lunes, 15 de mayo de 2017

LA CONSAGRACION

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Cuando mencionamos la palabra consagración, muchos la relacionan con apartarse del mundo como hacen los monjes, o con déjalo todo para ir a predicar. Pero nada de eso consagración, la consagración es un proceso de muerte en vida.

Romanos 12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional

El apóstol Pablo explica que la consagración consiste en poner nuestros cuerpos en sacrificio vivo sobre el altar para que Dios haga uso de ellos. Para entenderlo mejor, vayamos al libro de Levítico en donde se habla de lo que era la consagración en el viejo testamento y eso nos hará entender lo que es la consagración hoy.

Levítico 8:14 Luego hizo traer el becerro de la expiación, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del becerro de la expiación, 8:15 y lo degolló; y Moisés tomó la sangre, y puso con su dedo sobre los cuernos del altar alrededor, y purificó el altar; y echó la demás sangre al pie del altar, y lo santificó para reconciliar sobre él.

En el viejo testamento, para la consagración se necesitaba un becerro, dos carneros y un pan sin levadura. La consagración se iniciaba sacrificando al primer becerro como una ofrenda por el pecado del sacerdote y del pueblo.

Hebreos 9:12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.

En el nuevo testamento, el Señor Jesús se ofrendó así mismo, tomando el lugar de aquel primer becerro. Es así como su preciosa sangre nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7) y nos otorga eterna redención.

Levítico 8:18 Después hizo que trajeran el carnero del holocausto, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero; 8:19 y lo degolló; y roció Moisés la sangre sobre el altar alrededor, 8:20 y cortó el carnero en trozos; y Moisés hizo arder la cabeza, y los trozos, y la grosura. 8:21 Lavó luego con agua los intestinos y las piernas, y quemó Moisés todo el carnero sobre el altar; holocausto de olor grato, ofrenda encendida para Jehová, como Jehová lo había mandado a Moisés.

Lo que seguidamente se hacía en el viejo testamento era sacrificar uno de los carneros como holocausto de aceptación. El becerro era para el perdón y el  carnero para poder ingresar al lugar santísimo, la ofrenda del carnero hacía que Dios permitiera la entrada y aceptara el primer sacrificio.

Hebreos 10:19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, 10:20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne.

En el nuevo testamento, Jesús también tomó el lugar de ese carnero y nos abrió el camino para entrar al lugar santísimo por su sangre y su carne. El becerro nos lleva al perdón, mientras que el primer carnero, nos abre las puertas al lugar santísimo. 

Levítico 8:22 Después hizo que trajeran el otro carnero, el carnero de las consagraciones, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero. 8:23 Y lo degolló; y tomó Moisés de la sangre, y la puso sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el dedo pulgar de su mano derecha, y sobre el dedo pulgar de su pie derecho.

En el viejo testamento, después de que el primer carnero era inmolado, se sacrificaba el otro carnero. Luego, se untaba la sangre sobre el lóbulo de la oreja derecha, sobre el pulgar de la mano derecha y sobre el dedo pulgar del pie derecho de Aarón y sus hijos, lo cual significa que la sangre sacrificada era aplicada en sus vidas para servirle al Señor: “Van a escuchar a Dios, van a trabajar con sus manos para él  y caminarán donde Dios les diga que caminen”. Eso era lo que significaba el untar la sangre.

1 Pedro 1:2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.

En el Nuevo Testamento el señor Jesús también vino a ocupar el lugar de ese segundo carnero para rociarnos con su sangre. Esto se hace realidad cuando somos bautizados en Cristo, porque cuando somos bautizados en Cristo, de Cristo somos revestidos (Gálatas 3:27), es decir, somos cubiertos con la sangre del segundo carnero, que también simboliza al Señor Jesús.
Somos untados con esa sangre en los lóbulos de nuestras orejas,  en el pulgar  de nuestra mano derecha y en el pulgar  de nuestro pie derecho, para que seamos los oídos, los pies y las manos del maestro.

Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Las palabras de Pablo resumen lo que es la consagración:Ya no vivo yo más vive Cristo en mí”, quiere decir “he renunciado a mi vida para que Cristo la viva por mí, mis oídos son ahora de Cristo, mis manos pasaron a ser sus manos y lo mismo sucedió con mis pies, lo que vivo por mí, lo vive en la fe del hijo de Dios”, es decir vivo por fe y no por vista.

Levítico 8:25 Después tomó la grosura, la cola, toda la grosura que estaba sobre los intestinos, la grosura del hígado, los dos riñones y la grosura de ellos, y la espaldilla derecha. 8:26 Y del canastillo de los panes sin levadura, que estaba delante de Jehová, tomó una torta sin levadura, y una torta de pan de aceite, y una hojaldre, y lo puso con la grosura y con la espaldilla derecha.8:27 Y lo puso todo en las manos de Aarón, y en las manos de sus hijos, e hizo mecerlo como ofrenda mecida delante de Jehová. 8:28 Después tomó aquellas cosas Moisés de las manos de ellos, y las hizo arder en el altar sobre el holocausto; eran las consagraciones en olor grato, ofrenda encendida a Jehová. 8:29 Y tomó Moisés el pecho, y lo meció, ofrenda mecida delante de Jehová; del carnero de las consagraciones aquella fue la parte de Moisés, como Jehová lo había mandado a Moisés. 8:30 Luego tomó Moisés del aceite de la unción, y de la sangre que estaba sobre el altar, y roció sobre Aarón, y sobre sus vestiduras, sobre sus hijos, y sobre las vestiduras de sus hijos con él; y santificó a Aarón y sus vestiduras, y a sus hijos y las vestiduras de sus hijos con él.

Por último, en el Viejo testamento, después de que se rociaba la sangre, se presentaba la ofrenda mecida. Debemos recordar que el segundo carnero había sido sacrificado y su sangre había sido untada en los sacerdotes, eso los hacía aptos para servir, sin embargo, la verdadera consagración viene después de todo eso.
Después de que el segundo carnero era sacrificado y su sangre era rociada, se sacaban la grosura y la espaldilla derecha, y del canastillo de los panes sin levadura se tomaba una torta sin levadura, una torta de pan de aceite y una hojaldre.
El pan sin levadura simbolizaba al Mesías, al Jesús, perfecto, sin pecado y sin mancha que habría de venir y el aceite simboliza la unción del Espíritu Santo que él enviaría sobre nosotros.
Todo esto fue puesto en las manos de Aarón, quien lo tomó y lo meció delante de Dios, y después lo quemó junto con el holocausto.
Así se completaba la consagración, cuando todo era puesto en las manos de Aarón. Sus manos estaban vacías, pero se llenaron al tomar todas estas cosas.  Lo que quiere decir es que Aarón se llenó del Señor; en esto consiste la consagración.
Cuando Aarón no tenía nada en sus manos, no había consagración, pero una vez que sus manos se llenaron, éstas sólo podían retener al Señor, lo cual constituye la consagración.
En el nuevo testamento tomamos el pan cuando nos bautizamos, en ese momento el Señor Jesús viene a morar a nuestro Espíritu en la persona del  el Espíritu Santo (Hechos 2:38) y nuestro espíritu se llena de Jesús, convirtiéndolo en su morada.

