martes, 7 de febrero de 2017

SENTADOS EN LUGARES CELESTIALES

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La Biblia dice Dios nos hizo sentar en  lugares celestiales con Cristo (Efesios 2:6) ¿Podemos entender eso como una parábola o como una realidad? ¿Qué son los lugares celestiales? ¿Esto es para todos los creyentes?
Empezaré por contestar la tercera pregunta. Esto no es para todos los creyentes,  sino únicamente para los creyentes que están en Cristo Jesús ¿Cómo lo sabemos? Porque la escritura dice que si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas (2 Corintios 5:17), pero  ¿Qué es estar en Cristo y qué es la nueva criatura?

1 Corintios 15:45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. 15:46 Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. 15:47 El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.

La palabra de Dios habla de dos hombres que representan a toda la humanidad. El primer hombre es Adán, es el alma viviente, es el hombre caído, que está en una posición terrenal; es esclavo del pecado y está bajo la autoridad de Satanás, y es ciudadano del reino de las tinieblas.
El segundo hombre o postrer Adán es Cristo Jesús, es el espíritu vivificante, está sentado en un lugar celestial (Efesios 1:20) y tiene autoridad sobre todos los principados, autoridades, poderes y señoríos espirituales, incluyendo a Satanás, los cuales están sometidos bajo sus pies (Efesios 1:21). Este segundo Adán es ciudadano del Reino de Dios.
Todos los seres humanos somos descendientes de Adán, somos su familia, somos el viejo hombre (Romanos 6:6) entonces todos estamos en Adán y somos del reino de este mundo, es decir somos terrenales y estamos condenados.
Si queremos salvarnos debemos estar en Cristo y para ello se necesita tener un nuevo nacimiento (Juan 3:3), es decir, tenemos que morir y volver a nacer. Para los efectos del cielo, ese nuevo nacimiento que nos salva se da en el bautismo (Juan 35, Marcos 16:16, Hechos 2:38). El apóstol Pablo lo explica de la siguiente manera:

Romanos 6:3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

Al sumergirnos en las aguas del bautismo, Dios sepulta al viejo hombre que está en Adán. Y al emerger de las aguas del bautismo Dios le da vida a la nueva criatura en Cristo Jesús, o sea a un nuevo hijo de Dios. Antes estabas en Adán porque eras de la familia de Adán,  ahora estás en Cristo porque eres su familia.
En ese momento del bautismo pasamos a estar en Cristo, somos liberados de la  potestad de las tinieblas, y trasladados al reino del amado hijo de Dios, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados (Colosenses 1:13-14) y somos sentados en lugares celestiales con Cristo Jesús (Efesios 2:6).
Vayamos ahora a la primera pregunta. Estar sentados en lugares celestiales no es una parábola, es una realidad espiritual, y esto nos lleva a contestar la segunda pregunta. Los lugares celestiales no son ningún lugar en cielo, se refieren a la posición de la nueva criatura en Cristo Jesús.
Recordemos que al estar en Adán estábamos bajo la autoridad de Satanás, pero al estar en Cristo, tanto Satanás como todas las autoridades, potestades principados, poderes y señoríos pasan a estar bajo nuestra autoridad. Los lugares celestiales hacen referencia a una posición superior de autoridad.
Todos los creyentes están destinados para los lugares celestiales, están destinados para  las alturas pero la gran mayoría desconocen su posición en Cristo Jesús y los recursos espirituales que Dios ha provisto para ellos y el diablo se aprovecha de ello para hacerles daño.
En el reino de Dios, el más débil de los creyentes tiene en su poder, lo que jamás tuvo el mayor profeta del Viejo Testamento. Allí recibe todo lo que precisa para vivir una vida de victoria.
No habrá una segunda, una tercera o una cuarta bendición, ya hemos sido bendecidos contoda bendiciónespiritual en los lugares celestiales en Cristo (Efesios 1:3). Cualquier fracaso no es debido a que el creyente carezca de nada, sino a que no se ha apropiado de lo que ya ha le pertenece.

Efesios 1:13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 1:14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

Hemos sido sellados con el Espíritu Santo prometido. Dios ha puesto un sello en ti y en mí que dice: “prohibido tocar, es mi posesión adquirida”. El diablo no puede tocarte al menos que tú te pongas a su nivel y se lo permitas.
Además de ser el sello, el Espíritu Santo simboliza las arras, o sea la garantía o el compromiso de Dios para contigo en el sentido de que un día serás resucitado y tendrás un cuerpo inmortal como el de Cristo.

Efesios 1:16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, 1:17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, 1:18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, 1:19 y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, 1:20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, 1:21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; 1:22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia.

El apóstol Pablo dijo que oraba constantemente para que Dios le diera al creyente revelación para que pudiera ver las riquezas de su gloria.
Pablo oraba para que el creyente se diera cuenta del inmenso poder que le fue otorgado, no cualquier poder sino el mismo poder que resucitó a Cristo de entre los muertos. Es un poder sobrenatural que tal vez no lo usemos, pero que está a nuestra disposición.
Aquí nos debe de quedar muy en claro la importancia del bautismo. Las personas que no se han bautizado, no han sido sepultadas, tampoco resucitadas, ni sentadas en lugares celestiales con Cristo porque no han sido revestidas de Cristo (Gálatas 3:27) y no tienen ese poder.
Los que sí hemos sido bautizados somos la iglesia y como iglesia somos el cuerpo de Cristo, y Cristo es la cabeza. Por eso, si Jesús está sentado en lugares celestiales, usted y yo también lo estamos. Si todos esos principados están bajo la autoridad de Jesús, entonces también lo están bajo tu autoridad y mi autoridad.
Todo lo que Jesús es, nosotros también lo somos porque somos el cuerpo de Cristo. En otras palabras, la iglesia es la expresión de la cabeza porque está unida a Cristo.

Efesios 5:31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. 5:32 Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.

Cristo y la iglesia son una sola carne, están unidos espiritualmente. Todo lo que era tuyo dejó de ser tuyo para ser de Cristo, eso incluye tu vida, tus hijos y tus bienes. Pero todo lo que es de Cristo pasó a ser tuyo. Eso es maravilloso y no son simples palabras, son realidades espirituales que se han llevado a cabo en la nueva criatura en Cristo Jesús.

1 Corintios 1:30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; 1:31 para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.

Al estar en Cristo somos sabios, justos, santos y redimidos, estamos revestidos de Cristo, de tal manera que Dios no ve nuestros pecados ni nuestros defectos, lo que ve es lo que nos cubre y eso que nos cubre es Cristo, que es puro y santo. Estamos revestidos de Cristo.

Efesios 2:19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.

Ya no eres extranjero ni advenedizo que no tiene oficio ni hogar. Ya no eres de la familia Vargas o de la familia Barquero, ahora eres de las familia de Dios ¿Puedes imaginar lo que eso significa?

Efesios 3:5 misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: 3:6 que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio.

El misterio que estuvo escondido a los profetas del antiguo testamento, ahora es revelado, que a través del evangelio, los gentiles somos coherederos y miembros de la familia de Dios.
Dios ha querido, que al igual que el águila, tengamos nuestro nido en las alturas, allá donde la serpiente antigua llamada diablo y Satanás (Apocalipsis 12:9) no puede llegar.
El apóstol Pedro declaró que «Dios nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina» (2 Pedro 1:4).
A través de este texto comprendemos que Dios quiere un pueblo que tenga su misma naturaleza y su misma esencia. Ese fue su propósito cuando creo al hombre, Dios lo hizo a su imagen y semejanza pero el diablo engañó al hombre y le robó su identidad.
Dios dice: «Si yo soy del cielo, ellos serán del cielo», «Si yo vivo en las alturas, ellos habitarán en las alturas». Todo lo que Dios hace, lo hace compatible con su naturaleza. Dentro de usted hay una naturaleza que se puede identificar con el Padre. Al igual que el águila, usted puede volar, porque esa es su naturaleza.
Jesús dijo que el si creemos, podemos hacer obras mayores que las que él hizo (Juan 14:12), eso es así porque tenemos su misma naturaleza.

2 Corintios 4:7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.

Dios ha depositado en el creyente un tesoro de recursos que lo sacan de lo común y ordinario, y lo colocan en las filas de los vencedores. Es aquí donde comienza su experiencia en la participación de la naturaleza divina.

Génesis 1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

En el diseño original de Dios usted fue creado para gobernar, dominar, señorear y multiplicarse. Esta expectativa del Creador hacia el hombre era muy natural, porque debería responder a la naturaleza para la cual fue creado. Los peces nadan, las aves vuelan, los perros ladran y el hombre gobierna sobre toda la creación incluyendo sobre el diablo y sus ángeles.
Usted no  espera ver a un águila comportándose como una gallina, o a un caballo comportándose como una vaca. Y Dios no espera que usted se comporte como un viejo hombre porque usted es ahora una nueva criatura.  
Cristo, en los días de su carne, vivió al máximo el propósito original del Padre. Él  no vino a enseñarnos a morir, vino a redimirnos para que vivamos como él lo hizo: una vida sobrenatural.

Efesios 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,

En el reino de Dios, el más débil de los creyentes tiene en su poder todo lo que jamás tuvo el mayor profeta del Viejo Testamento. Allí recibe todo lo que precisa para vivir una vida de victoria. No habrá una segunda, una tercera o una cuarta bendición, ya hemos sido bendecidos con “toda bendición” espiritual. Cualquier fracaso no es debido a que el creyente carezca de nada, sino a que no se ha apropiado de lo que ya ha le pertenece.
Así como el águila domina y gobierna en los aires, el creyente debe de vivir una vida consistente con su nueva naturaleza. Cuando el diablo lo acuse, no le responda con su comportamiento sino hágale ver su posición en Cristo. No caiga en la trampa.
La primera lección que aprendemos del águila es su dieta alimenticia, es muy selectiva. El águila no come carroña, ella misma caza lo que quiere comer y se lleva su presa al nido y se la come caliente.

Mateo 4:4 Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

De igual manera, el creyente tiene que alimentarse de comida viva que es la Palabra de Dios. No debe alimentarse de la carroña o palabra del hombre.
Si en lo natural somos lo que comemos, también en lo espiritual. Una persona que no se alimenta bien siempre está irritable. El stress incapacita nuestro sistema nervioso, bloquea el sistema digestivo, nos debilita y  nos hace propensos a cualquier enfermedad.
La debilidad espiritual es el resultado de una dieta pobre. Un cristiano que está débil espiritualmente no gobierna, no se reproduce,  porque no  tiene fuerzas. Tampoco puede discernir la verdad y mucho menos combatir, transformándose en un blanco fácil del enemigo. A este tipo de cristianos podríamos compararlos con otra ave: el buitre.
El buitre hace su nido en los árboles muertos o en la tierra. Siempre comen lo que otros dejan. Nunca verá un buitre matando a su propia presa. Él toma la presa que otro animal cazó y que luego de saciarse dejó abandonado por varios días. Después de darle vueltas por horas a su comida, desciende acompañado de otros buitres. Come hasta que se intoxica de carne descompuesta. Esto le impide volver a volar y en muchas ocasiones se convierte en presa de otros animales.

1 Pedro 5:8 Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.

Hay creyentes que son como el buitre, no se alimentan directamente de la palabra de Dios, sino de  las doctrinas religiosas y las tradiciones que otros han dejado.  El peligro es que esa intoxicación les impide poder elevarse  y se transforman en presas fáciles de devorar.
Cuando el buitre está en grupo se siente un campeón. Va a la iglesia y junto a los demás, ora, se goza, pero cuando deja el grupo y se va lo emocional, trata de volar y no puede.
El águila obtiene su comida en soledad, no se involucra con grupos que la puedan contaminar. De igual manera, el cristiano debe buscar su alimento espiritual en soledad. Debe alimentarse directamente de la palabra de Dios para que no se deje engañar cuando asista a una congregación.
Las iglesias se han convertido en centros de diversión y de apoyo emocional. Casi no reparten alimento y cuando lo reparten, casi siempre viene contaminado con la palabra del hombre.  Ya no se enseñan verdades absolutas fundamentadas en la palabra de Dios, sino medias verdades que terminan convirtiéndose en mentiras.
Mateo 6:19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 6:20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 6:21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

El buitre construye su nido en la tierra o en árboles muertos. Pero Dios dice que no hagamos riquezas en la tierra, sino que nuestras riquezas se encuentran en lugares altos donde nadie nos pueda robar. El águila construye su nido en los lugares altos, donde el ladrón no puede llegar.

Job 39:27 ¿Se remonta el águila por tu mandamiento, Y pone en alto su nido? 39:28 Ella habita y mora en la peña. En la cumbre del peñasco y de la roca.

La construcción del nido es una de las decisiones más importantes que el águila debe tomar en su vida. En este nido pasará alrededor de cincuenta años, criando a sus hijos y dominando esa región.
Los lugares altos son sus favoritos, preferiblemente los inaccesibles, como las hendiduras de una montaña. La altura donde construirá su nido puede llegar hasta los 10,000 pies de altura, su diseño está compuesto por varios materiales, (ramas, hojas y pieles de animales recién devorados) y está diseñado para proteger al águila del mal tiempo, proteger a sus hijos y ser un cómodo lugar de descanso.
La profundidad del nido con solo una abertura es de dieciocho pulgadas en la parte superior. El ancho puede medir entre seis y diez pies, dependiendo del tamaño de las alas del águila.
El buitre es totalmente distinto, es irresponsable en la preparación del nido, su irresponsabilidad causa que espere hasta último momento, y desesperadamente llega a hacer un nido en árboles bajos y hasta en el suelo.
El nido del águila representa nuestra vida. Los materiales que usamos para construirla determinarán la durabilidad, efectividad y calidad de vida que disfrutaremos.
La naturaleza de la nueva criatura es de prosperidad, éxito y victoria. Éxito no es tener poder, prestigio o posición. El éxito es conocer y lograr los propósitos de Dios.  
Y no tenemos que esforzarnos en la carne para ello, lo que tenemos que hacer es poner nuestras vidas en el altar (Romanos 12:1) y  Dios hará el resto. Eso es lo que se conoce como consagración.

Filipenses 2:13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.

Dios no solamente establece su plan y propósito, sino que produce en nosotros el gozo de vivir para  Cristo y ceder nuestra voluntad para que se haya la suya.
Por último, muchos hijos de Dios huyen atemorizados ante las dificultades que tienen por delante. Se olviden de que Jesús dijo que busquen el reino de Dios y su justicia y todo lo que necesitan será añadido (Mateo 6:33).
Cuando viene la tormenta, el águila se eleva por encima de ella, puesto los ojos hacia el cielo se eleva y evita ser arrastrada por ella,
De igual manera, los creyentes en Cristo no tenemos que preocuparnos por Trump ni por nada que suceda a nuestro alrededor, lo que tenemos que hacer, es elevarnos por encima de la tormenta, puestos los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2) y no en las circunstancias que te rodean y la tormenta no podrá dañarnos. Nada puede dañar a Jesús y nosotros estamos en él, como pollitos bajo sus alas.

Crea que el que prometió también es fiel para cumplirlo. Levante su rostro, adore a Dios y siéntese firme donde Dios lo ha puesto, y dentro de no muchos días verá el milagro que quizás estás esperando.

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