domingo, 18 de septiembre de 2016

LA VIDA SOBRENATURAL EN CRISTO

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La palabra de Dios dice que “Si alguno está en Cristo, es una nueva criatura” (2 Corintios 5:17), con experiencias fuera de lo común, en donde los milagros deben ser parte de esa vida. Una criatura en Cristo es una criatura sobrenatural que puede derrotar gigantes y conquistar la tierra prometida.
Estas no son simples palabras motivadoras, son las promesas de Dios para el que está en Cristo Jesús.  Si estás en Cristo, es porque has sido “sepultado con Él en el bautismo”, entonces, así como Cristo resucitó de los muertos, tú “deberías andar en vida nueva” (Romanos 6:4), porque has sido capacitado para vivir una vida nueva, de victoria, de abundancia, de justicia, de paz y de gozo.
Es importante hacer notar, que la salvación contiene dos elementos: 1)  la salvación de la condenación eterna y 2) la nueva vida en Cristo.
Desdichadamente, la mayoría de nuevas criaturas experimentan solamente el primer elemento, no cumplen con el propósito de Dios para sus vidas o lo atrasan negligentemente.
Veamos el ejemplo de los judíos, Dios los liberó de la esclavitud de Egipto, ellos dejaron de ser esclavos para transformarse  en criaturas libres de toda esclavitud, ese fue el primer elemento de su salvación. Pero Dios no los hizo libres para que murieran en el desierto, sino que les ofreció una nueva vida en una tierra que fluía leche y miel; ese fue el segundo y más importante elemento de su salvación.
En unos cuantos días, los judíos debieron estar disfrutando de esa nueva vida en la tierra prometida, sin embargo vagaron cuarenta años en el desierto y murieron sin experimentar el propósito de Dios porque “temieron enfrentarla guerra” contra los gigantes que poseían esa tierra.
De seiscientas mil familias que salieron de Egipto únicamente dos familias lograron entrar a la tierra prometida y no lo hicieron a los pocos días sino hasta cuarenta años después. ¡Que desperdicio de vida! Cualquier parecido con la vida de los que están en Cristo es pura coincidencia.
De igual manera, Dios nos saca a nosotros de la esclavitud del pecado, para llevarnos a la tierra prometida. Sin embargo, millones mueren sin experimentar esa tierra prometida, ya sea por temor, por falta de fe,  o por negligencia a “enfrentar” al enemigo.
La nueva criatura no tiene una vida igual a la de los demás, su vida es una vida de lucha contra “principados, contra potestades, contra gobernadores, contra seres espirituales de maldad (Efesios 6:12).
La nueva criatura ha sido nombrada embajadora de Cristo y tiene una misión que cumplir, que consiste en hacer que los demás se reconcilien con Dios (2 Corintios 5:20). Y no tiene nada de que temer, Dios le ha suplido una armadura espiritual (Efesios 6:10) para que pueda hacerle frente al enemigo.
Además Dios nos ha dado su Espíritu, el mismo  que hacía milagros por Jesús. Por eso Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14:12). Jesús fue al Padre y nos envió el Espíritu Santo para que haga esas obras.

Marcos 16:17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 16:18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

Jesús nos autorizó a usar su nombre, nombre que es sobre todo nombre, nombre que cuando es mencionado, los demonios tiemblan y huyen despavoridos.  Jesús dijo que “en  su nombre”, las nuevas criaturas pondrían las manos sobre los enfermos y éstos sanarían, porque en su nombre no hay nada imposible.

Lucas 18:27 Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios.

Lo que es imposible para el hombre común y corriente, es posible para la nueva criatura, porque Cristo en la persona del Espíritu de Dios mora en su espíritu. El punto es que Dios no quiere que nos limitemos, él quiere que vivamos una vida sobrenatural.

Efesios 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 1:4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él.

Dios no nos va a bendecir, ya nos bendijo y no se guardó nada, nos bendijo con “toda” bendición espiritual, es decir, nos ha dado todo cuanto precisamos para vivir una vida sobrenatural.
No existe una “segunda bendición o una tercera o una cuarta”. Todo está aquí ahora. Habrá bendición tras bendición al recibirla usted, una por una y momento tras momento.  Toda bendición espiritual nos habla del poder ilimitado del Espíritu Santo que obra en la nueva criatura.

1 Corintios 15:47-49 El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.

Así como hemos traído la imagen del hombre terrenal, traigamos ahora la imagen del celestial. Por muchos años fuimos criaturas terrenales que actuábamos de conformidad con el espíritu del mundo, haciendo la voluntad del enemigo de Dios. Pero, ahora somos criaturas celestiales y debemos actuar como tales,  haciendo la voluntad de Dios.
Jesús vino a deshacer las obras del diablo (Juan 3:8), pero tuvo que irse de regreso al cielo, y la iglesia, compuesta por todas las nuevas criaturas en Cristo Jesús, es la encargada ahora de hacer ese trabajo. Tú, como nueva criatura eres parte de la iglesia y es tu obligación enfrentar al diablo y deshacer sus obras, no seas negligente.

Efesios 2:6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús

Comprende de una vez por todas, que Dios nos sentó en lugares celestiales junto a Cristo, lo que implica un status superior, una posición por encima de las personas naturales y por encima del diablo y sus ángeles.

Efesios 1:19 y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, 1:20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, 1:21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; 1:22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 1:23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

Ya no somos hombres caídos  en posición de desventaja ante Satanás, las cosas han cambiado, ahora estamos por encima de todo principado, autoridad, poder y  señorío espiritual. El diablo dejó de tener sobre nosotros, ahora somos nosotros los que tenemos autoridad sobre él y sobre todos sus secuaces.
El poder que levantó a Cristo de los muertos reposa sobre la nueva criatura, la cual ha sido sentada junto a  Jesús en los lugares celestiales. No necesitas sentirlo, no necesitas verlo, solamente debes creerlo, “Cristo está a tu lado”. Alabado sea el Señor¡
Antes, nuestra atmósfera era terrenal, era una atmósfera de imposibilidades, de condenación, de señalamiento y de frustración. Pero ahora nos desenvolvemos en una atmósfera celestial, donde todo es posible y donde no hay ninguna condenación (Romanos 8:1) sino que todo es paz, justicia y gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17).

Marcos 11:23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho

La nueva criatura se encontrará gigantes y montes que le quieran impedir el paso a la tierra prometida. Pero les dirá: “quítense” y desaparecerán inmediatamente, es una promesa de Dios. No solamente hemos recibido toda autoridad, sino que hemos recibido el poder sobrenatural de Dios para acabar con todo lo negativo que se oponga a nuestro paso.

Juan 14:20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.

Jesús está en nosotros en la persona del Espíritu Santo, por eso podemos hacer las obras que él hizo, porque él está en nosotros.

2 Pedro 1:3 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,

Todo lo que pertenece a la vida y la misericordia nos han sido dadas. El depósito ya fue hecho, lo que resta es utilizarlo. Lo que tenemos que hacer  es conocer  nuestra  nueva  identidad,  nuestro  nuevo  potencial  y  nuestros  nuevos beneficios, como resultado de nuestra nueva naturaleza. El cristiano está lleno de poder, es el recipiente de un tesoro que contiene todo el poder divino (2 Corintios 4:7).

2 Pedro 1:4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;

Dios ha cumplido su promesa de hacernos participantes de su naturaleza divina. No sé si usted puede comprender las dimensiones de esta promesa, pero es algo fabuloso e indescriptible. Dentro del cristiano hay una naturaleza que lo identifica con el Padre. Él nos ha dado su ADN y nos ha engendrado como hijos. Si el Padre es del cielo, nosotros somos del Cielo, si el Padre vive en las alturas, nosotros vivimos en las alturas. Dios nos dio todo lo que tenía que darnos, si somos diligentes, llegaremos a lo más alto y podremos experimentar lo que es realmente estar en Cristo.

Romanos 8:31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

¿Podrá el diablo contra nosotros? Claro que no, porque Dios está con nosotros. Estamos sentados en lugares celestiales junto a Cristo y el diablo no puede acercarse.

Efesios 1:13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 1:14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

Hemos sido sellados con el Espíritu Santo, nuestra envoltura es la sangre de Cristo y esa envoltura tiene un sello de propiedad que dice; “esta es una criatura celestial que me pertenece, no tocar. Firma: Dios
Pero, el Espíritu Santo, no solamente es el sello sino también las arras. De acuerdo con el diccionario, el significado de arras es: “Cosa que se da como prenda o señal en algún contrato”. Dios nos da el Espíritu Santo, como garantía de que cumplirá su pacto y que nuestra salvación es segura y eterna.
Una vez que el sello se imprime en nosotros, no importa lo que hagamos (excepto que dejemos de creer), el sello permanece en nosotros. No fuimos sellados por un tiempo, sino hasta la redención de la posesión adquirida, y nosotros somos la posesión adquirida por Dios.

1 Corintios 15:51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 15:52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 15:53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. 15:54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.

Este pasaje habla del día de la redención de la posesión adquirida. Dios nos puso su sello, como una garantía de que seremos redimidos ese día en nuestro cuerpo.

Efesios 1:16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, 1:17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, 1:18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos.

Debemos pedirle a Dios  sabiduría y  revelación,  para poder comprender: 1) la esperanza a que hemos sido llamados y 2) cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia.
La palabra griega traducida “revelación” significa “correr el velo” para mostrarnos la visión. El Espíritu Santo nos da primero sabiduría, o sea la capacidad de entender. Una vez que estamos capacitados para entender, nos da la revelación. Y nos revela, en primer lugar, la esperanza a que hemos sido llamados. Antes de ser salvos, no teníamos esperanza. Pero, después de ser salvos, nuestra situación cambió y somos llenos de esperanza.
Sin Cristo no hay esperanza de gloria alguna, pero en Cristo tenemos la esperanza de la gloria de Dios (Colosenses 1:27).  Y hemos recibido una herencia, esa herencia son las riquezas de la gloria de Dios.
La gloria de Dios es todo lo que Satanás nos arrebató y que Cristo recuperó para nosotros. Adán disfrutaba de la gloria de Dios, pero por el pecado, él y todos sus descendientes fuimos destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23) que Cristo ha recuperado.
 La gloria de Dios es luz, es vida, es poder, es sanidad, es amor, es justicia, es santidad, es majestad, es esplendor, es magnificencia y además es la suplencia de nuestras necesidades materiales.
Dios debe alumbrar nuestros ojos espirituales, para que entendamos que nuestra gloria y nuestra herencia, se inician aquí ahora y continúan después de la muerte.

2 Corintios 8:9 Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.

Cristo se hizo pobre (espiritualmente), renunció a su gloria, para que nosotros fuésemos bendecidos con toda bendición espiritual, eso es ser rico. Usted puede tener todo el dinero que quiera, pero no puede comprar la vida eterna ni la gloria de Dios.
S no estás en Cristo, aunque tengas muchos bienes materiales, eres un desventurado, pobre, miserable, ciego y desnudo (Apocalipsis 3:17).
Mientras estemos en la tierra, no todos seremos ricos materialmente, pero ninguno de nosotros tendrá carencia  alguna, pues Dios ha prometido encargarse de nuestras necesidades (Mateo 6:33).

1 Pedro 2:24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

Dios no prometió que no nos enfermaríamos, pero sí prometió que seríamos sanados por la herida de Cristo. Nos podemos enfermar, porque nuestros cuerpos todavía no han sido redimidos, pero podemos reclamar la sanidad como un derecho adquirido por la herida que sufrió Cristo. Además el Espíritu de Dios está en nosotros para que pongamos las manos sobre otros enfermos y éstos sanen (Marcos 16:17)

1 Pedro 2:9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios,

Ponga atención a lo que eres, alaba y grita a los cuatro vientos que usted es del linaje real, que usted es un príncipe o una princesa de Dios.

Colosenses 1:13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 1:14en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

El creyente no es de este mundo, ha sido trasladado al reino de Dios. Dejó el barrio de las limitaciones, de las enfermedades y de las imposibilidades para ir a vivir al barrio de la sanidad, de lo ilimitado y de lo sobrenatural.

Éxodo 19:14 dice que Dios sacó al pueblo de Israel de Egipto, como en alas de águila. El pueblo de Israel voló por encima de todos los que se oponían y por encima de todas las circunstancias. Y así sigue siendo, las nuevas criaturas somos como las águilas, que nos elevamos por encima de la tormenta para verla pasar.
El águila vive en las alturas y solamente come comida viva. El buitre come lo que desechan los demás, come lo podrido, por eso se enferma y es fácil presa de otros animales, porque no puede volar cuando está lleno.

1 Pedro 5:8-9 Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe.

Si nos encontramos en lugares altos, el enemigo no podrá tocarnos. A este adversario, lo resistimos en la fe, pues es la fe, la que nos mantiene en los lugares celestiales. Y la fe viene por el oír  la palabra de Dios (Romanos 10:17); el creyente no se alimenta por la boca, sino por el oído.

Mateo 4:4 Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

La nueva criatura es un águila y el águila no come lo que dejan los demás. El águila se alimenta únicamente de comida viva y la palabra de Dios es esa comida viva y eficaz (Hebreos 4:12).
El buitre por su parte se alimenta de los sobros de otros, de comida descompuesta. Por eso su vida espiritual es un fracaso y vive enfermo y a punto de morir. La debilidad espiritual es el resultado de una dieta pobre. Un cristiano débil no se reproduce porque no tiene fuerzas. Tampoco puede discernir la verdad y mucho menos combatir al enemigo y se transforma en un blanco fácil.

Mateo 6:19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 6:20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 6:21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

El buitre hace su nido en los árboles caídos o en la tierra. Pero Dios dice que no hagamos tesoros en la tierra, sino en los lugares celestiales, como las águilas, donde el diablo no nos pueda robar.
La cabeza del buitre no tiene plumas, porque esto le permite meterla dentro de cuerpos mutilados y sacar su alimento. Comen esa comida descompuesta y se intoxican, de tal manera que cuando llega el enemigo no pueden volar.
Cuando el buitre está en la iglesia, se siente espiritual y junto con los demás ora, canta, se goza, se alimenta de la palabra de Dios y siente la presencia del Espíritu. Pero cuando está solo, lo que siente es la enfermedad espiritual y ni siquiera puede orar.
Pero el águila se alimenta en su intimidad (Mateo 6:6). Hay cristianos que vienen a pedir que oremos por ellos para poder levantar vuelo. Y se ora por ellos, pero salen y sacuden sus alas pero no se desprenden del suelo porque están enfermos.

Lucas 6:45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Las personas confiesan lo que tienen en su corazón, confiesan lo que han digerido por el oído. Los buitres confiesan negatividad, fracaso, enfermedad, imposibilidades, desamor, porque eso es lo que tienen en su corazón, porque ese ha sido su alimento. El águila confiesa positividad, victoria, salud, posibilidades y amor.

Génesis 17:4-5 He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes.

Dios hizo un pacto con Abraham y lo primero que hizo fue cambiarle el nombre. “Abram” significa “padre de una gran multitud”. Dios le cambió el nombre para que Abraham ya no escuchara su nombre como una persona sin hijos, sino que en adelante se llamaría “padre de multitudes”.  A partir de ese momento Abraham  confesaría lo que él sería cuando alguien le preguntara su nombre. El diría “me llamo padre de multitudes”,  es lo que Dios quería que confesara.

Génesis 32:27 Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. 32:28 Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

Jacob significa “suplantador” y Jacob era un suplantador. Pero Dios le cambió el nombre y ya no sería nunca más un suplantador sino que sería “Israel” que significa “el que reina con Dios”. Una vez que Dios cambió el nombre a Jacob, éste confesaría que reinaba con Dios, cuando alguien le preguntara su nombre. ¿Y qué somos nosotros?

Romanos 9:6 No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, 9:7 ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. 9:8 Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.

Nosotros somos israelitas, según la promesa y como tales debemos confesar que “reinamos con Dios”. Ya no somos pecadores sino santos en Cristo Jesús. Ya no somos esclavos sino libres, ya no somos pobres sino ricos, ya no somos personas comunes sino hijos del Rey de Reyes y Señor de Señores y eso es lo que debemos confesar.

Apocalipsis 2:17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.

Desde el momento mismo en que somos nuevas criaturas, Dios nos ha dado un nombre nuevo, como lo hizo con Abraham y con Jacob. No sabemos cuál es ese nombre, lo sabremos cuando estemos en su presencia, lo que sabemos es que el nuevo nombre nos identifica con la naturaleza de la nueva criatura, nos identifica con la familia de Dios.
La razón es la causa de que fracasemos y es lo que ocasiona que los planes de Dios se atrasen y pasemos por situaciones que no debimos de pasar. La razón es esclava de los sentidos y la persona que se deja dominar por ellos será víctima de las limitaciones. Además se caracteriza por lograr algo a través del esfuerzo humano.
La fe se caracteriza por nuestra confianza en Dios, así que el éxito no depende de nuestros logros personales sino de los logros de Dios en nosotros.
Para que se produzca un milagro se necesitan dos elementos: 1) el poder de Dios y 2) la fe de nosotros. Cuando la fe de nosotros se combina con el poder de Dios, entonces suceden los milagros.

Romanos 4:17-21 (como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme  a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido.

En este versículo se nos dice, que Abraham creyó a Dios, quien da vida a los muertos y llama las cosas que no son como si fuesen. Abraham no se debilito en la fe al ver la realidad. Él no tomó en cuenta que su cuerpo estaba como muerto y que Sara era estéril, simplemente le creyó a Dios, porque sabía que las promesas de Dios son sí en él y en él amén (2 Corintios 1:20). Al igual que Abraham, lo que tenemos que hacer es creer, haciendo la razón a un lado.
La Biblia no es un libro cualquiera,  es un libro sobrenatural, tiene un efecto transformador. Si lo lees, lo estudias y lo asimilas, tu fe se verá acrecentada y se sucederán los milagros. Dios no sólo es capaz de obrar milagros, sino que  son necesarios para que se haga realidad todo lo que tiene previsto para nosotros.
Los cristianos somos los depositarios del poder divino y los receptores de toda bendición espiritual. Ese poder divino con el que los primeros seguidores de Jesús «trastornaron el mundo entero» (Hechos 17:6). Aquellos humildes hombres y mujeres, tenían tal confianza en que el poder sobrenatural de Dios estaba a su disposición que se atrevieron a enfrentarse al imperio Romano y lo sacudieron hasta sus mismos cimientos.
Si los milagros son menos comunes hoy en día no es porque el poder o las promesas de Dios se hayan desvirtuado, sino porque hay menos personas que creen en ellos.

2 Crónicas 16:9 Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él.

Un corazón perfecto para Dios es un corazón que confía en Dios y lo obedece (Hechos 13:22). Dios quiere que se hagan milagros, pero no depende de él, sino de nuestra fe y de nuestra disposición a hacer lo que Dios quiere.

Gálatas 5:6 porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.

Si no tienes amor en tu corazón, no habrá ningún milagro en tu vida. La fe obra por el amor, necesitas el amor para activar el milagro. Todos tenemos el poder y todos tenemos el amor, porque la palabra de Dios dice que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones (Romanos 5:5). Lo que sucede, es que no todos hemos desarrollado la fe que se necesita y no todos hemos  desarrollado  ese  amor  que  ha  sido
puesto en nuestros corazones. Debe ser un amor que sufra, que soporte, que perdone, que todo lo crea, que no busque lo suyo (1 Corintios 13: 4-8), en otras palabras, un amor incondicional, que no se limite a nuestros parientes y personas queridas, sino que llegue incluso a nuestros enemigos. Para que se hagan los milagros, debemos pagar un precio: el precio del amor. La falta de amor, es un impedimento para los milagros.
Si tienes amor y tienes fe, entonces debes activar tu milagro, creyendo que Dios cumple sus promesas, ignorando las circunstancias y dejando que la fe esté por encima de la razón.
¿Quieres un milagro? Entonces cierra tus ojos y visualiza el milagro. Si lo puedes visualizar, es porque    Dios  te lo está concediendo, entonces actúa y confiésalo. Recuerda siempre, que el amor, el poder y las promesas del Señor permanecen inalterables y    que Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (Hebreos 13:8) y él está en ti. Amén.
Ya los sabes, estás destinado para las alturas y tienes una obligación que cumplir: deshacer las obras del diablo. No seas negligente, esfuérzate  y se valiente, que Dios está contigo, tal y como lo estuvo con Josué.
Camina hacia la tierra prometida, recuerda que el poder que levanto a Cristo de los muertos está en ti, tú eres una criatura sobrenatural. Que no se te olvide que tu vida ya no es tu vida, que fuiste comprado por precio, para que vivas para Cristo.  Si eres diligente, Dios te estará esperando para darte tu corona.


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