miércoles, 23 de agosto de 2017

EL PROPOSITO OSCURO DEL SACERDOCIO CATOLICO


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Dios le dio la ley a Moisés, pero sabedor que los hombres morirían porque no podrían cumplir la ley sino que pecarían al infringirla, y siendo que “la paga del pecado es la muerte” (Romanos 3:23), entonces le dijo a Moisés que construyera un “tabernáculo” (Éxodo Capítulo 26).
El tabernáculo era una especie de templo móvil, y sería el lugar en donde Dios descendería para otorgar el perdón de los pecados. Dios estableció que un “cordero sin mancha” fuera sacrificado en lugar del hombre pecador. Él “descendería” al lugar santísimo del Tabernáculo y al “ver la sangre del sacrificio” extendería su perdón.
Esto nos enseña que nadie podría “subir” a la presencia de Dios, no había ni un solo justo, por ello, Dios debió “descender” y otorgar su perdón por medio del sacrificio de sangre y a través de un mediador: “el sumo sacerdote”.

Hebreos 5:1 Pues todo sumo sacerdote que es tomado de entre los hombres es constituido para servicio a favor de los hombres delante de Dios, para que ofrezca ofrendas y sacrificios por los pecados.  

Al lugar santo, entraban los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto, pero al lugar santísimo entraba únicamente el sumo sacerdote y lo hacía una vez al año con la sangre del sacrificio (Hebreos 9:6-7) que ofrecía para el perdón de los pecados.
Podemos ver que los sacerdotes tenían dos funciones: 1) ofrecer culto y 2) ofrecer sacrificios a Dios para el perdón de los pecados. En esta segunda función eran una especie de “intermediarios”  entre Dios y los hombres.
Lo cierto del caso es que Dios estableció que para ser sacerdotes había que pertenecer a la tribu de Leví, por ello  a este sacerdocio se le llama “sacerdocio levítico”.
Los levitas  serían consagrados al sacerdocio y solamente ellos podrían ser sacerdotes. Ningún miembro de otra tribu podría intentar ser sacerdote porque “moriría”.  Nada se dejó al azar en ocasión de algo tan serio como fue la santa y justa reunión de “Dios con el mediador” en el tabernáculo terrenal.
El Tabernáculo estaba compuesto de dos aposentos  separados  por un velo o cortina tejida. Al primer aposento se entraba desde el exterior y se llamaba el “lugar santo”. Al segundo cuarto se entraba a través del lugar santo y se llamaba el “lugar   santísimo”. Había solamente un mueble en el lugar santísimo  y era “el Arca del Pacto” con el “propiciatorio” encima de él.
El Arca del pacto era una urna hecha de  madera y cubierta por  todos  lados de oro. Dentro del Arca estaba otra urna de oro que contenía el maná, también estaban las tablas de la ley y la rama florecida de Aarón.
El propiciatorio o tapa del arca era donde se rociaba la sangre inocente, que Dios demandada para derramar su gracia y establecer su perdón.
El Tabernáculo nos revela que el hombre “no podía acercarse a Dios por sus méritos”, necesitaba de la “sangre inocente” y de un “mediador”. Solamente en el día de la expiación,  una vez al año, el sumo  sacerdote traspasaba el velo del lugar santo y rociaba la sangre del sacrificio en el propiciatorio (Levítico 16:13-16) para que Dios perdonara sus pecados y los de todo el pueblo.

Hebreos 9:7 pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo; 9:8 dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie.

Ningún otro hombre podía entrar al lugar Santísimo y vivir mientras el velo estuviese de pie porque el velo indicaba que el camino al lugar santísimo para el hombre no se había abierto. Por eso solamente el sumo sacerdote, autorizado por Dios, podía ingresar una vez al año.

Hebreos 9:9 Lo cual es símbolo para el tiempo presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, 9:10 ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas.

En la primera parte, o sea en el Lugar Santo era que se hacían los sacrificios, este lugar permaneció intacto hasta que el velo se rompió y se abrió el camino al Lugar Santísimo
El Lugar Santo simboliza a las personas que hacen sacrificios y ofrendas para limpiar su conciencia, pero eso no es suficiente para poder ingresar al lugar santísimo a obtener el perdón porque si lo hacían morirían,  el velo se los impedía o más bien se los advertía.
Ese velo sigue allí para todos aquellos que insisten en ser justificados por sus obras o por su comportamiento.

Hebreos 9:11 Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 9:12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.

El Señor Jesús entró una vez para siempre en el lugar Santísimo, no en el tabernáculo terrenal sino en el tabernáculo celestial  y ofreció su preciosa sangre y obtuvo eterna redención para todos los pecadores.

Mateo 15:37 Mas Jesús, dando una gran voz, expiró. 15:38 Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.

Cuando Jesús murió el velo del templo se rasgó en dos porque con su sangre Jesús nos  abrió el camino al lugar Santísimo a la presencia del Padre.

Juan 19:30 Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.

Note que la gran voz que Jesús dio antes de expirar y entregar su espíritu fue: “consumado es”. El Señor Jesús sacó fuerzas de la nada para decirle al Padre que todo “estaba cumplido” y que no había razón alguna para que el velo permaneciese en pie, porque su sangre preciosa era suficiente para cubrir los pecados de todos los hombres.

Hebreos 10:19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo…

El camino al lugar Santísimo, el camino a la presencia del Padre, el camino al Trono de la gracia quedó libre porque “fuimos justificados gratuitamente por la gracia de Dios, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” (Romanos 3:24-25).
Jesús es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo" (1 Juan 2:2) y ya no hacen falta sacrificios ni sacerdotes humanos que sirvan de intermediarios, el velo que eso significaba fue derribado.
El perdón que los sumos sacerdotes conseguían era “momentáneo”, por eso tenían que estar haciendo sacrificios todos los años.  Pero nuestro Señor Jesús entró al lugar santísimo del tabernáculo celestial y ofreció su propia sangre por el perdón de los pecados y obtuvo “eterna redención”. De allí en adelante ya no se necesitan sacrificios ni sacerdotes porque el perdón otorgado por Jesús fue eterno.

Hebreos 10:17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 10:18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.

La sangre de Jesús perdonó todos los pecados de la humanidad y “ya no hay sacrificios que ofrecer”. Las personas que insisten en hacer sacrificios es porque  “no les ha resplandecido la luz del evangelio de la gloria de Cristo” (2 Corintios 4:4).

1 Timoteo 2:5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, 2:6 el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.

Y como ya no hay sacrificios que ofrecer, no se necesitan sacerdotes o “intermediarios terrenales”.

Hebreos 7:11 Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón? 7:12 Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley;

El sacerdocio levítico no conseguía la justificación eterna, por tal motivo Dios debió levantar un “nuevo sacerdocio”, ese nuevo sacerdocio es de la “orden de Melquisedec”, no es no de la orden de Leví. El sacerdocio levítico fue cambiado por el sacerdocio de Melquisedec ¿Y quiénes pueden ser sacerdotes en esta nueva orden sacerdotal? Únicamente Cristo:

Hebreos 7:13 y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. 7:14 Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. 7:15 Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, 7:16 no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible. 7:17 Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec. 7:18 Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia.

El “sacerdocio levítico quedó abrogado” por causa de su debilidad e ineficacia. Ya no hay sacerdotes de la tribu de Leví. Jesús que no procede  de la tribu de Leví es el único sacerdote según la nueva orden de Melquisedec. Su sacerdocio no es terrenal, “es un sacerdocio celestial, divino y eterno”. ¿Quién es Melquisedec?

Hebreos 7:1 Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, 7:2 a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; 7:3 sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.

La Biblia no nos dice quién es Melquisedec. Lo que nos dice es que se le apareció a Abraham, que es Rey de Justicia, Rey de Paz, no tiene  principio ni fin, lo que nos sugiere que Melquisedec es el mismo Jesús.

Hebreos 7:23 Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; 7:24 mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; 7:25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. 7:26 Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; 7:27 que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

Los sacerdotes terrenales fueron muchos porque morían y otros debían tomar su lugar. Pero el sacerdocio de Jesús es perpetuo porque Jesús es eterno. Y nos conviene porque Jesús es santo, sin mancha, inocente, sin pecado y no tiene necesidad de seguir ofreciendo sacrificios de animales, porque Jesús ofreció su sangre preciosa y ese sacrificio fue suficiente y para siempre.  
De acuerdo con este nuevo sacerdocio, tampoco necesitamos estar siendo perdonados constantemente por nuestros pecados, porque nuestro Señor Jesús nos perdonó todos los pecados para siempre. Nos perdonó los que cometimos y los que vamos a cometer.  Eso sí, para que ese perdón se efectúe en nosotros, debemos bautizarnos: 

Hechos 2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Cuando nos bautizamos, el perdón que Jesús efectuó en la cruz hace más de dos mil años se hace efectivo en nosotros una vez y para siempre. También recibimos el Espíritu Santo.
Jesucristo es nuestro sacrificio propiciatorio. El es el único medio de suprimir la ira de Dios hacia el pecador que le ofende. La idea de la propiciación por medio de obras no tiene fundamento.
El hombre pecador trajo sobre si la ira de Dios. Jesús anuló el poder del pecado que separaba a Dios y al hombre; él es nuestra cubierta para el pecado. Su único sacrificio incorpora todos los sacrificios simbólicos en las enseñanzas del Tabernáculo.

1 Juan 4:10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.

Jesús Cristo es el sumo sacerdote y al mismo tiempo el sacrificio para nuestros pecados. Dios tomó la iniciativa en su grandioso amor y le dio vuelta a su propia ira haciéndola ausente por la sangre de Jesús.
La justicia perfecta de Dios ahora  estado satisfecha. Nuestra deuda del pecado  ha sido pagada completamente.
El santo Dios ahora está satisfecho, por lo tanto la ira de Dios ahora esta ausente. Si elegimos ir al infierno será debido a nuestra propia opción. Dios ha hecho la cubierta perfecta de nuestros pecados en su propiciatorio
El Apóstol Pablo explica bellamente lo que Dios hizo: "que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.  Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.  Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”.  (2 Corintios 5:19-21).
El hombre no podía subir al cielo por cuanto fue destituido de la gloria de Dios. En el Viejo Testamento vemos como Dios vino del cielo a la tierra año con año, al Tabernáculo terrenal, para otorgar el perdón temporal. En el Nuevo Testamento vemos como Dios envió a su hijo para que él mismo fuera el sacrificio perfecto. Y Jesús subió al Tabernáculo celestial a mostrar su sangre al Padre.

1 Pedro 3:18 Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu.

De esa manera, ya Dios no necesitó descender más a la tierra porque la sangre de Jesús fue suficiente para cubrir los pecados de toda la humanidad pasada, presente y futura. Los sacrificios de los animales, el tabernáculo terrenal y el sacerdocio terrenal llegaron a su fin.
El camino al Padre quedó libre de obstáculos, por eso el apóstol Pablo dice: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro". (Hebreos 4:16).
Teniendo claro que el sacerdocio levítico fue abrogado, que el único sacerdocio vigente es el de Melquisedec y que el único sacerdote de esa orden es Cristo, entonces  ¿Cuál es el fundamento del sacerdocio Católico?
La doctrina del catolicismo romano está de acuerdo que el Sacerdocio Levítico llegó a su final y que el de Melquisedec es exclusivo de Cristo, así lo apunta el catecismo católico en los numerales del 1540 al 1546. Sin embargo luego afirman:

El sacerdocio ministerial o jerárquico de los obispos y de los presbíteros, y el sacerdocio común de todos los fieles, aunque su diferencia es esencial y no sólo en grado, están ordenados el uno al otro; ambos, en efecto, participan, cada uno a su manera, del único sacerdocio de Cristo. ¿En qué sentido? Mientras el sacerdocio común de los fieles se realiza en el desarrollo de la gracia bautismal (vida de fe, de esperanza y de caridad, vida según el Espíritu), el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común, en orden al desarrollo de la gracia bautismal de todos los cristianos. Es uno de los medios por los cuales Cristo no cesa de construir y de conducir a su Iglesia. Por esto es transmitido mediante un sacramento propio, el sacramento del Orden. (Catecismo católico numeral 1547).

El catolicismo romano dice que todos los fieles tienen un sacerdocio en común, que  se realiza en la gracia bautismal, algo que no me queda claro, es como si quisieran decir que el sacerdocio de los fieles consiste en bautizarse, es lo que interpreto.
Luego añaden que hay otro sacerdocio al que le llaman sacerdocio ministerial que es el que ejercen los obispos y presbíteros. Este nuevo sacerdocio que es simplemente para edificar a la iglesia, es lo que llaman el sacramento del Orden.

En virtud del sacramento del Orden, los presbíteros participan de la universalidad de la misión confiada por Cristo a los apóstoles. El don espiritual que recibieron en la ordenación los prepara, no para una misión limitada y restringida, "sino para una misión amplísima y universal de salvación `hasta los extremos del mundo, dispuestos a predicar el evangelio por todas partes (Catecismo católico numeral 1565)

Entonces el sacerdocio católico no es de Leví ni de Melquisedec, es un sacerdocio del Orden inventado por la religión católica con el único propósito de edificar la iglesia. Ahora, veamos lo que dice el apóstol Pablo:

1 Corintios 3:9 Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. 3:10 Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. 3:11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. 3:12 Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, 3:13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. 3:14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 3:15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

Pablo dice que el ministerio de edificar a la iglesia no es exclusivo de unos pocos, es para toda la iglesia, entendiendo por iglesia no una religión, sino toda la comunidad de creyentes que están en Cristo.
Entonces el “ministerio del orden” del catolicismo romano parece ser el ministerio que Dios nos dio a todos los creyentes para llevar el evangelio a quien lo necesite. Lo que no parece correcto es que sus pastores se hagan llamar “sacerdotes”. Pero, a eso el catolicismo romano le da una explicación:

Cristo, nuestro Dios y Señor, se ofreció a Dios Padre una vez por todas, muriendo como intercesor sobre el altar de la cruz, a fin de realizar para ellos, los hombres,  una redención eterna. Sin embargo, como su muerte no debía poner fin a su sacerdocio (Hebreos 7,24.27), en la última Cena, la noche en que fue entregado (1 Corintios 11,23), quiso dejar a la Iglesia, su esposa amada, un sacrificio visible, como lo reclama la naturaleza humana, donde sería representado el sacrificio sangriento que iba a realizarse una única vez en la cruz cuya memoria se perpetuaría hasta el fin de los siglos y cuya virtud saludable se aplicaría a la redención de los pecados que cometemos cada día (Catecismo católico numeral 1366)

El catolicismo romano llama “sacerdotes” a sus pastores, porque según esa religión,  el sacerdocio terrenal no llegaría al final con la muerte de Cristo, sino que Cristo lo perpetúo en la última cena. Para ello se fundamentan en Hebreos que dice literalmente:

Hebreos 7:24 mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; 7:25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

Aquí lo que dice es que el sacerdocio celestial de Cristo permanece para siempre, es inmutable y salva perpetuamente a los que se acercan a Cristo. No habla nada de sacerdocios terrenales.
La interpretación católica romana es una perversión del evangelio de Cristo. Cristo no le dio seguimiento al sacerdocio terrenal, sino que lo sustituyó por un sacerdocio celestial, según la orden de Melquisedec, del cual él es el único sacerdote.
Ese sacerdocio no es una continuación del sacerdote terrenal, es un nuevo sacerdocio que ningún ser humano puede ejercer.
El catecismo católico dice  que Cristo quiso dejar “un sacrificio visible” como lo reclama la humanidad y para ello estableció la “Santa Cena”, para que en ella se sacrifique a Cristo y se perdonen los pecados que cometemos diariamente. Por eso inventaron la “doctrina de la transustanciación” según la cual Cristo está presente en la hostia y lo sacrifican cada domingo.
Y esa es la razón de la existencia del sacerdocio católico: “hay que continuar ofreciendo sacrificios para el perdón de los pecados, en este caso el sacrificio de Cristo”.
Hebreos 9:12 dice que Jesús obtuvo eterna redención; si Jesús obtuvo eterna redención, ya no hace falta ningún otro sacrificio, ya no hay nada que ofrendar (Hebreos 10:18); Jesús se ofreció una vez y para siempre (Hebreos 9:12) ¿Será que no saben leer? Una vez y para siempre significa exactamente eso: “una vez y para siempre”.

El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son, pues, un único sacrificio: Es una y la misma víctima, que se ofrece ahora por el ministerio de los sacerdotes, que se ofreció a si misma entonces sobre la cruz. Sólo difiere la manera de ofrecer. Y puesto que en este divino sacrificio que se realiza en la Misa, se contiene e inmola incruentamente el mismo Cristo que en el altar de la cruz "se ofreció a sí mismo una vez de modo cruento; este sacrificio es verdaderamente propiciatorio. Catecismo católico numeral 1367.

El catecismo católico enseña que los sacerdotes ofrecen al mismo Cristo, que solo difieren en la manera de ofrecerlo, y que es propiciatorio. Que engaño más grande, eso es doctrina de demonios. Jesús no nos dejó la Santa Cena para que lo estemos sacrificando constantemente como enseña el Catolicismo romano:

1 Corintios 11:24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. 11:25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre;  haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. 11:26 Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.

Jesús nos dejó la santa cena con el único propósito de que anunciáramos  su muerte y su segunda venida. La santa cena es para que tomemos vino y partamos el pan como un recordatorio de su muerte, hasta que Jesús venga. Jesús no dijo que lo sacrificáramos a él. El vino no se convierte en la sangre de Cristo ni el pan  en su cuerpo, eso es un simbolismo. Jesús no necesita ser sacrificado, ya fue sacrificado una sola vez para siempre.

Juan 6:47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 6:48 Yo soy el pan de vida.

Jesús dijo que él era el pan de vida. No lo dijo en la Santa Cena, lo dijo antes, y agrego que el que se alimenta de ese pan obtendría la vida eterna. Cuando Jesús hablaba de comerse el pan, se refería a creer en su palabra, por eso Juan le llama el Verbo de Dios (Juan 1:14) o sea la palabra de Dios de la cual debemos alimentarnos.

Juan 3:18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

El que cree en Jesús, se alimenta del pan que da vida eterna. El que no cree está condenado. Lo de comerse el pan simbolizaba creer en las palabras de Jesús, de no ser así, los apóstoles debieron comerse a Jesús para obtener la vida eterna. No hay que ser muy inteligente para entenderlo.
Sin embargo, esta aberración es lo que enseña el Vaticano y para ello crearon su propio sacerdocio.  Entonces, la verdadera función de esta nueva orden de sacerdotes, no está en predicar el evangelio, sino que se enfatiza hacia dos propósitos: 1) en celebrar la comunión, según la cual los sacerdotes sacrifican a Cristo mediante el pan y el vino Y 2) perdonar o retener los pecados de los fieles.
De acuerdo al Catecismo, los fieles deben confesarse ante los sacerdotes para que les perdonen los pecados antes de participar de la comunión. Con ello están dando a entender que la sangre de Cristo no fue suficiente para perdonarlos y deben acudir ante un sacerdote para que los perdone constantemente. Al hacer esto, los fieles están negando el sacrificio de Cristo,  y cometiendo el único pecado imperdonable.

Hebreos 10:26 Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados. 10:27 sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. 10:28 El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. 10:29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? 10:30 Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. 10:31 ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!

Dice la escritura que si pecamos después de conocer la verdad ya no hay perdón ¿A qué pecado se refiere? No a cualquier pecado porque Jesús dijo que todos los pecados nos serian perdonados menos uno: “la blasfemia contra el Espíritu Santo” (Marcos 3:28-29), de tal manera que este pecados tiene que ser ese.
 Si nos devolvemos al verso 17 y 18 de Hebreos 10, vemos que el Espíritu Santo dice que Dios no se acordará nunca más de nuestros pecados porque Cristo pagó por todos ellos. Esa es la verdad. Si negamos esa verdad cometemos el pecado imperdonable porque hacemos mentiroso al Espíritu Santo. Estaríamos pisoteando y teniendo por inmunda la sangre de Cristo (verso 29) negando que esa sangre nos limpió y afirmando que no fue suficiente. Por eso el mismo verso dice que afrentamos al Espíritu Santo.
Cada vez que una persona acude ante un sacerdote católico para que le perdone los pecados, está teniendo por inmunda la sangre de Cristo, está negando su eficacia, está blasfemando contra el Espíritu Santo y cometiendo el pecado imperdonable.
Ese es el propósito oscuro del sacerdocio católico y del supuesto sacrificio de Cristo que hacen domingo a domingo y que se opone y niega totalmente el evangelio de Cristo. Ya lo sabes, horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo.










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