¿QUIÉN MOVIÓ LA PIEDRA?
___________________________
Frank
Morrison, un periodista inglés, creía
que la resurrección de Jesús era una superstición o un invento, entonces empezó
a investigar los hechos para escribir su famoso libro:“¿Quién movió la piedra?”
La
tumba estaba vacía y existen tres teorías al respecto: 1) que Jesús no haya muerto en
la cruz, sino que estuvo en un estado de desvanecimiento, 2) que su cuerpo fue robado,
o 3) que Jesús resucitó. Analicemos cada
una de las tres posibles posibilidades:
1.
UN DESVANECIMIENTO
Desde el punto de vista médico,
esta teoría de que Jesús no murió sino que tuvo un desvanecimiento no tiene
ningún fundamento. Un artículo en la revista American Medical Association explica que esta “teoría del desvanecimiento” es insostenible:
Pilatos
condenó a Jesús a muerte y se lo entregó a los soldados. Antes de ser clavado en
la cruz, a Jesús le pusieron una corona de espinas en la cabeza, luego fue escupido
y brutalmente golpeado hasta rasgarle la carne (Mateo 27:27-30, Marcos 15:19-20)
Después,
utilizando mazos, los verdugos romanos lo clavaron en la cruz y finalmente
dejaron caer la cruz en un agujero en la tierra entre otras dos cruces que
cargaban a ladrones condenados.
Jesús
colgó en la cruz por aproximadamente
seis horas. Luego, a las 3 de la tarde, cuando hubo tomado el vinagre que le
dieron para supuestamente apaciguar su sed, Jesús dijo: “Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu”
(Juan 19:30).
De
acuerdo con las escrituras, Jesús fue desangrado; además la lanza, hundida
entre su costilla derecha (Juan 19:34)
fue para asegurar su muerte. Ésta, probablemente perforó no solo su pulmón
derecho, sino también el pericardio y el corazón, lo que terminó de asegurar su
muerte.
Entonces,
desde el punto de vista médico, es imposible asegurar que Jesús haya
sobrevivido y permaneciera en un estado de desvanecimiento, esa teoría es totalmente
falsa.
Debido
a esa falta de fundamento, entonces los opositores a la resurrección de Jesús se
van por otro lado y le quitan autoridad a las escrituras afirmando que los
evangelios fueron escritos por los apóstoles
de Jesús y que ellos escribieron convenientemente una mentira.
Sin
embargo, Josefo, un historiador contemporáneo
con Jesús, que no fue su apóstol ni siquiera su seguidor, escribió: “En este tiempo apareció Jesús, un hombre
sabio, porque él era un emprendedor de obras asombrosas. Cuando Pilatos lo
condenó a la cruz, los principales hombres entre nosotros, lo habían acusado,
aquellos que lo amaron no cesaron de hacerlo.”
Tácito, otro escritor contemporáneo
con Jesús y que tampoco fue su seguidor, escribió: “Christus, de quien el nombre tuvo su origen, sufrió la extrema sanción en
las manos de nuestro procurador, Poncio Pilatos.”
Lucas quien tampoco era ni
apóstol ni seguidor de Jesús, sino un médico e historiador, escribió:
Lucas 1:1 Puesto que ya muchos han tratado de poner en
orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, 1:2 tal
como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y
fueron ministros de la palabra, 1:3 me ha parecido también a mí, después de
haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas
por orden, oh excelentísimo Teófilo, 1:4 para que conozcas bien la verdad de
las cosas en las cuales has sido instruido.
Por
orden de Teófilo, el historiador Lucas investigó todos los hechos y convencido
de la verdad, terminó siendo cristiano.
Lo
cierto es que no hay un solo historiador de la época de Jesus que haya negado su
muerte y sepultura.
Crossan, uno de los grandes “opositores” de la resurrección de Jesús,
aceptó que Jesús murió: “Que él fue
crucificado es tan seguro como cualquier hecho histórico puede llegar a ser.”
A
la luz de tal evidencia, podemos declarar con toda seguridad que Jesús fue crucificado, muerto y sepultado, esos son “hechos
probados” que no tienen discusión.
Tampoco,
ningún historiador ha negado el hecho de al tercer día de su muerte, la tumba de Jesús estaba vacía.
2.
UNA CONSPIRACIÓN
Dice
Morrison que la tumba pertenecía a José
de Arimatea, un miembro del Concilio de Sanedrín, y para ser parte de ese concilio había que ser alguien de mucho peso, y su tumba habría estado
en un lugar conocido y fácilmente identificable, entonces cualquier pensamiento
de que Jesús se haya “perdido en el
cementerio” necesitaría ser descartado.
Si
los fariseos acusaron a los discípulos de Jesús de robarse el cuerpo, con esa acusación estaban sosteniendo que la tumba estaba vacía, lo que es un hecho
probado por sus mismas afirmaciones, sostiene Morrison.
Los
principales sacerdotes querían asegurarse de que el cuerpo de Jesús no fuese robado por sus discípulos,
entonces hablaron con Pilatos para que
les diese una guardia. Y así fue, los romanos asignaron una unidad de guardias
entrenados (de 4 a 12 soldados) para
vigilar la tumba de Jesús las 24 horas del día durante los siguientes tres días (Mateo
26:62-66).
Entonces
me pregunto, dice Morrison: “¿Cómo
podrían estos guardias haber dejado que el cuerpo de Jesús fuera objeto de
vandalismo?”
Habría
sido imposible para cualquiera haber movido una piedra de dos toneladas y que
los guardias no se dieran cuenta o que no hicieran nada al respecto.
Sin
embargo la piedra fue movida y el cuerpo de Jesús había desaparecido. Sí el
cuerpo hubiese estado, la resurrección sería un fraude, pero el cuerpo no estaba y esa es una prueba
irrefutable de que Jesús resucitó, afirma Morrison ¿Un Robo de la Tumba? Jamás,
imposible.
El
historiador Paul Johnson, en el
libro “Historia de los Judíos”,
escribió, “Lo importante no son las
circunstancias de su muerte sino el hecho obstinadamente creído por un
creciente circulo de personas, de que Jesús se haya levantado de nuevo.”
La tumba estaba vacía, pero no era la mera ausencia del cuerpo que
habría impulsado a los seguidores de Jesús (especialmente si ellos habían sido
los que lo habían robado), lo que los impulsó a que cesaran el duelo, dejaran
de esconderse, y empezaran sin miedo a proclamar a Jesús como Mesías, era el
hecho de que ellos habían visto a Jesús resucitado.
¿Por
qué iban a arriesgar sus vidas? Lo hacían porque el hecho de ver vivo a Jesús
nuevamente les aseguraba también a ellos la resurrección que Jesús les había
prometido. Definitivamente, no hubo
conspiración alguna.
Morrison
se pregunta por qué los conspiradores habrían puesto a las mujeres como las
principales sospechosas de una conspiración, si en esa época las mujeres casi
no tenían derechos, personalidad, o estatus.
Si
la conspiración habría de tener éxito, Morrison razonó: los conspiradores habrían retratado a hombres, no mujeres, como los
primeros en ver a Jesús vivo. Pero
no, fueron las mujeres las primeras en encontrar la tumba vacía y en afirmar
que vieron a Jesús resucitado (Juan
20:11-18).
De
tal manera que la teoría de la conspiración tampoco tiene fundamento alguno y
es totalmente falsa.
3.
RESUCITÓ
Todos
los discípulos vieron a Jesús resucitado en varias ocasiones. Ellos escribieron que él les mostró sus manos
y pies y les dijo que lo tocaran (Juan
20:19-22).
El
apóstol Tomás no creyó sino hasta
que pudo ver la manos y el costado de Jesús con sus propios ojos (Juan 20:24-29).
El
apóstol Pablo escribió: “Después apareció a más de quinientos
hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen, Después
apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles” (2 Corintios 15:6-7.
Si
Pablo era un soldado romano que perseguía a los cristianos para matarlos ¿Por
qué renunciará a esa vida para convertirse en un perseguido? Solamente hay una
explicación: porque él mismo vio a Jesús resucitado tal y como lo escribió: “y al último de todos, como a un abortivo, me
apareció a mí” (1 Corintios 15:8).
El abogadol
John Warwick Montgomery declaró: “En el 56 d.C el apóstol Pablo escribió que
más de 500 personas habían visto al Jesús resucitado y que la mayoría de ellos
seguían con vida. Se pasa de los límites de credibilidad que los primeros
cristianos podrían haber fabricado tal cuento y entonces predicado entre
aquellos quienes podían fácilmente haberlo refutado.”
