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Mateo
11:28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar. 11:29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 11:30 porque mi
yugo es fácil, y ligera mi carga.
P0siblemente has leído muchas veces el verso 28
del anterior pasaje. Y es posible que eso te ocasionara mucha alegría, porque
es muy liberador saber que podemos depositar todas nuestras cargas en Jesús. Sin
embargo, la escritura no termina allí. El verso 29 dice: “lleven mi yugo sobre vosotros, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”.
Jesús
dice que podemos darle nuestras cargas a él, pero, a cambio, debemos llevar su yugo.
Lo que Jesús nos ofrece es un intercambio,
pero es un buen intercambio porque al llevar su yugo, hallaremos descanso para
nuestras almas.
La mayoría de creyentes tienen subrayado en sus
biblias el verso 28, pero no tienen subrayado el verso 29. Su Biblia está
compuesta únicamente por todos los
versículos que han subrayado, y esos versículos son los que contienen promesas. Ellos ignoran los
requisitos que Dios exige para que esas promesas se cumplan. No atinan a ver que la mayoría de las promesas
de Dios, están sujetas al cumplimiento de
algún requisito, y por esa razón, esas promesas no se cumplen en ellos.
Veamos algunos ejemplos:
Romanos
8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.
¿Cuál es la promesa? Que todas las cosas que
sucedan, buenas o malas, sean para bien.
¿Cuál es el requisito? Amar a Dios. Entonces usted escucha a los evangélicos
proclamar que todo lo bueno o malo que suceda es para bien. Pero esa es una
verdad únicamente para los que aman a
Dios, no es una verdad para todos. Si no amamos a Dios, esa promesa no se
cumple en nosotros. ¿Cómo sabemos que amamos a Dios? Si obedecemos sus mandamientos (Juan 14:21). No crea el desobediente, que esa promesa se cumplirá
en él. Y esos mandamientos no son los mandamientos de la ley de Moisés, son los
mandamientos del amor, los mandamientos de llevar
el evangelio a los perdidos (1
Timoteo 2:3-4).
Marcos
16:16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será
condenado.
¿Cuál es la promesa? ¿La salvación? ¿Cuál es el
requisito? Creer y bautizarse. Dios promete la salvación a todo el que creyere
y se bautizare. El que no creyere será condenado, pero el que creyere debe
bautizarse para que se complete su salvación. Si no se bautiza, su salvación no
se completa.
Mateo 6:33
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas. 6:34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día
de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
¿Cuál es la promesa? Que todas nuestras
necesidades sean suplidas. ¿Cuál es el requisito? Que busquemos el reino de
Dios. Si no buscamos el reino, Dios no suplirá nuestras necesidades. Ahora, muchas
personas suplen sus necesidades por sí mismas, no es Dios quien las está
supliendo, son autodependientes como
la iglesia de Laodicea, y se engañan
a sí mismas.
Apocalipsis
3:17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo
necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y
desnudo. 3:18 Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en
fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se
descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que
veas.
Jesús le dice a la iglesia rica que es
miserable, desventurada, pobre, ciega y desnuda porque atenida a su status
económico no buscaba el reino de Dios,
no obedecía sus mandatos. “Unge con
colirio tus ojos para que veas la verdad”, le dice Jesús. Ese colirio es el evangelio de Dios, no el
evangelio de los evangélicos que solamente contiene las promesas pero no los
mandatos. “Yo reprendo y castigo a todos
los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete” (Apocalipsis 3:19) dice Jesús. En otras palabras, te quedarás sin
fortuna, sin trabajo, sin salud, para que dependas de mí y me obedezcas. Todo
puede acabarse en un momento, Job es testigo de ello.
Dios cumple sus promesas siempre y cuando
nosotros cumplamos con los requisitos exigidos.
