jueves, 23 de marzo de 2017

ESO ES GRACIA

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Hay personas que te critican porque dices que eres cristiano y a la vez  eres pecador. Te critican porque no han entendido la gracia. Por su parte, muchos creyentes no viven una vida de gracia, porque tampoco han entendido lo que es la gracia, valga la redundancia.
El único impedimento para la gracia no es el pecado como algunos creen,  todo lo contrario, hay gracia porque hay pecado. El verdadero impedimento  para la gracia no es el pecado, es la incredulidad.
Las religiones enseñan que Dios quiere que el hombre se gane la salvación a través de su abstención al pecado y ese pensamiento se ha convertido en un trauma para muchos creyentes.
Martin Lutero sufrió esa experiencia, porque a pesar de todos sus esfuerzos se sentía incapaz de hacer méritos suficientes para obtener el reconocimiento Divino.
Sucedió que un día se le encargó traducir la Biblia a su idioma y al traducirla pudo leer que decía: “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17).
En ese momento. Lutero se dio cuenta que no necesitaba ganarse la salvación, que lo que necesitaba era tener fe, e inmediatamente se llenó de alegría, pero también de tristeza al ver que la Iglesia católica, la que tanto amaba le había enseñado una mentira. Entonces protestó ante el Vaticano y allí se inició la reforma de la iglesia.
El problema del hombre radica en que mide su corazón como si fuera el corazón de Dios, piensa que el corazón de Dios es como el de él, por eso no entiende el corazón de Dios. 
Recordemos que Jesús dijo que del corazón salen los pensamientos (Mateo 15:19) y Dios ha dicho que sus pensamientos no son nuestros pensamientos, ni sus caminos nuestros caminos (Isaías 55:8). De tal manera que no podemos medir nuestro corazón con el corazón de Dios porque si lo hacemos no entenderemos a Dios ni entenderemos lo que es la gracia. Cuando leemos la biblia, pareciera que no estamos leyendo bien, pero no es eso, lo que sucede es que Dios no piensa como nosotros, él piensa al contrario de como nosotros pensamos. Creemos entonces o que quizás fue mal traducida,  entonces la acomodamos a nuestra manera de pensar. Eso es lo que han hecho las religiones y eso es lo que ha motivado que existan miles de denominaciones religiosas, porque nadie se pone de acuerdo. No han entendido que el acuerdo es leer la Biblia y entender que lo que ella dice, es lo que dice ,y eso que dice, es la verdad.
Al leer Romanos 4:4 vemos que dice claramente: pero al que obra no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda”. Lo que nos está diciendo es que la gracia no es el pago de una deuda, no consiste en recibir lo que uno se ha ganado.
Si la gracia consistiera en recibir lo que uno se ha ganado, entonces el significado mismo de gracia sería nulo. La gracia es gracia porque no incluye mérito alguno.
Suponga que usted trabaja en una fábrica y le pagan cien dólares por semana por su trabajo. Esos cien dólares es lo que usted se ganó y no hay ninguna gracia en su salario. Pero si su jefe decide darle cien dólares más en una semana, ese regalo sería como la gracia porque no es algo que usted se ha ganado.

Efesios 2:8 Porque por gracia habéis sido salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.

Somos salvos por gracia, no porque lo merecemos, lo que nos indica que la gracia es un regalo de Dios que recibimos al tener fe.  
Leemos en Romanos 3:24: Siendo justificados gratuitamente por Su gracia”. Qué seamos justificados gratuitamente es porque no hemos pagado por esa justificación ni hemos hecho nada para merecerla.
En el idioma original, la palabra traducida como “gratuitamente” significa  sin causa” y es la misma de Juan 15:25 cuando el Señor dice: Sin causa me aborrecieron”, es decir, me aborrecieron gratuitamente o sin motivo.
Gratuitamente o sin causa aborrecieron al Señor, y de igual manera, gratuitamente o sin causa, Dios nos justifica. Dios lo hace porque le da la gana y punto.

Romanos 11:32 Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.

