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Me han consultado ¿Será
cierto que todos tenemos una media naranja? También me han preguntado si el
sexo es pecado. La respuesta a la primera pregunta es un sí definitivo, todos, absolutamente todos tenemos una media
naranja.
Dice la escritura que Dios creó al hombre a su imagen, a imagen
de Dios lo creó; varón y hembra los creó (Génesis 1:27).
El hombre está formado de
dos partes: el varón y la hembra. El varón es la mitad del hombre y la mujer es
la otra mitad, el varón sin la mujer es un hombre incompleto, así que cada uno
de nosotros tenemos una media naranja por ahí.
En Génesis, Dios dijo que todo cuanto había creado
era bueno. Sin embargo dijo que algo no era bueno.
Ese algo era que el hombre estuviera
solo (Génesis 2:18).
No es que el hombre no
haya sido creado perfecto,
era perfecto pero no era completo. En ese
momento sólo la mitad del hombre había sido creada.
Dios no esperó ni un solo día más.
En el sexto día Dios formó a Adán y ese mismo
día Dios formó a Eva de una costilla de Adán con el propósito
de que el hombre se completara.
Era como si Dios hubiese creado la mitad del hombre
y luego, cuando
vio que este hombre era solamente una mitad, hizo la otra mitad. Las dos mitades fueron unidas a fin de llegar a ser una unidad
completa.
Únicamente cuando las dos mitades fueron unidas, es
que Dios exclamó que era bueno. Esto nos muestra que el matrimonio,
es decir la unión entre el varón y la hembra no fue instituido por el hombre, sino por él mismo Dios.
La prohibición católica romana de que sus sacerdotes no
contraigan matrimonio va en contra del pensamiento de Dios y es apostasía.
1 Timoteo 4:1 Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros
tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a
doctrinas de demonios; 4:2 por la hipocresía de mentirosos que, teniendo
cauterizada la conciencia, 4:3 prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de
alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos
los creyentes y los que han conocido la verdad.
Según la palabra de
Dios, la prohibición de casarse es doctrina de demonios, es doctrina de
mentirosos que tienen cauterizada la conciencia, porque un varón sin mujer es incompleto y Dios no puede cumplir sus
propósitos en hombres incompletos.
En 1 Pedro 3:7 leemos que la mujer es coheredera de la gracia de la vida conjuntamente con el varón ¿Qué
es lo que eso significa? Significa que la vida es un regalo de Dios para que la vivamos en pareja y no de manera
individual.
He escuchado a algunas
mujeres decir que mejor hubieran nacido varones, quizás porque han sido discriminadas
de alguna manera, pero, las que dicen eso no han entendido que Dios tiene un
plan perfecto que no puede cumplirse sin
la mujer; y que la mujer no es de menor categoría que el varón, por el
contrario, es la culminación de la creación de Dios.
Dios formó a Eva de una
costilla que tomó de Adán para que ella supiera que fue creada para ser su media naranja y complementarlo.
Dios no concibe la unión entre personas del mismo sexo porque esa es una unión
imperfecta. Un varón no es el complemento de otro varón, ni una mujer es el
complemento de otra mujer, dos varones o dos mujeres son iguales y no se
complementan.
Dios no puede usar a medios hombres dentro de sus
propósitos, porque los medios hombres son imperfectos, él necesita hombres que
sean mitad varón y mitad hembra porque ambos se complementan.
Ningún varón que se diga
homosexual tiene cromosomas
femeninos ni ninguna mujer que se diga homosexual tiene cromosomas masculinos,
eso es algo que ha descartado la ciencia.
De hecho, un homosexual
puede operarse para que le cambien el sexo pero sus cromosomas continúan
iguales porque no le cambian el sexo, lo que le cambian es el pene o la vagina
pero el sexo continúa siendo el mismo porque el sexo lo determinan los
cromosomas y sigue siendo varón.
Esto es tan cierto, que
ningún varón puede tener hijos con otro varón ni ninguna mujer puede tener
hijos contra otra mujer, aunque hayan cambiado de sexo.
Un varón y un varón no
son un hombre, tampoco lo son una hembra y otra hembra. Dios los hizo varón y hembra para que por medio de sus
sexualidades diferentes formaran al hombre y ese hombre se extendiese como una familia.
