viernes, 14 de julio de 2017

BIENAVENTURADOS LOS PACIFICADORES


Descargar pdf


Jesús dijo: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9) ¿Quiénes son esos pacificadores? Jesús el primer pacificador, él es el “Príncipe de paz”, cuya misión fue hacer la paz entre Dios y los hombres.

Efesios 2:13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. 2:14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 2:15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz.

Estábamos alejados de Dios, pero Cristo Jesús nos acercó a él mediante su sangre, él abrió el camino de separación y abolió en su carne lo que nos enemistaba con Dios: “la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas”.
El incumplimiento de la ley nos impedía acercarnos a Dios y éramos maldecidos por ese incumplimiento (Deuteronomio 28:1-14), pero, nuestro Señor Jesús vino y cumplió la ley por todos nosotros y la dejó sin efecto para que pudiéramos estar en paz con Dios; “él fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación” (Romanos 4:25).

Romanos 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; 5:2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

La fe es fundamento para la paz, la fe en  Cristo vence la enemistad para con Dios y nos da entrada a la gracia, a ese  perdón inmerecido del Padre. El espíritu de paz se asentará como rocío sobre los corazones cansados y turbados por la lucha del mundo.
Sin embargo millones de personas no están en paz con Dios, ni tienen la esperanza de la gloria de Dios, porque nadie les ha hecho llegar el mensaje del evangelio de Cristo.

2 Corintios 5:18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 5:19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

Fuimos reconciliados por Dios en Cristo y se nos encargó el ministerio de la reconciliación. Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta los pecados a los hombres y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
Hemos sido enviados al mundo con el mensaje de paz. Quienquiera que sea que lleve a los demás el mensaje de reconciliación es un pacificador y a la vez “un bienaventurado que será llamado hijo de Dios”.

2 Corintios 5:20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

Somos embajadores de Cristo, que privilegio, Dios nos ruega que vayamos a los hombres a buscar su reconciliación para con él ¿Por qué ignoras las palabras de Dios y no haces tu trabajo? ¿Qué cara pondrás cuando estés frente al Eterno?
La palabra de Dios enseña que los siervos que solamente hacen lo que se les ordena, son “siervos inútiles”.  Desdichadamente, el cuerpo de Cristo está compuesto en su mayoría ni siquiera de siervos inútiles.

Lucas 17:7 ¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? 17:8 ¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú?  17:9 ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no.17:10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.

En la época de Jesús, un siervo era un esclavo, era una persona que había perdido su libertad, su voluntad y hasta su misma identidad. Esas personas eran llevadas al mercado de esclavos, y ofrecidas en remate al mejor postor, como si fueran animales u objetos.
Por lo general, el que los compraba los llevaba a su casa y les horadaba el lóbulo de su oreja para ponerles un aro con su nombre, para así identificarlos como de su propiedad.
Los esclavos no tenían ninguna paga por su trabajo. Si su amo les decía: "Tienen que levantarse a las seis", a esa hora se debían de levantar. Si su amo quería que hicieran algo a la medianoche, los esclavos tenían que hacerlo. Cuando un esclavo, volvía de trabajar en el campo, no era invitado a sentarse a comer, sino que debía apresurarse a preparar la comida y servirla a su amo. Una vez que su amo había comido y se había retirado a dormir, hasta en ese momento, el esclavo podía comer de las sobras e irse a dormir, sin antes limpiar la cocina, para levantarse de primero al día siguiente.
Y el amo no le daba las gracias por su trabajo, porque era su obligación. Y aun así, haciendo todo lo que se le ordenaba, era un siervo inútil, que no tenía iniciativa para hacer algo más de lo que se le había ordenado.
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les ha mandado, deben decir: Somos siervos inútiles, porque solamente hemos hecho, lo que debíamos hacer”, dijo Jesús.
Estas son palabras muy duras, que nos ponen a reflexionar. Usted oye a los creyentes jactarse de que son verdaderos siervos de Dios ¿Pero, realmente lo son?
Se supone que los creyentes  somos siervos de Jesucristo. Él es el Señor y nosotros somos sus siervos ya que fuimos comprados por precio (1 Corintios 6:20), y no por cualquier precio, sino por el precio de la sangre preciosa de Jesús derramada en la cruz.
Como siervos, deberíamos hacer todo lo que Jesús nos mandó. Y si hacemos únicamente lo que Jesús nos mandó, aun así somos “siervos inútiles”, pero ¿Hacemos por lo menos lo que Jesús nos mandó?

Mateo 25:26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 25:27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. 25:28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. 25:29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 25:30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

El Señor nos da dones para que hagamos uso de ellos en la edificación del cuerpo de Cristo (Efesios 4:12). Cuando estemos frente al Señor, él nos pedirá cuentas del buen uso de esos dones. Si no tenemos iniciativa, para hacer algo más de lo que nos mandó Jesús, seremos “siervos inútiles”. Y si no hacemos tan solo lo que nos mandó, simplemente “no somos siervos”.
Esto sucede porque en las congregaciones evangélicas se enseña un evangelio diferente, es el “evangelio de los evangélicos”, el cual enseña que Jesús es el siervo y los creyentes somos los amos. Ese evangelio tergiversado enseña que “el Señor debe hacer todo lo que los creyentes le pidan”.
El evangelio de los evangélicos enseña, que Jesús murió para el perdón de nuestros pecados, que Jesús murió para que fuésemos salvos y para pudiésemos ingresar al cielo, el día de nuestra muerte. De allí en adelante, debemos acercarnos al Señor, solamente para “pedirle complacencias”.
Pero eso no es lo que enseñan  las Santas escrituras, lo que enseñan es que Jesús murió, no para salvarnos, sino para que fuésemos sus siervos:

Romanos 14:9 Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven.

Cristo murió y resucitó para ser el Señor de los vivos y de los muertos. Por eso, leemos con frecuencia en el Nuevo Testamento, palabras como estas: "Pablo, siervo de Jesucristo", "Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo", "Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo". Aun la misma virgen María dijo ser "sierva del Señor" (Lucas 1:38).

Romanos 6:17 Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; 6:18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.

Antes que Jesús nos comprara, éramos esclavos del diablo y del pecado. Jesús nos compró para que seamos siervos de la justicia. Nos compró para servir, no  nos compró para ser servidos ni para que estemos sin servir.

2 Pedro 1:3 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia.

El Señor nos ha dado todo lo que necesitamos para servirle, él hizo el depósito, depende de nosotros hacer uso de los dones:

1 Corintios 12:7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 12:8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 12:9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. 12:10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.

Romanos 12:6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; 12:7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 12:8 el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.

Si estamos en Cristo, todos, absolutamente todos hemos recibido dones. Que no los activemos, por falta de conocimiento o por negligencia, es otra cosa. Que seamos siervos inútiles o negligentes, no implica que no hayamos recibido dones.
En este mundo, hay dos amos: Jesús y Satanás. Cada uno tiene su propio reino: el reino de Dios y el reino de las tinieblas. Pertenecemos a uno u otro reino y somos esclavos de uno u otro amo.
Todos nacimos en el reino de las tinieblas, éramos ciudadanos naturales del reino donde prevalece el egoísmo, donde todos hacen su propia voluntad, siguiendo la corriente de este mundo, porque es así cómo Satanás dirige su reino:

Efesios 2:1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2:2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este  mundo ,conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 2:3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.

Cuando estábamos en el reino de las tinieblas, vivíamos como mejor nos parecía. Hacíamos lo que se nos daba la gana, andábamos en la carne.
Eso es lo que simboliza el “árbol de la ciencia del bien y del mal”.  Sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:5), le dijo Satanás a Eva.
En el reino de las tinieblas sabemos lo que es bueno o malo, según nuestra sabiduría humana, la cual es insensatez para con Dios. (1 Corintios 3:19).
El que vive en el reino de las tinieblas, no tiene ningún escrúpulo en cuanto a ingerir drogas, a llevar una vida lujuriosa y a cometer cualquier cosa impropia. Lo domina el espíritu de pecado que vive en su espíritu (Romanos 7:17). ¿Pero qué sucederá cuando muera? Su espíritu será traslado al infierno.
La salvación consta de dos partes: 1)  Dios nos libra de ir al infierno al morir. 2) Somos librados del reino de las tinieblas, y trasladados al reino del amado hijo de Dios" (Colosenses 1:13) para convertirnos en siervos de Cristo:

2 Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

El evangelio de los evangélicos enseña la primera parte de la salvación.  Pero no enseña la segunda parte, no enseña que debemos dejar nuestra vida, para vivir para Cristo.

Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

El evangelio de los evangélicos usa la primera parte del anterior versículo, para enseñar que no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús.  Pero en sus biblias no existe la segunda parte del versículo, que dice que los están en Cristo, ya no andan conforme a la carne, o sea conforme a sus propósitos y deseos, sino conforme al Espíritu, esto es conforme a los propósitos y deseos del Señor, porque somos sus esclavos.

Mateo 10:38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 10:39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.

El que no renuncia a su vida y toma la cruz para ser un siervo del Señor terminará perdiendo la vida eterna, esto es algo serio. Por supuesto, que Jesús es un amo bueno, amoroso, amable y compasivo. Pero así y todo, debemos vivir de acuerdo a su voluntad y a sus deseos.

Filipenses 2:12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, 2:13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.

Los verdaderos siervos obedecen a Jesús, porque Dios produce en ellos, el querer hacerlo como el hacerlo, por su buena voluntad. Esto implica, que si en nosotros no se produce ese querer y ese hacer, nuestra salvación es duda.

Romanos 8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Este es el versículo predilecto del evangelio de los evangélicos. Pasa algo malo o  indebido, entonces dicen: “no te preocupes, todo lo malo que nos pasa es para bien”. Ese es el versículo arreglado del evangelio de los evangélicos. Pero, eso no es lo que dice  el versículo, lo que dice es: “que a los que aman a Dios”, todas las cosas les ayudan a bien. 
Si no amas a Dios, las cosas negativas no se volverán positivas. Y amar a Dios, no es creer en Dios ya que los demonios también creen (Santiago 2:19); amar a Dios tampoco es hacerle peticiones todos los días como si él fuera el siervo.

1 Juan 5:3 Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.

Amamos a Dios cuando guardamos sus mandamientos y esos mandamientos no son gravosos, es decir no son difíciles de cumplir, porque esos mandamientos, aunque parezca una redundancia se resumen en 1) amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas y 2) en amar al prójimo como a ti mismo (Lucas 12:30-31).

1 Timoteo 2:3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, 2:4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.

La voluntad de Dios es que llevemos a las personas al conocimiento de la verdad con respecto a la salvación. Si hacemos esa voluntad, demostramos que amamos a Dios y que amamos al prójimo que está perdido.
El evangelio de los evangélicos enseña que el siervo de Dios se distingue por lo que deja de hacer: “ya no fumo, ya no bebo, ya no miento”, pero no hay nada más falso que eso. De acuerdo con la palabra de Dios, el siervo de Dios no se distingue por lo que deja de hacer, sino por lo que hace para Cristo.  Por eso el apóstol Santiago escribe: “Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras”, (Santiago 2:18).

Hechos 13:22 Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero.
El rey David era un hombre pecador, pero se distinguía por ser un siervo fiel, él  hacía todo lo que Dios le pedía que hiciera y un poco más.

2 Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Jesús murió y resucitó, no solamente para perdonarnos nuestros pecados, sino para que vivamos para él. Si nuestras prioridades no son las prioridades de Dios, nuestra salvación es una mentira.

2 Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Si alguno está en Cristo, es una nueva criatura. Las cosas viejas pasaron, su vida, sus prioridades, sus deseos se quedaron en las aguas del bautismo. Los deseos y prioridades de la nueva criatura, son los deseos y prioridades de Dios. Si no es así contigo, es porque no eres una nueva criatura.
Esto no quiere decir que vas a pasar todo el día orando, o metido en la iglesia. Lo que quiere decir, es que tus prioridades pasaron a ocupar un segundo plano y que estás comprometido con Cristo.
Antes de ingresar a las aguas del bautismo, éramos embajadores de Satanás y de nosotros mismos. Una vez que salimos de esas aguas, somos embajadores de Cristo, somos nuevas criaturas al servicio de Cristo, somos siervos de Cristo. No es una opción, es una obligación y seremos llamados a cuentas. 
Jesús no quiere fans, lo que quiere son siervos fieles para darles su herencia. Si no asumes tu responsabilidad como embajador en el ministerio de la reconciliación, el día del rapto Jesús te dirá: “a este siervo inútil, echadle fuera, allí será el lloro y crujir de dientes” (Mateo 25:30).
Pero, si has hecho tu trabajo,  serás bienaventurado porque serás llamado hijo de Dios y estarás invitado a la cena de Bodas del Cordero.






No hay comentarios.:

Publicar un comentario