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Jesús les había
dado autoridad a sus discípulos sobre los demonios (Lucas 9:1). Sin embargo ellos no pudieron expulsar un demonio de un
muchacho (Lucas 9:40), entonces
Jesús muy molesto les dijo: “generación
incrédula y perversa ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os
de soportar?” (Lucas 9:41). Palabra
muy dura, pero llena de verdad para nuestro tiempo.
La fe es la
certeza de que sucederá lo que Dios ha prometido (Hebreos 11:1), aunque no
tengamos ninguna prueba al respecto, sino únicamente la promesa de Dios.
La fe no es algo
que creemos en nuestra mente, es la
convicción en nuestro corazón de que la promesa se cumplirá,
El incrédulo es
aquel, en el que no hay ningún
convencimiento en su corazón de que la promesa se hará realidad. En otras
palabras la realidad espiritual que se encuentra en la palabra de Dios no ha tocado lo más profundo de su ser. Para
el incrédulo las palabras de Dios son simples
palabras como las escritas en cualquier otro libro.
Romanos 10:10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la
boca se confiesa para salvación.
Los discípulos
ordenaron al demonio que saliera del muchacho, pero el demonio no salió porque
ellos eran incrédulos, no estaban
plenamente convencidos en su corazón
de que eso sucediera, lo suyo era de la boca para afuera, no de la boca para
adentro.
Ellos creían que el poder estaba en sus palabras, que
había que recitar unas palabras en el nombre de Jesús y punto. Que engañados
estaban y que engañados están millones de cristianos que usan el nombre de
Jesús como una varita mágica.
Los discípulos de
Jesús eran incrédulos, pero también eran
perversos. Un perverso es aquel que tuerce
el camino, que se desvía de la senda o que cambia la verdad absoluta de
Dios por una mentira o una media verdad.
Los discípulos de
Jesús pervirtieron la verdad,
equivocaron el camino dando más importancia a las palabras que salieran de su boca, que a lo que
estaba en su corazón.
Esto sucede
diariamente y a cada rato. A mí me asusta escuchar a los pastores evangélicos y
a los fieles cristianos recitar frases en el nombre de Jesús. Usan el nombre de
Jesús para para todo y para todos, sin meditar en su corazón lo que está
saliendo de sus bocas.
Por ejemplo, es muy común escuchar: “Yo declaro que este año es un año de
prosperidad para ti, en el nombre de Jesús”. Como puede alguien ser tan
irresponsable y decir semejante cosa. Nadie puede decretar el futuro de una
persona. Están quitando a Dios de su trono para ponerse ellos. Estas palabras
no salen del corazón, son de la boca para afuera porque no tienen fundamento bíblico.
Ezequiel 113:6 Vieron vanidad y adivinación mentirosa. Dicen: Ha dicho
Jehová, y Jehová no los envió; con todo, esperan que él confirme la palabra de
ellos. 13:7 ¿No habéis visto visión vana, y no habéis dicho adivinación
mentirosa, pues que decís: Dijo Jehová, no habiendo yo hablado? 13:8 Por tanto,
así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto vosotros habéis hablado vanidad, y
habéis visto mentira, por tanto, he aquí yo estoy contra vosotros, dice Jehová
el Señor. 13:9 Estará mi mano contra los profetas que ven vanidad y adivinan
mentira; no estarán en la congregación de mi pueblo, ni serán inscritos en el
libro de la casa de Israel, ni a la tierra de Israel volverán; y sabréis que yo
soy Jehová el Señor.
No se puede estar
decretando lo que no sabemos. Decretar es una especie de profecía originada en
nuestra vanidad. “Yo no los envíe”, dice Jehová, están hablando mentira y no
estarán inscritos en el libro de la vida.
Pero, difícilmente
encontremos una congregación en donde no se sucedan estas cosas. Eso es pervertir la palabra de Dios y es actuar
con descuido e incredulidad; es usar el
nombre de Dios en vano, porque no consiguen nada, tal y como sucedió con
los discípulos de Jesús. Y va en contra de lo que ordena el tercer mandamiento
de la Ley de Dios (Éxodo 20:7).
Marcos 16:17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre
echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 16:18 tomarán en las manos
serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos
pondrán sus manos, y sanarán.
Jesús nos autorizó
a usar su nombre para expulsar los
demonios y para sanar enfermos, porque
no podemos expulsar demonios en nuestro
nombre porque nuestro nombre no significa nada para el diablo.
Hay personas que
se han hecho un nombre en el infierno. Allí los conocen porque día a día viven
para Cristo y le hacen la contra al diablo. Sin embargo, sus nombres siguen
siendo nada para el diablo, aunque los ve como enemigos y tratará de hacerles
daño.
El diablo obedece
cuando le damos órdenes en el nombre de
Jesús, pero si no hay convicción en
nuestro corazón, y no estamos fundamentados en la palabra de Dios, el
diablo se burlará de nosotros.
Todo lo que
hagamos en el nombre de Jesús, debe de ser en
espíritu y en verdad (Juan 4:23)
¿Qué significa eso? Que lo que hagamos esté fundamentado en la palabra de Dios
y que esa palabra no sea de la boca para afuera, sino que es algo que creemos con el corazón.
Hechos 19:13 Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes,
intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus
malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. 19:14 Había siete
hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. 19:15
Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo;
pero vosotros, ¿quiénes sois? 19:16 Y el hombre en quien estaba el espíritu malo,
saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que
huyeron de aquella casa desnudos y heridos.
Aquí vemos un
ejemplo de lo que puede suceder cuando no hay convencimiento en nuestro
corazón. El demonio se burló de los
exorcistas que invocaron el nombre de Jesús saltando sobre ellos hasta dejarlos
desnudos y heridos.
El nombre de Jesús
no es cualquier nombre para que lo usemos a la ligera y para todo. Debemos
usarlo conforme a la palabra de Dios y convencidos de esa palabra en nuestro
corazón. La llave es creer la palabra de
Dios y confesarla en el nombre de
Jesús, no es confesar sin creer, porque nada sucederá.
Y todo lo que
hagamos debe ser para la gloria de Dios,
no para que nosotros obtengamos prestigio y gloria, no sea que el diablo nos
mande heridos, humillados y desnudos para la casa. Nadie puede decretar nada,
lo que podemos es declarar la palabra de
Dios escrita y apropiarnos de ella.
Mateo 17:19 Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron:
¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? 17:20 Jesús les dijo: Por vuestra
poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de
mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será
imposible.
Ya Jesús les había
dicho a sus discípulos la causa por la que no pudieron echar el demonio: su incredulidad. Sin embargo ellos
insistieron en una mayor explicación, seguros
tal vez de que sí tenían fe.
Jesús les dijo que
si tuvieran la fe del tamaño de un grano de mostaza, el grano más pequeño que
existe y le ordenaran a un monte echarse en el mar, esto sucedería sin lugar a
dudas. Y ellos no tenían ese tamaño de fe.
Pero regresemos al
momento de la expulsión. Jesús le preguntó al padre del muchacho endemoniado si
creía. El padre le dijo “creo, ayuda a
mi incredulidad”. (Marcos 9:23-24).
Tomemos en cuenta que el que solicita la expulsión también debe creer. Su
incredulidad puede ser un estorbo para el que va a intentar la expulsión. Usted
jamás podrá ayudar a un incrédulo.
Marcos 9:28 Cuando él entró en
casa, sus discípulos le preguntaron
aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? 9:29 Y
les dijo: Este género con nada puede salir,
sino con oración y ayuno.
Estos dos últimos
versículos son cruciales para entender a Jesús, pero es necesario que
escudriñemos más a fondo. Por un lado vimos que el Señor le dice al padre del
joven que era necesario creer y dejar la incredulidad para poder recibir el
milagro. Luego cuando sus discípulos le preguntan por qué no pudieron echar
fuera el demonio, el Señor Jesús les dice que “ese género no sale sino con oración y ayuno”. ¿Se está refiriendo
Jesús a la clase de demonio? ¿o al nivel de incredulidad de los discípulos?
Tenga en cuenta
que el Señor Jesús no puede contradecirse. Cuando ellos le preguntaron la causa
por la que no pudieron expulsar el demonio, Jesús fue claro: la causa fue su poca fe (Marcos 9:19) Esta respuesta es clara y categórica, “la incredulidad” fue el impedimento
para la expulsión del demonio. Eso no tiene discusión, ellos fueron incrédulos
y perversos porque sus palabras salieron de sus bocas, pero no había
convencimiento en su corazón y entonces pervirtieron su palabra.
Ahora, no es
posible que por una parte el Señor diga que no pudieron echar al demonio por su incredulidad y por otra diga que se debió al tipo de demonio, que era muy poderoso
para despacharlo; y que por lo tanto primero debieron ayunar y orar para
enfrentar a ese tipo de demonio; eso sería una contradicción.
Lo que el Señor
dijo, se resume en el contexto de la siguiente manera: “este género no sale sino con oración y ayuno por causa de su
incredulidad". Ya sea que entendamos que “género” se refiere a la
clase de demonio o a la clase de fe”, lo cierto es que el demonio no pudo ser
expulsado por la incredulidad de los discípulos y no por otra cosa.
Los discípulos
necesitaban oración y ayuno, pero no para expulsar a un demonio en particular,
ellos necesitaban oración y ayuno para
aumentar su fe.
El ayuno nos ayuda
a limpiar no solamente nuestro cuerpo, sino también nuestro espíritu y nuestra
alma, nos ayuda a despojarnos de todo
aquello que estorbe nuestra fe, llámese vanidad, gloria, u orgullo. El ayuno es una renuncia a los deseos de la carne. El diablo nos tienta a
usar el nombre de Jesús en vano, para derrotarnos y que crezcamos en
incredulidad.
Mateo 4:1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para
ser tentado por el diablo.
Vea usted que
antes de iniciar su ministerio, Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto con
el propósito de que fuera tentado por el diablo.
Lucas 4:1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue
llevado por el Espíritu al desierto 4:2 por cuarenta días, y era tentado por el
diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre. 4:3
Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, dí a esta piedra que se
convierta en pan. 4:4 Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan
vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios.
Al diablo no lo
derrotamos huyendo de él, sino enfrentándolo y enfrentándolo en la tentación. Pero antes de enfrentarlo, nuestro
Señor Jesús ayunó por cuarenta días, renunciando a los deseos de su carne. Se
alejó del resto de la gente para concentrarse en la oración y para que la
palabra de Dios quedara sembrada en su
espíritu.
Mateo 4:3 Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di
que estas piedras se conviertan en pan. 4:4 Él respondió y dijo: Escrito está:
No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de
Dios.
El diablo tentó a
Jesús en la carne. Jesús tenía hambre y el diablo le dijo: “tú eres el hijo de Dios, convierte las
piedras en pan”. Pero Jesús le respondió que lo que a él lo sostenía era la
palabra de Dios. Jesús se había alimentado de la palabra de Dios, ella estaba
impresa en su corazón y no había ningún deseo de la carne que lo hiciera caer.
La oración y el ayuno le habían dado acrecentado su fe como para caer a la
tentación del demonio.
Mateo 4:5 Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso
sobre el pináculo del templo, 4:6 y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate
abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos
te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. 4:7 Jesús le dijo:
Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.
Seguidamente, el
diablo lo tentó, esta vez uso la palabra de Dios para tentar a Jesús en su
vanidad, utilizó un versículo aislado para hacerlo caer. “Escrito está (en el salmo 91)
que si te lanzas al vacío, Dios enviará los ángeles en tu auxilio”, dijo el
diablo. Pero Jesús también uso la palabra de Dios para responderle que “escrito está que no hay que tentar al Señor”.
