro y todo lo que queramos.
Además, que no debemos
pedirle a Dios que nos de un carrito cualquiera, sino que debemos indicarle a
Dios el modelo del carro y hasta el color del mismo.
Ese tipo de oraciones
carnales molestan a Dios, y él nunca las va a contestar. Siempre que un creyente tiene una petición,
debe asegurarse que esa petición está de acuerdo con la voluntad de Dios. Una vez que esté seguro que esa es la
voluntad de Dios, entonces puede pedir por ello, no antes.
Debemos buscar que la
voluntad de Dios se haga en nuestro asunto personal y no que nuestra propia
necesidad se supla.
En el cielo y en la tierra
sólo hay una oración legítima y aceptable
a Dios, la de pedir que se cumpla su voluntad. Nuestras voluntades deben desaparecer en las oraciones.
El propósito de Dios
es que estemos tan llenos de su
voluntad, que nos olvidemos de nuestros propios intereses. Entonces él suplirá
sin que lo pidamos.
La
oración es la vía para la obra de Dios. La locomotora es una
máquina muy poderosa que puede recorrer kilómetros en un día, pero necesita la
vía, sino hay vía no avanza un metro.
La
voluntad de Dios sin la oración es una locomotora sin vía. Son muchas las cosas que Dios quiere hacer,
pero si no hay vía no las puede hacer.
Cuando no oramos, atamos
a Dios, le quitamos el apoyo. Por el contrario, si oramos, desatamos a Dios y
su poder. La oración no es para subyugar
la voluntad de Dios, sino para subyugar la voluntad de Satanás. Cualquier
oración que no esté de acuerdo a la voluntad de Dios, carece de toda fuerza y
no será contestada.
Efesios
6:18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando
en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.
En el libro de Efesios
se menciona la armadura de Dios para combatir las huestes espirituales y en
ellas se menciona a la oración, como un arma para esa guerra.
La lucha del creyente
debe ser contra todo lo que se oponga a la voluntad de Dios, que es a la vez,
la voluntad del maligno. Por ello, no podemos orar sino conocemos la voluntad
de Dios. Cuando no oramos o cuando nuestra oración no se ajusta a la voluntad
de Dios, es como si oráramos a favor del enemigo.
Por ejemplo, si nuestra
oración, no contiene la petición de que
venga el reino de Dios a la tierra, estamos haciendo la voluntad del Diablo,
estamos provocando que el reino de las tinieblas siga en la tierra.
Dios rehúsa obrar si no
hay oración, y también, en aquellas oraciones en que la voluntad del orador no
está unida a la suya. El motivo de la oración, no debe ser para
obtener respuesta, sino para que se cumpla la voluntad de Dios.
1
Juan 5:14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa
conforme a su voluntad, él nos oye.
El que ora, debe hacerlo
siempre, conforme a la voluntad de Dios, sino la oración no será contestada.
Solamente, si oramos conforme a su voluntad, Dios nos oye. Cuando la oración se
origina totalmente en nuestra necesidad, casi nunca es contestada. La
verdadera oración es iniciada en el corazón de Dios. No necesitamos muchas
palabras, sino conocer la voluntad de Dios.
Romanos
8:26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué
hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede
por nosotros con gemidos indecibles. 8:27 Mas el que escudriña los corazones
sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios
intercede por los santos.
Cuando el diablo nos
agobia y no nos deja concentrarnos para conocer la voluntad de Dios, nuestras oraciones no son de valor.
Ante tales circunstancias Dios nos dio una salida: orar en lenguas.
La oración en lenguas es
un recurso divino, que debemos usar únicamente, cuando desconocemos como orar.
Al orar en lenguas,
damos el control de nuestra lengua al Espíritu Santo, para que ore por
nosotros. Esa es una oración que no tiene error alguno, es la oración perfecta.
Daniel
10:12 Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que
dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios,
fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. 10:13 Mas el
príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí
Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con
los reyes de Persia.
