Descargar pdf
Todos los días mueren miles de personas con
ataques al corazón, por no soportar la presión que da el diario vivir. La
preocupación por la comida, el vestido y otras cuestiones básicas hacen que el
hombre no tenga paz. Sin embargo, el Señor Jesús dijo que no nos afanáramos por
esas cosas, que tan solo buscáremos el
reino de Dios y su justicia y todas esas cosas serían añadidas (Mateo 6:33). Jesús dijo algo que el
mundo no ha querido ver, que un mundo invisible sostiene, circunda y controla
este mundo visible que conocemos.
Mateo 4:17
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el
reino de los cielos se ha acercado.
Esas fueron las primeras palabras de Jesús al
iniciar su ministerio. Jesús dijo el Reino está aquí y yo he venido a
enseñarles cómo funciona. “Buscar el
reino” es aprender la manera en que
funciona el mismo y ponerlo en práctica.
2 de Reyes
6:15 Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí
el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros.
Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos? 6:16 El le dijo: No
tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.
6:17 Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que
vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte
estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de
Eliseo.
Hay un mundo invisible que rodea al mundo
visible, ese mundo invisible siempre ha estado allí, que no lo veamos no
significa que no exista. En el pasaje anterior podemos ver que había un
ejército visible que tenía sitiada la ciudad y un ejército invisible dispuesto
a actuar contra aquel ejército visible.
Mateo
14:16 Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer.
14:17 Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. 14:18 El
les dijo: Traédmelos acá. 14:19 Entonces mandó a la gente recostarse sobre la
hierba; y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al
cielo, bendijo, y partió y dio los panes a los discípulos, y los discípulos a
la multitud. 14:20 Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de
los pedazos, doce cestas llenas. 14:21 Y los que comieron fueron como cinco mil
hombres, sin contar las mujeres y los niños.
Al igual que el Padre Celestial, Jesús hizo que
las cosas del reino invisible se
hicieran visibles, y él espera que nosotros hagamos lo mismo. Él
dijo: “De cierto, de cierto os digo: El
que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también” (Juan 14:12).
En otra ocasión dijo: “Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte:
Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será
hecho lo que dice, lo que diga le será hecho” (Marcos 11:23).
Quitar montes era un dicho de la época de Jesús
en la que un monte podía ser un problema, una enfermedad o cualquier
circunstancia negativa. Jesús dijo que si
tenemos fe en Dios, que si no
dudamos, lo que digamos será hecho. Así que es hora de hablar.
A diferencia del mundo visible, en el reino
invisible hay abundancia y por
supuesto no hay escasez. Si buscamos
el reino de Dios y su justicia, es posible obtener esa abundancia y decirle no
a la escasez. ¿Cómo ser parte del Reino invisible de Dios para que esos
principios se cumplan en nuestro mundo visible?
Juan 3:1
Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los
judíos. 3:2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido
de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si
no está Dios con él. 3:3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te
digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 3:4
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar
por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 3:5 Respondió Jesús: De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no
puede entrar en el reino de Dios. 3:6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y
lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 3:7 No te maravilles de que te
dije: Os es necesario nacer de nuevo.
Jesús le dijo a Nicodemo que si quería ver el
reino de Dios, es decir, si quería ser parte del reino y gozar de sus bondades
debía nacer de nuevo.
Nicodemo conocía la Ley, era un maestro de la
misma pero eso no le era suficiente para ser parte del Reino; debía nacer de
nuevo. Para ello se requieren dos requisitos básicos: 1) creer en Cristo y 2) bautizarse
(Marcos 16:16).
Usted puede creer en Dios, pero si no cree que
Jesús es el hijo de Dios, no podrá ser parte del reino de los cielos. Y hay que
bautizarse porque en el bautismo somos
sepultados y resucitados con Cristo (Romanos
3:5), es decir morimos y volvemos a nacer. A través de ese nuevo
nacimiento, somos liberados del reino de las tinieblas y trasladados al reino
de Dios (Colosenses 1:13)
Pero el nuevo nacimiento es solo el principio,
no el fin. Así como Cristo murió para
que nosotros vivamos, de la misma manera nosotros morimos en el bautismo para
que otros vivan al recibir de nuestros labios la verdad. Eso es lo que se
conoce como “vivir para Cristo” (2 Corintios 5:15)
Una vez dentro del Reino, para que las cosas
invisibles se hagan visibles se necesita primero conocer la voluntad de Dios.