1 Corintios 1:30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;

Este versículo resume lo que hace la consagración, somos llenos del Señor Jesús, al estar en él somos sabios, justos, santos y redimidos, somos todo lo que Jesús es y quedamos totalmente aptos para servirle porque la consagración se ha completado en nosotros.
Pero, para activar esa consagración, para poder servir a Dios, tenemos que poner todo nuestro ser ante el altar, ese  es el objetivo de la consagración. Desde el momento que lo hagamos, nuestro oído escuchará al Señor, nuestras manos trabajarán para El y nuestros pies correrán por El. 
Hemos sido tocados por el amor de Dios y hemos reconocido su derecho sobre nosotros. Debido a esto, ponemos nuestros miembros sobre el altar, para implorarle el privilegio de servirle.
Consagrarse es servir y en el idioma original, la palabra servicio significa “esperar”, lo que nos indica que el objetivo de la consagración es que esperemos en Dios y que no hagamos nada por nuestra cuenta.  
Consagrarse no es predicar,  no significa que usted debe pararse en un púlpito o  que usted vaya a evangelizar a un lugar remoto. Usted no debe hacer nada de lo que Dios no le diga que haga.
La consagración significa que usted está apto para servirle al Señor, lo que implica que usted deberá levantarse cuando Dios así lo disponga, que usted deberá hacerse a un lado o deberá correr cuando Dios lo demande, que  usted debe estar atento a que Dios lo use como vaso en el momento que él lo requiera, no cuando usted lo considere.

Romanos 12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.

En el Viejo Testamento, las personas  sacrificaban animales para Dios, con el fin de consagrarse. En el nuevo Testamento, Dios no quiere ningún animal sacrificado, ya Jesús tomó el lugar de los animales y se sacrificó una vez y para siempre.
Lo que Dios quiere son nuestros propios cuerpos, no los quiere muertos, sino vivos, es un sacrificio vivo, agradable a Dios. Como lo dijimos, consiste en entregarle nuestros cuerpos a Cristo para que tome el control de ellos.
No solamente debemos entregarle nuestros cuerpos, sino que debemos renovar nuestro entendimiento, para conocer la voluntad de Dios, agradable y perfecta. Yo no puedo entregar mi cuerpo si mi mente no está configurada para ello.
El cuerpo quiere servirle a Cristo, pero mi mente, debe conocer la voluntad de Dios, para ese servicio. No se trata de que yo me vaya a servir a la libre. Se trata de ir a adonde Dios me envía. No sea que mañana, Jesús me diga: “alejaos de mi hacedor de maldad, que no hiciste la voluntad de mi padre” (Mateo 7:21 -23).
Muchas veces, nos ofrecen un trabajo mejor en otra empresa, en otra ciudad o en otro país, y nos vamos creyendo, que Dios quiere que nos vayamos para ese nuevo trabajo y a ese nuevo lugar. Pensamos, que quizás allí, Dios nos va a utilizar. Pero eso es nuestro pensar, no es el pensar de Dios. Entonces seguimos nuestros pasos, no los pasos de Cristo y hacemos nuestra voluntad, no la voluntad de Dios. Antes de decidir, debemos escuchar a Dios.  Debemos conocer su voluntad con antelación y no tomar decisiones a la ligera.

2 de Corintios 5:14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Lo que nos constriñe para servirle al Señor es su amor, no es otra cosa. La  palabra constreñir significa “presionar por todos los lados”. El amor de Dios nos presiona por todos lados, nos atrapa en su amor, razón por la cual, no podemos  dejar de servirle.
Romanos 5:5, Dice que Dios derrama su amor sobre nosotros.  Dios nos cubre con su amor de la cabeza a los pies. Al estar llenos del amor de Dios, lo amamos y nos ligamos a él.
El amor de Dios, es la base de la consagración. Un hombre se consagra al Señor porque experimenta su amor. Sin esta experiencia nadie puede consagrarse. Cuando tocamos el amor del Señor, espontáneamente sentimos el deseo de consagrarnos.
Si yo prefiero un trabajo, un deporte, cualquier otra actividad, como una prioridad, en lugar de obedecer al Señor, es porque no he sido tocado por su amor.

1 Corintios 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 6:20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

La consagración, no se basa únicamente en el amor que nos constriñe, sino porque además le pertenecemos al Señor.  Nuestro Señor Jesús nos compró con su sangre preciosa.  Ya no nos pertenecemos; le pertenecemos al Señor.  Le servimos porque Jesús nos ama y nosotros lo amamos. Pero también, porque somos de él.
La consagración es un sacrificio vivo, en donde renunciamos a mejores trabajos, a mejores lugares, a mejores salarios hasta que seamos conscientes de cuál es la voluntad de Dios. 
Ahora, el hecho de que hayamos quedados listos para servir desde el mismo momento en que nos bautizamos, no significa que estamos viviendo en consagración, solo significa que estamos listos para servir, pero no todos sirven.
Al iniciar el estudio dijimos que la palabra consagración estaba relacionada con la muerte. Y eso es así porque Cristo debió morir y usted también debió ser sepultado con él en el bautismo (Romanos 6:3-5) para poder ser consagrado.
Además,  hay algo que impide que le sirvamos al Señor. Ese algo se encuentra en nuestro cuerpo. En el residen los sentidos: el oído, la vista, el olfato, el gusto y el tacto. Éstos nos fueron dados para que nuestro espíritu tenga contacto con el mundo exterior. Y el diablo sabe que él puede extraviarnos a través de los sentidos para que no le sirvamos a Dios, sino que le sirvamos a él.

2 Corintios 11:3 Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo.

Cuando nos consagramos, debemos aprender a escuchar la voz de Dios y diferenciarla de otras voces. Adán pecó contra Dios por no oír a Dios y escuchó con sus oídos a su mujer Eva, y obedeció a la voz de ella, quien le indujo a comer el fruto prohibido y a pecar contra Dios.
Los cinco sentidos son como los cinco reyes que se unieron para
combatir contra el pueblo de Israel, según se relata en el  Capítulo 10 de Josué. El diablo tratará de combatirte  a través de ellos y en contra del propósito de Dios.

Hebreos 11:1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Note usted que la fe es la convicción de lo que no se ve. Esto quiere decir que la vista es un impedimento para la fe.

Romanos 10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

El oído también puede ser un impedimento para la fe y por lo tanto un impedimento para servirle a Dios. Muchas personas ocupan sus oídos para escuchar cualquier cosa menos a Dios, allí es donde el oído se convierte en un impedimento para la fe.

Colosenses 2:8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.

En estos días en que la apostasía está en pleno desarrollo, hasta las congregaciones cristianas se han vuelto peligrosas porque en ellas se escuchan doctrinas de hombres que desvían al creyente.

Génesis 3:6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió;

Eva fue engañada a través de los sentidos. Lo que percibimos a través de los cinco sentidos pueden ser  un gran  impedimento para la fe y el servicio.

San Marcos 9:47, Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno.

Todo entra por la vista dijo alguien, y la vista puede ser muy engañosa. Jesús dijo que si un ojo nos estaba dando problemas espirituales, mejor era
sacarlo, que mejor era entrar en el reino de Dios con un ojo que entrar con dos ojos al infierno.

Efesios 6:6, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios;

Gálatas 1:10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.

Estos versículos definen en pocas palabras lo que es la consagración, es poner los ojos al servicio de Dios y no del hombre, es buscar el favor de  Dios y no el favor de los hombres.

Juan 12:49 Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.

Eso es consagración, es hablar lo que Dios nos dice que hablemos y dejar de hablar por nuestra propia cuenta.

Tito 1:10 Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca; 1:11 que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene. 

Pareciera que Tito escribió esto para los maestros del evangelio de la prosperidad que solamente hablan de cosas materiales, hablan cosas que Dios no les dijo que hablaran, santulones e hipócritas, lobos vestidos de ovejas en los cuales usted no ve ningún porcentaje de consagración.
Concluimos entonces que consagración es darle muerte a los sentidos, en el sentido de que no debemos dejarnos guiar por ellos, por ello se nos pide poner nuestro cuerpo en el altar para un sacrificio vivo, lo que implica una renuncia de nuestra voluntad para hacer la voluntad de Dios.
En palabras comunes y corrientes podemos decir que consagrarse es decirle al Señor: “De aquí en adelante te oiré a ti y no al mundo, de aquí en adelante usaré mis manos para servirte a ti y no para servirle al mundo,  y solamente caminaré a donde tú me digas que camine”.




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