.Descargar pdf
A veces nos
encontramos en situaciones que parecen no tener solución, estamos viviendo experiencias
negativas que pueden producir en nosotros sentimientos de dolor, de inutilidad,
de temor y de culpa, todos esos sentimientos de manera desmedida.
Eso es lo que
conocemos como depresión, y no es un padecimiento de algunos pocos, todos
lo podemos sufrir en algún momento. Le sucedió a al profeta Elías, quien le
pidió a Dios que le quitara la vida. Le sucedió al apóstol Judas que terminó
ahorcándose. Le sucedió al Rey David
y hasta el mismo Señor Jesús quien llegó a sudar gotas de sangre (Lucas 22:44) por temor a lo que debía enfrentar.
La depresión viene de
sentirnos vacíos, de sentirnos solos, de sentirnos derrotados, de sentirnos culpables
y sin esperanza. Esa desesperanza y esa soledad nacen cuando por ejemplo perdemos
el trabajo, o porque padecemos alguna enfermedad; o quizás porque sufrimos un
rechazo amoroso, o porque tal vez perdemos
un ser querido; y en muchos casos porque sentimos que le fallamos a Dios.
Lo cierto es que las
causas pueden ser muchas, y la depresión puede producir una fatiga mental tan
grande que llega a inhabilitar a la persona para pensar correctamente, de allí que muchos terminan suicidándose.
La depresión a pesar
de ser un problema de la mente, puede manifestarse
en el cuerpo, ya sea produciendo efectos leves como una alergia, o
efectos más graves como la locura, un
ataque cardiaco o un derrame cerebral.
La palabra depresión del
latín depressio, significa
‘opresión’ o presión externa. Esa presión hace que en algún momento de nuestras
vidas nos demos por vencidos al
creer que ya no podemos lidiar con una situación en particular, es un momento de
resignación y ese momento de resignación produce la depresión.
Satanás puede usar las circunstancias para llevarnos a
esos momentos de resignación y aprovecharse para causarnos daño. Él no puede robarnos la salvación, pero
puede robarnos el gozo de la salvación y hasta la vida, si lo dejamos.
Algunas situaciones
las ocasionamos nosotros mismos al tomar decisiones
equivocadas que nos llevan a sufrir pérdidas en los negocios.
En muchos casos, es el diablo, el cual usa a nuestros propios
familiares, a nuestros propios amigos, a los compañeros de trabajo e incluso a nuestros
hermanos de la congregación para que nos señalen, nos critiquen, nos serruchen el
piso y hasta nos humillen.
Tratamos por nosotros
mismos de salir a flote, no encontramos la solución y es cuando la depresión ataca inmisericordemente.
Pareciera entonces que
el mundo se nos viene encima, que hemos sido abandonados por nuestras familias
y hasta por Dios, quien pareciera haberse olvidado de nosotros y es allí cuando
perdemos hasta el deseo de vivir.
Pero, no es que Dios se
haga el sordo, pero él no puede actuar mientras intentemos las cosas en la carne.
En el momento en que dejemos de depender
de la carne, para confiar en el Padre celestial, es hasta en ese momento en
que él puede actuar.
No sé si ustedes
saben cómo es que actúan los salvavidas. Ellos no se meten al agua a
salvar una persona mientras esté aleteando, porque podrían ahogarse los dos. Ellos
esperan que la persona ya no tenga
fuerzas, que esté como muerto, entonces se tiran al agua a rescatarla. Dios
funciona exactamente igual que un salvavidas, él intervendrá hasta el momento en
que nos consideremos como muertos (Romanos 6:11) y acudamos a él.
Cuenta la historia
que en 1963 un submarino nuclear
norteamericano, con lo mejor de la tecnología
estaba siendo probado. El submarino comenzó a sumergirse, y cuando se
había sumergido como a 300 metros, se perdió la comunicación. Enviaron a investigar, y encontraron que el submarino
estaba como corrugado.
La presión
exterior del agua, hizo que una soldadura
cediera, y se hiciera una grieta. La
presión exterior fue más grande que la
presión interior, e hizo añicos el submarino, éste explotó y murieron
129 personas.
Si la presión
exterior, que es conocida como la presión negativa, es más fuerte que la presión positiva, que es la que está
adentro, entonces suceden estas cosas.
Pero esto no solo es
cuestión de los submarinos. Todos los seres humanos vivimos bajo presiones exteriores que nos pueden deprimir y causar una
explosión en nosotros.
Son millones de
personas las que mueren diariamente por causa del estrés ocasionado por las
presiones exteriores. Otros miles no mueren, pero terminan en un asilo para
enfermos mentales. Y otros miles se suicidan.
Si la presión no nos
mata, nos vence, es el momento de resignación en que nos damos por
vencidos. Decimos ya no podemos lidiar con esa circunstancia.
1 Juan 4:4 Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque
mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.
Si bien la presión exterior
o sean las circunstancias que nos rodean son muy grandes, más grande es la
presión interna que se encuentra en nosotros y que nos salva de explotar. Debemos
darnos cuenta que mayor es el que está en nosotros (en nuestro espíritu) que el que está en el mundo.
No hay ninguna presión externa que pueda acabar con el Espíritu Santo
morador. El creyente debe dejar de renunciar a buscar la
victoria en la carne y dejar que lo deprimen, de no ser así, explotará como el
submarino.
1 Juan 5: 12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al
Hijo de Dios no tiene la vida.
El que no tiene al
hijo, no tiene la vida y la presión exterior puede destruirlo. Entonces, lo
primero que tiene que hacer es tener la vida. Si ya tiene la vida, entonces tiene
al hijo de Dios morando en su espíritu, en la persona del Espíritu Santo. Por
lo tanto la solución es asirse de esa
vida interna para vencer las circunstancias externas que lo presionan.
El Señor permite que
pasemos situaciones negativas, a fin de recordarnos que tenemos la vida divina
en nosotros, pero que la estamos ignorando.
Debemos tener muy en
claro que la gracia de Dios no se limita
a darnos la salvación, sino que nos ayuda a vivir una vida de gracia, valga la redundancia. Es decir, a una vida que
dependa totalmente del Señor.
Si, por ejemplo, su
corazón está siendo traspasado, por algo que lo lleva a llorar en secreto, y
usted se siente totalmente desamparado, incomprendido y sin ningún alivio,
ganará la victoria completa si se aferra
a Cristo.
Y quedará maravillado
con la grandeza del poder que le da la victoria espontáneamente, capacitándolo,
a su vez, para manifestar la realidad y el poder de la vida del Señor.
Cuando está
deprimido, entonces vence, puesto que la
presión de las circunstancias, simplemente comprueban la vida divina que hay en
su espíritu.
Leí una vez un
artículo cristiano titulado «Sea una
máquina de gas». En ese artículo se contaba la historia del propietario de
una compañía de gas, que era cristiano.
En cierto
momento, este señor comenzó a enfrentar
muchas situaciones adversas. Sus clientes lo acusaban frecuentemente de cosas
que no eran ciertas. Personas que negociaban con él, ya no querían hacerlo.
Entonces, él trababa en sus fuerzas de resolver todo aquello e incluso oraba a
Dios, pero después de orar, su situación sólo empeoraba.
De un momento a otro,
todas las máquinas de la fábrica dejaron de funcionar. Ninguno de los técnicos
encontraba lo que ocasionaba ese caos. El propietario tuvo que ir a
inspeccionar la situación. Entonces descubrió que la maquinaria estaba toda
intacta, excepto, que había una pequeña válvula en una caldera, que estaba
quebrada. Al estar quebrada la válvula, no se ejercía la presión interna
necesaria para producir el vapor y por eso ninguna de las máquinas funcionaba.
En ese momento, él
oyó una voz que le decía: «Usted debería ser una máquina de gas».
El propietario de la compañía de gas, dice creer que la maquina le habló, al igual que lo hizo
la mula con Balaamo.
Lo cierto del caso,
es que el señor entendió que lo que la voz le estaba diciendo era que él
necesita ser una máquina de gas para resistir
la presión. Entonces comprendió que su poder natural no podía soportar la
presión exterior, y que para ello
necesitaba el poder sobrenatural de Dios.
Cuando los hijos de
Dios, quedamos de pie, después de ser empujados por algo mayor que nuestras
capacidades humanas, eso muestra que hay
un poder sobrenatural dentro de
nosotros que es más grande que la presión que viene de afuera.
Jesús fue
crucificado, murió y fue sepultado, eso es un hecho, pero hay algo posterior a
ese hecho, es el principio de la resurrección, que nos
habla de que Jesús fue levantado de entre los muertos, nos habla que la muerte no tuvo poder sobre él, porque
había en él un poder mayor que el de la muerte.
Lo maravilloso de
todo eso, es que la biblia nos revela que ese supereminente poder que levantó a Jesús
de entre los muertos, se encuentra en los creyentes (Efesios 1:19-20).
Quizás seamos muy
orgullosos, o nos creemos más inteligentes que los demás. Eso es un impedimento
para vivir una vida de gracia. Entonces Dios necesita acabar con nuestro
orgullo o con esa sabiduría humana, que impide
que la gracia de Dios se refleje en nosotros, por eso permite que seamos
señalados, que seamos ofendidos y hasta humillados.
Esa es una presión
exterior que sepulta nuestro orgullo y nuestra sabiduría. Es en ese momento que
nos podemos deprimir porque sentimos
que no servimos para nada. Pero, en lugar
de deprimimos, debemos buscar en nuestro interior la vida divina para que
se haga cargo de esa presión externa. Cuando eso sucede, hemos vencido, ese es el principio de la resurrección.
Dios debe acabar con
nuestro orgullo, debe acabar con todo lo que sea natural y que se antepone a la
nueva vida en Cristo. Cualquier cosa que sea natural debió quedar sepultada en el bautismo.
Debes darte cuenta de
que fuiste sepultado con Cristo y que ya
no vives tú, sino que vive Cristo en
tu lugar, y que lo que vives en la
carne, debes vivirlo por fe, es
decir, confiado en que el Señor Jesús le hará frente a las presiones externas.
De no ser así, las
presiones continuarán hasta que te des cuenta de que necesitas pasar por el principio de la
resurrección, dejando todo en manos de Dios.
Romanos 8:7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra
Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8:8 y los que
viven según la carne no pueden agradar a Dios. 8:9 Mas vosotros no vivís según
la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en
vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.
Si vivimos según la
carne, es decir dependiendo de nosotros mismos, no podemos agradar a Dios. En
consecuencia, Dios permite que la muerte venga sobre nosotros a fin de que
experimentemos la vida divina y aprendamos
el principio de la resurrección.
¿Por qué Dios permite
que la presión venga sobre usted? Para revelarle, que cualquier cosa natural, que usted considere capaz de
realizar, de soportar y de resistirla, debe ser reducida a la nada.
Usted es presionado para
que se rinda y diga: “Señor, no puedo más. Mi fuerza se agotó. Por
favor, manifiesta tu poder”.
Dios va a permitir
que usted sea presionado hasta que obtenga el poder de él. En aquel punto, la
presión se convierte, no sólo en su poder de oración, sino que ella extrae
también, el poder operador de Dios.
2 Corintios 12:7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me
exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de
Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; 12:8 respecto a
lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 12:9 Y me ha dicho:
Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto,
de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí
el poder de Cristo. 12:10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las
debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias;
porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Pablo tenía una
debilidad, él le llamaba un aguijón en la carne, un mensajero de Satanás que le
impedía gloriarse de las revelaciones que había recibido, ya que le recordaba
su humanidad.
No sabemos de qué se
trataba, lo que sí sabemos es que eso lo
presionaba y posiblemente lo deprimía porque sentía que le fallaba a Dios y no
dejaba de fallarle.
Si Pablo quería
envanecerse por toda la revelación que Dios le había dado, esa debilidad le
recordaba día a día que todos sus logros eran de Cristo y no de él. Dios le
dijo “bástate a mi gracia porque mi poder se perfecciona en la debilidad”.
Dios necesitaba que
Pablo dependiera totalmente de él,
para poder manifestar su poder. Pablo lo comprendió y entonces manifestó
gloriosamente: “De buena gana me gloriaré
en mis debilidades para que el poder de Dios se manifieste en mí. Así que me
gozaré en las debilidades, en las afrentas, en las angustias, en las
necesidades, en las persecusiones porque si soy débil, entonces soy fuerte”.
Así, que si estás
sufriendo presiones externas, no te angusties, sino que renuncia a tu “yo”. No te defiendas de las acusaciones injustas,
tampoco busques revancha ni te deprimas, sino que gózate y reposa en la vida divina que hay en ti.
Esas presiones externas te harán más fuerte, porque el
poder de Dios se manifestará en ti. Al renunciar a tu yo, verás la gloria de
Dios manifestarse. De pronto, los que te acusaban, cambiarán de actitud y hasta
se sentirán avergonzados.
2 Corintios 4:8 que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en
apuros, mas no desesperados; 4:9 perseguidos, mas no desamparados; derribados,
pero no destruidos; 4:10 llevando en el cuerpo siempre por todas partes la
muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros
cuerpos. 4:11 Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte
por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra
carne mortal. 4:12 De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la
vida.
Este pasaje hace
referencia a las circunstancias que Pablo vivía diariamente. Si bien Pablo era atribulado,
no era angustiado, si estaba en apuros no se desesperaba, si era perseguido, no
estaba desamparado. Si era derribado no era destruido. Todas esas circunstancias negativas hacían
que se manifestara la muerte de Jesús, pero también la vida.
Pablo tenía muchas
presiones exteriores, pero también tenía un gran poder dentro de sí. Las presiones externas sólo servían para
que se manifestara su poder interior.
Sean cuales fueren
las circunstancias en que usted se encuentre, sean suaves o ásperas, Dios
quiere que usted manifieste la vida de resurrección de Cristo.
Filipenses 4:13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Dios nos da en Cristo
el aliento y las fuerzas que necesitamos para seguir adelante. Sin Cristo es
imposible vencer la depresión, pero en Cristo encontramos la fortaleza que nos dará
la victoria.
Salmo 34:18 Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a
los contritos de espíritu. 34:19 Muchas son las aflicciones del justo, Pero de
todas ellas le librará Jehová.
No te olvides que
Dios estás cerca de los quebrantados de corazón y salva a los contritos de
espíritu. No importan las presiones externas que nos lleguen, Dios nos librará
de todas ellas.
No te eches a llorar,
no te deprimas, no mires las circunstancias, “pon tus ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el
gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó
a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción
de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar”
(Hebreos 12:2-3).
Salmo 130:1 De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo. 130:2 Señor, oye mi
voz; Estén atentos tus oídos A la voz de mi súplica. 130:3 JAH, si mirares a
los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse? 130:4 Pero en ti hay perdón, Para
que seas reverenciado. 130:5 Esperé yo a Jehová, esperó mi alma; En su palabra
he esperado. 130:6 Mi alma espera a Jehová. Más que los centinelas a la mañana,
Más que los vigilantes a la mañana.
El Rey David sabía
que la respuesta a las presiones externas estaban en Jehová. ¿Qué lo ayudó a
combatir su depresión? Recordar que Dios no desea que vivamos atormentados por
sentimientos de culpa. “Si te acordarás
de los pecados”, reconoció “¿Quién
podría sobrevivir? Pero en ti hay perdón,
para que seas reverenciado”.
Además de darnos consuelo, Dios promete poner fin a todas las angustias (como
la depresión) (Isaías 65:17). Cuando nos consideramos como muertos y confiamos plenamente en el Señor,
las causas del sufrimiento y la depresión desaparecerán, no serán recordadas ni
subirán al corazón.
El crecimiento de un
cristiano depende de la manera como él lidia con las presiones externas. No debemos
olvidar que todas las cosas que nos presionan tienen como propósito entrenarnos
para que conozcamos el poder de la
resurrección.
A nadie le gusta
morir. Nadie quiere dejar de ser el más guapo, nadie quiere dejar de ser el más
inteligente, nadie quiere dejar de ser el que sabe más, nadie quiere dejar de
ser el más espiritual ni el más
pudiente, todos quieren preservarse vivos, pero mientras eso suceda, vendrán
las presiones que causan la depresión.
Lucas 22:42 diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no
se haga mi voluntad, sino la tuya.
El mismo Señor no
quería morir, pero renunció a su “yo” y fue obediente. Entonces la gloria de
Dios se manifestó en él. Si el Señor no hubiese muerto, no habría resurrección.
Ni tampoco existiría la iglesia, que es el fruto de su resurrección.
Muchos cristianos
consideran que una buena vida es aquella que tiene pocas
dificultades y angustias. Siempre que se encuentran con alguna cosa dolorosa,
ellos piden a Dios que la quite. Esa no puede ser llamada una vida de resurrección.
¿Existe algún hijo de
Dios, usado por el Señor que no tenga presiones externas y que pueda pasar
todos sus días confortablemente? La
respuesta es no.
Si estás viviendo
presiones, gloríate en Cristo, porque esas
presiones son para que el poder de Dios se manifieste en ti, lo que indica
que estás en Cristo y Cristo en ti y que
estás viviendo para Cristo (2 Corintios 5:15).
Cuando vives para
Cristo, el reino de las tinieblas se ve afectado, entonces el diablo intentará
presionarte de una o de otra manera. No debes contestarle al diablo en la carne, sino dejar que el Señor se encargue
y te lleve de victoria en victoria.
Si no sufres
presiones, si todo es perfecto en tu vida, entonces preocúpate, porque Dios no
se va a manifestar en ti.
La palabra de Dios no
dice que la vida cristiana es un camino de rosas, más bien dice que es un camino lleno de cardos y espinas, pero al
final del camino hay esperanza:
Romanos 8:18 Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo
presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de
manifestarse.
Esos caminos de
cardos y espinas, esas aflicciones del tiempo presente, las cuales podemos
afrontar tomados de la mano de Cristo, no
son comparables para nada con la gloria venidera que ha de manifestarse en
todos aquellos que se mantengan firmes en la fe.
Como lo dije antes,
ahora lo repito, deja de lamentarte, pon los ojos en Jesús que él está
esperando que lo hagas para sacarte adelante y liberarte de la depresión y de
todo mal que te esté asechando. La victoria no es tuya, la victoria es de Cristo, tú
solamente debes reposar en él.
Por último recuerda
que Dios no te ha dado Dios espíritu de
cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio
de nuestro Señor, sino participa de las
aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y
llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el
propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los
tiempos de los siglos (1 Timoteo 1:7-9).
Amén!!!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario