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Un creyente ha preguntado: ¿Qué pasa si no ofrendo? ¿Será cierto, de
acuerdo a Malaquías 3:8-10, que Dios
me maldecirá?
No es cierto, sí estás en Cristo no puedes ser maldecido, pero así como te
digo una cosa, te digo otra, y es que si
no ofrendas, cortas las bendiciones que Dios tiene para ti
La mayoría de creyentes no ofrendan por avaricia y la avaricia es un pecado que le abre las puertas
al diablo. Guarda en tu mente estas palabras: “Ofrendar
es colaborar en la edificación del edificio de Dios”, de tal manera que
si no ofrendamos, impedimos esa edificación.
Además, solamente los que colaboren
serán recompensados, los demás sufrirán
perdida:
1 Corintios 3:8 Y el que planta y el que riega son una
misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. 3:9
Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios,
edificio de Dios.
En la edificación del Cuerpo de Cristo, uno es el que planta, otro es el
que riega y cada uno recibirá su recompensa, conforme a su labor. Todos estamos
obligados a cooperar porque todos somos colabores de Dios y labranza de Dios.
1 Corintios 3:15 Si la obra de alguno se quemare, él
sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.
Para Dios, la labor de algunos edificadores es tan preciosa como el oro, la plata y las piedras preciosas (1 Corintios 3:12), materiales que no se
queman con el fuego. Es decir, son personas, que con amor, dedican tiempo a la
enseñanza del evangelio, y se fundamentan únicamente en la palabra de Dios, con
la cual siembran la verdadera semilla en los corazones de los oyentes.
Otros no dedican suficiente tiempo a la enseñanza del evangelio, o lo peor
aún, enseñan la palabra del hombre en lugar de la palabra de Dios, y su labor es para Dios es como la madera, el heno y la hojarasca,
materiales que se queman con el fuego.
Hay una minoría que no sacan
tiempo o no tienen tiempo por causa de sus trabajos para la enseñanza del
evangelio, pero ofrendan alegremente,
no con tristeza, ni por necesidad (2
Corintios 9:7), sino por amor a Cristo. Su colaboración desinteresada hace
que otros puedan dedicarse de lleno a la enseñanza del evangelio. Esas ofrendas con para Dios como el oro, la
plata y las piedras preciosas.
Y hay una mayoría que ni cortan leña ni prestan el hacha, es
decir, no sacan tiempo para la enseñanza del evangelio, ya sea por pereza o por
sus trabajos, pero tampoco ofrendan,
sino que dan limosnas, y esas limosnas son para Dios como la madera,
el heno y la hojarasca porque no contribuyen a ninguna edificación.
Corintios 9:4 ¿Acaso no tenemos derecho de comer y
beber? 9:5 ¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como
también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? 9:6 ¿O sólo yo
y Bernabé no tenemos derecho de no trabajar?
Te has puesto a pensar ¿Cómo se mantienen los que se dedican de lleno a la
enseñanza del evangelio? Tiene que ser a través de las ofrendas. Observe la
pregunta que Pablo hace: ¿No tenemos derecho de tener esposa, como los demás?
¿No tenemos derecho de trabajar? Eso es lo que piensan muchos creyentes, que
los que se dedican al evangelio no tienen derecho a tener una familia y a
llevar una vida digna.
Por culpa de la avaricia de los creyentes, muchos pastores han tenido que
abandonar su labor de edificación. Otros han comenzado a enseñar falsas
doctrinas como la doctrina de pactos, con la cual puedan captar dineros a sus
arcas.
Romanos 10:13 porque todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo. 10:14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han
creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber
quien les predique? 10:15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está
escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que
anuncian buenas nuevas!
Las personas necesitan invocar el nombre del Señor para ser salvos ¿Cómo lo
invocarán si no hay quien les hable del evangelio? Se necesitan personas que
hagan esa labor, una labor tan digna, que la palabra de Dios dice que “sus pies son hermosos”. Esos pies hermosos
merecen lucir un buen calzado, y los que
no hacemos esa labor, estamos en la obligación de proveer ese calzado.
1 Corintios 9:7 ¿Quién fue jamás soldado a sus propias
expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el
rebaño y no toma de la leche del rebaño? 9:8 ¿Digo esto sólo como hombre? ¿No
dice esto también la ley? 9:9 Porque en la ley de Moisés está escrito: No
pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, 9:10 o lo
dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con
esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del
fruto.
Pablo continúa diciendo. ¿Quién fue soldado y se mantuvo por sí mismo?
¿Quién planta una viña y no come de ella? ¿Quién apacienta un rebaño y no toma de la leche del rebaño? Está
escrito en la ley: “no pondrás bozal al buey que trilla”.
Si tienes un buey trabajando y le pones un bozal para que no coma ¿Cómo
esperas que trabaje? Pues bien, eso se escribió para los que no ofrendan,
porque cuando no lo hacen es como si le estuvieran tapando la boca al maestro,
al pastor o al evangelista, para que no haga su trabajo.
1 Corintios 9:11 Si nosotros sembramos entre vosotros
lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material? 9:12 Si
otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? Pero no
hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún
obstáculo al evangelio de Cristo. 9:13 ¿No sabéis que los que trabajan en las
cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar
participan? 9:14 Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio,
que vivan del evangelio.
“Si nosotros sembramos lo espiritual
entre vosotros, tenemos derecho a segar de vosotros lo material. Sin embargo no
he usado ese derecho”, dijo Pablo, “he
soportado aflicciones porque es mi obligación para con Dios”.
El verdadero edificador lo va a dejar todo para hacer bien su trabajo, consecuentemente,
al igual que Pablo va a pasar aflicciones, pero no debe ser así, eso no es lo
que quiere Dios. Así ordenó el Señor: que los que anuncian el evangelio, que vivan
del evangelio.
Los médicos, los abogados, los docentes reciben una paga por su salario.
¿Por qué, los que enseñan el evangelio, no van a recibir un salario?
El trabajo de los que enseñan el evangelio, es el trabajo más
importante del mundo, ya que tiene que
ver con salvación y la vida eterna. Cualquier otro trabajo, como el de
los abogados y los médicos, aunque muy digno, es para cosas temporales,
pero el anunciar el evangelio es para cosas eternas. Pero,
si no ofrendamos, les impedimos hacer su trabajo, y muchas almas no serán
salvadas.
Gálatas 6:6 El que es enseñado en la palabra,
haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye
Dios nos ordena participar de toda
cosa buena, a quien nos instruye en el evangelio. ¿Cumples con esa orden?
¿Cooperas para que el que te instruye en
la palabra de Dios para que alquile una casa decente? ¿Cooperas para el que te instruye
en la palabra de Dios para que mantenga a su familia? Es posible que digas: “no
es mi obligación”, pero claro que es
tu obligación, Dios ordeno que lo
hagas partícipe de toda cosa buena.
Mateo 25:35 Porque tuve hambre, y me disteis de
comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 25:36
estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y
vinisteis a mí. 25:37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor,
¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?
25:38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 25:39
¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 25:40 Y
respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a
uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
El que te instruye en
la palabra de Dios es uno de los hermanos pequeños de Jesús. Todo lo que
hagas para él es como si lo hicieras para Cristo. O estás con Cristo o estás
contra Cristo, no hay término medio.
Suponga por un
momento, que te estás cayendo en el
cráter de un volcán bien candente y que una persona te rescata. Pues bien, eso es
lo que hizo el que guió a la salvación. Te rescató de ir a un lago de fuego
por toda la eternidad. Piensa en eso y haz lo correcto, la salvación no
tiene precio.
Conozco personas que
han dejado de ofrendar porque el pastor se compró una camisa nueva, o porque está
pagando una deuda con el dinero de las ofrendas ¿No es el dinero de su trabajo?
Usted cumpla para con Dios y olvídese del resto ¿O es que solo usted puede
estrenar camisa?
Si no cooperas con tus ofrendas para la edificación del cuerpo de Cristo ¿Cómo
esperas que Dios te recompense? Dios
recompensa únicamente a sus verdaderos colaboradores, los demás serán
pasados por fuego y es un hecho que no serán parte del arrebato de la
iglesia.
Lucas 16:10 El que es fiel
en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto,
también en lo más es injusto. Pues si en
las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién
os dará lo que es vuestro?
La Biblia nos enseña, que si no podemos ser fieles en las cosas pequeñas,
no se nos darán responsabilidades grandes. Dios nos ha dado vida, salud, talentos, habilidades, dinero y
muchas cosas más. Un día tendremos que
darle cuenta de todo lo que Él nos ha entregado. El oír su voz
diciéndonos, “Bien hecho, buen siervo y fiel”, valdrá mucho más que
cualquier otra cosa que este mundo nos pueda ofrecer.
Ofrendar no es tirar el dinero, es sembrar. Cuando sembramos semillas, no las estamos tirando; sino las estamos
sembrando, para poder cosecharlas más tarde. La cantidad de la cosecha, depende
de la cantidad que hayamos sembrado.
Escribiendo a la iglesia de Corinto respecto a las ofrendas, Pablo dijo que
“el que siembra escasamente, también
segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también
segará escasamente” (2 Corintios 9:6).
Dios quiere proveer dinero para que sus siervos prediquen el evangelio
¿Cómo hace Dios esto? Nos da dinero para que de lo que nos da, podamos ofrendar
para Su obra.
2 Corintios 9:8 Poderoso es Dios para hacer que abunde
en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo
lo suficiente, abundéis para toda buena obra.
Cuando ofrendamos, Dios hará que
siempre abunde en nosotros, para que continuemos ofrendando, es una cadena
de amor y generosidad.
Lucas 12:16 También les refirió una parábola,
diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. 12:17 Y él
pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis
frutos? 12:18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré
mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; 12:19 y diré a mi alma:
Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe,
regocíjate. 12:20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma;
y lo que has provisto, ¿de quién será? 12:21 Así es el que hace para sí tesoro,
y no es rico para con Dios.
Al igual que el señor de la anterior parábola, la mayoría de los creyentes
piensan en ellos mismos, y se olvidan del reino de Dios. No toman en cuenta,
que su vida puede acabarse en cualquier momento, y nada se llevarán, sino el
tener que dar cuentas a Dios.
Jesús dijo que el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios, de
nada le sirve, ya se le acabará su tiempo. Si somos ricos, debemos serlo
también para con Dios, debemos ser buenos
mayordomos de todo lo que Dios nos ha dado.
Deuteronomio 16:1 Y ninguno se presentará delante de
Jehová con las manos vacías; cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la
bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado.
Dios nos enseña, que no debemos presentarnos ante él con las manos vacías.
Cuando vamos a la congregación, debemos hacerlo con ofrenda en mano, conforme a
lo que Dios nos ha dado. ¿Cómo puedes hacerle peticiones a Dios, si no
ofrendas? ¿No te sientas mal?
Proverbios 3:9–10 Honra a Jehová con tus bienes, Y con
las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus graneros con abundancia.
El Señor prometió bendecir con abundancia, al que lo honra con todos sus
bienes y con las primicias de todos
sus frutos. Si el dinero no te alcanza, si siempre estás en problemas
económicos, es posible que sea porque no ofrendas, ya que Dios prometió
abundancia para el que ofrenda, y las promesas de Dios siempre son sí y amén en
él, porque él siempre cumple sus promesas (1
Corintios 1:30).
Cuando
no ofrendamos, le abrimos las puertas de par en par al diablo, para que nos
robe las bendiciones de Dios. Pero, cuando ofrendamos, Dios reprende
al diablo y le cierra las puertas. De nosotros depende, que el devorador
viva en nuestras casas y negocios.
Mateo
6:19-21 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín
corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín
corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro
tesoro, allí estará también vuestro corazón.
¿Qué significa hacer tesoros en el cielo? Es cooperar de alguna manera para ganar almas para Cristo. La escritura
dice, que a todos los creyentes se nos dio el ministerio de la reconciliación (2 Corintios 5:17-20) y que todos somos embajadores en nombre de Cristo. Es como si Dios rogase que le hablemos a los
demás de la salvación.
Pero, no todos son apóstoles, no todos son
maestros, no todos son profetas, no todos hacen milagros (1 Corintios 12:29), pero todos
podemos ofrendar, para que
los sí son maestros, si son pastores, si son apóstoles y sí son profetas,
puedan hacer su trabajo debidamente. No
podemos enviar al Cielo nuestro dinero, pero podemos ofrendarlo para la obra
de Dios. Esto es parte de lo que
significa hacer tesoros en el Cielo.
Efesios
5:5 Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es
idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.
Ningún avaro tiene herencia
en el reino de Dios, y todo aquel que no ofrenda es considerado avaro. Para
Dios la
avaricia es idolatría, porque el
avaro pone su confianza en su cuenta bancaria y no en Dios. El avaro no se
desprende de sus riquezas porque su confianza está puesta en ellas.
Recordemos la historia
del joven rico. Jesús le pidió que se deshiciera de sus riquezas para que lo
siguiera. Lo estaba probando.
Dios quiere personas
desprendidas; él se desprendió de su propio hijo por amor a nosotros y reconoce
nuestro amor hacia él, cuando somos desprendidos. Eso, en parte significa tomar
la cruz.
2
Corintios 9:7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por
necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
Dios no nos pide una
suma exacta, sino que “cada uno como propuso en su corazón”,
porque el ofrendar es un asunto del corazón. Cuando ofrendamos, le mostramos
nuestro corazón a Dios.
Mateo
6:21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro
corazón. Donde tenemos el corazón allí
está nuestro tesoro.
Si nuestro corazón lo
tenemos en las cosas materiales de este mundo, moriremos con este mundo, pero
si nuestro corazón está en el reino de Dios, las puertas del Reino estarán
abiertas para nosotros.
Hay personas que gastan
miles en licores, en vestidos y en lujos y le dan limosnas a Dios. Su prioridad
son ellos, no están preocupados por el crecimiento de la iglesia, ni por la
cosecha de almas. Dicen amar a Dios, pero le dan la espalda. En donde
esté nuestro corazón, marcará la
diferencia en cuanto al monto ofrendado.
Dios no nos obliga a dar
un monto, pero según demos, así recibiremos de él: “El que siembra escasamente, segará escasamente”. Dios ama al dador
alegre, al que da sin reparos. Al dador alegre, le multiplicará, no hará así
con el que da por obligación o necesidad.
Sea lo que fuere nuestra
ofrenda, El Señor desea que se la demos voluntariamente y de todo corazón. Dios
no quiere que ofrendemos con tristeza. El porcentaje que demos, depende de cuán
agradecidos estemos por las bendiciones de Dios y cuán fuerte sea
nuestro deseo de “hacer tesoros en el cielo”.
El millonario hombre de
negocios R.G. LeTorneau, acostumbraba dar el 90 % de sus ganancias. Un día un
periodista le preguntó si era cierto. Él contestó: “yo no doy nada de lo mío porque todo es de Dios, por el contrario, yo
me dejo el 10 % de lo que es de él”.
Marcos
12:43–44 De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han
echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de
su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento
El Señor Jesús dijo lo
anterior, cuando en una ocasión, se
sentó en el templo mirando el ofrendar de las personas. Algunos eran ricos y
daban mucho. Entonces vino una viuda pobre y echó dos pequeñas monedas de
cobre. Estas monedas tenían muy poco valor monetario; sin embargo, a los ojos
de Jesús, esta mujer había dado mucho más que todos los que habían ofrendado
aquel día. ¿Por qué? Porque ella había dado todo lo que tenía, todo su
sustento. Mientras que los ricos dieron de lo que les sobraba. Es la
proporción, no es la cantidad.
Cuando vayas a la
congregación, no vayas con las manos vacías, dice el Señor. Recuerda que Jesús
va a estar allí (Mateo 18:20), y te
observará, como observó a la viuda pobre.
Nadie puede engañar a
Dios, él todo lo ve y todo lo sabe. Los que nos engañamos somos nosotros,
porque nuestra avaricia, impide que
recibamos las bendiciones de Dios. Y por otro lado, le abre la puerta al devorador.
Pero, lo peor de todo,
es que no ofrendar es darle un golpe bajo a Dios. En lugar de cooperar
con la edificación del templo de Dios, al no ofrendar, cooperamos para que el
templo de Dios, o sea la iglesia, sea destruida.
1
Corintios 3:17 Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él;
porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.
Si nadie ofrenda, las
iglesias tienen que ser cerradas, las embajadas de Dios no pueden mantenerse y
la enseñanza del evangelio es estorbada. Concluimos
entonces que Dios no nos maldecirá
por no ofrendar. Pero nuestra avaricia al no ofrendar, hará que las bendiciones
de Dios se detengan.
La
avaricia es un pecado que le abre la puerta al diablo. Cuando no ofrendas, le abres la puerta al
diablo de par en par para que entre a tu
casa e inicie la obra de destrucción. Y además, al no ofrendar estás renunciado
al arrebato, no te quede duda ¿Cómo va a ser tomado en cuenta aquel que no
tiene ningún interés en cooperar en la edificación de la iglesia?
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