viernes, 26 de mayo de 2017

ACEPTAR A CRISTO ¿MITO O REALIDAD?

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Si quieres ser salvo debes aceptar a Cristo” ¿Ya aceptaste a Cristo? Es posible que hayas escuchado estas frase muchas veces ¿Será cierto que al aceptar a Cristo somos salvos? ¿Mito o realidad?
Lo contrario de aceptar a Cristo es negarlo o rechazarlo ¿Y qué es negar a Cristo?  Negar a Cristo es  negar que Jesús es el Mesías que vino a morir por los pecados de la humanidad.
Rechazar a Cristo, es rechazarlo como el único salvador, por eso el apóstol Juan dice que el que niega que Jesús es el Cristo es un mentiroso y  la vez es un anticristo (1 Juan 2:22, 2 Juan 7).
El punto es, que en la mayoría de las denominaciones evangélicas enseñan que debemos aceptar a Cristo para ser perdonados de todos los pecados y alcanzar la vida eterna y para ello te invitan a hacer una oración basada en Romanos 10:9-10 que dice literalmente:

Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
10:10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Cuando alguien hace  la oración, entonces lo felicitan  y le dicen que Jesús en la persona del Espíritu Santo vino a morar a su corazón ¿Será cierto? ¿Verdad o mito?
Si bien es cierto que negar que Jesús es el Cristo, es un impedimento para alcanzar la salvación, aceptar que lo es, no nos da la salvación, es tan solo un paso hacia la salvación.
Debo recordarles que el salmo 119:160 dice que “la suma de la palabra de Dios es la verdad” ¿Qué quiere decir eso? Que debemos sumar varios versiculos para encontrar la verdad. He dicho muchas veces que la palabra de Dios es como un rompecabezas. La pieza de un rompecabezas no es la figura, debes unir todas las piezas para poder armar la figura.
Así es la palabra de Dios, es como un rompecabezas, debes unir varias piezas para poder ver la verdad.  Confesar que Jesús es el Señor y creer que Dios lo levantó de los muertos es solamente una pieza del rompecabezas.
En otras iglesias no hablan de aceptar a  Cristo, sino de recibir a Cristo, pero,  es lo mismo pero con otras palabras. Sin embargo, usted se puede leer todo el libro de los Hechos y no encontrará que los apóstoles hablaran en algún momento de aceptar o de recibir a Cristo como una fórmula para la salvación porque con esa fórmula no se alcanza la salvación.
En realidad, usted no encontrará ni a un solo católico ni a un solo evangélico que no crea y que no confiese que Jesús es el Señor. Pregúntele a cualquier católico si cree que Jesús es el Cristo y la respuesta será “”. Haga lo mismo con algún evangélico y la respuesta será la misma.
No necesitan aceptar a Cristo porque ya lo hicieron en su corazón.
Si los católicos o los evangélicos no creyeran en Cristo, no serían cristianos, porque cristianos son todos aquellos que creen que Jesús es el Cristo. Y el hecho de que crean que Jesús es el Cristo no significa que sean salvos, si fuera así, todos los evangélicos y todos los católicos serían salvos, pero no lo son. Para que una persona sea salva no necesita solamente creer y confesar a Cristo, eso es un engaño del diablo, necesita algo más:

Juan 3:1 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. 3:2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.

Usted puede leer aquí que Nicodemo, un fariseo creyó que Jesús era el hijo de Dios y lo confesó publicamente. Pero eso no era suficiente para entrar al reino de Dios, sigamos la conversación para enterarnos:

Respondió Jesús y le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Nicodemo le dijo: “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” Respondió Jesús: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo”.  Respondió Nicodemo y le dijo: “¿Cómo puede hacerse esto?”  Respondió Jesús y le dijo: “¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?” (Juan 3:3-9).

La respuesta de Jesús para Nicodemo: “¿Eres tu maestro de Isrtael y no sabes esto?”, se hace extensiva para todos aquellos  “maestros de la Biblia” que  enseñan que únicamente hay que aceptar a Cristo para ser salvos
Como usted lo puede leer, Jesús le dijo clara y repetidamente al fariseo Nicodemo, que si quería ser salvo y entrar al Reino de Dios debía nacer de nuevo y que ese nuevo nacimiento era a través  1)  del agua y 2) del Espíritu Santo ¿Y qué significa eso de nacer del agua y del Espíritu? Jesús nos da una luz:

Marcos 16:15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura 16:16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

Estás fueron las últimas palabras de Jesús antes de ascender a los cielos. Él les dijo a los apóstoles que predicaran el evangelio, que el que creyere y fuere bautizado sería salvo, el que no creyere estaría condenado.
Jesús no dijo que el que creyere sería salvo, eso sería enseñar la mitad de la verdad, lo que Jesús dijo fue que había que  creer y bautizarse para ser salvo, enseñando la verdad completa.
Romanos 10 dice que hay  que creer y confesar a Cristo, mientras que Marcos 16,dice que hay que creer y  bautizarse, o sea que a “creer” hay que sumarle “bautizarse”.  Romanos 10 es una pieza del rompecabezas y Marcos 16 es otra pieza del mismo.
La palabra bautismo viene del griego baptism que significa sepultura. Si relacionamos lo que dijo Jesús acerca de nacer de nuevo, comprendemos que para nacer de nuevo debemos bautizarnos, es decir, debemos ser sepultados para morir en el agua y volver a nacer del agua. Nacer del agua es nacer del agua del bautismo. El bautismo está siempre relacionado con el agua, no hay bautismos en seco. El apóstol Pablo lo explica de la siguiente manera:

Romanos 6:3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. 6:5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;

Pablo dice que tenemos que ser sepultados y resucitos con Cristo en el bautismo: así se nace nuevo. Entienda que para obtener nuestra redención, nuestro Señor Jesús tuvo que ser  crucificado, muerto, sepultado y resucitado de entre los muertos. Fue un proceso de muerte y resurrección, sin el cual no se hubiera efectuado la redención.
Pues bien, todos los creyentes debemos pasar por el mismo proceso de muerte y resurrección. Ese proceso  se da cuando somos bautizados y no cuando creemos.
Es en el bautismo, para los efectos del cielo, que  somos somos sepultados y resucitados con Cristo para andar en nueva vida. El bautismo significa muerte pero también significa resurrección.
Debemos entender que todos somos hijos de Adán, si queremos ir al cielo al morir, debemos convertirnos en hijos de Dios.
Cuando nos sumergimos en las aguas del bautismo, allí ahogamos y sepultamos al hijo de Adán. Luego, el emerger de las aguas, ya no emerge el hijo de Adán, sino que emerge un hijo de Dios, una nueva criatura en Cristo (2 Corintios 5:17).
Romanos 6:7 dice que el que ha muerto ha sido justificado del pecado. ¿Cómo se muere? En el Bautismo. Esto nos dice de manera irrefutable que el que se ha bautizado ha sido justificado, no así el que no lo ha hecho.
Jesús dijo que lo que es nacido de la carne, carne es y lo que es nacido del Espíritu (Santo), espíritu es.  O sea que usted y yo tuvimos un nacimiento en la carne cuando fuimos engendrados por nuestra madre eterrenal. Y tenemos un nacimiento en el espíritu cuando somos engendrados por el Espíritu Santo  ¿Cuándo sucede eso? En el bautismo, allí nacemos del agua porque es en el agua que somos engendrados y nacemos del Espíritu porque somos engendrados por el Espíritu Santo en esa agua.

Juan 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 1:13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Mira lo que dice aquí, dice que a los que lo recibieron, es decir a los que creyeron en que Jesús es el Cristo, se les dio el derecho de convertirse en hijos de Dios. No dice que al creer se convierten en hijos de Dios, sino que adquieren el derecho de convertirse en sus hijos, adquieren el derecho de  llegar a ser engendrados por Dios.
Lo que eso significa es que el Espíritu Santo nos embaraza como lo hizo con María. La diferencia es que no deposita al Jesús de carne y hueso  en nuestro vientre como lo hizo con María, sino que deposita al Jesús espíritu en nuestro espíritu.

1 Juan 5:11 Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. 5:12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

La vida eterna no la adquirimos al creer en Cristo, la adquirimos en el momento en que somos engendrados por el Espíritu Santo en el bautismo. La vida eterna está en Cristo, el que tiene a Cristo tiene la vida eterna, el que no tiene a Cristo no tiene la vida eterna, así de sencillo.

Hechos 2:36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. 2:37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? 2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese  cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. 2:39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

El apóstol Pedro nunca había predicado, pero el día de Pentecostés fue lleno del Espíritu Santo y lo hizo por primera vez. En esa predica, acusó a los judíos de crucificar al Mesías. Los judíos creyeron y compungidos le preguntaron ¿qué hacer para ser salvos? Pedro les dijo, arrepiéntanse y bautícense para que reciban el perdón de pecados al Espíritu Santo.
El apóstol Pedro ratificó las palabras de Jesús en el sentido que debían bautizarse para ser salvos. No bastaba creer, y además dejó claro que el bautismo era para recibir a Cristo en la persona del Espíritu Santo.

Hechos 2:41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.

Como consecuencia de la enseñanza completa acerca de la salvación que hiciera Pedro el día de Pentecostés, 3.000 personas se bautizaron, obtuvieron la vida eterna y fueron añadidas al reino de Dios.
Jesús había dicho: “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”. (Juan 14:20), en otras palabras: “cuando reciban el Espíritu, me reciben a mí”.
 “El que tiene al Hijo de Dios tiene la vida” y el Hijo se recibe cuando nos bautizamos, no cuando creemos.
En el capítulo 8 del libro de Hechos versos 26 a 40 se cuenta la historia de un etíope eunuco que venía leyendo el libro de Isaías en el capítulo 53, pero no entendía de quién hablaba ese capítulo. Entonces el Espíritu Santo envío a Felipe para que le predicara. Felipe le dijo que Isaías hablaba de Jesucristo, entonces le enseñó el evangelio y dijo que debía creer y bautizarse para poder ser salvo. El resultado de la enseñanza fue el siguiente:

Hechos 8:36 Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? 8:37 Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. 8:38 Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.

Cuando pasaron por un lugar donde había agua, posiblemente un río, el eunuco le pregunto a Felipe qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. El eunuco dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. En ese momento confesó a Cristo, entonces Felipe lo bautizó para que se completara su  salvación. El eunuco debió creer con el corazón  y confesar  que Jesús fue levantado de los muertos, como un requisito previo para ser bautizado. Al hacerlo, fue  engendrado por el Espíritu Santo, obteniendo de esa manera la vida eterna.
Felipe no le enseñó una media verdad al eunuco, como lo hacen la mayoría de pastores actuales,  no le dijo que sería salvo al aceptar a Cristo, sino que sería salvo al creer y bautizarse, de allí la premura del eunuco en ser bautizado. Si el eunuco no se hubiera bautizado, entonces no hubiera sido perdonado de sus pecados ni hubiera recibido la vida divina.
¿Ha creído en Cristo y ha confesado públicamente que Él es el Señor y te has bautizado? De ser así, usted es realmente salvo; Si Dios lo dice es un hecho establecido. Pero si solo tienes una media verdad, esa media verdad es una mentira en cuando a tu salvación.
El que tiene al Hijo de Dios tiene la vida eterna, el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Así de simple. Si usted tiene al Hijo de Dios, tiene vida eterna y es salvo, si no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida eterna y no es  salvo e irá al infierno al morir. ¿Cómo tener al Hijo? Al creer y bautizarse. Aquí es en donde las religiones o denominaciones evangélicas han distorsionado la verdad, utilizando versículos aislados para dar una respuesta inexacta.

¿QUÉ DEL LADRON PERDONADO EN LA CRUZ?

El argumento más corriente que usa el enemigo, para decir que no necesitamos bautizarnos para ser salvos, es que el ladrón perdonado por Jesús en la cruz no necesitó bautizarse.
La respuesta a esto es que existen dos Pactos. Uno antes de la resurrección de Cristo, que es el Viejo Pacto o la ley. Este pacto era para los judíos.

Génesis 17:10 Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. 17:11 Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. 17:12 Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje.
Los judíos debían ser circuncidados a los ocho días de nacidos para ser parte del pueblo de Dios. Era una exigencia del viejo pacto. El ladrón era judío y por lo tanto debió ser circuncidado a los 8 días de nacido.
El nuevo pacto da inicio después de la resurrección de Cristo,  es el Pacto que Jesús selló en la última cena (Mateo 28:26). Este Nuevo Pacto no es para los judíos sino para todos los creyentes. El nuevo Pacto no tiene Ley sino que se rige por la gracia y este nuevo pacto no exige que nos circuncidemos, sino que nos bauticemos.

Colosenses 2:11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; 2:12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. 2:13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados.

Los judíos eran circuncidados para ser parte del pueblo de Dios, nosotros no somos circuncidados sino bautizados. La circuncisión es un despojo de la carne.
El bautismo es una circuncisión espiritual, mediante la cual y para los efectos de Dios, nos despojamos del cuerpo pecaminoso carnal, nos explica el apóstol Pablo.
Si no te circuncidas a través del bautismo, no has sido perdonado de tus pecados y no tienes al Hijo ni la vida eterna porque no te has despojado del cuerpo pecaminoso  carnal.
El ladrón perdonado en la cruz no necesitaba ser bautizado pues estaba  bajo el viejo pacto y lo que necesita era estar circuncidado y de hecho lo estaba porque era judío.
Cuando muchos creyentes católicos escuchan este mensaje de salvación, se alegran y dicen que son salvos porque fueron bautizados de niños. No quiero ser aguafiestas, pero debo decirles que no lo son. El bautismo a infantes no tiene ninguna validez.
Jesús dijo: “el que creyere y se bautizare será salvo”. Primero debemos creer y luego ser sepultados en el bautismo, no al revés. Hay miles de personas que fueron bautizados de niños y actualmemte no creen en Cristo, Su bautismo no los salvó porque tampoco creyeron nada cuando fueron bautizados.
Debemos primero creer en el evangelio de Cristo. Ese es algo que tiene que suceder primero, antes de ser bautizado y eso no sucede con los niños. La iglesia católica bautiza los infantes porque dice que si mueren sin bautizar van al infierno porque vienen con el pecado de sus padres. Pero eso no es cierto, los niños no tienen pecado:

Ezequiel 18:20 El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.

Vea usted que la palabra de Dios dice que el alma que pecare, esa llevará el castigo, el hijo no llevará el castigo por los pecados del padre ni el padre los pecados del hijo. Que los niños carguen con los pecados de sus padres, eso es otro mito, no es una realidad.
El asunto del bautismo es redundante una y otra vez en la palabra de Dios. En todas las conversiones que se mencionan en el libro de los Hechos, se habla claramente que el que creía, se bautizaba inmediatamente, porque esa era la verdad absoluta de Dios que enseñó Jesús. Es en ese momento que se da el nuevo nacimiento.

CONCLUSIÓN

Al aceptar a Cristo somos salvos ¿Mito o realidad? Solamente hay una respuesta: es un mito. Nadie se salva por aceptar a Cristo, además de creer en Cristo se necesita el bautismo para que el proceso de salvación se complete.
Recuerda que al igual que Cristo, debemos ser sepultados y resucitados a través del bautismo, para que la salvación se cumpla en nosotros, no te dejes engañar.   
Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre (Hechos 22:16).








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