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El verdadero evangelio ha sido ocultado al mundo durante siglos y se ha enseñado y se continúa
enseñando un evangelio adulterado (Gálatas
1:7). ¿Sabes por qué? Porque el dios
de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les
resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen
de Dios (2 Corintios 4:4).
Mientras que el evangelio de Cristo es un
evangelio de perdón, los evangelios de
los católicos y de los evangélicos, son evangelios
de condenación. Tanto en el catolicismo romano como en el cristianismo
evangélico nos están vendiendo la imagen de un Dios duro y cruel, que está
esperando que hagamos algo malo para castigarnos.
El evangelio de los católicos enseña que para poder ser salvos, debemos ser
católicos, cumplir con los diez mandamientos de la ley de Moisés, estar confesándonos
ante un cura, para que la muerte nos agarre santificados. Si morimos sin ser lo
suficientemente “santos” como para ir al cielo, ni lo suficientemente
“malos” como para ir al infierno,
entonces nos vamos al “purgatorio” y los que se quedan en este
mundo, tienen que sacarnos de allí, a punta de misas ¿Sabes por qué enseñan esas cosas? Porque no les ha resplandecido la
luz del evangelio de Cristo.
El evangelio de los evangélicos enseña que no puedes tomar esto o aquello, no
puedes ir a cantar a un karaoke, ni escuchar música del mundo y muchos menos
darte una escapadita a bailar. También debes estar confesando los pecados, no
sea que te mueras sin confesar alguno porque te condenas. Los pecados aumentan o disminuyen según el falso evangelio
de cada denominación ¿Sabes por qué?
Porque no les ha resplandecido la luz del evangelio de Cristo.
Entre los mismos hermanos de la congregación se vigilan,
para ver quién es más santo y quién menos pecador. La hipocresía es la reina de
las iglesias ¿Sabes por qué? Porque no les ha resplandecido la luz del
evangelio de Cristo.
Yo los reto a unos y a otros a que me digan ¿En
qué lugar del evangelio están escritas esas cosas que enseñan?
Romanos
8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…
¿Qué dice el verdadero evangelio de Cristo? Que no
hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús ¿Entonces por qué me condenas hermano? ¿Sabes
por qué? Porque el evangelio está
encubierto para ti, no te ha resplandecido la luz de Cristo. Crees en
Cristo pero no crees en el evangelio de Cristo y eres tan incrédulo como los
que no creen en Cristo.
Hebreos
10:17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.
¿Qué dice el evangelio de Cristo? Que a Dios le
dio amnesia espiritual y no se va a acordar nunca, o sea, por toda la eternidad,
de nuestros pecados. Si Dios no se va a acordar de mis pecados ¿Sabes por qué
tú si te acuerdas y me los vives recordando? Porque no te ha resplandecido la
luz del evangelio de Cristo.
¿Sabes por qué
Dios no se va a acordar nunca de mis pecados? Porque ya Cristo
pagó por todos ellos y Dios no puede cobrar dos veces la misma deuda.
Hebreos 10:18
Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.
¿Sabes porque ya no hay más ofrenda por el
pecado? Porque Jesús ofrendó su preciosa sangre por nosotros y esa sangre fue
suficiente para cubrir cada uno de nuestros pecados. Si creemos que debemos hacer
algo para que Dios perdone nuestros pecados, estaríamos negando que Cristo pagó
por todos ellos, entonces por demás murió
Cristo y estaríamos desechando su gracia (Gálatas 2:21).
El evangelio de Cristo es el evangelio de la
gracia ¿Sabes por qué? Porque gracia
es lo que Dios nos da de manera gratuita e inmerecida, es lo que Dios y su hijo hacen
por ti, es lo que viene del cielo a la tierra, no es lo que tú haces.
Juan 3:17
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que
el mundo sea salvo por él.
Jesús no vino a condenar al mundo, vino a
salvarlo ¿Sabes por qué? Porque el mundo está condenado y no se puede salvar
por sí mismo.
Romanos 5:19
Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron
constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán
constituidos justos.
