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Antes de emprender un
viaje debemos estar seguros de nuestra posición, es decir, si nuestra posición
es segura, porque si no tenemos puestos los dispositivos de seguridad, ese
viaje podría ser el último y el mínimo descuido podría acabar con nuestras
vidas.
El problema se agrava, cuando
emprendamos el viaje al más allá, todo depende de nuestra posición espiritual. La
pregunta es ¿Cuál es tu posición? ¿Estás
en Cristo o estás en Adán? Si estás en Cristo no hay ninguna condenación
para ti, pero si estás en Adán toda condenación te está esperando al final de
ese viaje.
La palabra de
Dios enseña que no
hay redención, justificación,
santificación ni salvación sino es “en Cristo Jesús”,
no se trata de ser católico o evangélico o de pertenecer a alguna religión, tampoco
de trata de pecar menos que otro, sino de
tu posición.
Debemos entender que Dios no te ve a ti ni a mí de manera individual sino que nos ve a todos en Adán o en Cristo. Para Dios solamente hay dos hombres:
1 Corintios 15:45 Así también
está escrito: Fue hecho el primer
hombre Adán alma viviente;
el postrer Adán, espíritu
vivificante. 15:46 Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. 15:47 El primer hombre
es de la tierra,
terrenal; el segundo
hombre, que es el Señor, es
del cielo.
El primer hombre es Adán y es terrenal. El segundo
hombre es Cristo y es celestial. A
los
ojos de Dios, “toda la
humanidad” es parte de uno de estos
dos hombres, para Él no hay un
tercer hombre.
Ilustremos con un ejemplo para entenderlo. Suponga que usted entra a
un supermercado, allí puede ver una caja que dice “galletas” y otra que dice “confites”. En la caja de galletas no hay confites y en la caja de confites
no hay galletas.
Ahora, si usted abriera
una caja no haría diferencia entre un confite y otro, tampoco
haría diferencia entre una galleta
y otra, todas las ve iguales. Así es como Dios ve las cosas, para él todos los hombres
terrenales son iguales y todos los celestiales también son iguales, Dios no ve las diferencias individuales, para él no
hay nadie más espiritual, lo que Dios ve
es la posición, lo que ve es si estás en la caja
de Adán
o estás en la
caja de Cristo,
Dios establece dos lugares
en el mundo: el lugar de Cristo y el lugar de Adán. Si estás en Adán estás condenado, pero si estás en Cristo,
eres salvo.
Usted no
necesita robar, asesinar, o cometer algún crimen muy serio para ir al infierno, lo que necesita es estar en Adán. Tampoco
necesita ser muy bueno para
ir al cielo, lo que necesita es estar en
Cristo.
Todos los hombres terrenales somos descendientes de Adán, por lo tanto todos estamos en Adán, somos de la familia de Adán y si estamos
en Adán estamos
condenados.
Para salvarnos, necesitamos cambiar de familia, necesitamos ser
de
la familia de Cristo. Existe el concepto
de que todos los hombres somos hijos de Dios, pero ese es un concepto
totalmente equivocado, todos los hombres
somos hijos de Adán y criaturas de Dios.
Juan 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio
potestad de ser hechos
hijos de Dios;
Si todos los hombres fuésemos hijos de Dios, la escritura no diría que todos los que reciben
a Jesús adquieren el derecho
de convertirse en hijos de
Dios. Pero, la escritura no dice que al
creer se convierten en hijos de Dios, lo que dice es que al creer adquieren
el derecho de convertirse en hijos
de Dios.
Efesios 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, que nos bendijo
con toda bendición espiritual en los lugares celestiales
en Cristo,
Si estás en Adán no has recibido
ninguna bendición espiritual, porque todas las bendiciones espirituales nos
han sido en Cristo y entre esas
bendiciones espirituales se encuentra la
salvación.
Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…
¿Para quién no
hay ninguna condenación? Para el que está en Cristo Jesús porque Cristo pagó en la cruz por todos los pecados de los que están en él. En realidad Cristo pagó por los pecados de toda
la humanidad, pero ese perdón se hace efectivo únicamente para los que están en
Cristo.
Si te miras a ti mismo, verás
tu realidad natural, encontrarás celos, ira, envidia, borracheras, lujuria, mal
genio, vanidad, mentira
orgullo y cosas semejantes a estas. Pero si te miras en Cristo, verás
tu realidad espiritual, entonces encontrarás amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza, porque todo lo que Cristo es,
eso eres tú al
estar en él. Es un asunto
de posición.
1 Corintios 1:30 Mas
por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;
En Cristo has
sido hecho sabio, justo, santo y redimido.
No es algo que te mereces ni es algo que te has ganado, es lo que has obtenido al estar en Cristo; esa es la gracia
de Dios.
Efesios 5:31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. 5:32 Grande
es este misterio;
mas yo digo esto respecto
de Cristo y de la iglesia.
El apóstol Pablo compara el
matrimonio con la unión entre Cristo y la iglesia. Cuando te unes a Cristo eres una sola carne con Cristo porque pasas a ser parte de su cuerpo que es la iglesia. Por eso Colosenses 1:18 y dice que Jesús es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, la cual somos todos los que estamos
en Cristo.
Cuando una mujer se
casa, todo lo que es de su marido
pasa a ser también
de ella. De igual manera, cuando nos unimos a Cristo,
todo lo que es de Cristo pasa a ser de nosotros, nos beneficiamos de todo lo que
Cristo es.
Cuando estás unido a Cristo, el amor, la paz, el gozo, la paciencia, la fe, la benignidad, la bondad, la mansedumbre y la templanza
irán fluyendo
de ti. Ese es el
fruto del Espíritu Santo, no es tu fruto.
Estar en Cristo es como estar conectado a una tubería
por medio de la cual recibes agua potable. Estar en Adán es como estar conectado a una cañería
de agua sucia.
Mientras estás en
Adán, estás siempre sucio,
lo que te hace diferente es estar en Cristo;
solamente estando
en Cristo estarás limpio, todo depende de tu posición.
1 Juan 5:11 Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna;
y esta vida está en su Hijo.
Dios nos da vida eterna en Cristo; esa vida no es algo que podemos
obtener a través
de nuestro comportamiento
sino únicamente estando en Cristo.
Romanos 7:22 Porque según el hombre interior, me deleito
en la ley de Dios; 7:23 pero veo otra ley en mis miembros, que
se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo
a la ley del
pecado que
está en mis miembros.7:24
¡Miserable de mí! ¿quién
me librará de este cuerpo de muerte?
El
anterior pasaje nos revela la experiencia de todo aquel que quiere vencer el pecado y la tentación por sí mismo. Termina sintiéndose miserable y bueno
para nada.
Si pudiéramos comprender que ya no hay ninguna
condenación en Cristo y que el vencer el pecado y la tentación
es obra del Espíritu Santo, y no obra del hombre, entonces descansaríamos en Cristo, y dormiríamos como verdaderos bebés. Esa es la manera en la cual expresamos la
salvación de Dios.
Las religiones enseñan que debemos hacer algo para ser salvos, pero Dios no requiere
que hagamos nada para ser salvos,
lo que requiere es que estemos en Cristo.
Efesios 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
Somos salvos por gracia, por medio de la fe, es un regalo de Dios, no por merecimiento, no por obras de justicia, para que nadie se gloríe.
Por otro lado, en Adán, pecar no te demanda
esfuerzo alguno, mientras que no pecar se hace imposible.
Dice Romanos 5:12 que “el pecado entró en el mundo por un hombre” y ese hombre es Adán. Todos los que estamos en Adán hemos heredado
la naturaleza pecaminosa de Adán. De modo que
pecar es algo natural
para nosotros.
Cuando Adán comió del fruto prohibido, Satanás puso el
veneno del pecado en ese fruto.
Adán pecó, así que todos los que están en Adán pecan de manera
natural. Lo hacen sin esfuerzo
alguno, sin premeditación y sin determinación.
Mientras
estemos en Adán pecaremos naturalmente, porque hemos heredado
la naturaleza pecaminosa de Adán y su poder de pecar. Como hemos nacido
de Adán, no es necesario que aprendamos a pecar, porque ya hemos heredado el poder de pecar.
La palabra de Dios dice que el pecado es una ley (Romanos 7:23), en otras palabras
pecamos por ley. Para entenderlo mejor, pongamos
de ejemplo la ley de la gravedad. De acuerdo
con esa ley todo lo que sube tiene que bajar, es decir, todo lo que soltamos cae a tierra.
Usted podría sostener una piedra de 10 kilos en su mano y vencer la ley de la gravedad por un rato. Pero te vas a cansar
y terminarás dejando
caer la piedra, la ley de la gravedad siempre te va a vencer.
De igual manera, podrías
vencer la ley del pecado por un momento, pero al final terminarás pecando, la
ley
del pecado siempre
te vencerá.
La única manera
de
vencer la ley de la gravedad
es con otra ley que haga
que
todo suba. De igual manera,
la única forma de hacer que dejemos
de pecar tan
fácilmente es con otra
ley
que haga que no
pequemos.
Romanos 8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado
de la ley del pecado y de
la
muerte.
Por ello, Dios ha establecido una nueva ley que puede vencer la ley del pecado, esa ley es la ley del Espíritu
de vida en Cristo
Jesús. Note que se dice que la ley del pecado es también
la ley de la muerte ¿Por qué? Porque la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23).
Note también que la ley del Espíritu de Vida trabaja únicamente en Cristo Jesús. Si estás en Adán, la ley del pecado
y de la muerte
opera en ti, pero si estás en Cristo, la ley de Vida
es
la que opera en ti.
Es un asunto de posición.
He aquí, pues, la manera de derrotar la ley del pecado y
de la muerte: Se logra por la ley del Espíritu de vida porque la ley del Espíritu
de vida en Cristo nos libera de la ley del pecado y
de la muerte.
El Señor Jesucristo usa al Espíritu Santo para resistir el poder del pecado.
No es debido a nuestro esfuerzo, sino a que en Cristo la ley del Espíritu de vida nos libera de la ley del pecado y de la muerte.
De esta manera
somos salvos, y también,
somos vencedores.
Todo ha
sido hecho en Cristo. La manera
por medio de la cual Dios nos salva nos llega tan gratuitamente como el acto en el
que Adán nos hizo pecadores.
Romanos 5:17 Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte,
mucho más reinarán
en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
5:18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres,
de la misma manera por la justicia
de uno vino a todos
los
hombres la justificación de vida.
Así como por la transgresión de Adán, a
todos nos llegó la muerte y la condenación; en Cristo nos llegó la justificación y la vida eterna.
En Adán podemos pecar naturalmente y sin esfuerzo alguno. De la misma manera, en Cristo
estamos capacitados para
dejar de pecar sin esforzarnos en absoluto.
Colosenses 2:11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal , en la circuncisión de Cristo; 2:12 sepultados con él en el bautismo, en
el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios
que le levantó de los muertos.
Dice el apóstol Pablo que el bautismo es una
circuncisión espiritual mediante la cual Dios nos libera de esa naturaleza
pecaminosa. Sin bautismo no hay perdón de pecados (Hechos 2:38), no hay liberación de la naturaleza pecaminosa y no
somos trasladados de Adán a Cristo.
2ª Corintios 5:17: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas
nuevas.
Si alguno está en Cristo es una nueva criatura, deja de ser un
hombre terrenal para convertirse en un hombre celestial. Y ese hombre celestial
es un hombre sin pasado. Por eso Hebreos 10:17 dice que Dios nunca se acordará de los pecados
del que está en Cristo,
porque el que está en Cristo
no tiene pasado y
por lo tanto no tiene pecado.
El llegar a
ser una nueva criatura no depende
de cómo te comportes, ni de cómo te dispongas, ni de lo que hagas o no hagas, es
por gracia. La cuestión
final es tu posición ¿Estás en
Cristo o estás en Adán?
Pecar o vencer,
perecer o vivir una nueva vida, no depende de ti, sino de tu posición. La salvación, el perdón,
la justificación, la vida eterna, todo viene de cristo y por medio
de Cristo, nada
viene por medio de nosotros.
En muchas iglesias dicen: “Debes darle muerte a tu orgullo,
debes darle muerte a tu ira, debes esforzarte para darle muerte a esto y a aquello”. Pero esa enseñanza riña con la palabra de Dios porque ya Cristo le dio muerte a todo, por eso Gálatas
2:20 dice que ya no vivimos nosotros sino que Cristo vive en nosotros.
Si tratamos
de
darle muerte a
algo, entonces negamos
la eficacia de la sangre de Cristo, entonces por demás murió Cristo (Gálatas 2:23).
Tenemos una «muerte» que nos saca de Adán. Tenemos también un «nacimiento» que nos lleva a estar en Cristo.
Entre esa muerte
y ese nacimiento tenemos un puente colgante, ese puente es el bautismo.
Recuerda que todo, absolutamente todo es “en Cristo”, nada logramos fuera de él.
Aunque todas las aguas del mundo no
pueden lavar, ni siquiera uno solo de nuestros pecados, las aguas
del bautismo lavan
todos, absolutamente todos nuestros pecados (Hechos 22:16) y que por medio de ellas, salimos de Adán y entramos
en Cristo.
Efesios 2:5 aun estando nosotros muertos en
pecados, nos dio vida juntamente
con Cristo (por gracia sois salvos), 2:6 y juntamente con él nos resucitó, y
asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.
Para los efectos del cielo,
cuando Cristo murió, todos morimos con él, cuando él resucitó todos resucitamos
con él. Cuando Cristo fue sentado en lugares
celestiales, nosotros fuimos sentados juntamente con él. Pero eso se hace realidad en nosotros hasta el
momento en que nos bautizamos.
Recuerda que Dios no te
ve a ti ni a mí de manera individual, nos ve a todos en Cristo. Dios no ve tus
pecados ni tu manera de ser, lo único que ve es tu posición.
Si estás en Cristo has
sido puesto sobre todo principado,
autoridad, poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en
este siglo, sino también en el venidero; y todas las cosas son sometidas bajo tus
pies (Efesios 1:21-22) porque tú
eres parte de Cristo.
Cuando estás en Adán,
estás bajo los pies del diablo, pero cuando estás en Cristo, el diablo y sus ángeles
están bajo tus pies.
Si estás en Cristo el
diablo no puede tocarte, pero si estás en Adán, estás en sus manos. Si estás en
Cristo puedes darle órdenes al diablo en el nombre de Jesús y él deberá
someterse. Si Estás en Adán, el sometido eres tú.
Efesios 1:19 y cuál la supereminente grandeza de su poder para con
nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, 1:20 la
cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en
los lugares celestiales.
Si estás en Cristo, el
poder que levantó a Cristo de entre los muertos está en ti, puedes poner las
manos para que los enfermos sanen, puedes echar fuera demonios y hacer muchos
milagros, no por ti, sino por el poder
que está en ti, ese poder es el Espíritu Santo. Pero, si estás en Adán no
tienes ningún poder.
Estar sentado con Cristo en lugares celestiales
revela tu elevada posición
espiritual. La vida espiritual no empieza con hacer esto o aquello, sino más
bien con el sentarse con Cristo.
Cuando por fe nos vemos sentados en los
lugares celestiales con Cristo, recién entonces se inicia nuestro viaje hacia la madurez espiritual. Si no nos
sentamos y nos aseguremos con los dispositivos espirituales, es como viajar a
ciegas y nuestro viaje será un fracaso.
La gran mayoría de
creyentes están más afanados en hacer esto
o aquello en lugar se sentarse y
tomar su posición espiritual. ¿Cómo avanzar si no nos movemos? El sentido común
dice que debemos esforzarnos, pero eso puede significar dar vueltas a la redonda
sin llegar a ninguna parte, tal y como les sucedió a los hijos de Israel. Ellos
vagaron cuarenta años en el desierto porque no se percataron de su posición espiritual. Confiaban en ellos y no
en Dios, y eso es lo que sucede con la gran mayoría de creyentes.
La victoria del creyente
no se logra con el esfuerzo sino con su
posición, cuando podamos ver “el
consumado es”, solo entonces veremos la victoria.
Efesios dice que Dios nos
ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales, no
nos ha bendecido con una bendición, sino con toda bendición. Sin embargo una
gran mayoría de creyentes en lugar de sentarse y disfrutar de esas
bendiciones, viven orando o esforzándose para recibir lo que ya recibieron,
porque no se han dado cuenta de su posición. Si tan solo se viesen sentados con Cristo, todo sería
diferente. Espero que puedas ver estas verdades para que inicies con toda
seguridad el viaje espiritual que Dios te ha encomendado como Embajador del
Cielo (2 Corintios 5:20).
No habrá vicio que
puedas vencer por ti mismo, toda victoria vendrá cuando veas tu posición en Cristo Jesús. Si te ves
en un espejo natural, verás a un gatito indefenso, pero si te ves en el espejo espiritual
verás un león y ese león es el León de Judá. Amén.
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