viernes, 21 de julio de 2017

NO CONOCEN LAS ESCRITURAS

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Aunque los fariseos se jactaban de conocer las escrituras, Jesús les dijo: “erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios” (Mateo 22:29).
Es muy lamentable decirlo, pero eso se sigue dando en casi todas las iglesias cristianas de la actualidad. En esas iglesias encontramos “pastores” que se saben muchos versículos de la  Biblia, pero “ignoran totalmente las escrituras y el poder de Dios”.
En esas iglesias escuchas decir: “No tomes, no comas, no cantes, no bailes, no veas tele, no compartas, porque te condenas”, cuando la palabra de Dios dice claramente que “no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).
En esas iglesias escuchar decir que “tienes que santificarte a través del esfuerzo humano”, cuando la Biblia dice que somos santificados en Cristo Jesús (1 Corintios 1:2, 1:30).
En esas iglesias enseñan que tenemos  que poner todo nuestro empeño para “andar en los estatutos de Dios, guardar sus preceptos y ponerlos por obra”, cuando la palabra de Dios enseña claramente que esa es la “obra del Espíritu Santo en nosotros” (Ezequiel 36:26, Hebreos 10:16).
En esas iglesias enseñan que tenemos que “justificarnos a través del cumplimiento de la ley”, cuando la palabra de Dios enseña que “el que trata de justificarse a través del cumplimiento de la ley, más bien se desliga de Cristo y cae de la gracia” (Gálatas 5:4).
En esas iglesias enseñan que para ser salvos lo único que necesitamos es “creer en Cristo”, cuando el mismo Cristo enseñó que además de creer debemos bautizarnos para poder ser salvos (Marcos 16:16), porque es en el bautismo que se hace efectivo el perdón de pecados que efectuó Jesús en la cruz hace más de dos mil años (Hechos 2:38, Hechos 22:16).
Mientras que las escrituras nos enseñan que Cristo  es el Rey de reyes y el Señor de señores (1 Timoteo 6:15) al que debemos servir; en las iglesias enseñan que debemos servirnos de Cristo, como si nosotros fuésemos los Reyes y Cristo el súbdito.

2 Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Las escrituras enseñan que debemos vivir para Jesús porque Jesús es el Señor. Sin embargo, en las iglesias presentan a Jesús como el salvador, como el sanador y como el prosperador que vive para nosotros.
Los creyentes se acercan a ver qué le pueden sacar a Jesús, a ver qué pueden recibir de Él, en vez de acercarse, para poner su vida en sus manos. De esta manera, Jesús es su siervo,  tiene que darles, y hacer todo lo que le pidan porque ellos son los señores.
Ellos dicen: "Señor dame esto, dame aquello, bendíceme, sáname, prospérame, dame un mejor trabajo, haz que me aumenten el sueldo". Basta ir a un culto de oración para escuchar largas listas de pedidos y para darnos cuenta que tratan a Jesús como si fuera su sirviente.
En las iglesias enseñan: "El Señor te va a dar esto y aquello". Anuncian un evangelio de ofertas. El predicador dice: "Señores, acepten a Jesús”, cuando en realidad, el llamado debería ser “entreguen sus vidas a Jesús”.

Mateo 10:37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí;

Mientras que las escrituras enseñan que el que no ama a Jesús, más que a sus hijos o sus padres, no es digno de Jesús. En las iglesias enseñan que  debemos amar a nuestros hijos y a nuestros Padres antes que al Señor. Si nos queda algo de amor, tal vez podamos amar al Señor.

Mateo 10:38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 10:39 El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.

