miércoles, 16 de marzo de 2016

INCRÉDULOS Y PERVERSOS

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Jesús les había dado autoridad a sus discípulos sobre los demonios (Lucas 9:1). Sin embargo ellos no pudieron expulsar un demonio de un muchacho (Lucas 9:40), entonces Jesús muy molesto les dijo: “generación incrédula y perversa ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os de soportar?” (Lucas 9:41). Palabra muy dura, pero llena de verdad para nuestro tiempo.

La fe es la certeza de que sucederá lo que Dios ha prometido (Hebreos 11:1), aunque no tengamos ninguna prueba al respecto, sino únicamente la promesa de Dios.
La fe no es algo que creemos en nuestra mente, es la convicción en nuestro corazón de que la promesa se cumplirá,
El incrédulo es aquel, en el que no hay ningún convencimiento en su corazón de que la promesa se hará realidad. En otras palabras la realidad espiritual que se encuentra en la palabra de Dios no ha tocado lo más profundo de su ser. Para el incrédulo las palabras de Dios son simples palabras como las escritas en cualquier otro libro.

Romanos 10:10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Los discípulos ordenaron al demonio que saliera del muchacho, pero el demonio no salió porque ellos eran incrédulos, no estaban plenamente convencidos en su corazón de que eso sucediera, lo suyo era de la boca para afuera, no de la boca para adentro.
Ellos creían que el poder estaba en sus palabras, que había que recitar unas palabras en el nombre de Jesús y punto. Que engañados estaban y que engañados están millones de cristianos que usan el nombre de Jesús como una varita mágica.
Los discípulos de Jesús eran incrédulos, pero también eran perversos. Un perverso es aquel que tuerce el camino, que se desvía de la senda o que cambia la verdad absoluta de  Dios por una mentira o una media verdad.
Los discípulos de Jesús pervirtieron la verdad, equivocaron el camino dando más importancia a las palabras que salieran de su boca, que a lo que estaba en su corazón.
Esto sucede diariamente y a cada rato. A mí me asusta escuchar a los pastores evangélicos y a los fieles cristianos recitar frases en el nombre de Jesús. Usan el nombre de Jesús para para todo y para todos, sin meditar en su corazón lo que está saliendo de sus bocas.
Por ejemplo, es muy común escuchar: “Yo declaro que este año es un año de prosperidad para ti, en el nombre de Jesús”. Como puede alguien ser tan irresponsable y decir semejante cosa. Nadie puede decretar el futuro de una persona. Están quitando a Dios de su trono para ponerse ellos. Estas palabras no salen del corazón, son de la boca para afuera porque no tienen fundamento bíblico.

Ezequiel 113:6 Vieron vanidad y adivinación mentirosa. Dicen: Ha dicho Jehová, y Jehová no los envió; con todo, esperan que él confirme la palabra de ellos. 13:7 ¿No habéis visto visión vana, y no habéis dicho adivinación mentirosa, pues que decís: Dijo Jehová, no habiendo yo hablado? 13:8 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto vosotros habéis hablado vanidad, y habéis visto mentira, por tanto, he aquí yo estoy contra vosotros, dice Jehová el Señor. 13:9 Estará mi mano contra los profetas que ven vanidad y adivinan mentira; no estarán en la congregación de mi pueblo, ni serán inscritos en el libro de la casa de Israel, ni a la tierra de Israel volverán; y sabréis que yo soy Jehová el Señor.

No se puede estar decretando lo que no sabemos. Decretar es una especie de profecía originada en nuestra vanidad. “Yo no los envíe”, dice Jehová, están hablando mentira y no estarán inscritos en el libro de la vida.
Pero, difícilmente encontremos una congregación en donde no se sucedan estas cosas. Eso es pervertir la palabra de Dios y es actuar con descuido e incredulidad; es usar el nombre de Dios en vano, porque no consiguen nada, tal y como sucedió con los discípulos de Jesús. Y va en contra de lo que ordena el tercer mandamiento de la Ley de Dios (Éxodo 20:7).

Marcos 16:17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 16:18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

Jesús nos autorizó a usar su nombre para expulsar los demonios y para sanar enfermos, porque  no podemos expulsar demonios en nuestro nombre porque nuestro nombre no significa nada para el diablo.
Hay personas que se han hecho un nombre en el infierno. Allí los conocen porque día a día viven para Cristo y le hacen la contra al diablo. Sin embargo, sus nombres siguen siendo nada para el diablo, aunque los ve como enemigos y tratará de hacerles daño.
El diablo obedece cuando le damos órdenes en el nombre de Jesús, pero si no hay convicción en nuestro corazón, y no estamos fundamentados en la palabra de Dios, el diablo se burlará de nosotros.
Todo lo que hagamos en el nombre de Jesús, debe de ser en espíritu y en verdad (Juan 4:23) ¿Qué significa eso? Que lo que hagamos esté fundamentado en la palabra de Dios y que esa palabra no sea de la boca para afuera, sino que es algo que creemos con el corazón.

Hechos 19:13 Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. 19:14 Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. 19:15 Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? 19:16 Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.

Aquí vemos un ejemplo de lo que puede suceder cuando no hay convencimiento en nuestro corazón.  El demonio se burló de los exorcistas que invocaron el nombre de Jesús saltando sobre ellos hasta dejarlos desnudos y heridos.
El nombre de Jesús no es cualquier nombre para que lo usemos a la ligera y para todo. Debemos usarlo conforme a la palabra de Dios y convencidos de esa palabra en nuestro corazón. La llave es creer la palabra de Dios  y confesarla en el nombre de Jesús, no es confesar sin creer, porque nada sucederá.
Y todo lo que hagamos debe ser para la gloria de Dios, no para que nosotros obtengamos prestigio y gloria, no sea que el diablo nos mande heridos, humillados y desnudos para la casa. Nadie puede decretar nada, lo que podemos es declarar la palabra de Dios escrita y apropiarnos de ella.

Mateo 17:19 Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? 17:20 Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.
Ya Jesús les había dicho a sus discípulos la causa por la que no pudieron echar el demonio: su incredulidad. Sin embargo ellos insistieron en una mayor explicación, seguros tal vez de que sí tenían fe.
Jesús les dijo que si tuvieran la fe del tamaño de un grano de mostaza, el grano más pequeño que existe y le ordenaran a un monte echarse en el mar, esto sucedería sin lugar a dudas. Y ellos no tenían ese tamaño de fe.
Pero regresemos al momento de la expulsión. Jesús le preguntó al padre del muchacho endemoniado si creía. El padre le dijo “creo, ayuda a mi incredulidad”. (Marcos 9:23-24). Tomemos en cuenta que el que solicita la expulsión también debe creer. Su incredulidad puede ser un estorbo para el que va a intentar la expulsión. Usted jamás podrá ayudar a un incrédulo.

Marcos 9:28  Cuando él entró en casa,  sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?  9:29  Y les dijo: Este género con nada puede salir,  sino con oración y ayuno.

Estos dos últimos versículos son cruciales para entender a Jesús, pero es necesario que escudriñemos más a fondo. Por un lado vimos que el Señor le dice al padre del joven que era necesario creer y dejar la incredulidad para poder recibir el milagro. Luego cuando sus discípulos le preguntan por qué no pudieron echar fuera el demonio, el Señor Jesús les dice que “ese género no sale sino con oración y ayuno”. ¿Se está refiriendo Jesús a la clase de demonio? ¿o al nivel de incredulidad de los discípulos?
Tenga en cuenta que el Señor Jesús no puede contradecirse. Cuando ellos le preguntaron la causa por la que no pudieron expulsar el demonio, Jesús fue claro: la causa fue su poca fe (Marcos 9:19) Esta  respuesta es clara y categórica, “la incredulidad” fue el impedimento para la expulsión del demonio. Eso no tiene discusión, ellos fueron incrédulos y perversos porque sus palabras salieron de sus bocas, pero no había convencimiento en su corazón y entonces pervirtieron su palabra.
Ahora, no es posible que por una parte el Señor diga que no pudieron echar al demonio por su incredulidad y por otra diga que se debió al tipo de demonio, que era muy poderoso para despacharlo; y que por lo tanto primero debieron ayunar y orar para enfrentar a ese tipo de demonio; eso sería una contradicción.
Lo que el Señor dijo, se resume en el contexto de la siguiente manera: “este género no sale sino con oración y ayuno por causa de su incredulidad". Ya sea que entendamos que “género” se refiere a la clase de demonio o a la clase de fe”, lo cierto es que el demonio no pudo ser expulsado por la incredulidad de los discípulos y no por otra cosa.
Los discípulos necesitaban oración y ayuno, pero no para expulsar a un demonio en particular, ellos necesitaban oración y ayuno para aumentar su fe.
El ayuno nos ayuda a limpiar no solamente nuestro cuerpo, sino también nuestro espíritu y nuestra alma, nos ayuda a despojarnos de todo aquello que estorbe nuestra fe, llámese vanidad, gloria, u orgullo. El ayuno es una renuncia a los deseos de la carne. El diablo nos tienta a usar el nombre de Jesús en vano, para derrotarnos y que crezcamos en incredulidad.

Mateo 4:1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.

Vea usted que antes de iniciar su ministerio, Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto con el propósito de que fuera tentado por el diablo.

Lucas 4:1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto 4:2 por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre. 4:3 Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, dí a esta piedra que se convierta en pan. 4:4 Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.

Al diablo no lo derrotamos huyendo de él, sino enfrentándolo y enfrentándolo en la tentación. Pero antes de enfrentarlo, nuestro Señor Jesús ayunó por cuarenta días, renunciando a los deseos de su carne. Se alejó del resto de la gente para concentrarse en la oración y para que la palabra de Dios quedara sembrada en su espíritu.

Mateo 4:3 Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. 4:4 Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

El diablo tentó a Jesús en la carne. Jesús tenía hambre y el diablo le dijo: “tú eres el hijo de Dios, convierte las piedras en pan”. Pero Jesús le respondió que lo que a él lo sostenía era la palabra de Dios. Jesús se había alimentado de la palabra de Dios, ella estaba impresa en su corazón y no había ningún deseo de la carne que lo hiciera caer. La oración y el ayuno le habían dado acrecentado su fe como para caer a la tentación del demonio.

Mateo 4:5 Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, 4:6 y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. 4:7 Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.

Seguidamente, el diablo lo tentó, esta vez uso la palabra de Dios para tentar a Jesús en su vanidad, utilizó un versículo aislado para hacerlo caer. “Escrito está (en el salmo 91) que si te lanzas al vacío, Dios enviará los ángeles en tu auxilio”, dijo el diablo. Pero Jesús también uso la palabra de Dios para responderle que “escrito está que no hay que tentar al Señor”.
¿Cuántos pastores han caído en la trampa de satanás, que les habla al oído para que levanten doctrinas de versículos aislados, desviándolos de la verdad y de la fe?

Mateo 4:8 Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, 4:9 y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. 4:10 Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.

Por último, Satanás tentó a Jesús, ofreciéndole gloria, ofreciéndole los reinos del mundo a cambio de que lo adorara. Y nuevamente Jesús usó la palabra de Dios para derrotarlo.
Jesús estaba lleno de la palabra de Dios, por lo tanto estaba lleno de fe. Pero si tú no te alimentas de ella, tu fe no será suficiente para enfrentar las tentaciones del diablo.
Tienes que ayunar,  no dejando de comer, sino despojándote de toda enseñanza que no venga de la palabra de Dios. Tienes que limpiar tu mente y tu corazón de la palabra del hombre, de lo que dice la razón, para llenarla de la palabra de Dios y vivir por ella. Debemos cambiar la razón por la fe, solo y entonces andaremos conforme al Espíritu. De no ser así, seremos incrédulos y perversos.
Decimos que tenemos fe, que le creemos a Dios, pero generalmente le creemos únicamente en lo que nos conviene.

Proverbios 3:9 Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos; 3:10 Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto.

Muchos creyentes leen estos versículos y dicen “eso no es para mí”, eso es para los del viejo testamento. Y sus graneros permanecen vacíos.

2 Corintios 9:6-7 El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará

Esto no está escrito en el Viejo testamento, sino en el Nuevo testamento. Allí dice que si sembráramos generosamente, segaríamos generosamente también, no sea que no tendríamos que preocuparnos por el día de mañana, porque Dios nos dará todo lo necesario para vivir dignamente; así lo prometió y las promesas de Dios son siempre sí y amén en Cristo Jesús (2 Corintios 1:20).
¿Por qué no segamos generosamente? Porque no creemos en la palabra de Dios, si creyéramos, la cumpliríamos al pie de la letra.  Somos incrédulos y perversos.

Marcos 16:17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 16:18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanará

¿Por qué no ponemos las manos sobre los enfermos? ¿Por qué no expulsamos demonios? La respuesta es una: no creemos la palabra en nuestro corazón, solamente la creemos en la mente, lo que decimos es de la boca para afuera. Oramos y no sucede nada porque no es algo que estamos creyendo en nuestro corazón.

Mateo 6:31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 6:32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 6:33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Leemos esto versículos con nuestra mente, pero no tocan nuestro corazón. Entonces nos afanamos, nos esforzamos por conseguir lo que Dios nos puede dar, si tan solo buscáramos el reino. No tenemos tiempo para el reino porque tenemos que resolver lo que Dios tiene resuelto. Lo hacemos porque no le creemos a Dios, somos incrédulos y perversos.
2 Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Otros muchos leen este versículo y dicen “eso no es para mí, es para los pastores”. Que conveniente no, y continúan con sus vidas, viviendo para ellos mismos. “Es que yo no nací para predicar”, dice alguien por allí. Entonces presta tu casa para que otro predique por ti. Toma una responsabilidad importante en la congregación, ya sea de servicio, ya sea de oración, ya sea de exhortación. Dios te ha dado un don y no lo usas porque la palabra de Dios no ha tocado tu espíritu. Desdichadamente eres incrédulo y perverso, no lo digo yo, lo dijo nuestro Señor Jesús.




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