Génesis 1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos;
llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de
los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Dios bendijo al varón y
a la hembra y les dijo que se multiplicasen para que sojuzgaran la tierra y la
señorearan como familia. Si Adán y
Eva hubieran sido del mismo sexo, el propósito de Dios no se hubiese cumplido.
La familia es la extensión del hombre como varón y hembra. Adán y Eva, mientras no tuvieron
hijos, eran solamente una pareja, eran un matrimonio,
pero no eran una familia. Una familia
está compuesta por un mínimo de tres miembros.
Génesis 2:24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer, y serán una sola carne.
Cuando el varón y la
mujer se casan, se complementan para formar una sola carne, esa sola carne es el hombre. Una sola
carne es la unión complementaria de dos seres distintos para formar un ser
especial y completo llamado hombre.
Una pareja de
homosexuales jamás serán una sola carne, no pueden tener hijos y nunca podrán
extenderse a aquello que se llama familia.
El milagro de la vida es algo que solo puede darse entre varón y
hembra. Solamente dos seres de diferente sexo tienen la capacidad de engendrar
para perpetuar la imagen divina,
pues han sido creados a imagen y semejanza de Dios como varón y hembra.
Ahora, Dios no nos hizo
sexuales únicamente para procrear, como los animales. El acto sexual es de suma importancia dentro del matrimonio, ese deseo
de acariciar y ser acariciado es un reflejo del amor del uno para el otro. Cuando
ese deseo no existe, el matrimonio se derrumba en la mayoría de los casos.
En cuanto a la segunda pregunta, la respuesta bíblica
es un no definitivo. El sexo no es
pecado, al menos dentro del matrimonio. El sexo no es malo, es todo lo contrario, es bueno en sentido espiritual y en sentido físico, es saludable en
ambos sentidos.
Todos los seres humanos
necesitan del sexo de la misma manera que necesitan alimentarse. Así como el hambre
es una exigencia
natural del cuerpo
humano, el sexo es también una exigencia natural de nuestro cuerpo. Sentir hambre es natural;
no es pecado, tampoco lo es el sentir la necesidad de tener sexo.
No crean ustedes que Adán y Eva tuvieron sexo hasta después
de que pecaron, creer de esa forma convierte el acto sexual en pecado. El ver el sexo como pecado hace que muchas
parejas se separen, esa es parte de la estrategia
del diablo.
Que el hombre el varón
fuera una sola carne con la mujer no fue
ordenado después de la caída del hombre. La caída del
hombre se dio en el capítulo 3 de Génesis, mientras que la orden de ser una sola carne se dio en el capítulo
2.
Dios no les prohibió a
Adán y Eva tener sexo, más bien les ordenó tener sexo porque les ordenó
multiplicarse ¿Cómo se iban a multiplicar
sin tener sexo? Por tanto, el tener sexo vino antes y no después que el pecado entrara
en el mundo porque tener sexo dentro del matrimonio no es ningún
pecado.
En definitiva, nadie peca por tener deseos sexuales con su pareja
de vida, porque fue Dios el que puso esos deseos. Fue Dios el que ideó que el hombre disfrutara y tuviera deseos sexuales.
Hay creyentes que se
sienten perturbados cuando les hablan de Dios y del sexo porque ven el sexo
separado de la vida cristiana, pero no es así.
Se sabe por ejemplo que
el clitorix de la mujer solamente sirve para dar placer, lo que nos indica
claramente que Dios quería que disfrutáramos del sexo.
El sexo es un placer que nace de un deseo de Dios.
Tal deseo no incluye en sí mismo ningún elemento pecaminoso. Por el contrario, se trata de algo maravilloso que Dios nos dio.
Proverbios 5:18 Sea bendito tu manantial, Y
alégrate con la mujer de tu juventud, 5:19 Como cierva amada y graciosa gacela.
Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre.
El manantial hace referencia a las partes del cuerpo que dan vida, a
las partes íntimas del hombre y de la mujer.
Si lees el “cantar de los cantares” de Salomón te darás cuenta que allí
se habla alegre y abiertamente del sexo en la pareja matrimonial.
Muchas mujeres disfrutan del sexo y cuando se
convierten en hijas de Dios ven el sexo como un pecado. Entonces dejan de
agradar a su marido, lo que trae serios conflictos que terminan en divorcio, y Dios no quiere eso, el
que quiere eso es el diablo.
