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Cuando Jesús les dijo
a sus apóstoles que debía ir a Jerusalén para ser crucificado, el apóstol Pedro
comenzó a reconvenirle para que no hiciera tal cosa. Entonces Jesús, volviéndose,
le dijo: “¡Quítate de delante de mí,
Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino
en las de los hombres” (Mateo
16:21-23).
A simple vista pareciera
que Pedro tenía muy buenas intenciones, el
apóstol solamente quería el bien de Jesús, pero esas intenciones tenían puesta
la mira en las cosas de los hombres y eran intenciones satánicas, razón por la
cual Jesús le habló duramente y le hizo saber que estaba al servicio de Satanás.
Tener puesta
la mira en las cosas de los hombres
no es otra cosa que dejarnos guiar por
nuestra mente carnal, mientras que tener la mira en las cosas de Dios es
dejarnos guiar por su palabra.
Tener puesta la mira
en las cosas de los hombres es anteponer nuestros
deseos carnales a la voluntad Divina.
Tener la mira en las
cosas de los hombres es estar al servicio
de Satanás y no al servicio de Dios.
Proverbios 14:12
Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte.
El camino que pareciera derecho de acuerdo a nuestra mente carnal podría
ser el camino que nos lleve a la muerte porque no va de acuerdo a la voluntad
divina.
Dios ha dicho: “mis pensamientos
no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos” (Isaías 55:8). Eso es así porque nuestra
sabiduría está limitada, no podemos ver más allá de nuestros sentidos, y esa
sabiduría limitada es contraria a la
sabiduría divina, “es insensatez para con
Dios” (1 Corintios 3:19).
Job se creía muy sabio y Dios le preguntó: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si
tienes inteligencia. Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió
sobre ella cordel? ¿Sobre qué están
fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular, Cuando alababan todas las
estrellas del alba, Y se regocijaban todos los hijos de Dios? ¿Quién encerró con puertas el mar, Cuando se derramaba
saliéndose de su seno, Cuando puse yo
nubes por vestidura suya, Y por su faja oscuridad, Y establecí sobre él mi decreto, Le puse
puertas y cerrojo, Y dije: Hasta aquí
llegarás, y no pasarás adelante, Y ahí parará el orgullo de tus olas? ¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has
mostrado al alba su lugar, Para que
ocupe los fines de la tierra, Y para que sean sacudidos de ella los impíos?
(Job
38:1:13)
¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar, Y
has andado escudriñando el abismo? ¿Te
han sido descubiertas las puertas de la muerte, Y has visto las puertas de la
sombra de muerte? ¿Has considerado tú
hasta las anchuras de la tierra? Declara si sabes todo esto. ¿Por dónde va el camino a la habitación de la
luz, Y dónde está el lugar de las tinieblas, Para que las lleves a sus límites,
Y entiendas las sendas de su casa? ¡Tú lo sabes! (Job
38:16-21)
¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra? ¿Alzarás tú a las nubes tu voz, Para que te
cubra muchedumbre de aguas? ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan? ¿Y
te dirán ellos: Henos aquí? ¿Quién puso la sabiduría en el corazón? ¿O quién
dio al espíritu inteligencia? ¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría? Y
los odres de los cielos, ¿quién los hace inclinar, Cuando el polvo se ha convertido en dureza, Y
los terrones se han pegado unos con otros? ¿Cazarás tú la presa para el león? ¿Saciarás
el hambre de los leoncillos, Cuando están
echados en las cuevas, o se están en sus guaridas para acechar? ¿Quién prepara al cuervo su alimento, Cuando
sus polluelos claman a Dios, Y andan errantes por falta de comida? (Job
38:33-41)
¿Diste tú al caballo la fuerza? Vestiste tú
su cuello de crines ondulantes? ¿Le
intimidarás tú como a langosta? (Job 39:19-20)
Además respondió Jehová a Job, y dijo: ¿Es
sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a
esto (Job 40: 1-3)
Éstas y muchas otras preguntas le hizo Dios al sabio y justo Job y a
éste no le quedó más que responder: He
aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca. Una vez hablé, mas no responderé; Aun dos
veces, mas no volveré a hablar. (Job
40:4-5)
Al igual que Job, nadie está en capacidad de responderle a Dios ninguna
de esas preguntas por más sabio que sea. No podemos confiar en nuestra limitada
sabiduría, debemos acudir a la palabra de
Dios en busca de respuestas.
