miércoles, 18 de abril de 2018

RICOS PARA SIEMPRE



RICOS PARA SIEMPRE
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Todas las personas sueñan con ser ricas, pero eso no tiene por qué ser un sueño. Usted puede ser rico para siempre, la palabra de Dios te dice la manera de lograrlo.

Jesús dijo que “El reino de los cielos es como un tesoro escondido en el campo, que un hombre encontró y escondió; y de su alegría va y vende todo lo que tiene, y compra ese campo” (Mateo 13:44).

Eso sería como si estuviese caminando por la propiedad de un vecino, de pronto algo le llama la atención en el suelo, escarba y encuentra un cofre lleno de monedas de oro. Lo esconde, va, vende todo lo que tiene,  se queda sin nada para comprar esa propiedad  y obtener ese tesoro, para de esa manera ser rico para siempre.

Pues bien, queridos lectores, ustedes pueden obtener las  “ganancias eternas” del Reino de Dios si están dispuestos a perder las cosas temporales de este mundo”.

Marcos 8:35 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. 8:36 Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?

Si usted le da prioridad en su vida al Evangelio de Cristo, dedicándole tiempo e invirtiendo lo que tiene por esa causa,  entonces obtendrá la vida eterna y será rico para siempre.

Pero si su prioridad son las cosas de este mundo, usted terminará perdiendo todo lo que tiene, pero además perderá la vida eterna y será un pobre para siempre ¿De qué le aprovechará haber ganado títulos y mucho dinero, si muere, nada se lleva y va directo al infierno?

No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan. Mas acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mateo 6: 19-21).

¿Dónde está tu corazón? En gastar tu vida para hacer tesoros en la tierra, lo que será una mala inversión porque terminarás pobre, ya que  nada has traído a este mundo, y sin duda nada podrás sacar” (1 Timoteo 6:7). O  en gastar tu vida haciendo  tesoros en el cielo, lo que te hará rico para siempre.

Las riquezas materiales son temporales, se  pierden a través de la inflación, de malas inversiones, por estafas, robos o accidentes, y si logran superar todo aquello, se pierden con la muerte. Así que el que dedica su vida a hacer riquezas materiales terminará pobre para siempre porque éstas se extinguirán de una o de otra manera.

Invertir en el cielo es la inversión más sabia que cualquiera puede hacer porque esa inversión nunca se pierde. Como dijo Jim Elliot: "No es ningún tonto el que abandona lo que no puede conservar para obtener lo que no puede perder".

La mayoría de personas se deciden por invertir en el mundo por dos razones, porque consideran: a) que la vida acaba con la muerte y hay que vivir de la mejor manera los pocos años, o b) que la entrada al Reino de Dios es un derecho ganado.

Pero ambas opciones son erróneas. La vida continúa después de la muerte, nuestra estadía en la tierra no es más que un parpadeo en la eternidad.  Y la entrada al Reino de Dios no es un derecho ganado, debes invertir tus talentos para obtener ese derecho.

Dejar esta vida sin haber invertido un centavo en el cielo es el peor error  que puedes cometer porque tu destino será “el lloro y el crujir de dientes” en las “tinieblas de afuera”.

Para entenderlo, suponga que una persona le dona un $1.000.000 con la condición de que con ese dinero usted debe comprar dos casas, una en la que debe vivir por un día, y la otra en la que debe vivir por el resto de su vida.

Usted no va a invertir  $990.000 en la casa de un día, sería muy tonto el hacerlo. Tampoco va invertir la mitad del dinero en esa casa en la que solamente va a estar un día. Lo lógico es gastar lo menos posible en su casa de un día, podría ser cualquier tugurio, de esa forma, podría invertir el resto del dinero en la casa que va vivir el resto de su vida.

Eso es exactamente lo que sucede con usted y conmigo, la casa de un día es nuestra vida en la tierra y la casa del resto de nuestra vida es nuestra vida después de la muerte.

Dios nos da “una vida” y nos ha dado “riquezas”, podemos utilizar esas riquezas en la casa de un día o en la casa del resto de nuestra vida, usted escoge.

Eso sí, debemos ver “la riqueza” desde la perspectiva de Jesús, una perspectiva que va en contra de “la sabiduría del mundo, la cual es insensatez para con Dios pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de ellos” (1 Corintios 3:19).

Jesús ve pobreza en donde la mayoría de personas ve riqueza y él ve riqueza en donde la mayoría de personas ve pobreza:

Apocalipsis 3:17 Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.

Los de la iglesia de Laodicea se jactaban de ser ricos y de no tener necesidades materiales, pero Jesús les dice que son “desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos”, porque no tenían ninguna riqueza espiritual.

Por su parte, a los de la iglesia de Esmirna, les dijo que eran pobres en la tierra, pero ricos en el cielo (Apocalipsis 2: 9) por sus riquezas espirituales.

Los de la iglesia de Esmirna no iban a ser ricos, ya lo eran, porque los beneficios del reino de Dios se comienzan a disfrutar en esta vida; una vez que comiences tu inversión obtienes “toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3) ¿Qué mayor riqueza que esa?

La perspectiva de Jesús es a radicalmente diferente a la nuestra, porque Él mira las cosas desde una perspectiva eterna y espiritual, mientras que nosotros vemos todo desde una perspectiva temporal y material.

Cuando medimos la riqueza solo desde la perspectiva material y temporal,  revelamos que tenemos una mente reprobada y que necesitamos a la mayor brevedad posible una renovación de nuestro entendimiento.

El consejo divino es “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).

Convertirse en ricos para siempre requiere un cambio de perspectiva, una renovación de nuestras mentes y una reevaluación de lo que valoramos actualmente.

Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.  A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Ahora, después de mucho tiempo, el dueño de esos esclavos vino y estableció cuentas con ellos” (Mateo 25:14-15).

El que había recibido los cinco talentos se acercó y trajo cinco talentos más, diciendo: " Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. 25:21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor." (Mateo 25:20-21).

Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:22-23)

Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mateo 25-24-30).

Obviamente, el Señor de la parábola representa a Jesús, quien nos ha dado los talentos que poseemos y se ha ido, pero regresará muy pronto a pedirnos cuentas.

Los siervos representan a los creyentes, y los talentos representan nuestros dones espirituales, nuestro tiempo y también nuestros bienes materiales.

Jesús nos confió a sus siervos diferentes talentos con las cuales debemos “edificar el edificio de Dios” (1 Corintios 3:9), lo que significa invertir en “la casa de toda la vida” y ser ricos para siempre.

Siendo así, somos sabios para preguntarnos: ¿Estoy haciendo lo que Jesús espera de mí con los talentos que me ha confiado? ¿Se está edificando el edificio de Dios a través de mi persona? ¿Estoy listo para presentarme ante Él para dar cuenta de mi mayordomía? Las respuestas a esas preguntas revelan lo que nuestro futuro eterno nos depara.

Unos edificarán con plata, oro y piedras preciosas; otros lo harán con madera, heno y hojarasca (1 Corintios 3:12); y otros no edificarán el edificio de Dios porque toda su inversión será para la casa de un día.

Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (1 Corintios 3:14-15). 

Aquellos que no edifiquen en la casa de toda la vida  son tan infieles, malos y negligentes  como el siervo de la parábola, no solamente serán pobres para siempre, sino que serán echados en las “tinieblas de afuera”, en donde es “el lloro y el crujir de dientes”. Eso suena muy parecido al infierno, ¿No?

Debido a que el siervo infiel parece representar a alguien que, como los otros dos siervos, tenía una relación con Dios, algunos intentan convencernos de que las "tinieblas de afuera" no son el infierno, más bien, afirman que se trata de una referencia a los supuestos "márgenes exteriores del cielo". 

Algunos que abrazan esta particular teoría, incluso llegan a afirmar que el llanto de esos santos infieles será solo temporal, porque Jesús "limpiará toda lágrima de sus ojos" y luego los liberará de “las tinieblas de afuera” para que se unan a los que están "adentro."

Sin embargo, si estudiamos bien las escrituras, vemos que cuando Jesús habló de "las tinieblas de afuera" y el "llanto y crujir de dientes, se hace obvio que se estaba refiriendo al infierno y no a un lugar en los "márgenes exteriores" del cielo, de lo cual no existe la mínima evidencia.

Por ejemplo, en Mateo 13:41-43 Jesús dice que “los que sirven de tropiezo  y hacen iniquidad serán echados en el horno de fuego”, clara referencia al “infierno”, y seguidamente dice “allí será el lloro y el crujir de dientes”. Léase también Mateo 13:50.

Y cuando en las escrituras se habla “de tinieblas”, siempre se hace referencia a las potestades de Satanás (Hechos 26:18, Colosenses 1:13, Efesios 6:12, Judas 13, Romanos 13:12).

Eclesiastés 11:8 dice literalmente: “pero aunque un hombre viva muchos años, y en todos ellos tenga gozo, acuérdese sin embargo que los días de las tinieblas serán muchos...”

Los que defienden la doctrina de que Jesús no se estaba refiriendo al infierno cuando menciona “las tinieblas de afuera”, argumentan que en la parábola de los talentos Jesús estaba hablando de siervos o discípulos, y  que el siervo infiel era  siervo, al fin y al cabo.

Estos argumentos son muy preocupantes, porque muchos cristianos se “consideran siervos y salvos para siempre”, entonces sobre la  base de Efesios 2:8-9 creen que pueden esconder los talentos o invertir todo en la casa de un día: “porque “por gracia son salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.

Equivocados, no pueden leer únicamente Efesios 2:8-9, también deben leer el verso 10.  Si bien es cierto, que somos salvos por fe, también es cierto que somos salvos y convertidos en nuevas criaturas para que “andemos en las buenas obras que Dios preparó de antemano”.

Santiago 2:18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. 2:19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. 2:20 ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?

¿Está Santiago contradiciendo a Pablo? Claro que no, lo que Santiago está diciendo es que el que ha sido salvo y tiene fe, demuestra su fe a través de las obras. Es decir, participa de las obras que Dios preparó de antemano para que andemos en ellas.

Una fe sin obras no salva porque no es una fe verdadera, es más una “creencia” como la de los demonios. Los demonios creen en Jesús porque lo conocen, pero ellos no tienen fe en la palabra de Dios, por lo tanto no la obedecen.  La fe verdadera es aquella fe obediente.

Dice la escritura que por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. Y qué más digo? Por fe, los hombres de fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones,  apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros…” (Hebreos 11:17-34).

Tome en cuenta que los grandes héroes de la fe siempre actuaron, la fe siempre vino  y viene acompañada de una acción. Si nuestra fe no está acompañada de acciones, somos creyentes, pero posiblemente no somos creyentes salvos; somos siervos,  pero siervos infieles con un destino en las “tinieblas de afuera”.
1 Corintios 5:14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Cristo murió y resucitó por nosotros para que nosotros vivamos para él, lo que significa trabajar en la edificación del edificio de Dios. Si el corazón no nos constriñe pensando en eso, nuestra salvación es dudosa.

Dios es el dueño de todo, él nos da talentos, tal vez riquezas materiales y espera que nuestra inversión mayor sea en la casa de toda la vida. Esta es la base para ser rico para siempre.

Si el siervo infiel hubiera invertido su único talento, eso aparentemente podría haberlo salvado, pero enterró su talento en la tierra.

Desde el punto de vista espiritual, el único talento del siervo fiel es el haber escuchado el evangelio,  pero una vez escuchado le echó tierra. Su actitud no le produjo ningún dividendo y al final fue echado a las tinieblas de afuera.

Eso fue como “la semilla que cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad”, o “la semilla que cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron” (Lucas 8:6-7).

La palabra de Dios nos dice como ser ricos para siempre, está en ti el creer en ella y obedecerla.

Termino recordándoles, que el Señor, habiendo salvado al pueblo sacándolo de Egipto, después destruyó a los que no creyeron (Judas 5) y no creyeron porque si hubieran creído lo habrían obedecido.



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