LA BIBLIA
DE JOSUÉ A CRISTO
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En el anterior estudio sobre la Biblia y los
grandes hombres de la Biblia, hicimos un recorrido desde la creación del hombre
hasta la conquista de la tierra prometida dirigida por Josué. En el estudio de
hoy veremos lo que sucedió después de la conquista de la tierra prometida,
hasta el inicio los tiempos de la venida
de Cristo.
El PERIODO
DE LOS JUECES
Jueces 2:1
El ángel de Jehová subió de Gilgal a Boquim, y dijo: Yo os saqué de Egipto, y
os introduje en la tierra de la cual había jurado a vuestros padres, diciendo:
No invalidaré jamás mi pacto con vosotros, 2:2 con tal que vosotros no hagáis
pacto con los moradores de esta tierra, cuyos altares habéis de derribar; mas
vosotros no habéis atendido a mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto?2:3 Por tanto,
yo también digo: No los echaré de delante de vosotros, sino que serán azotes
para vuestros costados, y sus dioses os serán tropezadero.
Después de la muerte de Josué, Israel quedó sin
gobierno organizado. Las doce tribus separarían y seguirían distintas rutas. Dios
les había advertido a Israel que se mezclara con los pueblos idólatras, pero
ellos no obedecieron y por culpa de esas mezclas, comenzaron a adorar los dioses
falsos de estos pueblos. Durante los siguientes 300 años Israel traicionó a Dios 7 veces, adorando ídolos y
en las 7 ocasiones Dios permitió que esos pueblos se enseñorearan de
Israel para para traerlos al arrepentimiento.
Cada vez que se arrepentían, Dios le levantaba
libertadores o jueces. Hubo 15 jueces
que fueron los libertadores que guiaron al pueblo de Israel en tiempo de angustia. La mejor frase para describir ese periodo la
encontramos en Jueces 17:6 que dice:
“En aquellos días no había rey en Israel;
cada uno hacía lo que bien le parecía.”
De la historia de los jueces, podemos conocer a
Dios. Cuando lo desobedecemos, Dios nos quita la protección y nos deja en manos
del enemigo, pero cuando nos arrepentimos él
nos perdona y viene en nuestro auxilio. Así sucedió con Israel, “porque
la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación” (2 Corintios 7:10). Al estar en manos
del enemigo se produce una tristeza que lleva al arrepentimiento.
De algunos de los jueces sabemos bastante poco;
pero de otros, conocemos bastante. Débora,
quien juzgó juntamente con Barac, fue la única mujer juez (Jueces 4:5). De Gedeón podemos decir que con 300 hombres derrotó a un ejército de más
de 30.000 (Jueces 7), gracias a su fe, pero no fue Gedeón sino
fue Dios quien ganó y gana la batalla por aquellos que confían en él.
Uno de los más grandes jueces fue Jefté, quien hizo el voto de sacrificar
a cualquiera que viniera a toparlo cuando él regresara de la batalla. Para su
gran pesar, fue su hija (Jueces 11)
y tuvo que matarla.
También recordamos la historia de Sansón, quien con su gran fuerza física
contribuyó a la derrota de los filisteos (Jueces
14-16).
El último y más grande juez fue Samuel. El trajo integridad a su pueblo
y preparó el camino para la unidad de Israel. Toda esta historia de los jueces la podemos
ver con detalle en el Libro de Jueces.
La historia del período de los jueces no estaría
completa sin algunas notas del libro
de Rut, a lo que algunos llaman la más grande historia de amor de
todos los tiempos. Trata de la historia de una joven moabita, quien dejó su
propio pueblo para seguir a su suegra Noemí, a su nuevo hogar, en una tierra
distante. Rut, eventualmente, conoció y se casó con Booz para llegar a ser la bisabuela de David y una progenitura
del Señor Jesucristo. Una gentil en el linaje de nuestro Señor. El periodo de
los jueces fue de aproximadamente 300
años.
EL PERIODO
DE LOS REYES
La etapa más gloriosa de Israel fue la que se
conoce como la del Reino Unido;
llamado así, para distinguirlo del Reino
Dividido, el cual le siguió. En este periodo sobresaldrán los tres primeros
reyes: Saúl, David y Salomón.
