jueves, 17 de marzo de 2016

DEJA QUE LOS MUERTOS ENTIERREN A LOS MUERTOS

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Mateo 11:28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 11:29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 11:30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.

P0siblemente has leído muchas veces el verso 28 del anterior pasaje. Y es posible que eso te ocasionara mucha alegría, porque es muy liberador saber que podemos depositar todas nuestras cargas en Jesús. Sin embargo, la escritura no termina allí. El verso 29 dice: “lleven mi yugo sobre vosotros, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”.
Jesús  dice que podemos darle nuestras cargas a él, pero, a cambio, debemos llevar su yugo. Lo que Jesús nos ofrece es un intercambio, pero es un buen intercambio porque al llevar su yugo, hallaremos descanso para nuestras almas.
La mayoría de creyentes tienen subrayado en sus biblias el verso 28, pero no tienen subrayado el verso 29. Su Biblia está compuesta únicamente por todos los versículos que han subrayado, y esos versículos son los que contienen promesas.  Ellos ignoran  los requisitos que Dios exige para que esas promesas se cumplan.  No atinan a ver que la mayoría de las promesas de Dios, están sujetas al cumplimiento de algún requisito, y por esa razón, esas promesas no se cumplen en ellos. Veamos algunos ejemplos:

Romanos 8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.

¿Cuál es la promesa? Que todas las cosas que sucedan, buenas o malas, sean para bien. ¿Cuál es el requisito? Amar a Dios. Entonces usted escucha a los evangélicos proclamar que todo lo bueno o malo que suceda es para bien. Pero esa es una verdad únicamente para los  que aman a Dios, no es una verdad para todos. Si no amamos a Dios, esa promesa no se cumple en nosotros. ¿Cómo sabemos que amamos a Dios? Si obedecemos sus mandamientos (Juan 14:21). No crea el desobediente, que esa promesa se cumplirá en él. Y esos mandamientos no son los mandamientos de la ley de Moisés, son los mandamientos del amor, los mandamientos de llevar el evangelio a los perdidos (1 Timoteo 2:3-4).

Marcos 16:16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

¿Cuál es la promesa? ¿La salvación? ¿Cuál es el requisito? Creer y bautizarse. Dios promete la salvación a todo el que creyere y se bautizare. El que no creyere será condenado, pero el que creyere debe bautizarse para que se complete su salvación. Si no se bautiza, su salvación no se completa.

Mateo 6:33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. 6:34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

¿Cuál es la promesa? Que todas nuestras necesidades sean suplidas. ¿Cuál es el requisito? Que busquemos el reino de Dios. Si no buscamos el reino, Dios no suplirá nuestras necesidades. Ahora, muchas personas suplen sus necesidades por sí mismas, no es Dios quien las está supliendo, son autodependientes como la iglesia de Laodicea, y se engañan a sí mismas.

Apocalipsis 3:17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 3:18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.

Jesús le dice a la iglesia rica que es miserable, desventurada, pobre, ciega y desnuda porque atenida a su status económico no buscaba el reino de  Dios, no obedecía sus mandatos. “Unge con colirio tus ojos para que veas la verdad”, le dice Jesús. Ese colirio es el evangelio de Dios, no el evangelio de los evangélicos que solamente contiene las promesas pero no los mandatos. “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete” (Apocalipsis 3:19) dice Jesús. En otras palabras, te quedarás sin fortuna, sin trabajo, sin salud, para que dependas de mí y me obedezcas. Todo puede acabarse en un momento, Job es testigo de ello.
Dios cumple sus promesas siempre y cuando nosotros cumplamos con los requisitos exigidos.  Jesús dijo: “denme sus cargas, pero, a cambio, yo les doy mi yugo”. Es un cambio de funciones y de propósitos. Si usted quiere saber qué parte del evangelio le falta, lea los versículos que nunca subrayó. El subrayar la Biblia, crea versículos de primera y de segunda categoría. Pero en la Biblia, todo es de primera categoría.

EL CASO DE ZAQUEO

Lucas 19:1 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. 19:2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, 19:3 procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. 19:4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. 19:5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. 19:6 Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso.