Eso se logra a través de la oración o
a través de la lectura Bíblica.
La Biblia nos revela la voluntad de Dios de manera general y en la
oración podemos escuchar su voluntad para casos específicos.
Una vez entendidos de la voluntad de Dios, deben
suceder dos cosas para que lo invisible se haba visible: 1) creer y 2) confesar
Marcos
11:23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate
y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo
que dice, lo que diga le será hecho.
Todo lo que esté de acuerdo con la voluntad de
Dios, se llevará a cabo cuando lo creas de verdad, sin la menor duda y lo
confieses, es decir lo digas con tu boca.
Romanos
10:9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu
corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 10:10 Porque con el
corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación
Para nacer de nuevo, ya lo dijimos, lo primero
es creer en que Jesús es el de Dios, que Jesús el Señor y que Dios lo levantó
de los muertos, pero no creerlo con la
mente sino con el corazón, y luego confesarlo.
Ese principio de creer y confesar se aplica para
todo en el reino invisible, creemos y
confesamos las verdades de Dios y las cosas invisibles se hacen visibles.
Pero, si confesamos una verdad, pero no la
creemos de corazón no sucederá nada. Igualmente, si creemos una verdad pero no
la confesamos, tampoco sucederá nada.
Ese fue el mismo método que uso Dios desde la creación: “Dios dijo sea la luz y la luz fue hecha” (Génesis 1:3). Como vemos, la palabra
de Dios tiene el poder de hacer que las cosas invisibles sea hagan visibles.
Si nosotros creemos la palabra de Dios y
la confesamos, lo invisible se hará
visible.
Hebreos
11:1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no
se ve.
Sin fe no se obtiene nada, en el Reino
invisible, la fe gobierna todo.
Jesús dijo que tuviéramos fe en Dios. Sin fe no, no logramos nada. Cuando
creemos en nuestro corazón es porque tenemos fe. Fe quiere decir que tenemos
confianza de recibir lo que esperamos, aunque no lo veamos. Es apoderarse de
las ilusiones para traerlas a la realidad. Esa fe nos viene por el oír la palabra de Dios (Romanos 10:17).
Como vemos, ese reino invisible existe aquí y ahora, y al igual que todo reino
se rige por unas leyes, son las leyes del reino invisible, las
cuales requieren una renovación de nuestro entendimiento (Romanos
12:2) porque toma al revés las ideas comunes y corrientes que tenemos de la
manera en que funcionan las cosas (Isaías
55:8). Veamos las leyes básicas que sostienen el reino invisible.
LA LEY DE
LA RECIPROCIDAD
Lucas 6:38
Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en
vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.
La primera ley dice: “dad y se os dará”, son las palabras que resuelven todos los
problemas económicos. Dar es algo fundamental, son muchas las
personas a las que lo único que les interesa es recibir, son receptores antes
que dadores y por eso viven en escasez.
La ley de la reciprocidad puede traer alivio a los
grandes problemas del mundo. Imagine que los comerciantes pusieran esa ley en
acción, habría intercambio según se necesitara y se desease, y una competencia
saludable. Los extremos de riqueza y pobreza se nivelarían con la simple bondad
y generosidad humanas.
El crimen: el hurto, el robo, el vandalismo, el
tráfico y uso de drogas, el abuso de poder y el terrorismo desaparecerían. Lógicamente que La ley de la reciprocidad no dará resultado
con los avaros aunque sean
creyentes, pero si dará resultado incluso entre los incrédulos, pues Dios
prometió que el que da recibe, y eso es para todos.
2
Corintios 9:6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente;
y el que siembra generosamente, generosamente también segará. 9:7 Cada uno dé
como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama
al dador alegre. 9:8 Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda
gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente,
abundéis para toda buena obra;
Al que da generosamente, Dios le devolverá para
que tenga siempre en todo lo suficiente para que continúe abundando en toda
buena obra, en especial si lo que damos es para el crecimiento de la iglesia y
del reino. Debemos dar para que la
iglesia crezca, no debemos ponerle bozal
al buey que trilla, pues el obrero
es digno de su salario (1 Timoteo
5:18).
La palabra de Dios dice que los anuncian el evangelio, que vivan del evangelio (1 Corintios 9:14), porque su trabajo es
como cualquier otro trabajo. Los que han dejado trabajos para anunciar el
evangelio tienen derecho a una vida digna, a tener una esposa, una familia, una
casa.
