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El Señor Jesús dijo que todo el
que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de él la salvará (Lucas 9:23-24) ¿Qué significa perder la
vida para salvarla?
Empecemos por recordar
que en la época de Jesús cuando condenaban a muerte a una persona, lo forzaban
a cargar su cruz hasta el lugar de ejecución, tal y como lo hicieron con Jesús.
El Señor Jesús no quería cargar la cruz ni perder
su vida, él quería huir y esconderse, pero en lugar de hacer eso, se dirigió
con sus discípulos al huerto de Getsemaní. Allí se postró sobre su rostro y oró
tres veces: “Padre mío, si es posible,
pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú”.
Esa es la primera
enseñanza que nos deja Jesús, que antes de tomar cual decisión, primero debemos
consultar con nuestro Padre Celestial para asegurarnos de que sea como él
quiere y no como nosotros queremos.
A la tercera vez que oró,
nuestro Señor fue revelado que la voluntad del Padre era que cargara esa cruz y
muriera crucificado (Mateo 26-42-45),
entonces él se quedó esperando que lo aprehendieran.
El Padre Celestial envió
a Jesús a la tierra con el propósito de perdonar nuestros pecados y darnos la
vida eterna a través de él. Ese propósito no podía cumplirse al menos que él
entregara su vida, porque sin
derramamiento de sangre no hay remisión (Hebreos 9:22).
Jesús consultó con el
Padre, él Padre le dijo: “es necesario
que cargues la cruz”, entonces Jesús
tomó la cruz y la cargó hacia el Calvario.
De igual manera, todos
nosotros estamos aquí con un propósito Divino y para que ese propósito se lleve
a cabo debemos hacer la voluntad del
Padre y esa voluntad no se va a cumplir si
no cargamos nuestra cruz y entregamos nuestra vida.
Marcos
8:35 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda
su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. 8:36 Porque ¿qué
aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
Lo que Jesús dijo es que
para salvar nuestra alma, tendremos que dejar de lado nuestra historia en este
mundo y comenzar a vivir una nueva historia.
Romanos
6:3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos
sido bautizados en su muerte? 6:4 Porque somos sepultados juntamente con él
para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos
por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
Dice el apóstol Pablo
que todos los que hemos sido bautizados en Cristo hemos sido bautizados en su
muerte. Esto es así porque la palabra bautismo viene del griego “baptizō.” que significa sepultura.
El bautismo no es una
simple ordenanza, el bautismo es algo más serio. Cuando nos bautizamos, estamos
diciéndole a Dios que renunciamos a
nuestra vida, que aceptamos ser
sepultados con Cristo para poder vivir
una nueva vida conforme a su voluntad.
En
el bautismo se inicia el camino hacia la cruz. Una persona que no se
ha bautizado no puede cargar la cruz y caminar hacia la muerte porque no tiene
el poder para hacerlo.
Romanos
7:15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo
que aborrezco, eso hago. 7:16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la
ley es buena. 7:17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el
pecado que mora en mí.
Este versículo evidencia
al creyente que no se ha bautizado. Éste quiere hacer el bien pero hace el mal
porque el pecado mora en él y el
pecado es más fuerte que su voluntad. El pecado es como un espíritu que nos hace
cometer pecados.
Las aves vuelan, los
peces nadan, los perros ladran, y los hombres pecan porque esa es su
naturaleza. El hombre necesita bautizarse
para deshacerse de esa naturaleza pecaminosa (Colosenses 2:11) y poder obedecer a Dios.
Ezequiel
36:26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y
quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
36:27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis
estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
Esta profecía se cumple
cuando nos bautizamos. En ese momento Dios nos cambia el corazón y el espíritu
y nos da un corazón y un espíritu nuevos, y pone
su Espíritu en nuestro espíritu para que tengamos el poder de poder hacer su voluntad.
Voy a repetirlo, es en
el bautismo que se inicia el camino de la cruz, si una persona no se ha
bautizado no puede cargar la cruz porque no tiene el poder (El Espíritu Santo)
para hacer la voluntad de Dios.
2 Corintios 5:17 De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas.
Generalmente leemos este
versículo a la ligera y no le damos la importancia que requiere. Las palabras
de ese versículo no son simples palabras, son una realidad espiritual, revelan
que un milagro ocurre en el creyente.
Todo lo que habíamos
vivido hasta el momento del bautismo quedó en las aguas, todos los pecados nos fueron
perdonados y se nos dio el Espíritu Santo (Hechos
2:38), entonces podemos iniciar una nueva
vida en Cristo Jesús.
Tome en cuenta que el
versículo no dice que algunas cosas son hechas nuevas, lo que dice es que todas
las cosas son hechas nuevas.
Dios no hace nada a medias, él no te perdona a medias, él no te salva a medias,
él no te da el Espíritu Santo a medias, pero tampoco quiere que pierdas tu vida
a medias.
No
podemos perder la vida a medias para salvar nuestra alma, tenemos que perder la
vida en su totalidad, o no salvaremos el alma. La mayoría de creyentes van un
día a la semana al culto o al estudio bíblico, dan una pequeña limosna y creen
que eso es perder la vida; que equivocados están, la vida se pierde cada día.
El modelo de Dios
consiste en perder el alma para salvar la vida, mientras que el modelo satánico consiste en salvar la vida en este mundo para que perdamos
el alma.
Perder la vida es renunciar
a lo que nos ofrece el mundo, es sentenciar
a muerte nuestra voluntad para hacer la voluntad del Padre.
Desdichadamente la
mayoría de cristianos son “cristianos nominales” que no cargan
la cruz ni entregan su vida ¿Qué es un cristiano nominal? Todo el que cree en
Jesús como el Cristo salvador de la humanidad es un cristiano. Esto es un
término muy general que abarca a millones de personas en el mundo. Pero no
todos esos millones de cristianos son cristianos verdaderos sino que son
únicamente cristianos nominales que no
están dispuestos a perder su vida.
Según el diccionario de
la Real Academia Española, la palabra “nominal”
significa que tiene nombre de algo y le
falta la realidad de ello en todo o en parte.
De acuerdo con esa
definición, “un cristiano nominal” es
un individuo que se hace llamar cristiano pero le falta lo que lo califica como tal, es un cristiano incompleto,
es un cristiano que no está dispuesto a renunciar a su vida para ganar su alma.
El cristiano nominal estuvo
dispuesto a bautizarse para no ir al infierno, pero nunca tuvo la intención de
renunciar a su vida. El bautismo terminó
siendo un engaño para él.
Solamente hay una manera de salvar el alma y
es renunciando a las cosas de este mundo, porque ¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
(Marcos 8:36).
Mateo
16:24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de
mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. 16:25 Porque todo el que
quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de
mí, la hallará. 16:26 Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el
mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
"Si alguien quiere venir en pos de mí",
dijo Jesús. “Alguien” es cualquier creyente
o mejor dicho “todos los creyentes”. "Niéguese así mismo" significa hacer a un lado nuestra voluntad en todas las cosas ¿Hace usted la voluntad de
Dios en todas las cosas? Entonces "Tome
su cruz, y sígame", continúo diciendo Jesús.
“Tomar la cruz” significa hacer lo que Dios quiere que
hagamos aunque no queramos hacerlo. Eso nos puede causar algún sufrimiento aquí
en la tierra, pero esa aflicciones del
tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de
manifestarse (Romanos 8:18).
"Sígame" es la solución para
salvar el alma. Si en cada una de las circunstancias que se nos presentan, nos
preguntáramos ¿Qué haría Jesús en nuestro
lugar? obtendríamos muchas respuestas y estaríamos cargando la cruz
debidamente. Si no obtenemos la respuesta, entonces tenemos que ir al huerto de Getsemaní a consultar con el
Padre.
Si no estamos dispuestos
a negarnos a nosotros mismos, a tomar la cruz y seguir a Jesús, entonces terminaremos perdiendo el alma, dijo
Jesús. Pero si estamos dispuestos a perder la vida que llevamos en este mundo, entonces
salvaremos el alma.
Como ya lo mencionamos,
para
poder tomar la cruz lo primero que necesitamos es darle muerte al viejo hombre
a través de bautismo, es darle muerte a aquel hombre que es dominado por “el pecado” para que en adelante sea
dominado por el Espíritu Santo.
Juan
12:24 12:24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la
tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. 12:25 El que ama
su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna
la guardará.
Si queremos dar fruto,
tenemos que morir. Jesús tuvo que morir para dar fruto, y ese fruto es la iglesia. De igual manera, nosotros
tenemos que morir para que la iglesia siga creciendo; debemos aborrecer nuestra
vida en el mundo, debemos darnos cuenta que esa vida nos lleva por el camino
incorrecto.
2
Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí,
sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Jesús murió para que los
que vivamos ya no vivamos para nosotros mismos, sino para que vivamos para él.
Si él murió para que nosotros continuemos viviendo la vida del mundo, entonces
Jesús murió en vano ¿Está usted viviendo para Cristo?
Romanos 6:6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no
sirvamos más al pecado.
“Sabiendo esto” escribe el apóstol
Pablo, “que nuestro viejo hombre fue
crucificado juntamente con Cristo”. Lo que sucede es que muchos creyentes “no saben” que han muerto y mientras no
tengan consciencia de esa muerte son totalmente inútiles en el reino de Dios,
porque siguen viviendo sus vidas como si estuviesen vivos.
Eso no significa que no pueden divertirse, que no pueden ver
televisión, no significa que todo lo que hagan es pecado como enseñan los
legalistas. Lo que significa es que “los propósitos cambian”, ya no viven
para cumplir sus propósitos sino para hacer cumplir los propósitos de Dios y es
aquí donde viene la siguiente pregunta ¿Estás
tratando de cumplir tus propósitos o estás tratando de cumplir con los
propósitos de Dios?
1
Corintios 10:31 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo
para la gloria de Dios.
Todo lo que comemos o no
comemos, todo lo que bebemos o no bebemos, todo lo hacemos o dejamos de hacer,
debe ser para la gloria de Dios, no debe ser para nuestra gloria. En otras
palabras, debe ser para los propósitos de Dios y no para nuestros propósitos.
Veamos el ejemplo de un borracho. El borracho puede dejar de
ser borracho por su salud, pero también puede dejar de ser borracho para
servirle al Señor. En el primer caso está dejando de ser borracho para sus
propios propósitos, pero en el segundo caso está dejando de ser borracho para
los propósitos de Dios.
Entonces, el primer
paso para cumplir con la voluntad de Dios es darle muerte al viejo hombre. Pero no solamente debemos darle muerte,
debemos “saber que estamos muertos”, debemos tener consciencia de esa
muerte y saber lo que eso significa. Desdichadamente la mayoría de creyentes no
“saben” que están muertos o no saben lo
que eso significa, para ellos son simples palabras.
Colosenses
3:3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
Hemos muerto en el
bautismo y nuestra vida está escondida con Cristo en Dios, lo que eso significa
es estamos bajo su protección y el
maligno no puede tocarnos al menos que Dios lo autorice.
Romanos
6:11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios
en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Además de morir en el
bautismo y saber que estamos muertos, necesitamos “considerarnos” como muertos, es decir, debemos comportarnos como tales ¿Qué hace un muerto? No hace nada, no tiene
voluntad.
Lo que sucede es que hay
millones de creyentes bautizados que tratan
de cumplir la ley porque no se consideran muertos para la ley (Romanos
7:4).
Suponga que usted mata a
una persona, entonces los jueces le van a aplicar la ley con todo su peso, pero
si usted se suicida antes que lo capturen, ningún juez lo puede condenar porque
usted está muerto y los jueces no juzgan a los muertos. Eso es exactamente lo
que sucede cuando morimos en el bautismo, morimos para la ley y la ley no puede
acusarnos.
Es lo mismo con respecto
al pecado, éste ya no tiene poder sobre nosotros porque hemos muerto para el
pecado. Sin embargo, hay millones de creyentes que viven acusados de pecado
porque no se consideran muertos al pecado (Romanos
6:2).
Romanos
12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto
racional. 12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Una vez que “sabemos”
que estamos muertos y nos “consideramos” muertos, lo único que Dios nos pide es
que “presentemos nuestros cuerpos” en
sacrificio vivo ante su altar.
Eso es lo que se conoce
como “consagración” y significa renunciar
a nuestras vidas y ponerlas al servicio de Dios. A eso se refería Jesús cuando dijo que “no debemos salvar nuestras vidas” para
salvar nuestras almas.
No
debemos conformarnos a este mundo, sino que debemos renovar nuestro
entendimiento para darnos cuenta de cuál es la voluntad de Dios para nosotros,
cuál su agradable voluntad y cuál su perfecta voluntad. Eso lo sabemos a través
de la palabra escrita o a través de la revelación que Dios nos puede dar por
medio de la oración.
Cuando decidimos
entregar nuestras vidas, es cuando empezamos a comprender esa voluntad
agradable y perfecta porque mientras queramos salvar nuestras vidas, entonces
hacemos nuestra voluntad y no comprendemos la voluntad de Dios.
La inalterable base para
que se nos abra el cielo es una tumba, y una crisis en la que uno ha llegado a
su fin de su propia vida egoísta, es la crisis de una experiencia real de
identificarse con Cristo en su muerte.
Efesios 5:31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. 5:32 Grande es este misterio;
mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.
Pablo reveló el misterio:
Cristo y la iglesia son una sola carne,
es decir, son como un matrimonio. Cuando
la mujer se casa, pasa a pertenecer a su esposo, pero también él a ella y todo
lo de él es de ella. Si él tiene un automóvil o dos, son de ella. Ella pierde
su vida de soltera, pero gana el marido y todo lo que él tiene, ese es el
significado de "el que pierde su vida la hallará".
En el pasado, nos hemos
equivocado al no explicar a la gente la historia completa de la salvación. Les
hemos dicho que todo lo que Jesús tiene pasa a ser de ellos, pero nos hemos
olvidado de dejar bien en claro que su vida pasa a ser de Él, si no es así, no hubo casamiento.
¿Perdemos algo? Por el
contrario, hemos ganado, no solamente tenemos una vida mejor aquí en la tierra,
sino que hemos obtenido la vida eterna ¿Qué es algo más valioso que la vida
eterna?
Cualquier sacrificio
vale la pena. Y los que le entregan todo a Jesús, han notado que tienen la paz
que no la tienen los más ricos de este mundo,
Gálatas
6:14 Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. 6:15
Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino
una nueva creación.
Hemos sido crucificados
con Cristo, el viejo hombre está muerto, somos una nueva creación que vive para
Cristo ¿Por qué te cuesta tanto darte cuenta de eso?
Jesús dijo que era necesario perder la vida a fin de
salvarla. Sin embargo, son muchos los que acuden al Padre procurando salvar sus vidas. Es
contradictorio escucharlos orar: “Padre
nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo", pero, enseguida continúan: “Padre, necesito ese empleo, Padre necesito
esa casa, Padre necesito ese auto, Padre necesito esto y aquello”. Como
vemos, le piden al Padre todo lo que el mundo les ofrece.
Jesús dijo que buscáramos
el reino de Dios y su justicia y nuestras necesidades serían suplidas (Mateo 6:33), sin embargo la mayoría de
creyentes buscan las cosas de este mundo, inclusive a través de la oración, y en
su ignorancia esperan el favor de Dios.
1 Timoteo 2:3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador,
2:4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento
de la verdad.
La voluntad prioritaria
de Dios y que lo agrada grandemente, es que todos los hombres sean salvos
llegando al conocimiento de la verdad. Lo que eso significa es que nuestras
prioridades deben estar dirigidas a ese propósito. Debemos llevar el
conocimiento de la verdad a todos los hombres que sea posible, renunciando a
otras cosas de la vida que antes eran nuestra prioridad.
Eso no implica que todos
tengamos que ser pastores o maestros, lo que implica es que tenemos que hacer
uso de cualquier circunstancia para hacer llegar el evangelio a toda criatura
posible.
En estos momentos
abundan los pastores que solamente hablan de cosas materiales, ofrecen la seca y
la meca a cambio de pactos económicos. Tienen los ojos puestos en el reino de
este mundo y no en el Reino de Dios. Usted no los oirá hablar sobre morir en
esta vida para salvar el alma, ellos no están interesados en que usted salve el
alma ni que los hombres lleguen al conocimiento de la verdad.
Estamos en el final de
los tiempos, las señales están por todo lado, pero difícilmente usted los
escuchará hablar sobre el arrebato o la
gran tribulación.
He escuchado a muchos
pastores pedir a los fieles que demuestren su fidelidad a Dios trayendo las llaves y las escrituras de sus casas,
departamentos y autos para darlos a la iglesia. Pero esa no es la voluntad de
Dios, esa es la voluntad de aquellos pastores que quieren hacerse ricos por
medio del evangelio.
El Señor no quiere casas
vacías, él quiere casas con gente viviendo en ellas, usándolas como
congregaciones, para ganar a los vecinos para Cristo.
Termino preguntándote
¿Has renunciado a tu vida o la sigues viviendo como si aún fueras parte del
mundo? ¿Cuántas almas has ganado para Cristo? ¿Has dejado tu trabajo por causa
del evangelio? O ¿Has dejado algo o renunciado a algo por causa del evangelio?
De no ser así, tu vida cristiana es un engaño y eres un cristiano nominal más. Recuerda,
solamente el que pierda su vida salvará el alma. No puedes salvar tu vida y el
alma a la vez.
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