Si se sienten condenadas por su conciencia, se debe a que ignoran lo que Dios ha dispuesto en su palabra.
Hebreos 13:4 Honroso sea en todos el matrimonio,
y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará
Dios.
El
lecho sin mancilla hace referencia al sexo
libre dentro del matrimonio. El lecho mancillado es el de los fornicarios y los adúlteros. Los
primeros son los varones o hembras que tienen sexo sin casarse y los segundos
son los que tienen sexo con varones o hembras casadas.
Cuando
decimos que Dios instituyó el matrimonio en el Génesis, no estamos hablando de firmar
un papel ante un abogado o ante un cura. El verdadero matrimonio es la unión de dos medias naranjas para
completar la naranja. Se unen porque se aman y se comprometen libremente de seguir
haciéndolo fielmente por toda la vida.
Si no es un deseo de amarse por toda la vida, esa unión no es un matrimonio
aunque se firmen mil papeles.
Muchas
mujeres enviudan y no se vuelven a
hacer de una pareja, creyendo que le
deben fidelidad al marido fallecido, y les basta con sus hijos.
Pero
Dios no quiere eso porque los hijos no son su media naranja, ni lo llegaran
a ser nunca. Más bien, los hijos deberán dejar
a su madre cuando encuentren su media naranja.
En la
ley de Dios vemos que él dejó establecido que incluso los parientes del viudo
podían redimir a la viuda y contraer
nuevo matrimonio con ella, ese fue el caso de Booz con Noemí.
El matrimonio no sólo es honroso sino incluso santo. Si el sexo
es parte del matrimonio, no solamente es natural, sino también santo.
Marcos 10:7 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer, 10:8 y los dos serán una sola carne; así que no son ya más
dos, sino uno. 10:9 Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
El matrimonio es algo
más que un papel. Dios no puso a Adán y Eva a firmar ningún papel, el papel lo
inventó el hombre para la protección de sus bienes. El matrimonio que vale es
el que hacemos ante Dios, no el que
hacemos ante los hombres.
De hecho los matrimonios
ante los hombres se han convertido en un juego, ya no se unen para toda la vida
sino hasta que el divorcio los separe,
y ahora las leyes permiten que se divorcien por cualquier cosa. Se olvidan que Dios aborrece el repudio (Malaquías 2:16).
Tome en cuenta que en la
Biblia el matrimonio es lo que Dios junta, no lo que el hombre
junta. Dios los junta dándole amor y deseo a un varón por una hembra y a una
hembra por un varón para que se complementen
y sean una sola carne.
El divorcio es el repudio o rechazo que el varón hace de la hembra o
la hembra hace del varón y que termina en la desunión del matrimonio. En la
mente de Dios no cabe el repudio, el
repudio es obra del hombre, por eso la escritura dice lo que Dios juntó no lo separe el hombre.
Génesis 2:24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer, y serán una sola carne. 2:25 Y estaban ambos desnudos, Adán y
su mujer, y no se avergonzaban.
Dios hizo a Eva de la costilla de Adán. Eva
era parte de Adán, por eso Dios le devolvió la costilla echa mujer a Adán, para
que fueran una sola carne con ella. Ellos estaban desnudos y tenían sexo y no se avergonzaban.
El Dr. Meyer, un colaborador del famoso evangelista D. L. Moody, escribió muchos y muy buenos libros para la edificación de los cristianos. Él dijo en cierta
ocasión: “Únicamente
la más inmunda de las mentes podría considerar el sexo como algo inmundo”.
Me parece que está bien dicho,
el hombre asocia
ideas inmundas con el sexo, debido a que él mismo es inmundo.
Para los puros, todas las cosas son puras, mas para los contaminados todo es contaminado, pues su mente y conciencia están contaminados.
Debemos darnos cuenta de que
en el matrimonio el lecho es sin mancilla. Una relación sexual
como fue ordenada por Dios es santa, limpia
e incontaminada.
¿Por qué las doctrinas de demonios prohíben casarse? Para procurar la santidad de los curas. La religión cree que
los curas se vuelven santos por no tener pareja, pero más bien lo que ocasiona
es que busquen sexo con niños o con lo que esté más a mano para saciar sus
deseos. La santidad se adquiere en Cristo (1
Corintios 1:30), no es algo que el hombre logre encerrándose en un convento.
En lugar de prohibir el
matrimonio, la palabra de Dios ordena que
los Obispos sean maridos de una sola
mujer (1 Timoteo 3:2) y no
solteros, que gobiernen bien su casa, que
tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad, pues el que no sabe gobernar
su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios? (1 Timoteo 3:4-5).
Dios jamás prohibió el matrimonio ni tampoco el sexo dentro del
matrimonio, así que nadie debiera sentirse condenado en su conciencia por las doctrinas de demonios. El sentir deseos sexuales es algo muy natural
y no constituye
pecado.
El pecado surge cuando creemos que es pecado, es
un asunto de conciencia. Si la
conciencia te acusa te sentirás condenado y no podrás vivir
felizmente en tu matrimonio. Ese sentimiento de culpa no tiene nada que ver con el pecado, sino que es resultado de la ignorancia acerca de la palabra de Dios.
Como
ya lo dijimos, la institución del matrimonio no vino después,
sino antes de la caída del hombre. El hombre no pecó el primer día que fue creado, sino que ese día él fue
una sola carne con Eva. El mismo día en que Dios formó a Eva, Él se la entregó a Adán. Esto no fue algo que sucedió después que el hombre pecó. Así pues, Dios mismo fue el que inició el matrimonio.
En Génesis 2 vemos el matrimonio en la creación de Dios
y no es casualidad que en Juan 2 se narra que Jesús inició su
ministerio cuando participó en una boda en Caná de Galilea e hizo el milagro de
convertir el agua en vino.
Aquí vemos que el Señor no solo permite el matrimonio, sino que lo aprueba. Jesús no sólo asistió a las bodas, sino que las realzó con su milagro. Es claro que el matrimonio fue iniciado por Dios y, en especial, fue aprobado por el Señor Jesús. Por lo tanto, esto es algo completamente de Dios.
Aquí vemos la posición
que ocupa el matrimonio ante Dios. El propósito de Dios es obtener un esposo y una esposa, los cuales deben ayudarse mutuamente. Por tanto, Dios llamó a la esposa
de Adán “ayuda idónea”.
En hebreo, esta expresión quiere
decir: “adecuada para ayudar”. Aquí descubrimos que el deseo y el propósito
de Dios es que el varón sea
una sola carne con la mujer, que tengan
comunión mutua y que se brinden una ayuda mutua, este es el propósito
de Dios.
Dice la Biblia que el “hombre
dejará a padre y madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne” (Génesis
2:24).
Esa frase la podemos dividir en tres partes: 1) dejará a padre y madre, 2)
se unirá a su mujer y 3) serán una
sola carne.
Lo que Dios nos está
diciendo es en primer lugar, que cuando nos casamos debemos de dejar de
depender de nuestros padres y depender totalmente de nuestro cónyuge. Debemos
dejar a nuestros padres porque ellos podrían influir en nuestra vida
matrimonial, y hasta podrían ocasionar un divorcio.
Si estamos viudos o divorciados, igual debemos de dejar
a nuestros hijos cuando sean adultos, o más bien, que ellos nos dejen a
nosotros, al igual que hicimos nosotros,
ellos deben dejar el nido y dejar de depender de nosotros, deben hacer casa
aparte para que podamos rehacer nuestras vidas.
Lo segundo es que debemos
unirnos, tanto el varón como la mujer somos responsables solidarios de mantener
la unión matrimonial y no separarnos nunca.
El hombre siempre debe
estar unido a su esposa y su esposa a él en todas las actividades en que participen,
al menos que haya un impedimento de causa mayor. No significa que la mujer o el
varón no puedan participar en actividades sin su pareja, pueden hacerlo, pero
esa es la excepción, no es la regla.
La regla es que participen juntos, para eso se casaron.
La Biblia dice que
cuando nos convertimos en hijos de Dios es para vivir para Cristo (2
Corintios 5:20). Como nos unimos a él, debemos dejar de vivir nuestras
vidas para vivir para aquel que murió por nosotros.
Así es en la vida matrimonial,
nuestra vida de solteros se acaba, ya no podemos seguir saliendo con los amigos
como antes, al menos que nuestra esposa participe de esa salida. Nuestra vida acaba para vivir una nueva vida,
es lo que quisimos y tenemos que cumplirlo para que la unión permanezca.
