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Aunque los fariseos se
jactaban de conocer las escrituras, Jesús les dijo: “erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios” (Mateo 22:29).
Es muy lamentable
decirlo, pero eso se sigue dando en casi todas las iglesias cristianas de la
actualidad. En esas iglesias encontramos “pastores”
que se saben muchos versículos de la Biblia, pero “ignoran totalmente las escrituras y el poder de Dios”.
En esas iglesias
escuchas decir: “No tomes, no comas, no
cantes, no bailes, no veas tele, no compartas, porque te condenas”, cuando la palabra de Dios dice claramente que “no hay ninguna condenación para los que están
en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).
En esas iglesias
escuchar decir que “tienes que
santificarte a través del esfuerzo humano”, cuando la Biblia dice que somos santificados en Cristo Jesús (1 Corintios 1:2, 1:30).
En esas iglesias enseñan
que tenemos que poner todo nuestro
empeño para “andar en los estatutos de
Dios, guardar sus preceptos y ponerlos por obra”, cuando la palabra de Dios
enseña claramente que esa es la “obra del
Espíritu Santo en nosotros” (Ezequiel
36:26, Hebreos 10:16).
En esas iglesias enseñan
que tenemos que “justificarnos a través
del cumplimiento de la ley”, cuando la palabra de Dios enseña que “el que trata de justificarse a través del
cumplimiento de la ley, más bien se desliga de Cristo y cae de la gracia” (Gálatas 5:4).
En esas iglesias enseñan
que para ser salvos lo único que necesitamos es “creer en Cristo”, cuando el mismo Cristo enseñó que además de creer debemos bautizarnos para
poder ser salvos (Marcos 16:16), porque
es en el bautismo que se hace efectivo el perdón de pecados que efectuó Jesús
en la cruz hace más de dos mil años (Hechos
2:38, Hechos 22:16).
Mientras que las
escrituras nos enseñan que Cristo es el Rey de reyes y el Señor de señores (1 Timoteo 6:15) al que debemos servir;
en las iglesias enseñan que debemos servirnos de Cristo, como si nosotros fuésemos
los Reyes y Cristo el súbdito.
2
Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí,
sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Las escrituras enseñan que
debemos vivir para Jesús porque
Jesús es el Señor. Sin embargo, en las iglesias presentan a Jesús como el salvador, como el sanador y como el
prosperador que vive para nosotros.
Los creyentes se acercan
a ver qué le pueden sacar a Jesús, a
ver qué pueden recibir de Él, en vez de acercarse, para poner su vida en sus
manos. De esta manera, Jesús es su
siervo, tiene que darles, y hacer
todo lo que le pidan porque ellos son los señores.
Ellos dicen: "Señor dame esto, dame aquello, bendíceme,
sáname, prospérame, dame un mejor trabajo, haz que me aumenten el sueldo".
Basta ir a un culto de oración para escuchar largas listas de pedidos y para
darnos cuenta que tratan a Jesús como si fuera su sirviente.
En las iglesias enseñan:
"El Señor te va a dar esto y aquello".
Anuncian un evangelio de ofertas. El
predicador dice: "Señores, acepten a
Jesús”, cuando en realidad, el llamado debería ser “entreguen sus vidas a Jesús”.
Mateo
10:37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a
hijo o hija más que a mí, no es digno de mí;
Mientras que las
escrituras enseñan que el que no ama a Jesús, más que a sus hijos o sus padres,
no es digno de Jesús. En las iglesias enseñan que debemos amar a nuestros hijos y a nuestros
Padres antes que al Señor. Si nos queda algo de amor, tal vez podamos amar al
Señor.
Mateo
10:38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 10:39
El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la
hallará.
Mientras que las
escrituras enseñan que debemos tomar la cruz, y vivir para Cristo, en las
iglesias enseñan que es Jesús el que debe perder su vida otra vez por ellos. Los fieles ni
siquiera pierden el tiempo en Jesús.
Esto nos indica
claramente los pastores no tienen conocimiento de las escrituras ni
del poder de Dios y menos los fieles que los escuchan.
Algunas personas, hasta
dan la idea, de que si llegar a estar
en Cristo le están haciendo un favor
a Jesús. Hay que rogarles para poder llevarlos a Cristo, hay que apelar a sus
intereses y no a los intereses del reino de Dios. La manera de convertirlos, es
asustándolos con el infierno. “Si mueres
sin Cristo, irás al infierno”, esa es la enseñanza.
En las iglesias no les
enseña que deben dejar su vieja vida para vivir para Cristo, porque si les
enseñan que deben dejar su vida, entonces no llegan a Cristo. De tal manera, que el evangelismo se está
convirtiendo en un engaño, en donde se enseñan medias verdades y no la verdad absoluta de Dios.
Juan
16:8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
En las iglesias enseñan
que debemos convencer a los pecadores
para que se conviertan a Cristo, mientras que la palabra de Dios nos dice que
el que convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio es el Espíritu
Santo.
En casi la totalidad de las
iglesias usted no aprende nada,
porque los cultos son cultos de motivación,
son cultos para alentarnos, para hablarnos de bendiciones y de prosperidad no
tienen sus ojos puestos en el reino de Dios sino en el reino de las tinieblas.
Y con las alabanzas sucede lo mismo; la
disposición del mobiliario, de los bancos, del púlpito, de los parlantes, del
programa y de la música, son para cantarle a los hombres, no para alabar
a Dios.
Los cánticos dicen: “Señor
manda lluvia, manda esto y manda aquello”, son canciones centradas en el
hombre, esas no son alabanzas porque creen que “alabanza” significa “pedir”.
“Alabar” significa exaltar, agradecer, elogiar al Señor por todo lo que
nos ha dado, lo que nos da y lo que nos dará.
Romanos
11:36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la
gloria por los siglos. Amén.
Y qué decir de las egoístas
oraciones: "Señor, bendice mi hogar,
bendice mi familia, sana a mi gatito, dame el trabajito que me conviene, ayúdame a pagar la deuda aquella, en el
nombre de Jesús”.
Esas oraciones están
totalmente centradas en nosotros, son “las oraciones del yo”. Los que hacen
estas oraciones no conocen las escrituras porque ellas enseñan que la oración no es para que se haga nuestra
voluntad sino para que se haga la voluntad de Dios.
La oración que Jesús
enseñó se inicia: “Padre nuestro que estás
en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino y hágase tu
voluntad así en la tierra como en el cielo” (Mateo 6:9-10)
De acuerdo a lo que Jesús
enseñó, toda oración debe tener tres
puntos sumamente importantes. En primer
lugar debemos alabar al Padre
celestial, son muchas cosas por la que podemos alabarlo: por darnos la vida
eterna, por enviar a su hijo a morir por nosotros, por bendecirnos con toda
bendición espiritual, por la salud, por la vida…
En segundo lugar debemos pedir que se
haga su voluntad en la tierra así como se hace en el cielo, de no ser así, se
sigue haciendo la voluntad del hombre y del diablo. Dios no hace nada sino lo
pedimos, él quiere que nuestra voluntad sea su misma voluntad.
En tercer lugar, debemos pedir que el
reino venga a la tierra y se establezca físicamente de una vez por todas.
El reino de Dios no se
ha establecido físicamente en la tierra porque los creyentes no lo piden,
pareciera que estamos conformes con el reino de las tinieblas que gobierna este
mundo.
Después de eso es que
podemos empezar a pedir para nosotros,
pero no antes. Sin embargo las oraciones de los creyentes son al revés,
primero ellos y luego Dios. Eso es así porque
no conocen las escrituras ni el poder de Dios.
Mateo
28:19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en
el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 28:20 enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo. Amén..
Jesús dijo que
hiciéramos discípulos y les enseñáramos, que guarden todas las cosas que él nos
mandó. Si Él es el Señor, nosotros somos
sus siervos. Si Él es el Señor, cuando nos habla le obedecemos. Sin
embargo, los “pastores”, no enseñan nada de eso. NO quieren que se les vaya “la
clientela”. Si les dicen a los fieles
sus responsabilidades con el reino de Dios, no vuelven a la congregación,
porque no quieren oír eso. Solo quieren oír lo que Jesús les puede dar, pero no
lo que ellos le pueden dar a Jesús.
Por eso, la verdadera
iglesia es “la manada pequeña” (Lucas
12:32), porque la componen únicamente los pocos cristianos comprometidos.
Los demás, se van a las iglesias en donde no hay compromisos; en donde tienen cabida los cristianos
nominales, que creen que ser hijo de Dios es asistir al culto una vez a la
semana para limpiarse de sus pecados, o
para pedirle algo al Señor y punto.
La mayoría de los
cristianos, ni siquiera se atreven, a poner un comentario bíblico en las “redes
sociales”, por temor a la crítica, por
temor a ser tildados de panderetas, o por el temor de que los hagan a un
lado.
Si en esas iglesias se vieran
amenazados de ir a la cárcel por predicar el evangelio, tal y como ocurrió con
los apóstoles, seguro orarían: "Padre,
ten misericordia de nosotros, no
permitas que nos metan a la cárcel, recuerda que estamos trabajando para ti".
Pero, esa no fue la oración de los apóstoles:
Hechos
4:29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo
denuedo hablen tu palabra, 4:30 mientras extiendes tu mano para que se hagan
sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.
Los apóstoles no oraron
para ser librados de la cárcel, ellos oraron, para que el Señor les concediera
todo denuedo para continuar enseñando la
palabra de Dios y para que el Señor
hiciese señales y prodigios que confirmaran que ellos que venían en su
nombre. Nunca pensaron en ellos mismos,
sino en servir a Dios. Que diferencia con los falsos pastores y maestros de hoy
en día.
Hay creyentes, que nunca
se congregan, pero dicen que “hablan con
Dios” todos los días al levantarse. Sus oraciones son: "cuídame, ayúdame, protégeme". Jamás dicen: “envíame”.
En la Edad Media, la
gente creía que la tierra era el centro del universo, y que el sol giraba alrededor
de ella. Eso mismo es lo que piensan en las iglesias cristianas, enseñan que los hombres son el centro, y que
Dios gira alrededor de los hombres para darles lo que ellos pidan.
No
conocen las escrituras, por eso enseñan que Dios es el sol y que los
creyentes giran alrededor de él. Por eso
enseñan que tenemos que hacer la voluntad de Dios y no nuestra propia voluntad.
Juan
6:26 al 27: Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me
buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os
saciasteis. Trabajad, no por la comida
que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del
Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.
Jesús dijo, que muchos
lo seguían, pero no iban detrás de él sino detrás del pan que él multiplicaba. Eso
sucede con la mayoría de los evangélicos, siguen a Jesús por lo que Jesús les
pueda dar.
¿Qué sucedería si un
Congreso de Teólogos, llegará a la conclusión de que no hay ni cielo ni
infierno? ¿Cuántos cristianos quedarían? Casi ninguno. La mayoría diría: "Si no hay cielo ni infierno, ¿para qué
seguir y amar a Cristo?".
La mayoría de los
creyentes, van a la iglesia con la
esperanza de recibir un milagro, no para ponerse a las órdenes del Rey de
reyes y Señor de señores, por eso no reciben nada. Ustedes pueden ver, las
miles de personas que se congregan cuando Benny
Hinn llega a una ciudad. ¿A qué van? No van a escuchar la palabra de Dios,
van con la esperanza de recibir un milagro.
Como ya lo vimos, en las
iglesias fundamentan sus enseñanzas en versículos aislados de la Biblia. Solamente leen los versículos que les
convienen, o los versículos que les
prometen algo y con esos versículos forman una doctrina, ignorando
los demás versículos y las demandas de Jesucristo.
¿Quién los autorizó para
enseñar solo una parte de la Biblia? ¿Quién los autorizó a ofrecer a Jesús como
su salvador personal, en vez de presentarlo como el Señor?
En las iglesias enseñan
que Jesús
se hizo pobre para que nosotros fuésemos ricos (2 Corintios 8:9), entonces afirman que los creyentes no tienen por
qué ser pobres. No conocen las escrituras, Jesús se hizo pobre espiritualmente, renunció a su deidad para que nosotros fuésemos ricos
espiritualmente, a eso se refieren las escrituras, por eso Efesios 1:3 dice que hemos
sido bendecidos con toda bendición espiritual, no dice que hemos sido
bendecidos con toda bendición material.
Romanos
8:28 Y sabemos que a los que aman a
Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados.
En las iglesias enseñan
que todas las cosas que nos suceden son para bien, o sea que Dios hará que las
circunstancias negativas de todos los creyentes se conviertan en positivas. Pero
eso no es lo que dice el versículo, lo que dice es que “los que aman a Dios” todas las cosas les ayudan a bien. Y los que
aman a Dios son aquellos que viven para Cristo, no son todos los creyentes.
A Dios no se le ama de
palabra sino de hecho, por eso el apóstol Santiago dice: “Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras”
porque “la fe sin obras es muerta” (Santiago 2:17-18).
Nadie
alcanza la salvación por obras, es por gracia, para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9), pero el que es salvo participa
de las obras de que Dios preparó de antemano (verso 10) para que otros sean salvos.
Lucas
12:32 No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el
reino. 12:33 Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se
envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni
polilla destruye. 12:34 Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también
vuestro corazón.
De este pasaje, en las
iglesias enseñan únicamente el verso 32.
Ellos leen este verso y se alegran diciendo “el reino de Dios es de nosotros, porque a Dios le plació dárnoslo”.
Pero no hacen referencia los versos
33 y 34 ¿Por qué? Porque allí
se les dice, que deben vender sus bienes
para compartirlos con los más necesitados; porque allí se les dice, que deben hacer tesoros en el cielo y eso no les
conviene. Es cierto, que Dios le
place darnos el reino, pero únicamente a aquellos, que renuncian a su vida
materializada.
He escuchado muchos
sermones basados en el verso 32, pero nunca
escuché un sermón basado en los versos 33 y 34. Estos versos no están en
el la Biblia de las iglesias cristianas. Que conveniente. ¿Quién es el que decide, cuáles versículos sí y cuáles no? ¿Quién decide cuáles son obligatorios y
cuáles son optativos?
En las iglesias nos dan algunos
mandamientos “obligatorios” como "no embriagarse” y otros “optativos” como "el vivir para Cristo”. Y como decía al
principio, hablan mucho de que todo nos
condena:
Juan
3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para
que el mundo sea salvo por él.
Las escrituras enseñan
que Jesús no vino a condenar al mundo sino a salvarlo de la condenación. Si
Jesús no condena a nadie ¿Por qué en las iglesias condenan a todos? La respuesta
es una: al igual que los fariseos de la época de Jesús, no tienen conocimiento de las escrituras ni del poder de Dios.
Mateo
23:4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los
hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
Los fariseos se
consideraban santos, mientras
que para ellos, los demás
eran unos pecadores. Vivían señalando a los demás y dándoles cargas que
ellos no cargaban. Jesús los desenmascaró y les llamó “sepulcros blanqueados”, porque eran blancos por fuera pero por
dentro estaban llenos de gusanos.
Y es que todos,
absolutamente todos, estamos llenos de inmundicia. La palabra de Dios dice que no hay justo ni aún uno (Romanos 3:10). Los pastores y muchos
fieles que se presentan como “santulones”
y viven señalando a los demás, son más pecadores que a los que señalan.
El que tiene
conocimiento de las escrituras sabe que no
hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1), tiene paz en su corazón y
no siente que haya nada en su caminar ni en el ambiente en el que se desenvuelve
que lo condene ni que lo haga perder su salvación.
Pero el que desconoce
las escrituras duda, ve la condenación por todo lado, hasta siente las llamas
del infierno a todo lugar que llega, solamente su casa es santa.
Romanos
14:23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con
fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.
El que conoce las
escrituras y el poder de Dios come y bebe sin preocupación alguna porque todo
lo que hace, lo hace confiado en que nada lo condena, por su fe en Cristo. Pero
el que no conoce las escrituras pone en duda si lo que come o bebe lo puede
condenar. Y es precisamente esa duda lo
que lo condena, porque el que duda es porque no tiene fe de que ya fue
perdonado.
Para los que no conocen
las escrituras, los creyentes no debemos juntarnos con los “incrédulos o pecadores”, pero ¿Qué dijo
Jesús?
Mateo
9:10 Y aconteció que estando él sentado
a la mesa
en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores,
que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.
9:11 Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come
vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? 9:12 Al oír esto Jesús, les
dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 9:13 Id,
pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque
no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.
En este pasaje podemos
ver que los fariseos tenían tan poco conocimiento de las escrituras y del poder
de Dios, que criticaron a Jesús porque compartía con los
pecadores y publicanos. Al oírlos Jesús les dijo que los sanos no tenían
necesidad de médico sino los enfermos. Jesús dejó claro que si no compartimos
con los pecadores, no vamos a ganar almas para él. Y agregó: “Id, pues, y aprended lo que significa:
Misericordia quiero, y no sacrificio”.
La palabra sacrificio tiene dos significados: el
primer significado es ofrendar o dar algo
a cambio. Esto lo podemos ver en el Viejo Testamento, donde los sacerdotes
sacrificaban animales a cambio del perdón provisional de pecados. Pero, en el nuevo Testamento dice:
Hebreos
10:17 Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 10:18 Pues donde
hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.
Bajo el nuevo pacto no
tenemos nada que ofrendar, porque Jesús se ofrendó por nosotros y obtuvo eterna
redención con su sangre (Hebreos 9:12).
El segundo significado
de sacrificio es abstenerse
voluntariamente de hacer algo con un fin. El que
desconoce las escrituras quiere abstenerse
de comer, de beber, de divertirse porque para él todas esas son cosas del
mundo. A este segundo significado de sacrificio fue al que se refirió nuestro
Señor Jesús cuando dijo que no quiere
sacrificios, que lo que quiere es misericordia.
Misericordia es un término
que proviene del latín y hace referencia a una virtud que lleva a los seres
humanos a compadecerse del mal ajeno.
Las personas tienen muchos males pero hay uno que está por encima de todos y es
el pecado que los tiene destituidos de la
gloria de Dios (Romanos 3:23).
El hombre necesita conocer la verdad del evangelio para ser perdonado y ser restituido a la gloria de Dios. No es absteniéndonos de hacer algo, que
ayudamos a esas personas, sino llevándoles el evangelio.
Lucas
7:33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís:
Demonio tiene. 7:34 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es
un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. 7:35
Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos.
Juan el bautista no
comía pan ni bebía vino y decían que estaba endemoniado. Por su parte el Señor
Jesús se juntaba con los pecadores y comía y bebía con ellos y lo señalaban
como comelón y bebedor de vino, amigo de
publicanos y pecadores. Si los señalaron a ellos, nos van a señalar a
nosotros, no te preocupes por eso.
Si Jesús nunca pecó ni
hizo nada malo, esto implica de manera indubitable que el juntarse con
pecadores o incrédulos y compartir con ellos, no es pecado, no está prohibido
en la palabra de Dios y no tiene nada de malo.
No olvidemos que
nosotros también nos revolcamos en el polvo. Si hemos sido salvos es por la gracia de Dios, no porque lo
merezcamos o seamos mejores que los demás.
Y ponga atención al
verso 35: “Más la sabiduría es justificada por los hijos”. ¿Qué es lo que nos quiere decir esto? Que
lo que importa es que tengamos hijos espirituales. Hay
personas que no comparten con los incrédulos o con aquellos que consideran
pecadores, pero tampoco tienen hijos espirituales.
Los que no conocen las
escrituras siempre te van a señalar, te dirán que tienes demonio o te dirán
comilón y bebedor de vino. No importa lo que digan si eso lo aprovechas para
llevar personas a Cristo, eso es sabiduría,
la sabiduría no es encerrarse en un convento toda una vida.
Lucas
6:43 No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen
fruto. 6:44 Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos
de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. 6:45 El hombre bueno, del
buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su
corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca
No es buen árbol el que
da malos o buenos frutos sino el que da
frutos. No es un asunto de
comportamiento sino de producción. El cristiano al igual que el árbol, se
conoce por su fruto, entonces dar fruto
es llevar personas a Cristo.
Muchos creyentes creen
que dar testimonio es “dejar de hacer
algo” (como no fumar o no beber),
para que los demás vean un cambio en sus vidas.
Quienes así piensan no conocen
las escrituras, “la vida cristiana es una vida por gracia”. Por gracia somos
salvos (Efesios 2:8), por gracia
Dios nos da sabiduría, por gracia nos justifica, por gracia nos santifica y por
gracia nos redime en Cristo Jesús, no es algo que nosotros podemos conseguir
fuera de Cristo, esa es una obra exclusiva del Espíritu Santo en nosotros
los que estamos en Cristo, Como está escrito: “El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1:30-31).
Los que enseñen otra
cosa no conocen las escrituras ni el poder de Dios. Espero que comprendas estas
grandes verdades.
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