Lo que estuvo oculto por siglos a los sabios de este mundo ha sido
revelado a través de la palabra de Dios escrita. Además, Dios nos
ha dado su Espíritu, para que la entendamos y sepamos lo que Dios nos ha
concedido (1 Corintios 2:12).
Sin embargo, el hombre necio insiste en poner la mira en las cosas de los
hombres. Por ejemplo,
el hombre enseña a través de las religiones que tenemos que hacer “obras de justicia” para alcanzar la salvación. En otras palabras, que tenemos que obtener
la salvación a través de nuestro comportamiento, lo que parece tener lógica y
muy buenas intenciones. Pero, la palabra de Dios nos enseña que “si
hacemos obras de justicia caemos de la gracia” (Gálatas 5:4), ya que la salvación es por gracia, por medio de la
fe; y esto no es cosa de hombres,
es un regalo de Dios, para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9).
Si tuviéramos que ganar la salvación por nuestro comportamiento,
entonces la salvación sería cosa de hombres y por demás murió Cristo (Gálatas
2:21). Como vemos, esas buenas
intenciones del hombre de hacer obras de justicia, se convierten en malas
intenciones, porque son un tropiezo para Cristo, son satánicas y nos roban la salvación.
Recordemos que Satanás es el príncipe de este mundo (Juan 12:31), él manipula la palabra de
Dios a través de las religiones humanas. Debe quedarnos claro que Jesús no fundó ninguna religión, lo que
Jesús fundó fue su iglesia,
compuesta por todos los creyentes que han tenido un nuevo nacimiento (Juan 3:3-5).
Usted puede pertenecer a alguna religión, pero si no ha nacido de nuevo,
no es parte de la iglesia de Cristo. También
puede ser parte de la iglesia de Cristo sin pertenecer a ninguna religión.
Veamos otro ejemplo: el “papa
católico” romano y algunos otros líderes evangélicos están promoviendo el “ecumenismo
religioso”, es decir una misma religión para todos. Su retórica es que todas las religiones tienen un mismo
propósito el cual consiste en llevarnos a Dios.
Pareciera que existe una muy buena intención en todo ello, pero no es
así, la palabra de Dios dice que “un poco de levadura leuda toda la masa”
(Gálatas 5:9). Es decir, cualquier
doctrina errada de una religión puede desviar de la salvación a los creyentes que
sean parte de ese ecumenismo y el ecumenismo termina siendo un tropiezo para
Cristo y una obra al servicio del diablo.
Eso ya lo vimos cuando el emperador Constantino
se convirtió al cristianismo. Inmediatamente ordenó que se suspendiera la
persecución contra los cristianos y también ordenó que todos los habitantes del
imperio debían convertirse al cristianismo o serían ejecutados.
Eso fue sin duda alguna el primer ecumenismo religioso. Parecía una muy buena intención del
emperador Constantino, pero ¿Qué sucedió? Que se
mezclaron todas las tradiciones de las religiones paganas con el cristianismo, es decir, se mezclaron las cosas de los
hombres con las cosas de Dios y eso
fue un tropiezo para Cristo.
Antes de ese ecumenismo religioso obligatorio de Constantino, la iglesia
cristiana primitiva no veneraba imágenes, la veneración de imágenes era una
costumbre exclusiva de las religiones
paganas a la cual se opusieron fervientemente los apóstoles de Cristo.
¿Pero qué sucedió? La iglesia primitiva
desapareció para dar origen a la religión católica romana, la cual heredó
entre otras cosas la tradición pagana de venerar imágenes.
La religión católica romana, al igual que las religiones paganas enseñan
que debemos hacerles peticiones a las imágenes para obtener milagros. Esas son cosas de los hombres, que parecen tener
buenas intenciones, pero hay una intención
satánica en todo ello, porque se opone a la voluntad de Dios, quien castiga
hasta por cuatro generaciones de los que practican esas cosas (Éxodo 20:4-5).
Satanás se ha introducido en las religiones, él se viste como ángel de luz y sus ministros
como ministros de justicia (2
Corintios 11:14-15), muchos púlpitos están siendo ocupados por los
ministros de Satanás con el propósito de engañar a los creyentes.
Aunque el ecumenismo religioso aparenta
una buena intención, se termina convirtiendo en una mala intención, porque los
ministros del diablo se aprovecharían para introducirían sus herejías y leudar el resto de la masa.
