lunes, 29 de agosto de 2016

LA MIRA EN LAS COSAS DE LOS HOMBRES

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Cuando Jesús les dijo a sus apóstoles que debía ir a Jerusalén para ser crucificado, el apóstol Pedro comenzó a reconvenirle para que no hiciera tal cosa. Entonces Jesús, volviéndose, le dijo: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mateo 16:21-23).
A simple vista pareciera que  Pedro tenía muy buenas intenciones, el apóstol solamente quería el bien de Jesús, pero esas intenciones tenían puesta la mira en las cosas de los hombres y eran intenciones satánicas, razón por la cual Jesús le habló duramente y le hizo saber que  estaba al servicio de Satanás.
Tener puesta la mira en las cosas de los hombres no es otra cosa que dejarnos guiar por nuestra mente carnal, mientras que tener la mira en las cosas de Dios es dejarnos guiar por su palabra.
Tener puesta la mira en las cosas de los hombres es anteponer nuestros deseos carnales a la voluntad Divina.
Tener la mira en las cosas de los hombres es estar al servicio de Satanás y no al servicio de Dios.

Proverbios 14:12 Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte.

El camino que pareciera derecho de acuerdo a nuestra mente carnal podría ser el camino que nos lleve a la muerte porque no va de acuerdo a la voluntad divina.
Dios ha dicho: “mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos” (Isaías 55:8). Eso es así porque nuestra sabiduría está limitada, no podemos ver más allá de nuestros sentidos, y esa sabiduría limitada es  contraria a la sabiduría divina, “es insensatez para con Dios” (1 Corintios 3:19).
Job se creía muy sabio y Dios le preguntó: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel?  ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular, Cuando alababan todas las estrellas del alba, Y se regocijaban todos los hijos de Dios?  ¿Quién encerró con puertas el mar, Cuando se derramaba saliéndose de su seno,  Cuando puse yo nubes por vestidura suya, Y por su faja oscuridad,  Y establecí sobre él mi decreto, Le puse puertas y cerrojo,  Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, Y ahí parará el orgullo de tus olas?  ¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar,  Para que ocupe los fines de la tierra, Y para que sean sacudidos de ella los impíos?  (Job 38:1:13)
¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar, Y has andado escudriñando el abismo?  ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte, Y has visto las puertas de la sombra de muerte?  ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra? Declara si sabes todo esto.  ¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz, Y dónde está el lugar de las tinieblas, Para que las lleves a sus límites, Y entiendas las sendas de su casa? ¡Tú lo sabes! (Job 38:16-21)
¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?  ¿Alzarás tú a las nubes tu voz, Para que te cubra muchedumbre de aguas? ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan? ¿Y te dirán ellos: Henos aquí? ¿Quién puso la sabiduría en el corazón? ¿O quién dio al espíritu inteligencia? ¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría? Y los odres de los cielos, ¿quién los hace inclinar,  Cuando el polvo se ha convertido en dureza, Y los terrones se han pegado unos con otros?  ¿Cazarás tú la presa para el león? ¿Saciarás el hambre de los leoncillos,  Cuando están echados en las cuevas, o se están en sus guaridas para acechar?  ¿Quién prepara al cuervo su alimento, Cuando sus polluelos claman a Dios, Y andan errantes por falta de comida? (Job 38:33-41)
¿Diste tú al caballo la fuerza? Vestiste tú su cuello de crines ondulantes?  ¿Le intimidarás tú como a langosta? (Job 39:19-20)
Además respondió Jehová a Job, y dijo: ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto (Job 40: 1-3)

Éstas y muchas otras preguntas le hizo Dios al sabio y justo Job y a éste no le quedó más que responder: He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca.  Una vez hablé, mas no responderé; Aun dos veces, mas no volveré a hablar. (Job 40:4-5)
Al igual que Job, nadie está en capacidad de responderle a Dios ninguna de esas preguntas por más sabio que sea. No podemos confiar en nuestra limitada sabiduría, debemos acudir a la palabra de Dios en busca de respuestas.
Lo que estuvo oculto por siglos a los sabios de este mundo ha sido revelado a través de la palabra de Dios escrita. Además,  Dios nos ha dado su Espíritu, para que la entendamos y sepamos lo que Dios nos ha concedido (1 Corintios 2:12).
Sin embargo, el hombre necio insiste en poner la mira en las cosas de los hombres. Por ejemplo, el hombre enseña a través de las religiones que tenemos que hacer “obras de justicia” para alcanzar la salvación. En otras palabras, que tenemos que obtener la salvación a través de nuestro comportamiento, lo que parece tener lógica y muy buenas intenciones. Pero, la palabra de Dios nos enseña que “si hacemos obras de justicia caemos de la gracia(Gálatas 5:4), ya que la salvación es por gracia, por medio de la fe; y esto no es cosa de hombres, es un regalo de Dios, para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9).
Si tuviéramos que ganar la salvación por nuestro comportamiento, entonces la salvación sería cosa de hombres y por demás murió Cristo (Gálatas 2:21).  Como vemos, esas buenas intenciones del hombre de hacer obras de justicia, se convierten en malas intenciones, porque son un tropiezo para Cristo, son satánicas y nos roban la salvación. 
Recordemos que Satanás es el príncipe de este mundo (Juan 12:31), él manipula la palabra de Dios a través de las religiones humanas. Debe quedarnos claro que Jesús no fundó ninguna religión, lo que Jesús fundó fue su iglesia, compuesta por todos los creyentes que han tenido un nuevo nacimiento (Juan 3:3-5).
Usted puede pertenecer a alguna religión, pero si no ha nacido de nuevo, no es parte  de la iglesia de Cristo. También puede ser parte de la iglesia de Cristo sin pertenecer a ninguna religión.
Veamos otro ejemplo: el “papa católico” romano y algunos otros líderes evangélicos están promoviendo el “ecumenismo religioso”, es decir una misma religión para todos. Su retórica es que todas las religiones tienen un mismo propósito el cual consiste en llevarnos a Dios.
Pareciera que existe una muy buena intención en todo ello, pero no es así, la palabra de Dios dice que “un poco de levadura leuda toda la masa” (Gálatas 5:9). Es decir, cualquier doctrina errada de una religión puede desviar de la salvación a los creyentes que sean parte de ese ecumenismo y el ecumenismo termina siendo un tropiezo para Cristo y una obra al servicio del diablo.
Eso ya lo vimos cuando el emperador Constantino se convirtió al cristianismo. Inmediatamente ordenó que se suspendiera la persecución contra los cristianos y también ordenó que todos los habitantes del imperio debían convertirse al cristianismo o serían ejecutados.
Eso fue sin duda alguna el primer ecumenismo religioso. Parecía una muy buena intención del emperador Constantino, pero ¿Qué sucedió?  Que se mezclaron todas las tradiciones de las religiones paganas con el cristianismo,  es decir, se mezclaron  las cosas de los hombres  con las cosas de Dios y eso fue un tropiezo para Cristo.
Antes de ese ecumenismo religioso obligatorio de Constantino, la iglesia cristiana primitiva no veneraba imágenes, la veneración de imágenes era una costumbre exclusiva de las religiones paganas a la cual se opusieron fervientemente los apóstoles de Cristo. ¿Pero qué sucedió? La iglesia primitiva desapareció para dar origen a la religión católica romana, la cual heredó entre otras cosas la tradición pagana de venerar imágenes.
La religión católica romana, al igual que las religiones paganas enseñan que debemos hacerles peticiones a las imágenes para obtener milagros. Esas son cosas de los hombres, que parecen tener buenas intenciones, pero hay una intención satánica en todo ello, porque se opone a la voluntad de Dios, quien castiga hasta por cuatro generaciones de los que practican esas cosas (Éxodo 20:4-5).
Satanás se ha introducido en las religiones, él  se viste como ángel de luz y sus ministros como ministros de justicia (2 Corintios 11:14-15), muchos púlpitos están siendo ocupados por los ministros de Satanás con el propósito de engañar a los creyentes.
Aunque  el ecumenismo religioso aparenta una buena intención, se termina convirtiendo en una mala intención, porque los ministros del diablo se aprovecharían para introducirían sus herejías y leudar el resto de la masa.
De hecho, está profetizado que el ecumenismo religioso edificará una imagen del anticristo para que la población la adore (Apocalipsis 13:12). Y el que la adore será castigado con una úlcera maligna y pestilente (Apocalipsis 16:2) y será enviado al lago de fuego que arde con azufre al final de los tiempos  (Apocalipsis 20:15).
Las buenas intenciones de las religiones terminan por convertirse en malas intenciones porque las religiones ponen la mira en las cosas de los hombres y no en las cosas de Dios  y terminan sirviendo a Satanás.

Mateo 26:50 Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. 26:51 Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. 26:52 Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. 26:53 ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? 26:54 ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?

Juan 18:11  Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?

En estos pasajes vemos como Pedro le cortó una oreja al sumo sacerdote (vea también Juan 18:11) que dirigía la compañía de soldados que venía a apresar a Jesús. Pedro tenía la mejor de las intenciones, pero nuevamente tenía puesta la mira en las cosas de los hombres.
Jesús le dijo que no necesitaba de su ayuda, que él Padre pudo mandar legiones de ángeles si fuera el caso, pero  ¿cómo se cumplirían las escrituras? ¿No he de beber la copa? le dijo Jesús.
Jesús debía ser crucificado, era la única manera mediante por la cual la humanidad podía tener la esperanza de  salvación. El pensamiento del apóstol Pedro de evitar que Jesús fuera a la cruz no era de Dios, era un pensamiento humano, y aun peor, era un pensamiento satánico, porque aunque la intención era evitarle  el sufrimiento a Jesús, en el fondo le estaba evitando la salvación a la humanidad y siendo tropiezo para Cristo.

Juan 15:4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 15:5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

Jesús dijo que permaneciéramos en Él. Dijo que si lo hacemos produciremos mucho fruto, pero apartados de Él nada podemos hacer. Jesús estaba hablando de permanecer en su voluntad, Jesús estaba hablando de poner siempre la mira en las cosas de Dios.  
Cuando ponemos la mira en las cosas de Dios podemos producir fruto, pero cuando ponemos la mira en las cosas de los hombres no podemos obtener un solo fruto para el Reino de Dios.

Mateo 7:21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 7:22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 7:23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí hacedores de maldad.

Aquí vemos a muchos predicadores y evangelistas que profetizan, echan fuera demonios y hacen milagros en el nombre de Jesús, sin embargo Jesús niega conocerlos porque tienen puesta la mira en las cosas de los hombres y no en las cosas de Dios.  No están allí para hacer la voluntad de Dios, sino para hacer su propia voluntad, están allí para hacerse un nombre, para enriquecerse y para ser alabados por los hombres, dejando de lado la verdadera voluntad de Dios, que consiste en “llevar el conocimiento de la verdad para que otras personas sean salvas” (1 Timoteo 2:3-4).
Los templos religiosos se han convertido en verdaderos shows musicales, y los predicadores han sido sustituidos por motivadores que entretienen a la gente y la hacen pasar un buen rato.
Ya no predican, lo que hacen es tener charlas  motivacionales, solamente hablan de bendiciones, de prosperidad, de alegría, de milagros. Pero ese mensaje es de Satanás, no es de Dios porque ellos tienen puesta la mira en las cosas de los hombres y no en las cosas de Dios.

Mateo 6:19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 6:20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 6:21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Como vemos en este pasaje, la voluntad de Dios es que hagamos tesoros en el cielo, no que hagamos tesoros en la tierra como enseñan estos motivadores del evangelio. Sus aparentes  buenas intenciones son en realidad malas intenciones porque cuando los fieles no reciben lo que piden terminan perdiendo la fe y eso es un tropiezo para Cristo.
El trabajo de Satanás no es hacernos pecar porque el pecado es ya parte de la naturaleza humana, su trabajo consiste más bien en hacer que pongamos la mira en las cosas de los hombres en lugar de poner la mira en las cosas de Dios.
Hay congregaciones que tienen miles de miembros, mientras que hay otras que tienen muy pocos miembros. La diferencia está en que las primeras dan charlas motivacionales y las segundas predican el evangelio de la cruz.
Uno se pregunta ¿Por qué la congregación de Joel Osteen, por ejemplo,  tiene tantos miembros? La respuesta la dio el mismo Osteen al decir  que él predicaba acerca de lo que los fieles querían escuchar. Osteen jamás predicará acerca del evangelio de la cruz para no perder clientes.
Los fieles quieren escuchar que Dios quiere enriquecerlos, los fieles quieren escuchar que Dios quiere sanarlos, los fieles quieren escuchar que Dios quiere bendecirlos, los fieles quieren escuchar que Dios quiere llevarlos siempre en victoria, entonces llenan las congregaciones que les predican lo que quieren escuchar. Pero, todas esas predicas tienen la mira puesta en las cosas  de los hombres y no en las cosas de Dios.
Los fieles no quieren escuchar que deben vivir para Cristo, los fieles no quieren escuchar que deben cargar la cruz, los fieles no quieren escuchar que deben hacer tesoros en el cielo y no en la tierra, los fieles no quieren escuchar que deben buscar el Reino de Dios para que se suplan sus necesidades (Mateo 6:31-33), entonces, las congregaciones en donde se predican estas cosas permanecen vacías.

Marcos 10:29 Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, 10:30 que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.

Jesús nos ofreció una cruz, una vida de rechazo, dijo que el mundo nos perseguiría por causa de Él, que nuestra familia nos rechazaría, nos ofreció una vida llena de dificultades, dijo que en el mundo tendríamos aflicción, no dijo que sería fácil, pero también nos ofreció que al dejar la tierra obtendríamos la vida eterna.

Lucas 9:23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. 9:24 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. 9:25 Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?

Poner la mira en las cosas de Dios es negarnos  a nosotros mismos y cargar  la cruz. Lo que eso significa es que dejemos de hacer nuestra voluntad para hacer la voluntad de Dios.
Sin embargo, los creyentes continúan haciendo su voluntad, continúan poniendo la mira en las cosas de los hombres y no en las cosas de Dios. ¿De qué les aprovecha si ganan todo el mundo y pierden la vida eterna, destruyéndose a sí mismos?

Hebreos 12:16 no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. 12:17 Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrima.

Aquí encontramos una advertencia muy seria, aquí se dice que no sea que haya algún fornicario o profano como Esaú, el cual, por una comida vendió su primogenitura. Esaú prefirió una comida antes que las cosas de Dios y aunque luego deseó heredar la bendición y la procuró con lágrimas, siempre fue desechado. Y fue desechado porque puso la mira en las cosas de los hombres y no en las cosas de Dios. Para él era más importante llenar su panza que servirle al Señor.
Muchos creyentes dirán ¿cómo es posible que Esaú hiciera eso? Se hacen esa pregunta porque no ven para sus adentros. La mayoría de creyentes son peores que Esaú, cambie usted “comida” por “ver un partido de futbol”, por “participar en una mejenga”, por “ver una película en el cine”, por “una fiesta de tragos”, incluso por “trabajar” y se darán cuenta que están vendiendo su primogenitura por esas cosas.
La mayoría de creyentes hacen planes para el paseo de vacaciones, hacen planes para la fiesta de navidad, hacen planes para comprar un  vehículo, hacen planes para levantar una gran empresa y enriquecerse.
Casi ninguno hace planes para ayudar a que la congregación tenga un mejor edificio, casi ninguno hace planes para ver como traer personas a Cristo, casi ninguno hace planes para ayudar  a los indigentes.
Los planes de Dios no están dentro de sus planes, de hecho, los planes de Dios están desechados. Sus planes son los planes del “yo” y sus oraciones son las oraciones del “yo”.  El egoísmo de sus oraciones delata lo que está dentro de sus corazones, “de la abundancia del corazón habla la boca”, dijo Jesús (Mateo 12:34).
La mayoría de creyentes creen que con asistir una hora a la semana al culto ya cumplieron. Satanás los tiene engañados y les está robando la bendición.  Quiero aclarar que yo no soy legalista, y he sido claro que nada tiene de malo divertirse, que nada tiene de malo en comprarse un vehículo o planear un paseo, lo malo es cuando esos planes ocupan un primer lugar por encima de los planes de Dios.
Los planes o propósitos de Dios deben ocupar siempre un primer plano en nuestras vidas. En nuestros planes siempre debe haber cabida para los planes de Dios. Más bien, lo correcto sería que en los planes de Dios haya cabida para nuestros planes.

Lucas 9:26 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles.

Millones de creyentes se avergüenzan de hablar del evangelio a sus hermanos. Comparten cualquier chiste en las redes sociales, pero se avergüenzan de compartir el evangelio. De ellos se avergonzará Cristo cuando venga en su gloria.
La palabra de Dios dice que corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,  puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:1-2). En otras palabras, que pongamos la mira en Jesús y no en las cosas de los hombres porque esa carrera no es una carrera universitaria sino una carrera al servicio de Dios.
Ante la mira de los hombres, ser exitoso,  es tener títulos y muchos bienes, pero, ante la mira de Dios, ser exitoso,  es ganar almas para Cristo.
Si ponemos la mira en las cosas de Dios, no importa los pequeños que parezcan los resultados, ante los ojos de Dios, esos resultados son como oro, plata y piedras preciosas.
Pero, cuando ponemos la mira en las cosas de los hombres,  no importa lo mucho que consigamos, a los ojos de Dios, el resultado es como madera, heno y hojarascas (1 Corintios 3:12-13).
Debemos tomar en cuenta que las cosas de los hombres obran en beneficio de Satanás y no tienen ningún valor en el Reino de Dios; son como las ramas que son cortadas y echadas en el fuego y se queman (Juan 15:6).

2 Corintios 10:3 Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; 10:4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, 10:5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,

El nacido de nuevo todavía anda en la carne porque no ha sido regenerado en su cuerpo. Pero ha sido regenerado en su espíritu y en su corazón, yDios le ha dado su palabra y su Espíritu para que pueda pensar como él.
Antes de tener un nuevo nacimiento, estuvimos sembrando en nuestras mentes argumentos humanos, cosas de hombres que se convirtieron en verdaderas fortalezas. Pero una vez que tenemos un nuevo nacimiento y nos alimentamos diariamente de la palabra de Dios, esas cosas de hombres son llevadas cautivas a la obediencia de Cristo y cambiadas por los argumentos divinos o cosas de Dios.
Volvamos al ejemplo de las imágenes. Ante de estar en Cristo, nos sembraron en nuestra mente que teníamos que inclinarnos ante las imágenes para darles honra. Pero una vez que estamos en Cristo podemos leer la palabra de Dios y con ayuda del Espíritu Santo entender claramente que Dios no quiere que nos inclinemos ante las imágenes ni les demos honra. Entonces, nuestro pensamiento de que debemos inclinarnos ante las imágenes, que es cosa de los hombres, es cambiado por un pensamiento de que no debemos inclinarnos ante las imágenes, y eso es cosa de Dios.
Voy a terminar con una pregunta: ¿Con qué propósito murió Cristo? Estoy seguro que la mayoría va a contestar que Cristo murió para que seamos salvos. Eso es cierto, pero no es la respuesta correcta. Cristo murió para que los que vivimos, ya no vivamos para nosotros mismos, sino que vivamos para él:

2 Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.


Vivir para Cristo es poner nuestra mira en las cosas de Dios y no en las cosas de los hombres, es hacer de los planes de Dios nuestros planes. Si no estás viviendo para Cristo, es porque tienes la mira en las cosas de los hombres, y eres un tropiezo para Cristo. 

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