La historia de este período está relatada en 1 y 2 de Samuel, en los primeros 11 capítulos de 1 Reyes, y en 1 de Crónicas.
1 Samuel
8:1 Aconteció que habiendo Samuel envejecido, puso a sus hijos por jueces sobre
Israel. 8:2 Y el nombre de su hijo primogénito fue Joel, y el nombre del
segundo, Abías; y eran jueces en Beerseba. 8:3 Pero no anduvieron los hijos por
los caminos de su padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose
sobornar y pervirtiendo el derecho. 8:4 Entonces todos los ancianos de Israel
se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, 8:5 y le dijeron: He aquí tú
has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos
ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones. 8:6 Pero no agradó
a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová.
8:7 Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan;
porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine
sobre ellos.
Israel pidió un Rey y aunque Dios estaba muy
descontento con la petición, instruyó a Samuel para ungir como rey a un joven
llamado Saúl, cuya cabeza y hombros
sobresalían entre la gente. Saúl gobernó bastante bien durante sus cuarenta
años de reino. Israel era perseguido por sus enemigos y él se dio a la tarea de
echarlos atrás. Su ejército derrotó a los amonitas, a los filisteos, a los
moabitas, a los edomitas y a otros. Pronto Saúl fue una figura popular entre el
pueblo. Pero su popularidad se le fue a la cabeza, y dejó de ser un humilde
siervo de Dios. En vez de eso, se convirtió en un ser obstinado, hacía lo que
quería, y se oponía así a la voluntad de Dios. En una ocasión fue comisionado por
Dios para destruir totalmente a los
amalecitas. En vez de eso, perdonó al rey y salvó lo mejor de su ganado. Su
escusa fue que los animales eran para ofrecerlos en sacrificio. El profeta Samuel
lo reprendió con estas palabras: “Ciertamente
el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención, que la grosura
de los carneros” (1 Samuel 15:22).
Entonces Dios desechó a Saúl como Rey.
Aunque Saúl todavía reinaba, Dios mandó a Samuel
a ungir a su sucesor, un joven pastor llamado David, uno de los más grandes personajes de la Biblia. Después de
su ungimiento, David fue llamado por Saúl para que le tocara el arpa cuando su
espíritu estaba turbado. Saúl lo amó profundamente y lo constituyó su escudero.
David se empezó a destacar rápidamente,
al acabar con gigante Goliat. Fue nombrado jefe del ejército y la gloria
que le sobrevino provocó los celos de Saúl quien quiso matarlo, haciendo que
David huyera al desierto.
Quizás la más bella amistad en la Biblia sea la
de David y Jonatan el hijo de Saúl,
quien constantemente buscaba cómo salvar a David de la ira de su padre.
Después de la muerte de Saúl, David fue coronado
rey de la tribu de Judá mientras que
Isboset hijo de Saúl, reinó sobre el
resto de Israel. Cuando cayó su reinado, siete años después, David gobernó
sobre todo Israel y escogió a Jerusalén como su capital. En guerras sucesivas, David
extendió su reino desde el Nilo hasta el
Río Éufrates.
A diferencia de Saúl, por su obediencia, David
fue reconocido por Dios como un hombre
conforme a su corazón El Señor declaró: “He
hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo
que yo quiero” (Hechos 13:22).
A pesar de todo, como ser humano, David se
enamoró de Betsabé, la esposa de
Urías, el heteo, un miembro del ejército judío. David ordenó que enviaran a Urías en las
líneas del frente de batalla para que lo mataran y así quedarse con su mujer.
Todo esto desagradó a Dios profundamente, y por eso envió a Natán el profeta para que reprendiera a
David (2 Samuel 12). Aunque David se
arrepintió y pidió perdón, Dios le dijo que la espada no se apartaría nunca
de su casa (2 Samuel 12:10). Esto nos enseña que aunque Dios perdone nuestros pecados, debemos pagar las consecuencias
de los mismos.
Y los problemas empezaron, su hijo Absalón asesinó a su propio hermano. Más
tarde, Absalón dirigió una revuelta contra David y murió en el atentado. Su otro
hijo Adonías intentó usurpar el reino
con la ayuda de Joab, general de confianza de David. Para impedir que el reino
pasara a malas manos, David coronó a su hijo Salomón, estando él vivo todavía.
Mientras el reinado de David fue de agitación, el de Salomón fue de paz inquebrantable.
1 Reyes
3:11 Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos
días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que
demandaste para ti inteligencia para oir juicio, 3:12 he aquí lo he hecho
conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido,
tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará
otro como tú. 3:13 Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas
y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus
días.
Salomón le pidió
sabiduría a Dios en lugar de riquezas; y Dios lo convirtió en el sabio y
más rico de la tierra. Esto nos deja otra enseñanza, a Dios no tenemos que estarle pidiendo
riquezas como enseñan los predicadores de la doctrina de la prosperidad, a Dios hay que pedirle sabiduría para andar
en sus caminos y él nos dará todo lo que necesitamos.
Salomón convirtió a Israel en el país más
poderoso de la tierra, con 1.400 carrozas, 12.000 jinetes, y un ingreso anual
equivalente a 20 millones de dólares actuales. Cuando Sabá visitó a Salomón
para ver si todos los reportes de su fama eran ciertos, quedó tan asombrada que
exclamó: “Ni aún se me dijo la mitad; es
mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído” (1 Reyes 10:7).
La realización más grande de Salomón fue la
edificación del templo de Dios, para
sustituir el tabernáculo, en el que Israel había adorado desde sus andanzas por
el desierto. Probablemente ninguna estructura en la historia del mundo haya
igualado su costo. Construido por 30.000 hombres, en siete años y medio, su
costo fue Se reunió un total de 108.000 talentos, 10.000 dáricos de oro y
1.017.000 talentos de plata. ¿En dólares? Según valores actuales equivaldría,
aproximadamente, a más de 150.000 millones de dólares. No todo
se gastó, y lo que quedó, se depositó en la tesorería del templo.
1 Timoteo
6:9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas
codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición;
6:10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando
algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.
Tan cierta es esta palabra, que el mismo Salomón
se vio atrapado en las riquezas, que eventualmente lo condujeron a la perdición. El buscó toda clase de
placer. Llegó a tener 700 esposas y 300 concubinas. Sin
dinero no hubiese podido hacer eso. El alto costo de su vida lo condujo a cargar de impuestos al pueblo, causando
así insatisfacción.
1 Reyes
11:4 Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras
dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón
de su padre David.
El reino de Salomón había comenzado con
sabiduría, pero sus mujeres idólatras lo envolvieron y Salomón terminó
adorando los dioses falsos de esas mujeres.
1 Reyes
11:11 Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has
guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo
entregaré a tu siervo. 11:12 Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a
David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo. 11:13 Pero no romperé todo el
reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a David mi siervo, y por
amor a Jerusalén, la cual yo he elegido.
Cuando terminaron sus cuarenta años de reinado.
Salomón se sentía enteramente desilusionado e infeliz. A causa de su idolatría, Dios haría que su reino se dividiera luego de
su muerte
LA DIVISIÓN DEL REINO
A
la muerte de Salomón, Roboam su hijo
subió al trono. Sus súbditos estaban a disgusto por la pesada carga de
impuestos de Salomón, y le pidieron a Roboam rebajarlos o quitarlos. Roboam
contestó: "Mi padre agravó vuestro
yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo" (1 Reyes 12:14).
Por
tal motivo, diez de las doce tribus derrocaron a Roboam y coronaron a Jeroboam (jefe del ejército) como el
rey de estas 10 tribus. El reino se
dividió en dos, el reino de Jeroboam vino a ser conocido como el Reino del Norte o Israel. Las tribus de Judá y Benjamín que no
participaron en la revuelta, permanecieron fieles a Roboam en lo que se conoció
como el Reino del Sur o Judá. La tribu
de Benjamín era tan pequeña que fue virtualmente absorbida por la tribu de
Judá. En los libros 1 y 2 Reyes y 2 de Crónicas se relatan todos los
detalles de la historia completa del reino dividido. Durante sus primeros
ochenta años, el Reino del Norte estuvo casi continuamente en guerra contra
Judá.
El reino del norte que duró 253 años, tuvo malos reyes, ni uno solo de sus 19 reyes resultó bueno. Varios reyes
fueron asesinados y reemplazados por usurpadores. Su primer rey Jeroboam colocó dos ídolos en Dan y en
Betel, para que los adoraran. Tanto se encolerizó Dios por esta acción que
envió al profeta Ahías para predecir la caída de este reino. El profeta
declaró:
1 Reyes 14:15 Jehová sacudirá a Israel al modo que la
caña se agita en las aguas; y él arrancará a Israel de esta buena tierra que
había dado a sus padres, y los esparcirá más allá del Eufrates, por cuanto han
hecho sus imágenes de Asera, enojando a Jehová. 14:16 Y él entregará a Israel
por los pecados de Jeroboam, el cual pecó, y ha hecho pecar a Israel.
Después
de la muerte de Jeroboam, la idolatría llegó a ser más excesiva que antes. El
rey Acab se casó con una sacerdotisa
llamada Jezabel, hija del rey de Tiro. Ella introdujo la adoración al dios Baal y abolió la adoración de Jehová en Israel. Es dudoso que se encuentre
en la Biblia a otra mujer tan mala, tan sin escrúpulos; y Acab fue tan débil
que dio paso a todos los malos designios de su esposa.
Dios
envió al profeta Elías para
denunciar esta idolatría. Elías condujo una competencia con los profetas de
Baal en el Monte Carmelo; y cuando se probó que ellos eran falsos, él los mató.
Esto hizo que Jezabel ordenara matar a Elías, pero no tuvo éxito en su intento.
El
mejor de todos los reyes de Israel fue Jehú
quien sucedió al hijo de Acab como rey. Con determinación mató a Jezabel y abolió la
adoración de Baal. De la mayoría de
los reyes que siguieron a Jehú se dice que "no se apartaron de los pecados de Jeroboam”.
Dios
cumplió lo profetizado por Ahías de castigar y esparcir a Israel. En el año 722 A.C. el poderoso rey de Asiría llevó en cautiverio a Israel a Asiría,
y ellos nunca regresaron. El reino del norte acabó para siempre, Israel dejó de existir.
Dese
este momento histórico, sólo el reino de
Judá continuaría, por eso a los israelitas se les llama judíos. Judá fue más pequeño y más débil que Israel, sin
embargo, en sus 388 años de historia
permaneció fiel a Dios. Todos sus reyes eran de la familia de David. Judá quiso
declinar bajo Roboam, pero durante
los reinados Asa y Josafat vino un
gran avivamiento en la nación.
Desdichadamente,
en los siguientes años, Judá adoptó la
religión de Baal. Esto permaneció hasta el reinado de Ezequías quien desarraigó
por completo la idolatría de su reino.
Pero el hijo de Ezequías, Manases, tuvo
de malo lo que Ezequías tuvo de bueno. En sus cincuenta y cinco años de reinado
introdujo la idolatría nuevamente e hizo pasar por fuego como un rito religioso
a sus propios hijos.
Esto
causó que Dios prometiera, a través de los profetas, que Judá sería castigado por su idolatría.
Pero
luego gobernó Josías que introdujo
tan grande renacimiento en la adoración a Jehová, como nunca se había visto.
Ocurrida la muerte de Josías, Judá decayó rápidamente. Todos los restantes reyes
fueron idólatras. Y en el años 606 AC
el rey Nabucodonosor de Babilonia llevó a la mayoría de los judíos en cautiverio a Babilonia, como los
asirios habían hecho con Israel más de 100 años antes. Sedequías, el último rey
de Judá, gobernó a los pocos que no fueron cautivos pero en el año 587
A.C., él y el resto también fueron llevados cautivos a Babilonia. Dios
permitió ese cautiverio de Judá como un pago por su idolatría.
Los
judíos permanecieron setenta años
cautivos en Babilonia, sin que ninguno retornara. Los detalles de esa
cautividad se encuentran en los libros de Daniel y Ester. Mientras que Daniel es un libro de profecía, también contiene mucha historia e interesantes
narraciones tales como la de los tres jóvenes hebreos echados en el horno de
fuego, Daniel en el foso de los leones y la escritura en la pared. Pero lo más
importante de Daniel es la profecía de
las 70 semanas que Dios le dio y mediante la cual se revela el futuro de
Israel y de todo el planeta, lo que culminaría con el Mesías que vendría a
gobernar sobre la tierra por los siglos de los siglos.
El libro de Ester nos narra cómo una joven judía llegó a ser reina, y cómo ella salvó a su pueblo cuando ya estaba a punto de
ser destruido. En el año 536, con Zorobael se inicia un pequeño éxodo de
judíos a su tierra.
Esdras, el gran sacerdote y
escriba, condujo un grupo ochenta años más tarde. En el año 444 A.C., el rey
Artarjerjes dio la orden de reconstruir el templo y la ciudad de Jerusalén y empezó
otro éxodo de judíos de la mano de Nehemías para reconstruir los muros de
Jerusalén. Estos regresos se narran en los libros
de Nehemías y Esdras. No todos los
judíos regresaron ni se restableció
nunca más el Reino de Judá.
LOS LIBROS POÉTICOS
La
poesía de los antiguos judíos consistía preferiblemente de pensamientos
rítmicos, en los cuales las mismas ideas eran repetidas en sucesivos enunciados
en diferentes palabras. Hay cinco libros
poéticos en el Antiguo Testamento: Job,
Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantares de Salomón. Salomón fue el autor de los tres últimos. De los 150 salmos, 73 son
atribuidos a David, y hasta es
probable que él fuera el autor de varios de los salmos anónimos. El autor del
libro de Job es desconocido, lo
mismo que la fecha de su escritura. Una
gran mayoría de estudiosos de la Biblia consideran que este libro es el más
antiguo de la Biblia, o sea que se escribió primero que el libro del Génesis,
pero se incluyó en el orden de los libros poéticos.
Este
libro es la historia de un hombre justo que perdió todo lo que tenía pero aún
así permaneció fiel a Dios. Mucho del libro está escrito en forma de debate
entre Job y sus amigos, quienes trataron de convencerlo de que su ruina era el
resultado de su pecado. Job demostró su inocencia; y por su fidelidad a Jehová
fue recompensado con más grandes bendiciones que las que tenía antes de su
aflicción.
Uno
de los más amados libros de la Biblia entera es el de los salmos. Un salmo es una
canción de alabanza. Algunos de los salmos han sido arreglados con música y
son cantados por los cristianos hoy día. Originalmente el libro fue dividido en
cinco secciones. El salmo más corto es
el 117; y el más largo, el 119, que tiene 176 versos.
Se
ha dicho que Salomón escribió el Cantar
de los Cantares cuando joven; Proverbios,
a la mitad de su vida, y Eclesiastés,
cuando era viejo. Los cantares de
Salomón son un bello canto de amor
matrimonial. Los Proverbios son
un conjunto de dichos sabios, muy familiares para todos nosotros. ¿Qué de Eclesiastés? Salomón lo había tenido
todo, riquezas y muchas mujeres, y se da
cuenta que nada de lo material, ni las mujeres le daban la felicidad, por el
contrario, lo habían alejado de Dios. Arrepentido por dejarse llevar por las
cosas del mundo y darle la espalda al único Dios verdadero escribe este libro para todos aquellos que buscan la felicidad
en las cosas materiales. Empieza con
el pensamiento "Vanidad de
vanidades, todo es vanidad" (Eclesiastés
1:2). Y termina: "Teme a Dios,
y guarda sus mandamientos: porque esto es el todo del hombre" (Eclesiastés 12:13).
LOS LIBROS PROFÉTICOS
Los
diecisiete libros de profecía del
Antiguo Testamento pueden dividirse en cinco
profetas mayores y doce profetas
menores. Esto es debido a su mayor o
menor extensión.
Los
profetas fueron los mensajeros que trajeron la palabra de Dios al hombre. La mayoría de ellos vivió durante tiempos
difíciles, cuando Israel se había vuelto a la idolatría. Algunos de ellos
fueron sacerdotes, y otros de sangre real. Elías y Eliseo, que no
nos dejaron ningún documento escrito.
Los
profetas fueron la conciencia de Israel.
Su misión fue tratar de salvar a la
nación de la idolatría y advertirlos que por esa causa serían destruidos. Pero
los profetas llevaban además un mensaje esperanza a los cautivos: un Mesías vendría a salvarlos.
Ese
mensaje sigue hasta hoy, pero pareciera que la gente no quiere salvarse, porque
millones en todo el mundo continúan con la idolatría que les ofrecen algunas
religiones.
Las
profecías predicen el futuro, como la destrucción de ciudades tales como Nínive y
Babilonia, y tratan ampliamente la venida del Mesías.
Entre
los profetas mayores está Isaías
quien ha sido llamado el "profeta
mesiánico" porque predijo la venida del Mesías y que éste sería de la simiente de David. El capítulo 53 de su libro es quizá la más bella profecía de Cristo en la
Biblia.
Jeremías fue el profeta llorón, como indica el título de
uno de sus libros: Lamentaciones.
Advirtió a Judá que se arrepintiera, para evitar su destrucción.
Ezequiel y Daniel
fueron profetas durante la cautividad
babilónica. Los escritos de Ezequiel son altamente simbólicos y algo
difíciles de entender. El libro de Daniel, por otro lado, contiene predicciones
sobre Babilonia y Persia. Fue él quien predijo
el establecimiento del reino de Jesucristo, diciendo: "Y en los días de estos reyes el Dios del
cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a
otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá
para siempre" (Daniel 2:44).
Joel profetizó a Judá como un
llamado al arrepentimiento y Jonás fue enviado a profetizar a los
ninivitas al arrepentimiento. Como los odiaba, Jonás se negó a profetizarles y quiso
huir en una barca. Pero la barca se
quiso hundir y lo echaron al mar en donde una ballena se lo tragó. A los tres
días la ballena lo devolvió a tierra para que llevara su mensaje. Jonás se dio
cuenta que no podía huir de Dios y terminó haciendo lo que se le ordenó. Nínive
se arrepintió y fue perdonada.
Pasaron
150 años y Dios envió Nahum
para repetir la advertencia a los ninivitas.. Esta vez no se arrepintieron y
fueron destruidos.
La
profecía de Abdías, de tan solo un
capítulo, es dirigida contra la tierra de Edom,
al sudeste del Mar Muerto. La predicción de su ruina fue totalmente cumplida
con el aniquilamiento completo de esa nación.
Los
profetas Amos y Oseas quienes fueron contemporáneo, llevaron un mensaje especial al
Reino
de Israel. Amos, un pastor, no
limitó sus amonestaciones a Israel, sino que también pronunció su infortunio al
reino
de Judá y a otras naciones.
Oseas empleó la tragedia de su
propia vida para mostrar a su pueblo, que así
como su esposa le había sido infiel a él, también Israel había cometido
adulterio espiritual por su infidelidad a las leyes de Dios y sería
castigada a menos que se arrepintiera.
Sofonías y Miqueas fueron enviados ambos
a Judá. Sofonías profetizó que un
remanente de Israel sería salvo. Miqueas
declaró que el Mesías vendría de la pequeña aldea de Belén.
Habacuc profetizó que "El justo vivirá por la fe" (Habacuc 2:4), la gran enseñanza que se repite en el nuevo
testamento. Los profetas Hageo y
Zacarías fueron enviados a los judíos
cautivos en Babilonia. Zacarías predijo
que Cristo sería vendido por treinta
piezas de plata.
Malaquías concluye las profecías del Antiguo Testamento con una denuncia
sobre la vana adoración de los judíos,
y sobre el robo que la hacían a Dios sobre los diezmos y las ofrendas, y la promesa de que Dios enviaría a Elías el
profeta antes del día del Señor.
Durante los
siguientes 400 años a la caída del reino de Judá, lo judíos serán repatriados a su tierra, pero
estarán bajo el dominio de los persas, los macedonios y por último bajo el
imperio de los romanos. Y durante todo ese periodo no habrá un solo profeta, Dios guardará silencio. Después de esos
400 años, nacerá un nuevo vocero de Dios,
en la ciudad de Belén, un niño nacerá de una virgen, su nombre es Jesús y 33 años después se convertirá
en Cristo Jesús, pero de eso hablaremos
en la siguiente entrega.
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