Aunque nunca hayas cometido pecados, ya estás
condenado, porque fuiste constituido
pecador por la desobediencia de Adán. Pero, gracias a la obediencia de Cristo tú eres constituido justo. No fue
algo de ti el ser constituido pecador ni es algo de ti el ser constituido
justo.
Suponga que para Dios hay dos cajas, en una caja están los constituidos pecadores. A esta
caja la llamaremos “la caja de Adán”.
En la otra caja están los constituidos justos y a esta caja la llamaremos “la caja de Cristo”. Los que están en la
caja de Cristo son llevados al cielo al morir, y los que están en la caja de Adán
son llevados al infierno al morir. Ir al cielo o al infierno no depende de lo
bueno o malo que eres sino de la caja en que te encuentres, es un
asunto de posición.
Para entenderlo mejor, vayamos al Éxodo. Dios ordenó a Moisés que sacrificaran un cordero y pusieran la sangre
de ese cordero en los postes y los dinteles de las casas (Éxodo 12:7) para que el ángel de la
muerte pudiera distinguir las casas de los judíos de las de los egipcios y no
matara a sus primogénitos. “Y la sangre os será por señal en las casas donde
vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros” (Éxodo 12:13) dijo el Señor.
Al Señor no le importaba lo que las personas
estaban haciendo dentro de sus casas, solamente diferenciaba unas de otras por
la sangre. Así es hoy con nosotros, Dios solamente ve si la caja está manchada o
no con la sangre de Cristo.
Todos nacemos dentro de la caja de Adán porque
todos somos hijos de Adán, pero ¿Sabes
que dice el Evangelio? Que Jesús vino a dar su sangre para que seamos
perdonados de nuestros pecados y podamos cambiar de caja, convirtiéndonos así
en hijos de Dios. Lo único que nos pide es que
seamos sepultados y resucitados con él a través del bautismo (Romanos 6:3-5, Marcos 16:16, Hechos 2.38,
Hechos 22:16). Cualquier otra enseñanza no es el evangelio.
Romanos
5:20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado
abundó, sobreabundó la gracia;
La ley de Moisés vino a tipificar los pecados y
al tipificarlos, sobreabundó el pecado. Lo que eso quiere decir es que antes de
la ley no era pecado mentir ni matar porque no había ninguna ley que lo dijera.
Cuando la ley lo tipificó, es decir, dijo que eso era pecado, entonces eso fue
pecado. Al tipificar tantos pecados, sobreabundó
el pecado.
Es igual con las leyes humanas; el código penal
dice que nadie puede ser juzgado por un delito que no esté tipificado en la
ley. Antes no podían condenar a nadie por narcotráfico porque no estaba
tipificado el delito de narcotráfico. Cuando se tipificó el delito de narcotráfico
en la ley, entonces sobreabundaron los narcotraficantes.
Romanos
5:20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado
abundó, sobreabundó la gracia; 5:21 para que así como el pecado reinó para
muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante
Jesucristo, Señor nuestro.
Pero ¿Sabes qué dice el evangelio? Que cuando
sobreabundó el pecado, entonces sobreabundó la gracia. Suponga que un
presidente viene y le ordena a su hijo morir por todos los delincuentes.
Entonces emite una ley mediante la cual los perdona a todos porque su hijo pagó
con su sangre por los delitos de todos ellos.
Eso es
gracia
y es lo que hizo Dios con su hijo Jesucristo. Por más grande que sean tus
pecados, mayor es la gracia. Si no hubiera pecados no habría gracia ni perdón,
pero al sobreabundar los pecados, sobreabundo la gracia. Eso es lo que dice el evangelio y es lo que se ha ocultado por los siglos.
Efesios
2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
No es dejando de hacer esto o aquello que
recibimos el perdón, no es por obras, es por gracia, para que nadie se gloríe. La salvación no es
un don de nosotros, no es algo que va de la tierra al cielo, es don de Dios, es
algo que viene del cielo a la tierra.
Juan 1:17
Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron
por medio de Jesucristo.
Por medio de Moisés vino la ley de Moisés para
acusar y condenar. Ese fue el viejo
pacto que rigió hasta Jesucristo. Pero por medio de Jesucristo vino la
gracia y la verdad, vino el nuevo pacto
que ordenó perdonar los pecados de todos los hombres, porque Cristo había
pagado por todos ellos, dejando sin eficacia el viejo pacto que contenía la
ley.
Juan 1:18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno
del Padre, él le ha dado a conocer.
Al Padre nadie lo vio jamás, pero Jesús le ha
dado a conocer, porque él representa la imagen misma de Dios y esa imagen no es
la de un fariseo acusador, sino la de un Dios
perdonador. Por favor, quítate la venda religiosa para que puedas ver la
luz del evangelio.
Muchos falsos
hermanos se han introducido en el cristianismo para espiar la libertad que
tenemos en Cristo y reducirnos a esclavitud (Gálatas
2:4) enseñando mandamientos de
hombres (Colosenses 2:22) en lugar del evangelio de Cristo.
Mateo
23:27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes
a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por
dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. 23:28 Así
también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero
por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.
Jesús le daba permiso a la gente para celebrar
la vida, a diferencia de los fariseos, doctores en la ley, religiosos, que
aparentaban ser santos, pero por dentro estaban llenos de hipocresía e
iniquidad.
Eso se sigue dando, las iglesias, están llenas
de fariseos que enseñan su propio evangelio. ¿Qué había en el Señor Jesús, que no permitió que el evangelio de los
fariseos lo contaminara? Jesús no
señalaba a los pecadores, sino que comía y bebía con ellos. Estaba tan lleno de gracia y de verdad que no
tenía lugar para acusaciones ni señalamientos ¿Y qué hacían los fariseos? Ellos
lo señalaban de comilón y bebedor de
vino, amigo de publicanos y de pecadores (Lucas 7:34) ¿Sabes por qué? Porque la luz del evangelio de Cristo
no les había resplandecido.
Juan 1:14-
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria,
gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. 1:15 Juan
dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene
después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. 1:16 Porque de su
plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
Jesús estaba lleno de gracia y de verdad y de su
plenitud tomamos todos, gracia sobre
gracia, o sea, gracia sin límites. No tenemos que vivir de acuerdo a los
falsos evangelios de los religiosos, sino de
acuerdo al evangelio de la gracia, libres
de todo tipo de acusaciones y señalamientos.
Usted no es salvo porque va más a misa o a los
cultos que otros, o porque ore más que otros, ni porque ya no toma o no fuma. Usted es salvo porque Dios ha depositado su
gracia y Cristo lo ha lavado con su sangre.
Jesús no
condenó a la mujer adúltera como
hicieron los escribas y fariseos, sino que la
perdonó (Juan 8:3-11). Los
falsos evangelios como el de los escribas y fariseos se siguen enseñando hoy en
día dentro del cristianismo, creando en el hombre una mentalidad dual de ley y gracia. Estos falsos evangelios enseñan tenemos
que hacer algo para ser salvos o para mantenernos salvos, pero eso no es gracia, esas son obras, y las
obras y la gracia no caminan juntas:
Romanos
11:6 Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es
gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.
O es por gracia o es por obras, si hay obras de
por medio, entonces no es gracia y si es por gracia no hay obras ¿Qué más claro
que esto? O estás en la caja de la gracia o estás en la caja de las obras, no
puedes estar en ambas cajas a la vez.
La ley te bendecía si hacías algo bueno, pero te
maldecía y te castigaba si hacías algo malo, la ley dependía de ti. Pero la
gracia no depende de ti, depende de Dios, es lo que Él te la da de manera
gratuita y sin condiciones.
Los falsos evangelios enseñan a obedecer a Dios
por temor, pero el verdadero evangelio enseña, que obedecemos por amor a aquel que nos perdonó.
Juan 8:32
Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
¿Cuál es esa verdad? Que ya no hay ninguna
condenación para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1). Al conocer esa verdad, te liberas de la religión, te
liberas de la culpa y te liberas del pecado.
Debes tener en claro, que en el evangelio de la
gracia, la fe vino a sustituir la ley.
La ley nos demandaba a cumplir con una larga lista de requisitos. La gracia nos
demanda a tener fe, aunque sea del tamaño de una semilla de mostaza.
Romanos
10:4 porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.
La ley se cumple en Cristo. En Él somos
justificados por la fe, no por las obras que exigía la ley. Hay gracia
suficiente, para que usted sea transportado del legalismo farisaico a la gracia maravillosa.
Los falsos evangelios han encubierto al
verdadero evangelio, haciendo que las personas vivan inseguras de su salvación.
El verdadero evangelio enseña, que ya Dios lo ha provisto todo, a través de la
persona de Jesucristo.
Muchos falsos maestros viven pregonando que hay
que pactar con Dios. Le ofrecen dinero a Dios para que les de la gracia. Esto
solo lo puede enseñar un falso evangelio, porque el verdadero evangelio enseña,
que la gracia no se compra ni se negocia.
Si lo haces, estás dándole una patada a la gracia.
Los religiosos, al igual que los fariseos se alimentan
de la inseguridad de la gente. Por esa razón, Cristo confrontó a los segundos,
llamándolos «Tumbas blanqueadas, nubes
sin agua, hipócritas, serpientes», porque el resultado de su servicio era
motivado por la culpa y la vergüenza, y no por el fluir de un corazón
agradecido por lo que Dios había hecho por ellos. Los satisfacía el orgullo
farisaico que se concentraba en la constante vigilancia del bien y del mal.
El sistema religioso siempre señala, mide su
espiritualidad con la del otro. Si oras más que otro y vas al culto más que
otro, entonces eres más espiritual, porque estás haciendo más. O si pecas menos
que otro, entonces eres más espiritual.
Eso no es
el evangelio porque nuestra medida es
Cristo y si nos medimos con él, nos damos cuenta que jamás podríamos alcanzarlo.
No tenemos que tratar de ser como Cristo,
sino comprender que ya somos todo lo que él es (1 Corintios 1:30), eso sí es el evangelio.
Gálatas
3:27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis
revestidos.
Cuando nos bautizamos, Dios nos cambia de caja,
nos quita la ropa de Adán y nos reviste con la ropa de Cristo. No tienes que
hacer nada, solamente creer el evangelio
y bautizarte (Marcos 16:16).
Muchos no se bautizan porque no creen el evangelio.
Muchas familias han sido destruidas, matrimonios
quebrados, hijos reprimidos que hoy están en el mundo, como consecuencia de un falso
evangelio que impide disfrutar la vida. Dios quiere que usted disfrute tanto de
su familia como de su vida.
Juan 10:10
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Jesús no vino a reprimirnos ni a quitarnos la
vida, por el contrario vino da darnos vida y vida en abundancia, lo que
significa calidad de vida y larga vida.
Es el diablo el que nos quiere matar, el que nos quiere destruir, el que nos
quiere limitar a que tengamos calidad de vida.
Si yo preguntara: ¿Por qué crees que Dios los ama? Muchos responderían: “Yo creo que me ama porque voy a la iglesia”,
o “Yo creo que me ama porque lo busco”,
o “Yo creo que Dios me ama porque doy
mucho dinero a la iglesia”.
Todas esas respuestas vienen de personas que no
han visto la luz del evangelio de Cristo. Dios no te ama por lo que haces o
dejas de hacer, Dios te ama porque te ama, su amor es tan grande que mandó a su
hijo a morir por ti. Eso se llama amor
ágape, que es amar sin esperar nada a cambio.
Los que creen que la salvación depende de todo
lo que hacen o no hacen, es porque que la luz del evangelio no les ha
resplandecido y que está encubierto para ellos.
Si usted va a la iglesia por temor a ser
castigado, no sirve que haya ido. No se congregue para cubrir su cuota. Pero si
usted va porque siente la necesidad en su corazón de ir a expresarle a Dios su
amor, bien hace.
El amor de Dios es tan grande que nos ama
siempre. Nos ama cuando tenemos dinero para ofrendar y cuando no tenemos. Nos
ama cuando estamos gozosos y cuando estamos deprimidos.
Hay personas que creen que cometieron tantos
pecados, que no es posible que queden
perdonados en un segundo. Pero cuando lleguen ante la presencia de Dios y le
pregunten: “Señor, ¿te acuerdas del
pecado que cometí en aquella oportunidad?”. Él le dirá: “¿De qué pecado me hablas? Yo prometí que
nunca más me acodaría de ellos”
Lamentablemente, tenemos la capacidad de guardar
el recuerdo de nuestros propios pecados con fecha, les ponemos anotaciones, y
sabemos quién estaba y quién no. Recordamos la hora del día en que pecamos y
qué era lo que estaba sucediendo en nuestra vida en esos momentos.
Si eres parte de un sistema religioso donde no
puedes ser tú mismo, sal corriendo de ese lugar.
Juan 1:12
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios;
Este versículo comienza diciendo: «a los que le recibieron», para dejar
bien en claro que para ser hechos hijos de Dios, no hay nada que dar. El único
requisito es recibir.
Imagine a Cristo cuando llamó a los discípulos y
les dijo: «Síganme». No les pidió
ninguna condición para calificarlos, los llamó por gracia.
El término bíblico de la palabra «gracia», expresa la idea de «favor condescendiente». Quizás podemos
comprender mejor la idea al pensar en un hombre que se encuentra en el camino
con el carruaje de un Rey. Éste se detiene y sale de su carruaje para
bendecirlo, eso es gracia. Es extenderle favor a uno que no se lo merece y que
nunca podrá ganárselo. Nunca se pedirá que le pague. Aun si tratara, no podría.
Es más, tratar de pagarla es un insulto al que la da.
Gálatas
5:4 De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia
habéis caído.
Este versículo debería ser puesto en la puerta
de todas las iglesias, para que sus falsos evangelios queden al descubierto. Este
versículo dice claramente que si tratamos de justificarnos por la ley, es
decir, por tratar de cumplirla, entonces nos desligamos de Cristo y caemos de
la gracia, regresamos a la caja de Adán.
En las iglesias enseñan todo lo contrario ¿Sabes
por qué? Porque a sus pastores no les ha resplandecido la luz del evangelio,
sino que sigue encubierto entre ellos por incrédulos.
2
Corintios 5:21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que
nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
Nadie se puede salvar por sí mismo porque todos
pecamos y todos estamos destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). No hay excepciones. Pecó Pedro, pecó Pablo, pecó
María, pecó José, pecó Moisés, pecó David, todos absolutamente todos pecaron.
Pero un día, en el eterno pasado, en la corte celestial, el Hijo se levantó y
dijo: «Yo ocuparé el lugar de los
pecadores». Jesús no cometió pecado pero pagó por los míos y los tuyos en
la cruz del Calvario.
Efesios
2:6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a
que aferrarse, 2:7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; 2:8 y estando en la condición de hombre, se humilló a
sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 2:9 Por lo
cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo
nombre, 2:10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que
están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 2:11 y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Nosotros éramos los que debíamos ser castigados,
los que tendríamos que haber pagado por nuestros pecados y haber sido
enjuiciados, pero allí estaba el Hijo.
Él tomó nuestro lugar, Él fue la propiciación por nuestros pecados. Y después
que resucitó al tercer día, introdujo la gracia maravillosa.
Porque el amor y la misericordia no podrían
operar en gracia hasta que hubiera una completa provisión por el pecado, que
solo se encuentra en Cristo.
El secreto de una vida santa, gozosa, libre y
productiva, descansa en el conocimiento de
la gracia. Si no conoces la gracia ni tu posición en Cristo, vivirás inseguro
y condenado.
Debes saber que tu salvación es eterna, de lo contrario Cristo tendría
que volver a morir en la cruz una y otra vez. Si eres salvo, lo eres para siempre,
al menos que renuncies a la gracia.
Espero que este pequeño estudio te haya llevado
la luz suficiente para que te resplandezca el evangelio de Cristo y puedas
gozar la vida de Gracia que Dios te ha dado.
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