Daniel le había orado a
Dios y pasaron muchos días sin que la
respuesta llegara, pero no porque Dios no contestara inmediatamente, sino por la intervención del maligno.
La contestación a la
oración fue intervenida por Satanás, que utilizó a uno de sus príncipes, para
que la respuesta no llegara. Por eso Dios envió al arcángel Miguel, a pelear
con este súbdito del diablo, para que la respuesta llegara correctamente.
Toda oración conforme a
la voluntad de Dios, revolverá el infierno y afectará a Satanás. Todas las
oraciones que hacen la voluntad de Dios, tocan los poderes del infierno.
Satanás se nos vendrá encima, nos atacará con enfermedades, en nuestra familia,
en nuestra economía, en cualquier cosa que considere.
El enemigo atacará con
la intención que dejemos de orar y lanzará al aire cualquier obstáculo, para
retrasar la respuesta. Debido a esto, la
respuesta a nuestra oración queda suspendida en alguna parte.
Esto nos enseña, que la oración consta de tres partes: 1) el motivo de la oración 2) a quién pedirle y 3) contra quien pedir.
El
motivo
siempre debe ser la voluntad de Dios. Debemos tener claro el por qué vamos a orar, y también debemos estar seguros que esa
oración va de acuerdo a la voluntad de Dios.
Juan
14:13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre
sea glorificado en el Hijo. 14:14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.
¿A quién orar? La oración siempre debe de ser dirigida al Padre, no a ningún santo católico, ni a la
virgen María, ni siquiera a Jesús, sino al Padre. Jesús dijo: “oraréis así: Padre nuestro que estás en los
cielos”.
Esas peticiones deber
ser en el nombre de Jesús ¿Por qué?
Porque nosotros no somos nadie para acudir al Padre en nuestro nombre. Jesús
nos prestó su nombre, para que el Padre escuche nuestras oraciones.
Judas
9: Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él
por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra
él, sino que dijo: El Señor te reprenda.
¿Contra
quién pedir?
No solamente debemos pedirle al Padre que nos conceda la petición, sino que
debemos pedirle que reprenda a Satanás.
Cada vez que oramos a
Dios, lo hacemos en contra del diablo y éste va a tratar de impedir que la
respuesta llegue. No es maldiciendo a Satanás que lo vencemos, sino pidiendo a
Dios que lo reprenda. Dios siempre escuchará esta oración, porque es su
voluntad reprenderlo. Si el Señor lo reprende, la contestación de Dios vendrá a
toda prisa, ya que Satanás no puede resistir a la reprensión divina.
Esa tercera parte, es la
que casi todos olvidan, dándole la oportunidad al diablo de actuar. No debemos
olvidar que “el mundo entero está bajo
el maligno” (1 Juan 5:19), el
cual es nuestro adversario.
Cuando oramos de acuerdo
a los tres aspectos mencionados, Dios se glorificará contestando y el diablo no
podrá evitar que la respuesta a nuestras oraciones llegue, para que el Padre
sea glorificado.
Mateo
6:13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
Por último, quiero
hablarte de otro aspecto de la oración, que Jesús nos enseñó. Se trata de
anticipar al diablo, pidiendo a Dios, que nos libre de la tentación y del
maligno.
Como no sabemos cuándo
se dará el ataque, debemos prevenirlo con oración. Muchas veces, se nos olvida
este aspecto de la oración y quedamos a merced del enemigo.
Debemos recordar que la oración es de cada día, y que Dios no
actúa si no lo pedimos. Dios quiere que nos acordemos diariamente de él.
Así como debemos pedir
el pan de cada día, debemos pedir la liberación del mal de cada día. “Líbranos del mal” es lo mismo que decir
“líbranos del maligno” que produce
el mal.
Ya lo sabes, pide
correctamente para que recibas la respuesta de nuestro Padre Celestial, quien
se complacerá en hacerlo, para que su nombre sea glorificado. Olvídate de las
oraciones egoístas y empieza ya a orar correctamente.
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