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La Biblia dice Dios
nos hizo sentar en lugares celestiales
con Cristo (Efesios 2:6) ¿Podemos entender
eso como una parábola o como una realidad? ¿Qué son los lugares celestiales? ¿Esto
es para todos los creyentes?
Empezaré por contestar
la tercera pregunta. Esto no es para
todos los creyentes, sino únicamente
para los creyentes que están en Cristo
Jesús ¿Cómo lo sabemos? Porque la escritura dice que si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron y
todas son hechas nuevas (2 Corintios
5:17), pero ¿Qué es estar en Cristo
y qué es la nueva criatura?
1 Corintios 15:45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre
Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. 15:46 Mas lo
espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. 15:47 El primer
hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del
cielo.
La palabra de Dios
habla de dos hombres que representan a toda la humanidad. El primer hombre es Adán, es el alma viviente, es el hombre
caído, que está en una posición terrenal; es esclavo del pecado y está bajo la autoridad de Satanás, y es
ciudadano del reino de las tinieblas.
El segundo hombre o
postrer Adán es Cristo Jesús, es el espíritu
vivificante, está sentado en un lugar celestial (Efesios 1:20) y tiene
autoridad sobre todos los principados, autoridades, poderes y señoríos espirituales,
incluyendo a Satanás, los cuales están sometidos bajo sus pies (Efesios 1:21). Este segundo Adán es
ciudadano del Reino de Dios.
Todos los seres
humanos somos descendientes de Adán, somos su familia, somos el viejo hombre (Romanos 6:6) entonces todos estamos
en Adán y somos del reino de este mundo, es decir somos terrenales y
estamos condenados.
Si queremos
salvarnos debemos estar en Cristo y
para ello se necesita tener un nuevo
nacimiento (Juan 3:3), es decir,
tenemos que morir y volver a nacer. Para los efectos del cielo, ese nuevo
nacimiento que nos salva se da en el bautismo (Juan 35, Marcos 16:16, Hechos 2:38). El apóstol Pablo lo explica de
la siguiente manera:
Romanos 6:3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en
Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 6:4 Porque somos sepultados
juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo
resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos
en vida nueva.
Al sumergirnos en
las aguas del bautismo, Dios sepulta al viejo hombre que está en Adán. Y al
emerger de las aguas del bautismo Dios le da vida a la nueva criatura en Cristo Jesús, o sea a un nuevo hijo de Dios. Antes
estabas en Adán porque eras de la
familia de Adán, ahora estás en Cristo porque eres su familia.
En ese momento del
bautismo pasamos a estar en Cristo,
somos liberados de la potestad de las tinieblas, y trasladados al
reino del amado hijo de Dios, en quien tenemos redención por su sangre, el
perdón de pecados (Colosenses
1:13-14) y somos sentados en lugares
celestiales con Cristo Jesús (Efesios
2:6).
Vayamos ahora a la
primera pregunta. Estar sentados en lugares celestiales no es una parábola, es una realidad espiritual, y esto nos
lleva a contestar la segunda pregunta. Los lugares celestiales no son ningún
lugar en cielo, se refieren a la posición de la nueva criatura en Cristo Jesús.
Recordemos que al
estar en Adán estábamos bajo la autoridad de Satanás, pero al estar en Cristo,
tanto Satanás como todas las autoridades, potestades principados, poderes y
señoríos pasan a estar bajo nuestra autoridad. Los lugares celestiales hacen
referencia a una posición superior de
autoridad.
Todos los creyentes
están destinados para los lugares
celestiales, están destinados para las alturas pero la gran mayoría desconocen su
posición en Cristo Jesús y los recursos espirituales que Dios ha provisto para ellos
y el diablo se aprovecha de ello para hacerles daño.
En el reino de
Dios, el más débil de los creyentes tiene en su poder, lo que jamás tuvo el
mayor profeta del Viejo Testamento. Allí recibe todo lo que precisa para vivir
una vida de victoria.
No habrá una
segunda, una tercera o una cuarta bendición, ya hemos sido bendecidos con “toda
bendición” espiritual en los lugares
celestiales en Cristo (Efesios 1:3).
Cualquier fracaso no es debido a que el creyente carezca de nada, sino a que no
se ha apropiado de lo que ya ha le pertenece.