Jesús dijo: “denme sus cargas,
pero, a cambio, yo les doy mi yugo”. Es un cambio de funciones y de propósitos. Si usted quiere saber qué
parte del evangelio le falta, lea los versículos que nunca subrayó. El subrayar
la Biblia, crea versículos de primera y de segunda categoría. Pero en la
Biblia, todo es de primera categoría.
EL CASO DE
ZAQUEO
Lucas 19:1
Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. 19:2 Y sucedió que
un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, 19:3 procuraba
ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de
estatura. 19:4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle;
porque había de pasar por allí. 19:5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando
hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es
necesario que pose yo en tu casa. 19:6 Entonces él descendió aprisa, y le
recibió gozoso.
Jesús iba camino a Jericó y vio a Zaqueo
subido en un árbol. Este hombre procuraba
ver quién era Jesús, pero como tenía poca estatura debió subirse a un árbol.
Entonces Jesús lo vio y le dijo: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque voy
para tu casa”. Jesús es el
Señor, Él da la orden, y nosotros obedecemos. No se trata de decidir qué hacer,
sino de obedecer. ¿Qué hizo Zaqueo? Reconoció
el Señorío de Jesús y no puso peros, sino que bajó del árbol rápidamente y
llevó a Jesús y a sus discípulos a su casa. Al llegar, posiblemente dijo: “Querida, prepara algo de comer para esta
gente”. “Pero, queridito, ¿cómo no me
avisaste que traerías invitados a comer?”. “Querida, yo no los invité, se invitaron solos”.
En primera instancia, obedecer es reconocer que
Jesús es el Señor. Jesús no necesita ninguna invitación, él es el Señor, no
solamente de todas las personas, sino también de sus familias y de sus casas. Luego
de haber pasado un rato cenando con Zaqueo, Jesús dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa"
(Lucas 19:9). ¿En qué momento fue
salvo Zaqueo? En el mismo momento en decidió
obedecer a Jesús.
EL JOVEN
RICO
Mateo
19:16 Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la
vida eterna? 19:17 El le dijo: ¿Por qué
me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la
vida, guarda los mandamientos. 19:18 Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No
matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. 19:19 Honra a
tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 19:20 El joven
le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? 19:21
Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los
pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. 19:22 Oyendo el joven
esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
Veamos el caso del joven rico que había guardado la ley de Moisés desde su
niñez. Éste preguntó: "Maestro
bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?" Jesús le
dijo: "Te falta una cosa: vende todo
lo que tienes, dalo a los pobres y tendrás tesoro en el cielo, luego ven y
sígueme".
El joven rico no obedeció sino que se retiró triste y sin haber obtenido la salvación.
Para él, eran más importantes sus
posesiones que la vida eterna.
Aunque Jesús quería darle la vida eterna al
joven rico, lo dejó ir. ¿Por qué? porque el joven rico
estaba atrapado en sus posesiones, que para él eran más
importantes que la vida eterna. La fortuna del joven rico, por más inmensa que
fuera, no le alcanzaba para comprar la salvación. Así, que el joven debía
renunciar a ella.
Lucas 9:59 Y dijo a otro: Sígueme. El le dijo:
Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. 9:60 Jesús le dijo: Deja
que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios.
En otra ocasión, Jesús le mandó a otro hombre,
que lo siguiera, y este dijo: "Señor,
primero déjame ir a enterrar a mi padre". Es posible que usted o yo,
le hubiéramos dicho a ese hombre: "Por
supuesto". Pero no fue así con Jesús, quien le dijo que dejara que los
muertos se ocuparan del entierro. ¿Quiénes son los muertos? Los que no tienen la vida eterna. Están
tan muertos como el muerto, están muertos en vida.
Jesús no era una persona sin sentimientos, sino
que quería dejar bien claro, que si
queremos convertirnos en hijos de Dios, debemos renunciar a nuestras
vidas y a nuestras posesiones, y el reino de Dios, se deben convertir en nuestra prioridad. El hombre quería seguir a Jesús, pero había
un pero:
el entierro de su padre. ¿Qué era más importante, el entierro o la vida eterna?
