REVESTIDOS DE CRISTO
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Dice la
escritura que todos los que hemos sido
bautizados en Cristo, de Cristo estamos revestidos (Gálatas 3:27) ¿Qué es lo que esto significa?
La palabra
"bautismo" es la traducción
de la palabra griega “baptizo” que significa “sumergir
o sepultar”. El uso figurado de la palabra es asumir una nueva identificación.
Después de que
yo sumerjo una camisa blanca en un tinte rojo, la camisa blanca deja de
existir, lo que tengo ahora es una camisa roja; igual sucede con nosotros,
tenemos un cambio de identidad.
El apóstol
Pablo escribió: "¿No sabéis que
todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados en su
muerte?" (Romanos 6:3).
Lo que el
apóstol Pablo está diciendo es que al bautizarnos, la naturaleza pecaminosa es
echada fuera (Colosenses 2:11-12) y la
naturaleza divina es implantada en su
lugar (Ezequiel 36:26-27, 2 Pedro 1:4).
El creyente
deja de ser “el viejo hombre” en
Adán, para convertirse en la “nueva
criatura” en Cristo Jesús". Lo que sucede es que Dios “nos coloca” en Cristo para nos
identifiquemos con él.
Para
entenderlo, suponga por un momento que usted entra a un supermercado. Allí ve
dos cajas, una etiqueta dice que una caja contiene confites y otra etiqueta dice que la otra caja contiene galletas. Usted no ve el contenido de
las cajas, solamente ve las etiquetas que identifican
a una caja con confites y a la otra con galletas.
Pues bien, Dios ve a la humanidad de igual manera, él ve
una caja que dice “Adán” y otra que
dice “Cristo”. Todos los seres
humanos estamos en una de las dos cajas.
Si estamos en la caja de Adán, estamos condenados, pero si estamos en la
Caja de Cristo, estamos salvados. No es
un asunto de comportamiento, es un
asunto de posición.
Recordemos las
plagas en Egipto, cuando el ángel de la muerte llegó para acabar con los
primogénitos, si veía que en una casa estaba la señal de la sangre, entonces
pasaba.
“Porque Jehová pasará hiriendo a los
egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará
Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para
herir” (Éxodo 12:23)
A Dios no le
importaba lo que estaban haciendo los moradores de ninguna casa, lo que lo que
les importaba es que la casa estuviera
identificada con la sangre del cordero
Hoy sucede lo
mismo, a Dios no le importa lo que usted está haciendo, a Dios lo que le
importa es en la caja en la que te
encuentras y con la que te identificas.
Así que necesitamos estar en la caja de Cristo, y eso se logra al creer
el evangelio y bautizarnos (Marcos 16:16).
En ese momento somos revestidos de Cristo.
Todos nacemos
siendo parte de la caja de Adán. Así que Cuando estábamos en Adán, aunque no
pecáramos, éramos constituidos pecadores
(Romanos 5:19) porque éramos
identificados con Adán.
Ahora, al estar
en Cristo, aunque pequemos somos constituidos
justos porque Dios nos identifica con Cristo. Nuestra condición es cambiada de un pecador a
la de un santo, en Cristo Jesús. Entonces somos
considerados por Dios como sabios,
justos, santos y redimidos (1
Corintios 1:30), porque estamos revestidos
de Cristo.
“Revestirse” significa nada
más y nada menos que quitarse un vestido para ponerse otro. Cuando estábamos en
Adán nos vestíamos con unas ropas sucias por el pecado.
Pero, ahora que estamos en Cristo, nos hemos
quitado las vestiduras sucias para ponernos unas vestiduras blancas, que han sido lavadas y emblanquecido con la
sangre del Cordero (Apocalipsis 7:13-14).
Eso significa, en primer lugar, que Dios nunca
se acordará de los pecados (Hebreos
10:17-18) de los que se han revestido de vestiduras blancas, porque Dios no ve la suciedad, él solamente ve la sangre que te limpia de todo pecado
(1 Juan 1:7) y pasa.
El Espíritu
Santo nos colocó en Cristo para que podamos compartir su resurrección y tener su
vida divina impartida en nosotros. Se trata de una nueva fuente de vida que
Dios nos imparte.
Es sólo a
través de esta nueva fuente de vida que tenemos la energía ética y espiritual para
enfrentar las tentaciones y el pecado.
"Porque somos sepultados juntamente con él
para muerte con el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos
por la gloria del Padre, así también nosotros andemos para vida nueva"
(Romanos 6:4).
El bautismo en
agua simboliza que hemos sido liberados
permanentemente del poder condenatorio del pecado. Se trata de una
resurrección que restaura la imagen
perdida de Dios, en la cual nosotros fuimos creados para hacernos conscientes
en la semejanza de Cristo.
Un día, cuando
Cristo venga por todos los que hemos sido revestidos con vestiduras blancas, (1 Tesalonicenses 4:16-17), estaremos de
pie con Él, disfrutando de la gloria incorruptible de los cuerpos redimidos.
“En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final
trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados
incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto
corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y
cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya
vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:
Sorbida es la muerte en victoria”. (1 Corintios 15: 52-54).
BENEFICIOS
Al ser
revestidos de Cristo, Dios no solamente se olvidó de nuestros pecados para
siempre, sino que, como un bono adicional nos bendijo con toda bendición espiritual, y
nos sentó junto a Cristo Jesús en los lugares celestiales (Efesios 1:3, 2:6).
No es cualquier
bendición, no es un poquito de bendición, es toda bendición, es la gracia ilimitada de Dios.
Y es que Jesús nos redimió de la maldición de la ley para
que en él la bendición de Abraham nos alcanzara a nosotros los gentiles (Gálatas 3:13).
Ya no hay
maldición alguna que te alcance, la bendición obtenida en Cristo vino a anular
toda maldición para los que están en él.
Esos lugares celestiales en que has sido sentado, son lugares
de poder, son un ascenso espiritual de gran magnitud. Esos lugares significan
que usted está por encima de todo
principado, autoridad, poder y señorío de
maldad (Efesios 1:21).
Esos seres de
maldad ya no tienen ninguna autoridad sobre ti, sino que tú tienes toda
autoridad sobre ellos.
Muchos demonios
andan por el mundo, pero si tú estás revestido de Cristo, los demonios ven la
sangre de Cristo en ti y pasan de largo.
Ellos no pueden tocarte porque estás protegido por la sangre preciosa del Señor.
En un día muy
cercano miles de demonios serán liberados del abismo y van a ir a atormentar a
las naciones, pero a los que están revestidos de Cristo no podrán tocarlos, Dios
no lo permitirá (Apocalipsis 9:3-4).
La mayoría de
creyentes bautizados no se da cuenta de
cuál es su herencia, de cuál es su esperanza, de cuáles son las riquezas de su
gloria y cuál la supereminente grandeza del poder de Dios en ti (Efesios 1:11,18-19).
La herencia es
principalmente nuestra participación de
la luz, es haber sido librados de la potestad de las tinieblas y
trasladados al reino del amado Hijo de Dios (Colosenses 1:12-13).
¿Qué heredamos?
Todo lo que Adán había perdido. Adán fue destituido de la gloria de Dios y nosotros somos restituidos a esa gloria. Esa
herencia está “reservada para nosotros en
el cielo, es una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, donde somos guardados por el poder de Dios
mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser
manifestada en el tiempo postrero” (1
Pedro 1:4-5).
En otras
palabras, la herencia espiritual es la
salvación de la condenación para gozar de la vida eterna (Apocalipsis 2:1). Y la herencia
material es todo lo que es del Padre porque
todo lo que es del Padre es de sus hijos ¿Y qué es el Padre? Toda la creación.
La esperanza es que cuando mueras irás
directamente al cielo a gozar de las riquezas de la gloria de Cristo.
Las riquezas de la gloria de Cristo es algo que no podríamos describir con palabras, es algo que podremos
entender únicamente cuando estemos en la presencia de Cristo. Pero sabemos que tendremos
vida eterna, sin enfermedades, sin
limitaciones, sin sufrimientos y con toda abundancia.
La inmensa
mayoría de creyentes bautizados no se dan cuenta que han sido revestidos de
Cristo, que tienen dentro de sí el mismo
poder que levantó a Cristo de entre los muertos, porque Cristo vive en ellos
(Efesios 1:16-20 Gálatas 2:20).
Si eres
bautizado, piensa en eso por un momento, piensa lo que significa que el poder
que levantó a Cristo de los muertos está en ti.
El apóstol
Pablo escribió que no cesaba de dar gracias por los efesios y hacer memoria de ellos
en sus oraciones para que Dios les diera
espíritu de sabiduría y de revelación en
el conocimiento de él, y alumbrara los ojos de su entendimiento, para que supieran
lo que era estar revestidos de Cristo.
Bueno, ya tú lo
sabes. Deja el temor a un lado, deja de quejarte, eres un privilegiado. Es
cierto que eres un vaso de barro pero dentro de ti hay un gran tesoro (2 Corintios 4:7) con un poder
ilimitado. Cree en la palabra de Dios y deja que ese poder fluya de ti.
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