Efesios 1:13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de
verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis
sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 1:14 que es las arras de nuestra
herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su
gloria.
Hemos sido sellados
con el Espíritu Santo prometido. Dios ha puesto un sello en ti y en mí que
dice: “prohibido tocar, es mi posesión adquirida”.
El diablo no puede tocarte al menos que tú te pongas a su nivel y se lo
permitas.
Además de ser el
sello, el Espíritu Santo simboliza las
arras, o sea la garantía o el compromiso de Dios para contigo en el sentido
de que un día serás resucitado y tendrás
un cuerpo inmortal como el de Cristo.
Efesios 1:16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de
vosotros en mis oraciones, 1:17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo,
el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el
conocimiento de él, 1:18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que
sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la
gloria de su herencia en los santos, 1:19 y cuál la supereminente grandeza de
su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su
fuerza, 1:20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole
a su diestra en los lugares celestiales, 1:21 sobre todo principado y autoridad
y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo,
sino también en el venidero; 1:22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo
dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia.
El apóstol Pablo
dijo que oraba constantemente para que Dios le diera al creyente revelación
para que pudiera ver las riquezas de su
gloria.
Pablo oraba para
que el creyente se diera cuenta del inmenso poder que le fue otorgado, no
cualquier poder sino el mismo poder que
resucitó a Cristo de entre los muertos. Es un poder sobrenatural que tal
vez no lo usemos, pero que está a nuestra disposición.
Aquí nos debe de
quedar muy en claro la importancia del bautismo. Las personas que no se han
bautizado, no han sido sepultadas, tampoco resucitadas, ni sentadas en lugares
celestiales con Cristo porque no han sido revestidas de Cristo (Gálatas 3:27) y no tienen ese poder.
Los que sí hemos
sido bautizados somos la iglesia y como iglesia somos el cuerpo de Cristo, y
Cristo es la cabeza. Por eso, si Jesús está sentado en lugares celestiales,
usted y yo también lo estamos. Si todos esos principados están bajo la
autoridad de Jesús, entonces también lo están bajo tu autoridad y mi autoridad.
Todo lo que Jesús es, nosotros también lo somos
porque somos el cuerpo de Cristo. En otras palabras, la iglesia es la expresión
de la cabeza porque está unida a Cristo.
Efesios 5:31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. 5:32 Grande es este misterio;
mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.
Cristo y la iglesia
son una sola carne, están unidos espiritualmente. Todo lo que era tuyo dejó de
ser tuyo para ser de Cristo, eso incluye tu vida, tus hijos y tus bienes. Pero
todo lo que es de Cristo pasó a ser tuyo. Eso es maravilloso y no son simples
palabras, son realidades espirituales que se han llevado a cabo en la nueva
criatura en Cristo Jesús.
1 Corintios 1:30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual
nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;
1:31 para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.
Al estar en Cristo
somos sabios, justos, santos y redimidos, estamos revestidos de Cristo, de tal
manera que Dios no ve nuestros pecados ni nuestros defectos, lo que ve es lo
que nos cubre y eso que nos cubre es Cristo, que es puro y santo. Estamos revestidos de Cristo.
Efesios 2:19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino
conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.
Ya no eres
extranjero ni advenedizo que no tiene oficio ni hogar. Ya no eres de la familia
Vargas o de la familia Barquero, ahora eres de las familia de Dios ¿Puedes
imaginar lo que eso significa?
Efesios 3:5 misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a
los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y
profetas por el Espíritu: 3:6 que los gentiles son coherederos y miembros del
mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del
evangelio.
El misterio que
estuvo escondido a los profetas del antiguo testamento, ahora es revelado, que
a través del evangelio, los gentiles somos coherederos y miembros de la familia
de Dios.
Dios ha querido,
que al igual que el águila, tengamos nuestro nido en las alturas, allá donde la serpiente antigua llamada diablo y
Satanás (Apocalipsis 12:9) no puede llegar.
El apóstol Pedro
declaró que «Dios nos ha dado preciosas
y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la
naturaleza divina» (2 Pedro 1:4).
A través de este
texto comprendemos que Dios quiere un pueblo que tenga su misma naturaleza y su misma esencia. Ese fue su propósito cuando
creo al hombre, Dios lo hizo a su imagen y semejanza pero el diablo engañó al
hombre y le robó su identidad.
Dios dice: «Si yo soy del cielo, ellos serán del cielo»,
«Si yo vivo en las alturas, ellos
habitarán en las alturas». Todo lo que Dios hace, lo hace compatible con su
naturaleza. Dentro de usted hay una naturaleza que se puede identificar con el
Padre. Al igual que el águila, usted puede volar, porque esa es su naturaleza.
Jesús dijo que el
si creemos, podemos hacer obras mayores que las que él hizo (Juan 14:12), eso es así porque tenemos
su misma naturaleza.
2 Corintios 4:7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que
la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.
Dios ha depositado en
el creyente un tesoro de recursos que lo sacan de lo común y ordinario, y lo
colocan en las filas de los vencedores. Es aquí donde comienza su experiencia
en la participación de la naturaleza divina.
Génesis 1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo
creó; varón y hembra los creó. 1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad
y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del
mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
En el diseño original de Dios usted fue creado para gobernar, dominar, señorear
y multiplicarse. Esta expectativa del Creador
hacia el hombre era muy natural, porque debería responder a la naturaleza para la cual fue creado.
Los peces nadan, las aves vuelan,
los perros ladran y el hombre gobierna sobre toda la creación incluyendo sobre el diablo y sus ángeles.
Usted no espera ver a un águila comportándose como una
gallina, o a un caballo comportándose como una vaca. Y Dios no espera que usted
se comporte como un viejo hombre porque usted
es ahora una nueva criatura.
Cristo, en los días de su carne, vivió al máximo el propósito original
del Padre. Él no vino a enseñarnos a morir, vino a redimirnos para que vivamos como él lo
hizo: una vida sobrenatural.
Efesios 1:3 Bendito
sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
En el reino de
Dios, el más débil de los creyentes tiene en su poder todo lo que jamás tuvo el
mayor profeta del Viejo Testamento. Allí recibe todo lo que precisa para vivir
una vida de victoria. No habrá una segunda, una tercera o una cuarta
bendición, ya hemos sido bendecidos con “toda bendición” espiritual.
Cualquier fracaso no es debido a que el creyente carezca de nada, sino a que no
se ha apropiado de lo que ya ha le pertenece.
Así como el águila domina y gobierna en los aires, el creyente
debe de vivir una vida consistente con su nueva naturaleza. Cuando el diablo lo acuse, no le responda con su comportamiento
sino hágale ver su posición en Cristo. No caiga en la trampa.
La primera lección que aprendemos del águila es su dieta alimenticia,
es muy selectiva. El águila no come carroña, ella misma caza lo que quiere comer
y se lleva su presa al nido y se la come caliente.
Mateo 4:4
Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios.
De igual manera, el
creyente tiene que alimentarse de comida viva que es la Palabra
de Dios. No debe alimentarse de la carroña o palabra del hombre.
Si en lo natural
somos lo que comemos,
también en lo espiritual. Una persona que no se alimenta
bien siempre está irritable. El stress incapacita nuestro sistema nervioso, bloquea el sistema digestivo, nos
debilita y nos hace propensos
a cualquier enfermedad.
La
debilidad espiritual es el resultado de una dieta pobre. Un cristiano que está
débil espiritualmente no gobierna, no se reproduce, porque no
tiene fuerzas. Tampoco puede discernir la verdad y mucho menos combatir,
transformándose en un blanco fácil del enemigo. A este tipo de cristianos
podríamos compararlos con otra ave: el
buitre.
El buitre hace su nido en los árboles muertos o
en la tierra. Siempre comen lo que otros dejan. Nunca verá un buitre matando a
su propia presa. Él toma la presa que otro animal cazó y que luego de saciarse
dejó abandonado por varios días. Después de darle vueltas por horas a su
comida, desciende acompañado de otros buitres. Come hasta que se intoxica de carne
descompuesta. Esto le impide volver a volar y en muchas ocasiones se convierte
en presa de otros animales.
1 Pedro
5:8 Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león
rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.
Hay creyentes que son como el buitre, no se
alimentan directamente de la palabra de Dios, sino de las doctrinas religiosas y las tradiciones
que otros han dejado. El peligro es que
esa intoxicación les impide poder elevarse y se transforman en presas fáciles de devorar.
Cuando el buitre está en grupo se siente un campeón. Va a la iglesia y junto a los
demás, ora, se goza, pero cuando deja el grupo y se va lo emocional, trata de volar y no puede.
El águila
obtiene su comida en soledad, no se involucra con grupos que la puedan
contaminar. De igual manera, el cristiano debe buscar su alimento espiritual en
soledad. Debe alimentarse directamente de la palabra de Dios para que no se
deje engañar cuando asista a una congregación.
Las iglesias se han convertido en centros de
diversión y de apoyo emocional. Casi no reparten alimento y cuando lo reparten,
casi siempre viene contaminado con la palabra del hombre. Ya no se enseñan verdades absolutas
fundamentadas en la palabra de Dios, sino medias verdades que terminan convirtiéndose
en mentiras.
Mateo 6:19
No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y
donde ladrones minan y hurtan; 6:20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni
la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 6:21
Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
El buitre construye su nido en la tierra o en
árboles muertos. Pero Dios dice que no
hagamos riquezas en la tierra, sino que nuestras riquezas se encuentran en
lugares altos donde nadie nos pueda robar. El águila construye su nido en los
lugares altos, donde el ladrón no puede llegar.
Job 39:27
¿Se remonta el águila por tu mandamiento, Y pone en alto su nido? 39:28 Ella
habita y mora en la peña. En la cumbre del peñasco y de la roca.
La construcción del nido es una de las
decisiones más importantes que el águila debe tomar en su vida. En este nido
pasará alrededor de cincuenta años, criando a sus hijos y dominando esa región.
Los lugares altos son sus favoritos,
preferiblemente los inaccesibles, como las hendiduras de una montaña. La altura
donde construirá su nido puede llegar hasta los 10,000 pies de altura, su
diseño está compuesto por varios materiales, (ramas, hojas y pieles de animales
recién devorados) y está diseñado para proteger al águila del mal tiempo, proteger
a sus hijos y ser un cómodo lugar de descanso.
La profundidad del nido con solo una abertura es
de dieciocho pulgadas en la parte superior. El ancho puede medir entre seis y
diez pies, dependiendo del tamaño de las alas del águila.
El buitre es totalmente distinto,
es irresponsable en la preparación del nido, su irresponsabilidad causa que
espere hasta último momento, y desesperadamente llega a hacer un nido en
árboles bajos y hasta en el suelo.
El nido
del águila representa nuestra vida. Los materiales que usamos para construirla
determinarán la durabilidad, efectividad y calidad de vida que disfrutaremos.
La naturaleza de la nueva criatura es de prosperidad, éxito y victoria. Éxito
no es tener poder, prestigio o posición. El
éxito es conocer y lograr los propósitos de Dios.
Y no tenemos
que esforzarnos en la carne para ello, lo que tenemos que hacer es poner
nuestras vidas en el altar (Romanos 12:1)
y Dios hará el resto. Eso es lo que se
conoce como consagración.
Filipenses 2:13 porque Dios es el que en vosotros produce así el
querer como el hacer, por su buena voluntad.
Dios no solamente
establece su plan y propósito, sino que produce en nosotros el gozo de vivir
para Cristo y ceder nuestra voluntad
para que se haya la suya.
Por último, muchos
hijos de Dios huyen atemorizados ante las dificultades que tienen por delante. Se
olviden de que Jesús dijo que busquen el reino de Dios y su justicia y todo lo
que necesitan será añadido (Mateo 6:33).
Cuando viene la
tormenta, el águila se eleva por encima de ella, puesto los ojos hacia el cielo
se eleva y evita ser arrastrada por ella,
De igual manera,
los creyentes en Cristo no tenemos que preocuparnos por Trump ni por nada que
suceda a nuestro alrededor, lo que tenemos que hacer, es elevarnos por encima
de la tormenta, puestos los ojos en
Jesús, autor y consumador de la fe (Hebreos
12:2) y no en las circunstancias que te rodean y la tormenta no podrá
dañarnos. Nada puede dañar a Jesús y nosotros estamos en él, como pollitos bajo
sus alas.
Crea que el que
prometió también es fiel para cumplirlo. Levante su rostro, adore a Dios y
siéntese firme donde Dios lo ha puesto, y dentro de no muchos días verá el
milagro que quizás estás esperando.
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