Mateo
10:37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a
hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; 10:38 y el que no toma su cruz y
sigue en pos de mí, no es digno de mí. 10:39 El que halla su vida, la perderá;
y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.
Con Jesús no hay peros, Jesús es más importante que nuestros padres,
que nuestros hijos, que nuestras posesiones, que nuestras vidas. Si hay algo en nuestras vidas, que esté
primero que Jesús, no somos dignos de él.
Que Jesús y el reino de Dios sean nuestra
prioridad, no es una opción, es una orden. El evangélico quiere un evangelio según sus propios
términos. Y es que una cosa es ser
evangélico y otra hijo de Dios. El
hijo de Dios sí obedece porque
el Espíritu Santo constriñe su corazón.
Hebreos
12:16 no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola
comida vendió su primogenitura. 12:17 Porque ya sabéis que aun después,
deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el
arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.
Esaú prefirió una comida en lugar de la
bendición de Dios. Después, procuró esa bendición, pero fue desechado, aunque
la procuró con lágrimas. Que eso nos
sirva de ejemplo. La prioridad del evangélico es su trabajo, su familia, su
estudio, el partido de futbol. Si Dios no perdonó a Esaú, sino perdonó al joven
rico, sino perdonó al que fue enterrar a su padre ¿Por qué crees que perdonará al
evangélico?
Las iglesias están vendiendo un evangelio
acomodado, es el evangelio de los
evangélicos y las historias de Esaú, del joven rico y del que se le murió
su padre, nos dejan claro, que no podemos tener nuestro propio evangelio.
Gálatas
1:6 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por
la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 1:7 No que haya otro,
sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de
Cristo.
La mayoría de iglesias enseña un evangelio
diferente, en realidad no enseñan otro evangelio, sino el evangelio de Cristo,
pero pervertido o acomodado. Esto
sucede desde la iglesia primitiva y maravillaba a Pablo, quien dijo que el que
pervirtiera el evangelio es un anatema.
Jesús nos hace ver que el Reino de Dios funciona de acuerdo a los términos establecidos por el
Padre, no de acuerdo a nuestros términos. Este es un principio divino que
no podemos pasar por alto.
Si el joven rico, hubiese estado dispuesto a
renunciar a su fortuna, es posible que Jesús le hubiese dicho: “no te deshagas de tu fortuna, pero úsala en
favor del reino de Dios”. Recordemos
que Jesús le dijo a Abraham que sacrificara a su hijo. Abraham estuvo dispuesto
a obedecer, entonces Dios le envió un ángel que le dijo: “No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya
conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (Génesis 22:12).
Lo mismo hubiera sucedido con la persona al que le se murió su padre, si hubiera
renunciado de ir al entierro, es posible que Jesús le hubiera dicho “ve al entierro”, y quizás el mismo Jesús
lo hubiera acompañado.
Lucas 9:61
Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida
primero de los que están en mi casa. 9:62 Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo
su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.
Otro hombre le dijo: "Te seguiré, Señor; pero primero déjame despedirme de mi familia".
El Señor podía haberle contestado: "Por
supuesto, ve y cena con tus familiares y dales las gracias de mi parte por
dejar que vengas conmigo". Pero
no fue así. Jesús le dijo, que una vez que decidimos seguirlo, no se
mira atrás. A partir del momento en que somos de la familia de Cristo, esa familia es nuestra prioridad, nuestra
familia pasa a un segundo plano. Ese es el principio, que Jesús quería dejar
bien establecido.
“Deja que los muertos entierren a sus muertos”,
es una frase que nos habla acerca de la experiencia de la vida
cristiana y de la experiencia de la salvación. No se trata solamente de que se nos perdonen
los pecados como cree la mayoría. El perdón de pecados es el inicio de la vida
cristiana no el fin de ella. La vida
cristiana es algo más, y se inicia con
la renuncia de nuestras vidas. Jesús nos libera de nuestras cargas,
de nuestros propios desafíos, para que podamos enfrentar sus desafíos.
Cuando la persona se convierte al Señor, deja
de vivir para sí y comienza a vivir para Él (2 Corintios 5:15). Eso es lo que significa: “deja que los muertos entierren a sus muertos”.
LA
SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN
¿Cómo saber si realmente somos salvos? La seguridad de nuestra salvación no está
basada en recitar Romanos 10:9, como
se enseña en la mayoría de las iglesias evangélicas. Recitan esos versículos, como si fueran las palabras mágicas: “abracadabra”. “Ya eres salvo”, te dicen, “alaba
a Dios”. Esa manera de salvación se encuentra únicamente en el evangelio de
los evangélicos, pero no en el Evangelio de Cristo.
Somos salvos, cuando renunciamos a nuestras vidas y comenzamos a vivir para Jesús.
Esa es la razón por la cual debemos
bautizarnos. No nos bautizarnos para
que los demás vean que hemos creído, nos bautizamos para “sepultar al viejo hombre”
y poder “andar en nueva vida” (Romanos
6:4), lo que significa que ya no
vivimos para nosotros mismos sino para Cristo, ya no hacemos nuestra
voluntad sino la voluntad de Dios.
Si no somos conscientes de lo que el bautismo
significa, entonces salimos de las aguas del bautismo, sin haber experimentado el nuevo
nacimiento.
Jesús dijo: “traigan
sus cargas, no hay ningún problema, yo me encargo de todas ellas, pero, deben
de cargar mi yugo”. Hay un pero
y pasarlo por alto es jugar con nuestra salvación. Cuando Él nos dice: "Sígueme", no nos dice adónde nos
lleva o cuánto nos pagará. Y a Jesús nunca se le ponen peros, solamente lo
obedecemos.
1 Pedro
1:2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu,
para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean
multiplicadas.
Fuimos elegidos desde antes de la fundación del
mundo, para obedecer y ser rociados con
la sangre de Jesús, no para desobedecer.
Si desobedecemos, es evidencia
de que no fuimos escogidos sino solamente llamados. Son muchos
los llamados y pocos los escogidos (Mateo
22:14). Si se tratara solamente de una invitación, no habría un castigo por
no obedecerla. El llamado no es una
invitación, es un mandamiento, de otro modo, Jesús no castigaría a los que
lo rechazan.
Desdichadamente, personas como el joven rico,
como Esaú, y como el hombre al que se le murió su padre, son la mayoría de
personas, que tenemos en nuestras
iglesias. Y no es culpa de ellos. Es culpa de los pastores que han estado
enseñando, un evangelio complaciente.
Colosenses
1:13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al
reino de su amado Hijo, 1:14 en quien tenemos redención por su sangre, el
perdón de pecados.
Hemos sido librados del reino de las tinieblas
que está ocupado por una raza de
desobedientes. Hemos sido traslados al
reino de Dios que está ocupado por una raza de hijos obedientes. Si no
eres obediente, es porque aún eres del reino de las tinieblas.
Adán obedeció a Satanás y todos caímos bajo su
dominio. Jesús pagó el rescate para que tengamos una nueva oportunidad, no la
desperdicies. No hay nada en este mundo, que valga la pena, no hay nada comparado con la gloria
venidera.
¿Qué significa venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo"
(Mateo 6:10)? Significa que debemos
renunciar a nuestra voluntad para hacer la voluntad del Padre. Millones de evangélicos dicen esa oración
todos los días de la boca para afuera, pero no de la boca para adentro.
Antes de convertirnos en hijos de Dios, nuestro
“yo” gobernaba nuestras vidas. Desde
que nos convertimos en hijos de Dios, se supone que Jesús las gobierna. Eso es
lo que significa “Ya no vivo yo, más
vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20).