Si bien es cierto, hay muchos pastores que se
abusan de esas cosas, nosotros simplemente tenemos que dar y Dios nos dará
porque lo ha prometido, el pastor deberá dar cuenta a Dios de lo que haga con
su dinero.
Mateo 7:12
Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así
también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
La ley de la reciprocidad es la regla de oro en el reino de Dios. El
hombre dice: “no le hagas a otro lo que
no quieres que te hagan a ti”, pero Dios dice: “haced a otro lo que te gustaría que te hicieran a ti”, esa es la
ley y los profetas.
LA LEY DEL
USO
El Señor Jesús pone de manifiesto esta ley en la
parábola de los talentos descrita en Mateo
25:14-30. Allí se relata que el
primer siervo recibió cinco talentos, negoció con ellos, los duplicó. El siervo
de los dos talentos hizo lo mismo. El tercer siervo actuó de manera diferente,
tomó el talento, cavó un hoyo y lo enterró. Tuvo temor de perder el dinero. El
señor regresó y llamó a sus siervos, preguntándoles: ¿Qué hicieron con mi dinero? El primer siervo respondió: tomé los cinco talentos y negocié con ellos,
aquí están los que me diste y cinco más. El señor se agradó.
El segundo siervo dijo: tomé tus dos talentos, compré y vendí, aquí están los dos que me diste
y dos más; el señor se agradó también. Entonces le tocó al tercero y dijo: tuve miedo, y escondí tu talento y aquí
tienes lo que es tuyo. El señor le respondió: “siervo malo y negligente…”
Dios
considera malo al siervo que no hace uso de los talentos que Él le da. La clave no es la
cantidad de dones sino el uso que se le debe dar a los mismos.
Lo asombroso es la conclusión: “Quitadle,
pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le
será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado”
(v 28 y 29).
Esto nos puede parecer injusto pero no lo
es, simplemente es el pago de la negligencia. Si estamos dispuestos a usar lo que
Él nos ha dado tendremos más, si no, lo
hemos de perder todo y seremos echados
a las tinieblas de fuera, donde es el lloro y el crujir de dientes (v 30).
Jesús mostró que a través de un ejercicio
diligente y paciente de los dones que Dios nos otorga, podemos entrar en la
prosperidad y la abundancia del mundo invisible.
Pero, es codicia querer que la abundancia venga
de inmediato. El camino de Dios es de crecimiento y madurez gradual y segura,
que va rumbo a la perfección. El plan de Dios es demos frutos pero sin
fatigarnos, no debemos tener en poco los pequeños comienzos, el crecimiento
vendrá y al poco tiempo la cosecha.
Jesús mismo sufrió la tentación como nosotros;
pasó por esta prueba. Satanás le prometió todo si hacía lo que Él le mandaba.
El Señor le contestó que haría las cosas como Dios manda. La ley de Satanás es esta: “obtenlo
ahora, dinero fácil y rápido, éxito de inmediato”.
En el reino de Dios es la ley del uso, junto con
la ley de dar, la que proporciona una seguridad y prosperidad genuina y
duradera. Lo único que nos falta es oír con entendimiento la Palabra de Dios. “Háganlo a mi manera” dice el Señor.
LA LEY DE
LA PERSEVERANCIA
Mateo 7:7
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 7:8 Porque
todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le
abrirá. 7:9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará
una piedra? 7:10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?
A las dos leyes anteriores se les une la ley de
la perseverancia; nunca debemos de dejar
de pedir, de dejar de buscar ni de dejar de llamar. Si una puerta se cierra,
otras se abrirán.
Las bendiciones de Dios las recibiremos al esforzarnos; Dios concede
paulatinamente las cosas buenas a aquellos que luchan. Si nos caemos, debemos
levantarnos para seguir caminando. Abraham
Lincoln dijo que el único que no se cae es el que no camina. Pero el que
camina se cae, pero se levanta y sigue caminando.
Recuerda que
Jacob luchó toda la noche con el ángel de Dios, antes de convertirse en
Israel y que Abraham esperó muchos años para recibir al hijo de la promesa.
Recuerda también que hay un adversario que se
llama Satanás y una de sus tácticas
preferidas es la de propagar el desánimo
y la depresión.
No escuches a Satanás, ignóralo y permanece
firme en la fe, cuando eso hagas, Dios no permitirá que te venzan las pruebas,
sino que te dará la victoria.
LA LEY DE
LA RESPONSABILIDAD
Lucas
12:47 Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni
hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 12:48 Mas el que sin
conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a
quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya
confiado, más se le pedirá.
Aparejado a las leyes anteriores hay una ley
más, esa ley es la ley de la responsabilidad. El haber sido escogido por Dios
tiene una responsabilidad que aumentará a medida día con día. Está muy mal no
estar dispuestos a aceptar la responsabilidad que esto implica.
2
Corintios 5:20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios
rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con
Dios.
Como embajadores del Reino de Dios tenemos una
responsabilidad que cumplir y un día
seremos llamados a cuentas. Dios quiere
que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4) ¿Y cómo van a llegar a
ese conocimiento si no hay quien les lleve el evangelio? Depende de nosotros.
Los líderes de la Iglesia, en especial, deben
asegurarse de reaccionar con seriedad ante la responsabilidad que se les ha
concedido y enseñar la verdad. Muchos pastores se han dedicado a dar palabras
de aliento a los fieles, a entretenerlos con historias y no profundizan en la
enseñanza de la palabra de Dios. Ya darán cuentas.
A quien
mucha luz se le ha dado mucho se le demandará. La bendición trae responsabilidad. Si
todos cumpliésemos con nuestra cuota de responsabilidad, ganaríamos el mundo completo
para Dios.
LA LEY DE
LA GRANDEZA
Lucas 2:24
Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor. 22:25
Pero él les dijo: Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que
sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; 22:26 mas no así
vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige,
como el que sirve. 22:27 Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o
el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros
como el que sirve.
Todo el mundo desea ser jefe, todos desean tener
más prestigio y poder que los demás, esa es la ley de la grandeza de los
hombres. Los mismos apóstoles se peleaban porque todos querían ser el número
uno entre ellos, entonces Jesús les dijo: Sea
mayor entre vosotros el más joven.
Como vemos la ley de la grandeza opera al revés en el reino invisible. El grande
en el reino no es el que es servido, sino el
que sirve.
En otra ocasión le preguntaron a Jesús: “¿Quién es el mayor en el reino de los
cielos? y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: de cierto
os digo que no os volvéis y hacéis como niños no entraréis en el reino de los
cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en
el reino de los cielos” (Mateo
18:2-4).
La respuesta de Jesús fue muy distinta a la que los apóstoles esperaban.
El mayor en el reino es el que se hace como un niño ¿Por qué? Porque los niños confían en sus padres, todos los
niños tienen una fe increíble en sus padres; no se preocupan por el alimento,
el vestido o el techo. La confianza absoluta
en la provisión y el amparo de Dios es el primer paso hacia la grandeza. Dios quiere que así sea con nosotros.
En cuanto a dejarse
enseñar, ellos escuchan, tienen un apetito voraz de aprender. El Creador
desea y se complace en tal actitud. Los niños están deseosos de aprender, sus
mentes están abiertas y ese es un paso
hacia la grandeza. Hay personas que tienen años de ser creyentes y no se
saben ni un versículo de la Biblia, no están interesados en aprender.
Luego, los niños son humildes, ellos no tienen ni una pizca de orgullo, por el
contrario, ello se humillan. Al niño no le importa pedir perdón, tampoco le
importa que su padre sea un príncipe o un lo ama. Los niños no llevan máscaras,
son inocentes, transparentes y genuinos.
Sea usted como ellos e irá en camino a la grandeza.
El secreto de la grandeza es el servicio ¿Quieres ser grande en el reino de los cielos?
Entonces sirve a los demás. Aunque eso parece humillante, ante Dios te
convierte en un grande. Recuerda que Jesús dijo: Porque el que se enaltece será
humillado, y el que se humilla será enaltecido (Mateo 23:12)
LA LEY DE
LA UNIDAD
A todas las leyes anteriores, se le une una ley
en especial, es la ley de la unidad. Dios creó al hombre pero vio que no era
bueno que estuviera solo, entonces formó a la mujer de una de sus costillas y
se la trajo a él para que fuera su ayuda idónea. Entonces sí dijo que todo era bueno.
Eclesiastés
4:9-10 Mejores
son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el
uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá
segundo que lo levante.