Los
estudiosos de la Biblia Geisler y Turek
están de acuerdo. “Si la resurrección no
ha ocurrido, ¿Por qué habría dado el apóstol Pablo tal lista de supuestos
testigos? El habría inmediatamente perdido toda credibilidad de sus lectores de
Corintios por mentir tan descaradamente.”
El
apóstol Pedro afirmó ante una
multitud en Cesarea, que él y los otros discípulos fueron testigos de la
resurrección de Jesús, que ellos comieron y bebieron con él después de muerto (Hechos 10:39-41).
El
británico estudioso en Biblia Michael
Green observó: “Las apariciones de
Jesús son tan auténticas como nada en la antigüedad. No puede haber duda
racional de que ellas ocurrieron.”
Como
si los informes de los testigos no fueran suficientes para Morrison, él estaba
también desconcertado por el comportamiento de los discípulos.
Un
hecho de la historia que ha dejado perplejo a historiadores, psicólogos, y
escépticos por igual, es que estos once cobardes
estaban de repente dispuestos a sufrir humillación, tortura, y muerte.
Todos menos uno de los discípulos de Jesús fueron asesinados como mártires. ¿Quién
haría eso por una mentira? Se preguntó Morrison.
Paul Little escribió, “Los hombres morirán por lo que ellos creen
que es verdad, aunque en realidad sea falso. Sin embargo, ellos no morirían por
lo que creen que es una mentira.”
Nadie
ha explicado por qué los discípulos habrían estado dispuestos a morir por una
mentira conocida ¿Por qué? Porque no era
mentira, era verdad ¿Y cómo pudieron ellos haber mantenido la mentira por
décadas sin que al menos uno se desdijera por dinero o por temor a morir? Se cuestiona
Morrison.
Moreland escribió, “Aquellos que mienten por una ganancia personal
no se quedan juntos mucho tiempo, especialmente cuando las dificultades
disminuyen los beneficios.”
Chuck Colson, implicado con el
escándalo Watergate, remarcó la dificultad de que varias personas mantengan una
mentira un periodo extenso de tiempo.
El
dijo: “Yo sé que la resurrección es un
hecho, y Watergate lo demostró para mí ¿Cómo? Porque doce hombres testificaron
haber visto a Jesús levantarse de la muerte, y después ellos proclamaron la
verdad por 40 años, sin negarlo una sola vez. Cada uno fue torturado y puesto en prisión.
Ellos no habrían resistido eso si no fuera verdad. Watergate implicaba doce de
los más poderosos hombres en el mundo y ellos no pudieron mantener una mentira por
tres semanas ¿Usted me está diciendo que 12 apóstoles pudieron mantener una
mentira por 40 años? Absolutamente imposible.”
Morison
reconoció: “el hecho es que una
convicción profunda vino a un grupo pequeño de personas, atestigua al hecho de
que Jesús se había levantado de la tumba.”
Ninguna
persona en la tierra, por más escéptico que sea, puede negar que la tumba estaba
vacía. Tampoco puede refutar a más
de quinientos testigos, que afirmaron que Jesús resucitó.
Morison
se convenció de que su juicio preconcebido de la resurrección de Jesucristo
había estado errado. Él simplemente siguió
pista por pista, hasta que la verdad del caso le parecía clara. Su
sorpresa fue que la evidencia lo llevó a
creer en la resurrección.
En
su primer capítulo de “El Libro que se negó
a ser escrito” explica como la evidencia lo convenció de que la
resurrección de Jesús fue un acontecimiento histórico real:
“Fue como si un hombre se dispuso a cruzar un
bosque por un familiar y bien retirado caminó y salió de repente por donde él
no esperaba salir.”
Morrison
no está sólo, otros incontables escépticos han examinado la evidencia de la
resurrección de Jesús, y lo han aceptado como el más sorprendente hecho en toda
la historia de la humanidad: Jesús
resucitó.
Que
Jesús haya resucitado es la única
doctrina cierta, más bien, no es una doctrina, es una realidad.
El
Señor resucitó y creer en ello nos abre el camino a la salvación y a la vida
eterna. Aleluya, bienaventurados los que
creen sin haber visto (Juan 20:29).
¿Quién
movió la piedra? Un ángel del Señor ¿Quién otro podría haberlo hecho? Solo el
mismo Jesús.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario