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“Mi hija se
acuesta con su novio ¿Pero yo qué puedo hacer si es mayor de edad? Mi hijo es
homosexual y tiene novio, pero es mi hijo y tengo que aceptarlo. Mi hijo fuma
marihuana pero ya tiene edad para tomar decisiones, yo no puedo hacer nada”.
¿Qué podemos hacer si estamos siendo encarados por
situaciones que envuelven a nuestros hijos y que riñen con la palabra de Dios ¿Qué
dice la Biblia? Dice que debemos estorbarlos.
1 Samuel 3:11 Y Jehová dijo
a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le
retiñirán ambos oídos. 3:12 Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas
que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. 3:13 Y le mostraré
que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus
hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado.
Dios hizo morir a los
hijos de Elí porque éste no los estorbó. De acuerdo con el diccionario, el
verbo “estorbar” significa “acción que dificulte hacer algo o le impida
realizarlo cómodamente”. Podríamos decir que lo contrario a estorbar es alcahuetear.
Volvamos a Elí y
revisemos su historia. Este señor era el sumo sacerdote de Israel, pero no solo era el sumo sacerdote sino que también
era el juez. En aquella época no había
rey en Israel y Dios usaba a los jueces para que guiaran a su pueblo.
Cuando usted examina la vida de Elí, usted observa
que era impecable como sacerdote y como juez. Sin embargo, no todo funcionaba bien
en la familia de Elí. Él tenía dos hijos
Ofni y Finees (1 Samuel 1:3), quienes también eran
sacerdotes en el Tabernáculo, pero a diferencia de su padre, ellos eran hombres impíos y no tenían
conocimiento de Jehová” (1 Samuel 2:12).
Su padre estuvo tan ocupado ministrando y juzgando a
su pueblo que no se ocupó de sus hijos como debía de ser. Que tragedia es estar en la presencia de las
cosas de Dios y no conocerlo. Hoy en día existen cientos de pastores que no conocen a Dios, son pastores porque
estudiaron en un instituto bíblico o porque heredaron el pastorado de sus padres,
pero nunca tuvieron un encuentro personal con el Señor, al igual que sucedió
con los hijos de Elí.
1 Samuel 2:13 Y era
costumbre de los sacerdotes con el pueblo, que cuando alguno ofrecía
sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras se cocía la carne, trayendo
en su mano un garfio de tres dientes, 2:14 y lo metía en el perol, en la olla,
en el caldero o en la marmita; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo
tomaba para sí. De esta manera hacían con todo israelita que venía a Silo. 2:15
Asimismo, antes de quemar la grosura, venía el criado del sacerdote, y decía al
que sacrificaba: Da carne que asar para el sacerdote; porque no tomará de ti
carne cocida, sino cruda. 2:16 Y si el hombre le respondía: Quemen la grosura
primero, y después toma tanto como quieras; él respondía: No, sino dámela ahora
mismo; de otra manera yo la tomaré por la fuerza. 2:17 Era, pues, muy grande
delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban
las ofrendas de Jehová.
Los hijos de Eli rehusaron tomar las porciones de
carne asignadas a ellos en la Ley de Moisés. Ellos obtenían los cortes de carne
seleccionados por ellos mismos. Incluso antes que la parte mejor fuera
sacrificada a Dios, ellos obtenían su corte aun por la fuerza si
fuera necesario. Eso era un total menosprecio por las ofrendas y la ley de
Dios, que se convertía en un grave pecado.
Eso sucede actualmente,
en las iglesias, por ejemplo, ya casi no participan de la cena del Señor y cuando participan,
cambian el vino por un jugo y no dan pan, y cuando dan pan lo dan sin levadura
o lo cambian por una galleta soda, sin seguir las instrucciones de Dios. No han entendido que lo que Dios ordena no se
puede cambiar, que todo debe ser al pie de la letra ¿Quiénes nos creemos para
modificar las órdenes del Señor?
1 Samuel 2:22 Pero Elí era
muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo
dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión.
2:23 Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este
pueblo vuestros malos procederes. 2:24 No, hijos míos, porque no es buena fama
la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová. 2:25 Si pecare el hombre
contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra Jehová,
¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová
había resuelto hacerlos morir.
Como vemos, la vida personal de los hijos de Elí
reñía totalmente con la palabra de Dios. Ellos no respetaban la ley en cuanto a
las ofrendas y también fornicaban, no con cualquier mujer, sino precisamente con las
que velaban la puerta del tabernáculo. Eso era burlarse de Dios en su cara, por
lo tanto Dios había resuelto hacerlos morir.
Cuando no
estorbamos a nuestros hijos, cuando no los enfrentamos debidamente en su
mal camino, sino que los alcahueteamos, lo que estamos haciendo es prepararlos
para el infierno.
Es cierto que son mayores de edad y no podemos
obligarlos a que dejen de practicar el pecado, pero no tenemos que
alcahuetearlos. Si todos los fines de semana tu hija se va a dormir con su novia,
o tu hijo con su novio, tu obligación es estorbarlos o que se vayan de la casa.
Si lo permites, estás cavando sus tumbas.
Efesios 5:11 Y no
participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien
reprendedlas; 5:12 porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en
secreto.
Cuando alcahueteas
que tu hijo homosexual lleve su novio a tu casa, o tú sales con ellos, estás
participando de las obras infructuosas de las tinieblas. Es muy duro y no es
una crítica, es una realidad para con Dios, debes escoger quedar bien con Dios
o con tus hijos.
Cuando permites que
tu hija se acueste con su novio, estás haciendo lo mismo que Elí. Igualmente
cuando permites que tu hijo fume marihuana en tu presencia. Tanto pecan los hijos, como los padres alcahuetes.
De pronto las
bendiciones se alejan de tu casa, en su lugar llegan los problemas financieros,
enfermedades, otras cosas negativas y hasta la muerte. Entonces te preguntas “¿Padre qué sucede, yo te sirvo y te soy
fiel?” El Señor te dirá: “Es cierto, eres fiel pero no estorbas a tus hijos y con ello le abres la puerta al depredador
y yo no puedo hacer nada”.
1 Samuel 2:27 Y vino un
varón de Dios a Elí, y le dijo: Así ha dicho Jehová: ¿No me manifesté yo
claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Faraón? 2:28
Y yo le escogí por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que
ofreciese sobre mi altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mí; y
di a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel. 2:29 ¿Por
qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el
tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo
principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? 2:30 Por tanto, Jehová el
Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían
delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga,
porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en
poco. 2:31 He aquí, vienen días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa
de tu padre, de modo que no haya anciano en tu casa. 2:32 Verás tu casa
humillada, mientras Dios colma de bienes a Israel; y en ningún tiempo habrá
anciano en tu casa. 2:33 El varón de los tuyos que yo no corte de mi altar,
será para consumir tus ojos y llenar tu alma de dolor; y todos los nacidos en
tu casa morirán en la edad viril. 2:34 Y te será por señal esto que acontecerá
a tus dos hijos, Ofni y Finees: ambos morirán en un día. 2:35 Y yo me suscitaré
un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le
edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días.
Dios envió a un profeta para que advirtiera a Eli sobre
la fracasada forma de manejar a sus hijos. “Todos los nacidos en tu casa morirán en la edad viril. Y te
será por señal esto que acontecerá a tus dos
hijos, Ofni y Finees: ambos morirán en un día” le dijo el
profeta ¿Qué hizo Elí? Siguió hablando suavemente a sus hijos, no los estorbó, no tomó medidas fuertes,
medidas sanas. Lo que consiguió fue la muerte de sus hijos.
Job 1:4 E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su
día; y enviaban a llamar a sus tres hermanas para que comiesen y bebiesen con
ellos. 1:5 Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job
enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos
conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis
hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía
todos los días. Muchos teólogos opinan que la desgracia de
Job se debió a su alcahuetería para con sus hijos, los cuales hacían bacanales
a menudo.
Veamos el caso de Job. Sus hijos hacían bacanales a
menudo. En lugar de estorbarlos, Job ofrecía holocaustos a Dios para el perdón
de los pecados de sus hijos. Y esa no es la idea, eso es como decir “el
que peca y reza empata”.
Job abrió la puerta para que el diablo hiciera de
las suyas ¿Qué paso? El diablo alteró la atmosfera, provocó un gran viento que
azotó las cuatro esquinas de la casa en la que estaban todos sus hijos y ellos
murieron. Y Dios lo permitió porque Job
no los estorbó, Job permitió la muerte de sus hijos (Job 1:19).
Elí tenía un tercer hijo, se llamaba Samuel, no era hijo natural, había sido
adoptado y Samuel sí escuchaba los consejos de su padre y tenía una actitud muy
diferente.
“Y el
joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los
hombres.” (1 Samuel 2:26).
Samuel era como una luz en medio de la oscuridad espiritual de sus hermanos.
1 Samuel 3:1 El joven
Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová
escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia. 3:2 Y aconteció un
día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a
oscurecerse de modo que no podía ver, 3:3 Samuel estaba durmiendo en el templo
de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese
apagada, 3:4 Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí. 3:5 Y corriendo
luego a Elí, dijo: Heme aquí, ¿Para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he
llamado; vuelve y acuéstate. Y él se volvió y se acostó. 3:6 Y Jehová volvió a
llamar otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel, vino a Elí y dijo: Heme aquí;
¿para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y
acuéstate. 3:7 Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová
le había sido revelada. 3:8 Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él
se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces
entendió Elí que Jehová llamaba al joven. 3:9 Y dijo Elí a Samuel: Ve y
acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se
fue Samuel, y se acostó en su lugar. 3:10 Y vino Jehová y se paró, y llamó como
las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo
oye. 3:11 Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a
quien la oyere, le retiñirán ambos oídos. 3:12 Aquel día yo cumpliré contra Elí
todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. 3:13
Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe;
porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado. 3:14 Por
tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será
expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas. 3:15 Y Samuel estuvo
acostado hasta la mañana, y abrió las puertas de la casa de Jehová. Y Samuel
temía descubrir la visión a Elí. 3:16 Llamando, pues, Elí a Samuel, le dijo:
Hijo mío, Samuel. Y él respondió: Heme aquí. 3:17 Y Elí dijo: ¿Qué es la
palabra que te habló? Te ruego que no me la encubras; así te haga Dios y aun te
añada, si me encubrieres palabra de todo lo que habló contigo. 3:18 Y Samuel se
lo manifestó todo, sin encubrirle nada. Entonces él dijo: Jehová es; haga lo
que bien le pareciere.
El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia
de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión
con frecuencia. Esto es normal en nuestros días, la palabra de Dios escasea porque los pastores actuales se han
dedicado a motivar a la congregación, a hablar de cosas terrenales y no de
cosas espirituales.
Dios habló a Samuel en el Tabernáculo y le dio un
mensaje de juicio para Elí y Samuel le hizo llegar el mensaje. Dios cumpliría lo que le hizo saber a
través del profeta un tiempo atrás.
El escritor de Proverbios dijo: “Castiga a tu hijo en tanto que hay
esperanza; Mas no se apresure tu alma para destruirlo” (Proverbios 19:18).
Eli tenía la responsabilidad de corregir la
conducta de sus hijos sacerdotes que estaban bajo su autoridad. Elí sabía que
estaba sucediendo, todo Israel lo sabía, ellos no pecaban ocasionalmente sino
que practicaban
el pecado, ellos sacudían sus puños en la cara de Dios.
Todos pecamos, pero una cosa es pecar y otra es
practicar el pecado y el que practica el pecado es del diablo
(1 Juan 3:8) y se pone en sus manos.
Atienda este mensaje, pese los hechos y tome su
responsabilidad seriamente. No escuchar y no tomar seriamente los avisos de
Dios, es tirar la familia por un despeñadero.
Eli comía con sus hijos en el mismo plato y no
condenaba la mala conducta de sus hijos, por lo tanto se volvió parte del problema. “¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y
mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos
más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo
Israel?” (1 Samuel 2:29)
Elí estaba agudamente consciente del problema, pero
escogió no hacer nada. Convenientemente cerró sus oídos e inventó excusas para
sus hijos, prefirió quedar bien con sus
hijos y no con Dios y la pagó caro. Permitirme recordarle que las
expectativas de Dios no han cambiado. No permitamos que se olvide la
importancia de la integridad en la jefatura de nuestra familia y en la
iglesia.
A causa de su irresponsabilidad y carencia de
integridad el pueblo que venía a adorar en el tabernáculo encontraba su
preciosa ofrenda violada. Además, con esos ejemplos, ellos ya no querían
enteramente adorar en el tabernáculo. Para hacer peor las cosas con su actitud el padre exaltaba sus hijos por
encima de Dios (2:29
1 Samuel 4:10 Pelearon,
pues, los filisteos, e Israel fue vencido, y huyeron cada cual a sus tiendas; y
fue hecha muy grande mortandad, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a
pie. 4:11 Y el arca de Dios fue tomada, y muertos los dos hijos de Elí, Ofni y
Finees. 4:12 Y corriendo de la batalla un hombre de Benjamín, llegó el mismo
día a Silo, rotos sus vestidos y tierra sobre su cabeza; 4:13 y cuando llegó,
he aquí que Elí estaba sentado en una silla vigilando junto al camino, porque
su corazón estaba temblando por causa del arca de Dios. Llegado, pues, aquel
hombre a la ciudad, y dadas las nuevas, toda la ciudad gritó.
4:14 Cuando Elí oyó el
estruendo de la gritería, dijo: ¿Qué estruendo de alboroto es este? Y aquel
hombre vino aprisa y dio las nuevas a Elí. 4:15 Era ya Elí de edad de noventa y
ocho años, y sus ojos se habían oscurecido, de modo que no podía ver. 4:16
Dijo, pues, aquel hombre a Elí: Yo vengo de la batalla, he escapado hoy del
combate. Y Elí dijo: ¿Qué ha acontecido, hijo mío? 4:17 Y el mensajero
respondió diciendo: Israel huyó delante de los filisteos, y también fue hecha
gran mortandad en el pueblo; y también tus dos hijos, Ofni y Finees, fueron muertos,
y el arca de Dios ha sido tomada. 4:18 Y aconteció que cuando él hizo mención
del arca de Dios, Elí cayó hacia atrás de la silla al lado de la puerta, y se
desnucó y murió; porque era hombre viejo y pesado. Y había juzgado a Israel
cuarenta años.
Dios cumplió su palabra, los hijos de Elí murieron
en un solo día, los filisteos tomaron el arca de Dios porque Dios no estaba en
el Arca, el fuego se había apagado.
¿Estás encarando problemas serios con tus hijos por
el estilo de vida que llevan? Tienes tu una respuesta como “Oh, solo son chicos, son chicos solamente”.
Como Elí tú tienes una buena parte
del problema perdonando los pecados de tus hijos. Lo que le sucedido a Elí
y a Enoc le puede suceder a cualquiera de nosotros hoy. La tragedia que
sucedió, sucede demasiado a menudo en las “buenas
familias”.
Eli toleró el pecado en la vida de sus hijos,
permitió que el honor de Dios se pusiera en la última silla, prefirió a sus
hijos que a su Dios ¿Qué dice la palabra de Dios?
Mateo 10:37 El que ama a
padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que
a mí, no es digno de mí; 10:38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí,
no es digno de mí.
Jesús dijo que el que ama a Padre o a hijo más que a él, no es digno de
él. En el caso de Elí, la sangre fue más fuerte que la fidelidad a Dios ¿Sucede
así contigo? Existe la mala costumbre de no querer nunca ofender a nadie, o
querer quedar bien con todos.
Elí quería la aprobación y el afecto de sus
hijos más que la aprobación y afecto de Dios ¿Estamos nosotros dispuestos a
inclinar nuestra cara ante un Dios santo para lamentar y abandonar nuestros
caminos? ¿O hacemos excusas por nosotros mismos y nuestro hijos? ¿Quiere
usted que sus hijos mueran o estén en manos del diablo? Entonces no los
estorbe.
Si los amas lo suficiente, entonces estorbe a sus hijos y de esa manera les
evitará un final fatal y además serás digno servidor de Dios.
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