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La resurrección de Lázaro nos enseña entre otras
cosas, que Dios desea que tengamos una muerte y una resurrección en vida; nos
enseña que Dios permite nuestro fracaso para que lo busquemos; y nos enseña, que para nuestro bien, las cosas no suceden en nuestro tiempo sino en
el tiempo de Dios.
Juan 11:1
Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de
Marta su hermana. 11:2 (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que
ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.) 11:3
Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas
está enfermo. 11:4 Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte,
sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
11:5 Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. 11:6 Cuando oyó, pues, que
estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.
En este pasaje se relata, que Lázaro estaba
enfermo y María y Marta, quienes eran sus hermanas, le enviaron un aviso a
Jesús para que viniera a sanarlo. Se dice
que Jesús amaba tanto a Lázaro como
a sus hermanas. Es posible que fuesen muy amigos y que Jesús los visitara de vez
en cuando. Es claro también, que Jesús
ya había hecho sanaciones y milagros, por lo tanto Marta como María confiaban plenamente en que sanaría a Lázaro.
Sin embargo, Jesús no acudió al llamado
inmediatamente, sino que se quedó dos días más al otro lado del río Jordán. Y además
dijo: “esta enfermedad no es para muerte
sino para que el hijo de Dios sea glorificado”.
Juan 14:13
Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo.
Jesús dijo en otra ocasión, que todo lo que
pidiéramos al Padre en su nombre, él lo
haría, para que el Padre fuera glorificado en él. Entonces, esperamos que
Jesús nos resuelva las peticiones de manera inmediata. Sin embargo, Jesús nos
reveló a través de la muerte de Lázaro, que muchas veces, él se toma su tiempo
para nuestro bien, que es en su tiempo y
no en el nuestro, que el Padre va a ser glorificado en el Hijo.
En el caso de Lázaro, Jesús pudo acudir
inmediatamente a sanarlo. Pero, si Jesús hubiese sanado a Lázaro en aquel
momento, la gente hubiese pensado que lo de Lázaro no era grave. Hubiesen
pensado que quizás un médico o un curandero pudieron hacer lo mismo ¿Pero quién
podría resucitar a una persona que tiene cuatro días de muerto y está
putrefacta? Solamente el Hijo de Dios. Y
esa fue la razón por la cual Jesús espero a que Lázaro muriera. De esa manera
haría algo tan imposible como resucitar un muerto y así todos creerían que él era el hijo de Dios.
En cuanto a nosotros, cualquier médico puede
sanarnos de una gripe, de una infección o cualquier enfermedad, pero solamente
Jesús puede sanarnos de un cáncer avanzado. En un caso así, dependemos
totalmente de Jesús.
Y en todos
los aspectos de la vida sucede lo mismo. No solamente con las enfermedades,
sino con todo tipo de problemas o circunstancias. Se viene un problema y
creemos que podemos resolverlo por nosotros mismos, hacemos a Cristo a un lado ¿Y qué sucede? Que Dios permite que
vayamos de fracaso en fracaso, para enseñarnos que sin él no somos nada y que la única vía segura es a través de
Jesús.
Juan 15:5
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste
lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
Jesús dijo que él era él árbol que da vida y
nosotros somos las ramas, que separados de él nada podemos hacer. Solamente en
Cristo Jesús encontramos la victoria.
Cuando nos rendimos, cuando damos por muerto el asunto,
entonces Jesús viene a darle vida, entonces Jesús viene a efectuar una resurrección para que reconozcamos que él es el hijo
de Dios y le demos toda la gloria.
Romanos
6:11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios
en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Así sucede con el pecado; luchamos una y otra
vez para vencer al pecado en nuestras fuerzas y no lo logramos. Y Dios permite
que caigamos una y otra vez, para que entendamos que sin Jesús no lo podemos
lograr. Cuando nos consideramos muertos
y dejamos de luchar contra el pecado, entonces Jesús en la persona del Espíritu
Santo nos levanta y nos da la victoria.
De pronto y sin hacer ningún esfuerzo decimos: “ya no me embriago”, “ya no soy maldiciente”, “ya no veo pornografía”; entonces
entendemos que fue Cristo quien lo hizo por nosotros y levantamos nuestras
manos en alabanza.
Juan 11:7
Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez. 11:8 Le
dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra
vez vas allá? 11:9 Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de
día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 11:10 pero el que anda de
noche, tropieza, porque no hay luz en él. 11:11 Dicho esto, les dijo después:
Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. 11:12 Dijeron entonces
sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. 11:13 Pero Jesús decía esto de la
muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. 11:14
Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto;
Jesús esperó a que Lázaro falleciera, y
solamente después de que eso sucediera acudió al llamado. Jesús permitió la
muerte de su amigo, con él único
propósito de que creyeran en él.
De igual manera, Jesús permitirá que la muerte, en varias de sus formas se exprese en nosotros, para darnos vida
y que de esa manera reafirmemos nuestra fe. Nada fue casual con Lázaro y nada
es casual con nosotros, Jesús siempre tiene el control.
Juan 11:17
Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el
sepulcro. 11:18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios;
11:19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas
por su hermano. 11:20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a
encontrarle; pero María se quedó en casa. 11:21 Y Marta dijo a Jesús: Señor, si
hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. 11:22 Mas también sé ahora
que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
Jesús acudió al llamado de las hermanas de
Lázaro cuando éste tenía cuatro días de muerto. Era necesario que quedara claro que Lázaro estaba bien muerto.
Marta salió a recibirlo, pero María se
quedó en casa. Y eso no está escrito por casualidad, sino que el Espíritu Santo
quiere darnos otra enseñanza.
Para María,
Lázaro estaba muerto y allí se
acababa la historia, para ella lo de Lázaro era punto y aparte. Por eso no salió a recibir a Jesús. Sin embargo,
para Marta, lo de Lázaro no era un punto y aparte sino una coma. Aunque ella le reprochó a Jesús el hecho de que no vino a
sanar a Lázaro, en el momento en que lo llamaron, Marta tenía la seguridad de
que Jesús lo resucitaría. Ella dijo: “Más
sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará”.
Esas palabras de Marta no eran un punto final,
eran una coma en la historia de Lázaro. Marta sabía que Jesús podría
resucitarlo, las cosas no había acabado para su hermano.
Hay miles de Marías que se molestan con Jesús
porque no acude inmediatamente a sus llamados, y cuando Jesús viene, se niegan
a recibirlo.
Ponen un punto final a la historia.
Hay Marías que dicen: “es la voluntad de Dios que tenga cáncer terminal” y ponen un punto
en donde debería ir una coma. No han entendido que la voluntad de Dios no es
que muramos antes de tiempo, su voluntad
es que tengamos vida y vida en abundancia (Juan 10:10).
2
Corintios 1:20 porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén,
por medio de nosotros, para la gloria de Dios.
Las promesas de Dios no son un “tal vez”, las
promesas de Dios siempre son “un sí”. Si él prometió que sanaríamos, entonces sanaríamos.
Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar” (Mateo 11:28) ¿Por
qué somos tan necios? Tratamos de cargar lo que es muy pesado para nosotros, en
lugar de entregarle nuestras cargas al Señor. Si él dijo que tomaría nuestras cargas, entonces las tomará
Si Jesús dijo, entonces él lo cumplirá. No
obstante, la mayoría de los creyentes somos como María, vivimos poniendo puntos
y aparte en donde deberían ir comas. Vivimos cambiando la gramática de Dios,
vivimos quitando comas para poner puntos.
Apocalipsis
22:18 Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este
libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que
están escritas en este libro. 22:19 Y si alguno quitare de las palabras del
libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la
santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.
El apóstol Juan nos enseña que nadie puede
cambiar la gramática de Dios; ni siquiera se puede cambiar un punto por una
coma. Donde Dios dice “aquí es una coma”,
es una coma y donde Dios dice “aquí es un
punto”, entonces sí es un punto.
1
Corintios 4:6 Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en
Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de
lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra
otros.
Al apóstol Pablo fue más allá y nos enseña que
no debemos pensar más allá de lo que está escrito, que no seamos vanidosos
porque hay cosas que solamente Dios las sabe. La vanidad siempre va a atentar
contra la gramática de Dios. Por causa de la vanidad es que hay tantas denominaciones religiosas. Cada denominación
nació por la vanidad de un falso profeta que pensó más allá de lo que está
escrito.
Gálatas
1:6 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por
la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 1:7 No que haya otro,
sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de
Cristo.
Desde el comienzo de la iglesia primitiva,
Satanás ha utilizado a falsos profetas para cambiar la gramática de Dios,
cambiando puntos por comas o agregando sus propias fantasías. Hay miles de
ejemplos, el mayor de ellos es en cuanto a la
salvación. Nuestro Señor Jesús dijo que para ser salvo había que creer y bautizarse (Marcos 16:16), pero un falso profeta
dijo que ya no era necesaria la salvación y aunque no borró la palabra “bautizarse” de Marcos 16, se atrevió a decir que Dios le reveló que ya no era
necesario bautizarse. Lo malo fue, que
millones le han creído y le siguen creyendo a ese falso profeta.
Juan 11:23
Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. 11:24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará
en la resurrección, en el día postrero. 11:25 Le dijo Jesús: Yo soy la
resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá
Jesús le dijo a Marta que Lázaro resucitaría y
Marta le dijo que sí, que ella sabía que resucitaría en el día postrero, pero
Jesús estaba hablando de que lo resucitaría en ese momento.
Romanos
6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a
fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos en vida nueva.
En el día postrero todos resucitarán, unos para vida eterna y otros para
condenación. Si queremos que nuestra
resurrección sea para vida eterna, entonces primero debemos tener una
resurrección en vida.
Esto implica que primero tenemos que morir en
vida. Dios estableció que hiciéramos eso a través del bautismo. Tenemos
entonces que ser sepultados en el bautismo, sin muerte no hay resurrección.
Millones de creyentes se niegan a morir en el
bautismo, mientras eso suceda, Jesús no puede venir a resucitarlos. Y cuando
sean resucitados en el día postrero, lo serán para condenación.
Juan 11:39
Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo:
Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. 11:40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho
que si crees, verás la gloria de Dios?
Marta dijo: “Señor hiede”. Y hedía porque hay
una ley que los científicos llaman la
ley de antropía, la que cual hace que una persona sin vida muera y se
putrefacta. Esa ley se activó con Adán cuando comió del fruto prohibido. Dios
le había dicho, “si comes de ese fruto morirás”. Adán comió y con el tiempo se murió.
Con su desobediencia activó la ley de antropía, la misma ley que la Biblia
llama “la ley del pecado y de la muerte”.
Lo cierto es que esa ley había hecho efecto en
Lázaro pero Jesús pudo más que esa ley y resucitó a Lázaro. Esto es así porque
Jesús es la resurrección y la vida.
Romanos
8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús nos ha librado de la ley
del pecado y de la muerte.
Jesús es la ley de vida que nos libra de la ley
del pecado y de la muerte. No eres tú el que puede vencer el pecado y la
muerte, es Jesús el que lo hace por ti. Lo que necesitas es ser sepultado en el
bautismo para que Jesús ocupe tu lugar.
Gálatas
2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo
en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Para los efectos del cielo, hemos sido
crucificados con Cristo en el bautismo, ya no vivimos, el que vive es Cristo en
nosotros. Así que deja ya de intentar resolver tus problemas por ti mismo,
recuerda que estás muerto. Ahora vive Cristo en ti y él se encarga de todos tus
problemas. Compórtate como un muerto para que Jesús pueda resucitarte, lo que
vives en la carne vívelo en la fe del que murió por ti.
Oramos y oramos muchas veces, esperando una
respuesta y la respuesta no viene, y no viene porque Jesús está esperando que
el orgullo, que la autosuficiencia, que la vanidad muera en nosotros.
Cuando esas cosas que llamamos el “yo” mueran en nosotros, solo y
entonces, Jesús vendrá a danos nueva vida, una vida resucitada en Cristo Jesús.
Juan 11:40
Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? 11:41
Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús,
alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. 11:42
Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está
alrededor, para que crean que tú me has enviado. 11:43 Y habiendo dicho esto,
clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! 11:44 Y el que había muerto salió, atadas
las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les
dijo: Desatadle, y dejadle ir.
Los que acompañaban a Jesús creyeron, entonces quitaron la piedra y Jesús le ordenó a
Lázaro que saliera.
Hay una piedra que evita que Jesús pueda
resucitarnos, esa piedra es la falta de
fe. Es lo que la biblia llama andar
conforme a la carne (Romanos 8:1).
Mientras andemos conforme a la carne, o sea confiando en nosotros mismos, la
piedra no será quitada y la resurrección de Cristo no se reflejará en ti.
Pero en cuanto comiences a andar conforme al
Espíritu, esto es confiando en Cristo, entonces la piedra será quitada y Cristo
vendrá para darte el poder de la resurrección. Por eso Jesús dijo: “¿No te dije que si crees verás la gloria
de Dios?”
La falta de fe es la piedra que impide que
puedas vencer la muerte en todas las formas que se te presenten.
Jesús le ordenó a Lázaro que saliera y pidió a
quienes le acompañaban que le quitaran las vendas que lo mantenían atado.
Al igual que Lázaro, quítate las vendas que te
mantienen atado, comienza a confiar en Jesús y escucha su llamado. Espero que
este estudio te sea de gran bendición.
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