Jesús iba camino a Jericó y vio a Zaqueo subido  en un árbol. Este hombre procuraba ver quién era Jesús, pero como tenía poca estatura debió subirse a un árbol. Entonces Jesús lo vio y le dijo: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque voy para tu casa”.  Jesús es el Señor, Él da la orden, y nosotros obedecemos. No se trata de decidir qué hacer, sino de obedecer.  ¿Qué hizo Zaqueo? Reconoció el Señorío de Jesús y no puso peros, sino que bajó del árbol rápidamente y llevó a Jesús y a sus discípulos a su casa. Al llegar, posiblemente dijo: “Querida, prepara algo de comer para esta gente”. “Pero, queridito, ¿cómo no me avisaste que traerías invitados a comer?”. “Querida, yo no los invité, se invitaron solos”.
En primera instancia, obedecer es reconocer que Jesús es el Señor. Jesús no necesita ninguna invitación, él es el Señor, no solamente de todas las personas, sino también de sus familias y de sus casas. Luego de haber pasado un rato cenando con Zaqueo, Jesús dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa" (Lucas 19:9). ¿En qué momento fue salvo Zaqueo? En el mismo momento en decidió obedecer a Jesús.

EL JOVEN RICO

Mateo 19:16 Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?  19:17 El le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. 19:18 Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. 19:19 Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 19:20 El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? 19:21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. 19:22 Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

Veamos el caso del joven rico que había guardado la ley de Moisés desde su niñez. Éste preguntó: "Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?" Jesús le dijo: "Te falta una cosa: vende todo lo que tienes, dalo a los pobres y tendrás tesoro en el cielo, luego ven y sígueme".
El joven rico no obedeció sino que  se retiró triste y sin haber obtenido la salvación. Para él, eran más importantes sus posesiones que la vida eterna.
Aunque Jesús quería darle la vida eterna al joven rico,  lo dejó ir. ¿Por qué? porque  el joven rico  estaba atrapado en sus posesiones, que para él eran más importantes que la vida eterna. La fortuna del joven rico, por más inmensa que fuera, no le alcanzaba para comprar la salvación. Así, que el joven debía renunciar a ella.

Lucas  9:59 Y dijo a otro: Sígueme. El le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. 9:60 Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios.

En otra ocasión, Jesús le mandó a otro hombre, que lo siguiera, y este dijo: "Señor, primero déjame ir a enterrar a mi padre". Es posible que usted o yo, le hubiéramos dicho a ese hombre: "Por supuesto". Pero no fue así con Jesús, quien le dijo que dejara que los muertos se ocuparan del entierro. ¿Quiénes son los muertos? Los que no tienen la vida eterna. Están tan muertos como el muerto, están muertos en vida.
Jesús no era una persona sin sentimientos, sino que quería dejar bien claro, que si queremos convertirnos en hijos de Dios, debemos renunciar a nuestras vidas y a nuestras posesiones, y el reino de Dios,  se deben convertir en nuestra prioridad. El hombre quería seguir a Jesús, pero había un  pero: el entierro de su padre. ¿Qué era más importante, el entierro o la vida eterna?

Mateo 10:37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; 10:38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 10:39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.

Con Jesús no hay peros,  Jesús es más importante que nuestros padres, que nuestros hijos, que nuestras posesiones, que nuestras vidas. Si hay algo en nuestras vidas, que esté primero que Jesús, no somos dignos de él.
Que Jesús y el reino de Dios sean nuestra prioridad, no es una opción, es una orden. El evangélico  quiere un evangelio según sus propios términos. Y es que una cosa es ser evangélico y otra hijo de Dios. El hijo de Dios sí obedece porque el Espíritu Santo constriñe su corazón.

Hebreos 12:16 no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. 12:17 Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.

Esaú prefirió una comida en lugar de la bendición de Dios. Después, procuró esa bendición, pero fue desechado, aunque la procuró con lágrimas.  Que eso nos sirva de ejemplo. La prioridad del evangélico es su trabajo, su familia, su estudio, el partido de futbol. Si Dios no perdonó a Esaú, sino perdonó al joven rico, sino perdonó al que fue enterrar a su padre ¿Por qué crees que perdonará al evangélico?
Las iglesias están vendiendo un evangelio acomodado, es el evangelio de los evangélicos y las historias de Esaú, del joven rico y del que se le murió su padre, nos dejan claro, que no podemos tener nuestro propio evangelio.

Gálatas 1:6 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 1:7 No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.

La mayoría de iglesias enseña un evangelio diferente, en realidad no enseñan otro evangelio, sino el evangelio de Cristo, pero pervertido o acomodado. Esto sucede desde la iglesia primitiva y maravillaba a Pablo, quien dijo que el que pervirtiera el evangelio es un anatema. 
Jesús nos hace ver que el Reino de Dios funciona de acuerdo a los términos establecidos por el Padre, no de acuerdo a nuestros términos. Este es un principio divino que no podemos pasar por alto.
Si el joven rico, hubiese estado dispuesto a renunciar a su fortuna, es posible que Jesús le hubiese dicho: “no te deshagas de tu fortuna, pero úsala en favor del reino de Dios”.  Recordemos que Jesús le dijo a Abraham que sacrificara a su hijo. Abraham estuvo dispuesto a obedecer, entonces Dios le envió un ángel que le dijo: “No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (Génesis 22:12).
Lo mismo hubiera sucedido con la persona  al que le se murió su padre, si hubiera renunciado de ir al entierro, es posible que Jesús le hubiera dicho “ve al entierro”, y quizás el mismo Jesús lo hubiera acompañado.

Lucas 9:61 Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. 9:62 Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.

Otro hombre le dijo: "Te seguiré, Señor; pero primero déjame despedirme de mi familia". El Señor podía haberle contestado: "Por supuesto, ve y cena con tus familiares y dales las gracias de mi parte por dejar que vengas conmigo".  Pero no fue así.  Jesús le dijo, que una vez que decidimos seguirlo, no se mira atrás. A partir del momento en que somos de la familia de Cristo, esa familia es nuestra prioridad, nuestra familia pasa a un segundo plano. Ese es el principio, que Jesús quería dejar bien establecido.
Deja que los muertos entierren a sus muertos”, es una frase que nos habla acerca de la experiencia de la vida cristiana y de la experiencia de la salvación.  No se trata solamente de que se nos perdonen los pecados como cree la mayoría. El perdón de pecados es el inicio de la vida cristiana no el fin de ella.  La vida cristiana es algo más, y se inicia con la renuncia de nuestras vidas. Jesús nos libera de nuestras  cargas,  de nuestros propios desafíos, para que podamos enfrentar sus desafíos. Cuando la persona se convierte al Señor, deja de vivir para sí y comienza a vivir para Él (2 Corintios 5:15). Eso es lo que significa: “deja que los muertos entierren a sus muertos”.

LA SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN

¿Cómo saber si realmente somos salvos?  La seguridad de nuestra salvación no está basada en recitar Romanos 10:9, como se enseña en la mayoría de las iglesias evangélicas. Recitan esos versículos,  como si fueran las palabras mágicas: “abracadabra”. “Ya eres salvo”, te dicen, “alaba a Dios”. Esa manera de salvación se encuentra únicamente en el evangelio de los evangélicos, pero no en el Evangelio de Cristo.
Somos salvos, cuando renunciamos a nuestras vidas y comenzamos a vivir para Jesús. Esa es la razón por la cual debemos bautizarnos.  No nos bautizarnos para que los demás vean que hemos creído, nos bautizamos para “sepultar al viejo hombre” y poder “andar en nueva vida” (Romanos 6:4), lo que significa que  ya no vivimos para nosotros mismos sino para Cristo, ya no hacemos nuestra voluntad sino la voluntad de Dios.
Si no somos conscientes de lo que el bautismo significa,  entonces salimos de las aguas del bautismo, sin haber experimentado el nuevo nacimiento.
Jesús dijo: “traigan sus cargas, no hay ningún problema, yo me encargo de todas ellas, pero, deben de cargar mi yugo”. Hay un pero y pasarlo por alto es jugar con nuestra salvación. Cuando Él nos dice: "Sígueme", no nos dice adónde nos lleva o cuánto nos pagará. Y a Jesús nunca se le ponen peros, solamente lo obedecemos.

1 Pedro 1:2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.

Fuimos elegidos desde antes de la fundación del mundo, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesús, no para desobedecer.  Si desobedecemos, es evidencia de que no fuimos escogidos sino solamente llamados.  Son muchos los llamados  y pocos los escogidos  (Mateo 22:14). Si se tratara solamente de una invitación, no habría un castigo por no obedecerla. El llamado no es una invitación, es un mandamiento, de otro modo, Jesús no castigaría a los que lo rechazan.
Desdichadamente, personas como el joven rico, como Esaú, y como el hombre al que se le murió su padre, son la mayoría de personas, que  tenemos en nuestras iglesias. Y no es culpa de ellos. Es culpa de los pastores que han estado enseñando, un evangelio complaciente.

Colosenses 1:13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 1:14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

Hemos sido librados del reino de las tinieblas que está ocupado por  una raza de desobedientes. Hemos sido traslados  al reino de Dios que está ocupado por una raza de hijos obedientes.  Si no eres obediente, es porque aún eres del reino de las tinieblas.
Adán obedeció a Satanás y todos caímos bajo su dominio. Jesús pagó el rescate para que tengamos una nueva oportunidad, no la desperdicies. No hay nada en este mundo, que valga la pena, no hay nada comparado con la gloria venidera.
¿Qué significa venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo" (Mateo 6:10)? Significa que debemos renunciar a nuestra voluntad para hacer la voluntad del Padre.  Millones de evangélicos dicen esa oración todos los días de la boca para afuera, pero no de la boca para adentro.
Antes de convertirnos en hijos de Dios, nuestro “yo” gobernaba nuestras vidas. Desde que nos convertimos en hijos de Dios, se supone que Jesús las gobierna. Eso es lo que significa “Ya no vivo yo, más vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). Eso es hacer la voluntad de Dios en la tierra,  se trata de algo  aquí y ahora, no para mañana o para los siglos venideros. Es lo que la biblia llama “andar conforme al Espíritu”.
Los creyentes de la iglesia primitiva,  creían, se arrepentían e inmediatamente se bautizaban. El hablar en lenguas era señal de que el Espíritu los controlaba.
En cambio, ahora venden un evangelio en cómodas cuotas mensuales. 
La primera cuota es cuando una persona cree en Cristo. Después de transcurrido un tiempo, alguien le dirá: "¿Quiere bautizarse? Si se bautiza, paga la segunda cuota.  Si la persona dice: “tal vez después”, entonces le contestan: "Bueno, no se preocupe. Puede esperar hasta que esté dispuesta a hacerlo".  El evangelio de Cristo que proclamaba la Iglesia primitiva era: "arrepiéntase y bautícese" (Hechos 2:38). Era una orden, no una opción. Y no era en cuotas, era un solo pago.
La tercera cuota del creyente actual es acerca de las ofrendas. Hay que darle un tiempo al nuevo creyente para decirle que debe ofrendar, porque si le hablan de las ofrendas al inicio, no regresa a la iglesia. Y hay creyentes que nunca pagan la tercera cuota, porque nunca ofrendan, lo que dan son limosnas, creen que ofrendar es una opción y no una orden:

1 Corintios 1:14 Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.

El Señor ordenó que los que anuncien el evangelio, que vivan del evangelio.
Si se dedican al evangelio ¿Cómo van a vivir? sino a través de las ofrendas.

1 Corintios 5:17 Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. 5:18 Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario.

El que enseña el evangelio, es un obrero digno de un salario. ¿Quién paga ese salario? La iglesia para  la que trabaja. Si no ofrendamos, le estamos poniendo bozal al buey que trilla.
Luego, pasado mucho tiempo, quizás años, o quizás nunca, les hablan de la cuarta cuota: debes vivir para Cristo. Los pastores están enseñando que los mandatos de Cristo son opcionales.  
Los evangélicos viven con una espiritualidad prestada. Llegan a los cultos a que otros pidan que por sus necesidades y por sus problemas ¿Será que Dios no los escucha a ellos? Dios está cansando de este tipo de creyentes, Dios no quiere que oren por todo, lo que quiere es que actúen. Dios conoce nuestras necesidades, no tenemos que pedir por ellas,  lo que tenemos que hacer es buscar el reino (Mateo 6:33), lo que tenemos que hacer es cumplir con nuestras responsabilidades dentro del Ministerio de la Reconciliación (2 Corintios 5:19-20).
Lo único que tenemos que hacer es obedecerle, y al mirar alrededor, sin duda exclamemos: "¿De dónde me vinieron todas esas cosas sin pedirlas? Nos fueron añadidas mientras buscábamos la voluntad de Dios.
Si le preguntas a un creyente ¿Para qué trabaja? posiblemente te conteste, que lo hace para comer. Si le preguntas por qué come? Te dirá que para mantenerse vivo y fuerte para poder trabajar el día que viene.  Eso no es vivir, es solo existir, es una vida sin propósito.
Los hijos de Dios no trabajamos para comer ni comemos para trabajar, sino para extender el reino de nuestro Señor.
Deje que los muertos entierren a sus muertos no significa que no debemos trabajar, significa que todo lo que hagamos, sea de palabra o de obra, debemos hacerlo en el nombre del Señor Jesús" (Colosenses 3: 17) y para el Señor Jesús (2 Corintios 5:15).
Espero que esta enseñanza toque tu corazón. No la ignores, tómala en cuenta. No viene de mí, viene del Señor y es para tu bien. Vive seguro de tu salvación.



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