Y lo tercero es que nunca dejemos de tener sexo, al menos mientras nuestros cuerpos lo
permitan o que sea por causa de la oración:
1 Corintios 7:5 No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo
de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a
juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra
incontinencia.
Nunca debemos negarnos,
al menos que sea para ocuparnos de la oración, y tiene que ser por mutuo consentimiento ¿Por qué? Porque
Satanás se puede aprovechar de la incontinencia. Cuando una mujer no quiere
tener sexo con el marido, lo está enviando a buscar fuera de casa lo que no
tiene en la casa. El hombre no se siente deseado, por el contrario, se siente
despreciado y busca donde sentirse deseado.
1 Corintios 7:2 pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su
propia mujer, y cada una tenga su propio marido.
El matrimonio puede
prevenir el pecado. Si el Vaticano
permitiera el matrimonio, muchos pecados dejarían de cometerse. Por esto Pablo dijo que los hombres deben
tener sus propias esposas
y las mujeres sus propios maridos, con el fin de prevenir el pecado de la fornicación.
Pablo utilizó
palabras muy claras
para hablar de aquellos
cuyo deseo sexual
es muy intenso.
Él dijo que los tales deben casarse a fin de evitar “estarse quemando” (1 Corintios 7:9).
Pablo no dijo que era pecado tener sexo, dijo
que era pecado fuera del matrimonio, así que la solución a ese pecado es el matrimonio.
Pablo indicó que tanto el varón como la mujer deberían casarse
a fin de prevenir el pecado. Y cuando estaban casados, nunca debían de
abstenerse al menos que fuese por mutuo acuerdo. El sexo
dentro del matrimonio evita que pequemos.
1 Corintios 7:3 El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y
asimismo la mujer con el marido. 7:4 La mujer no tiene potestad sobre su propio
cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio
cuerpo, sino la mujer.
El marido debe cumplir
con los deseos de la mujer y la mujer debe de hacer lo mismo con los deseos del
marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido, ni
tampoco el marido tiene potestad sobre su cuerpo sino la mujer.
Cuando una persona se
casa, sus bienes dejan de ser suyos para ser de la sociedad conyugal. Lo que era
de uno, ahora es de los dos. Pues bien, de acuerdo con las escrituras, el
cuerpo es como un bien que debe de estar al servicio de la sociedad conyugal. Ya no es mi cuerpo, ahora es de mi esposa
o de mi esposo.
La enseñanza
de Pablo es bastante clara e inequívoca. A menos que sea con el propósito
de dedicarse a ministrar al Señor, el esposo
y la esposa no debían separarse sexualmente. Esto previene la fornicación fuera de casa.
La institución del matrimonio tiene un aspecto que corresponde al Nuevo Testamento, y otro aspecto que corresponde al Antiguo Testamento. El Antiguo
Testamento nos indica que el matrimonio nos provee la ayuda adecuada. El Nuevo Testamento nos dice que el matrimonio previene el pecado.
1 Pedro 3:7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente,
dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la
gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
Existe un tercer aspecto
que ya lo mencionamos ligeramente. Las esposas son: “coherederas de la gracia de la vida”,
Dios quiere que tengamos vida y vida en abundancia para disfrutarla con nuestros
cónyuges y también para que le sirvamos
en armonía.
Dios se deleitaba al ver que Aquila y Priscila le servían juntos, al ver que Pedro y su esposa, Judá y su esposa
también le servían juntos.
Dios no se complace
tanto en ver a un hombre sirviéndole solo o a una mujer sirviéndole sola, como
a ver a los dos sirviéndole juntos porque solos solamente son una mitad que le falta un complemento necesario.
Por tanto,
existen tres elementos básicos que componen un matrimonio cristiano. En primer lugar, está la ayuda
mutua; en segundo lugar, la prevención del pecado; y en tercer lugar,
el
hecho que dos personas unidas
en la presencia de Dios juntas hereden la gracia
como una sola carne.
Uno no debe ser un cristiano solitario, sino un cristiano junto con otra persona.
Uno no debe heredar la gracia solo, sino que debe hacerlo junto con otra persona.
Si eres casado, no te
sueltes, si eres soltero, viudo o divorciado, cásate para que no te quemes, pídele
a Dios la media naranja para que te
complemente y seas un hombre completo y feliz por el resto de tus días.
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