Mientras que las escrituras enseñan que debemos tomar la cruz, y vivir para Cristo, en las iglesias enseñan que es Jesús el que debe perder  su vida otra vez por ellos. Los fieles ni siquiera pierden el tiempo en Jesús.
Esto nos indica claramente los pastores no tienen conocimiento de las escrituras ni del poder de Dios y menos los fieles que los escuchan.
Algunas personas, hasta dan la idea, de que si llegar a estar en  Cristo le están haciendo un favor a Jesús. Hay que rogarles para poder llevarlos a Cristo, hay que apelar a sus intereses y no a los intereses del reino de Dios. La manera de convertirlos, es asustándolos con el infierno. “Si mueres sin Cristo, irás al infierno”, esa es la enseñanza.
En las iglesias no les enseña que deben dejar su vieja vida para vivir para Cristo, porque si les enseñan que deben dejar su vida, entonces no llegan a Cristo.  De tal manera, que el evangelismo se está convirtiendo en un engaño, en donde se enseñan medias verdades y no la verdad absoluta de Dios.

Juan 16:8 Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.

En las iglesias enseñan que debemos convencer a  los pecadores para que se conviertan a Cristo, mientras que la palabra de Dios nos dice que el que convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio es el Espíritu Santo.
En casi la totalidad de las iglesias usted no aprende nada, porque los cultos son cultos de motivación, son cultos para alentarnos, para hablarnos de bendiciones y de prosperidad no tienen sus ojos puestos en el reino de Dios sino en el reino de las tinieblas.
Y con las alabanzas sucede lo mismo; la disposición del mobiliario, de los bancos, del púlpito, de los parlantes, del programa y de la música,  son para cantarle a los hombres, no para alabar a Dios.  
Los cánticos  dicen: “Señor manda lluvia, manda esto y manda aquello”, son canciones centradas en el hombre, esas no son alabanzas porque creen que “alabanza” significa “pedir”.
“Alabar” significa exaltar,  agradecer, elogiar al Señor por todo lo que nos ha dado, lo que nos da y lo que nos dará.

Romanos 11:36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.

Y qué decir de las egoístas oraciones: "Señor, bendice mi hogar, bendice mi familia, sana a mi gatito, dame el trabajito que me conviene,  ayúdame a pagar la deuda aquella, en el nombre de Jesús”.
Esas oraciones están totalmente centradas en nosotros, son “las oraciones del yo”. Los que hacen estas oraciones no conocen las escrituras porque ellas enseñan que la oración no es para que se haga nuestra voluntad sino para que se haga la voluntad de Dios.
La oración que Jesús enseñó se inicia: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo” (Mateo 6:9-10)
De acuerdo a lo que Jesús enseñó,  toda oración debe tener tres puntos sumamente importantes. En primer lugar debemos alabar al Padre celestial, son muchas cosas por la que podemos alabarlo: por darnos la vida eterna, por enviar a su hijo a morir por nosotros, por bendecirnos con toda bendición espiritual, por la salud, por la vida…
En segundo lugar debemos pedir que se haga su voluntad en la tierra así como se hace en el cielo, de no ser así, se sigue haciendo la voluntad del hombre y del diablo. Dios no hace nada sino lo pedimos, él quiere que nuestra voluntad sea su misma voluntad.
En tercer lugar, debemos pedir que el reino venga a la tierra y se establezca físicamente de una vez por todas.  
El reino de Dios no se ha establecido físicamente en la tierra porque los creyentes no lo piden, pareciera que estamos conformes con el reino de las tinieblas que gobierna este mundo.
Después de eso es que podemos empezar a pedir para nosotros,  pero no antes. Sin embargo las oraciones de los creyentes son al revés, primero ellos y luego Dios. Eso es así porque no conocen las escrituras ni el poder de Dios.

Mateo 28:19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 28:20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén..