Este versículo es sumamente importante para entender la gracia. Allí se dice que Dios sujetó a “todoslos hombres en la misma posición de desobediencia.
Dios no sujeto a unos hombres, él los sujetó a todos para que quede claro que ningún hombre es merecedor de la salvación y que todos, absolutamente todos necesitamos la misericordia de Dios expresada en su gracia para poder ser salvos.
Si le preguntáramos al apóstol Pablo cómo fue salvo, él contestaría sin vacilar que por gracia, y cualquier persona en el mundo tiene que dar la misma respuesta porque todos somos desobedientes, nadie merece la salvación. No hay motivo, no hay causa para que Dios deba salvarnos, eso es gracia.

Efesios 2:9 No por obras, para que nadie se gloríe.

La salvación no es por obras ¿Qué son las obras? Obras son acciones y podríamos decir que hay malas obras, buenas obras y obras de justicia. Las malas obras son las acciones mediante las cuales hacemos daño a otros o cuando pecamos contra Dios.
La Biblia dice en Romanos 3:23 que todos pecamos y todos estamos destituidos de la gloria de Dios, lo que implica que las malas obras son las que nos condena y destituyen de la gloria de  Dios.
Las buenas obras son las acciones que el hombre hace, como el darle comida al que no tiene.
Y las obras de justicia  son las que el hombre lleva a cabo para ser justificado o perdonado por Dios.
Tratar de cumplir los mandamientos de la ley, hacer peregrinaciones, golpearse el cuerpo y hasta hacer buenas obras, son las obras de justicia que el hombre lleva a cabo para que Dios lo perdone y lo justifique del pecado que lo ha destituido de la gloria de Dios.
Eso es como tratar de compensar las malas obras con las obras de justicia para emparejar las cosas, de allí el dicho: “el que peca y reza empata”. Pero eso es lo que enseña la religión, no es lo que enseña la Biblia, ésta enseña todo lo contrario.
Usted escucha decir que el Vaticano declara “santo” a un muerto por sus buenas obras en vida. Eso es un engaño religioso, nadie alcanza la santidad por sus buenas obras o por sus obras de justicia porque Dios no quiere que el hombre se gloríe.
El Vaticano le da la gloria a los hombres, convirtiéndolos en falsos santos, en clara contradicción a la palabra de Dios.
Dios quiere toda la gloria para su hijo Jesucristo porque fue Jesucristo el que dio su sangre en la cruz por el perdón de todos nuestros pecados. Un hombre tendría de que gloriarse si muriera para ocupar el lugar de otro, tal y como lo hizo Jesucristo.

Isaías 42:8 Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.

Lea bien claro, Dios  no comparte su  gloria  con el hombre. Dios aborrece las esculturas porque dan la gloria al hombre. Pero el hombre, creyéndose sabio se hizo necio (Romanos 1:22), y cambió la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al creador (Romanos 1:25). Por esa causa Dios lo entregó a pasiones vergonzosas (Romanos 1:26), lo entregó a una mente reprobada (Romanos 1:28) y lo atestó de toda injusticia (Romanos 1:29).
Dios aborrece la gloria del hombre porque Dios quiere toda la gloria para él. Cuando las personas, cegadas por la religión le dan la honra y la gloria a las vírgenes y a los santos católicos, en lugar de alcanzar la gracia de Dios, lo que obtienen es su aborrecimiento.

Juan 14:13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.

Dios quiere que le hagamos las peticiones a él en el nombre de Jesús, para que Él sea glorificado en el Hijo. Dios no quiere que le hagamos peticiones a ninguna virgen ni a ningún santo porque eso le quita la gloria a él para dársela a ellos.
Hay personas que dicen que le piden a la virgen o a los santos católicos, pero que son sabedores de que es Dios el que hace el milagro. Pues bien, están compartiendo la gloria con la virgen y con los santos, y eso Dios no lo soporta.
Otra cosa que muchos no han entendido es que la gracia es eterna. Hay denominaciones cristianas, las legalistas, las cuales enseñan que la salvación se adquiere por gracia, pero que hay que hacer obras de justicia para mantenerse salvos. No han entendido que la salvación no está condicionada a las obras del hombre, que la salvación es por gracia y es eterna:

Hebreos 9:12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.

Aquí se dice que Jesús entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. Jesús no obtuvo un perdón momentáneo como el que se obtenía en el viejo Testamento con la sangre de los animales, no, Jesús obtuvo eterna redención y eso implica también eterna  salvación.
Si la salvación dependiera de las obras del hombre, éste se gloriaría ¿NO es cierto? El hombre se mantiene salvo porque la salvación es eterna y no depende para nada de las obras del hombre.
Si tan solo el cinco por ciento de la salvación del hombre dependiera de sus obras, el hombre se gloriaría de ese porcentaje, y Jesucristo perdería el cinco por ciento de la gloria.  
Muchos piensan: Voy a tratar de hacer lo posible por cumplir los mandatos divinos”, lo que indica que no confía en la gracia de Dios.  
El apóstol Pablo tenía una debilidad, esa debilidad era algún pecado,  algún pensamiento o alguna actitud que no podía controlar. Pablo le llamaba un aguijón en la carne, un mensajero de Satanás que le recordaba su humanidad para que no se gloriara.
Entonces el apóstol le pidió a Dios que le quitará ese aguijón y la respuesta de Dios fue: bástate a mi gracia porque mi poder se perfecciona en la debilidad (2 Corintios 12:9).
Dios no quiere que le ganemos al pecado ni a la tentación, para que no nos gloriemos, él no quiere que nos esforcemos “por dejar de hacer” esto o aquello, ni “por hacer” esto o aquello, ni siquiera que le pidamos que nos quite las debilidades.
Lo único que Dios quiere es que confiemos en su gracia, lo que quiere es que le dejemos nuestras debilidades a él porque él quiere para sí toda la gloria. Cuando nuestra debilidad desaparece sin que hayamos hecho esfuerzo alguno, entonces podemos clamar: eso es la obra de Dios, eso es gracia.
En Romanos 7:15 al 25 vemos al hombre preocupado, tratando de cumplir la ley de Dios, pero no puede, le es imposible, entonces se siente miserable y se lamenta. En ese momento Dios le hace ver que deje de preocuparse, que “no hay ninguna condenación  para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1).
No hay ninguna condenación para el que está en Cristo, mete eso en tu mente y conviértelo en una fortaleza. Además, toma muy en cuenta, que los que estamos en Cristo no andamos conforme a la carne, es decir no hacemos obras de justicia, no tratamos de esforzarnos por cumplir la ley ni por vencer el pecado y la tentación, tampoco procuramos salvarnos porque ya somos salvos, entonces andamos conforme al Espíritu, es decir andamos por fe, confiados en la obra del Señor. Eso es gracia.
Alguien dirá: “entonces puedo pecar libremente porque estoy bajo la gracia”. De ninguna manera, gracia no es pecar. Dios no nos da su gracia para que pequemos sino para que dejemos de pecar.  Cuando somos salvos Dios pone su Espíritu dentro de nuestro espíritu para que tome el control de nuestras vidas y haga que andemos en sus estatutos, y guardemos sus preceptos, y los pongamos por obra (Ezequiel 36:27). Esa es la obra del Espíritu Santo, no es nuestra obra, eso es gracia.

Gálatas 2:21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

Cuando hacemos obras de justicia para mantenernos salvos, en ese momento nos desligamos de Cristo y caemos de la gracia (Gálatas 5:4).  Eso es así,, porque al hacer esas obras de justicia, estamos teniendo por inmunda la sangre del pacto en la cual fuimos santificados, estamos creyendo que tenemos que hacer algo porque la sangre de Cristo no fue suficiente, y lo que conseguimos es la ira de Dios (Hebreos 10:29).
La gracia no es un complemento a las obras del hombre, porque las obras del hombre no tienen nada que ver con la gracia. Hay creyentes que creen que tienen que hacer la mitad del trabajo y dejar a Dios la otra mitad porque no han entendido la gracia, no han comprendido que la gracia no es un complemento para las incapacidades del hombre.
La gracia es lo que viene del cielo a la tierra y solo en esa dirección. Allí no caben las obras del hombre porque el hombre está en la tierra. La gracia es lo que Dios hace por el hombre sin la intervención de éste. Si el hombre interviene entonces ya no es gracia.
O confiamos en las obras del hombre o confiamos en la gracia de Dios, las obras del hombre y la gracia de Dios no se pueden mezclar, son dos líneas paralelas.
Podemos confiar totalmente en la gracia de Dios porque la muerte del Señor ya se efectuó, y por ella Dios pone a todos los pecadores que creen en Jesús en la misma posición de justos.
Romanos 5:19 dice “Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos”, eso último es gracia.
Dioscargó en Jesus los pecados de todos nosotros (Isaías 53:6). Todos teníamos que morir por culpa del pecado, pero Jesús ocupó nuestro lugar. No tenemos que pagar porque Jesús ya pagó, eso es gracia.
El problema del pecado fue resuelto de una sola vez y para siempre; por lo tanto el hombre no debe confiar en sus propios méritos, porque en ese caso la obra del Señor no tendría ningún valor, y Su muerte sería en vano, entonces por demás murió Cristo (Gálatas 2:21).
La gracia no es privar al hombre de algo que no merece, como piensan algunos, más bien la gracia es concedida al hombre porque no la merece.
Cuando un hombre se da cuenta de que es débil y de que no tiene salida, apela a la gracia, y cuando Dios ve al hombre en esa situación, imparte la gracia.
Si el hombre todavía se siente fuerte y cree que puede hacerle frente al pecado y a las tentaciones, no podrá recibir la gracia de Dios, porque el poder de Dios se perfecciona en la debilidad (2 Corintios 12:9).
La incapacidad del hombre no impide que Dios le la gracia; por el contrario, ésa es una condición para la gracia.
A los orgullosos les cuesta recibir la gracia, porque no quien reconocer que son pecadores inhabilitados para vencer el pecado y la tentación. La gracia exige que uno reconozca que es perverso. Así como una taza puesta boca abajo no puede contener agua, una persona orgullosa no puede recibir la gracia; hasta que admita que es inútil podrá recibir la gracia de Dios.
Como ya lo dijimos, la gracia fluye desde el cielo hacia la tierra, va en una sola dirección, es por amor, no por otra cosa que Dios nos trata a todos por igual, sin importar si somos mejores o peores personas que los demás, eso es gracia.
Algunos piensan que Dios nos da solamente un poco de gracia el día de la salvación, y aumentará su gracia conforme  la vayamos mereciendo. Dios no deja de concederé la gracia porque no eres merecedor, eso es un concepto religioso. La gracia de Dios no tiene nada que ver con ser merecedor, ya que, como está escrito: “No hay justo, ni aun uno;  No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios.  Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos 3:10-12) a los ojos de Dios todos somos iguales y no hay merecedores.
Dios no se abstiene de otorgar la gracia porque el hombre no sea merecedor, al contrario, él la concede debido a que el hombre no es merecedor. Si el hombre fuera merecedor, la gracia no sería la gracia.
Dios no hace acepción de personas ni estima quién es más digno ni quién lo es menos; tampoco concede más gracia a aquellos que se consideran más dignos, ni a los que se consideran menos dignos da menos gracia.
Efesios 1:3 dice que hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales con Cristo.  Dios no se guardó nada y nos concedió la gracia a todos por igual y de manera total.

Romanos 5:20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;

Dios no introdujo la ley para que la cumpliéramos, sino para que nos diéramos cuenta de lo pecadores que somos. Al introducir la ley el pecando abundó, más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia.
Lo que esto quiere decir es que Dios no otorga menos gracia a aquellos que tienen muchos pecados y más gracia a aquellos que tienen pocos, a más pecados, más gracia.
La gracia no depende en absoluto de la condición del que la recibe. Éste no necesita ser apto para recibirla ya que la gracia se concede a aquellos que no la merecen; en consecuencia, no reciben menos gracia aquellos que merecen menos, ya que en dicho caso la condición del hombre sería un requisito para recibirla.
La gracia de Dios es abundante y amplia, y se concede a todos los pecadores por igual.
Aquellos que creen estar bien, necesitan la gracia de Dios tanto como aquellos que reconocen que son terribles pecadores. Algunos piensan que una persona buena merece más gracia, pero a los ojos de Dios, todos los hombres son iguales.
Supongamos que varios platos se caen al piso. Algunos se quiebran por la mitad, otros en cinco pedazos y otros quedan completamente despedazados; pese a las diferencias de los pedazos, todos los platos se quebraron. Uno puede ser un pecador “mejor” o un pecador “peor”, pero sigue siendo al fin y al cabo un pecador.
La Biblia dice que todos somos pecadores y que Dios envió al Señor Jesús para que muriera por nosotros y nos concediera a cada uno la oportunidad de ser salvo.
Además, la gracia no convierte al que la recibe en un deudor, como piensan algunos, porque la gracia no es un préstamo que haya que pagar.
Si  la gracia fuera un préstamo, entonces sería una deuda, y ya no sería gracia. Usted no le hace un regalo a su hijo para que se lo pague luego, regalo es regalo y la gracia es un regalo de Dios y de Jesús para los pecadores.
Dios no se acordará nunca más de nuestros pecados y transgresiones (Hebreos 10:17) porque Jesús pagó por todos ellos. Teníamos una deuda con Dios por culpa de nuestros pecados pero Jesús pagó por cada uno de ellos. La deuda desapareció por completo, Jesús no pagó una parte de la deuda, él pago toda la deuda.
Ya no hay nada que ofrendar por el pecado (Hebreos 10:18), la deuda está cancelada, eso es gracia.  Si usted ofrenda algo por el pecado, entonces está desechando la gracia.
Recuerdo que cuando era católico me iba a confesar con un sacerdote para que me perdonara los pecados, y lo peor de todo es que el sacerdote me decía que debía rezar diez Padres nuestros y diez Aves Marías para obtener ese perdón ¿Por qué digo que eso es lo peor de todo? Porque esos Padres nuestros y Aves Marías eran el pago que debía hacer por la culpa de mis pecados. Eso es pasar por alto el doloroso sacrificio de Cristo en la cruz, eso es tener por inmunda la sangre de Jesús, eso es decir que por demás murió Cristo, eso es desechar la gracia de Dios. 
Debemos recordar que la gracia es gratuita , no necesitamos hacer ningún pago, pero no fue gratuita para Cristo, él pagó con su sangre por la gracia.
Y que Jesús haya obtenido eterna redención, eso implica que la gracia que otorga el perdón de pecados se aplica al pasado, al presente y al futuro.
No hay precio que se pueda pagar por la gracia, ni para el pasado, ni para el presente ni para el futuro. Las doctrinas en cuanto a la confesión de pecados y el perdón  de ellos por parte de los sacerdotes católicos, es una burla de la gracia, esas doctrinas niegan la gracia de Dios, niegan la eficacia de la sangre de Cristo y conducen a los fieles a cometer el único pecado imperdonable porque ofenden al Espíritu Santo.
Los legalistas tienen el concepto erróneo de que la salvación se recibe por gracia, pero dependen de su comportamiento para conservarla. La Biblia nunca dice que la gracia nos convierta en deudores. Romanos 6:23 dice:Mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. ¿Cuál es la característica de la vida eterna? Es un regalo que Dios nos da en Cristo Jesús. ¿Acaso se devuelve un regalo?

Efesios 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Que la gracia sea un regalo, no significa que los creyentes no necesitan hacer buenas obras ni servir a Dios fielmente. No debemos confundir las buenas obras con las obras de justicia. Después de ser salvos, debemos hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano. Pero, esas buenas obras no las hacemos para conservarnos salvos, sino por amor a aquel que murió por nosotros:

2 Corintios 5:14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Cuando tenemos un nuevo nacimiento, el amor de Dios es derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es dado (Romanos 5:5). Ese amor nos presiona y nos hace pensar que si Cristo murió por todos nosotros, nosotros debemos vivir para él llevando el evangelio a otros para que los que no han recibido la gracia, crean y la reciban, al igual que nosotros la hemos recibido.
Esas buenas obras no tienen como fin obtener la salvación ni conservarla; tampoco cumplen el propósito de cancelar la deuda de la salvación.
Así como Dios nos salvó por Su amor para con nosotros, debemos nosotros servirle por amor a él, y así como Su salvación no es un préstamo, nuestro servicio fiel a él no es el pago de la deuda.
Muchas personas no entienden la gracia de Dios; piensan que la gracia significa que Dios está dispuesto a salvar a una persona independientemente de que lo merezca o no y que después de la salvación Dios se la retirará si no hace méritos.
Eso sería como comprar mercancías a plazos; uno recibe la mercancía, pero tiene que pagar el costo en el plazo especificado, pues si uno no lo cancela a tiempo, la entidad crediticia exigirá su devolución.
Ese es un significado completamente tergiversado de lo que es la gracia; la vida eterna que Dios concede al hombre cuando lo salva no tiene que pagarse a plazos ya que Dios no le quita la vida eterna a quien se la concede, porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios (Romanos 11:29).
Debido a que la vida eterna es un regalo, no es necesario pagarla; la idea de pagar es equivocada, ya que servimos al Señor por amor.
Por ejemplo si su padre le da un regalo, pero usted trabaja día tras día y mes tras mes, hasta pagar el costo exacto del obsequio que él le dio, ¿No será como si uno hubiera comprado el regalo? La gracia nunca tiene precio ya que si lo tuviera, no sería gracia.
Otro punto a  dejar claro, es que Dios no nos da la gracia solamente por amor y por su misericordia, como muchos piensan. Cuando se piensa de esa manera, se incluyen dentro de la gracia de la salvación hasta los incrédulos y los idólatras que Dios aborrece.
Hay que entender que hay algo que está por encima de ese amor tan grande y esa misericordia y ese algo es la justicia de Dios.
Si la justicia de Dios no estuviera por encima de su amor y de su misericordia, Cristo no hubiera muerto por los pecadores. La palabra de Dios dice que “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Corintios 5:21).
Jesús tuvo que hacerse pecado, para que nosotros fuésemos justificados a través de la gracia. Eso sucedió el día que Jesús fue bautizado. El bautismo de Juan era para los pecadores y Jesús se bautizó sin ser pecador, Jesús se hizo pasar por pecador para que se cumpliese toda justicia (Mateo 3:5).
Eso es lo que significa que Jesús fue hecho pecado. El día del bautismo Jesús tomó sobre sí los pecados de toda la humanidad para llevarlos a la cruz y condenar allí al pecado.
Aunque Dios tenga tanto amor y misericordia por nosotros, si Jesús no hubiese sido sepultado con todos nuestros pecados y luego resucitado, Dios no podría darnos su gracia porque no se hubiera cumplido la justicia de Dios.
Alguien tenía que pagar por el pecado, eso es la justicia y alguien pagó, la justicia se cumplió.
De igual manera, Dios no nos puede dar su gracia si nosotros no creemos en la obra de Cristo. Tampoco nos la puede conceder si no somos sepultados y resucitados en el bautismo (Romanos6:3-5) con Cristo.
 Así como Jesús debió ser sepultado y resucitado para obtener toda justicia, nosotros debemos serlo con  él a través del bautismo  y por fe, para que la justicia de Dios se cumpla en nosotros y podamos recibir su gracia.

Romanos 5:21 Para que así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.

Note usted que el pecado reina solo, pero la gracia reina por la justicia; la gracia no reina aislada. Debemos entender que Dios no sólo concede gracia sino que también es justo, y no sólo se deleita en salvar al hombre sino también en salvaguardar la salvación de éste con la justicia.
El hecho de que Dios nos concede gracia no significa que Dios sea generoso por perdonar nuestros pecados. Por el contrario, Dios planeó la solución al problema de nuestros pecados y nos concedió la oportunidad de ser salvos por medio de Jesús.
Si interpretamos erróneamente lo que es la gracia y simplemente la consideramos como liberalidad por parte de Dios, entonces la cruz sería innecesaria y carecería de significado.
Ciertamente, sin el amor de Dios no existiría la cruz de Cristo y tampoco existiría si Él sólo tuviera amor sin Su justicia. Dios sabe que pecamos y, por ende, no puede pasar por alto nuestro pecado.

En vista de que nosotros no teníamos posibilidad alguna de solucionar este problema, Su hijo cargó con nuestros pecados en la cruz y resolvió el problema del pecado de una vez y para siempre, esa es la gracia. Espero que hayas comprendido estás grandes verdades. Recuerda, eso es gracia



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