De hecho, está profetizado
que el ecumenismo religioso edificará una imagen
del anticristo para que la población la adore (Apocalipsis 13:12). Y el que la adore será castigado con una úlcera
maligna y pestilente (Apocalipsis 16:2)
y será enviado al lago de fuego que arde con azufre al final de los tiempos (Apocalipsis
20:15).
Las buenas intenciones de las religiones
terminan por convertirse en malas intenciones porque las religiones ponen la
mira en las cosas de los hombres y no en las cosas de Dios y terminan sirviendo a
Satanás.
Mateo 26:50
Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a
Jesús, y le prendieron. 26:51 Pero uno de los que estaban con Jesús,
extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote,
le quitó la oreja. 26:52 Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque
todos los que tomen espada, a espada perecerán. 26:53 ¿Acaso piensas que no
puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de
ángeles? 26:54 ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es
necesario que así se haga?
Juan 18:11
Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el
Padre me ha dado, ¿no la he de beber?
En estos pasajes vemos como Pedro le cortó una oreja al sumo sacerdote (vea también Juan 18:11) que dirigía la
compañía de soldados que venía a apresar a Jesús. Pedro tenía la mejor de las
intenciones, pero nuevamente tenía puesta la mira en las cosas de los hombres.
Jesús le dijo que no necesitaba de su ayuda, que él Padre pudo mandar legiones
de ángeles si fuera el caso, pero ¿cómo se
cumplirían las escrituras? ¿No he de
beber la copa? le dijo Jesús.
Jesús debía ser crucificado, era la única manera mediante por la cual la
humanidad podía tener la esperanza de salvación. El pensamiento del apóstol Pedro de
evitar que Jesús fuera a la cruz no era de Dios, era un pensamiento humano, y aun
peor, era un pensamiento satánico, porque
aunque la intención era evitarle el
sufrimiento a Jesús, en el fondo le estaba evitando la salvación a la humanidad
y siendo tropiezo para Cristo.
Juan 15:4 Permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid,
así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 15:5 Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque
separados de mí nada podéis hacer.
Jesús dijo que permaneciéramos en Él. Dijo que si lo hacemos
produciremos mucho fruto, pero apartados de Él nada podemos hacer. Jesús estaba
hablando de permanecer en su voluntad,
Jesús estaba hablando de poner siempre
la mira en las cosas de Dios.
Cuando ponemos la mira en las cosas de Dios podemos producir fruto, pero
cuando ponemos la mira en las cosas de los hombres no podemos obtener un solo
fruto para el Reino de Dios.
Mateo 7:21 No todo el que me dice: Señor,
Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi
Padre que está en los cielos. 7:22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor,
¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu
nombre hicimos muchos milagros? 7:23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí
hacedores de maldad.
Aquí vemos a muchos predicadores y evangelistas que profetizan, echan
fuera demonios y hacen milagros en el nombre de Jesús, sin embargo Jesús niega
conocerlos porque tienen puesta la mira
en las cosas de los hombres y no en las cosas de Dios. No están allí para hacer la voluntad de Dios,
sino para hacer su propia voluntad, están allí para hacerse un nombre, para
enriquecerse y para ser alabados por los hombres, dejando de lado la verdadera
voluntad de Dios, que consiste en “llevar
el conocimiento de la verdad para que otras personas sean salvas” (1 Timoteo 2:3-4).
Los templos religiosos se han convertido en verdaderos shows musicales, y los predicadores han sido sustituidos
por motivadores que entretienen a la
gente y la hacen pasar un buen rato.
Ya no predican, lo que hacen es tener charlas motivacionales, solamente hablan de
bendiciones, de prosperidad, de alegría, de milagros. Pero ese mensaje es de
Satanás, no es de Dios porque ellos tienen puesta la mira en las cosas de los
hombres y no en las cosas de Dios.
Mateo 6:19 No os hagáis tesoros en la tierra,
donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 6:20
sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y
donde ladrones no minan ni hurtan. 6:21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí
estará también vuestro corazón.
Como vemos en este pasaje, la voluntad de Dios es que hagamos tesoros en
el cielo, no que hagamos tesoros en la tierra como enseñan estos motivadores
del evangelio. Sus aparentes buenas
intenciones son en realidad malas intenciones porque cuando los fieles no
reciben lo que piden terminan perdiendo
la fe y eso es un tropiezo para Cristo.
El trabajo de Satanás no es hacernos pecar
porque el pecado es ya parte de la naturaleza humana, su trabajo consiste más bien
en hacer que pongamos la mira en las
cosas de los hombres en lugar de poner la mira en las cosas de Dios.
Hay congregaciones que tienen miles de miembros, mientras que hay otras
que tienen muy pocos miembros. La
diferencia está en que las primeras dan
charlas motivacionales y las segundas
predican el evangelio de la cruz.
Uno se pregunta ¿Por qué la congregación de Joel Osteen, por ejemplo, tiene tantos miembros? La respuesta la dio el
mismo Osteen al decir que él predicaba acerca de lo que los
fieles querían escuchar. Osteen jamás predicará acerca del evangelio de
la cruz para no perder clientes.
Los fieles quieren escuchar
que Dios quiere enriquecerlos, los
fieles quieren escuchar que Dios quiere
sanarlos, los fieles quieren escuchar que Dios quiere bendecirlos, los fieles quieren escuchar que Dios
quiere llevarlos siempre en victoria,
entonces llenan las congregaciones que les predican lo que quieren escuchar. Pero,
todas esas predicas tienen la mira puesta en las cosas de los hombres y no en las cosas de Dios.
Los fieles no quieren escuchar
que deben vivir para Cristo, los fieles no quieren escuchar que deben cargar la
cruz, los fieles no quieren escuchar que deben hacer tesoros en el cielo y no
en la tierra, los fieles no quieren escuchar que deben buscar el Reino de Dios
para que se suplan sus necesidades (Mateo
6:31-33), entonces, las congregaciones en donde se predican estas cosas
permanecen vacías.
Marcos 10:29 Respondió Jesús y dijo: De
cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas,
o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio,
10:30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos,
hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero
la vida eterna.
Jesús nos ofreció una cruz, una vida de rechazo, dijo que el mundo nos
perseguiría por causa de Él, que nuestra familia nos rechazaría, nos ofreció
una vida llena de dificultades, dijo que en el mundo tendríamos aflicción, no
dijo que sería fácil, pero también nos ofreció que al dejar la tierra
obtendríamos la vida eterna.
Lucas 9:23 Y decía a todos: Si alguno quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 9:24 Porque
todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por
causa de mí, éste la salvará. 9:25 Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo
el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?
Poner la mira en las cosas de Dios es negarnos a nosotros mismos y cargar la cruz. Lo que eso significa es que dejemos
de hacer nuestra voluntad para hacer la voluntad de Dios.
Sin embargo, los creyentes continúan haciendo su voluntad, continúan
poniendo la mira en las cosas de los hombres y no en las cosas de Dios. ¿De qué
les aprovecha si ganan todo el mundo y pierden la vida eterna, destruyéndose a
sí mismos?
Hebreos 12:16 no sea que haya algún
fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su
primogenitura. 12:17 Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la
bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque
la procuró con lágrima.
Aquí encontramos una advertencia muy seria, aquí se dice que no sea que
haya algún fornicario o profano como Esaú,
el cual, por una comida vendió su primogenitura. Esaú prefirió una comida antes
que las cosas de Dios y aunque luego deseó heredar la bendición y la procuró
con lágrimas, siempre fue desechado. Y fue desechado porque puso la mira en las cosas de los hombres y
no en las cosas de Dios. Para él era más importante llenar su panza que
servirle al Señor.
Muchos creyentes dirán ¿cómo es posible que Esaú hiciera eso? Se hacen
esa pregunta porque no ven para sus adentros. La mayoría de creyentes son peores que Esaú, cambie usted “comida”
por “ver un partido de futbol”, por “participar en una mejenga”, por “ver una
película en el cine”, por “una fiesta de tragos”, incluso por “trabajar” y se
darán cuenta que están vendiendo su primogenitura por esas cosas.
La mayoría de creyentes hacen planes para el paseo de vacaciones, hacen
planes para la fiesta de navidad, hacen planes para comprar un vehículo, hacen planes para levantar una gran
empresa y enriquecerse.
Casi ninguno hace planes para ayudar a que la congregación tenga un
mejor edificio, casi ninguno hace planes para ver como traer personas a Cristo,
casi ninguno hace planes para ayudar a
los indigentes.
Los planes de Dios no están
dentro de sus planes, de hecho, los planes de Dios están desechados. Sus
planes son los planes del “yo” y sus
oraciones son las oraciones del “yo”. El
egoísmo de sus oraciones delata lo que está dentro de sus corazones, “de la abundancia del corazón habla la boca”,
dijo Jesús (Mateo 12:34).
La mayoría de creyentes creen que con asistir una hora a la semana al
culto ya cumplieron. Satanás los tiene engañados y les está robando la
bendición. Quiero aclarar que yo no soy
legalista, y he sido claro que nada tiene de malo divertirse, que nada tiene de
malo en comprarse un vehículo o planear un paseo, lo malo es cuando esos planes
ocupan un primer lugar por encima de los
planes de Dios.
Los planes o propósitos de Dios deben ocupar siempre un primer plano en
nuestras vidas. En nuestros planes siempre debe haber cabida para los planes de
Dios. Más bien, lo correcto sería que en los
planes de Dios haya cabida para nuestros planes.
Lucas 9:26 Porque el que se avergonzare de mí
y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su
gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles.
Millones de creyentes se avergüenzan de hablar del evangelio a sus
hermanos. Comparten cualquier chiste en las redes sociales, pero se avergüenzan
de compartir el evangelio. De ellos se avergonzará Cristo cuando venga en su
gloria.
La palabra de Dios dice que corramos con paciencia la carrera que
tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe (Hebreos 12:1-2).
En otras palabras, que pongamos la mira en Jesús y no en las cosas de los
hombres porque esa carrera no es una carrera universitaria sino una carrera al
servicio de Dios.
Ante la mira de los hombres, ser exitoso, es tener títulos y muchos bienes, pero, ante
la mira de Dios, ser exitoso, es ganar
almas para Cristo.
Si ponemos la mira en las cosas de Dios, no importa los pequeños que
parezcan los resultados, ante los ojos de Dios, esos resultados son como oro,
plata y piedras preciosas.
Pero, cuando ponemos la mira en las cosas de los hombres, no importa lo mucho que consigamos, a los ojos
de Dios, el resultado es como madera,
heno y hojarascas (1 Corintios 3:12-13).
Debemos tomar en cuenta que las cosas de los hombres obran en beneficio
de Satanás y no tienen ningún valor en el Reino de Dios; son como las
ramas que son cortadas y echadas en el fuego y se queman (Juan 15:6).
2 Corintios 10:3 Pues aunque andamos en la
carne, no militamos según la carne; 10:4 porque las armas de nuestra milicia no
son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, 10:5
derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de
Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
El nacido de nuevo todavía anda en la carne porque no ha sido regenerado
en su cuerpo. Pero ha sido regenerado en su espíritu y en su corazón, yDios le ha dado su palabra y su Espíritu para que
pueda pensar como él.
Antes de tener un nuevo nacimiento, estuvimos sembrando en nuestras
mentes argumentos humanos, cosas de hombres que se convirtieron en verdaderas
fortalezas. Pero una vez que tenemos un nuevo nacimiento y nos alimentamos
diariamente de la palabra de Dios, esas cosas de hombres son llevadas
cautivas a la obediencia de Cristo y cambiadas por los argumentos divinos o
cosas de Dios.
Volvamos al ejemplo de las imágenes. Ante de estar en Cristo, nos sembraron
en nuestra mente que teníamos que inclinarnos ante las imágenes para darles
honra. Pero una vez que estamos en Cristo podemos leer la palabra de Dios y con
ayuda del Espíritu Santo entender claramente que Dios no quiere que nos
inclinemos ante las imágenes ni les demos honra. Entonces, nuestro pensamiento
de que debemos inclinarnos ante las imágenes, que es cosa de los hombres, es
cambiado por un pensamiento de que no debemos inclinarnos ante las imágenes, y
eso es cosa de Dios.
Voy a terminar con una pregunta: ¿Con
qué propósito murió Cristo? Estoy seguro que la mayoría va a contestar que Cristo
murió para que seamos salvos. Eso es cierto, pero no es la respuesta correcta.
Cristo murió para que los que vivimos, ya no vivamos para nosotros mismos, sino
que vivamos para él:
2 Corintios 5:15 y por todos murió, para que
los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por
ellos.
Vivir para Cristo es poner nuestra mira en las cosas de Dios y no en las
cosas de los hombres, es hacer de los planes de Dios nuestros planes. Si no
estás viviendo para Cristo, es porque tienes la mira en las cosas de los
hombres, y eres un tropiezo para Cristo.
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