¿Cuántos pastores
han caído en la trampa de satanás, que les habla al oído para que levanten
doctrinas de versículos aislados, desviándolos de la verdad y de la fe?
Mateo 4:8 Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró
todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, 4:9 y le dijo: Todo esto te
daré, si postrado me adorares. 4:10 Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás,
porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.
Por último,
Satanás tentó a Jesús, ofreciéndole gloria, ofreciéndole los reinos del mundo a
cambio de que lo adorara. Y nuevamente Jesús usó la palabra de Dios para
derrotarlo.
Jesús estaba lleno de la palabra de Dios, por lo
tanto estaba lleno de fe. Pero si tú
no te alimentas de ella, tu fe no será suficiente para enfrentar las
tentaciones del diablo.
Tienes que ayunar,
no dejando de comer, sino despojándote de toda enseñanza que no
venga de la palabra de Dios. Tienes que limpiar tu mente y tu corazón de la
palabra del hombre, de lo que dice la
razón, para llenarla de la palabra de Dios y vivir por ella. Debemos
cambiar la razón por la fe, solo y entonces andaremos conforme al Espíritu. De no ser así, seremos incrédulos y perversos.
Decimos que tenemos
fe, que le creemos a Dios, pero generalmente le creemos únicamente en lo que nos conviene.
Proverbios 3:9 Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de
todos tus frutos; 3:10 Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus
lagares rebosarán de mosto.
Muchos creyentes
leen estos versículos y dicen “eso no es
para mí”, eso es para los del viejo testamento. Y sus graneros permanecen
vacíos.
2 Corintios 9:6-7 El que siembra escasamente, también segará
escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará
Esto no está
escrito en el Viejo testamento, sino en el Nuevo testamento. Allí dice que si
sembráramos generosamente, segaríamos generosamente también, no sea que no tendríamos
que preocuparnos por el día de mañana, porque Dios nos dará todo lo necesario
para vivir dignamente; así lo prometió y las promesas de Dios son siempre sí y amén
en Cristo Jesús (2 Corintios
1:20).
¿Por qué no
segamos generosamente? Porque no creemos en la palabra de Dios, si creyéramos,
la cumpliríamos al pie de la letra.
Somos incrédulos y perversos.
Marcos 16:17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre
echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 16:18 tomarán en las manos
serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos
pondrán sus manos, y sanará
¿Por qué no
ponemos las manos sobre los enfermos? ¿Por qué no expulsamos demonios? La
respuesta es una: no creemos la palabra
en nuestro corazón, solamente la creemos en la mente, lo que decimos es de
la boca para afuera. Oramos y no sucede nada porque no es algo que estamos
creyendo en nuestro corazón.
Mateo 6:31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué
beberemos, o qué vestiremos? 6:32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas;
pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
6:33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas.
Leemos esto
versículos con nuestra mente, pero no tocan nuestro corazón. Entonces nos
afanamos, nos esforzamos por conseguir lo que Dios nos puede dar, si tan solo
buscáramos el reino. No tenemos tiempo para el reino porque tenemos que
resolver lo que Dios tiene resuelto. Lo hacemos porque no le creemos a Dios,
somos incrédulos y perversos.
2 Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no
vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Otros muchos leen
este versículo y dicen “eso no es para
mí, es para los pastores”. Que conveniente no, y continúan con sus vidas,
viviendo para ellos mismos. “Es que yo no
nací para predicar”, dice alguien por allí. Entonces presta tu casa para que otro predique por ti. Toma una
responsabilidad importante en la congregación, ya sea de servicio, ya sea de
oración, ya sea de exhortación. Dios te ha dado un don y no lo usas porque la
palabra de Dios no ha tocado tu espíritu.
Desdichadamente eres incrédulo y
perverso, no lo digo yo, lo dijo nuestro Señor Jesús.
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