Este principio de unidad se repite en toda la
Biblia. Jesús mismo se hizo acompañar de doce apóstoles en su ministerio. Si
uno se cae el otro lo levante, pero qué sucede si estamos solos, no habrá quien
nos levante. Dos se calientan entre sí, se dan ideas, se ayudan, Dios no quiere
creyentes en soledad porque son infructíferos.
Mateo
18:20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos.
Jesús va a estar en la congregación, no en los
lobos solitarios, la iglesia no la compone una persona sino un grupo de
personas. Nadie puede ir a la guerra solo, necesita a alguien más, y por
supuesto a Dios.
Mateo 18:19
Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra
acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en
los cielos.
Dios no va a atar o desatar lo que le pidas de
manera individual, el atará y desatará únicamente lo que le pida la iglesia,
esa es la ley de la unidad. La unión
produce la fuerza, la desunión produce la debilidad. Si bien es cierto, hay
diversidad en las personas, nadie es igual a otro, lo importante es unirse en
un mismo propósito como lo hicieron los apóstoles de Cristo.
LA LEY DE
LOS MILAGROS
Marcos
16:17 Y estas señales seguirán a los que creen:
En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las
manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los
enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
Los milagros no se acabaron con Jesús, los que creen harán señales dijo Jesús.
Juan 14:12
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las
hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.
Jesús dijo que el que cree puede hacer las obras
que él hizo y aún mayores, porque él fue al Padre y el Padre nos envió al
Espíritu Santo en su lugar. La ley de los milagros sigue vigente.
Jesús calmó una tempestad, hablándole; levantó
tres muertos, hablándoles; echó fuera demonios, hablándoles. Los milagros se
suceden cuando hablamos la palabra de Dios, es hora de hablar.
Si nosotros viviéramos a través de la fe en el
reino invisible, veríamos muchos milagros. Dios quiere que cada uno de nosotros
penetre en el mundo invisible y permita que Él haga milagros a través de
nosotros en el mundo visible. Él lo hará sin las limitaciones del tiempo o las
circunstancias. Él espera que practiquemos los principios que Él mismo ha
establecido en las Escrituras.
LA LEY DEL
DOMINIO
Génesis
1:26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las
bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
Si alguna vez te has preguntado Cuál es el
propósito de tu creación, la respuesta la encuentras en el Génesis. Allí dice:
“señoree”. Dios quiere que el hombre señoree sobre la creación, en especial
sobre el animal que se arrastra sobre la tierra, la serpiente antigua que se
llama diablo y satanás, el cual roba, mata y destruye (Juan 10:10).
Muchos culpan a Dios de las cosas negativas que
suceden sobre el planeta, pero Dios no tiene la culpa, la culpa la tiene el
hombre que le dio el dominio sobre el mundo visible al diablo (Lucas 4:6).
Jesús vino a la tierra a poner las cosas en
orden, le quitó ese dominio al diablo para dárselo de regreso al hombre. Jesús, como hombre, fue puesto sobre todo
principado, poder y autoridad, y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo
dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia (Efesios 1:21-22). Jesús le dio ese poder, autoridad y señorío a la
iglesia, es responsabilidad de la iglesia tener el dominio sobre la creación,
sometiendo a Satanás y a sus ángeles.
La intención de Dios fue que su mundo fuera
gobernado por aquellos que son gobernados por Dios. El Señor nos considera
colaboradores con Él en el desarrollo y operación de su reino. A los cristianos
Dios les ha confiado el mensaje de reconciliación y para llevarlo Dios tuvo que
darles autoridad. Lucas 9:1-2
muestra que en la mente del Señor la autoridad iba mano a mano con la
proclamación del reino. Así que al darles tal autoridad a sus seguidores, Jesús
en efecto les decía: “restituyo la
autoridad sobre quien se la robó en el huerto. Pueden reafirmar su dominio”.
Satanás, aunque derrotado, está
vivo y su principal arma es el engaño. Si nos dejamos engañar jamás
usaremos el domino que se nos ha dado y jamás venceremos las crisis del mundo.
Satanás ha hecho que los cristianos se sientan avergonzados de ser cristianos. Un sinnúmero de cristianos han
tenido miedo de llevar una Biblia por la calle. Se ponen nerviosos al pensar
que serán sorprendidos en oración. Y en cuanto a la autoridad, ya sea sobre
Satanás o sobre el orden natural, su timidez es asombrosa.
La ley del dominio también depende de la palabra hablada. Tenemos que tomar
autoridad expresándola. No debemos de discutir con Satanás, sencillamente debemos
reprenderlo en el nombre de Jesús y ordenarle someterse. El arma es la Palabra de Dios, la cual fue descrita por Pablo como
la “espada del Espíritu”.
Simplemente debemos proclamar la autoridad que Dios nos ha dado.
LA LEY DE
LA FIDELIDAD
2
Corintios 1:20 porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén,
por medio de nosotros, para la gloria de Dios.
Este versículo nos muestra la ley de la
fidelidad del reino invisible. Dios, sobre todas la cosas permanece fiel a sus
promesas. Él no se puede desdecir, Él no puede faltar a lo que promete, porque Dios
no es hijo de hombre para que mienta. La fidelidad es una ley del reino
invisible y tú te puedes aferrar a ella, a sabiendas de que Dios siempre
cumplirá sus promesas.
Pero esa fidelidad debe ser recíproca. Dios
promete lo que ofrece, pero tú debes ser fiel, la ley de la reciprocidad, del
uso y de la responsabilidad va junto con la ley de la fidelidad.
2
Corintios 4:2 ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno de
ellos sea hallado fiel.
Dios toma muy en serio lo de ser fieles en los
encargos que se nos den y que brillemos en ellos. Hay personas que esperan milagros, pero no
dan, tampoco usan sus dones, y son irresponsables en el ministerio de la
reconciliación ¿Cómo esperan recibir cosas de Dios?
La aplicación de la ley de la fidelidad abre
puertas que jamás pensamos que se pudieran abrir: “y su señor le dijo: bien, buen
siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el
gozo de tu señor (Mateo 25:23).”
Son innumerables los testimonios de personas que
empezaron desde muy abajo con un simple encargo en una empresa y al final
llegaron a ser los dueños de la empresa, simplemente por la fidelidad
demostrada. Esta ley es invariable, no cambia y es una herramienta del reino
para poder lograr el cambio que el mundo necesita. Dios quiere rodearse de
hombres y mujeres fieles que cumplan con sus responsabilidades para con Dios y
los hombres.
LA LEY DEL
CAMBIO
Isaías 5:8
Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis
caminos, dijo Jehová. 55:9 Como son más altos los cielos que la tierra, así son
mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros
pensamientos. 55:10 Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y
no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da
semilla al que siembra, y pan al que come,
Todas las leyes anteriores se resumen en una
sola: la ley del cambio. Dios ha dicho que necesitamos renovar nuestro entendimiento, ya la mencionamos, si no lo
renovamos, las leyes del reino invisible no se cumplirán.
El mundo
cree tener la verdad, a lo bueno le llama malo y a lo malo le llama bueno, esto es así porque los
pensamientos del hombre no son los pensamientos de Dios. Debemos aprender a
pensar como Dios, esa es la ley del
cambio.
Jesús estableció a sus discípulos para
enseñarles, guiarlos, instruirlos y no para que cada uno de ellos hiciera lo
que quisiera. Hoy en día esto no sucede, cada pastor enseña lo que piensa, por
eso hay tantas denominaciones. Si cada uno de ellos se sujetara a la palabra de
Dios, no habrían tantas denominaciones, sino una sola iglesia: la iglesia de
Cristo.
2
Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí,
sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
En el reino invisible dejamos de hacer nuestra
voluntad para hacer la voluntad de aquel que murió por nosotros. Eso requiere
un cambio, por eso la escritura más adelante dice:
2
Corintios 5:17
De modo que si alguno está en Cristo,
nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Dios nos convierte en nuevas criaturas con el
objetivo de que todo sea nuevo, no que todo siga igual, las cosas viejas
pasaron y todas son hechas nuevas, no obstante millones de creyentes siguen
viviendo como en el pasado, haciendo su voluntad y viviendo su vieja vida. Unos
versículos más abajo dice:
2
Corintios 5:19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la
palabra de la reconciliación. 5:20 Así que, somos embajadores en nombre de
Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de
Cristo: Reconciliaos con Dios.
Aquí está la razón por la cual Dios nos
convierte en nuevas criaturas, para que cumplamos con nuestra responsabilidad
como embajadores del Reino. Dios no te convierte en nueva criatura para que
sigas con tu vida, él ha establecido prioridades, está rogándote que cumplas
con tu responsabilidad para que la ley del cambio se cumpla.
Hay un reino invisible que gobierna el reino
visible, ese reino es el Reino de Dios, ¡No lo olvides nunca!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario