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La palabra de Dios dice que “no hay ninguna condenación para los que
están en Cristo Jesús”, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu” (Romanos 8:1). Entonces,
muchos confunden “andar en la carne”
con “andar
pecando”, y “andar en el Espíritu”
con “andar
sin pecado”, pero esto es un concepto totalmente equivocado, ya que podemos “andar
en la carne sin pecar”.
La verdad bíblica es, que “la carne” se relaciona
con “Adán” y el “Espíritu” se
relaciona con “Cristo”, en otras
palabras, “anda en la carne el que está
en Adán” y “anda en el Espíritu el
que está en Cristo”. Es un asunto de
posición, de tal manera que el que está en Cristo se beneficia con todo lo
que Cristo ha hecho, y anda libre de toda condenación.
Una persona puede andar a caballo o andar en un
carro. En otras palabras, puede andar subido
en un caballo o subido en un carro. Y va donde el caballo o el carro lo
lleven. Lógicamente tiene el control,
pero podría perderlo en cualquier
momento y tener un accidente. Sucede todos los días.
De igual manera puede andar subido en la carne o subido en el Espíritu, lo digo con todo
respeto, a manera de ilustración.
Si está subido
en la carne, va donde la carne lo
lleva. Va a tener el control, tal vez no pase nada malo, pero podría perder el
control y terminar muy mal, podría terminar en las obras de la carne que son: son:
adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías,
enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y
cosas semejantes a estas, y los que
practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. (Gálatas 5:20-21).
Lo otro sería que ande subido en el Espíritu. Si esto sucede, no tendrá el control, el
Espíritu lo llevará donde el Espíritu quiera, pero nunca le pasará nada malo,
porque el fruto del Espíritu es amor,
gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra
tales cosas no hay ley (Gálatas 5:23)
¿Por qué no hay ley? Porque no existe una ley que prohíba el amor, el gozo, la
paz, la bondad, la fe, la mansedumbre ni la templanza.
Ahora, una
persona que está en Adán no puede andar en el Espíritu, pero una persona que está en Cristo si puede
andar en la carne.
Romanos
8:5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los
que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 8:6 Porque el ocuparse de la
carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.
Los que son de la carne, piensan en las cosas de
la carne, es decir viven estresados por el comer, por el vestir, por el
trabajo, por las cuentas, por hacer tesoros en la tierra. Todas esas cosas
ocasionan enfermedades como ataques al corazón y terminan quitando la vida
natural y hasta la vida eterna.
Los que están en Cristo no se deben de preocupar
por esas cosas, porque Dios prometió suplir todas sus necesidades (Mateo 6:33). Sin embargo, millones de
personas que están en Cristo, tratan de suplirse por sus propias fuerzas, dejando a Dios a un lado, limitan a Dios y le impiden darte lo
que quiere darles. Cuando hacen eso, a
pesar de que están en Cristo, es cuando dejan de andar en el Espíritu para
andar en la carne. Y en la carne, Dios no puede ayudarles. Además se ponen en una condición de muerte
y de condenación, porque están desechando la gracia de Dios.
Tal vez has visto a alguien ahogándose en un
lugar en donde hay salvavidas. Has visto
entonces, que el salvavidas no trata de salvar a ese alguien, hasta que éste
deja de aletear. Si el salvavidas trata de salvarlo cuando aquel está
aleteando, los dos podrían ahogarse.
Así sucede en nuestra relación con Dios. Dios es nuestro salvavidas, pero Dios
no se va a ahogar contigo ni conmigo; Dios no va a ser cómplice de que en nuestra
desesperación adquiramos tarjetas de crédito o terminemos haciendo cosas
indebidas o ilegales. Tampoco se hará responsable por esas cosas.
Dios actuará en cuanto dejemos de aletear.
No significa que no debemos trabajar o que no debemos tratar de superarnos, lo
que significa es que debemos de confiar en Dios. Independientemente
del problema o de la circunstancias en que estemos pasando, Dios lo resolverá de la mejor manera si le
dejamos tomar el control. En otras palabras, el andar conforme al Espíritu es andar
en las manos de Cristo, él nos toma, nos carga y nos lleva al lugar
correcto.
Mateo
11:28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar.
Jesús dijo que le entregáramos nuestras cargas y
que él nos haría descansar.
Romanos
8:7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no
se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8:8 y los que viven según la
carne no pueden agradar a Dios.
Ponga mucha atención lo que dice este versículo:
"Los designios de la carne,"
son “enemistad contra Dios”. De
acuerdo con el diccionario, la palabra “designio”
significa “pensamiento, plan, intención o
propósito”. Podríamos resumir que
los designios son las decisiones que
tomamos. Si esas decisiones las hacemos sin
tomar en cuenta a Dios, esas decisiones las tomamos en la carne y nos enemistan con Dios. ¿Por qué? Porque eso
es rebeldía
contra Dios.
El que hace su voluntad, sin tomar en cuenta la voluntad de Dios, se comporta como su propio
Dios y se pone en clara rebeldía contra Dios. Eso fue lo que sucedió con Adán y
Eva.
Se supone que estamos en Cristo porque le
entregamos nuestra vida a él. Se supone que estamos en Cristo para hacer su voluntad y no la nuestra. Si
si estamos en él, es él quien debe tomar las
decisiones, porque él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia (Colosenses 1:18).
Mateo 10:37
El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o
hija más que a mí, no es digno de mí; 10:38 y el que no toma su cruz y sigue en
pos de mí, no es digno de mí.10:39 El que halla su vida, la perderá; y el que
pierde su vida por causa de mí, la hallará
Jesús no dijo el que ama el futbol más que a él no es digno de él. Tampoco dijo el que ama el
baile más que a él no es digno de él. No dijo el que ama el estudio o el
trabajo más que a él, no es digno de él. No, Jesús fue hasta el fondo de nuestro corazón, fue a lo que más
amamos para decirnos que eso que más amamos debe ocupar un
segundo lugar. Él dijo: “el que ama a padre, a madre, a hijo o hija
más que a mí, no es digno de mí”.
Lo que Jesús dijo fue que nuestros padres y
nuestros hijos y todo lo demás, deben
ocupar un segundo lugar, porque el primer lugar en nuestros corazones debe ser
de él.
Si el primer lugar en nuestros corazones no es
de Jesús, estamos en rebeldía y estamos caminando en la carne.
Luego agregó: “el que haya su vida la perderá, y
el que pierde su vida por causa de mí, la hallará”.
El que quiera vivir su vida, es decir, el que
quiera andar en sus propios designios, lo hace en la carne y terminará
perdiendo la vida eterna. Pero el que renuncie a sus propios designios para
seguir los designios de Dios, hallará la vida eterna.
Pero no todo es malo, si es que crees que eso es
malo, aunque no lo es,, porque si bien
es cierto que renunciamos a nuestros designios, también es cierto que Dios se encargará de nuestras finanzas y nos dará justicia, paz y gozo en
el Espíritu Santo (Romanos 14:17).
Y no tenemos que preocuparnos por el pecado ni
por las tentaciones que nos vengan de parte del maligno.
Gálatas
2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo
en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 2:21 No desecho la gracia de Dios;
pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.
Aunque parezca contradictorio, a Dios no le agrada si usted se esfuerza por no
fumar, o se esfuerza por no beber, o se esfuerza por no pecar ¿Por qué? Porque
se supone que para los efectos del cielo, desde el momento en que te bautizaste
estás muerto y Cristo tomó tu lugar,
de tal manera que él, en la persona del Espíritu Santo, se encarga de todas las
cosas.
Si intentas vencer el pecado o la tentación, estarías desechando la gracia de Dios, estarías
negando tu muerte y estarías quitando a Cristo para ponerte en su lugar.
Entonces por demás murió Cristo y entonces por demás te bautizaste. Aunque te
parezca contradictorio, ese es el
evangelio.
Te bautizaste, pero Dios te dejó el cuerpo, sigues
con tu mismo cuerpo, pero, después del bautismo, lo que vivas en el cuerpo, debes vivirlo en la fe del Hijo de Dios,
porque Jesús es la cabeza y él tiene el control.
En el cuerpo humano, un brazo se mueve porque
así lo ordena la cabeza. Un ojo se cierra porque así lo ordena la cabeza. Los
pies caminan porque así lo ordena la cabeza. Cuando un brazo, un ojo o un pie
no reaccionan a las órdenes de la cabeza es porque tu cuerpo o tu cabeza están
enfermos.
De igual manera, si un ojo, un brazo o un pie se
mueven sin que tu cabeza lo haya ordenado, es porque algo está mal en tu cuerpo
o en tu cabeza.
Ahora, si estás en Cristo, eres parte del cuerpo
de Cristo, eres como el ojo, como el brazo o como los pies y si no te mueves
cuando la cabeza que es Cristo lo ordena, entonces hay algo malo en ti, tienes
algún problema espiritual, el problema está en ti, el problema no está en
Cristo porque él es perfecto, santo y
eterno.
Dice Romanos
8:3 que Cristo condenó al pecado en
la carne, lo que significa que el pecado es un enemigo derrotado; si tratas
de vencerlo, niegas que Cristo ya lo venció. No te estoy diciendo que peques,
no confundas las cosas, lo que te estoy diciendo es que no vivas acusado por el diablo, porque si estás en Cristo, aunque peques no hay pecado en ti, y el Espíritu Santo se
encargará de que cada vez peques menos. Ese es el trabajo del Espíritu Santo,
no es tu trabajo, lo único que tienes que hacer es vivir confiando en que el
Espíritu Santo hará su trabajo.
Romanos
8:33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 8:34
¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también
resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por
nosotros.
El único que te pueda acusar es Dios, y él no te
acusa sino que te justifica en Cristo Jesús. El único que te puede condenar es Cristo, pero él no te
vino a condenar, sino que vino a morir
para que fueras salvo por él (Juan 3:17). Si
estás en Cristo ya no hay ninguna condenación para ti.
2
Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí,
sino para aquel que murió y resucitó por ellos. 5:16 De manera que nosotros de
aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos
según la carne, ya no lo conocemos así.
Cristo murió por ti para que tú vivas para él.
Esto no significa que no podemos trabajar ni estudiar ni tener una esposa, ni
divertirnos, lo que significa es que Cristo toma las decisiones y que el Reino
de Dios es nuestra prioridad.
De aquí en adelante a nadie conocemos en la carne, ni siquiera a Cristo, dice la
escritura. Aquel hombre que fue humillado, maltratado y crucificado en aquella
cruz es algo pasado; ese hombre ya no existe en la carne. Ese hombre resucitó y
ahora es un espíritu vivificante que está sentado
en lugares celestiales a la derecha del Padre (Efesios 1:20). A ese hombre Dios le dio autoridad sobre todo señorío, poder y potestad y sometió todas las
cosas bajo sus pies (Efesios 1:21-22).
Ese hombre tiene el control de todas las circunstancias. A ese es el hombre que ahora conocemos, y tú
eres parte de ese hombre. Tú también has sido sentado en lugares celestiales.
¿Por qué habrías de tener temor? ¿Por
qué habrías de estresarte?
Filipenses
4:13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Pablo dijo que todo lo podía, y todo lo podía
porque estaba en Cristo. Pablo estaba en Cristo que lo fortalecía ¿Qué era
todo?
Filipenses
4:12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy
enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener
abundancia como para padecer necesidad.
“Todo” era poder vivir en la escasez como poder vivir en la abundancia. Cuando
estamos en Cristo podemos vivir en paz, tanto en la escasez como en la
abundancia, porque en Cristo podemos hacerle frente a cualquier circunstancia, ya que todo señorío, poder y autoridad están
bajo sus pies. Jesús tiene el control, el
diablo no puede tocarte a menos que Dios lo permita. Y la única manera que
Dios lo permita es que andes en la carne, porque al andar en la carne desechas la gracia de Dios.
Pero el andar conforme al Espíritu es algo más, es
“vivir
de una manera sobrenatural”.
Jesús le dijo a Pablo que su poder se perfeccionaba en los débiles (2 Corintios 12:9). Cuando Jesús habla de poder, habla de cosas
sobrenaturales, habla de mover montañas, de abrir mares, de darle vista a
los ciegos, de multiplicar panes, habla de
hacer lo que los poderosos no pueden hacer.
Los poderosos son aquellos que tienen poder
político o religioso. También son aquellos que tiene mucho dinero. Entonces, para
Dios es muy difícil que su poder fluya en
los poderosos, porque ellos confían en sí mismos y no en Dios. Su
falta de fe es un impedimento para la obra de Dios.
Cuando una persona tiene mucho dinero, no tiene
que esperar a que Dios le supla. Una persona sana tampoco necesita un milagro
de sanidad. Por eso es que el poder de
Dios se perfecciona únicamente en los débiles.
En Mateo
19 se dice que una persona vino a
Jesús le dijo: “Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna”?
Supuestamente, este señor había guardado los diez mandamientos desde su
juventud (verso 20). Entonces Jesús
le dijo:
“Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que
tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.
Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones”.
(versos 21-22).
¿Te das cuenta? Este señor confiaba en su dinero
y quería seguir confiando en su dinero. Si lo regalaba, debía confiar
únicamente en Dios pero no podía hacerlo. Y para que Dios pudiera hacer que
fluyera poder de ese hombre, debía
quitarle todo aquello en que depositaba su confianza.
En el Viejo Testamento se exigía un diezmo, pero
en el Nuevo Testamento te exigen tu vida, tu tiempo, tu trabajo, tu estudio, tu
matrimonio, tu hogar, tu casa, tu carro,
tu cuenta bancaria, tu voluntad. Si no le has entregado algo a
Cristo, él no puede tomar el control y las cosas podrían no salir bien; por eso
fracasan los negocios, los matrimonios, los estudios, etc.