Jesús dijo que hiciéramos discípulos y les enseñáramos, que guarden todas las cosas que él nos mandó. Si Él es el Señor, nosotros somos sus siervos. Si Él es el Señor, cuando nos habla le obedecemos. Sin embargo, los “pastores”, no enseñan nada de eso. NO quieren que se les vaya “la clientela”.  Si les dicen a los fieles sus responsabilidades con el reino de Dios, no vuelven a la congregación, porque no quieren oír eso. Solo quieren oír lo que Jesús les puede dar, pero no lo que ellos le pueden dar a Jesús. 
Por eso, la verdadera iglesia es “la manada pequeña” (Lucas 12:32), porque la componen únicamente los pocos cristianos comprometidos. Los demás, se van a las iglesias en donde no hay compromisos;  en donde tienen cabida los cristianos nominales, que creen que ser hijo de Dios es asistir al culto una vez a la semana  para limpiarse de sus pecados, o para pedirle algo al Señor y punto.
La mayoría de los cristianos, ni siquiera se atreven, a poner un comentario bíblico en las “redes sociales”, por temor a la crítica, por  temor a ser tildados de panderetas, o por el temor de que los hagan a un lado.
Si en esas iglesias se vieran amenazados de ir a la cárcel por predicar el evangelio, tal y como ocurrió con los apóstoles, seguro orarían: "Padre, ten misericordia de nosotros,  no permitas que nos metan a la cárcel, recuerda que estamos trabajando para ti". Pero, esa no fue la oración de los apóstoles:

Hechos 4:29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, 4:30 mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.

Los apóstoles no oraron para ser librados de la cárcel, ellos oraron, para que el Señor les concediera todo denuedo para  continuar enseñando la palabra de Dios y para que el Señor  hiciese señales y prodigios que confirmaran que ellos que venían en su nombre. Nunca pensaron en ellos mismos, sino en servir a Dios. Que diferencia con los falsos pastores y maestros de hoy en día.
Hay creyentes, que nunca se congregan, pero dicen que “hablan con Dios” todos los días al levantarse. Sus oraciones son: "cuídame, ayúdame, protégeme".  Jamás dicen: “envíame”.
En la Edad Media, la gente creía que la tierra era el centro del universo, y que el sol giraba alrededor de ella. Eso mismo es lo que piensan en las iglesias cristianas,  enseñan que los hombres son el centro, y que Dios gira alrededor de los hombres para darles lo que ellos pidan.
No conocen las escrituras, por eso enseñan que Dios es el sol y que los creyentes  giran alrededor de él. Por eso enseñan que tenemos que hacer la voluntad de Dios y no nuestra propia voluntad.

Juan 6:26 al 27: Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.  Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.

Jesús dijo, que muchos lo seguían, pero no iban detrás de él  sino detrás del pan que él multiplicaba. Eso sucede con la mayoría de los evangélicos, siguen a Jesús por lo que Jesús les pueda dar.
¿Qué sucedería si un Congreso de Teólogos, llegará a la conclusión de que no hay ni cielo ni infierno? ¿Cuántos cristianos quedarían? Casi ninguno. La mayoría diría: "Si no hay cielo ni infierno, ¿para qué seguir y amar a Cristo?".
La mayoría de los creyentes, van a la iglesia con la esperanza de recibir un milagro, no para ponerse a las órdenes del Rey de reyes y Señor de señores, por eso no reciben nada. Ustedes pueden ver, las miles de personas que se congregan cuando Benny Hinn llega a una ciudad. ¿A qué van? No van a escuchar la palabra de Dios, van con la esperanza de recibir un milagro.
Como ya lo vimos, en las iglesias fundamentan sus enseñanzas  en versículos aislados de la Biblia.  Solamente leen los versículos que les convienen, o los versículos que les prometen algo y con esos versículos forman una doctrina,  ignorando los demás versículos y las demandas de Jesucristo.
¿Quién los autorizó para enseñar solo una parte de la Biblia? ¿Quién los autorizó a ofrecer a Jesús como su salvador personal, en vez de presentarlo como el Señor?
En las iglesias enseñan que Jesús se hizo pobre para que nosotros fuésemos ricos (2 Corintios 8:9), entonces afirman que los creyentes no tienen por qué ser pobres. No conocen las escrituras, Jesús se hizo pobre espiritualmente, renunció  a su deidad para que nosotros fuésemos ricos espiritualmente, a eso se refieren las escrituras, por eso Efesios 1:3 dice que hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual, no dice que hemos sido bendecidos con toda bendición material.

Romanos 8:28  Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

En las iglesias enseñan que todas las cosas que nos suceden son para bien, o sea que Dios hará que las circunstancias negativas de todos los creyentes se conviertan en positivas. Pero eso no es lo que dice el versículo, lo que dice es que “los que aman a Dios” todas las cosas les ayudan a bien. Y los que aman a Dios son aquellos que viven para Cristo, no son todos los creyentes.
A Dios no se le ama de palabra sino de hecho, por eso el apóstol Santiago dice: “Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras” porque “la fe sin obras es muerta” (Santiago 2:17-18).
Nadie alcanza la salvación por obras, es por gracia, para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9), pero el que es salvo participa de las obras de que Dios preparó de antemano (verso 10) para que otros sean salvos.

Lucas 12:32 No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. 12:33 Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. 12:34 Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

De este pasaje, en las iglesias enseñan únicamente el verso 32. Ellos leen este verso y se alegran diciendo “el reino de Dios es de nosotros, porque a Dios le plació dárnoslo”. Pero  no hacen referencia  los versos  33 y 34 ¿Por qué? Porque allí se les dice, que deben vender sus bienes para compartirlos con los más necesitados; porque allí se les dice, que deben hacer tesoros en el cielo y eso no les conviene. Es cierto, que  Dios le place darnos el reino, pero únicamente a aquellos, que renuncian a su vida materializada.
He escuchado muchos sermones basados en el verso 32, pero nunca  escuché un sermón basado en los versos 33 y 34. Estos versos no están en el la Biblia de las iglesias cristianas. Que conveniente. ¿Quién es el que decide, cuáles versículos sí y cuáles no? ¿Quién decide cuáles son obligatorios y cuáles son optativos?
En las iglesias nos dan algunos mandamientos “obligatorios” como "no embriagarse” y otros “optativos” como "el vivir para Cristo”. Y como decía al principio, hablan mucho de que todo nos condena:

Juan 3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

Las escrituras enseñan que Jesús no vino a condenar al mundo sino a salvarlo de la condenación. Si Jesús no condena a nadie ¿Por qué en las iglesias condenan a todos? La respuesta es una: al igual que los fariseos de la época de Jesús, no tienen conocimiento de las escrituras ni del poder de Dios.

Mateo 23:4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.

Los fariseos se consideraban  santos,  mientras  que para  ellos, los  demás  eran unos pecadores. Vivían señalando a los demás y dándoles cargas que ellos no cargaban. Jesús los desenmascaró y les llamó “sepulcros blanqueados”, porque eran blancos por fuera pero por dentro estaban llenos de gusanos.
Y es que todos, absolutamente todos, estamos llenos de inmundicia. La palabra de Dios dice que no hay justo ni aún uno (Romanos 3:10). Los pastores y muchos fieles que se presentan como “santulones” y viven señalando a los demás, son más pecadores que a los que señalan.
El que tiene conocimiento de las escrituras sabe que no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1), tiene paz en su corazón y no siente que haya nada en su caminar ni en el ambiente en el que se desenvuelve que lo condene ni que lo haga perder su salvación.
Pero el que desconoce las escrituras duda, ve la condenación por todo lado, hasta siente las llamas del infierno a todo lugar que llega, solamente su casa es santa.

Romanos 14:23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.

El que conoce las escrituras y el poder de Dios come y bebe sin preocupación alguna porque todo lo que hace, lo hace confiado en que nada lo condena, por su fe en Cristo. Pero el que no conoce las escrituras pone en duda si lo que come o bebe lo puede condenar. Y es precisamente esa duda lo  que lo condena, porque el que duda es porque no tiene fe de que ya fue perdonado.
Para los que no conocen las escrituras, los creyentes no debemos juntarnos con los “incrédulos o pecadores”, pero ¿Qué dijo Jesús?

Mateo 9:10 Y aconteció que estando él sentado  a  la  mesa  en la  casa,  he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. 9:11 Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? 9:12 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 9:13 Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.

En este pasaje podemos ver que los fariseos tenían tan poco conocimiento de las escrituras y del poder de Dios,  que  criticaron a Jesús porque compartía con los pecadores y publicanos. Al oírlos Jesús les dijo que los sanos no tenían necesidad de médico sino los enfermos. Jesús dejó claro que si no compartimos con los pecadores, no vamos a ganar almas para él. Y agregó: “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio”.
La palabra sacrificio tiene dos significados: el primer significado es ofrendar o dar algo a cambio. Esto lo podemos ver en el Viejo Testamento, donde los sacerdotes sacrificaban animales a cambio del perdón provisional de pecados. Pero, en  el nuevo Testamento dice:

Hebreos 10:17 Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 10:18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.

Bajo el nuevo pacto no tenemos nada que ofrendar, porque Jesús se ofrendó por nosotros y obtuvo eterna redención con su sangre (Hebreos 9:12).
El segundo significado de sacrificio es abstenerse voluntariamente de hacer algo con un  fin.  El  que desconoce las escrituras quiere  abstenerse de comer, de beber, de divertirse porque para él todas esas son cosas del mundo. A este segundo significado de sacrificio fue al que se refirió nuestro Señor Jesús cuando dijo que no quiere sacrificios, que lo que quiere es misericordia.
Misericordia es un término que proviene del latín y hace referencia a una virtud que lleva a los seres humanos a compadecerse del mal ajeno. Las personas tienen muchos males pero hay uno que está por encima de todos y es el pecado que los tiene destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). El hombre necesita conocer la verdad del evangelio para ser perdonado  y ser restituido a la gloria de Dios.  No es absteniéndonos de hacer algo, que ayudamos a esas personas, sino llevándoles el evangelio.

Lucas 7:33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. 7:34 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. 7:35 Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos.

Juan el bautista no comía pan ni bebía vino y decían que estaba endemoniado. Por su parte el Señor Jesús se juntaba con los pecadores y comía y bebía con ellos y lo señalaban como comelón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores. Si los señalaron a ellos, nos van a señalar a nosotros, no te preocupes por eso.
Si Jesús nunca pecó ni hizo nada malo, esto implica de manera indubitable que el juntarse con pecadores o incrédulos y compartir con ellos, no es pecado, no está prohibido en la palabra de Dios y no tiene nada de malo.
No olvidemos que nosotros también nos revolcamos en el polvo. Si hemos sido salvos es por la gracia de Dios, no porque lo merezcamos o seamos mejores que los demás.
Y ponga atención al verso 35: “Más la sabiduría es justificada por los hijos”. ¿Qué es lo que nos quiere decir esto? Que lo que  importa es que tengamos hijos espirituales. Hay personas que no comparten con los incrédulos o con aquellos que consideran pecadores, pero tampoco tienen hijos espirituales.
Los que no conocen las escrituras siempre te van a señalar, te dirán que tienes demonio o te dirán comilón y bebedor de vino. No importa lo que digan si eso lo aprovechas para llevar personas a Cristo, eso es sabiduría, la sabiduría no es encerrarse en un convento toda una vida.

Lucas 6:43 No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. 6:44 Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. 6:45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca

No es buen árbol el que da malos o buenos frutos sino el que da frutos. No es un asunto de comportamiento sino de producción. El cristiano al igual que el árbol, se conoce por su fruto, entonces dar fruto es llevar personas a Cristo.
Muchos creyentes creen que dar testimonio es “dejar de hacer algo” (como no fumar o no beber),  para que los demás vean un cambio en sus vidas.
Quienes así piensan no conocen las escrituras, “la vida cristiana es una vida por gracia”. Por gracia somos salvos (Efesios 2:8), por gracia Dios nos da sabiduría, por gracia nos justifica, por gracia nos santifica y por gracia nos redime en Cristo Jesús, no es algo que nosotros podemos conseguir fuera de Cristo, esa es una obra  exclusiva del Espíritu Santo en nosotros los que estamos en Cristo, Como está escrito: “El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1:30-31).
Los que enseñen otra cosa no conocen las escrituras ni el poder de Dios. Espero que comprendas estas grandes verdades.








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