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La Biblia dice en Gálatas 6:7 lo siguiente: “No
os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare,
eso también segará. Si usted no siembra la palabra de Dios, no espere segar
nada. Muchos creyentes salvos se quedarán en la tierra el día del arrebato y
tendrán que pasar por la gran tribulación porque no sembraron, Dios no puede ser burlado.
2
Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí,
sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
La palabra de Dios nos enseña que Cristo murió y
resucitó por nosotros, para que nosotros vivamos para él ¿Y qué significa vivir
para él? Hacer su voluntad ¿Y cuál es su voluntad? Prioritariamente, “Que
todos los hombres sean salvos llegando al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4).
Romanos
10:13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. 10:14
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en
aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?
Reflexiona en el anterior pasaje ¿Cómo invocarán
en aquel en el que no han creído y como creerán en aquel de quien no hay oído y
cómo oirán si no hay quien les predique?
Ahora quiero preguntarte ¿Está Dios hablando a través de ti?
Es cuestión de mirar lo que ocurre en el mundo
para darnos cuenta que no estamos sembrando. Día a día vemos que los noticieros
solo relatan eventos desagradables, violentos, y desalentadores. Ya no existen
buenas noticias, sino que todo es completamente negativo; hay un incremento en
los asesinatos y en la violencia como no la hubo nunca.
Cada programa de televisión o película,
incluyendo los anuncios, promocionan la violencia, el sexo, y la maldad ¿Por
qué? Porque eso es lo que estamos sembrando y lo que sembramos es lo que
segamos.
Isaías
5:20 Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que
hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por
dulce, y lo dulce por amargo!
Esta profecía de Isaías cobra vida en nuestros
días. Lo malo está siendo enseñado como bueno, están haciendo de la luz las
tinieblas y de las tinieblas luz, están presentando lo amargo como dulce y lo
dulce como amargo.
El libertinaje, el adulterio, la drogadicción y
la homosexualidad son presentadas como lo bueno, como lo correcto, como lo
dulce. Cosas que la Biblia señala como
abominaciones, se ofrecen como buenas y normales.
Y son muy
pocos los que están dispuestos a levantar sus voces en defensa de la Verdad.
Y los que levantan la voz son señalados como inadaptados que no respetan los
derechos de los demás. Que me digan inadaptado, pero yo hago mías las palabras
del apóstol Pablo:
“Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres,
o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los
hombres, no sería siervo de Cristo” (Gálatas 1:10)
En las iglesias están enseñando a los fieles a
poner su mirada en las cosas del mundo y
no en las cosas de Dios; el evangelio de Cristo ha sido cambiado por el evangelio
de la prosperidad. Pero Dios no puede ser burlado, cada uno
recibirá según lo que siembre.
Mateo 13:24
Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un
hombre que sembró buena semilla en su campo; 13:25 pero mientras dormían los
hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. 13:26 Y
cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.
Jesús es el sembrador que vino y sembró la buena
semilla del evangelio, pero nosotros estamos dormidos, estamos conformes con
nuestra salvación, dejando a Satanás que siembre libremente la cizaña.
Cuando el Señor venga, al igual que las vírgenes
insensatas, la puerta se cerrará para todos aquellos que duermen y que han
dejado que sus lámparas se apaguen por falta de aceite (Mateo 25:1-13), porque Dios
no puede ser burlado.
Para tener un mejor entendimiento de lo que estamos
hablando, revisemos el propósito de la carta los Gálatas. ¿Por qué fue que
Pablo tuvo que escribirles?
Gálatas
1:6 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por
la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 1:7 No que haya otro,
sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de
Cristo..
La razón principal fue que los gálatas se
habrían enfriado y la verdad del evangelio estaba siendo tergiversada.
Ese enfriamiento permitió la introducción de enseñanzas que buscaban robar la
libertad que Cristo les había entregado, enseñanzas que intentaban convencer a
los gálatas de que para que el evangelio de Jesucristo fuese perfecto, ellos tenían que seguir sometiéndose a la ley
de Moisés, y mantener determinadas prácticas propias del judaísmo.
No hay diferencia con la iglesias legalistas de
hoy, las cuales enseñan una mezcla de la gracia con la ley, haciendo que el creyente caiga de la gracia (1 Corintios 4:6).
Con estos detalles en mente, volvamos a donde
empezamos: “No os engañéis; Dios no puede
ser burlado, pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”.
El mundo está cosechando lo que ha sembrado. No estamos sembrando la verdad de Dios, estamos
permitiendo que Satanás, a través de los falsos maestros continúen propagando
un evangelio pervertido; un evangelio
lleno de falsas promesas que solo aleja a los creyentes de la presencia de Dios.
He escuchado predicas basadas en Gálatas 6 que dicen que hay que sembrar dinero para cosechar dinero,
entonces mandan a los fieles a hacer pactos
con Dios, diciéndoles que entre más siembren, más recibirán y llegarán a
ser ricos.
Claro que hay ofrendar, si ofrendas Dios hará
que siempre haya abundancia en tu casa (2 Corintios 9:6-8, pero la verdadera
siembra en el reino de Dios no es el
dinero, la verdadera siembra consiste en llevar el conocimiento de la verdad
de Dios a toda criatura.
Recordemos que el reino de Dios no es comida ni
bebida, es decir, en el Reino
de Dios la prioridad no son las cosas materiales sino las espirituales como la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu
Santo (Romanos 14:17).
Gálatas
6:8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el
que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
Los frutos del que siembra para la carne son: “adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria,
idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas,
divisiones, herejías, envidias,
homicidios, borracheras, orgías, y cosas
semejantes a estas” (Gálatas 5:19-21).
Los frutos del que siembra para el Espíritu son:
“amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza”
(Gálatas 5:22-23)
Note usted que los frutos del Espíritu son cosas
espirituales, no materiales. Usted no le va a hablar a nadie que crea en
Cristo para que se haga rico, sino para
que salve de la condenación eterna.
Cuando le llevas el evangelio a alguien, estás sembrando la semilla de vida eterna en
esa persona. Y esa semilla es la que
todo creyente fiel debe buscar sembrar en todo momento.
Los predicadores de la prosperidad, toman 2 Corintios 9:6-8 para enseñar que hay
que sembrar dinero para enriquecerse. Dicen que si siembras 100, el Señor te
bendecirá con 1.000.
Kenneth
Copeland,
uno de los predicadores más conocidos a nivel mundial enseña que Dios está obligado a llenar las necesidades
del creyente a causa de Su Palabra, afirma que “Dios debe darle al creyente todo lo que necesita”.
Este señor enseña la doctrina de “nómbralo y reclámalo”, la cual promete
que todos absolutamente todos serán
ricos, si tienen el poder de la fe. Y afirma que “la
riqueza es un derecho divino” del
creyente y que la voluntad de Dios es su prosperidad.
Como vemos, el Señor Copeland, al igual que
muchos otros ministros evangélicos concentran su enseñanza en las cosas
materiales, pero eso no es el evangelio de Cristo, el cual enseña todo lo
contrario.
El evangelio enseña que nada hemos traído a este mundo y que nada nos llevaremos. Que estemos conformes
con sustento y abrigo. Que los
que quieren enriquecerse, generalmente caen en codicias y terminan destruidos
porque el amor al dinero es la raíz de todos los males (1 Timoteo 6:7-10).
Mateo 13:8
Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y
cuál a treinta por uno. 13:9 El que tiene oídos para oír, oiga.
Para Copeland, en este pasaje, la siembra es el
dinero, los sembradores los fieles de un ministerio, y la buena tierra un
ministerio como el que él preside.
“Tú das un
dólar a la causa del Evangelio y por cada dólar, obligatoriamente, Dios te debe
dar cien dólares porque Jesús así lo prometió”.
Que mente más retorcida la de Copeland. En ese pasaje, el Señor Jesús no estaba
hablando de cosas materiales sino de cosas espirituales:
Mateo
13:23 Mas
el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la
palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno”
(Mateo 13:23)
El Señor Jesús lo aclaró, el dijo que la buena
tierra es aquel que oye,
entiende, y da fruto, llevando la palabra que recibió a otras cien, a otras
sesenta o a otras treinta personas.
Lucas 8:14
La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados
por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto.
Marcos
4:18 Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra,
4:19 pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias
de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
Jesús enseñó que la tierra con espinos, son aquellos a quienes se les siembra la
semilla de la palabra de Dios, pero las riquezas y los placeres de la vida les
impiden llevar fruto; porque las riquezas y las codicias ahogan la palabra de
Dios y la hacen infructuosa.
Existe una gran contradicción entre el evangelio
de la prosperidad, y lo que el Señor Jesucristo nos enseña. Y esta gran
contradicción es algo que podemos fácilmente encontrar en las palabras del
Señor cuando dijo:
“Ninguno puede servir a dos señores; porque o
aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro.
No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo
6:24).
No podemos servir a Dios y a las riquezas,
porque terminaremos amando las riquezas y menospreciando a Dios. Por eso el
Señor le dijo al joven rico que si quería seguirlo, debía vender sus bienes y
compartir el dinero de la venta con los pobres.
Y es que los creyentes no siembran porque están
ocupados en las cosas del mundo, invirtiendo su tiempo en obtener riquezas y en
asegurar su vida material, dejando de
lado su vida espiritual. Eso es codicia, eso es querer algo más que
sustento y abrigo, y la codicia es una
piedra de tropiezo en el camino a la salvación.
Muchos, para no sembrar, se excusan diciendo que
no están capacitados, y se comportan como el siervo infiel que enterró el
talento en la tierra (Mateo 25:25). Ellos
entierran los talentos que Dios les dio y también entierran la palabra de Dios.
Allí será el lloro y el crujir de dientes, porque Dios no puede ser burlado.
No importa que no podamos recitar las escrituras
de memoria o elocuentemente, lo que importa es sembrar la verdad con nuestras propias palabras, lo que importa es
que estemos cumpliendo con el propósito que Dios nos ha encomendado; lo que
importa es que estemos obrando para Dios en todo momento.
Apocalipsis
19:6 Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas,
y como la voz de grandes truenos, que decía: Aleluya, porque el Señor nuestro
Dios Todopoderoso reina! 19:7 Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque
han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. 19:8 Y a ella
se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque
el lino fino es las acciones justas de los santos.
Este pasaje de la Biblia nos presenta una escena grandiosa, se escucha
la voz de una gran multitud alabando a Dios porque la cena de las bodas del
Cordero está por comenzar. Como en un cuento de hadas, el esposo (Cristo) “raptó”
a la novia (la iglesia) y se la llevó a su casa para celebrar la cena de bodas.
Apocalipsis
19:9 Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la
cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de
Dios.
Y el ángel escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del
Cordero. Sin embargo muchos bienaventurados no aprovecharan la oportunidad, porque
aunque muchos son los llamados, pocos son los escogidos (Mateo 22:14)
Mateo 22:2
El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su
hijo; 22:3 y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas
estos no quisieron venir. 22:4 Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a
los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales
engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas. 22:5 Mas
ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios;
22:6 y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. 22:7 Al
oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyo a aquellos
homicidas, y quemo su ciudad.
El Señor Jesús dijo que el reino de los cielos,
era semejante a un rey que hizo una fiesta de bodas a su hijo. El Rey es el Padre celestial, el hijo es
Cristo y los primeros invitados son el pueblo judío. Sin embargo, los judíos no
solamente rechazaron la invitación sino que
mataron a los siervos (1
Tesalonicenses 2:15).
Mateo 22:8
Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; mas los
que fueron convidados no eran dignos. 22:9 Id, pues, a las salidas de los
caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis. 22:10 Y saliendo los siervos
por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos;
y las bodas fueron llenas de convidados.
Como consecuencia del rechazo de Israel, Dios
decidió invitar a los gentiles.
Romanos
9:24 a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no solo de los
judíos, sino también de los gentiles 9:25 Como también en Oseas dice: Llamaré
pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada. 9:26 Y en el lugar
donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del
Dios viviente.
La invitación se ha extendido para los gentiles,
los que acepten la invitación, serán
llamados hijos de Dios.
Mateo
22:11 Y entro el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no
estaba vestido de boda. 22:12 Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar
vestido de boda? Mas el enmudeció. 22:13 Entonces el rey dijo a los que
servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí
será el lloro y el crujir de dientes. 22:14 Porque muchos son llamados, y pocos
escogidos.
Pero a pesar de que todos han sido llamados y están
invitados, los bienaventurados serán únicamente los que lleven el vestido de boda. Los que no lleven el
vestido de boda serán echados fuera ¿Por qué? Porque ese vestido que es de lino fino lo confecciona cada creyente
en particular con sus acciones justas (Apocalipsis 19:8).
¿En qué consisten esas acciones? En sembrar la palabra de Dios.
2
Corintios 5:19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la
palabra de la reconciliación. 5:20 Así que, somos embajadores en nombre de
Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de
Cristo: Reconciliaos con Dios.
Dios nos encargó la palabra de reconciliación,
somos embajadores en nombre de Cristo y debemos salir a sembrar la palabra de Dios;
esas son las acciones justas de los santos; y son “justas”, porque a través de la siembra de la palabra de Dios, los
que escuchen y crean el evangelio podrán ser “justificados de sus pecados”. Pero ¿Cómo serán justificados sino
creen? ¿Y cómo creerán sino hay quien les predique?
Gálatas
3:27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis
revestidos.
Cuando creemos y nos bautizamos, somos revestidos de Cristo, somos revestidos
con un vestido de lana que simboliza
nuestra salvación. Que el vestido
sea de “lana”, nos indica que viene de Cristo; él es la oveja que fue
trasquilada para nuestra salvación (Isaías
53:7).
Ese vestido de lana lo ganó Cristo para ti, ese vestido nos habla de la gracia, nos habla de lo que Cristo hizo por nosotros.
Por lo tanto, todos los creyentes que han creído y se han bautizado (Marcos 16:16) son salvos y han sido vestidos con ese vestido de lana. Sin
embargo, con ese vestido no puedes estar
en la Cena de Bodas del Señor. Para estar en la cena de Bodas, necesitas
otro vestido, necesitas el vestido de “lino fino” que simboliza el fruto del creyente.
Ese vestido de lino fino no simboliza lo que Cristo hizo por nosotros, simboliza lo
que nosotros hacemos por Cristo. Si bien, el vestido de lana lo gana
Cristo para ti, este otro vestido tienes
tú que ganarlo con tu siembra, es lo
que cosechas, y ese vestido tiene como accesorio una corona.
Salmo
45:13 Toda gloriosa es la hija del rey en su morada; De brocado de oro es su
vestido. 45:14 Con vestidos bordados será llevada al rey.
En el salmo 45 se mencionan los dos vestidos. En
el verso 13 se dice que la hija del Rey tiene un vestido
con brocado de oro. El oro simboliza
a Jesús, todos los hijos del Rey (de Dios) llevamos puestos el vestido de lana
con brocado de oro.
El verso
14 nos habla de otro vestido, del que hay que ponerse para poder estar en
la presencia del Rey. Ese vestido es bordado punto a punto y es el vestido con el cual podemos presentarnos a
la cena de Bodas del Cordero.
Cada
persona que llevamos a Cristo es un punto de bordado en el vestido. No todos
los creyentes salvos se pondrán ese vestido sino únicamente los que participen en las acciones justas
de los santos, es decir, los que siembren.
Efesios
2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe. 2:10 Porque
somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparo de antemano para que anduviésemos en ellas.
De acuerdo con los versos 8 y 9 de del anterior
pasaje, somos salvos, por medio de la
fe, no por obras, para que nadie se gloríe. Somos salvos por gracia, somos salvos
por lo que hizo Cristo y no por lo que hacemos nosotros. Y por esa gracia, somos
revestidos con el vestido de lana,
con brocado de oro que simboliza nuestra salvación.
Pero el verso 10 menciona que hemos sido
convertidos en nuevas criaturas para que andemos en las obras que Dios preparo de
antemano. O sea que una vez salvos, tenemos que andar en las obras que Dios
preparó de antemano, esas obras son las
acciones justas de los santos con las cuales vamos bordando el
vestido de lino fino que nos da derecho a estar en la Cena de Bodas del
Cordero.
En otras palabras, todos los creyentes
bautizados portamos el vestido de lana, que nos garantiza nuestra salvación. Pero
ese vestido no nos garantiza que seremos arrebatados ni que podamos participar en
la cena de Bodas del Cordero, porque ese derecho tenemos que ganarlo sembrando la palabra de Dios.
El vestido de lino fino que da derecho a ser
arrebatados y a estar en la Cena de Bodas del Cordero, lo portarán únicamente aquellos que lo han
bordado con sus siembras. Los demás,
aunque salvos, serán pasados por fuego (1
Corintos 3:15) y se quedarán a la gran tribulación.
Unos, han velado y velarán hasta que el esposo
venga. Mantendrán la lámpara encendida. Otros, dormirán, dejarán que la lámpara
se quede sin aceite y no estarán preparados para la venida del Señor, a éstos últimos
se les cerrará la puerta porque Dios no
puede ser burlado.
Dios nos da la oportunidad de sembrar, y es hora
de que empecemos. La razón por la que el mundo está como está es porque solo existe
un pequeño número de sembradores. La
maldad continúa creciendo sin control en nuestra sociedad, y todo debido a que
la Palabra de Dios no está siendo sembrada. Como fieles creyentes, no podemos
desmayar en nuestra responsabilidad.
Apocalipsis
14:15 Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado
sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues
la mies de la tierra está madura. 14:16 Y el que estaba sentado sobre la nube
metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada.
Este pasaje está hablando del rapto: “Entonces estarán dos en el campo; el uno
será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino;
la una será tomada, y la otra será dejada. Velad, pues, porque no sabéis a qué
hora ha de venir vuestro Señor” (Mateo
24:40-42) advirtió Jesús.
El tiempo de la siega se acerca, pero el tiempo
de sembrar es ahora. Estamos viviendo en un mundo que desesperadamente necesita
saber que hay una solución, que existe una esperanza, que existe una paz. Las
personas en el mundo están buscando las respuestas, pero están recibiendo las
respuestas incorrectas. ¿Por qué? Porque la palabra de Dios no se está
sembrando.
Estamos iniciando el año 2018, hagamos hoy un
compromiso con el Señor, no seamos como el siervo negligente que recibió un
talento, lo escondió y no hizo nada con él.
Tenemos que sembrar la palabra de Dios, si no
siembras, no serás tomado en cuenta en la siega: “Dios no puede ser burlado,
todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará.”
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