Además, si
un creyente no ha tenido ninguna
experiencia sobrenatural es porque todavía tiene confianza en la carne y no ha renunciado a todo por
Cristo.
1
Corintios 12:8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a
otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 12:9 a otro, fe por el mismo
Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. 12:10 A otro, el
hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro,
diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. 12:11 Pero
todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular
como él quiere.
Romanos
12:6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada,
si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; 12:7 o si de servicio,
en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 12:8 el que exhorta, en la
exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el
que hace misericordia, con alegría.
Se supone que la persona que está en Cristo debe experimentar alguno de los dones mencionados,
porque Dios no miente. Se supone que
debe de tener palabra de ciencia, o palabra de sabiduría, quizás una fe
especial o don de sanidades. Podría hacer milagros o tener discernimiento de
espíritus. Y por qué no hablar en idiomas que nunca ha estudiado. Lo otro sería
un don de servicio, de enseñanza, de profecía o
de exhortación.
Sin embargo millones de cristianos no han
experimentado ninguno de ellos. ¿Por qué? Porque tienen puesta su confianza en
la carne y no en Cristo, limitando
totalmente al Espíritu Santo. Toman sus propias decisiones, dejando al
Espíritu Santo fuera de sus vidas. Andan
en la carne y no en el Espíritu, y mientras anden en la carne, el Espíritu
no puede manifestarse en ellos.
Para ilustrarlo veamos lo que sucede en la India. En este país hay mucha
hambre, sin embargo hay millones de
vacas, las cuales andan en la calle y la
gente las ve como la encarnación de sus
muertos y no se las comen. Creen que si matan una vaca para comérsela, estarían
matando a su abuela.
Entonces tienen los recursos, pero por cuestiones
religiosas o tradicionales no los usan. Así sucede con la gran mayoría de
personas que están en Cristo, Dios les ha dado recursos sobrenaturales
abundantes, pero no los usan.
2 Pedro
1:3 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido
dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por
su gloria y excelencia
Dice esta escritura que todo lo que pertenece a
la vida ya la piedad nos ha sido dado, por el divino poder de Dios y mediante
el conocimiento de aquel que nos llamó.
El depósito ya fue hecho, lo que hace falta es
utilizarlo. Hacemos lo que hacen los indios, tenemos las vacas, pero no las comemos.
La salvación
se divide en dos partes: 1) es el momento mismo de la salvación y 2) es la experiencia después de la salvación.
La mayoría de creyentes nunca han experimentado
la segunda parte de la salvación.
Desgraciadamente las religiones nos han enseñado
que nuestro reino es el cielo, después de esta vida. Pero no es así, el reino es aquí y es ahora.
Jesús estuvo en la carne pero andaba en el
Espíritu,
por eso se sucedían milagros y cosas extraordinarias. La mayoría de nosotros estamos en Cristo pero no sucede nada
extraordinario porque andamos en la carne.
No tenemos que tratar de vivir para Cristo,
lo que tenemos que hacer es confiar en
Cristo y vivir para Cristo. Andar en el Espíritu no es tratar, es
confiar. En cuanto confiamos en
Cristo, ya andamos conforme al Espíritu, pero en cuanto
tratamos de vivir para Cristo, ya
andamos en la carne. Aunque te parezca raro, ese es el evangelio.
El árbol
de la vida que se encontraba en el Edén simbolizaba a Cristo ¿Cómo lo sabemos? Porque la Biblia nos dice repetidamente
que en Cristo está la vida.
El árbol de la vida es el árbol del confiar, sí, del confiar en Dios.
Es el árbol de la sabiduría de Dios
y es el árbol de la voluntad de Dios
agradable y perfecta (Romanos 12:2).
El árbol de
la ciencia del bien y del mal simboliza la carne, es el árbol de la
sabiduría humana limitada. Es el
árbol del tratar, sí, del tratar de
resolver las cosas por sí mismos, en lugar de confiar en Dios. Es el árbol de nuestra voluntad desagradable e
imperfecta.
Juan 15:5
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste
lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
Jesús es el árbol de la vida y nosotros somos
las ramas. Jesús dijo que separados de él
nada podemos hacer. ¿De cuál árbol te estás alimentando? ¿De cuál árbol
estás recibiendo la sabiduría? ¿A quién estás obedeciendo, a la carne o al
Espíritu?
Mientras te veas a ti mismo y a las
circunstancias que te rodean, entonces tratarás y comenzarás a andar en la carne. No te veas a ti ni
mires las circunstancias que te rodean, pon
tus ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2) y comienza a caminar asido de Cristo, confiando
totalmente en él.
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