miércoles, 2 de mayo de 2018

LA LEY DEL USO



LA LEY DEL USO
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La primera de las leyes del reino invisible es la ley del uso. Si tú no cumples con esta ley, tampoco podrás gozar de los beneficios que la misma otorga. Tenemos un Dios muy generoso, pero que también es exigente.  Todos los hijos de Dios tenemos la responsabilidad de “producir”, ninguno de nosotros está excluido de esa responsabilidad.

Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos (Mateo 25:14-15).

Esta parábola de Jesús está dirigida a los siervos de Dios, a los que son miembros del Reino de Dios. Por eso Jesús hace la comparación de la parábola con el Reino de los cielos.   

Y es fácil deducir que el hombre o amo de la parábola es el Señor mismo. La palabra de Dios dice que fuimos comprados por precio (1 Corintios 6:20), y ese precio es la sangre preciosa de  Cristo (1 Pedro 1:19). Si fuimos comprados por precio, eso significa que nosotros somos los siervos del Señor.  

Se dice que los “talentos son  del amo”, lo que significa que todo lo que tenemos le pertenece al Señor, nada es nuestro, todo lo que tenemos es algo que el Señor nos lo ha dado en administración.

Luego se dice que el Señor “confió esos talentos” a sus  siervos. No le confió sus talentos a cualquiera sino a sus siervos. Él los llamó, les confió sus talentos y  se fue lejos”.

Aplicando la parábola a nuestra vida, debemos comprender que los talentos pueden ser “bienes materiales” o también “dones espirituales”.

Y puedes ver, que el Señor  da “talentos” o “dones” a sus siervos, pero no los da al azar. Él dio a cada uno de ellos “conforme a su capacidad”.

Dios no da a todos igual porque sabe que no todos tienen la misma capacidad. Eso sí, espera que según su capacidad cada uno responda.

Al tercer siervo le dio menos talentos porque era el menos capaz. En el griego la palabra “capacidad” se define como “fuerza, poder interno o potencial”.

Potencial es lo que somos capaces de ser y que todavía no somos, pero que lo llevamos dentro. No se trata de quién eres tú, se trata de lo que puedes llegar a ser. No se trata de lo que tienes, se trata de lo que puedes llegar a tener.

Note usted que tanto en el verso 14 como en el 15 se dice que el Señor se fue lejos, se menciona dos veces esta circunstancia porque el Señor quiere que nos quede claro que él hizo su parte, ahora nos toca a nosotros hacer nuestra parte, debemos cumplir con la gran comisión de continuar anunciando el reino de Dios.

Él Señor se fue adonde el Padre, pero no nos dejó huérfanos,  nos dejó el Espíritu Santo para que nos guíe y espera que demos fruto con esos talentos que puso en nuestras manos.


Dice Efesios 2:10 que somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Esas buenas obras son la  voluntad de Dios. Desde el punto de vista material, esas buenas obras se resumen en ayudar a los más necesitados, y desde el punto de vista espiritual se resumen en “llevar el conocimiento de la verdad a todos los hombres para que sean salvos” (1 Timoteo 2:3-4).

Dios da la capacidad y las oportunidades para dar fruto. Puede que no te diga día a día lo que debes hacer, pero él te dio su palabra, los dones, la capacidad y la guía del Espíritu para que tomes las decisiones correctas. Él hizo su parte y tú debes hacer la tuya.

Dice 2 Corintios 5:15 que Cristo por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos, aportando cada uno según la capacidad que le fue dada.

Mateo 25:16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos 25:17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. 25:18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.

Dos de los siervos aprovecharon la oportunidad y duplicaron los talentos, mientras que el tercero escondió su talento en la tierra y no dio ningún fruto.

Debemos estar atentos a las oportunidades que se nos presentan en la vida. En el mundo existen dos clases de personas, las que ven pasar las oportunidades, y otras que las toman.

A los goleadores los critican porque son oportunistas, pero de eso se trata, de ser oportunista, por eso son ganadores. Ser oportunista no es aprovecharse de otros, es aprovechar las oportunidades. Debemos estar atentos para tomar las oportunidades que se nos presentan para poder desarrollar la capacidad que Dios nos ha dado.

Mateo 25:19 Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. 25:20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. 25:21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 25:22 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. 25:23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 25:24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25:25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. 25:26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 25:27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.

Note usted que el Señor trata de siervo malo y negligente al siervo que no produjo ningún fruto. Para Dios, el hecho de que no usemos nuestros talentos, no solamente es negligencia, para él también es maldad.

Para Dios, todos aquellos que no hacen su voluntad son hacedores de maldad. Jesús dijo en Mateo  7:21  que “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”.

No se trata de creer en el Señor, no se trata de confesarlo solamente, se trata de hacer su voluntad, se trata  de llevar el conocimiento de la verdad a todos los hombres que sea posible (1 Timoteo 2:3-4).

Podemos cometer pecados de acción, pero también podemos cometer pecados de omisión.  Esos pecados de omisión consisten saber hacer lo bueno y no lo hacerlo (Santiago 4:17).

No es posible que Cristo haya muerto por ti y que tú te recuestes en un sillón sin hacer nada por los demás. Debemos robarle almas al diablo y traerlas a Cristo. Si no haces nada al respecto es como si estuvieras trabajando para el maligno.

Lo otro a tomar en cuenta en este pasaje es que los que no hacen nada  siempre tienen una excusa que dar. Existen personas que se vuelven expertas en dar excusas para no producir, y son capaces de echarle la culpa al mismo Dios para justificarse por lo que no han hecho.

En el caso de la parábola, el hombre que no produjo nada con el denario, argumentó que había tenido miedo.

Al parecer la excusa perfecta para no producir era tener miedo, miedo  de intentar algo y fracasar.  El primer enemigo que puede llegar a tener un hombre para conseguir las metas es el miedo a no conseguirlas.

Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Timoteo 1:7),  así que la excusa del miedo no será nunca aceptada por el Señor.

Además, la escritura es clara en el sentido de que no hay nada imposible para Dios (Lucas 1:37), y Dios está con nosotros en la persona del Espíritu lo podemos en Cristo que nos fortalece (Filipenses 4:13)

Mateo 25:28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. 25:29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 25:30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Tenemos un Dios comprensivo y amoroso, que nos ha dado talentos, pero que también vendrá a pedirnos cuentas, acerca de los frutos que hemos dado.

El hecho que Dios siempre nos comprende, no es motivo para que pensemos que va a justificar nuestra negligencia.

El hombre que enterró el talento  estaba seguro que el Señor iba a comprender que tenía miedo y esperaba que le consolara. Pero el Señor no lo hizo así, le pidió el talento que tenía para dárselo al que poseía más y al siervo negligente lo mandó a las tinieblas de afuera.

A este siervo Dios lo consideró malo, pecaminoso, dado al mal, porque no le dio ningún uso a lo que el Señor le dio. La clave no es la cantidad, lo que importaba era el uso que se le había dado.

¿Cuántas personas has ganado para el Reino de Dios? No importa si es una o son cien. Claro que mejor son cien, pero Dios no le pide que gane cien personas al que no tiene la suficiente capacidad.

La obra de cada uno será probada con el fuego, la obra de los que pasen la prueba del fuego serán recompensados y  los que no pasen la prueba, sufrirán pérdida, aunque serán salvos así como por fuego” (1 Corintios 3:13-15).

Los negligentes no serán probados por fuego porque no han hecho ninguna obra, más bien quedarán fuera del Reino.

Se le quita al que produce para darle al que sí produce. Por ejemplo, si Dios te bendice con algunos pocos bienes materiales y tú no ofrendas debidamente para que la iglesia crezca, terminarás perdiendo lo poco que tienes.

Pero si ofrendas, Dios  hará que abunde en ti toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, te abunde para toda buena obra (2 Corintios 9:8).

Si vemos las cosas desde el punto de vista espiritual, podemos entenderé que si Dios te da alguna revelación pero no la usas para traer personas al Reino,  el diablo se aprovechará para confundirte con doctrinas erróneas y terminarás perdiendo lo poco que sabías. Pero si llevas fruto, cada vez tendrás más revelación.

El mensaje de Dios es que si estamos dispuestos a hacer su voluntad, usando los talentos que él nos da, tendremos más, pero si no usamos lo que tenemos, lo perderemos todo.

No es que Dios sea malo o injusto, es que la realidad es que “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto” (Mateo 16:10). 

A medida que entendamos esta ley del uso, habremos de caer en cuenta que es la única forma en que puede ser. Y si no acatas esta ley del Reino, terminarás en las tinieblas de afuera. No lo digo yo, lo dice la palabra de Dios.

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