Eso es hacer la voluntad de Dios en la tierra,
se trata de algo aquí y ahora, no para mañana o para los
siglos venideros. Es lo que la biblia llama “andar conforme al Espíritu”.
Los creyentes de la iglesia primitiva, creían, se arrepentían e inmediatamente se
bautizaban. El hablar en lenguas era
señal de que el Espíritu los controlaba.
En cambio, ahora venden un evangelio en cómodas cuotas mensuales.
La primera
cuota es cuando una persona cree en
Cristo. Después de transcurrido un tiempo, alguien le dirá: "¿Quiere bautizarse? Si se bautiza, paga la segunda cuota. Si la persona
dice: “tal vez después”, entonces le
contestan: "Bueno, no se preocupe.
Puede esperar hasta que esté dispuesta a hacerlo". El evangelio de Cristo que proclamaba la
Iglesia primitiva era: "arrepiéntase
y bautícese" (Hechos 2:38).
Era una orden, no una opción. Y no
era en cuotas, era un solo pago.
La tercera
cuota del creyente actual es acerca de las ofrendas. Hay que darle un tiempo al nuevo creyente para decirle
que debe ofrendar, porque si le hablan de las ofrendas al inicio, no regresa a
la iglesia. Y hay creyentes que nunca pagan la tercera cuota, porque nunca
ofrendan, lo que dan son limosnas, creen que ofrendar es una opción y no una orden:
1
Corintios 1:14 Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que
vivan del evangelio.
El Señor ordenó que los que anuncien el
evangelio, que vivan del evangelio.
Si se dedican al evangelio ¿Cómo van a vivir?
sino a través de las ofrendas.
1
Corintios 5:17 Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de
doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. 5:18 Pues la
Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de
su salario.
El que enseña el evangelio, es un obrero digno
de un salario. ¿Quién paga ese salario? La iglesia para la que trabaja. Si no ofrendamos, le estamos
poniendo bozal al buey que trilla.
Luego, pasado mucho tiempo, quizás años, o
quizás nunca, les hablan de la cuarta
cuota: debes vivir para Cristo. Los
pastores están enseñando que los mandatos de Cristo son opcionales.
Los evangélicos viven con una espiritualidad prestada.
Llegan a los cultos a que otros pidan que por sus necesidades y por sus problemas
¿Será que Dios no los escucha a ellos? Dios está cansando de este tipo de
creyentes, Dios no quiere que oren por todo, lo que quiere es que actúen. Dios conoce nuestras
necesidades, no tenemos que pedir por ellas,
lo que tenemos que hacer es buscar el reino (Mateo 6:33), lo que tenemos que hacer es cumplir con nuestras responsabilidades
dentro del Ministerio de la Reconciliación (2 Corintios 5:19-20).
Lo único que tenemos que hacer es obedecerle, y al mirar alrededor,
sin duda exclamemos: "¿De dónde me
vinieron todas esas cosas sin pedirlas? Nos fueron añadidas mientras buscábamos
la voluntad de Dios.
Si le preguntas a un creyente ¿Para qué trabaja?
posiblemente te conteste, que lo hace para comer. Si le preguntas por qué come?
Te dirá que para mantenerse vivo y fuerte para poder trabajar el día que
viene. Eso no es vivir, es solo existir, es una vida sin propósito.
Los hijos de Dios no trabajamos para comer ni
comemos para trabajar, sino para extender
el reino de nuestro Señor.
Deje que
los muertos entierren a sus muertos no significa que no debemos trabajar, significa
que todo lo que hagamos, sea de palabra
o de obra, debemos hacerlo en el nombre del Señor Jesús" (Colosenses 3: 17) y para el Señor Jesús (2 Corintios 5:15).
Espero que esta enseñanza toque tu corazón. No
la ignores, tómala en cuenta. No viene de mí, viene del Señor y es para tu
bien. Vive seguro de tu salvación.
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